Descontrol

Julie18_08 द्वारा

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Laila parece incapacitada para comportarse bien. Lo único que hace es desobedecer y tomar impulsivas decision... अधिक

*Part 1* Cap. 1 : Quejas
Cap. 2: De improvisto
Cap. 3: Deportes
Cap. 4: Ups!
Cap. 5: Expulsada
Cap. 6: Plan B
Cap. 7: Despidiéndose
Cap. 8: En camino
Cap. 9: Diferente a las demás
Cap. 10: La chicas
Cap. 11: Vamos empezando
Cap. 12: Primer día
Cap. 13: Cumpleaños de terror
Cap. 14: La bipolaridad de mi tutor, y mía
Cap. 15: Salida a escondidas
Cap. 16: Entre barrotes
Cap. 17: La venganza de Laila
Cap. 18: Compartiendo con un desconocido
Cap. 19: Asesino de frágiles sentimientos
Cap. 20: Hablando con adultos
Cap. 21: Y el pasto me salvó
Cap. 22: Eva y las cartas
Cap. 23: Simplemente rídiculo
Cap. 24: Algo de madurez... o no
Cap. 25: Las charlas
Cap. 26: Las amistades apoyan
Cap. 27: Y la venganza se pone en marcha
Cap. 28: Día dos
Cap. 29: La perfecta ejecución
Cap. 30: Los muchachos se van
Cap. 31: Rumores
Cap. 32: Conversaciones
Cap. 33: Llamadas clandestinas
Cap. 34: Tonta e impulsiva
Cap. 35: A un día de partir
Cap. 36: ¡Adiós Archibald!
Cap. 37: El viaje
Cap. 38: Hermanos pequeños
Cap. 39: Una familia normal
Cap. 40: Todo por ser infantil
Cap. 41: Vamos a salir Part 1
Cap. 42: Vamos a salir Part 2
Cap. 43: Fracaso y Victoria
Cap. 44: Tardes en el centro
Cap. 45: La noche del desquite
Cap. 46: Sólo un malentendido
Cap. 47: Quiebre en la cita
Cap. 48: No entiendo a la gente
*Part 2* Cap. 49: El nuevo internado
Cap. 50: Nuevos compañeros
Cap. 51: Completamente superado
Cap. 52: Un buen almuerzo
Cap. 53: Estrategia n°1, Acercamiento sigiloso
Cap. 54: Estrategia n°2, Dar lástima
Cap. 55: Estrategia n° 3, Ley del hielo
Cap. 56: Dar oportunidades
Cap. 57: Vamos empezando
Cap. 58: La loca y el asesino
Cap. 59: ¿Va a morir?
Cap. 60: Estúpidas discusiones
Cap. 61: ¡Alerta, polillas!
Cap. 62: Muchas cosas para un día
Cap. 63: Ok, lo admito
Cap. 64: Nadie lo sabrá
Cap. 65: Espiando
Cap. 66: Acción
Cap. 67: Amor y odio en el aire
Cap. 68: Chispazo
Cap. 69: Ya se calmó
Cap. 70: Gente que explota
Sabían que...?
*Part 3* Cap. 71: Disfruta tus vacaciones
Cap. 72: Laila, la depresiva
Cap. 73: Fiesta Azul
Cap. 74: Quizás
Cap. 75: Hoteles y películas
Epílogo

Cap. 76: Idas y Llegadas

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Julie18_08 द्वारा

Había demasiadas personas alrededor, lo que me estaba haciendo la tarea de despedirme algo incomoda. Esto no significaba que acababa de convertirme en una tipa tímida de un momento a otro, no, significaba que la gente incorrecta estaba alrededor. Los extraños que iban de un lado a otro arrastrando maletas me daban igual, no así lo hacían Amaranta y Keith, quienes me miraban a mí y a Seth expectantes, como diciendo “¿Ya? ¿Pueden darse un apretón de manos para irnos?” La respuesta era no, no podía darle un apretón de manos cuando esta iba a ser, creo, la última vez que nos íbamos a ver por el resto de nuestras vidas.

Quedaban cerca de quince minutos antes de que su tren partiera para llevarlos de vuelta a casa, luego pasarían algunos días allí y se irían durante unas semanas a Rusia a hacer no sé qué cosas. Lo más probable es que en Rusia conociera a alguna gigantesca modelo con un acento más bonito que el mío, luego se daría cuenta de lo idiota que fue al dedicarme tanto tiempo y se reiría de sí mismo, ya listo para conquistarla. Y lo lograría, y ella babearía por él y cuando Seth volviera a Londres se escribirían cartas que enviarían por medio de palomas u otro tipo de pollo. No sabía si estaba contenta por él y la rusa o no, por suerte mi mente encontró mucho más interesante pensar en la clase de pollo que usarían.

-Entonces... son las 15:47.- informó Keith haciéndose el desinteresado.

-Deja que me tome mi tiempo.- gruñí. Últimamente mi voz no sonaba encantadora cuando me dirigía a él y la verdad no me interesaba que alguien se diera cuenta.

-¿Por qué no van a comprar algún tentempié para el camino?.- sugirió Seth.

-Sí, perfecto.- aceptó Amaranta tomando a su hermano mayor del brazo.-¡Odio morir de hambre en el camino!.- agregó mientras se alejaban.

Agité mi mano en su dirección con una sonrisa, fijándome especialmente en ella e ignorando lo mejor que pude a Keith.

-Vamos.- me llamó Seth al momento en que comenzaba a andar.-Se siente menos raro si nos movemos en vez de quedarnos de pie como tontos.- observó.

-Wow, a veces eres inteligente.-

-¿Cómo que a veces?.- preguntó.-Soy brillante todo el tiempo.- aseguró, viéndose tan serio que no pude evitar reírme.

-Quizás, pero mi genialidad opaca toda tu brillantes.-

-¿De verdad quieres discutir quién es mejor?.- quiso saber, alzando una ceja.

-No nos molestemos, es obvio quién ganaría.-

-Yo, claramente.-

-En tus sueños.- dije dándole un codazo.-Nos quedan unos diez minutos.- agregué luego de ver un reloj en la estación.

Seth alzó la mirada como para verificar que sí supiera ver la hora y luego asintió mientras me miraba y decía “Si somos tan geniales y brillantes sabremos usar esos diez minutos”

Hace tres semanas Seth llegó con gatos y con varios de mis amigos. Hace tres semanas descubrí que Keith era un perfecto idiota y por defecto descubrí que yo también lo era por haberme creído todo. Hace tres semanas Seth y yo nos encerramos en una habitación de hotel a ver The House at the End of the Street. Hace tres semanas traté de escaparme luego de estar con él, pero no funcionó.

En un momento él simplemente me estaba besando, pero la siguiente vez que abrí los ojos ya estaba recostada sobre el colchón tratando de quitarme todo lo que acababa de ponerme. O así fue hasta que un molesto pitido llenó la habitación interrumpiéndonos. Ambos nos quedamos en pausa, Seth había llegado de alguna forma misteriosa hasta el borde de mi falda y esperaba con dos dedos enganchados en la pretina.

-Debería irme.- dije mientras la alarma seguía sonando.

-Deberías irte.- concordó conmigo, pero aun así tiró de la falda bajándola solo un poco.

-Quizás tú...- comencé algo crispada.-Podrías irte conmigo.- sugerí sonando lo más desinteresada que pude.

Una sonrisa se esparció por su rostro, más divertida que insinuante, luego sus manos estaban lejos de mí, al igual que el resto de él. Lo miré con el ceño fruncido mientras se acomodaba dentro de las sabanas, lo que interpreté como una obvia negativa.

-Es muy temprano, prefiero dormir.-

Me alcé apoyándome sobre los codos, con los ojos abiertos de par en par y una queja en la punta de la lengua. Él acababa de reemplazarme por unas horas de sueño, prefería quedarse sólo roncando en el hotel que volver conmigo a casa de Chris y roncar ahí con mi persona acompañándolo.

-Sé que estás pensando, ¿pero no crees que sería difícil de explicarle a Richard por qué estás con alguien?.- me quedé callada, considerándolo.-Exacto, mala idea. Será mejor que te vayas.- y con eso me estaba echando.

Me bajé de la cama, arreglé mi cabello y luego fui hacia la puerta tratando de recordar el momento en que Seth se había vuelto tan controlado. Quizás muy en su interior existía alguien pensante que convivía en paz con su yo agresivo, con su yo impaciente, con su yo infantil, con su yo intenso y que los ordenaba. Tal vez yo necesitaba una Laila pensante también.

-¿Vas a visitarme?.- pregunté ya desde la puerta.

-Voy a pensarlo.- contestó sin dignarse a mirarme.

-Yo podría venir.- “¿Qué demonios estás diciendo?” chilló una vocecita.

-Iré si tú quieres.- dijo.

-En ese caso espero verte en la tarde.- prácticamente sonó como una orden.

-Claro.-     

Esa misma tarde fui a abrir la puerta cuando eran cerca de las seis de la tarde y no me molesté en tratar de no sorprenderme, ya que creí firmemente durante toda la mañana que decidiría hacerse el difícil y que me dejaría esperando. Pero no, llegó y se fue a sentar al jardín trasero con Chris y Emily, para cuando me uní a ellos él y la niña discutían el nombre del gatito. Hablamos acerca del otro gato, Piojo, el cual pronto quedaría en el olvido gracias a la llegada de Bicho, sí, ese sería el nombre del nuevo minino.

Las primeras horas sólo nos quedamos estirados sobre el pasto hablando, Seth con Chris acerca de cosas de chicos, y Emily y yo acerca de televisión y muñecas. Más tarde mi hombro chocaba con el de Seth misteriosamente, ya que no me había dado cuenta del momento exacto en que el pasto me arrastró a su lado. Entonces Chris se llevó a Emily a su habitación y nos miró con cierta complicidad. Lo siguiente que hice fue fijarme en la casita del árbol, Seth siguió mi mirada y soltó una carcajada al verla. No fue necesario decirle que me siguiera dentro, aunque sí tuve que explicarle que no pensaba hacer nada más aparte de hablar. De todas formas no me quejé las veces en que se atrevió a robarme algún beso.

Los siguientes días me reuní con Rita en diferentes lugares, como el parque, una tienda de ropa, el cine, su hotel y en la casa de Chris. Me contó que se estaba quedando en casa de una prima cuando Seth prácticamente la chantajeó para que viniera, aunque me aseguró que no estaba para nada arrepentida y que se estaba divirtiendo. También me contó que gracias al viaje se había encontrado con Will antes de lo que habían planeado, porque sí, se planearon un tiempo junto en vacaciones. A estas alturas ya veía su relación yendo a lugares épicos donde absolutamente nada podía separarlos, y aunque suene estúpido, espero que no terminen nunca.

-Por el momento no veo una separación en el futuro.- me dijo con una risita al mencionarle mi idea.

-Eso espero.- le sonreí.

Amaranta, Carly y Nick me visitaban juntos a pesar de no ser amigos entre sí por varias razones. Primero que nada, Amaranta no quería venir cuando estaba con Seth porque según ella nos interrumpía, y quizás tenía razón. Carly venía con ellos porque la verdad es que no quería verla a solas, hacía tiempo que nuestra relación era por default, sólo porque ella era amiga de Rita primero. Y Nick, bueno, él se llevaba bien con Will, pero arruinaba el balance cuando estaba con Rita, así que no le quedaba otra que venir a pesar de sentirse acosado por Carly, aunque de alguna manera Amaranta se las arreglaba para encontrar equilibrio entre los flirteos de Carly y el pánico de Nick.

Por otra parte Keith se estaba quedando fuera de la fotografía. Sólo aparecía de vez en cuando cada vez que su hermana quería visitar al gatito y mantenía las distancias. Distancias que rompí uno de esos días al encontrarlo solo en la cocina. Ya había pasado un buen tiempo rabiando conmigo misma por ser tan tonta, así que era momento de simplemente decirle todo lo que se me había ocurrido. Con eso en mente me encaminé hacia donde se encontraba y cruzándome de brazos le pregunté:

-¿Por qué?.- así de simple y concisa fue mi pregunta.

-No lo sé.- respondió, comprendiendo enseguida a qué me refería.

-Excelente respuesta.- bufé.

-No pensé que lo suyo fuera en serio, sabes que Seth ha tenido demasiadas novias.-dijo.-Nunca se me hubiera ocurrido tratar algo contigo, pero...- se deslizó una mano por el cuello y suspiró, enfocándose en mí luego.-Me besaste.-

-Lo recuerdo, obviamente.- dije algo exasperada.

-Siento lo de la otra noche, no estaba pensando.-

-Si hubieras estado pensando no lo habrías hecho, pero gracias por decir lo obvio.-

Se quedó callado tiempo suficiente como para que mi cerebro comenzara a buscar la razón por la que alguna vez creí que él era perfecto. Quizás estaba desesperada por encontrar a alguien de cuento de hadas que dijera las cosas correctas e hiciera lo correcto y con Seth al lado... bueno, Seth no acostumbraba endulzar sus palabras ni esforzarse demasiado en hacer cosas lindas, decía cosas que no quería escuchar y no se comportaba como un caballero. Al final todo era mi culpa por creer que Keith podía ser intachable, por eso al darme cuenta de que no lo era todo el encantamiento se destrozó dejando a un chico que era sólo eso, un chico más.

-No le diremos nunca.- dije al fin.-Promételo.- estiré mi mano y casi al instante tenía sus dedos en mi muñeca.

-Nunca.- asintió.

-Vaya, esto fue más fácil de lo que creí.- dije soltándolo.-¿Sabes? Tenía planeado gritarte y quizás golpear tu nariz.- confesé.

-Me alegra que no lo hicieras.- sonrió.

-No te pongas feliz, no quiero que me hables y pienso mirarte con desprecio hasta que se me dé la gana.- le advertí.-Puedo ser razonable a veces, pero eso tiene un límite.-

-Ok.-

Luego de esa charla cumplí mi promesa y lo asesiné con la mirada cada vez que lo veía pisar mi rango de visión, al principio trataba de sostenerme la mirada, pero luego se rindió y decidió que lo mejor sería evitarme. Era una sabia decisión.

Las siguientes semanas me tocó ir a despedir a Rita, Will y Carly, cada uno de ellos en días diferentes y de formas diferentes. Con Rita gritamos y nos abrazamos y volvimos a gritar y a prometernos que íbamos a contarnos todo lo que hiciéramos en el día. Con Carly fue más simple, aunque ella trató de hacer el asunto un poco más dramático de lo que era. Por último, Will dejó que le revolviera el cabello y que le quitara las gafas varias veces, le di un abrazo de oso cuando se tuvo que ir y aproveché de gritarle a todo pulmón que no fuera idiota y se casara con Rita.

Ahora era hora de despedirme de Seth y nos quedaban unos siete minutos.

-¿Qué harás cuando vuelvas?.- me preguntó luego de un rato de caminata.

-Le contaré todo a Tyler, lo obligaré a contarme todo lo que ha hecho, comeré mucho, haré amigos nuevos y rezaré porque su madre no siga odiándome.- enumeré.

-Suena divertido.-

-Sí, claro.- rodé los ojos.-Volveré a mi fantástica vida en la clase media y tendré que preocuparme por el futuro, porque no creo que luego de esto Charles quiera pagarme una universidad.- me quejé.-Lo más probable es que termine recogiendo cartones en la calle o vendiendo mi cuerpo, lo que deje más.- razoné.

-No puede ser tan difícil.-

-Lo dice el tipo que morirá ahogado en billetes.-

-Deberíamos cambiar de tema.-

-¿Qué harás tú?.- pregunté.

-Pues creo que pondré en práctica lo de un clavo saca otro clavo hasta que te supere, lo que espero no sea un proceso largo.- dijo.-Me sentiría decepcionado si no logro sacarte de mi cabeza antes del primer semestre.-

Ahí estaba, la amarga y cruda verdad, Seth elegía los peores momentos para decir lo que pensaba. Aun no podía decidir si lo hacía a propósito o si sólo se le escapaban las ideas por la boca. 

-¿De verdad quieres que mi último recuerdo de ti sea escucharte decir cómo planeas reemplazarme?.- dije.-¿Quieres que cuando sea vieja y fea recuerde este día y que le diga a mis bisnietos que tuve un novio idiota e insensible?.- continué indignada.-Creí que al menos me darías un discurso parecido a cuando me dijiste T.A. eso sí que no lo olvidaré, será una linda historia para mis bisnietos.- agregué.

-Creo que ves demasiadas películas.- comentó.

-Creo que tú no ves suficientes.- le contradije.

-¿En serio quieres un discurso?.- preguntó alzando una ceja.

-Uno que me haga llorar por días, semanas incluso.- sonreí, esto era divertido.

Se detuvo, haciendo que quedáramos justo en el sector donde se vendían los pasajes, por lo que la gente que hacía fila avanzaba de tanto en tanto. Fuese lo que fuera que me iba a decir, cualquiera que pasara por nuestro lado no captaría el sentido. Seth se tomó unos minutos para meditar antes de enredar sus dedos en los míos y luego inclinarse ligeramente hasta quedar a la altura de mi oído.

-Laila, te amo, no hay nada más que decir.- dijo en voz baja.-Sólo espero que algún día entiendas lo abrumador que es, que sientas el ardor en el pecho que tú me haces sentir cuando me tocas o el pequeño infarto que me asesina cuando me miras. Ojalá sepas lo terrible y maravilloso que es amar a alguien.- terminó y oh por el universo, casi me desmayo. No por lo que dijo, sino por el tono de su voz al decirlo y por la forma en que me miró luego.

Lo miré y lo miré y lo miré, como una estúpida. Nunca sabía cómo responderle cuando él daba un discurso así, quizás había sido mala idea incitarlo a hacerlo. Quizás no dijo mucho, pero yo...

-Vaya, debería volverme orador o escritor si voy a lograr dejar a la gente estática cuando hablo, esto debe ser un don...- lo interrumpí antes de que lo arruinara más.

Me colgué de su cuello y le di un beso no muy apropiado para lugares públicos, pero la gente de seguro se olvidaría rápido de la chica loca que saltó sobre un desprevenido chico que estaba vanagloriándose. Seth no titubeó, me estabilizó poniendo sus manos en mi cintura y no se contuvo ni por estar en la estación, sentí sus manos en mi cabello, en mis mejillas y en mi espalda hasta que ya no sabía dónde ponerlas. Por mi parte sólo me dediqué a recorrer su barbilla con el pulgar y reí contra su boca cuando traté de jalarle el cabello. Por un momento volví a imaginarme qué estaría diciendo la gente, pero luego sentí ese ardor en el pecho del que habló, aunque no estaba segura de si se trataba de eso o de la falta de aire que ya comenzaba a quemar mis pulmones.    

Lo empujé sin querer y tomé varias bocanadas de aire, definitivamente estaba muriendo, pero había valido la pena.

-Está decidido, comenzaré a escribir un libro o algo.- comentó algo agitado.

En ese momento metí mi mano dentro del bolsillo de mi bolso y saqué de él una arrugada hoja, toda manchada de tinta y casi rota en una esquina por tantos dobleces que le había hecho. Seth estaba tan ocupado maravillándose con su descubrimiento que no protestó cuando metí el papel dentro de su bolsillo, simplemente continuó hablando.

-Cállate.- dije agarrando su camisa luego de asegurarme de guardarlo bien. Después me alcé sobre la punta de mis pies y volví a besarlo.

La siguiente vez que estuve en un lugar como la estación fue ocho semanas después, cuando me encontraba en el aeropuerto esperando a que mi vuelo partiera. A mi lado, sentado leyendo el periódico, estaba Lucas a pesar de que le dije que estaría bien sola. Lo más probable es que notara mi mueca de disgusto cuando fue a recogerme, le di lastima y quiso acompañarme para evitar que hiciera un berrinche o algo. Lo que él no sabía es que no pensaba quejarme, de todas formas era demasiado tarde para ponerme a reclamar justicia.

Ahora sólo me quedaba esperar veinte minutos y dentro de unas horas estaría de vuelta con Tyler, aunque en una nueva ciudad. Miré la hoja de papel en la que Lucas había escrito mi nueva dirección y me pregunté cómo sería, aunque estaba bastante segura de que se trataba de una buena ciudad. Su madre siempre elegía lugares tranquilos y familiares, después de todo no podía dejar a su hijo solo por tantas semanas en cualquier parte.

-¿Falta mucho?.- pregunté.

-Ahora, quince minutos.- dijo luego de consultar su reloj.

Me hundí en el asiento, tratando de no pensar en lo distraída que había pasado las últimas semanas, todo por culpa de Seth y de Chris. De seguro se estén preguntando qué tiene que ver Chris en todo esto, pues es muy simple de explicar. El muy idiota me había hecho contarle todo, absolutamente todo lo que Seth había dicho, y cuando lo supo no se guardó ninguna de sus opiniones. De verdad parecía que él disfrutaba hablando de mi vida amorosa, y para mi sorpresa me hallé algo aliviada luego de compartir mis pensamientos con alguien.

-¿Falta mucho?.- balbuceé.

-Diez minutos, deberíamos ir a la puerta.- se puso de pie y tomó mi maleta de mano.

Lo seguí hasta que llegamos a la entrada, una vez allí me entregó la maleta y el periódico, ante esto último lo miré con una ceja alzada. ¿De verdad creía que me molestaría en hojear esa cosa? Prefería pasarme el vuelo entero viendo fotos de las vacaciones de una abuela, que leyendo lo que pasaba en el mundo.

-Al parecer este es el adiós.- dije melodramáticamente, llevándome una mano al pecho.

-Sé buena, estudia y no hagas tonterías.- dijo, luego me dio un abrazo que a pesar de su corta duración se sintió cálido.-Lo digo en serio, no malgastes tu vida haciéndote la rebelde.- me aconsejó.

-Lo consideraré.- dije al mismo tiempo en que llamaban al abordaje.-¡Adiós!.- exclamé alejándome, con una mano dentro del bolso para sacar el boleto.-¡Por cierto, eres el maestro más paciente y sexy que he tenido!.- agregué sonriendo por la cara que puso al escuchar lo último.

Agité mi mano con demasiada energía y no dejé de hacerlo hasta perderlo de vista, por lo que mi última imagen de él fue una donde se frotaba las sienes exasperado.

En el vuelo que me llevó a Londres tuve que soportar una presentación de fotografías que una anciana me mostró de sus vacaciones en Hawai, esta vez me tocó escuchar acerca de la maravillosa luna de miel que tuvo una pareja en Italia. Cabe decir que la historia de este vuelo fue mucho más fácil de soportar, la mujer, Jenny, era bastante animosa y suspiraba cada vez que acababa una oración, y su esposo, Jon, sólo sonreía y decía que sí a todo lo que su esposa decía. Ambos eran simpáticos y hasta me regalaron un pequeño canasto de mimbre lleno de dulces artesanales, el cual no tengo idea de adonde sacaron.

Cuando bajé del avión me di cuenta de que ya era de noche, aunque el interior del aeropuerto seguía siendo tan ajetreado como en el día. Fui en busca de mis maletas y le di una excelente suma de dinero a un tipo para que me ayudara a llevarlas afuera y para que luego las montara dentro de un taxi. Por suerte esa era mi noche, y antes de diez minutos ya estaba cómodamente sentada en la parte trasera de un taxi atragantándome con bollitos rellenos de mermelada.

-Y entonces Charles dejó de pagar mi matricula y me echaron del internado.- continué con mi historia, creo que escuchar a tanta gente contarme su vida en viajes me había hecho encontrarle la gracia a esto de compartir con extraños.

-Vaya, ese hombre no suena muy amigable.- concordó el taxista.

-Y lo peor es que...- me detuve, llenándome la boca con más dulces.-De haber permanecido ahí un año más puede que yo incluso me hubiera enamorabado de James.- eh, sí... cambié los nombres en mi versión sólo apta para extraños...-No era tan malo, sólo era algo estúpido e impulsivo, pero últimamente se estaba redimiendo.-

-Lo veo posible, casi pude sentir la química mientras me contabas.- dijo el taxista Joe asintiendo.-Me gustó la parte en que se despiden en la estación, parece sacada de película.- esta vez yo asentí.

-¿Te dije que una vez llené una de las hojas de mi cuaderno con miles de corazoncitos y otras cosas cursis?.- le pregunté.

-Sí, sí... eso fue cuando también te gustaba su primo, eh, ¿Percival?.-

-Adivina el nombre de quién estaba en medio.- lo reté, a ver si adivinaba.

-Sólo dime, no le des más suspenso.- me apresuró, quizás estábamos cerca de la casa, ya que ya habíamos entrado en la zona residencial de la ciudad.

-Pues decía “James”.- otro dulce se fue a mi boca.-Cuando me despedí de él se lo eché en el bolsillo, espero que lo encuentre y le dé el sentido que quiera.-

-Es una bonita historia Dorothy.- sí, puede que haya cambiado mi nombre también...-Un poco rara, pero bonita de una extraña manera.-

-Gracias, Joe.-

-Bueno... llegamos.- anunció.

El taxi disminuyó su velocidad hasta quedar completamente inmóvil a un lado de la acera. Me asomé por la ventana para darle una buena mirada al vecindario y a la casa que tenía al frente, la cual era más sencilla de lo que había imaginado. Se trataba de la típica casita rodeada por una cerca y cuyo jardín delantero estaba salpicado de verde, el porche era pequeño y las ventanas amplias, se veía acogedora.

Me bajé del vehículo y me quedé de pie observándola unos momentos más. Esa sería mi nueva casa, la definitiva si tenía suerte, en realidad esperaba que fuera la definitiva. No tenía muchas ganas de ir de ciudad en ciudad conociendo gente y luego dejándola atrás, no era tan divertido como parecía. Quizás a veces era mejor sólo estancarte.

-Ahí está todo.- dijo Joe cerrando la maleta.-Buena suerte, Dorothy.-

-Cuídate, Joe.- lo despedí.

Tomé unas cuantas respiraciones para relajarme y luego avancé por el patio hasta llegar a la puerta. Alcé mi mano hecha un puño lista para tocar, pero luego decidí ser más original, por lo que saqué mi móvil y marqué el número de Tyler mientras me preparaba psicológicamente para hablarle.

-¿Sí?.- respondió con la voz algo adormilada, cosa que me sorprendió considerando que no era demasiado tarde.

-¡Hola!.- exclamé, llenando el saludo de energía con la intención de despertarlo un poco a él y de paso a mí misma.

-¿Quién habla?.-

-¡¿Cómo que quién es?.- chillé completamente indignada.-Abre la puerta de tu maldita casa y veremos si no sabes quién es.- solté y luego terminé la llamada.

Me crucé de brazos mientras lo esperaba. No sé por qué, pero me sentía algo nerviosa, o quizás sólo eran las ansias de volver a verlo y que me contestara todo lo que quería preguntarle acerca de su vida. Una luz se encendió sobre mi cabeza y supe que él estaba al otro lado de la puerta, dos segundos después ésta se abría y me dejaba ver la fuente de las respuesta a todas mis preguntas.

Y ahí estaba, ganándome por varios centímetros y frunciendo el ceño al igual que siempre. Por un momento me golpeó lo mucho que sus facciones se estaban asemejando a las de Charles, incluso parecía que el color celeste de sus ojos se acercaba más al hielo que al agua. Pero pronto esa impresión de borró cuando enarcó ligeramente una ceja y entrecerró los ojos examinándome.

-¿Laila?.- preguntó, viéndose más aturdido que emocionado o sorprendido.

-¡Sí, es Laila!.- chillé, asegurándome de disolver cualquier rastro de la nostalgia que me había acosado durante el viaje.-¡La hermana más atractiva y genial del mundo!.- grité, casi añadiendo un “Shan Shan” más dramático.

-¿Qué... qué haces aquí?.- me repasó con la mirada una vez más, inclinándose sobre el marco de la puerta.

-¿Acaso no te alegra verme?.- pregunté cruzándome de brazos.-Esta no es la bienvenida que me esperaba, yo estoy tan feliz de verte y tú...- fingí tristeza por un momento, pero la sonrisa se me escapó al ver su expresión desconcertada. Entonces ya no me contuve más y salté a sus brazos, apretándolo lo suficiente para quitarle el aire y repartiendo torpes besos en su cabeza.

-Lo siento, no me esperaba verte hasta dentro de un año al menos...- dijo luego de que lo liberara.

-Bueno, llegué antes. ¡Sorpresa!.- exclamé una vez más.-¿Ahora puedes ir por mis maletas? Están en la acera.- indiqué.

Pasó junto a mí, dándome un ligero apretón en el hombro, para ir en busca de mis cosas. Al hacerlo me dejó una imagen bastante despejada de lo que me esperaba dentro, vi la escalera que llevaba al segundo piso, parte de la sala de estar y del comedor, no muchas fotografías en las paredes. No éramos muy fanáticos de tener nuestras caras sonrientes dentro de marcos de madera, era algo que nuestra familia nunca practicó con devoción como otras.

Suspiré frunciendo la punta de mis labios, esto era todo, pero al menos ya no estaba tan sola en el mundo. Espanté el ataque de horrible actitud que estaba a punto de atacarme y di un paso dentro de lo que sería un episodio completamente nuevo.

                                                                                                               -FIN-

 -------------------------------------------------------------------------------

Muy bien, este es el final de la historia. Y sí, sé que se vino un poco de repente, pero ustedes creen que yo, sí, yo, sería capaz de resumir tres meses de vacaciones en tres capitulos. No. O era esto, o veinte caps más xD En fin, me gusta este final, siento que abarca gran parte de lo que teníamos pendiente, aunque admito que quizás algo se me puede haber quedado fuera... (sientanse libres de preguntar)

En fin, muchas gracias por seguir esta extra gigantesca historia, espero que la hayan disfrutado tanto como yo al escribirla :) Tambien quiero darles las gracias por leerla, ya que sin ustedes esto no sería lo mismo, no hay nada mejor que saber que les ha agradado e.e Espero que sean felices por el resto de sus maravillosas vidas!!! Adios c:

¡Pero un momento! Hay algo más que debo decirles. Para suerte suya, o desgracia :s, no he acabado con Laila y su vida, ya que simplemente me encanta su extraña personalidad, así que preparesen para volver a leer acerca de ella pronto. Muy pronto. Incluso publicaré un cap en esta historia donde les daré una pequeña ojeada de lo que será la siguiente historia, a ver si les gusta... 

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