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By DarkCoffee14

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Yuuri Katsuki era un conocido modelo japonés que vivía en París. Su manera de caminar, su delgada silueta, aq... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34

Capítulo 27

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By DarkCoffee14

Narra Otabek:

- Yura... ¿Podrías apresurarte? – suspiré mientras me acomodaba por milésima vez el cabello frente al espejo – el avión partirá en una hora. Sabes que debimos estar en el aeropuerto hace ya horas atrás.

- ¡Lo sé! ¡Maldita sea! Lo sé, lo sé... Es solo que no la encuentro – decía el omega mientras regresaba a su habitación con paso desesperado.

- ¿Qué es lo que no encuentras? – pregunté, abriéndome paso entre las maletas.

- No encuentro mi casaca favorita, mi abuelo me la regaló y quiero usarla cuando lleguemos – se lamentó, resoplando como un niño pequeño.

- A ver, primero que nada, cálmate... – lo tomé de los hombros y realicé un poco de presión. Sus músculos estaban tensos. No era la primera vez que viajábamos a Rusia a ver a su abuelo, ¿por qué estaba así? – Estás más rígido que yo tratando de hacer gimnasia.

- Idiota – rio él mientras posaba su mano sobre la mía – Estoy algo preocupado, quizá sea por nada, pero... Agh, lo lamento.

- No, nada de lamentarse cosas – lo giré, dejándolo indefenso frente a mi mirada – ¿Qué sucede Yuri?

Se estremeció por completo y desvió su mirar hacia el lado contrario. Un leve color carmesí apareció en sus mejillas.

Oh, siempre iba a dar gracias a todos los cielos por darme un novio tan hermoso.

- He tenido pesadillas – murmuró con dificultad – ya debes haberlo notado, te he estado despertando mucho últimamente – se acomodó en el suelo, e hizo un gesto con la mano invitándome a hacer lo mismo.

- Siempre voy a estar ahí para sacarte de tus pesadillas, de eso no tienes que preocuparte – comenté, apoyando mi cabeza en su hombro – Te protegeré de todos y de todo, incluso de ti mismo si hace falta.

- Eres un maldito cursi – dijo entre risas, empujando mi cabeza con su mano – No es eso, baboso.

Su mirada se veía dispersa; no bromeaba.

- He tenido muchas pesadillas, con mi abuelo, contigo y... – volteó a verme – he visto a Yuuri.

- Lo sé, me lo has comentado ya – aseguré, tratando de calmarlo – a veces cuando estamos estresados, vemos nuestros peores temores reflejados en las pesadillas. Es algo normal...

- Pero ¿por qué Yuuri? No me he contactado con él desde hace ya tiempo.

- Debes extrañarlo – le acaricié suavemente el pelo, tratando de relajarlo – Aunque tú lo niegues, le tienes aprecio.

- Claro que le tengo aprecio, fue mi primer amigo en París, estudié con él en el internado de modelaje, me ayudó a ingresar a mi primer trabajo, a mi primera revista, es uno de mis mejores amigos en este mundo – miró al techo – Me atrevería a decir que lo admiro, me sorprende cómo ha salido adelante pesar de lo de su familia... Yo no habría podido.

Pasé mi brazo alrededor de su cuello, atrayéndolo hacia mí. Deposité un casto beso en su cabeza y empecé a liberar unas cuantas feromonas para reconfortarlo.

- ¿Mejor ahora? – pregunté dudoso.

- Ahora todo huele a dulce de leche – respondió hundiendo su cabeza en mi pecho – Eres tan delicioso...

- Lo sé – dije orgulloso.

- C-cállate – chilló Yura, poniéndose de pie de un brinco – ayúdame a encontrar mi casaca, te contaré más cuando estemos en el avión.

- Como desees – me incorporé apoyándome en un mueble cercano.

Buscamos la prenda durante quince minutos; estaba en mi lado del armario.

- A mí no me mires – dije moviendo las manos – Yo no cogería tu casaca favorita sin tu permiso.

- Como sea – se colocó la chaqueta apresuradamente – ¿Todo lo demás está listo?

- Sí, todo está arreglado. Potya está con Anya, ya ella sabe cómo cuidarla.

- Sigo diciendo que debimos...

- Ya está hecho, vamos.

Bajamos las maletas y subimos al auto. A Yuri y a mí nos había llegado una oportunidad en Rusia de repente. Fue algo inesperado, pero bien recibido por los dos. Él quería ver a su abuelo, y yo quería verlo feliz. Además, teníamos que seguir trabajando, y nos darían estadía y alimento.

Todos ganaban.

La entrada al aeropuerto fue un tanto tediosa, ya que una fan reconoció a Yuri y tuvimos que correr para ocultarnos de la multitud que se formó, mas, todo salió bien.

¿Que si debimos salir con guardaespaldas? Sí, debimos.

Pero no lo hicimos.

Nos sentamos en nuestros asientos, y pedimos un café americano para mí, y una manzanilla para mi omega.

- ¿Mejor? – pregunté, sosteniendo su mano.

- Menos nervioso – sonrió tímido – creo que es un avance.

- ¿Quieres contarme ahora lo que soñaste?

Dio un pequeño suspiro y asintió despacio.

- Creo... Creo que el cerdo estaba en problemas – juntó sus manos, frotándolas levemente – lo vi ahí, estaba tan indefenso... Lloraba, gritaba, ¿dónde? ¿Quién sabrá de dónde estaba él? Nunca he tenido esta clase de pesadillas, y no sé qué significan, pero yo solo siento que necesita ayuda.

- Bueno, él nunca ha estado en Rusia, ¿podría ser eso? – cuestioné sereno.

No quería retomar el tema de los mensajes de aquel lunático a colisión, sin embargo... Todo indicaba que así sería.

- No, no creo que sea eso. Ha viajado a otros países... – abrió los ojos de golpe – Ya lo recuerdo – habló enérgico.

- ¿Qué cosa? – lo miré escéptico

- ¿Te siguieron llegando amenazas? – me observó detenidamente.

- N-no sé a qué te refieres Yura – reí seco ante la pregunta.

- Se detuvieron, y él se fue de París... – puso una mano en su mentón, reflexionando en silencio. A veces él podía dar miedo si se lo proponía – ¿Tú crees que...?

- ¿Que...? ¿Qué? ¿Qué lo secuestraron los alienígenas? – le di un golpe suave en el hombro – Yura, él está con Pichit y con Seung-gil Lee, es imposible que algo le suceda.

- ¿Y si conoció a alguien y escapó de Rusia? – susurró triste – ¿Y si nunca lo vuelvo a ver?

- Hey, hey – tomé su rostro y lo atraje hacia mí, besándolo con dulzura – No es bueno que estés triste antes de viajar, piensa en positivo y todo irá bien; lo volverás ver – sonreí cálido.

Se sonrojó por completo, giró su cabeza para evitar todo contacto visual y entrelazó su mano con la mía.

Y pensar que querían quitármelo...

- Voy a dormir un poco, será mejor que tú también lo hagas – sugirió él, a lo que acepté con gusto.

- Descansa – apreté el agarre de nuestras manos – estoy aquí, ¿de acuerdo?

- Claro... – cerró los ojos, como si de dos persianas se tratase.

Esperé unos segundos, pasé mi mano libre por en frente de su rostro; no se despertaba. Lo jalé cuidadosamente para mi lado, y le di un beso en la mejilla.

Él sonrió.

(...)

¡No! ¡Yura!

Regresa... ¡Regresa!

No puedes ir ahí, te perderás.

No vayas, por favor.

Ya me costó casi una vida encontrarte, no puedo perderte...

¡Yuri!

- Señor... Hemos arribado a nuestro destino – susurró cálida una de las azafatas – Le pediría, despierte a su pareja también.

- Oh, claro. No se preocupe – respondí con una pequeña risa nerviosa.

Me dolía la cabeza, ¿otra pesadilla? No solo Yuri las había estado teniendo. Mas, a diferencia suya, yo no veía a Katsuki irse, sino que veía al amor de mi vida desaparecer en el vacío.

Si bien, las situaciones recientes habían sido bastante favorecedoras en todos los sentidos, el que todavía no habíamos formado un lazo... Me ponía intranquilo.

No, más bien me asustaba.

Solté una gran bocanada de aire y pasé mis dedos por sobre mis ojos cerrados, tratando así de centrarme.

- Hey, Yuri – revolví ligeramente sus sedosos cabellos – ya llegamos, apresúrate.

- ¡No le pongan sal a mi café! – exclamó, levantando la cabeza de golpe. Me reí suavemente y le di un golpecito en la frente – ¡Auch! ¿Qué sucede Beka?

- Ya llegamos, Bello durmiente – me levanté del asiento para sacar nuestras mochilas – En lugar de sal, ¿qué tal un poco de comino?

- Ja, miren nada más, Otabek Altín, el próximo Sordi – habló sarcástico.

- ¿Quién es Sordi...? – pregunté curioso.

- Fue un comediante italiano, tenía el presentimiento de que no lo conocerías – rio como niño, triunfante ante mi falta de conocimiento.

- Disculpa por no ser el hermano perdido de Wikipedia – dije, pasándole su equipaje de mano.

- Perdonado – sonrió y se paró de un brinco – Será mejor que nos vayamos rápido de aquí, mi abuelo debe estar esperándonos desde hace rato.

- Vale, vale. Vámonos – dije con las manos levantadas en señal de inocencia.

Yuri empezó a avanzar ágilmente entre las personas, jalándome de la muñeca sin perderme de vista en ningún instante. Mientras que yo procuraba no dejar caer nuestro equipaje.

El trámite de salida no demoró mucho, por lo que pudimos ir directamente a la salida del aeropuerto en cuestión de nada más y nada menos que una hora. Récord.

- ¿Lo ves? – preguntó Yuri, tratando de visualizar al mayor entre el mar de gente.

- No... – susurré, girando mi cabeza.

- Será mejor que lo llame – metió su mano a su bolsillo, rebuscando el aparato.

Yo le guiñé un ojo al mayor, y este se apareció con pasos cautelosos, tocándole el hombro a mi omega.

- ¡Surprise! – exclamó con las manos alzadas – Hola niet-

- ¡Abuelo! – se tiró a sus brazos, aferrándose por completo al cuerpo del pobre anciano – ¡Te extrañé mucho!

- Me doy cuenta – dijo entre risas, tratando de no soltar al adolescente – Has crecido, pero sigues igual de delgado... – giró su vista hacia mí – ¿Ha estado comiendo bien este demonio?

- No tiene idea señor, no tiene ni la más mínima idea de cómo come ese niñato suyo... – dije acercándome para quitarle a Yura de encima.

- Bueno, bueno – el cano se estiró e hizo tronar algunos huesos de su espalda – técnicamente es tuyo, ¿no es así Otabek?

Yuri se sonrojó al oír aquello último, y le dio un pequeño empujón a su abuelo.

- A veces puedes decir cosas dignas de un viejo de novela – espetó Yuri, revolviendo el poco cabello que le quedaba al señor.

- Tienes razón, soy todo un galán de televisión – pasó su brazo por la nuca de su nieto, y empezaron a avanzar hacia el estacionamiento.

Acomodamos las cosas en la maletera e ingresamos al vehículo. El auto del abuelo de Yuri se veía exactamente igual a la última vez que lo vi; él sí que conservaba sus cosas.

- Tengan chicos, les hice esto – sonrió ampliamente mientras nos pasaba unos pequeños paquetitos envueltos en tela de diseños adorables.

- ¿¡A-acaso tú... – Yuri abrió rápidamente la envoltura – ¡Woah! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Eres el mejor abuelo del mundo!

- No fue nada, Yura – el señor Nikolai se acomodó su característico sombrero y encendió el auto – ¿Te gusta el Piroshki Beka?

- C-claro que sí señor – asentí enérgico – el de usted el mejor de toda Rusia – levanté mi dedo pulgar en señal de aprobación.

- Me alegro – carraspeó un poco – me estoy volviendo viejo, y me daría pena que Yura no estuviese con alguien que le gusta la comida local.

- Beka es mi destinado abuelo, si no le gustase la comida de por aquí, lo obligaría a comérsela toda de un solo bocado – habló Yuri, mirándome de una forma bastante curiosa...

- Estás mal – alejé su cabeza con mi mano.

- Ustedes dos...– el mayor murmuró – me hacen recordar a mis tiempos mozos...

- ¿La abuela y tú eran como nosotros? – mencionó Yuri con notable curiosidad.

- Ella era una pervertida – se estremeció ante un recuerdo – me hacía perder el control cuando estábamos en público... Y aprovechaba el que yo estuviese en celo para poder calmar sus depravados deseos – prendió la radio del automóvil – ¿Puedo hacer una pregunta un tanto indecente Otabek? ¿De alfa a alfa?

Miré a Yuri de reojo, él asintió levemente. Se veía nervioso, pero de todas formas contaba con su consentimiento para responder con honestidad.

- Por supuesto, dígame.

- ¿Yuri y tú están enlazados? – me miró por el retrovisor.

Tragué saliva, Yuri casi se atora con la comida. Negué con la cabeza y traté de gesticular palabra, pero me sentía completamente avergonzado...

- No, todavía no – respondí en voz baja – Por el momento, preferimos dejar eso para más adelante. Actualmente, nos enfocamos más en nuestra carrera y en vivir nuestra juventud al máximo.

- Vaya, esa es una buena respuesta – comentó con la mirada fija en el camino que tenía en frente – No me lo tomen a mal, solo quería verificar eso.

- Estás loco viejo – musitó Yuri, quien ya había recobrado el aire a duras penas.

- Lo sé, ú lo heredaste de mí – volteó el timón, ingresando por un camino desolado rodeado de árboles.

Seguimos nuestro camino con normalidad, hablando de temas triviales y poniéndonos al día en todo. El ambiente era bastante cálido y acogedor, parecíamos un grupo de amigos de toda la vida hablando de los distintos caminos que tomaron... Parecíamos una familia.

- ¿Sigues durmiendo con la ventana abierta, Yura? – preguntó el señor Nikolai con una pizca de preocupación en la voz.

- No, Otabek no me deja – respondió haciendo un puchero.

Lo tomé de las mejillas y lo atraje hacia mí, abrazándolo cariñosamente.

- Por hacer eso, se enfermó muchas veces, así que ahora me aseguro de que no lo haga más – dije orgulloso.

- Muchas gracias Beka – gorjeó el mayor – Oh no...

- ¿Qué sucede abue-

- ¡Oh no, no, no! ¡Sujétense! – ordenó el abuelo de Yuri en un grito.

Con una maniobra rápida, trató de girar el vehículo para así disminuir la velocidad, pero le fue imposible.

Tres segundos.

Uno para rodear a Yuri con mis brazos.

Otro para ver el camino, el cual estaba siendo obstruido por una motocicleta mal estacionada.

Y un último para cerrar los ojos.

El impacto no fue rápido, más bien fue como una escena de película que va en cámara lenta.

Solo que en nuestro caso, no había cámaras ni dobles de acción, solo personas reales que no sabían nada acerca del destino que les deparaba luego de aquel suceso.

No sé cuánto tiempo habría pasado desde el impacto, pero al abrir los ojos, seguía teniendo a mi omega contra mi pecho, intacto... A diferencia de cómo estaba yo: ensangrentado.

El auto estaba de cabeza, y por lo visto, yo tenía heridas en la cabeza y en la espalda. Perfecto.

- ¿Q-qué quiere de mí? – escuché preguntar nervioso al señor Nikolai.

- Cállese, no puedo escuchar lo que dice mi jefe – bufó una voz femenina.

No podía ver lo que pasaba, no podía moverme, no podía hacer nada.

Maldición, ¿ahora qué? Ni siquiera teníamos un día en Rusia, ¿por qué pasaba esto?

¿Por qué alguien querría dañarnos? ¿Competencia? ¿Celos?

- ¿Seguro? Porque creo que Sesha- ¡No! ¿Cómo cree? Jaja, lo haré de inmediato – habló nerviosa la mujer desconocida.

- Por favor, déjeme ir señorita. Ni siquiera sé quién es usted ¡Nunca le he hecho daño a alguien!

- Ustedes los alfas son tan... deplorables – dijo con desprecio – ¿Su esposa no viajaba con ustedes?

- M-mi esposa falleció hace añ-

- Entonces, es hora de que le haga compañía – habló enérgica.

Un disparo.

Un sonido seco.

Un olor extraño.

No pude hacer nada. Mi omega está en peligro, acaban de matar a su única familia restante y yo estaba a punto de caer en trance...

Mierda.

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En mi defensa: 







¡Hola! ¿Todo bien en casa? ¿Ya les dio fiebre faltando menos de dos semanas para iniciar la escuela? ¿Con ganas de morirse? ¿Tratando de no llorar? ¿Luchando con el insomnio? ¿Ansiedad? ¿Estrés? ¿Solo yo? 

Oh vamos, debe haber alguien más :'v 

En fin. Estos dos no se iban a salvar. 

Y vendrán cosas peores, dice la Biblia 7w7r

LEÍ EL ÚLTIMO CAPÍTULO DE HERE U ARE AYER Y LLORÉ DE EMOCIÓN ASDFGHJHGFD.

Espero y la fiebre baje, me pone triste el no poder ir a mi deporte :'c

Sayonara granos de cafe~~~ 

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