• LOBO NEGRO • 》Jeon JungKook...

By RamenDePollo

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Kim ________ desde pequeña tenía el sueño de toda niña: casarse con un principe azul, tener 5 bebés y una cas... More

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By RamenDePollo

Mentiría si dijera que la cena estaba siendo un desastre, o que era incómodo. Lo que en realidad pasaba era lo siguiente:

SangJun estaba comiendo en silencio y entre sonrisas, disfrutando de la comida que mi madre había preparado, encantado con el sabor mientras llevaba sus curiosos ojos de aquí para allá observando cada detalle de todos los que nos encontrábamos en la mesa, y sus mejillas regordetas llenas de comida. Siempre era lo mismo con él.

TaeHyung mantenía platicas en realidad para papá, hablando sobre el trabajo, y obteniendo ambas partes un entendimiento de lo frustrante y cansado que era el trabajo mientras iban a la mitad de su plato, haciendo expresiones y usando palabras de las que ellos solo podían entender al parecer, sin embargo, eso era común en ellos.

JungKook hablaba con mi madre tan a gusto, que solo me les quedaba mirando mientras sonreían y se decían alguno que otro cumplido por parte de Jeon haciendo reír a mi madre para después ella voltearme a ver y hacerme caras de que tenía su aprobación.

Claro que JungKook se había dado cuenta de ello, se giraba para verme y guiñarme el ojo de vez en cuando, aunque solo obtenía de mi parte que rodara los ojos.

Odiaba admitirlo, pero parecía buena persona detras de su fachada de amenaza contra mí.

La forma en la que estábamos sentados en la mesa era la misma de siempre, exeptuando que JungKook estaba aquí. Papá en la cabecera de la mesa, mamá a su lado izquierdo, a un lado de ella se encontraba SangJun, del lado derecho de mi padre, estaba TaeHyung, a un lado de él estaba yo, y por último en el otro extremo de la mesa, enfrente de mi padre, estaba JungKook, ya que era el único lugar vacío.

—Bueno, basta de hablar de mí. ¿Qué tal tú? ¿De dónde eres?— preguntó mi madre sonriendo, llevandose un bocado de comida.

—Sí, JungKook, yo tampoco sé eso. Deberías de contarnos sobre tí.— Sonreí ampliamente obteniendo una mirada de parte del pelinegro.

Entonces mi interes comenzó a asomarse sin discreción por mi cara, con un alzamiento de ceja y una sonrisa un poco burlona, esperando a que contestara. JungKook se dió cuenta de mi cara y después pude sentir su mano en mi pierna, sercas de la rodilla entre mis muslos, haciéndome exaltar y abrir mis ojos, dejando salir un gritito ahogado por el susto de su fría mano.

Mi madre me aventó una mirada molesta para que me comportara y dejara de ser mal educada, y despues volvió a desviar su atención a Jeon, esperando también.

—Soy de Busán. Pero estoy en Seúl desde que tengo 12 años.— sonrió mostrando sus dientes.

—JungKook, déjame.— hablé en voz baja solo para que él pudiera escuchar. Y volvió a mirarme.

—Busán, lindo lugar. ¿Y por qué se cambiaron para acá? Claro si se puede saber.—

—JungKook, basta.— hablé esta vez más fuerte llevando mi mano sobre la de él para quitarla.

Era sorprendente el cómo tenía la fuerza para aparentar que no lo movía ni siquiera el aire.

Lo miré de mala gana, cosa que mi madre pudo notar después de mirarme acusadoramente para que dejara de ser grosera mientras seguía yo en mi intento de quitar su mano disimuladamente. JungKook mantenía su agarre firme y no estaba ayudando.

—Hijo de...— no terminé cuando JungKook alzó una ceja retadoramente, chocando su lengua con el interior de su mejilla.

Entonces apretó fuerte su agarre, provocando un dolor horrible en mi pierna con las llemas de sus dedos. Aquéllo me hizo gruñir de dolor y después pellizqué su mano obteniendo que por fin me dejara, aunque de todas formas, parecía no estar afectado por mi ataque. Agaché mi cara recargandola sobre mi brazo en la mesa, para ocultar las ganas que tenía de llorar por el maldito dolor que estaba aún en mi pierna.

—Oh, ________, deja de ser maleducada en la mesa y comportate. JungKook es un invitado.— la voz de mi padre sonó del otro lado de la mesa, reprendiéndome.

¡Sí! ¡Pues tu maldito invitado acaba de lastimarme! ¡EN LA PIERNA!

Las ganas de querer gritarle aquello que estaba pensando no me sobraban, pero no iba a cometer alguna estupidez y que después JungKook me vendiera en pedacitos a sus amigos para que pudieran comer gustosamente.

Me coloqué derecha en mi lugar e hice una pequeña reverencia como disculpa por abandonar la mesa y enseguida lo hice. Si hablaba mi voz se deformaría y no quería eso. Pude escuchar a mi padre llamándome para que regresara, pero ni loca volvía a sentarme a un lado de JungKook, de todas formas, ya había casi terminado mi plato y estaba satisfecha.

Cuando por fin estuve en el baño encerrada dejé salir el quejoso sonido de mi garganta sin mucho escándalo, y dejé que unas pocas lagrimas salieran de mis ojos para permitirme relajarme un poco. No dudé tampoco en bajar mi pantalón a la altura de mis rodillas y ahogué un grito contra la palma de mi mano cuando miré la zona de mi muslo totalmente roja, y dentro de ella los evidentes dedos marcados de Jeon de un color morado claro. Para apenas a ver pasado menos de 3 minutos desde aquello, ya había una marca, y eso significaba que la marca se iba a hacer más grande.

¡Maldito perro de mierda!

Corría la suerte de que los próximos dos días estaría en mis días de descanso y no tendría que usar las faldas de mi trabajo. Sin embargo, dudo que la hematoma que se estaba formando rápidamente se quite en dos días.

Solté aire para después arreglar mi ropa, mojé mi frente y mi nuca, arreglando también mi cara para bajar mi enojo y las aún enormes ganas de gritar, solo que esta vez en contra de JungKook. Aunque aún no se me bajaba el enojo – por obvias razones – estaba como nueva; no había rastro de dolor, o lagrimas, o enojo en mi cara.

Salí del baño y después de pasarme las manos por la cara nuevamente y soltar más aire por mis labios, tomé camino de nuevo al lugar de donde provenían algunas risas nerviosas y unas disculpas de mi padre al parecer. Rodé mis ojos pero mi cara se transformó enseguida cuando estuve ahí, solo que esta vez, me quedé parada detrás de mi hermano, dejando mis manos en sus hombros. Él enseguida volteó a verme, como todos los demás.

—Que grosería de tu parte, ________. Te he llamado varias veces y sobrepasaste mi autoridad.— la voz y ceño molesto de mi padre comenzó antes que cualquiera.

—Lo siento, es solo que me he estado sintiendo mal del estómago, y tuve náuseas. Sólo necesitaba un momento en el baño, pero enserio lo siento.— mentí. Y claro que lo hice mirando el cabello de TaeHyung mientras peinaba este. —Pero estoy de vuelta, lamento las molestias, padre.— me disculpé y TaeHyung volteó a verme nuevamente.

—¿Estas bien? ¿Quieres irte ya a casa? Si es así entonces vámonos.— Sus ojos preocupados estaban ahí, haciendome sentir mal enseguida por mentir aunque fuera algo insignificante.

Realmente odiaba mentir.

—No, está bien TaeHyung, ya pasó.— le sonreí y besé su cabeza.

—Oh cariño, ¿estas bien? ¿Quieres un té?— la voz preocupada de mi madre me habló y no me dejó hablar cuando ya se encontraba en camino a la cocina.

Sonreí negando y entonces volteé a ver a mi hermano.

—Ah, por cierto, ya tengo las cosas listas para que comencemos con la remodelación, ya sabes, los colores y esas cosas. Tengo todo en casa listo para que comiences a elegir.— le recordé cambiando el tema y él sonrió entusiasmado.

—Bien, hablamos de esto después. Gracias.— llevó una de sus mano a sobre la que yo tenía en su hombro y la llevó a su boca para dejar un pequeño beso. Yo rodé los ojos y quité mi mano, dándole un pequeño golpe en la frente.

TaeHyung era de lo más adorable, tierno y cariñoso conmigo, siempre ha sido así, desde que tengo uso de memoria. Todo el tiempo estaba protegiéndome de quién fuera, y aunque en ocasiones se metía en problemas por mi culpa, siempre hacía lo imposible – o al menos desde mis ojos – para protegerme y que nadie me lastimara. Yo a veces solo le era indiferente, o le golpeaba justo como ahora, pero él igual sabe todo él amor que le tengo y tampoco se queja por ello.

Hubieron ocasiones en donde nos han confundido por una pareja, y depende de nuestro estado de humor solo nos reímos, lo negamos, o incluso han sido alguna que otras donde comentamos que somos hermanos pero que tenemos una historia de amor. Es gracioso ver como todos hacen una cara extraña por el gran tabú del incesto.

TaeHyung es el mejor hermano del mundo. O almenos el mejor para mí. Y adoro cuando tenemos nuestros momentos cursis – que en realidad solo han sido tres veces– y ambos sacamos eso a relucir. Nuestra relación de hermandad es demasiado estrecha y ciertamente única. Él es todo un caso.

—¿Volverás a remodelar? Pensé que habías dicho que eran los colores definitivos que querías.— mi padre le habló a mi hermano y este asintió.

—SangJun rayó las paredes con la muerte de la ex niñera.—

SangJun había dejado de comer después de varios segundos en que captó el disgusto en la voz de mi hermano, y entonces agachó su cabeza para no mirarle a la cara. Yo por mi parte pellizqué a mi hermano y le miré de mala forma para rodear la mesa, tomar asiento a un lado de SangJun y acariciar su cara mientras la levantaba.

—No le hagas caso, mi príncipe. A mi me gustó tu obra de arte sobre nosotros.— besé su nariz y SangJun sonrió contento con que alguien no estuviera molesto.

No me gustaba que SangJun fuera regañado por rayar unas simples paredes con su imaginación. Él en realidad sólo hacía algo de su pequeño arte, y si la niñera no le caía bien, tiene sus motivos. Aparte, una pared tiene remedio, solo TaeHyung exagera a veces.

—Sí, SangJun, tú padre es un amargado, no le hagas caso.— me apoyó mi padre sonriéndole tiernamente a su nieto. —De seguro coloreaste hermoso.—

—¿Tú también, papá? Eso no está bien.— habló Tae de mala gana.

—Es mi nieto, no puedo regañarlo, estoy para consentirlo.— Se excusó llevándose otro bocado sin dejar de mirar su plato esta vez.

Solté una pequeña carcajada leve por que yo había dicho básicamente lo mísmo cuando miré la obra de mi niño y me volví a SangJun dejando un beso en su mejilla. Pude sentir que JungKook me miraba, estaba atento de mí, me había dado cuenta de eso desde que volví a pisar el comedor, sin embargo había decidido ignorarlo hasta ahora que le había mirado por unos cortos segundos. No nocesitaba hablar para darle a entender con mi mirada que lo quería lejos de mi casa almenos por hoy, y pude percibir una mirada de cachorrito arrepentido.

Patético.

—Toma, mi niña.— la voz de mi madre sonó detrás de mí y me levanté de su lugar para que siguiera comiendo, me mantuve parada detrás de ella cuando se volvió a sentar, y después agradecí por el té.

—Entonces estarás en busca de una nueva niñera.— habló mi padre a mi hermano.

—¿Qué? ¿Otra vez, hijo?— pude persivir a mi madre abrir sus ojos enorme por la impresión en su voz.

—Sí, pero las que he visto no me convencen, hice tres entrevistas y no me ha convencido ninguna.— se quejó y dejó de comer, ya que había acabado.

—Yo puedo cuidarlo en lo que encuentras a alguien, claro, si quieres.— todos volteamos a ver al dueño de la voz en un silencio largo. JungKook parecía ser sincero. —No tengo nada que hacer en este tiempo, aparte, SangJun me cae bien.— se encogió de hombros y yo comencé a negar internamente.

—No creo que...— TaeHyung me interrumpió..

—¿En serio? JungKook eso sería de mucha ayuda. A SangJun también le agradas.— habló mi hermano con una sonrisa, exparciendo algo de alivio en ella.

—¡Sí, JungKookie hyung es genial!— la voz alegre de SangJun resonó mientras elevaba sus puños en victoria y todos los que se encontraban sentados rieron por el acto del infante.

A mí ni me dió risa en absoluto. Me preocupaba de sobremanera por qué JungKook no es precisamente una persona ordinaria, y el miedo inundaba mi cabeza y estómago de solo pensar que podría pasarle algo a mi niño.

—No hay de qué, hyung.— dijo Jeon con una sonrisa de conejo.

Bien, sí es menor que TaeHyung.

La plática entre todos fue después amena, tranquila y divertida de vez en cuando, haciendo bromas por parte de TaeHyung y JungKook como si fueran grandes amigos, cosa que a mi madre le causaba gracia y mi padre, bueno, él se reía de todo. Sin embargo ya era tarde, y yo estaba cansada.

Con ayuda de TaeHyung nos dispusimos a llevar los platos a la cocina y los lavé mientras él secaba y colocaba todo en su lugar, manteniendo una platica amena y tranquila. Y así fue hasta que tuvimos que despedirnos.

🌸🌸🌸🌸🌸

Cuando por fin dejé mi peso caer en el sofá, solté aire desde mis pulmones intentado recuperar fuerzas para levantarme, sin embargo no funcionó y me quedé ahí un rato, decidiendo que subir mis pies al sofá era más comodo. JungKook se unió a mí a un lado de donde me encontraba, pero aún seguía molesta como para siquiera voltearlo a ver. Iba a ser buena persona hoy, e iba permitirle dormir en la cama de TaeHyung y SangJun de cuando se quedaban, pero no lo merecía. Dormirá en el sofá cual mascota que es, y estaba siendo generosa.

—Bueno... Supongo que dormiré en el cuarto de in...—

—No.— fue lo único que pude decir después de levantarme de mi lugar.

Caminé con dolor sobre la pierna en dirección al cuarto que estaba a un costado del mío. Pude escuchar los pasos de JungKook detrás de mí. Seguro molesto o curioso.

—¿Y en dónde voy a dormir?— su voz medio molesta y medio dolida se escuchó detrás, pero volví a ignorarle.

Jalé un banquito enfrente del closet y después bajé una cobija y una almohada de ahí. Esas eran para cuando alguien extra se quedaba, justo como el chico con cara de idiota y mutación de perro.
Volví a tomar camino a la sala y deje las cosas sobre el sofá en el que nos encontrábamos segundos atras.

—Oh por favor, dime que es una jodida broma.—

Ni siquiera le miré, solo rodeé los sillones para poder rodearlo a él y salir de ahí para ir a mi habitación, pero había salido mal. Antes de salir JungKook me sostenía fuertemente de brazo para que lo encarará y le respondiera.

—No me ignores.— habló rudamente.

Yo no dejé de mirarlo con mala cara, ofendida y hechando humo hasta por las orejas, dejando después soltar una pequeña risita para soltarme de su agarre de una manera tan brusca que pude sentir un tirón en el músculo de mi muñeca por el leve forcejeo.

—¿Te crees un puto amo?— pensé que había gritado de lo fuerte que hablé, y sentí el cuerpo de JungKook tensarse en cuanto escuchó mi molestia. —Déjame decirte algo: MI casa, MIS jodidas reglas.— la cara de JungKook por primera vez estaba impresionada. Y debería de estarlo, estaba roja de irá. —Así que vuélveme a tocar de esa maldita forma y te dejaré sin desendencia.— mi voz sonaba incluso desconocida para mí, pero en cuanto había tenido la oportunidad ya estaba en marcha a mi habitación hecha una furia.

Y me hubiera encantado decir que después de eso dormí como un bebé y que pude disfrutar las horas de sueño que me estaba brindando mi día de descanso. Pero no todo es miel sobre ojuelas. Sentía como si apenas hubiera pegado un ojo en la noche, y era claro porque en la sala se encontraba un desconocido que podía ladrar de vez en cuando. Me sentía un poco mal por la forma en la que le había hablado la noche anterior, pero enserio me había sacado de mis casillas.

Tomé mi cabello en un moño despeinado, me puse mis pantunflas de conejito y salí de mi cuarto cuando estuve lista para preparme un café. Aunque vaya sorpresa que me llevé cuando me encontré a JungKook sirviendo dos platos sobre la barrita de la cocina.

—Oh, despertaste. Iba a hacerlo yo, pero no quise incomodarte y mejor me adelanté.— su voz sonaba un poco ronca, llevaba solo sus boxers y la camisa de ayer. —Toma. Come bien.— deseó sentándose en uno de los bancos altos cuando acercó dos tazas de café.

Yo solo levanté mi ceja, no confiada de lo que se tramaba o si la comida no tuviera algo que pudiera envenenarme, pero igual tomé asiento en el segundo banco alto que estaba delado de él.

Tomé el tenedor que estaba a un lado y piqué los panqueques buscandole alguna cosa extraña, a lo que JungKook se rió divertido.

—No voy a envenenarte o algo por el estilo. Solo es una forma de disculpa por ser grosero ayer y por lastimarte. Antes de que te levantases pude notar que ibas a llorar. Lo siento.— habló y volteé a verlo. Sus ojos miraban mi pierna descubierta justo en el hematoma enorme que adornaba mi muslo gracias al shorts de pijama que tenía. —Demonios, ¿yo hice eso? Oh lo siento enserio, n-no quería hacerlo realmente, s-solo... e-esque yo...—

—Ya, esta bien, si esto es una ofrenda de paz la acepto, pero que no vuelva a repetirse.— le interrumpí cuando empezó a tartamudear nervioso y visiblemente asustado por lo que él había hecho. —Aunque aún sigo molesta.—

—De todas formas, juro que no volveré a lastimarte de esa forma, sobrepasé la línea y no era mi intención realmente. Enserio perdón.— enseguida miré su cabellera inclinada en una reverencia de casi 90 grados.

Mi mente interpretó sus palabras como si fuera a estar conmigo mucho tiempo, y pensar en que el perro-humano-ardiente-maldito esté rondando alrrededor de mí me provocaba un sentimiento extraño en el estómago, y no precisamente algo tan bueno.

Sin embargo, el hecho que se esté disculpando realmente arrepentido también me hacía sonrojar.

—Ey, ya está, calma. Si sigues así volveré a molestarme.— le advertí llevándome un bocado para comenzar a masticar.

Y Dios, esto sabía a gloria. Los panqueques no solo tenía encima blueberry, si no que también estaba relleno, y la miel de maple solo le daba un toque mejor. Si ésta es una ofrenda de paz, me gustaría que se disculpara todos los días por asustarme en su forma de perro.
Degusté el café despues y mi boca tuvo una explosión hermosa cuando sentí lo cremoso que era. Cargado, con la leche adecuada al igual que el azúcar y una capa espeza de cremocidad encima. Justo como me gustaba.

—Bien, estás mediamente perdonado, Kookie. Esto está delicioso.— hablé sin pensar volviendo a comer contenta como niña pequeña que recibe un premio.

Pude sentir la sonrisa de JungKook a un lado, por lo que volteé a verlo. Tenía una sonrisa tierna en su rostro y nada burlona, su cabello desordenado le hacía ver mejor.
Iba a preguntar porque me miraba así hasta que entendí que era por el apodo que se había colado por sí solo, pero preferí hacerme la tonta.

—Que humana tan curiosa.— habló sin dejar de sonreír llevándose su pulgar a la comisura de mis labios para limpiar algún rastro perdido de algo, y si mi cara ya estaba sonrojada por eso, pues se convirtió en un salvaje tomate cuando se llevó el pulgar a sus labios para limpiarse a sí mísmo.

No pareció importarle aquello como a mí y comenzó su desayuno amenamente, para después comenzar una plática también tranquila, la cual era mas bien de él que mía debido al corto shock que tenía.

Este tipo realmente es raro.

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