Leyes del Amor Libro 3

By kayleyva

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Cuando la ex novia de Dominik Biagio le dice que está embarazada y quiere abortar este la convence de que le... More

Parte 3
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Vamos a DES PE DIR NOS

Capítulo 5

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By kayleyva

Nuestras vidas comenzaron una cómoda rutina en la que todas las mañanas Dominik llevaba a Antonella a la guardería, pasaba a nuestra oficina y se encargaba del caso en lo que yo de mis negocios, ya en la tarde yo pasaba por Antonella y la cuidaba en casa hasta que Dominik llegara de la oficina.

El nuevo colegio era fantástico, Antonella participaba en todas las actividades extraescolares y tenia muchos amiguitos nuevos, incluso uno de ellos tenia dos papás y era tan negro como el petróleo decía el mismo, y estaba orgulloso de ello, Antonella decía que era un helado de chocolate, así como ella era uno de coco, no lo entendí hasta que Dominik me lo contó en la cena.

Esa era otra cuestión, Dominik estaba tan lleno de trabajo por el caso, que llegaba cansado casi todos los días, para entonces ya le teníamos la cena lista y la casa limpia, como estaba tan distraído comencé con las mejoras en la casa, apenas salían él y Antonella de la casa llegaba un equipo de trabajadores para reparar todo lo necesario, desde los techos, jardines, pisos, cañería, electricidad, calefacción y poco a poco cambie los muebles viejos por unos más nuevos y cómodos.

Lo que más me gustaba era pasar mi día con él en la oficina, no interactuábamos mucho por que tanto él y yo teníamos mucho trabajo, pero su sola presencia me tranquilizaba y ayudaba a que mi trabajo fluyera más fácilmente.

- Richard, ¿crees que puedas llevar a Antonella a su cita con el psicólogo hoy?

- No.

Tengo una pésima experiencia con los psicólogos, en mi etapa rebelde mis padres me mandaron a tantos como pudieron, nunca funcionó.

- ¿Disculpa?

- Odio los psicólogos, no funcionan. Es estúpido que tengas que pagar para que una persona te diga que tu vida es una mierda.

Dominik me veía desde su escritorio con una ceja alzada, me encanta que copie mis gestos intimidantes.

- Pues espero que no le digan eso a mi hija, sólo llévala, es una hora y después les prepararé la cena, se supone que hoy no tengo audiencia.

- Está bien, únicamente porque me estas rogando tan amablemente.

Dom simplemente sonríe desde su asiento negando con la cabeza, aun no somos una pareja como tal, si convivimos todos los días, cenamos juntos, incluso me he quedado a dormir algunas noches, pero sólo dormir, no he tenido nada de acción con este hombre y cada día es más desesperante.

Tres horas mas tarde estoy sentado en un esponjoso sillón infantil en el consultorio del Doctor Murray.

El lugar es una explosión de color y juguetes, supongo que la idea es que los niños estén cómodos, en lo particular me incomoda.

Antonella desde que llegamos esta jugando con unos legos y no a dicho ni pio y ya llevamos diez largos minutos.

El Doctor ni siquiera le está prestando atención a ella, me mira como si quisiera reconocer a alguien en mí.

- ¿En qué momento comienza a hacerle preguntas a Antonella?

- Bueno es cuando ella esté lista

Antonella es una niña callada no creo que esté lista hoy, pasaremos esta hora mirándonos el uno al otro mientras ella sigue en su mundo, terminaré con un ataque de ansiedad.

- Ok...pensé que le haría preguntas o algo así.

El doctor cruzó la pierna y comenzó a escribir en su libreta.

- ¿Quiere que la interrogue?

- No, no es necesario...creo

-

¿Por qué escribe lo que le digo? Se supone que es Antonella quien debe de ser interrogada no yo.

- ¿Es usted su padre?

Su padre, yo no soy su padre, no soy padre de nadie, mi hijo se fue antes de darme ese título, en los documentos de demanda lo llaman el feto, el producto, la creatura, nunca hijo, no soy un padre.

Pero mi alma ansía serlo.

- Quisiera serlo.

- ¿Quisiera o quiere?

Lo deseo, con cada fibra de este ser impuro y corrompido, deseo ser el padre de esta hermosa niña, lo deseo al punto de la desesperación.

- Es complicado...es esto confidencial ¿no?

- Por supuesto.

Tal vez sea tiempo de confesarse, hace mucho tiempo que no lo hago, a nadie, en este mundo en el que me muevo entre menos sepan de ti mejor, no le contaría a mi familia para no lastimarlos, no le contaría a mi pareja para no arriesgarlo y simplemente no tienes amigos en los negocios, sólo socios.

¿Así que por qué no contarle a este hombre?

- Bueno me encantaría ser su padre, pero yo soy un hombre con un pasado turbio, yo he... – no puedo decirlo con Antonella en la habitación así que hago señas de dispararme en la sien - a mucha gente, y no me siento digno de estar con ellos, Dom es un padre amoroso y un hombre maravilloso, por otro lado yo he sido un monstruo, tal vez por eso mi hijo no nació, la vida decidió que no era digno de ser padre, tal vez si hubiese cambiado a tiempo o la hubiera amado lo suficiente para poner atención, ella no habría tenido la oportunidad de matarlo.

Le fallé a mi hijo y no quiero fallarle a su hermana, he tenido el poder para destruir tanta gente, detener a otros tantos, acabar imperios... pero no pude salvar a mi hijo.

Tenía que decirlo, no pude salvarlo, toda mi vida he estado envuelto en poder, pero el poder que me rodea es de destrucción, e destruido a muchas personas de diferentes maneras

Y ella vino a destruirme a mí, no la creía peligrosa siendo tan vulgar, una vulgar embustera vino a destruirme de una manera que nadie más podía, jamás pensé que destruirme fuera tan fácil.

Yo que he matado a cientos de hombre a sangre fría y quemarropa, pero incapaz de matar mujeres y niños, las creía frágiles, cándidas y amorosas, pero resultó ser un monstruo como yo.

- No puede culparse por lo quizás, no podemos influir el cauce del rio, cuando la tormenta llegué reclamara su caudal, pero puede ser el padre que Antonella necesita.

Ella tiene a Dom, él es mejor hombre y padre que yo, si no, ¿por qué ella le entregó su hija y al mío lo mató?

- No puedo borrar mi pasado por más que lo quiera, yo sé quién soy.

- No podemos borrar la muerte eso es cierto, pero podemos lavar la sangre.

Lavarla, se llenarían los ríos con la sangre que derramé, ¿Qué le diré a las viudas?

¿Les diré que el destino me alcanzó y que me ha cobrado la vida de sus hombres con la de mi hijo? ¿Que una sola mujer las a vengado a todas? ¿Qué estoy tan muerto por dentro como deje a esos hombres?

- Se dice fácil.

- No dije que lo fuera, pero si usted cree que Antonella y su padre valen la pena lo hará, dicen que Dios creó el mundo y que lo destruirá.

Bueno, ¿no estamos hechos a la imagen de Dios? Si tiene el poder para destruir, ¿no lo tiene también para crear?

Salí de la consulta con la resolución de ser el hombre que Dominik Biagio quiera en su vida, si tengo al padre tendré a la hija y si tengo a Antonella mi corazón ya no estará vacío, tendré a alguien por quien vivir.

**

Llegué a casa tarde otra vez, Richard pasó por Antonella al colegio de nuevo, siento que estoy perdiendo tiempo con mi hija y que Brooks lo está aprovechado.

Es muy amable con nosotros, nos cuida y consiente, pero eso no me quita la sensación de que intenta comprarme a mi hija.

La casa se ve iluminada, supongo que a estas horas Richard y Antonella están preparando la cena, quisiera estar en casa con ellos más tiempo, he pensado en pedirle ayuda con el caso, al menos que me contrate un asistente, este caso se ha vuelto asfixiante.

Cuando llegué a la puerta una mujer de mediana edad estaba saliendo de mi casa apresurada, no parecía una ladrona, pero al verme palideció.

- Bue...Buenas tardes señor Biagio

Al parecer ella me reconocía, parecía que la hubiese descubierto en algo vergonzoso, espero que nos sea la amante de Richard o lo asesino.

- ¿Quién es usted y que hace aquí?

- El señor Brooks puede responderle.

Y salió corriendo.

Entré en casa molesto, no me gusta que extraños entren en mi casa y en la vida de mi hija sin enterarme.

La casa estaba tibia con el olor de la comida recién hecha, Richard y mi hija preparaban la cena.

- Acabo de ver una mujer saliendo de mi casa, ¿puedes explicarme?

El tono de mi voz fue duro, ambos dieron un respingo en sus lugares, cada día se parecen más, Antonella copia muy bien los gestos de Brooks.

- Me descubriste, es mi amante.

No sonreí, no era gracioso, Brooks debió sentir mi aura asesina por que se apresuró a añadir.

- Ok, no fue gracioso, pero no es nada malo...espero.

Bueno, en verdad no creíste que yo limpio y cocino todos los días ¿O sí?

Es Martha, mi ama de llaves, ya que paso más tiempo en esta casa que en mi piso viene a ayudarnos aquí, no podía despedirla, no soy un hombre cruel, pero si tú quieres lo hago.

De lo cansado que llego todos los días no he reparado en que la casa siempre está limpia y no falta nada en la alacena.

- No es necesario que pagues a alguien, yo puedo hacerlo.

- Claro que no, tú estas muy ocupado llevando esto por mí, deja que cuide de ustedes, además tiene como veinte hijos que mantener, no podemos dejarla sin empleo.

Sé lo que hace, esta inventando un drama para que acepte.

- Una ama de llaves es demasiado.

- No es nada, es puramente egoísmo, hace mi estadía más cómoda y aplaca mi conciencia ayudar a mujeres trabajadoras.

Brooks ya estaba abrazándome por la espalda, sus mimos se vuelven cada vez más cómodos, pero me da pena con Antonella, no quiero que imagine que Richard y yo somos una pareja, así que me zafo despacio de su abrazo.

- También vienen elestrisistas, plumeros y carponyeros.

- ¿Qué?

Voltee a ver a Richard y este negaba con los brazos a Antonella para que se callara.

Mi mirada lo intimidó.

- Bueno intenté darme un baño y la calefacción no funcionaba, cuando vinieron a revisarla dijeron que tenías problemas en la tubería, así que una cosa llevó a la otra.

No podía creer que este hombre esté remodelando mi casa sin avisarme y peor aún qué no me diera cuenta.

- También tenemos cocina nueva.

Voltea ver bien la concina y aunque todo parecía en su lugar se veía más brillante y nuevo.

- Bueno Martha no podía cocinar con esos electrodomésticos tan viejos, además te encanta cocinar, podrás preparar cenas y pasteles más cómodamente.

- Y tienes una cama nueva.

Antonella estaba hundiendo a Richard sin saberlo.

Yo sólo seguía mirándolo con ganas de gritarle o azotarle.

- Intenté tomar una siesta y era muy incómoda, además eso fue hace mucho, no me digas que no lo notaste.

Mire la mesa, era del mismo tamaño y color de la anterior, sólo que esta era más reciente y era madera pura no aglomerado, la estufa y la nevera también eran nuevas.

Caminé a la sala, todo parecía normal, pero si ponía atención me daría cuenta que el sofá, aunque del mismo tamaño y color era nuevo y de piel, los cojines de seda, la piedra de la chimenea también era nueva al igual que los pisos que estaban pulidos y una nueva alfombra los cubría, los marcos de las fotografías parecían de plata, las cortinas, incluso las lámparas eran nuevas.

Todo parecía igual, simplemente que nuevo y costoso, como una versión cara de mi casa.

Corrí escaleras arriba y Richard detrás de mí.

Si eso hizo con los espacios comunes no quiero imaginar la recamara de mi hija.

Antes de abrir la puerta voltee a ver a Richard y este me veía como si detrás de la puerta fuera encontrar una fiera salvaje, así que la abrí con cuidado, no fuera a ser que en verdad mi hija le hubiese pedido un tigre y lo tuvieran allí dentro.

La habitación de Antonella era un palacio; tenía una cama con dosel y luces, una hermosa alfombra blanca y mullida, el tapizado de las paredes parecía piedras blancas y un mural del otro lado representaba un bosque.

Para terminar, estaba lleno de juguetes.

Richard puso su mano en mi espalda baja como acostumbra, pero debió sentir mi aura enfurecida por que la quitó sin que se lo pidiera.

- Cómo te atreves...

Quería gritarle así que mi voz salió como un gruñido.

- No es gran cosa...

- ¿Papi?

Antonella nos había seguido y se me quedaba viendo asustada, pocas veces me veía enfadado.

- Antonella tengo que hablar a solas con el señor Brooks.

- ¿Vas a decirle gracias por todo?

Es verdad que tenía que agradecer, él cuidaba de mi hija todos los días, pagaba un buen colegio y arregló los imperfectos en mi casa, pero era demasiado, me sentía abrumado.

- Sí, pero debe ser a solas.

Camine a mi habitación esperando que Richard me siguiera y lo hiso.

- ¿Cómo te atreves a cambiar mi casa de ese modo?

Hasta mi habitación estaba diferente y yo no lo noté, poco a poco Richard traía algo, su ropa ya ocupaba una parte de mi closet, usábamos su marca de champú y jabón.

- Tú me dijiste que me pusiera cómodo.

- Y nuestras cortinas te incomodaban, los portarretratos, ¿o la mesa de la cocina?

Tenia la decencia de parecer avergonzado, salí al balcón y noté que las tumbonas fueron remplazadas por sillas de mimbre, los pisos estaban pulidos también, entré a la ducha y también se veía diferente, todo esto es demasiado.

- Míralo como un bono extra.

Un bono extra, mi ultimo cheque era mas que generoso, y no he tenido que gastar en nada, él prácticamente se ocupa de todo en esta casa.

Es un hombre perfecto, pero no es mío, no tenemos una relación real.

Aun hay demasiadas cosas pendientes, el juicio no va como queremos, esas mujeres se inventan formas de victimizarse a cada momento, no sé qué pasara cuando sepa que el abogado que representa a su ex marido soy yo, y que tenemos está extraña relación.

Temo lo peor, pero no quiero abandonar a Richard en esto.

Pero ¿Qué pasará cuando el juicio termine? ¿seguirá aquí o regresará a su departamento, cuándo encuentre una mujer que le dé una familia?

Mejor no ilusionarse.

- ¿Qué pasa cuando esto termine?

- ¿Por qué tendría que terminar? me dijiste que podía estar con ella tanto como quisiera.

Se veía destrozado y no quería eso, este hombre ama a mi hija tanto como yo la amo y no puedo quitársela, ella está tan enamorada como él.

Me acerco a él, y pongo mis brazos sobre sus hombros, él me toma de la cintura y entierra su rostro en mi cuello, cada noche que duerme aquí es una tortura para mí cuando despierto abrazado a él.

Su olor me llena, mi cama huele a él incluso cuando no duerme en ella.

- Puedes, pero de ahora en adelante avísame antes de hacer cambios en mi casa ok.

Estaba besándome el cuello mientras sus manos me acarician bajo la camisa, últimamente me es más difícil resistir.

Sus besos me erizan la piel, no puedo respirar, si me sigue besando así no me podré resistir más.

- Richard, la cena...

- Me encanta cuando me llamas por mi nombre.

Mi pene pulsaba dentro de mis pantalones y cuando Richard me pegó más a él pude sentir que el suyo estaba igual de duro.

- El psicólogo... ¿Cómo les fue?

De pronto Richard me soltó.

- ¡¡La cena se enfría, ANTONELLA A CENAR!!

Estehombre me volverá loco.

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