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By DarkCoffee14

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Yuuri Katsuki era un conocido modelo japonés que vivía en París. Su manera de caminar, su delgada silueta, aq... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34

Capítulo 23

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By DarkCoffee14

Narra Viktor:

- ¿Viktor... Nikiforov? – preguntó confundido.

Tomé sus manos y las apreté ligeramente, él se veía perdido en todo sentido. Debía estar pensando que era un mentiroso.

Y vaya que lo era. Le había mentido acerca de mi identidad, mi pasado y por poco le miento de mis sentimientos...

- Creo que será mejor que nos sentemos – dije con calidez – esto va a demorar bastante.

- E-Está bien – respondió nervioso.

Ingresamos a la suite y cada uno se sentó en un pequeño sofá; uno frente al otro.

- ¿Por dónde debería comenzar todo esto...? – pregunté en un susurro, más para mí que para Yuuri.

- Escucha – habló él con sutileza – No quiero presionarte, ¿de acuerdo? Solo quisiera saber la verdad sobre ti.

En ese caso, habría que comenzar desde abajo.

- ¿La verdad? – pregunté mientras cruzaba mis brazos – Te diré la verdad Yuuri, toda la verdad si deseas, pero tal vez al final... No vayas a creerme.

- Te prometo que lo haré – dijo él con seguridad – Quiero conocerte realmente.

- Eres el primero que por fin lo hará – murmuré con frialdad.

- ¡Entonces quiero ser el único que conozca el verdadero amor de Viktor! – dijo decidido, armando un puño con su mano. Agitó su cabeza y la bajó avergonzado – L-Lo lamento, a veces me emociono por cosas como éstas...

- Te ves adorable cuando lo haces – comenté – En fin, empecemos.

» Para empezar, mi nombre real es Viktor Nikiforov. Originalmente soy un huérfano ruso cuyo único legado por parte de mi padre fue una cámara antigua, algunas fotos viejas y una carta deseándome lo mejor en la vida.

Crecí en un orfanato lejos de la ciudad y la tecnología, rodeado de mucha naturaleza y monjas amables. Tuve una infancia feliz.

Hasta que cumplí seis años. Cómo desearía poder volver a ese día para cambiar las cosas...

El mismo día de mi cumpleaños, la directora del lugar me llamó a su oficina, yo no sabía cuál era la razón, hasta que vi a una pareja parada frente a la ventana de la habitación, tomados de las manos:

Él era un alfa alto, de pelo blanco y ojos celestes como el cielo. Un alfa de semblante serio y con un físico totalmente trabajado. Portaba un traje formal y un reloj pequeño en la muñeca izquierda, el cual observaba cada dos minutos.

Ella era una omega delgada, de baja estatura y de cabellos castaños, con tez clara como la nieve de las montañas y unos ojos marrones risueños. Desataba energía y felicidad por cada rincón de su cuerpo. Su vestido... Era de flores, de flores de muchos colores.

Era como ver dos polos opuestos.

De pequeño no sabía cómo podía clasificarlos, pero ahora estoy seguro de algo: ella era un ángel, y él es un demonio despiadado.

Recuerdo claramente nuestra primera charla en aquella sala, la recuerdo como si hubiese sucedido ayer mismo. Ella fue la que empezó a hablar, ella los presentó a ambos. Él me miraba fijamente y no soltaba la mano de la omega por nada; era como si estuviesen atados.

Hubo un momento en el que él se agachó para estar a mi altura, tomó mi mentón con su mano y me sonrió diciendo: "Espero muchas cosas de ti, Vitya".

Fue allí donde todo comenzó.

En cuestión de días, mi panorama cambió drásticamente. Me despedí de mis amigos y amigas, y me fui a vivir con mi nueva familia a su hogar; mi hogar. Era una mansión gigantesca, con altos muros rodeándola por completo, alejada de todo, oculta y con muchísima seguridad.

Al llegar, mi padre me guio hasta mi nueva recámara, la cual era casi diez veces más grande que la del orfanato. Se sentó en la cama y habló conmigo por largas horas acerca del futuro, de su trabajo y de muchas cosas más, entre ellas, mi madre.

- Quiero que entiendas Vitya, que tu madre es una omega muy especial – dijo con calma.

- ¿Por qué es tan especial? ¿Es porque la amas?

El soltó una pequeña risa y miró por la ventana que ahí había.

- No tienes ni idea de lo mucho que la amo hijo.

- Lo sabía.

- Pero hay algo que no sabes y debes saber – habló cortante – ella jamás va a poder tener hijos.

- ¿P-Por qué? – pregunté inocente.

- No puede, su cuerpo... Es muy delicado.

- ¡Yo protegeré a mamá! – dije enérgico.

Él me cargó, abrió la ventana y me subió a su hombro. Podía ver un panorama espléndido desde allí arriba.

- Pronto hijo mío, todo este mundo podrá ser protegido por ti y solo por ti – comentó – Todo es solo cuestión de tiempo.

Pasó el tiempo y empecé a adaptarme a aquel lugar, así como también a los nombres que me colocaban. Mi madre me decía "Vitally" y mi padre "Vitya" ¿Por qué? En ese momento no me importaba mucho eso, mas ahora sé la razón: querían que me olvide de quién soy yo.

Los únicos que me llamaban por mi nombre real eran mi mayordomo y mi hermano menor. No obstante, evitaban hacerlo cada vez que mi padre estaba cerca, le tenían mucho miedo.

Mi hermano era un omega de procedencia asiática, en realidad él había sido una especie de regalo de un mercado negro para mi padre. Era menor que yo por cuatro años, adorable y débil, y su nombre era Seshari. Teníamos ambos el pelo largo hasta los codos por órdenes de mi madre.

Crecimos codo a codo, estudiábamos las mismas cosas y compartíamos profesores. Fue así hasta que yo cumplí once años y él, siete respectivamente. Un día después de mi cumpleaños, todo cambió: Las clases, la habitación, la ropa y los acompañantes.

Fue entonces cuando descubrí dónde estaba realmente: La Bratva.

Era una mañana nublada, sin aves cantando ni mucho movimiento en la mansión. Seshari no aparecía por ninguna parte, y mi mayordomo tampoco. Estaba con mi madre, ayudándola a acomodar algunos documentos de sus socios. Todo estaba bastante tranquilo hasta que un guardia me escoltó a la habitación de mi padre.

Me dejó en la puerta totalmente solo. Di dos pasos y toqué con cuidado. No me respondían. Volví a tocar, esta vez más fuerte.

- ¡Padre, he venido a verlo! – hablé levantando mi voz – ¿Puedo pasar?

- Cuando quieras – respondió él animoso.

Él casi nunca estaba feliz ni animado, excepto cuando estaba con mi madre. Se me hacía extraño aquel accionar tan alegre... Hasta que vi la razón.

Un cuchillo atravesaba el pecho de mi mayordomo, quien yacía tendido en el centro de la sala, mientras que Seshari estaba arrinconado en una esquina con largos latigazos en la espalda.

- ¿P-Por qué...? – tartamudeé – ¿¡Por qué has hecho esto!? – grité mientras corría hacia mi hermano.

- Vik... – enmudeció de inmediato. Se puso de pie con las piernas temblorosas y agachó su cabeza justo cuando me coloqué en frente – Hermano – susurró lloroso.

Traté de poner mi mano en su rostro, pero evitó que lo tocara y corrió detrás de mi padre, quien sonreía satisfecho.

- Oh Vitya, Vitya, Vitya – empezó a acercarse a mí con pasos lentos y bien marcados – Todo es por tu bien hijo mío, al final tú vas a proteger a todo lo que sea tuyo.

- ¿Q-Qué quieres decir con eso? – hice un puño con mi mano ante la impotencia.

- Quiere decir que no debes confundir las cosas: No te encariñes con cosas ajenas – puso su mano sobre la cabeza del menor.

- Seshari no es una cosa, Ralph tampoco lo era – empecé a sentir lágrimas aproximarse – eres un monstruo.

- Y soy tu padre – sentenció, acercándose a mí – tú eres mi hijo Vitya...

- Mi nombre es Viktor – respondí de mala gana.

- ¡ESE NOMBRE NO ES EL TUYO! ¡OLVÍDALO! – bufó furibundo – Olvídate de Viktor Nikiforov – me jaló del centro de la camisa – ¿Te quedó claro?

- Como el agua – susurré indiferente.

- Bien – me soltó bruscamente – limpia todo este lío, y ni se te ocurra seguirme – señaló el cuerpo de Ralph y cargó a Seshari con una mano, llevándoselo del brazo.

Lo último que vi antes de que él saliera, fueron los ojos de Seshari, aterrados. Ese día, perdí para siempre a dos personas a las que realmente apreciaba.

Ese día, descubrí cuál era el destino que mi padre planeaba para mí y para mi hermano. Entendí el porqué de muchas cosas, y sobre todo... Entendí que no podía confiar en nadie.

Mis clases cambiaron por completo, a mis cursos regulares le sumaron música clásica, relaciones exteriores, economía, defensa personal, lucha cuerpo a cuerpo, armas de fuego y muchas otras lecciones.

Diariamente, me obligaban a utilizar la voz y a manejar las armas, usando cadáveres de omegas como muñecos de práctica.

Dejé de estudiar con mi hermano, y empecé a salir con mi padre a sus reuniones, siempre presentado como el siguiente prodigio de la mafia. Pasaron los años, y no vi a Seshari nuevo.

Me volví bastante habilidoso en el piano, las negociaciones, las armas, el engaño, y la manipulación. Cosas de las cuales no me siento para nada orgulloso, excepto de una:

La fotografía.

Utilizaba la cámara antigua que vino conmigo para captar momentos únicos en la vida, y a los modelos que veía en reuniones de trabajo. Toda mi habitación estaba rodeada de fotos. Era como un refugio de mi realidad. O al menos eso fue hasta que mi padre decidió destruir mi cámara, mis trabajos y realizar cortes no tan profundos en mis manos, dejando cicatrices que hasta hoy no se borran.

A él solo le interesaba su imperio, su poder y mi madre; yo sobraba en su vida.

Las cenas se volvían un sinsentido para mí, ¿cómo podía sonreír tan tranquilo luego de haber engañado a tanta gente? ¿Cómo podía disfrutar de esa comida a sabiendas de las amenazas que recibíamos? No podía entenderlo, y eso me enfermaba.

No quería ser como él, no podía aceptarlo, y cada vez que los días pasaban, yo sabía que me estaba quedando sin tiempo para accionar.

A la edad de veinte años, empecé a tener muchas pesadillas por causa del estrés retenido. Ante eso mi madre se tomó la atribución de quedarse a mi lado todas las noches, cantando dulces canciones hasta que mis ojos se cerraran por completo.

Fue castigada por eso.

Mi padre detestaba la idea de que mi madre estuviese al lado de otro alfa que no fuese él, así que... Cortó su cabello de una manera espantosa, empezó a agredirla y la encerró en su recámara por un mes entero, manteniéndola solo a base de agua y pan seco.

Eso fue la cereza que decoró el pastel.

Cuando el mes acabó fui hacia ella para ayudarla, sin embargo, solo me topé con una sonrisa vacía y unos ojos apagados.

- Mamá... – lloré acariciando su rostro – mamá y-yo no quería esto, l-lo lamento.

- Shh, ya pasó – habló ella con dulzura – No me duele nada, y mi cabello volverá a crecer, ya lo verás.

Vi que había cicatrices en sus brazos y sus piernas, moretones en su espalda y heridas en su rostro. Pero ella seguía allí, sonriendo fuerte.

La rabia se apoderó de mi ser, y esa misma noche aproveché para arruinar la imagen de mi padre ante las autoridades regionales.

Cada año, se realizaba una junta en la cual los alfas y betas más poderosos de la región se veían para llegar a acuerdos y establecer relaciones; la imagen lo era todo.

Y si había algo en lo que destacaba además de mis múltiples habilidades... Era en mi belleza natural, en mi mirada serena y mi larga melena platinada.

Llegué a mi habitación, tomé unas tijeras y corté mi cabello. Me miré al espejo, y sola una lágrima recorrió mi rostro.

Mi padre fue a verme la mañana siguiente, no se veía para nada sorprendido, es más, parecía que ya se esperaba una actitud como esa.

- Es increíble que hayas hecho un berrinche como este solo por una discusión entre tu madre y yo – habló frío, moviendo mi flequillo con su mano.

- Pensé que la amabas – dije soltando unas lágrimas.

- La amo – sentenció, apretando mi cuello con fuerza – Pero tú jamás podrás entender lo que es amar a alguien. Hoy mismo me encargaré de eso.

- ¿Qué... tratas de decir con eso? – pregunté con dificultad. Él me soltó y acomodó el botón de su muñeca.

- Voy a realizar un acuerdo matrimonial con unos amigos, te conseguiré un buen omega, ¿quieres a una chica o a un chico?

- Ninguno – hablé en voz baja – solo quiero que desaparezcas.

- No falta mucho para que tú lo hagas – murmuró – Apresúrate, enviaré a un estilista para que te prepare – apagó una pequeña vela que estaba al lado de mi mesón.

Toda duda se esfumó junto a esa débil luz. Estaba muy decidido a irme de allí, por lo cual empecé a planear mi huida con sumos detalles. Me hice amigo del personal de la mansión, y empecé a coquetear un poco con las mucamas: conseguí la confianza de todos en cuestión de meses.

No se me hizo mucha dificultad seguir con mi vida habitual los años siguientes, con las clases y con los entrenamientos. Lo único difícil era el mantenerme cuerdo estando al lado de mi padre, quien mantenía su sádica sonrisa cada vez que veía a mi madre.

Estaba enfermo.

Él no podía sentir ya nada. Solo se relajaba durmiendo en el regazo de mi madre, y ella temblorosa tenía que acatar el recibirlo y acariciar su cabeza con delicadeza.

Mi familia, era una farsa.

Mi vida entera, era una tortura.

Y lo único que yo podía hacer, era registrar la cantidad de omegas traficados, las armas vendidas, las personas asesinadas y la droga obtenida.

Me parece que, si hubo algo de lo que me arrepiento, es de no haberle tomado una fotografía a mi madre cuando era joven, ella es la omega más bella que he visto en mi vida.

Luego de un par de años, acabé mi plan maestro. Era un tanto descabellado, hasta me atrevería a decir que era surrealista... Pero de alguna u otra manera tenía que largarme de ese infierno.

Tenía planeado irme de la mansión tres antes de la llegada del cargamento mensual de omegas traficados, el lugar quedaba a dieciocho horas a pie desde donde me encontraba, así que podría llegar sin problemas. Durante meses, había retirado pequeñas cantidades de dinero, y había llegado a acuerdos con los hijos de los jefes de las mafias mexicanas e italianas. Me haría pasar por uno de sus traficantes y luego abordaría al primer avión que me llevase fuera del país.

Para mi buena suerte, ese avión me llevaría a la capital del arte: París.

No dejaría nada más que una nota y la primera corbata que mi padre me regaló.

A pesar de que tendría que ocultarme durante un lapso, estaba seguro de que ese lugar sería mi salvación. Por fin podría vivir sin ataduras y sin tener que dañar a las personas para sobrevivir.

- ¡Vitally! – escuché la voz de mi madre al otro lado de la puerta! – Hijo, ¿quieres acompañarme a hacer unas compras?

Tomé aire, cepillé mis cabellos hacia atrás y salí junto a ella. Esa sería mi última mañana a su lado. La última vez que la acompañaría en aquella vida cruel, ¿que si deseaba llevármela? Quería que estuviese a mi lado hasta el fin del mundo. Era la única que, en todo ese tiempo, siempre se preocupó por mí...

Pero no podía arriesgarla. Ella no podía morir por mi egoísmo.

Empezamos a avanzar por el pasillo principal y mi madre empezó a tambalearse.

- ¡Mamá! – la llamé alarmado, a la par que pasaba su brazo por mi cuello para servirle de apoyo – será mejor que regresemos a tu habitación...

- NO – habló con desesperación – No, por favor Vitally, no quiero ir ahí. Quiero respirar un poco de aire fresco, aunque sea una vez más – los labios le temblaban.

¿Cuándo se había puesto así? Asentí dudoso y la ayudé a caminar.

Llegamos a la puerta principal, y me dispuse a abrirla. Pero alguien la abrió desde el exterior.

Una figura delgada, de pelo largo y lentes ingresó a la morada con la cabeza gacha.

No me tardé ni dos segundos en reconocerlo.

- ¡Sheshari! – grité emocionado.

- ¿H-Hermano? – habló él con la voz rota – ¡Hermano!

Corrió hacia mí y me abrazó. Sus delgados brazos eran bastante fuertes, al igual que sus piernas. Acepté su abrazo y levanté su cabeza, sus ojos color miel no se veían bien a causa de los lentes, pero eran indistinguibles.

De la nada me empujó despacio y dio cinco pasos hacia atrás.

- Lo siento – realizó una reverencia – Yo no debí hacer eso hermano, no se repetirá – habló frío.

- ¿Disculpa? – preguntó mi madre extrañada, con la voz aun débil – Seshari, no hay problema si te acercas a tu hermano, él es tu-

- Él es el heredero, madre – sentenció cabizbajo – Tanto tú como yo sabemos que cualquier contacto con él, es un peligro para ambos.

- Hijo yo... – mi madre estiró su brazo, tratando de tocar la cabeza del menor, a lo que éste reaccionó alerta.

- Se lo suplico, no me toque – dijo él – Será mejor que salgan – abrió la puerta de par en par, dejando que una gran ráfaga de viento ingresara.

Mi madre se acercó a Seshari con pasos suaves, y tomó su rostro entre sus manos.

- ¿Qué pasa señora? – habló el omega sarcástico – ¿Tiene algo que decir ahora?

- Sí – afirmó mi madre – He sido un fracaso contigo, y jamás podré recompensártelo.

Él rio sádico, llevando su cabeza hacia atrás. Era una risa átona, sin gracia.

- ¿Cree que eso es algo nuevo para mí? – habló el menor, empujando el hombro de mi madre con su dedo – usted es también responsable de lo que soy, y lo sabe.

- No la toques así Seshari – reaccioné – No te atrevas a empujarla.

Él me miró incrédulo por unos instantes, pero se centró casi de inmediato, observándonos fijamente.

- Ella sabe lo que ha hecho hermano, ella sabe muy bien lo que ha hecho... – mencionó sin dudar.

- Eso no es cierto – dijo mi madre con la voz desesperada – siempre traté de que no te hicieran daño.

- ¡Pues vaya que lo logró! – respondió haciendo manos de jazz – Gracias a usted, ahora soy el sicario más reconocido de toda la región.

- ¿Q-Qué? – pregunté.

¿Mi hermano menor se había vuelto un sicario? No podía creerlo. No me imaginaba a Seshari tratando de dañar a alguien, él era tan delicado y tan amable con todos...

- A decir por tu expresión hermano, esto debe ser una sorpresa – respiró profundo – cuando nos separaron, nuestro padre tomó una decisión drástica con respecto a mi futuro. Si tú ibas a ser la cabeza de la familia, yo debía asegurarme de que nadie te sacase de allí, incluso si eso significaba que debía matar a los oponentes.

- ¿Qué te hicieron? – murmuré.

- A mamá hace unos años atrás la hicieron elegir entre tú y yo. El hijo predilecto versus el asiático desconocido.

- ¡Yo no tenía idea de-

- Por favor, evítese comentarios – gruñó Seshari con voz algo dolida – No todo ha ido tan mal, quiero decir, tuve que vivir en un internado por dos años, matar animales en contra de mi voluntad y seducir a varios alfas que eran bastante... Buenos en su trabajo. En fin – realizó una reverencia, junto con una sonrisa ladeada – todo sea por ti, hermano. Tu seguridad es mi razón de vida – pude notar que él ya contaba con una marca en la nuca.

Mi pequeño hermano había sido corrompido, y yo no pude hacer nada para evitarlo. Me sentí fatal al escucharlo, al verlo en ese estado...

Él se apartó, nos rodeó y siguió con su camino. Mi madre y yo empezamos a avanzar.

- Ah, ¡hermano! – me llamó con voz alta – Padre ya sabe con quién te casarás, te lo dirá hoy.

Quedé petrificado ante aquellas palabras; tenía que acelerar el plan, ya.

- Mamá – la tomé de las manos – Tengo que irme, ve a tomar aire fresco con mi hermano por favor.

- Vitally, ¿qué sucede? ¿A dónde tienes que ir? – preguntó nerviosa.

Besé su frente con dulzura. Ella dejó salir una lágrima.

Me abrazó.

- No dejes que él domine tu vida como lo hizo conmigo – susurró – Vete, vete lejos y nunca regreses.

- Madre, volveré por ti. Te lo prome-

- No me prometas nada excepto que serás muy feliz con tu pareja destinada, y que al menos, si bien no fui madre del todo... Podré morir sabiendo que soy abuela.

- Mamá, no me hagas esto – se me quebró la voz. Llevé sus manos a mi boca y deposité un beso en cada una – Gracias por todo.

Lentamente, solté esas manos. Esas delicadas manos, cálidas y suaves como el terciopelo.

Ingresé a la mansión y llevé a cabo mi plan en ese mismo instante. Realicé un par de llamadas, cogí un maletín de mano con cosas importantes, dejé mis dos últimos implementos y salí por la puerta trasera, yéndome en uno de los camiones de la cocina.

No fue fácil llegar hasta París, sobre todo porque tuve que pasar muchos registros de seguridad y me topé con gente bastante problemática. Pero al final lo conseguí.

Me hospedé con un jefe de la mafia italiana, y empecé a trabajar con él como fotógrafo de su hija, aparte de eso, empecé a tocar piano en un bar, a servir de camarero en una cafetería y a tomar fotos con una identidad anónima: "N" la cual hacía referencia a mi verdadero apellido, Nikiforov.

Pasé así desapercibido por un año entero, hasta incluso empecé a trabajar con grandes empresas de moda... Y llegó mi padre. Llegó una muerte "casual" con un modelo. Una muerte cuyas características calzaban a la perfección con la forma de matar que siempre me habían enseñado.

No era una coincidencia, nada lo era tratándose de él.

Decidí desaparecer por un tiempo, y empecé a moverme por la ciudad, evitando llamar la atención, siempre utilizando mis guantes para que no pudieran ubicarme.

Y apareciste tú.

Llegaste cuando menos lo pensé y cuando más lo necesitaba.

Todo tu ser me atrajo desde la primera vez que nos encontramos, fue como si me hubiesen flechado. Casualmente, la empresa con la que trabajabas me ofreció un contrato, y te volví a encontrar.

Casualmente también, te encontré en el café, en el bar y en la calle. Y cuando Mila me dijo que eras mi destinado... Supe que por fin iba a saber lo que era amar.

Y soñaba con despertar entre tus brazos, y abrazarte cada día. Te imaginaba riendo y cantando, hechizándome con tus encantos.

Y deseé protegerte, alejarte de todo peligro...

Y eso es todo lo contrario a lo que he logrado.

Narra Yuuri:

Estaba en shock. Vitya, Vitally, N... Todos ellos eran Viktor. No, Viktor siempre fue Viktor. Él había vivido un verdadero infierno casi toda su vida, y ahora que había logrado escapar, trataban de hundirlo de nuevo.

Él era mi destinado. Y por nada del mundo iba a permitir que algo le volviese a suceder.

- Eso es todo – suspiró cansado luego de tanto hablar – ahora lo sabes todo sobre mí. Soy un desastre, lo lamento.

- No, no lo lamentes – tomé su rostro con mis manos – Escúchame bien, Viktor. Tú no eres un desastre, ni eres como tu padre. Has tomado otra decisión; tú decisión.

- Ya lo sé, pe-

- No he terminado – dije serio – Tu destino nunca estuvo escrito por ese alfa, solo tú eres quien debe decidir qué hacer con su vida – acaricié suavemente su bello rostro – Y si lo que quieres, es vivir una vida conmigo... Yo también quiero hacerlo. No quiero perderte Viktor – la voz se me quebró en ese mismo instante.

- Yuuri – él me rodeó con sus brazos y apoyó mi cabeza en su hombro. Sentí como sus lágrimas afloraron poco a poco – Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, ¿te lo he dicho antes? – respiró con dificultad.

- Sí – reí mientras lo abrazaba de vuelta – Ya me lo has dicho hace un tiempo.

- Pues te lo seguiré diciendo hasta que muera – susurró a mi oído.

La piel se me erizó con tan solo sentir su respiración. Aquel alfa, mi alfa... Esa noche, decidí hacer realidad uno de los sueños de Viktor.

- Viktor – lo llamé con cariño.

- ¿Q-Qué sucede? ¿Estás en celo? – preguntó nervioso, alejándose de mí.

- ¿Qué? No, no. No es eso – reí un poco – Quiero que te quedes.

- Por supuesto que me voy a quedar – dijo decidido – nunca me voy a ir de tu lado.

- No, no me entiendes – negué con la cabeza. Respiré hondo y lo miré a los ojos – Quiero que duermas hoy conmigo. Quiero despertar entre tus brazos. Quiero...

Quiero tenerte.

Él se sonrojó. Nunca lo había visto así, y fue la reacción más adorable que había apreciado en mi vida.

- Claro. 

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¡FELIZ NAVIDAD ADELANTADA!

¡MAMÁ LO LOGRÉ, ACTUALICÉ A TIEMPO! 

\:'D/

Estoy realmente A-GO-TA-DA

Pero lo prometido es deuda, y apuesto un dolar a que nadie pensó en ese pequeño omega que capítulos atrás había dicho ser un fan de Yuuri. Y quien diga que sí lo pensó... Bien por ti. 

Como dije, el pasado de Viktor es largo (el más largo que he escrito hasta la fehca según mis recuerdos) y disfruté mucho haciéndolo ^^ 

¿Crueldad? ¿Dolor? ¿Falta de amor? ¿Qué es eso? ¿Se come? Porque si es así, Viktor ya se lo acabó de entrada lol. 

Bueno chic@s, hasta aquí el capítulo de hoy. La verdad espero que pasen una espléndida Navidad junto a sus seres queridos, y que la pasen bien en donde sea que estén. 

Coman mucho, bailen, canten, diganle a sus familiares que los quieren. Ya saben, que el espítiru navideño reine en sus humildes moradas. 

(Sí, puse espítiru a propósito) 

Si cometí algún error ortográfico... Lo lamento :'v soy humana y aún estoy por corregir los errores de los otros caps. 

Un beso en la frente y un cálido abrazo desde mi cueva. 

¡Esperen con ansias la actualización! 

Sayonara granos de café~~~ 

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