Cry Baby!

By DarkRoom098

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Difícil es la vida para Izuku cuando descubren que su madre tiene cáncer y que cada quimio que necesita cuest... More

Prólogo:Trouble
Capítulo I:Colors
Capítulo II:Love Is A Bitch
Capítulo III:Entertainer
Capítulo IV:|Sacrifice| ¿Y cómo es que cuando me besas, me conviertes en esto?
Capítulo IV (II):|The Sinner|Mi debilidad es un hombre que me puso de rodillas.
Capítulo VI:Something's Gotta Give
Capítulo VII: Lost In Japan
Capítulo VIII: River
Capítulo IX:|I Feel It Coming|Puedo verlo en tus ojos...
Capítulo X: |Halo|" Y ellos ni siquiera hicieron algún sonido"
Capítulo XI:|Robbers|
Capítulo XII:|Feel It Twice|
Capítulo XIII:|Black Lead|
Capítulo XIV:|The Dream Synopsis|
Capítulo XV:|50 ft.|
Capítulo XVI:|No me olvides aunque este agonizando en tus brazos|
Capítulo XVII: Dolor y aquel sentimiento culpable que nos hace mentirosos
Capítulo XVIII: Justo detrás de todo lo que eres.
Capítulo XIX: All Too Well
Capítulo XX: Dios, sabes que lo estoy intentando
Capítulo XXI: Estaremos Bien
Capítulo XXII: Déjame ayudarte
Capítulo XXIII: Solo Una Mano
Epílogo: Que manera tan celestial de morir

Capítulo V: |Pillowtalk| Sí, comportamiento imprudente.

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By DarkRoom098

Ojos rojos, honestos y llenos de un deseo que no podría competir con su inocente fuerza de voluntad para negarlo. Ojos castaños, perfecta mentira de la mente ante el tiempo. Izuku inconscientemente lo sabía, nunca dijo que serían amigos... Probablemente el comportamiento imprudente era producto de algo más. Algo que temía aceptar.

×==×==×==×

Cuando abrió los ojos, la ruidosa noche de la ciudad reinaba sobre la habitación. Dándole una penumbra tupida que era bien complementada con los muebles oscuros. Intentó levantarse de la mullida cama estando acostado de estómago pero varias partes de su cuerpo ardieron al primer intento de movimiento. Su trasero levemente irritado, sus nalgas amoratadas por los dedos y sus muslos ante el choque, era un desastre. Para empeorar más la situación, su mandíbula también dolía. Había jugado cientos de veces con juguetes, hacerle sexo oral a un pene real era diferente en muchos sentidos. Nunca había una mano acunando su nuca para mantener el movimiento... Más si le gustaba ser sometido y no sabía reconocer su propio límite al hacerlo, en partes estaba culpándose a sí mismo, y en otras también culpaba al placer que parecía doblegar sus dolores e intenciones racionales de entenderse.

No había remedio.

Mordiéndose el labio inferior, finalmente se enderezó en la cama. Katsuki no estaba ahí y todo lucía limpio. No estaban las plumas de la almohada que rompieron hace unas horas o las manchas de sudor y líquido seminal que dejaron como evidencia en las sábanas. Tampoco estaban los condones usados, nada que evidenciara lo que había ocurrido, excepto por sus dolores y las marcas que veía a simple vista en su cuerpo. Se acercó al borde de la cama para caminar, había una nota junto a una botella de agua y pastillas. Probablemente analgésicos, Izuku tomó dos de ellas y vio la letra manuscrita en el papel. "Fuí al gimnasio, te deje ropa limpia que creí te quedaría bien. Si no te apuras, podemos cenar juntos". Un dolor se acopló en su estómago al terminar de leerla, no podía hacer eso. Ya se había comprometido lo suficiente, lo mejor era irse de ahí antes que llegara.

Cómo pudo, entró a una puerta que pensó sería el baño, se equivocó. Era el vestidor más grande que hubiese visto en su vida. Con toda la ropa que Bakugō poseía, cada prenda yacía pulcra y ordenada de tal manera que Izuku prefirió inmediatamente cerrar la puerta. No debía desordenar, ya había notado que era dueño de cierta tendencia maniaca a la limpieza. Al otro extremo de la habitación estaba el baño, entró cojeando y lo primero que vio fue su reflejo de cuerpo completo. Su sangre se heló y la sensación de pánico se apoderó completamente de su mente, ¿cómo pudo quedar así? Poseía moretones en las caderas, en los brazos, en las nalgas y en sus piernas. Todos hechos por los dedos contrarios, su cuello y pecho estaban repletos de chupetones. Hasta la piel alrededor de su pelvis; asustado alzó un poco su pierna para verse su ano en el espejo. No estaba tan hinchado como la primera vez que usó un juguete, incluso lucía normal. Quizás el dolor que sentía era más emocional que físico. Sobretodo porque había perdido su virginidad anal... Esperando que las marcas salieran con el agua caliente, se adentró en la ducha. Un buen chorro de agua fría al principio fue lo suficiente para despertarlo; tenía que parar de comportarse como un idiota. Había cometido un gran error y ahora su cabeza no paraba de pensar en las posibilidades dramáticas. De lo malo que podía sacar de ello, del fantasma en su cuerpo y esa sensación de agradable descanso. Fue demasiado buena su experiencia, y eso era lo que más lo mantenía en vilo. No paraba de pensar en ello. Al cabo de unos minutos los analgésicos hicieron su efecto y nada le dolía, solo el corazón al imaginar el rostro de Ochako y su madre. Entonces recordó las palabras de Katsuki...

Ellas no tienen que enterarse.

Era lo mejor, si pudo mantener en secreto su vida como camboy por muchos meses. Podía hacer lo mismo con su aventura al lado de Katsuki. Era cosa de ser responsable con sus cosas, e iba a dar el primer paso con ponerle una clave de bloqueo a su celular. Ochako no podía entrometerse más, todo era por su seguridad emocional. Cuando se echó shampoo en la cabeza, no sintió la puerta abriéndose. El vapor del agua tampoco ayudó a que notará el cuerpo al otro lado del baño, simplemente siguió limpiándose cada centímetro que consideró sucio. El rubio lo vio mientras se quitaba la ropa con sudor, no hizo ningún sonido hasta que estaba desnudo y se aproximó a la puerta de la ducha. Fue tan lento que Izuku aún no lo notaba, fue entonces que se adentro y cerró la puerta de golpe. Saltó, el chico saltó pero fue atrapado por los brazos y esa sonrisa que desnudaba su vertiginosa vergüenza.

—Te tengo en mis manos, CryBaby—dijo Katsuki acercándose, lo suficiente para depositarle un beso. Aunque no lo hizo, entre el vapor y la espuma, simplemente lo miro.

—Me asustaste, pensé que llegarías más tarde.

—Bueno, lo siento si tuve que frustrar tus planes de Cenicienta, pero la nota la escribí a la seis y son las nueve. No es mi culpa que duermas mucho, tu oportunidad de escapar ya fue—desplazó a Izuku del chorro de agua y se mojó, tomando la esponja y echándose jabón líquido. Disfrutando del agradable calor en sus músculos cansados. Los ojos verdes vieron como recorría su cuerpo con el trozo de esponja, tan tentativo que tuvo que darse la vuelta para no tener un problema en su entrepierna—. ¿Eso es un desafío? Soy bastante buenos con ellos—Katsuki susurrando tomó sus caderas, y lo acercó hasta la suya. Izuku notó la leve erección rozando sus nalgas, su estómago se contrajo y trató de pensar en algo diferente. Aún así, todo era traición en su mente.

—Es increíble, tantas veces anoche y pensé que no se movería más. Está más viva que nunca—Katsuki lamió el hombro de Izuku, deslizó sus manos hasta acabar con ambas en su miembro levemente duro, lo acarició levemente. No hacía falta mucho para que realmente estuviera erecto.

—Bueno, tienes que agradecerle al lubricante de naranja. Tenía unas cuantas cosas que ayudaron—Izuku se encorvo, lo suficiente para restregarse en contra de la pelvis de Katsuki mientras recibía sus caricias expertas, mordió su labio y juró entre dientes. Su voz, cada tacto y esa sensualidad en sus palabras lo hacían perder la falta de seriedad. Debería estar yéndose, debería estar llamando a su novia para asegurarle que estaba bien. Qué su supuesto viaje a otra ciudad para ver hospitales para su madre estaba perfecto, que probablemente estaría en casa cuando el alba tocase su ventana... Pero era difícil confesarle que en ese momento se derretía completamente bajo el tacto, bajo su voz y esa forma de tenerlo en un paraíso que lucía similar a una zona de guerra.

—Ahora yo necesitaré más ayuda con ello—susurró Izuku dándose la vuelta para observar sus ojos, tomando la mano derecha de Katsuki para guiarla hasta su trasero. El rubio no se hizo esperar...

Ambos se acorralaron en una de las paredes del baño, aferrándose a la piedra y la piel. Encontrándose nuevamente entre besos y gemidos genuinos, Izuku supo que debía ir más allá cuando su propio trasero hormigueaba por atención. Una sola mirada a los ojos rojos y su nuevo compañero de cama lo entendió tan perfecto que lucía como un pecado lujurioso, se alejó y posicionó su glande en contra de su ano. En contrario sobre su propio límite, un susurro placentero y el sonido de las caderas encontrándose era sinónimo de un eco extasiante. Verdes viéndolo a través del reflejo, sirviéndose de la vista de su compañero de universidad. Viendo cómo sus músculos se tensaban al penetrarlo, como sus grandes pectorales subían y bajaban en busca de oxígeno. De fuerza para continuar, para complementar su cuerpo con deseo. Cerró sus ojos por unos momentos, recordando el aroma a naranja y sus palabras...

—Anoche, ¿usaste afrodisíacos?—pronunció entre gemidos, su cabeza iba y venía en relación al vaivén de sus caderas. Emborrachando sus pensamientos con sensaciones eléctricas, Katsuki tomó su cabello y lo acercó hasta su pecho, profundizando aún más el tacto, rozando su próstata y nunca quejándose del agradable y lujurioso calor alrededor de su polla.

—¿Te pones a pensar en eso mientras te meto la polla hasta el fondo? Eres irreparable, Izuku Midoriya. Un jodido nerd de mierda—en un lapso de dos minutos, no le dió tregua alguna por sus palabras. Sus caderas se volvieron locas y dejó de pensar, dejando de tal manera a Izuku que éste no pudo articular ninguna palabra. Solo pensamientos banales relacionados a la palabra "más"—. No, no usé afrodisíacos nerd. Son cosas naturales que ayudan a mantenerla parada por más tiempo, no es como si necesitase algo para tenerla así. Para eso existes tú.

—Kat...—susurró placenteramente Izuku cuando Katsuki tomó su polla y la bombeó mientras seguía entregándole todo en su culo.

No pararon, continuaron formando una melodía alrededor del placer. Entre caderas, entre besos incómodos y tactos que no poseían garantía alguna sobre la fidelidad. Katsuki no logró continuar más cuando el cuarto de hora seguía en pie, Izuku temblaba de placer en la puntillas de sus pies y nada faltó más que una contracción en su interior por el orgasmo que acabó en las manos del rubio. Cómo muchas ocasiones anteriores, en consecuencia de su orgasmo, él del contrario se desplazó de su trasero hasta acabar en sus muslos. Cayendo tan lento como el beso que se aproximó al finalizar, pausado y con un sentimiento que no poseía comparativo. No había nada igual, nunca lo hubo y nunca lo habrá. Solo ellos dos.

—Diablos, si vas a asaltarme en el baño, trae un condón contigo. Es difícil sacarlo todo—Izuku cortó el beso con las mejillas rojas, se acercó al chorro de agua caliente y se limpio los excedentes de semen en sus piernas y glúteos. Katsuki se acercó y lo observó, como si quisiera pedirle permiso. Un poco irónico, pensó Izuku.

—Que odioso eres. Me haré cargo, date vuelta—Izuku lo hizo, se dio vuelta para mostrarle el desastre que había hecho su miembro. No obstante, no esperaba que la lengua de Katsuki lo limpiara más allá de su propia intimidad. Lo malo, en vez de alejarse como lo haría una persona con todos sus sentidos buenos, se quedó ahí. Siendo "acicalado" por su vertiginosa lengua. Cuando el rubio acabó de acariciarle y besarle el ano, sonrió al levantarse.

—No hay mejor proteína—Izuku lo golpeó y se echó más shampoo en su cabeza, el anterior se había corrido con el vapor y el movimiento de caderas.

—Era la tuya, inteligente—Katsuki imitó su acción.

—Exacto, la mejor. Claro, después viene la tuya. Y solamente porque es un poco dulce.

Las bromas entre ellos surgían tan naturales que Izuku no podía creer que hace unos días eran perfectos desconocidos. Bueno, no tanto por culpa de CryBaby, pero era tan poco lo que conocía de su persona que le inquietaba... Y eso solamente lo volvía más ansioso. Quería conocerlo, saber más de su vida y todas esas cosas que consideraría innecesarias en otra persona. Y temía por aquello, no lo consideraba ahora un trabajo. De hecho, veía sus ojos rojos y solamente contemplaba una nueva aventura en su rutina. Una forma de ser feliz a su lado. Claro, de no ser por el dinero en su cuenta bancaria, su linda novia y la sociedad desaprobando su aventura... Aún así, no lo entendía, ¿cómo Katsuki podía ser abiertamente gay y no poseer temor por ello? Pero antes de eso, tenía otra duda más resonante en su cabeza. ¿Por qué de todas las personas en el sitio? ¿Por qué él? ¿Qué le vió? No se consideraba especial, en lo absoluto.

—¿Por qué me elegiste a mí de todos? ¿Has visto a Sparking boy?, él es increíble y hermoso—comentó Izuku mientras secaba su pelo, no lo hacía bien porque poseía un dolor que limitaba el movimiento de sus brazos. Katsuki se acercó y le quitó la toalla, secando con cuidado sus cabello. Asegurándose de no ser tan brusco, porque de cierta manera se sentía culpable. No deseaba dejarlo tan adolorido, es solo que necesitaba sacarse la ganas de su mente y cuerpo... Lo cual no funcionó, porque deseaba más. Cómo nunca antes con una persona. Claro, excepto una.

—Pero él no es tú—susurró dejando la toalla a un lado para enfocarse en su cuerpo y echarse loción hidratante en la piel, Izuku tomó su mochila y también hizo lo mismo. Pero con su propia crema, porque ambos poseían distintos tipos de pieles.

—¿Desde cuándo?—al finalizar, Katsuki fue por un pantalón cómodo y también una playera negra con un diseño blanco de calavera en el pecho, no vistió ropa interior. Era más cómodo así para él. Al acabar de vestirse, le tomó unos momentos responder, pero después de todo quizá no era tan malo ser honesto en ciertos puntos.

—Muchas semanas, desde que descubrí que tú eras CryBaby. Desde ahí, solamente sustituía mi deseo por ti en otras personas. Pero, hay cosas que no pueden ser sustituidas—las mejillas de Izuku se tornaron rojas al igual que los ojos que lo observaban con atención, su corazón se aceleró y el sentimiento de sentirse especial y apreciado por Katsuki lo hizo jugar nerviosamente con sus manos. El rubio lo observó hacerse un ovillo de nervios ante sus palabras, quizás fue muy directo.

—¿Las mujeres nunca fueron suficientes para tí?—susurró Izuku mientras trataba de vestirse, cayó al suelo al enredarse en sus propios pasos. Su trasero rebotó en la alfombra de la habitación. Katsuki se acercó y le tendió una mano, ese lindo trasero no debía ser maltratado.

—No mujeres, solo hombres—lo atrajo hasta su altura, notando en sus ojos verdes un color que nunca antes había visto. Había algo de turquesa en ellos, solamente se podía apreciar cuando se oscurecían. Probablemente porque veía algo que le gustaba, aunque Katsuki sabía que él nunca aceptaría su homosexualidad. Y mucho menos su gusto por él.

—¿Siempre has sido gay?—la mirada sobre sus labios, esos que habían recorrido tantas partes de su cuerpo la noche anterior lo hipnotizaban. Izuku se hallaba en los brazos de la encrucijada, de Katsuki y su manera de hacerlo caer de rodillas ante todo. Absolutamente todo. Corrió la vista, no. No podía dejar que él tomara nuevamente el control de sus impulsos.

—Si, nunca me calentó un par de pechos—Katsuki lo soltó, le ayudó con sus cosas sin hacer contacto visual. Luego fueron hasta la cocina del departamento, a Izuku le sorprendía el nivel de detalle y elegancia en las cosas. Había escuchado que la familia Bakugō era rica por sus grandiosas firmas de abogados, nunca pensó que él poseyera tanto dinero. Aunque pensándolo con detención, era el único heredero. Y sin posibilidad de tener hijos por su opción de vida... Quizás era un poco solitario.

—¿Cómo te diste cuenta? ¿Cómo lo tomó tu familia?—Izuku se sentó en uno de los taburetes de la isla y observó a Katsuki. El rubio recordó esos días con nostalgia, cuando aún no conocía el dolor de la deshonestidad.

—Tenía catorce, era un montón de ira acumulada en dos patas. Mi profesor de educación física era nuevo y tenía como veintiocho, estaba bueno. Tenía una buena polla—Izuku sintió un extraño calor en su estómago. Fue peculiar, pero se aguantó las ganas de manifestarlo—. Después de terminar con una clase, todos se fueron a bañar. Yo me quedé en el gimnasio un rato más, ordenando las mierdas de mis compañeros. Hasta que él se me acercó y me dijo que seguiría solo, le hice caso pero ví una pequeña gota de sudor cayendo por su cuello. Al llegar a las duchas tenía una erección, no podía hacer nada para bajarla. Solo me masturbe pensando en él, después de ese día se lo dije a mi vieja. Ella me cambio de colegio a uno donde habían más mujeres que hombres y me exigió que siguiera mis estudios, no le importaba que fuera gay. Ella quería que terminara con honores en la escuela, lo hice bien hasta que...—se calló, contarle a Izuku sobre Shindou no era buena idea. Ni siquiera podía pensar en él sin sentirse traicionado. Ese característico dolor—. Bueno, mi familia se lo tomó bien. Más mal se tomaron que quisiera ser ingeniero y no abogado.

Era extraño ver que Katsuki ocultaba algo más por el hecho que siempre escupía palabras groseras y sentimientos ariscos. Aún así, estando frente suyo en la intimidad de su departamento, no veía nada de eso. Cómo una máscara que vestía para no entregarle la oportunidad a los demás de hacerle algo... Izuku pudo ver más allá, y se dió cuenta que algo había ocurrido. Qué alguien le había hecho daño y probablemente fue un hombre. Un chico que le tomó el corazón y se lo hizo añicos. Saber que detrás suyo había un hombre inseguro y que usaba su rostro malévolo para aparentar era curioso. Hacía nuevamente a Izuku desear conocerlo más, internarse en sus entrañas y averiguarlo todo... Al acabar con sus pensamientos, el rubio tomó una fuerte exhalación y golpeó la isla para tomar toda la atención de su amante. Los ojos verdes lo miraron, atentos a cualquier señal.

—Te voy a dar un consejo Izuku—ahora que habían cruzado la línea de lo personal, todo cobraba un sentido diferente. La posibilidad de que algo saliera mal era alta. Demasiado para su propio deseo—. Usa anticonceptivos orales masculinos.

—¡¿Qué?! No soy mujer, no me embarazo—Izuku sonrió pensando que era una broma, el semblante amenazante de Katsuki no cambió. Lo cual fue una alerta en su cabeza.

—Tú no, pero ella sí—Katsuki se movió por la cocina, sacando vegetales del refrigerador y lavándose las manos en el fregadero para empezar a cocinar.

—No entiendo, ¿cómo eso puede significar algo?—Katsuki observó a Izuku, había cierto dolor en sus ojos rojos mas sus palabras estaban repletas de energía.

—No conozco bien a las mujeres, pero sí sé algo viendo el comportamiento de mi vieja. Cuando tienen miedo de perder algo que creen que les pertenece son capaces de hacer cualquier cosa para enmendar un error. Si no quieres cambiar pañales cagados antes de graduarte, deberías tomar anticonceptivos masculinos—Izuku negó, era imposible, él no podía estar pensando que Ochako era capaz de hacer algo tan malévolo. Ella no tenía nada que temer.

—¿Por qué crees que Ochako sería capaz de hacer algo así? Ella no es como crees que la ves, ella es increíblemente...—antes de que pudiera terminar con sus palabras, Katsuki lo interrumpió. No podía oír más, Ochako no se merecía el entendimiento y la buena imagen de su novio.

—Tú no has escuchado lo que ella dice de ti y los demás a tus espaldas, quizás deberías ver más allá de tu pequeña nariz. Eso te diría mucho de la persona con la cual te acuestas. Ella no es el ángel que crees que es—Izuku se acordó de ciertas ocasiones en donde ella había hablado mal de sus amigas, incluso de algunas en donde más de una persona la había mirado con desprecio y dolor en la universidad. Nunca entendió aquello, siempre la vio como una hermosa chica. Bien portada y con las ideas bien puestas. Apegada a la realidad. Katsuki sonrió débilmente, la duda ya había sido infundada. Era cosa de tiempo para que él realmente se diera cuenta de la verdadera Ochako—. Saliendo del tema, ¿te gustan las verduras salteadas con carne?

—Sí, te ayudaré con eso—Izuku dió un paso adelante en la búsqueda de la libertad emocional.

Uno importante, la duda.

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