Access Denied (NukaBlack y Cl...

By HardNSoft

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En esta vida nadie es quien dice o aparenta ser. Todos tenemos nuestro pasado y nuestro lado oscuro. Lexa es... More

Capítulo 1 - Welcome to LA
Capítulo 2 - Urgencia
Capítulo 3 - Yo Ga
Capítulo 4 - Saludo al Sol
Capítulo 5 - Chulita de Gimnasio
Capítulo 6 - Joder
Capítulo 7 - La Reunión
Capítulo 8 - Miedo
Capítulo 9 - La Última Cena
Capítulo 10 - Engaños
Capítulo 11 - La otra cara de la moneda
Capítulo 12 - Pizza con piña
Capítulo 13 - Las vueltas de la vida
Capítulo 14 - Números
Capítulo 15 - A la caza del zorro
Capítulo 16 - Ojo por ojo
Capítulo 18 - Y se hará justicia
Capítulo 19 - Declaraciones
Capítulo 20 - Colaborando con el Enemigo
Capítulo 21 - ¿Dónde están las putas llaves?
Capítulo 22 - Otra Oportunidad
Capítulo 23 - Se pilla antes al mentiroso que al cojo
Capítulo 24 - Tutela Policial
Capítulo 25 - De charla en charla
Capítulo 26 - Géminis
Capítulo 27 - Nochebuena
Capítulo 28 - Feliz Navidad
Capítulo 29 - Como el perro y el gato
Capítulo 30 - Traición
Capítulo 31 - Nueva familia
Capítulo 32 - Fin de ciclo
Capítulo 33 - Adiós
-- NOTICIA --

Capítulo 17 - La verdad

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By HardNSoft

Hilgard Ave. Los Ángeles

El sonido del despertador interrumpió el sueño que estaba teniendo con Lana del Rey, qué guapísima era esa mujer. ¿Por qué siempre sonaban las alarmas en el mejor momento de las fantasías? Me tenían harta.

Espera un momento, esa no es mi alarma.

Y en efecto, no lo era. Abrí un ojo, teniendo cuidado con la claridad que entraba por la persiana mal bajada. Estiré el brazo hacia el ruido y la silencié. Al hacerlo noté un bulto a mi lado. Froté mis ojos y me incorporé. Uy, si es Clarke. Lo peor es que me sorprendí. Se veía tan angelical durmiendo... Nadie diría que luego tiene un caracter como el que tiene. La poca luz que entraba por las rendijas la iluminaban de una forma que era muy difícil no quedársela mirando un buen rato.

—Buenos días, princesa —susurré en su oído unos segundos después de disfrutar del contorno de su cara.

Se removió pero no se despertaba. Es más, hasta se giró en el sitio dándome la espalda. Tenía que hacer algo para despertarla, no podía esperar más a ir a la casa del lago a disfrutar de su compañía.

Me arrimé a su cara y comencé a depositarle besos por toda ella, parándome en el cuello para pellizcarle un poco, a ver si espabilaba.

—Reyes, me importa poco si estás cachonda. Déjame... —murmuró en tono de queja, totalmente dormida.

—No soy Raven, tócate los cojones... anda que si te levanta así todos los días no sé muy bien qué hago aquí... —un poquitito ofendida sí que me había sentido, para qué negarlo.

—Ostras... Perdona, Lexa... —llevó una mano hacia mi mejilla para acariciarla mientras que con la otra se rascaba un ojillo—. De vez en cuando tiene algún sueño húmedo con vete tú a saber quién e intenta el desfogue conmigo. Mira que sabe que nunca va a pasar nada, pero no deja de intentarlo. Admiro su persistencia, la verdad —se quedó pensativa con el ceño fruncido.

—A ver si voy a tener que soltarle un par de hostias... —refunfuñé, tenía que hablar con esa chica y decirle que su amiga ya no estaba en el mercado. Si hacía falta iría donde sus padres a pedirles la mano... Me he pasado. Clarke me miró con una ceja alzada.

—Anda ya, idiota... Reyes no tiene nada que hacer, tranquila... —sonrió de medio lado. Parecía estar divirtiéndose con la situación.

—Más la vale, porque de pequeña hacía Taekwondo y de algo me sigo acordando... —yo era la más digna.

—No te sugiero que busques pelea con Raven. Es cinturón negro de cuarto grado en Muay Thai, y tú siquiera has ido a más de dos clases de Yoga... Te puede partir la cara demasiado rápido y, la verdad, es que sería una pena que lo hiciera. Eres demasiado guapa.

—Lo único que te importa es mi cara... Muy bonito, Clarke. Precioso —suspiré—. Es verdad, hace mucho que no vas a Yoga. ¿Es que a caso estas perdiendo la flexibilidad? —me metí con ella, arrimándome a su cuerpo y moviendo las cejas repetidamente. Clarke rodeó mi cuello con sus brazos, atrayéndome hacia ella y rodó lo suficiente como para colocarse debajo de mí.

—Pues no. No estoy perdiendo flexibilidad. ¿Quieres que te lo demuestre? —alzó una ceja y rozó nariz con nariz.

—Uy, suena interesante —me incliné para besarla y en seguida me respondió, convirtiéndose en un beso más húmedo en tan solo un instante. Pero la alegría me duró poco, porque sin esperarlo, Clarke se las apañó para dar la vuelta y quedar encima de mí.

—Peeeeeero... Hay un lago que nos espera —me dejó un beso en la punta de la nariz y se levantó de la cama, trasteando en el armario para coger su ropa y desaparecer por la puerta. Adiviné que fue al baño porque un par de minutos después escuché la ducha.

—Clarke, esto es jugar muy sucio —grité desde la cama para que me escuchara, no reparé en la presencia de una tercera persona en el piso.

Que se joda.

Cogí una muda que metí la noche anterior en la mochila y me fui corriendo al baño donde se había metido ella. ¿Le sentaría bien la sorpresa? Solo había una forma de averiguarlo.

—¡Por fin! Sabía yo que no podrías resistirte a mis encantos... —aquella mujer se giró—. ¡Pero qué haces aquí, pervertida! ¿Tú no estabas por mi amiga? Me cago en... —me tuve que apartar porque casi me arrea con la alcachofa de la ducha.

—¡JODER! ¿Cuántos baños hay en este piso? —salí de la ducha echando leches, Raven esta muy bien, pero no era la que me interesaba... Ni yo a ella, habría sido extraño.

—¡Lexa, estoy en la cocina...! —sonó la voz de mi rubia al final del pasillo.

Me cago en mi vida.

Rodeé mi cuerpo con una toalla, tenía los pies empapados. Fui hasta la cocina dejando un rastro de huellas por el suelo, y me la encontré ahí, tan pancha haciéndose unas tortitas.

—¿Tú no estabas en la ducha? —le dije un tanto picada.

—Pues no. Me he cruzado con Raven por el pasillo y se me ha adelantado, así que he venido a prepararnos el desayuno a las tres... —¿Se está aguantando la risa? Se está aguantando la risa—. ¿Tantas ganas tenías de arrearle por lo de antes que te has querido marcar un Psicosis?

—Me quería marcar más un Estudiantes en celo aprenden inglés a pelo, pero bueno... Pa' gustos los colores —pasé detrás de ella, apoyándome en la encimera mientras me sujetaba la toalla al pecho. Era irresistible.

Clarke abrió uno de los cajones de la encimera y sacó un palillo chino con el que, después de enrrollar su pelo sobre sí mismo, lo atravesó para improvisar un moño. Parecía un gesto de suma concentración para hacer aquellas tortitas. Cuando terminó de hacer la última, se acercó y se puso frente a mí.

—Si no fuera porque Raven te comería con la mirada y yo posiblemente despellejaría a mi querida amiga por eso, te castigaría haciéndote ir al baño sin toalla... —tiró un poco de la tela para dejarla medio suelta y suspiró—. Pero, esta vez voy a ser buena... Venga, ponte algo y ven a desayunar... —me arreó e incluso se tomó la libertad de darme una cachetada en el trasero.

X X X

Carretera I-405N dirección Los Ángeles.

—¿Quieres hacer el favor de no ponerme los pies en el el salpicadero? —le dí un azote con la espinilla. Se lo había repetido ya tres veces y eso que sólo llevábamos veinte minutos en el coche—. Joder, me lo estás dejando hecho mierda, Lexa...

—¡Pero si me acabo de duchar! ¿Vas a ser así de asquerosa con todo?

—Te libras porque el asesinato es un delito, porque ganas no me faltan... —resoplé. Santa paciencia...

—Me puedes matar de muchas formas... Grrr.

—Eres imposible... —no pude evitar que se me escapara una sonrisa. La verdad que era bastante difícil enfadarse con ella.

Llegados a la zona del lago tras unos diez minutos más de viaje, Lexa me tendió una tarjeta que permitiría que los pivotes de seguridad se escondieran en la calzada para permitirnos el paso a una zona totalmente privada. A nuestro paso se podían ver zonas de parque con bancos y caminos para pasear y algún que otro rincón para jugar los niños. Había que ir a una velocidad moderada, así que podías disfrutar de esas vistas, además de ver en uno de los lados, el gran lago.

Perdí la noción del tiempo en ese camino y acabamos introduciéndonos en un sendero de tierra entre árboles, un poco deteriorado, pero que no se veía transitado con asiduidad y pronto pude divisar la casa, la mansión... No sabía muy bien como denominarlo. Lexa me indicó dónde dejar el coche para no estropear con marcas de ruedas aquel suelo tan natural y verde.

El sitio era increíble.

—Sígueme —me dijo sin dejar que sacara las maletas del coche.

Cogió mi mano y me llevó, con las llaves en la otra, hasta la puerta principal. Era grande, doble portón y parecía madera maciza. Justo cuando fue a meter la llave en la cerradura la puerta se abrió desde dentro, dándome un susto de muerte.

—Joder —me llevé una mano al pecho, Lexa se giró para verme divertida.

—Tranquila, culito. Él es quien cuida de la casa mientras no estoy aquí... —soltó mi mano para abrazarse a él—. Markus, cuánto tiempo. ¿Estás bien? —aquel hombre asintió.

—Alejandra, me alegro de verte. ¿Otro de tus ligues? —Lexa rió y le dio un golpe en el hombro con el puño cerrado. Vaya, vaya... ¿Aquí traes a todas, ojitos verdes?

Volvió a agarrar mi mano y me guió por toda la casa para enseñármela.

—Esta es mi parte preferida, no puedo aguantarme para dejarlo hasta el final —dijo arrastrándome por un pasillo muy amplio, con fotografías en blanco y negro colgadas a los laterales sobre unas paredes grisáceas. Pasamos el arco que nos llevó hasta lo que parecía, el salón principal.

Dios santo.

—Es mi habitación preferida de la casa. Desde aquí se ve el lago, pero no te ven a ti por los árboles... —y realmente parecía un lugar de descanso para ella. No había ni equipo de música, ni televisor. Solamente ese gran ventanal desde el suelo hasta el techo con un chester delante para poder disfrutar de las vistas en condiciones.

—Esto es una pasada, Lexa... —debía tener cuidado de no pisarme mi propia mandíbula, pues la tenía descolgada del asombro—. Quién diría que este sitio tan tranquilo sea el preferido de una chica como tú... —me acerqué al sofá para pasar la mano por la superficie del respaldo.

—Hay muchísimas cosas que no sabes aún de mí... —se encogió de hombros, apartando su mirada de la mía para seguir con el recorrido por la casa.

Nos metimos po una puerta que había en el lateral del salón, pegando juto con la última cristalera, a mano derecha. Esta vez era un pasillo estrecho, a la izquierda quedaban unas ventanas de madera, acabadas en blanco y a la derecha habitaciones, pero sin mucha distancia entre unas y otras.

—¿Esto que son? —le pregunté mientras avanzábamos.

—Sin más, cuartos de trastos —abrió la puerta del que le quedaba más a mano. Era largo y estrecho, lleno de cajas —Son... ¿Libros? —dije asomando la cabeza. Lexa cerró la puerta antes de que pudiera visualizar más de los objetos que había en el interior de aquella habitación.

—Sí, son libros. Me gusta mucho leer y aprender cosas nuevas. Tengo desde un manual de nivel básico en jardinería hasta nivel experto en ajedrez. Me encantan las estrategias. ¿A ti no? —joder, me había puesto la carne de gallina. El tono seductor estaba empezando a poder conmigo, y no debía dejar que lo hiciera.

—Interesante... Yo soy una gran negociadora —le guiñé el ojo. Si tú fueras consciente de lo que soy. Cirujana, decían...

—¿Te apetece darte un chapuzón? —dijo llegando a una puerta de cristal, al final del pasillo.

—¿Chapuzón? Lexa no he metido ni un solo bañador en la maleta. ¿Por qué no me has avisado? —la madre que la parió.

—Porque no quería hacerlo —una sonrisa picarona se dibujó en su cara.

—Por qué será que no me sorprende... —suspiré. Entré en la estancia y la estudie con la mirada. Ciertamente era una verdadera pijada tener una piscina climatizada teniendo el lago a unos metros—. No pienso meterme ahí desnuda con ese señor rodando por la casa... —señalé a mi espalda con el pulgar, refiriéndome a Markus.

—Ese señor, que por cierto es como mi padre, sabe de sobra que cuando traigo a alguien sea amiga especial o no, solo debe molestarme en caso de extrema urgencia... Así que ven aquí y olvídate de Markus —me dijo mientras desabrochaba sus pantalones y los dejaba caer sobre el bordillo de la piscina.

Me quedé observándola unos segundos y luego llevé la vista hacia la puerta para asegurarme de que ese tal Markus no andaba por ahí. Me deshice de mi ropa y la dejé a un lado, pero mejor puesta que la de Lexa, para después zambullirme de cabeza en aquel agua y desaparecer durante unos segundos mientras buceaba hacia el otro extremo. Me agarré al borde, de espaldas, mientras llamaba con la mirada a Lexa.

De un solo movimiento sacó su camiseta, y de forma muy ágil se quitó las bragas para tirarse de la misma forma que yo había hecho a la piscina, bucenado hasta donde yo estaba. Cuando emergió del agua, se quedó literalmente a dos centímetros de mí. Notaba su respiración pegada a la mía. El calor de su cuerpo pegado al mío.

—Así que... Aquí traes a todos tus ligues, ¿no? —la agarré y me las apañé para dejar a Lexa acorralada donde yo estaba, poniendo cada mano a un lado de su cabeza en el bordillo de aquella piscina—. Entonces no tiene nada de especial que me hayas traído aquí... —la desafié con la mirada.

—Eres la primera a la que traigo, pero Markus es gilipollas a veces... —pegó su cuerpo al mío, recortando la poca distancia que nos separaba—. No tienes por qué preocuparte, tienes mi exclusividad —me dijo susurrándome en el oído, a la vez que mordía mi lóbulo.

—Tú misma acabas de decir que Markus sabe que no tiene que venir aquí cuando traes a alguien... —suspiré, esforzándome en no sucumbir a Lexa y sus mordisquitos.

—¿A qué viene tanta preguntita? ¿Acaso está la señorita celosa? Interrogatorio de tercer grado. ¿También me vas a esposar? —las piernas de Lexa me rodearon.

—Podría... —respondí a la pregunta de los celos. Luego se dibujó una sonrisa divertida en mis labios y ladeé la cabeza—. No tienes ni idea de cómo es un interrogatorio de tercer grado... Y sí, podría esposarte, y muy bien, además —con una mano continué agarrada al bordillo, pero la otra la bajé para acariciarle una de las piernas. La carne es débil...

—¿Y tú si sabes cómo es? —rozó sus labios contra los míos. Me tomé una pausa para besarla. Era imposible no hacerlo teniéndola tan cerca.

—Pues sí, he realizado muchos —me encogí de hombros. Ojalá tener una cámara a mano para fotografiar la cara de Lexa en estos momentos.

—Creo que me he perdido algo —dijo echando la cabeza hacia atrás—. ¿Eres policia? ¿No eras médico? —solté una carcajada mientras asentía.

—En ningún momento te dije que fuera médico, Lex. Pero me hizo muchísima gracia que lo pensaras. Soy agente del FBI, cariño —incliné la cabeza para dejarle un beso entre el cuello y el hombro.

—Hostia puta, estoy saliendo con una poli... ¿Has traído las esposas? —sopesé aquella pregunta. Pero, qué diablos, es Lexa.

—Qué idiota eres, Lex... Sí, he traído las esposas. Y mi placa y mi arma reglamentaria —me encogí de hombros—. No me pidas que te la enseñe, no puedo hacerlo... —le advertí.

—Ver un arma ahora mismo no es lo que más me interesa hacer, Clarke.

—Así me gusta. Buena chica... —reí. Aparté la vista de Lexa para mirar toda la estancia y volví a mirarla—. Gracias por traerme aquí. Eres la causante después de muchos años de que me tome un descanso y haya incluso dejado el busca en mi casa...

—Y menos mal. En serio, te juro que cualquier día lo cojo y lo estampo contra la pared... Ya me encargaría de comprarte uno luego, pero ese lo estampo como que me llamo Alejandra —reí ante el ímpetu que puso al gesticular.

—Bueno, en ese caso tendrías un problema. Habrías roto un dispositivo de un defensor de la ley y quizá tuvieras más una gran multa que la obligación de comprarme otro. Eso me dan uno sin problemas, pero claro... —la miré con una sonrisa y la abracé—. De verdad, gracias.

Me separé de ella y me sumergí en el agua para bucear hacia el otro extremo. La temperatura del agua invitaba a quedarte en ella de por vida, y como plus, a mí me encantaba bucear y nadar, así que esa inmersión momentanea me brindó varios segundo de total relajación.

Emergí casi en el otro extremo de la piscina, cerca de las escaleras para salir del agua y, en cuanto lo hice, escurrí mi pelo. Acto seguido me dirigí a una balda que había con un par de toallas blancas muy bien dobladas, y cogí una para rodear mi cuerpo.

—Menuda pijería, de verdad. Piscina climatizada y toallas preparadas. Quién lo diría... —alcé una ceja—. ¿Comemos? Con el baño se me ha abierto el estómago...

Sin dudarlo mucho, nadó hasta la escalera que me quedaba a un par de metros de donde yo estaba. Le tendí una toalla, no sin antes repasarnos de arriba a abajo con la mirada, como dos adolescentes. Después de eso me guió hasta el dormitorio donde pasaríamos la noche y me ofreció algo de ropa para poder pasearme tranquilamente por la casa.

Almorzamos en el porche que había en la parte trasera de aquella casa, con vistas al maravilloso lago. Era un sitio idílico, había que reconocerlo, y la verdad es que la compañía era inmejorable. Estuvimos comiendo prácticamente en silencio, disfrutando de los sonidos de la naturaleza y mirándonos de vez en cuando.

Después de eso, fui al coche a recoger un momento mi maleta y mi móvil, que me había dejado ambos ahí, dejé mis cosas en el dormitorio y volví fuera con Lexa. Estaba tumbada en una especie de hamaca con unas gafas de sol puestas. Me quedé mirándola apoyada en el marco de la puerta unos segundos, con una sonrisa totalmente idiota en los labios, hasta que finalmente me acerqué y me senté en la hamaca que había preparado para mí pegada a la suya. Dejé un beso sobre su mejilla y me acomodé para echarle un vistazo a mi móvil, habiendo visto que tenía algunas llamadas perdidas y varias notificaciones.

Cómo no... Todo de Raven Reyes...

Trozo de mierda

últ. vez hoy, 13:24

Trozo de mierda: Eh, tú. Mongola.

Trozo de mierda: Clarke.

Trozo de mierda: CLAAAAARKE COMEE CHIRLAS.

Trozo de mierda: Clarke deja a Lexa un momento descansar.

Trozo de mierda: ¿Quién es la mejor compi de piso?

Trozo de mierda: Clarkeeeee

Trozo de mierda: Tú no... ¿Por qué pasas de mí?

Trozo de mierda: Ojalá yo tuviera la mitad de tu vida sexual.

Trozo de mierda: Clarke

Trozo de mierda: Como no contestes llamo a Octavia...

Trozo de mierda: ¡Voy a llamar a Octavia y me la voy a tirar en tu cama, sin lavar las sabanas!


Todos los mensajes, uno detrás de otro. Algunos seguidos y otros a distintas horas.


Clarke G.: Madre mía, Reyes. ¿No puedes vivir sin mí?

Trozo de mierda: No.

Trozo de mierda: Es broma, sí. ¿Qué tal con la morena? ¿Ya habéis intimado? ¡Detalles!

Clarke G.: No, lesbiana salida. No hemos hecho nada aún...

Clarke G.: ¿Por qué tanta prisa, leches?

Clarke G.: Pero sí que nos hemos bañado desnudas en su super piscina climatizada...

Trozo de mierda: Porque desde que esta mañana he descubierto el nuevo continente necesito información sobre él...

Trozo de mierda: No sé si lo pillas.

Trozo de mierda: El continente es Lexa.

Trozo de mierda: ¿Cómo que super piscina climatizada? Joder, ¿la tía es rica y no dice ni mu? A la próxima voy.

Clarke G.: A la próxima te quedas en casa como has hecho hoy, guapa...

Clarke G.: Y sí... No sé, me dijo que era casa familiar. Luego le preguntaré... Ahora estamos descansando el almuerzo en unas hamacas muy cómodas...

Trozo de mierda: Que no, Clarkz. Que fijo que si tiene super piscina climatizada, tiene algún cuarto para mí alejado del vuestro...

Clarke G.: [Foto del lago, además de los pies de Clarke y Lexa] Mira qué vistas, tú...

Trozo de mierda: Joder, Clarke. Estás desaprovechando tu juventud vaginal.

Clarke G.: Eres gilipollas, de verdad...

Trozo de mierda: Maldita sea, Clarke. Dile que te empotre contra alguno de esos árboles...

Trozo de mierda: ¡Si no lo haces tú, lo hago yo!

Trozo de mierda: LEXA, SI ME LEES EMPÓTRALA.

Trozo de mierda: SI NO QUIERE, ME EMPOTRAS A Mí

Clarke G.: ¿Es que sólo piensas en sexo?

Clarke G.: Para qué pregunto, si lo sé de sobra...

Trozo de mierda: No. También pienso en comida.

Trozo de mierda: Oye, te quejarás.

Clarke G.: Bueno, una cosa buena debías de tener. Cocinas muy bien...

Clarke G.: Pero aunque cocines bien, prefiero la compañía que tengo ahora...

Trozo de mierda: Qué fuerte, Griffin. Me cambias por la primera que pasa.


Me giré para mirar a Lexa y llamé su atención.

—Ven aquí, vamos a hacernos una foto para enviársela a Raven —accedió inmediatamente y se incorporó, arrimándose a mí.

Lexa me rodeó con un brazo por la cintura y con el otro por los hombros, dejando caer la mano hacia delante. Luego sacó la lengua mientras alzaba mi brazo para enfocarnos y la dejó pegada en mi mejilla. Lejos de molestarme, posé yo también para la foto cerrando los ojos y sacándole la lengua a mi amiga con sorna. La foto era, cuanto menos, graciosa.


Clarke G.: [Foto de Clarke y Lexa]

Clarke G.: Normal. ¿Has visto qué ojos?

Trozo de mierda: Es que es guapísima... Y muy tierna.

Trozo de mierda: Me gusta para ti, sobre todo porque aún no te ha empotrado.

Clarke G.: Uy... Que se me pone trascendental ahora...

Trozo de mierda: A ver, ya sabes cómo soy, Clarke...

Clarke G.: Una obsesa sexual, sí...

Trozo de mierda: ¡No, gilipollas! Soy tu amiga, para lo bueno y para lo malo.

Trozo de mierda: Para que me cuentes tus penas y tus Lexas.

Clarke G.: Conmigo no hay nada malo...

Clarke G.: ¡Que no te voy a contar nada de Lexa!

Clarke G.: Bueno, sí. Deberías de haberle visto la cara cuando le he dicho que soy del FBI y no médico...

Trozo de mierda: ¿Ya se lo has dicho? ¿Cómo se lo ha tomado? En plan, la mentirijilla...

Clarke G.: Pues no se ha quejado...

Clarke G.: Se ha flipado un poco y por lo primero que me ha preguntado ha sido por las esposas

Trozo de mierda: Joder con la Lexa... ¿Le va el rollo o qué?

Trozo de mierda: Ya sabes que tengo un par de conocidas que imparten talleres, por si quieres...

Clarke G.: Cómo sabía yo que ese detalle te iba a gustar.

Clarke G.: No sé lo que le va todavía, Reyes. Aunque imagino que por ese comentario, supongo que sí...

Trozo de mierda: Joder, Clarke. Que te ha tocado la puta lotería.

Trozo de mierda: Y yo aquí, comiendo helado mientras decido si llamo a Octavia o no...

Clarke G.: Llámala y relájala... Que con la cosa de los iDead's debe de estar bastante estresada.

Clarke G.: Aunque te advierto que igual te dice de no quedar. Es igual de cabezona que yo con el trabajo.

Clarke G.: (A veces creo que hasta me supera. Eso es preocupante)

Trozo de mierda: Jajajajaja no va a poder resistirse a mis encantos

Clarke G.: O sí...

Trozo de mierda: Tú vete a ver si resistes mucho más a los de tu morena, que yo voy a llamar a la mía para una sesión de deporte de riesgo.

Clarke G.: Qué asquerosamente bruta eres...

Clarke G.: Suerte con el intento, entonces..

Trozo de mierda: Podria serlo mas, no me tientes

Clarke G.: No, gracias

Clarke G.: Te dejo ya, que estoy desperdiciando minutos de estar con mi futurible empotradora

Trozo de mierda: ¡Usad proteccion!

Clarke G.: Vete a la mierda

Trozo de mierda: Te quiero

Clarke G.: Yo no


Bloqueé el teléfono y lo dejé a un lado para arrimarme a mi morena, como decía Raven, y quedarnos un buen rato las dos juntas descansando.

Acabamos quedándonos un buen rato dormidas y fue Lexa quien me despertó una vez más entre besos. Pero esta vez, no la confundí con Raven, pues sabía perfectamente dónde estaba, y mi cerebro se despertó lo bastante rápido como para ser capaz de devolverle cada caricia y beso que me regalaba.

Decidimos que pasearíamos por el parque y cenaríamos por ahí a modo picnic, así que nos preparamos algo de cena para llevar. Markus ya había abandonado la mansión, y nos tocó a nosotras cocinar. Estaba disfrutando hasta el mínimo detalle, y en ese momento era compartir la cocina con aquellos ojos verdes que no se separaban de los míos lo más mínimo.

Paseamos durante la puesta de Sol, nos sentamos a la orilla del lago para terminar de verla y luego seguimos andando bajo la luz de la recién salida Luna. Más tarde acomodamos la fina manta que había cogido Lexa sobre el cesped y soltamos las mochilitas con las que transportamos nuestra cena. Nos sentamos y empezamos a hablar. Quería conocerla.

—¿Y cómo es que tu familia tiene semejante mansión en el lago? Teniendo en cuenta que al no ser una zona residencial, ya el mero hecho de conseguir la licencia para construir, es un dineral... —no quería sonar cotilla, sino interesada en conocerla.

—Pues es una larga historia, la resumo —cogió aire—. Mis padres murieron en un accidente de coche cuando yo era muy pequeña. Apenas les recuerdo, tengo alguna foto por ahí —dijo gesticulando—. Ellos tenían dinero ya que habían sabido invertirlo bien, y cuando salí del orfanato a mi mayoría de edad, ese dinero pasó a ser mío. Lo super invertí y me compré esta maravilla para poder venir cuando quisiera con quien quisiera... Creo que lo he hecho bien, ¿no? —pegó su hombro al mío.

—¿Y en qué momento aparece Markus? —la verdad es que esta faceta de Lexa solamente me despertaba más y más curiosidad, mi lado detectivesco salía a flote.

—Markus era como un hermano para mi padre. Es como un padre para mí... Solo que durante esos años en los que yo estuve en el orfanato él no era una persona que hoy en día le guste recordar. Ha cambiado muchísimo, y para mejor —hizo una pausa de unos segundos—. La próxima vez que vengamos, cenamos con él si quieres para que le conozcas más —dijo mirándome a la vez que sonreía, asentí.

—Me gustaría mucho, sobre todo saber más de ti y de tu historia... —había cosas en las que mi institnto me decía ve con cuidado, pero ¿qué podría haber de malo? Era Lexa, la estaba empezando a conocer en condiciones y no había nada que me lo impidiera.

—¿Y tú como terminaste en el FBI? —mi gesto cambió ante la pregunta.

—No es una historia muy agradable para un momento como este, Lex... —parece que entendió que no era plato de buen gusto para mí y asintió—. Pero, tranquila. Te la contaré. A fin de cuentas se resume en que quiero darle caza a los malos... —reímos.

Después de unas pocas horas entre paseo, cena y arrumacos bajo la luz de la Luna, le pedí a Lexa volver a la casa pues estaba empezando a hacer más frío de la cuenta y no me había llevado nada para abrigarme y, a pesar de estar pegadas como dos lapas, el calor corporal de Lexa no era lo suficiente para guardar el mío.

Llegamos agarradas de la mano, mirándonos y sonriéndonos como dos adolescentes atontadas, incluso ella más que yo, pues se acercaba para robarme algún que otro beso y ponía cara de niña buena, como si no quisiera que le riñera por hacerlo.

Recogimos las dos juntas las cosas que nos habíamos llevado para cenar y luego nos dirigimos al dormitorio. Yo necesitaba darme una ducha rápida para entrar en calor y así fue. Luego, mientras ella se duchaba, me puse mi pijama y la esperé recostada en la cama mirando mi móvil. Por suerte, no tenía rastro de ningún correo de WorldKilla y, con acceso remoto, revisé mi ordenador de la oficina y tampoco tenía mensajes en aquel chat privado. Una llamada telefónica me obligó a dejar lo que estaba haciendo.

Joder, Octavia. Algo había pasado.

—Griffin —contesté por costumbre.

Inspectora, hay novedades —malo. Octavia se había referido a mí por mi puesto y eso solo podía significar que estaba enfocada la conversación a algo 100% importante.

—Dame un segundo... —pedí a mi compañera. Entreabrí la puerta del baño y avisé a Lexa de que saldría de la habitación para hablar por teléfono—. Dime, Blake.

Llevamos horas interrogando a los iDead's. Nos hemos estado turnando y cada uno de nosotros hemos ido consiguiendo 'miguitas' de información. Al recopilarlo todo, hemos conseguido sus identidades. En tu despacho están ya los dossieres con información de cada uno de ellos. Pero hay algo más.

—Perfecto, O... ¿Qué más tenéis?

La que parece la jefa de ellos, Ontari Blackblood, más conocida como NatBleeDa, nos ha dejado un número de teléfono. El equipo se ha llevado un par de horas intentándolo, pero es imposible localizarlo. Estoy segura de que podría pertenecer a WorldKilla.

—Quizá la tarjeta que tiene ese número esté puesta en un teléfono antiguo que no tenga GPS. La única forma de localizarlo sería estableciendo una llamada telefónica y triangulando esa señal. ¿Habéis realizado alguna llamada?

He de reconocer que no se me había ocurrido, Clarke. Perdóname.

—No pasa nada, Octavia. Lleváis muchas horas trabajando. Manda al equipo a realizar esa llamada y me cuentas...

Vale. No cuelgues —escuché a mi amiga y mejor agente dar las órdenes de llamar a ese número. De repente, un móvil empezó a sonar en la habitación de la que había salido. Fruncí el ceño—. Ya estamos estableciendo conexión, Clarke. El equipo se ha puesto en marcha para triangular.

—¿Está dando tono? —abrí la puerta y pude ver a Lexa con un móvil en las manos. Un móvil que no era el suyo habitual. Un Nokia 3310 antiguo.

Sí, Clarke. Y... —guardó silencio unos segundos, mientras yo mantenía la mirada fija en Lexa, la cual parecía no haberse percatado de mi mirada—. Tenemos la ubicación. Ya sabes que no es totalmente exacto, pero todo apunta a que está cerca de... ¿El lago Hansen? Clarke... ¿Ahí no es donde...?

—Luego te llamo, Octavia —interrumpí a mi compañera y colgué, dando después un portazo para cerrar la puerta tras de mí—. Una herencia familiar, ¿eh? —me acerqué a Lexa. Me miraba con el ceño fruncido, algo confusa.

—¿Qué pasa, Clarke?

—Nunca hubiera imaginado que tras esa cara angelical podía esconderse la mayor hacker de la historia. WorldKilla... —su rostro cambió a total sorpresa.

—Inspectora Griffin... —no dejé que dijera nada más y alcé mi mano, estrellándola con fuerza contra su mejilla, dejándole la palma y los dedos bien marcados en la mejilla, obligándola a girar al cara hacia un lado.

—Valiente hija de puta... Has estado vacilándome todo este tiempo, ganándote mi confianza para qué, ¿eh? ¿Para reírte de mí? Las manos donde pueda verlas y contra la pared...

—Clarke, yo...

—¡HE DICHO CONTRA LA PARED! —la interrumpí repitiendo la orden. Fui a mi lado de la cama, a la mesilla, a recoger las esposas de ahí. Las había guardado antes para darle una sorpresa a Lexa esa misma noche—. Mira por donde vas a darle uso a las esposas... —cogí con poca delicadeza sus manos, llevándolas a su espalda junto con un quejido de su parte y la esposé.

—¡Joder, Clarke! ¡Yo no sabía nada, te lo prometo! —apreté con más fuerza su brazo—. ¡No sabía que eras la Inspectora! joder, si pensaba que eras médico... —como si estuvera hablando con la pared—. ¡¿Puedes para y escucharme un momento?! —se intentó zafar de mi agarre. La giré para ponerla cara a cara.

—¿Qué cojones quieres, Lexa?

—Que me escuches —la veía totalmente doblegada. Le hice un gesto con la cabeza para que empezara a hablar—. Yo no quería, ni quiero hacerte daño, Clarke. Todo esto no tiene nada que ver contigo. De hecho, aunque lo tuviera que ver, he cambiado. Yo no quería formar parte de más delitos, no quería seguir manchando el nombre de WorldKila con robos, amenazas, ni mierdas de los iDead's. Por eso me fui... Y decidí emprender mi propio camino, en solitario. Ahí fue cuando me dije "Ey, a lo mejor puede hacer algo realmente bueno por la sociedad". Y sí, igual debería haber mandado una carta escrita a mano, anónima, en vez de meterme en tu propio ordenador, pero es mi forma de hacer las cosas... Yo también quiero atrapar a los malos, Clarke. Lejos de mis principios, es algo personal. Espero que algún día puedas comprenderlo. Ahora llévame a comisaría, les alegrará saber que eres tú quien ha detenido a la famosa WorldKila.

Tiré de su brazo apartando la mirada. No podía mantener la vista sobre ella, me dolía. Cogí mi pistola reglamentaria del fondo del cajón de la mesilla, debajo de algunas prendas que había puesto ahí, y mi placa y después volví hacia Lexa, cogiéndola del brazo y arrastrándola fuera de la casa en dirección al coche. Iba a llevarla en ese mismo momento hacia las oficinas del FBI para meterla en los calabozos. Abrí la puerta del copiloto y la obligué a sentarse, poniéndole el cinturón a pesar de que seguía con las manos esposadas en la espalda y me encaminé al asiento del conductor. Cogí mi móvil y llamé a Octavia pidiéndole que prepararan una celda, que iba de camino, sin darle más explicaciones.

A mitad de camino, paré el coche a un lado de la carretera y aporreé el volante, con lágrimas en los ojos, y desvié mi mirada hacia Lexa, la cual estuvo todo el camino en silencio y cabizbaja.

—¿Por qué cojones me has hecho esto...? Me he abierto a ti como hace años que no lo hago, y recibo esto a cambio. Había comenzado a amarte, ¿sabes? Me tenías enamorada. Y ahora me has destrozado la vida. Te odio, Alejandra Woods... —volví a poner en marcha el coche con un acelerón. Quería llegar cuanto antes a la oficina y perder de vista a aquella maldición de ojos verdes. Deseaba que se pudriera en la jodida cárcel el resto de su vida por todos los delitos realizados a lo largo de su vida. No quería volver a verla nunca más.

Hasta siempre, WorldKilla...



***************

Nos hemos quedado heladas...

Pero, antes de entrar en pánico y dramear. ¿Qué os ha parecido? Todo idílico, ¿verdad? A nosotras desde luego nos hubiera encantado ser Clarke por unas horas y compartir esa casa con Lexa, ¿no creéis?

¿Habéis pillado el guiño que está oculto en este capítulo? Pista: es un gesto que hace Clarke. Dejadnos en los comentarios cuál creéis que ha sido.

Y ya volviendo al final. Buah, estamos consternadas. ¿Os lo esperábais? Por los comentarios sabemos que había gente que sí (casi que es un poco obvio siendo un fanfic #Clexa), pero también había quien pensaba que era Raven o incluso Luna y, por un momento, pensamos en darle esa vuelta de hoja al fanfic, pero decidimos dejarlo tal como lo teníamos pensado en un principio. Esperamos que, al menos, os hayamos despistado en alguna ocasión con los falsos datos que hemos ido metiendo.

¿Será este el último capítulo de la historia...?

Sin más, os agradecemos, como siempre, que nos hayáis leído un día más. Muchísimas gracias. Os queremos mazo.

¡Contadnos en las redes sociales! Nuestros twitters:

@NukaBlack y @DarkMindzzz

Y si nos queréis hacer algunas preguntitas anónimas o no:

f3.cool/srtapfaff <- Nukablack

f3.cool/violetrider <- Claudia

¡Nos leemos!

Pd.: No nos odiéis demasiado, porfi :(

NukaBlack   y  ClaudiaGalvezB

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