Al Estilo Emma© #1

By shipsinthesky

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Venir al mundo por error, tener trastorno de pánico y poseer un coeficiente intelectual brillante, eran cosas... More

SINOPSIS
AL ESTILO EMMA
TRÁILER
Rara
Vivian y el cliché de dios griego
Atención masculina
Coincidir
Alma gemela
La manada
Un raro hipoglucémico
Virgen protege a virgen
Mala suerte
Los amantes
Brandon, el hombre mono
El residuo de McClain
Dos tipos de amor
Asamblea
Una simple clase
Una noche de película
Secreto
En Venice Beach
El desaparecido
Los celos
Educación sexual
Milagro de noche de brujas
El corazón más noble
Desnudando el alma
Un domingo
Soy Colin Oschner
Hipótesis
El planeta sigue girando
Mientras el universo siguiera expandiéndose
Con Colin de manera oficial
Tiempo de una nueva historia
Libro #2: El Novio De Emma
una propuesta de 4 de marzo

La soltería

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By shipsinthesky

No quería enfadarse; su cerebro le suplicaba que fuera racional, que comprendiera cuán complicado era para él cumplir con todas sus obligaciones, pero fue su corazón el que recibió una sacudida. Emma salió de la cafetería a las siete de la tarde, una hora después de la que acordaron encontrarse para comer donas, porque él no se presentó al mediodía cuando le había dicho que sí lo haría, por lo contrario, le mandó un mensaje pidiéndole disculpas y proponiéndole verse en la cafetería a las seis; no se presentó de nuevo y tampoco le mandó un mensaje. Ella estaba aturdida con sus propios pensamientos, era la primera vez que alguien la dejaba plantada de esa manera. Caminó por el sendero rumbo a su bloque, con una marcha cabizbaja, entonces, elevó su mirada y Jordan la saludó a través de la distancia, ella ni siquiera fingió no haberlo visto, lo ignoró mientras seguía caminando, no estaba de humor para nadie. De pronto, oyó una voz que logró reconocer, era Mónica, la compañera insoportable de él, lo dudó al principio para después finalmente acercarse como una cachorrita con las orejas hacia atrás, pero lo que más la encogió fue el hecho de que Mónica estaba en compañía de tres muchachos, todos de la misma especie, eruditos con el cabello grasiento y suéteres de colores desagradables, eran ratas de biblioteca como Colin, pero pertenecían a otra categoría, no inferior, pero sí a una en la que no les importaba verse bien.

Los cuatro cortaron la charla cuando ella se acercó; un muchacho se rió con cierta burla, otro lo golpeó por desagradable y el tercero le miró el escote a través del suéter de hilos abierto, Mónica la miró por encima de unas enormes gafas negras. Emma se quiso morir, ¿por qué jugaba a desafiar sus reglas?

—H-ho —la lengua se le trabó, estaba ruborizada y la cara le ardía como el infierno—, hola. E-el jueves tú estabas saliendo con Colin, del departamento de investigación, como a las siete, soy E-Emma, n-no sé si me recuerdas, solo me preguntaba si lo habías visto en el día. —tenía la mirada brillosa por lágrimas de vergüenza, quería saber porqué nunca lograba acercarse a la gente sin parecer una retrasada mental.

—Sí, tu novio está allá. —Mónica apuntó sobre el hombro de Emma.

Giró y, ni en un millón de años lo hubiese imaginado, Colin estaba parado, charlando con Rebecca junto a un banco, tenía los brazos cruzados mientras escuchaba y respondía, la mandíbula rígida, estaba mirándola con atención y concentración, Rebecca le acarició el brazo mientras le sonreía, incluso rió, aparentemente bromeando, pero él no le continuó. Emma escuchó de fondo cómo el muchacho, que primeramente se burló, hizo otro chiste estúpido: «Uy. McClain está jugando a dos puntas». Agarró su bolso con fuerza y apresuró su caminata hasta su dormitorio; no quería pensarlo, no quería pronunciarlo, no quería aceptarlo. Demonios, lo pensó, lo pronunció mentalmente: «Te dejó plantada por ella» y finalmente lo aceptó como verdad; se sintió... patética, así que comenzó a acelerar cada vez más sus pasos, mientras Brandon la observaba desde un banco, Emma hundió sus dedos en su cabello en tanto se preguntaba cómo demonios terminó en esa situación, en el día siguiente de haber desnudado su alma.

Lo pensó inmediatamente: «Prefiere soportar a su ex novia manipuladora antes que estar con una anormal como tú». No, no, no, no quería llorar. Cerró la puerta de su cuarto con un golpe y pegó su frente contra la madera. De verdad tenía cierta mala suerte porque su compañera jamás estaba en su dormitorio un sábado a esa hora, pero esa noche sí. Volteó y se asustó al verla pintándose las uñas de los pies en color negro; Vivian se quitó los auriculares y frunció el ceño al encontrarla con una cara espantada y triste.

—Colin está hablando con Rebecca. —lo soltó inmediatamente y lanzó su bolso al suelo.

—Completamente inaceptable —respondió ofendida.

—Me dejó plantada en la cafetería por ella. —se sentó en la cama de la otra mientras tragaba sus lágrimas, le comenzó a doler la cabeza en la zona de la cien y sus manos estaban ligeramente temblorosas—. Me dejó plantada en el almuerzo y me dejó plantada ahora porque anoche tuve la estúpida idea de adentrarlo a mi pasado, como si él estuviese dispuesto a aceptarlo, nadie lo está.

—Pues, debe ser un maldito imbécil para juzgarte a partir de tu pasado. Yo opino que necesitas cortarlo de raíz, búscate otro hombre con suficientes huevos como para no acojonarse a la primera que le cuentas sobre tu pasado, y es una asquerosidad que rematara dejándote plantada dos veces, y por una prostituta.

Emma tapó su cara usando sus manos, apunto de entregarse al llanto, hacía tiempo que no deseaba con tanta intensidad desaparecer, entonces, el rey de Roma llamó a la puerta. Ambas supieron inmediatamente que se trataba del que invocaron, lo comprobaron cuando el mismo habló.

—¿Está Emma?

Ella negó inmediatamente y con desesperación usando las manos.

—¡No! —gritó Vivian, luego hizo una mueca estirando el labio inferior.

—Creo que metí la pata —respondió al otro lado, en tono cabizbajo.

—Mándalo a la verga. —le susurró Vivian a Emma, a lo que recibió un empujón para que se callara.

—Le traje sus sábanas —continuó él, estaba mirando sus zapatos—, ¿puedo dejártelas?

Vivian empujó a Emma fuera de la cama, se oyó el ruido que la segunda provocó al caer al suelo con dolor, a continuación, la primera señaló la puerta con una mirada amenazante, tenía que «mandarlo a la verga» porque esa era su política. Emma gateó hasta la puerta, se levantó y tomó aire antes de abrirla.

—Sí estás. —Colin tenía su mochila en los hombros y las sábanas en sus manos, llevaba los ojos metidos en el fondo, como cansado, se agachó para darle un beso, mas ella lo apartó con la mano y miró hacia abajo—. Sinceramente no esperaba que me besaras, solo me arriesgué. ¿Podemos hablar en privado? Por favor —miró, por encima de la cabeza de ella, a Vivian, la curiosa que no supo disimular su intriga.

Emma cerró la puerta sin cambiar su expresión tan seria, se escuchó como Vivian le recordó: «¡A la verga, Emma!» cuando cerró totalmente. Lo miró a la cara sin darle atención a la mirada cansada, no quería caer por eso. Colin pegó las sábanas contra su nariz, tapándose la cara, menos la dicha mirada.

—Me quedé sin batería —habló con la boca pegada a la tela en cuestión.

—Siempre te quedas sin batería. —lo acusó.

—Iba a avisarte que el profesor Cohen me pidió que me quedara más tiempo, la verdad es que me pidió que me quedara toda la noche, iba a comprarnos comida a todos, pero le dije que los sábados por la noche le pertenezco a mi nena, que tenía que verla —bajó las sábanas.

—¿A Rebecca?

Colin suspiró, —Puta madre.

Emma le quitó sus sábanas con rabia, —¿De qué hablarías con ella si supuestamente todo está enterrado? No hablas con alguien a menos que tengas algo para decir. Tú lo anunciaste minutos antes de cogerme, que con Rebecca ya nada —sintió que algo la poseyó porque nunca antes había hablado con tanta seguridad, le ardía la garganta por llanto sin expresar mientras lo imaginaba cogiendo con Rebecca.

Y la expresión ceñuda se hizo intensa en Colin, —No me gusta que hables con esa expresión, como si «cogerte» hubiese sido mi única finalidad, y ella me detuvo, me quedé a dejarle en claro que estoy en algo importante contigo, de forma oficial.

—¿De forma oficial? —las lágrimas de rabia llegaron a su mirada, las atajó con vigor para que no cayeran sobre sus mejillas como chubascos de verano, no quería demostrarle cuánto la estaba lastimando con sus acciones, pero no se aguantó, lo gritó—: ¡Ni siquiera puedo tocarte frente a nuestros amigos porque nunca hablaste con ellos como si estuvieras ocultándome de alguien! Mañana se cumplirá exactamente un mes desde que nos declaramos afecto en el mirador y tú no has hecho más que hacerte el estúpido, ni siquiera intentaste hablar con Eugene o ¿vas a negármelo?

Colin se quedó callado.

—No lo intentaste —susurró, y su corazón recibió un puñal.

—T-te juro por Dios que planeo hacerlo antes del domingo —contestó, avergonzado.

—¿Cuál domingo? ¿Mañana o el domingo que viene o el que se te antoje? —su voz se quebró y su cara se transfiguró al contenerse. «Nadie que se sienta orgulloso de su relación se empeña tanto en ocultarla».

—Mañana —susurró, mirando abajo.

Pensó que ése fue su nuevo tiempo récord de arruinar algo importante para él; sintió que acababa de cometer un pecado imperdonable, mejor dicho, tres pecados imperdonables; la dejó plantada, habló con Rebecca, y no con sus amigos. Elevó su mirada con cierto temor, verla con los brazos cruzados y con esos ojos verdes, que mezclaban enojo con melancolía, lo desajustó aún más. Tan solo un mes de la declaración de afecto y él ya había cometido errores por seis meses, quería una máquina del tiempo para volver al principio del día y alertarse para que no fuera tan estúpido. Se animó a tomarla del hombro y Emma no se alejó, tampoco demostró ninguna emoción por aquel contacto, ella estaba tratando de no caer con esos ojos de agotado físico y mental, no quería que el estrés de él fuera siempre la justificación.

Emma finalmente echó lágrimas y las secó de inmediato, —Lo último que me gustaría reclamarte es esto porque no quiero sonar como una venenosa, pero, me jode que ahora que sabes que me tienes, no te esfuerces por verme como antes, en el último mes no intentaste acomodar un bendito mediodía para comer conmigo. Sé perfectamente que tu historial académico es lo único más importante que tienes, que probablemente te parezca una mierda que una chica te reclame más atención de la que le das a tus estudios, pero no sé si pueda estar con alguien que entrega toda su existencia a una sola cosa, ignorando al resto y a mí.

Colin sintió que el mundo se paralizó por ese instante, la taquicardia empezó inmediatamente después de procesar lo que acababa de escuchar, las lágrimas se asomaron a las ventanas de sus ojos y miró el techo para no echarlas, hundió sus dedos en su cabello, despeinándose hacia atrás, y la miró de nuevo.

—¿Podemos sentarnos? Por favor—le preguntó.

En otras circunstancias, ella no lo hubiese escuchando..., pero cayó, a pesar de sus intentos de sostenerse con firmeza, se rindió frente a esa mirada de desesperación y de súplica de compasión. Emma abrió la puerta y golpeó la cabeza de Vivian, quien se encontraba pegada a la madera, escuchándolos, a continuación, recogió su bolso del suelo y sacó un billete, se lo enseñó a la otra sin necesidad de abrir la boca, Vivian lo aceptó y se fue, empujando a Colin cuando pasó por la puerta.

Colin miró cómo se alejaba quien lo empujó, luego se metió al cuarto, cerrando la puerta, y se sentó junto a Emma en la cama de la misma, sin mirarse, ambos viendo a la pared llena de pósteres de marihuana legal, se sacó la mochila de sus hombros y la colocó en el suelo en medio de sus piernas. Si iba a hablar, ese era el momento exacto para comenzar, se agachó para abrir su mochila y sacó su celular del fondo.

—Realmente no tengo batería —se lo enseñó y habló con la garganta adolorida emocionalmente— y hace tiempo que Alan se adueñó de mi cargador portátil. Tienes razón cuando dices que mi historial académico es importante para mí —la miró, con una lágrima recorriendo su mejilla—, pero no es lo más importante; tú eres lo más importante ahora mismo. Eres la primera a la que pienso al despertar y cuando me duermo sueño contigo, me tienes exactamente como debes. M-mi papá —sollozó y se agachó a sacar su computadora, la abrió inmediatamente y con unas tecleadas se metió a su correo electrónico, en el que Bradley Oschner le escribía desde su e-mail profesional de clientes, tenía un montón de mensajes—, é-él no tolera el fracaso, él me repite constantemente que soy un inútil, que no pagará mi escuela de medicina a menos que me gradúe de aquí con un puntaje extraordinariamente alto y con el máximo de honores. Me siento una mierda por justificar mi falta de atención hacia ti con esto, porque no mereces un tipo así, lo que tú necesitas es que te presten atención todo el tiempo, pero eres lo más hermoso que me ha pasado en la vida y decidí arriesgarme contigo, esperando hacer las cosas mínimamente bien, pero igual fracasé.

De pronto, ella se sintió egoísta.

Colin secó sus lágrimas con una mano y provocó un sonido con su nariz por los mocos que estaba produciendo mientras lloraba, —¿Puedes darme una oportunidad? Te juro que me organizaré mejor, t-te daré dos mediodías, como lunes y jueves, y los sábados no haré horas extras en el departamento de investigación, los domingos a partir de las tres seré todo tuyo, y todas las noches también, desde las ocho a la medianoche, estudiaré de madrugada. Por favor, quiero que esto funcione, necesito que me apoyes.

El silencio se adueñó de la escena por tres segundos.

—S-siempre te apoyaré, siempre seré tu fanática número uno. Cuando ganes el Nobel, y esas cosas importantes para los científicos, estaré ahí, presumiendo que ese celebro produce serotonina por mí.

Colin rió suavecito y su corazón recibió un fuerte alivio.

—Mientras tú tengas intenciones de hacer las cosas bien, aunque no lo consigas, siempre seré paciente contigo, Cole, porque, cuesta creerlo, pero también eres humano bajo toda esa perfección que yo percibo.

Él dejó la computadora sobre la cama y se acomodó de tal forma en la que pudiera verla a la cara, la tomó de la cabeza con las dos manos para darle un beso en medio de su suave llanto apagado, ella se acomodó también y poco a poco se arrodilló en la cama sin despegar sus labios, colocó sus manos sobre los hombros de él y, cuando se apartaron, le abrazó la cabeza, colocándole sobre su pecho y le dio un beso en el cabello desordenado, él se atrevió a darle uno en la zona media entre los pechos y el cuello.

—Gracias por ser tan comprensiva conmigo, nunca nadie lo había hecho. —la miró, sin más lágrimas.

—Tampoco conmigo, por eso tengo la necesidad de hacerlo contigo.

Colin no quería compararlo en un momento tan especial como ése, mas su cerebro lo reprodujo involuntariamente, el cómo vivía discutiendo con Rebecca por exactamente lo mismo, aunque él le dedicaba más tiempo de lo que podía, nunca nada era suficiente para esa manipuladora, siempre lo ponía entre la espada y la pared; en cambio, Emma, llegó exactamente para demostrarle que él, con sus presiones, no estaba condenando a la soltería eterna. Rebecca siempre le decía que jamás encontraría una mujer que soportara que fuera tan «rata de biblioteca», que las mujeres demandan mucha atención y que por eso se iba a quedar eternamente soltero después de que ella lo terminó, porque nadie estaría dispuesto a aguantar todo lo que implicaba salir con alguien «tan estúpidamente ocupado» como Colin.

Emma siempre procuraba escuchar cuando veía que el otro estaba suplicando perdón, pero en Colin vio algo más que una simple súplica de disculpas, en él percibió arrepentimiento honesto y ganas de modificar los errores de modo en que ambos pudieran sentirse satisfechos, sin interferir con las obligaciones de él. Ella no lo quería en exclusividad, deseaba soportarlo en cada examen importante, en cada investigación a la que se metía, porque era su joven científico preferido, quería abrazarlo cada vez que el padre de él lo sobrepasaba y esperaba que siempre se sintiera libre de expresar sus emociones de esa manera, que no se sintiera menos varón por desbordarse, ella deseaba proporcionarle tranquilidad, que supiera que al final del día había alguien esperándolo ansiosamente para cenar juntos y darse amor.

—Quiero que descanses ahora —le dijo.

—Yo esperaba invitarte a comer.

Emma miró el reloj de su muñeca, —No, quiero que te bañes y duermas hasta mañana.

—¿Tan cara de mierda tengo? —rió, mientras metía su computadora dentro de la mochila.

—Tienes cara de que no dormiste.

Porque así fue; la noche anterior, después de la pizzería, volvió a su dormitorio a estudiar hasta las cuatro de la mañana, su despertador sonaba todos los días a las seis en punto y se levantaba sin posponerlo. Durmió tan solo dos horas y había estado de pie casi todo el día, claro que tenía una cara de mierda.

—Bien. Iré a bañarme y espero no quedarme dormido en la ducha, antes de llegar a mi cama —cerró la mochila y colocó su teléfono en el bolsillo de su vaquero—, pero mañana nos veremos como a las ¿tres? Podemos ir a donde tú quieras o podemos quedarnos aquí. La verdad, solo quiero estar en tu compañía.

Emma asintió y se pusieron de pie.

—Te quiero —se dijeron.

Ella lo abrazó una vez, después lo dejó libre.

Colin salió aliviado de esas cuatro paredes, mas todo se derrumbó cuando encontró a Vivian sentada en el suelo junto al dormitorio; esa mujer tenía una energía negativa penetrante. La misma remató la escena, levantándose del suelo y se burló frente a él porque lo miró a los ojos que habían llorado, lo empujó de nuevo para abrirse paso a su recámara y le cerró la puerta en la cara, dejándole en claro que lo odiaba.

—Madre mía. Hasta lo hiciste llorar. —la felicitó, asintiendo con la cabeza, y saltó a su cama para charlar desde ahí—. Me alegra que no te hayas dejado manipular con las famosas excusas de hombre, que siempre lanzan en casos como éste. Hora de buscarte alguien mejor, tengo amigos guapos, ¿sabes?

—En realidad, e-estamos bien —encendió a luz del baño y se quitó las sandalias.

—Disculpa, mi amor, me confundí. ¿Dijiste que lo perdonaste? —frunció el ceño, sentándose.

—Fue un malentendido. —le explicó.

—No, Emma; esto es un malentendido. —se puso de pie y la apuntó con un dedo—. Pensé que dentro de ese cerebrito todavía quedaba un poco de inteligencia emocional, el imbécil te dejó plantada dos veces, y lo encontrase hablando con la ex novia, más encima, todavía no les cuenta a sus amigos que te anda cogiendo, eso último lo escuché por chismosa, lo admito. Tu cerebro no está entendiendo la gravedad.

Emma cerró su puño derecho y vaciló con enojo, —Dime quién demonios te crees que eres para juzgar los hechos de una relación que no te compete, este es el momento en el que trazamos una línea en la que tú no puedes pronunciar nada sobre lo que tengo con Colin porque no tienes idea del trasfondo final. Él hablará mañana con sus amigos, y sí, Rebecca lo detuvo, pero él le dejó en claro que está conmigo.

—Mi sol, él no está contigo —siseó, negando con la cabeza. Emma destensó su puño cerrado y tomó asiento en su cama con las piernas arriba—. Él todavía es libre de hacer lo que se le plazca porque realmente nunca pronunciaron la palabra con «n», aún utilizan la palabra con «a» para referirse a la clase de relación que están manteniendo. Por eso te propongo salir a disfrutar de tu soltería esta noche, vamos.

El mundo acababa de ponérsele en perspectiva; realmente nunca pronunciaron la palabra con «n». Odiaba darle la razón a alguien del calibre de quien le hablaba, maldecía la manera que tenían de meterse a su mente, aunque hiciera lo posible para eludirlos. La voz consciente de su mente le decía que, quizá era cierto que seguían empleando la palabra con «a» para referirse a su relación, pero Colin le estaba demostrando verdadero compromiso, él estaba preparando el terreno para echar las semillas, pero ¿eso significaba que estaban juntos o no? Ella siempre pensó que sí, hasta ese momento. No sabía nada.

—No me gustan las fiestas —respondió.

—No te pregunté qué opinión tienes sobre las fiestas —rió, y se acercó a abrir el clóset de la otra, pasó sus dedos por los vestidos floreados colgados en perchas, arrugó la nariz porque ninguno le gustó—. Saldrás conmigo, quieras o no, porque eso es justo lo que necesitas para sacarte este mal sabor de la boca. Iremos a un club y te divertirás como nunca, ya verás.

—Ni siquiera tengo edad para entrar a un club.

—Emma, eres descendiente Hamilton, y tienes de amiga quien le mama al guardia de seguridad y al cantinero para obtener esta clase de beneficios. Pero no te preocupes, que en la semana te conseguiré una identificación falsa. Ahora, ¿qué tenemos por aquí? —continuó mirando el guardarropa y sacó de él un pequeño vestido ajustado en color negro, giró a verla con una sonrisa—. Esto es lo que buscábamos.

—N-no me pondré ese vestido. —Así que ¿aceptó acompañarla?

Vivian miró el reloj del cuarto, —Saldremos de aquí como a las once, tienes suficiente tiempo para arreglarte, mosquita muerta. Quizá hasta tengamos suerte y te lías con alguien decente esta noche. Bueno. Iré a comprar mi medicina para el glaucoma, ya sabes —rió—. Volveré para la hora de salida.

Emma cerró los ojos cuando escuchó el portazo de salida, recogió su bolso del suelo y agarró su celular, se acostó en posición fetal con la pantalla demasiado cerca de su cara, buscó en la red la tienda de teléfonos celulares y cargó a su carrito de compra el modelo de última generación, lo compró y de inmediato le llegó el mensaje del banco por la extracción. A continuación, buscó el contacto de Colin.

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Emma: Te quiero

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Pero él no le respondió, claro, debía cargar su teléfono primero. Ella tuvo una fantasía fuera de lo común, quería ir hasta el cuarto de él y meterse en la cama como una ratoncita que esperaba no ser pillada en la cocina, quería dormir con él, sobre su pecho y escuchar sus latidos toda la noche, acariciarle el cabello mientras le decía que, usaran la palabra con «n» o no, ella le pertenecía desde que le robó aquel beso y el nombre de él se tatuó en el corazón de ella cuando le besó en el cuello y lamió sus senos de una manera completamente indecente para alguien tan respetuoso, le daba vergüenza poder visualizarlo perfectamente todavía con la cabeza metida entre sus piernas, cómo la probó y provocó en ella acciones involuntarias como el movimiento repentino de sus piernas y caderas. Soltó el teléfono y se colocó boca arriba para mirar el techo, sí, eso que había mirado mientras él se hacía cargo de ella como nunca antes lo había hecho otro. Jamás iba a olvidar sus dedos, tantas bromas sobre fetiches de pies, que quizá ella desarrolló uno con los largos dedos de él, se ruborizó al imaginarlos en su interior, y sonrió cuando recordó esa cara de sorprendido y satisfecho cuando logró entrar completamente en ella, tal vez él pensó que estaba inmersa en su dolor que no lo notó, pero sí lo hizo, lo percibió demasiado contento, a pesar de que él no se había prestado suficiente atención porque le preocupó que ella sufriera cierta dolencia física.

El teléfono vibró al lado y ella se sacudió asustada.

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Oschner: Te adoro

Oschner: como

Oschner: un loco

Oschner: Voy a bañarme ahora

Emma: ¿Cenarás antes de dormir?

Oschner: Jujuuuuu

Oschner: Pequeño detalle, es verdad

Oschner: Comeré unas galletas que tengo en la mochila

Oschner: No tengo hambre, sinceramente

Oschner: Voy a bañarme

Emma: Bien

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Emma cerró sus ojos y los abrió cuatro horas después, cuando Vivian empujó la puerta para cerrarla con propósito de despertarla, la primera se sentó asustada y visualizó cómo la segunda se tragaba un emparedado, tenía salsa de tomate en la barbilla, inmediatamente se acercó a su mueble para seleccionar un diminuto short negro y un sostén de encajes del mismo color, comenzó a desvestirse.

—Hora de levantarse, reinita. Juré que te encontraría haciéndote esas cosas ridículas que haces con tu cabello para que quede como esponjoso, ahora me encuentro más decepcionada. Anda, levántate ya.

—N-no iré —contestó.

—Sí, irás, porque no dejaré que te jodan la soltería antes de que la hayas descubierto. —se acercó para estirarla de los brazos y consiguió levantarla porque apenas pesaba cincuenta, agarró el vestido negro ajustado y se lo puso contra el pecho. Emma tomó la prenda mientras la veía alejarse apurada para buscar maquillaje—. Me encontré con Alan hace cinco minutos y me contó que Colin se acostó a dormir como a las ocho; con más razón, tú y yo saldremos a mover ese trasero, a reclamar la atención que se merece tu hermoso cuerpo porque McClain es un inútil de mierda, debería estar follándote a esta hora.

Emma cogió su celular y ahí lo encontró, hace horas atrás:

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Oschner: Ya me acosté

Oschner: Solo quería decirte que me sentí aliviado después de la conversación que tuvimos, no me restó tiempo para decírtelo. Gracias por comprender cuán importante es esto para mí, creo que otra no lo hubiese hecho. Me siento tan bendecido porque estás en mi vida, todo esto sucedió tan inesperadamente, como si alguien allá arriba se hubiese dado cuenta que ya no tenía ganas de apostar amorosamente. Amo tu risa, te juro que la amo, y la extrañé tanto el día de hoy. Espero que mañana sea un día mejor

Oschner: Descansa, ángel

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Vivian le quitó el teléfono y lo guardó en el bolsillo de su short.

—No tengo toda la noche, amiga —le dijo.

Emma se metió al baño para colocarse el incómodo vestido, que le quedaba bastante bien para tratarse de un talle pequeño regular, descubrió que lo odiaba. Le quedaba completamente ajustado, le marcaba las curvas, todo el mundo iba a enterarse del tamaño exacto de su pequeño trasero, sin embargo, lo que más le desagradó fue cómo se veían sus pechos en él; daba una impresión de que ella no podía respirar porque le apretaba demasiado en esa zona, y ella que existía acomplejada por ellos, desde adolescente.

—Santo es el Señor. —Vivian se tapó la boca con una mano al verla hecha una «bomba sexi» y se centró principalmente en sus senos, siempre pensó que le antojaba devorárselos, pero esa noche lo confirmó y solo pudo pensar en que Colin era el hombre más inútil del mundo al abandonarla un fin de semana cuando bien podría estar chupándole hasta los huesos—. Cariño mío, mira lo que escondes ahí debajo.

Emma se ruborizó, —N-no hagas eso y-y-y voy a cambiarme —cruzó sus brazos a la altura de sus pechos y salió del baño, pero Vivian la agarró del brazo para impedir que buscara otra prenda en el guardarropa, no iba a dejar que se quitara ese vestido, a menos que lo hiciera para ella, en la cama.

—No seas cobarde. Esta noche conseguirás varios tragos gratuitos con ese escote. Joder, tu Colin se morirá cuando te vea toda ramera. Vamos, ponte estos zapatos. —le entregó unos altos tacones negros.

—¿T-toda ramera? —necesitó airearse por la boca ya que esa acusación la cogió del cuello, impidiéndole respirar naturalmente, ella no quería que la calificaran como una ramera por usar ese vestido, era injusto.

—Es una forma de decir que te ves sexi, estúpida —perdió la paciencia mientras terminaba de colocarse un labial negro. Emma calificó el atuendo de Vivian como una combinación especial para un funeral punk, no era común verla sin colores fosforescentes—. Diablos, odio cuando te ofendes, Emma. —esa queja despertó a quien estaba tratando de sobrellevar una taquicardia—. ¿Sabes cuál es tu maldito problema? Tu inexperiencia en el planeta Tierra. Has vivido los últimos veinte años en el planeta Inocencia, que ahora no tienes ni puta idea de cómo desenvolverte en esta atmósfera, por eso necesitas explorar el nuevo mundo, necesitas conquistarlo, y no lo harás a menos que pongas de tu parte. ¡Sal de tu burbuja!

No había comida pasada que le cayera peor que cuando la acusaban de andar encerrada en una pompa de fantasía, que la apuntaran con el dedo porque disfrutaba más encerrarse que aglomerarse; su mamá lo hacía todo el tiempo, la regañaba porque no deseaba socializar con sus primos y tíos, le recordaba, a través de palabras hirientes, que el mundo real era aquello que estaba fuera de las cuatro paredes de su habitación. Le dolía que nunca trataran de ponerse en sus zapatos, el cuánto le costaba mantener una conversación en días complicados. Un nudo crecía en su garganta cada vez que la llamaban rara por eso.

Tomaron un taxi minutos después, tenía sentido que Vivian modelara un atuendo completamente negro porque esa noche el ánimo de Emma falleció después de esas palabras, un discurso que supuestamente debió animarla, pero que en realidad produjo un efecto adverso tanto en su mente como en su fisiología. La experta en soltería encendió un cigarrillo, formó aros con el humo que quitó de su boca y giró a colocar el tabaco en la orilla de los labios de la aprendiz, quien le empujó el brazo inmediatamente y echó el cigarrillo sobre el tapizado, la primera lo recogió inmediatamente y la empujó para que «reaccionara».

—Señor, no se preocupe, mi amiga casi no incendia su automóvil con nosotros dentro. —Vivian le golpeó la frente a Emma con un dedo. Emma estaba temblando en su lugar, sus manos temblequeaban como si no hubiese comido en todo el día—. Estás tensa y yo sé muy bien en qué debes pensar para relajarte; ¿cómo es Colin en la cama? No sé porqué celas tanto de los detalles cuando es bien sabido que, si no fuera porque sus amigos no saben que follan, él ya les hubiese contado con lujo de detalles cómo te desvirgó, cómo sangraste, cómo gemiste, todo, así son los hombres. Ahora, escúpelo, ¿cómo es él?

Emma la miró con los ojos aguados, —Él es increíblemente dulce.

—Aburrido —fingió un bostezo. Emma echó una lágrima que no dejó que conociera—. ¿Cómo reaccionarías si te dijera que esta noche podrías conocer a alguien muchísimo mejor que él?

—No quiero conocer a nadie más —susurró.

—Eso es exactamente lo que diría una chica antes de conocer a alguien mejor, y con ese escote conseguirás tu milagro esta noche. Espero que te comportes a la altura de la situación y no me avergüences frente a mis ligues, que tantas horas sin follar me tienen en síndrome de abstinencia.

Emma limpió sus lágrimas y el automóvil aparcó frente a la puerta del club, donde había una larga fila de personas en la edad aproximada del hermano mayor de ella, en la puerta estaba un guardia de seguridad de casi dos metros de altura, se miraba completamente ancho con esa espalda de fisiculturista, sacó de inmediato el cordón bordó del poste delimitador para dejarlas pasar, Vivian le sonrió pícaramente mientras tiraba del brazo de Emma, el hombre fingió no percatarse de la estatura de quien acompañaba a su amante, la rubia bien podría haber tenido unos dieciocho, eso aparentaba, pero el sujeto fingió ceguera.

La vibra de la música chocó bruscamente contra el cuerpo de Emma, junto con el calor sofocante, había humo de cigarrillo, y algo más, como atmósfera antes del techo. Toda la gente estaba bailando y bebiendo, no había ni una sola cara melancólica además de ella. Unos hombres, que aparentaban rozar los treinta, no disimularon el deseo al encontrarse con ese escote, saludaron a Emma, y uno hasta le lanzó un beso para seguidamente reír con un toque depravado. El corazón de ella comenzó a latir como si acabara de correr una maratón de ocho kilómetros, podía sentir como si estuviera latiéndole en el cuello, las manos empezaron a sudarle y las axilas también, la mandíbula le temblaba como sus extremidades, especialmente las manos. Un muchacho cruzó por detrás y ella sintió un roce diferente, sucio, se alejó inmediatamente para pegarse contra Vivian, quien terminó de guiarla hasta la barra de bebidas, la misma saludó al cantinero con una sonrisa y pegó sus pechos contra la barra mientras se acariciaba el cuello.

—Cuatro de lo de siempre, Daniel.

Emma se encontró con la mirada de otro extraño en la barra y no midió sus pasos al acercarse a Vivian para protegerse del ambiente tan desesperante, la chocó y eso enrabió completamente a la segunda.

—Emma —masculló con rechinar de dientes—, estás haciendo exactamente lo que te pedí que no hicieras, estás avergonzándome porque cualquiera en este recinto puede darse cuenta que estás actuando como una que escapó del loquero. Mira —cogió un vaso de chupito que el cantinero le puso enfrente junto a otros tres—, bebe esto, te ayudará a relajarte. —lo dijo mientras sacaba una pastilla.

—Vi, yo n-no bebo alcohol —alejó su cabeza para atrás.

Vivian mordió con fuerza porque no estaba de humor para insistírselo, así que se le ocurrió una idea mejor, comenzó a golpear el mueble con fuerza, llamando la atención de los otros que ocupaban la barra. Los ojos de Emma se dispararon de tamaño mientras le suplicaba que dejara de hacerlo, que parara ya.

—¡Qué lo beba! ¡Qué lo beba! —gritó mientras golpeaba la barra con ritmo, a lo que se le unió cada persona que se encontraba a su alrededor en tanto reían y gritaban con sus diferentes bebidas arriba.

—Vivian, basta. —le suplicó Emma en tono bajo cerca de la oreja, tenía los ojos lacrimosos, estaba viviendo su peor pesadilla—. No puedo beber alcohol porque consumo ciertos medicamentos, por favor.

—¡Qué lo beba! —siguió sin escucharla, pero se detuvo de repente para decirle—: Tonta, mira cómo se hace —colocó una pastilla en su lengua y, a continuación, la tragó bebiendo uno de los vasos de chupito, levantó los brazos cuando acabó y gritó, al igual que el resto de los espectadores—. Es tu turno, Emma.

Agarró un vaso y lo puso en los labios de Emma, quien abrió la boca porque la presión social acabó con sus escudos, no había algo que disparara más su taquicardia y sudoración que cuando era el centro de atención, especialmente en un momento desagradable como ése. Tragó esa bebida desconocida que le ardió profundamente la garganta, la muchedumbre gritó, e inmediatamente Vivian le colocó otro vaso en los labios para que se embriagara de una vez, trató de negarse hasta en lo último, negando con la cabeza y sellando sus labios, pero la otra sabía perfectamente cómo salirse con la suya, continuó insistiéndole un poco más hasta que Emma de nuevo abrió la boca y tragó la bebida, los desconocidos gritaron otra vez, pero se dispersaron al mirar la cara de desagrado de la rubia, quien cubrió su boca como sintiéndose mal.

—¿Ves? No te moriste. —le dijo con desinterés hacia la manera en la que cubrió su boca, pensaba que estaba exagerando, bebió el último vaso de chupito y la estiró del brazo para llevarla a la pista de baile.

Emma se adentró a esa aglomeración de cuerpos sudorosos por pura inercia, no se sentía dentro de sí, estaba atravesando por un momento de despersonalización a consecuencia de la ansiedad excesiva, en el que se sentía como dentro de un sueño, su amiga la estaba cogiendo del brazo, más no lo sentía como algo físico, las personas que tocaba y rozaba, sin intención, se palpaban lejanas, inmateriales, imaginarias. Estaba mareada y sus piernas andaban porque sí, sentía que en cualquier momento iba a caer. Vivian frenó de repente y comenzó a bailarle pegada, rozándole el cuerpo sensualmente, no tenía idea de que Emma se encontraba flotando de una manera desesperante, en la que simplemente no tenía control, su percepción estaba distorsionada, alterada. Necesitaba tomar asiento y beber algo azucarado.

—T-tengo que ir al b-baño —articuló.

—Allá está —apuntó el letrero, sus ganas de acompañarla eran nulas.

Emma tragó saliva mientras una ola de calor se le subía a la cabeza.

—¡D-dame mi teléfono! —reunió valor.

—Ah, no. Ya estás ebria y quieres llamarlo, ¿cierto? —Vivian, quien tampoco se encontraba en sus cabales porque acababa de consumir droga más alcohol, le robó un vaso de cerveza a una mujer y sumergió el teléfono de Emma en él—. Aquí tienes, cariño. —le entregó el vaso con el celular muerto.

Emma respiró por la boca y sacó su teléfono del vaso, seguidamente, sacó energía reservada, para casos cómo ése, y caminó inmediatamente en dirección al letrero del baño. Tenía el corazón en la boca, estaba estresada y demasiado asustada. Chocó contra la puerta de un escusado y se encerró en el cubículo, colocando su espalda contra la pared mientras las manos le temblaban como si estuviese atravesando por un momento de hipotermia, trató de encender el teléfono, pero murió tan pronto lo sumergieron en cerveza. Comenzó a llorar, cubriéndose la cara, porque hacía tiempo que no se sentía tan fuera de sí y no tenía idea de qué hacer para volver a sentirse en la Tierra, cerró los ojos un largo rato, como tres minutos, hasta que la sensación de andar en un sueño pasó a la sensación de un agotamiento extremo, una sedación, producto de la mezcla de alcohol; supo que tenía que encontrar la manera de volver a casa.

Salió del cubículo y del baño, entonces, por poco cayó al suelo por culpa de aquellos tacones que llevaba, pero, jamás contó con la presencia de cierta persona en el club, Jordan la agarró de los brazos antes de que la misma cayera de rodillas frente a unos borrachos, se miraron a los ojos y ella lo abrazó fuerte.

—Sácame de aquí —le suplicó.

Ella estaba usando el vestido que él le regaló en su cumpleaños.

Jordan necesitó cinco segundos para reaccionar, la confusión de encontrarla en el club que habituaba fue como presenciar un milagro, miró a sus compañeros, como queriendo decirles: «me voy y no volveré, así que no me esperen», sostuvo a Emma del brazo con firmeza y la sacó rápidamente del establecimiento. Pero la situación estaba fuera de control para quien deseaba ser el héroe de la noche, Emma estaba temblando y, al mismo tiempo, se miraba somnolienta, tenía el sistema nervioso completamente deprimido, y Jordan buscó la forma de verlo como algo positivo. Él llamó a un taxi y subieron en seguida.

—¿Qué bebiste, Emma? —preguntó.

—N-no sé —llevó una mano a su pecho mientras cada vez se sentía más débil.

—Te llevaré sana y salva a tu dormitorio. —le informó.

Emma se agarró de la cabeza y se inclinó en tanto buscaba una posición cómoda para tratar de calmarse, el movimiento del vehículo comenzó a revolverle el estómago, pronto se llenó de náuseas desesperantes, pero el vómito estaba bien dentro de ella, no pensaba salir tan rápido. Jordan se alejó unos centímetros para no acabar embarrado en vómito de ebria, agradeció demasiado terminar con el viaje hasta casa sin emesis, al igual que el dueño del automóvil.

Se pararon frente a la recámara y, la parte consciente de ella recordó que recogió una llave antes de irse, sacó la llave en cuestión de su sostén mientras Jordan miraba sus senos con apetito, abrieron la habitación y Emma se arrodilló en el suelo cuando ingresó, a lo que él la cogió para sentarla en la cama.

—C-Cole —gimió.

—Ah, quieres a McClain. —la agarró de los hombros con fuerza y la acostó boca arriba, seguidamente, contuvo fuertemente sus ganas de acariciarle los pechos, su mente estaba gritándole para que aprovechara esa oportunidad única e irrepetible, en la que Emma estaba borracha, tal vez drogada, completamente ida y disponible para cualquier toqueteo. Cerró su puño derecho con fuerza y gritó, a continuación, se alejó de la cama y sacó su teléfono para llamar a Colin. Emma cerró los ojos ahí mismo.

En ese momento, Colin se encontraba durmiendo boca abajo, con la mejilla pegada a la almohada en la que estaba babeando, hacía bastante tiempo que no dormía decentemente, su organismo simplemente estaba agradecido porque estaba descansando al fin. Era cerca de la medianoche, había dormido casi cuatro horas, todavía le restaban seis horas más de sueño antes de que sonara la alarma. ¿Seis horas? Bueno, al menos había dormido más de lo que acostumbraba; su celular comenzó a vibrar en la mesa de noche, lo primero que hizo al sentirlo fue pronunciar una mala palabra porque olvidó colocarlo en silencio, suspiró profundamente al cobrar conciencia y, con los ojos cerrados, tiró su brazo para alcanzarlo sin moverse de su lugar, consiguió cogerlo y que su dedo se deslizara correctamente sobre la pantalla para atender la llamada porque no abrió los ojos para nada, colocó con desgano el celular sobre su mejilla.

—¿Qué? —respondió, malhumorado.

—Hola, Colin. Lamento interrumpir tu programación de estudio de sábado por la noche.

Colin frunció el ceño y se acostó boca arriba, —¿Jordan?

—El mismo. Tengo a tu chica, está muy borracha, en su cama y clama por ti, por algo será —contestó burlonamente mientras veía cómo Emma dormitaba boca arriba—. ¿Qué te gustaría que le haga por ti?

Colin abrió los ojos y tiró las sábanas al levantarse de inmediato, —Seré completamente claro contigo —comenzó a decir mientras se ponía un pantalón de algodón—, ni un puto pelo, Jordan, será mejor que no le hayas tocado ni un puto pelo porque te juro, maldita sea, te juro que no volverás a ver la luz del día.

—¿Me crees tan estúpido para tocarla y luego llamarte? ¿Crees que no sé que tu papá les mama a jueces? Uno debe estar loco de remate para meterse con las pertenencias de un Oschner, calma.

Colin colgó la llamada inmediatamente después de escucharlo, agarró una camiseta blanca para terminar de vestirse y sacó del pequeño refrigerador de Eugene una botella de jugo de naranja, salió del cuarto tan rápido como pudo con sus pantuflas en los pies. No había porción clara en su mente, todo en él estaba confundido; ¿por qué Emma estaba borracha?, ¿por qué Jordan estaba con ella? Ni siquiera podía imaginar una respuesta. Estaba estresado, furioso y ciertamente asustado ya que, más que antes, conocía que Emma consumía medicamentos que le restringían completamente el consumo de alcohol.

Encontró el cuarto abierto y Jordan lo recibió informando:

—Dice que tiene náuseas.

Colin soltó la botella y el teléfono que sostenía y corrió para sentarla inmediatamente, gritó:

—¡Imbécil! ¡Pudo haberse ahogado con su vómito! —se quejó principalmente porque Emma estaba acostada boca arriba, le apartó el cabello para mirarle la cara, estaba pálida y no podía sostener su mirada porque los ojos se le cerraban, la sacudió un poco—. Emma, ¿por qué bebiste? ¿Me oyes?

—Toda tuya. —le dijo Jordan antes de retirarse, cerrando la puerta, desobligándose de la situación.

—N-no puedo vomitar —respondió una Emma somnolienta con náuseas desesperantes.

Colin reaccionó de inmediato, la llevó al baño y la arrodilló frente al retrete, a continuación, le metió un dedo en la boca para provocarle el vómito y lo consiguió tan sencillamente; Emma comenzó a vaciar su estómago mientras lloraba porque vomitar siempre la desesperaba, era la clase de persona que prefería sentirse mal antes que provocar. Colin la sujetó de la cintura mientras la cogía del cabello como tenaza.

—Corazón, está bien, te sentirás mejor. —la consoló.

El vómito cesó y ella comenzó a temblar porque el esfuerzo la debilitó, secó sus lágrimas con sus antebrazos y se sostuvo del lavado con una mano. Él abrió el grifo para mojarle en la nuca, también la cara, en un intento por aliviarla, a continuación, la llevó hasta la cama para sentarla y se colocó de cuchillas frente a ella, agarrándola de las rodillas mientras la miraba, todavía asustado, preocupado.

—Te sientes así porque probablemente la clase de droga que consumes más el alcohol redoblan la sedación. Estarás bien, pero no vuelvas a hacerlo, Emma, esto que hiciste fue tan estúpidamente peligroso —miró el escote de ella, ese vestido, ella jamás se vestiría de esa manera, tampoco bebería a menos que alguien más la obligara. Emma sollozó al escuchar una porción de ese regaño y Colin se puso de pie para sentarse a su lado y abrazarla—. Por favor, dime que Vivian no te obligó a hacer todo esto.

Emma no contestó, estaba demasiado ida para pensar, y Colin jamás deseó tanto el daño hacia una persona, quería que Vivian obtuviera su merecido de la peor manera posible, él sabía perfectamente que Emma estaba en esas condiciones por culpa de la pelirroja porque ¿quién más la vestiría de esa manera?, ¿quién más la arrastraría a una fiesta? Claro, la compañera de cuarto más enferma del mundo, la drogadicta, la hipersexual, la mujer más tóxica del planeta Tierra.

—N-no tenía agua. —Él se levantó para recoger el jugo y su celular del suelo, destapó la botella y se lo colocó en la boca para que bebiera, y así lo hizo, aunque se atragantó en medio—. Tranquila, mi Emma.

Prosiguió a quitarle los zapatos y se quedó mirándole el vestido por un par de segundos.

—¿No quieres cambiarte? —le preguntó, porque aparentaba que no podía respirar dentro de esa cosa.

Emma asintió, mareada.

Colin buscó el pantalón de dormir de ella junto con una pequeña camiseta blanca, la miró un segundo, ahí, sentaba en la cama con los ojos entrecerrados, tomó aire y le quitó el vestido por arriba sin mirarla demasiado, le colocó la ropa de dormir e hizo que se acostara de lado, con una almohada para abrazar.

—Mañana volverás a sentirte bien —susurró, animándola, aunque no estaba seguro si lograba él ingresar por los oídos de ella, se agachó para acariciarle el cabello y poco a poco se arrodilló al lado en el suelo.

—A-acuéstate a m-mi lado —susurró con los ojos cerrados.

Colin miró la cama, no quería hacerlo porque ella no estaba consciente, Emma le pidió que se acostara inofensivamente a su lado, pero ellos solo habían compartido cama en dos ocasiones, y en las dos ella estaba en su juicio, demonios, le había parecido suficiente tener que desvestirla y cambiarla, nada de lo que andaba pasando le resultaba cómodo porque ella estaba borracha, sabía que, de encontrarse consciente, ella estaría completamente avergonzada e incómoda, ruborizada hasta en la frente, no quería imaginar la cara que pondría al día siguiente, cuando él le contara lo que pasó, no quería verla sintiendo vergüenza como si fuese un motivo para tenerla; él culpaba a la drogadicta, todo lo que pasó, y lo que pudo haber pasado, era culpa de Vivian. Tímidamente subió a la cama, trepó por encima de ella, y se acostó del lado de la pared, a continuación, la volteó para recostarla sobre su pecho y le acarició el brazo.

Si tan solo ella se hubiese dado cuenta de que estaba cumpliéndose lo que tanto deseó horas atrás; estaba sintiendo los latidos del corazón de él, sintiendo su calor corporal mientras recibía dulces caricias en el cabello. Él estaba mirando el techo, rebobinando la situación, ¿realmente le metió un dedo en la garganta para provocarle el vómito? Quizá debía contarla como la segunda vez que intimaban. Pero ¿en qué momento terminó acariciándole el cabello a una Emma borracha? Si hacía horas estaba tan calmada.

—¿Por qué accediste a salir con ella? —tanteó, susurrando.

—L-la soltería —musitó, como últimas palabras antes de quedarse dormida.

—¿Q-qué?

Ani informa: que le gusta el drama, muchos ya lo saben de memoria. 

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