Strange | h.s | Terminada

Autorstwa gummieharry

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❝Si tú solo cambiaras de opinión, adorarías los días estando al lado mío.❞ #76 en Fanfic 11/03/2016 ®Dere... Więcej

Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
Capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Capitulo 50
Capitulo 51
Capitulo 52
Capitulo 53
Capitulo 54
Capitulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57
Capitulo 58
Capitulo 59
Capitulo 60
Capitulo 61
Anuncio
Aviso, otra vez.
Pregunta.
Las amo :')
Capitulo 62
Capitulo 63
Publicidad
Capitulo 64
Capitulo 65
Capitulo 66
Capitulo 67
Capitulo 68
Capitulo 69
Capitulo 70
Capitulo 71
Capitulo 72
Capitulo 73
Capitulo 74
Capitulo 75
Capitulo 76
Capitulo 77
Capitulo 78 | Capítulos finales.
Capitulo 79 | Capítulos finales.
Capitulo 80 | Capítulos finales.
Epilogo
Aviso | ¡Publicidad!

Capitulo 6

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Autorstwa gummieharry

El ojiverde había dicho que era mi dueño.

La rubia de ojos verdes y sonrisa despampanante había hecho de comer, insistí en que no tenía hambre, pero el rizado ordeno que comiera.

Ahora estaba aquí, totalmente confundida, sentada en una silla en medio de una sesión de maquillaje con aquella mujer.

––¿Y cómo te llamas?––pregunte, tratando de no mover mucho el rostro para no arruinar su obra maestra.

––Alicia––sonrió––¿sabes caminar en tacones?

––Tratare––ella soltó una risa contagiosa, así que sonreí.

Después de media hora, maquillándome, me dijo como debía caminar y que no debía hacer estando en estos enormes zapatos.

Pero empecé a inquietarme, ¡es que acaso todos se hacían los idiotas!, porque nadie intentaba ayudarme y decirme que hacía en esta casa, con ese hombre extraño que solo sabe dar órdenes, ¡por qué me estaban maquillando!

––lo siento, pero no puedo hacer esto––caí en la silla sintiéndome impotente y extrañamente triste, si lo sabía, estaba loca y era una bipolar, pero ya no podía seguir con esta farsa de autocontrol cuando ni sabía que controlar más que mis nervios––no sé dónde estoy, tampoco que hago aquí, estoy aprendiendo a andar en tacones, ¡el ojiverde compro un vestido de 7.500 euros!, por dios, ¿acaso van a prostituirme?

––¿El ojiverde?––pregunto ella con expresión confusa, me cruce de brazos.

––no se su nombre––anuncie y caí en la conclusión que nunca había escuchado su nombre por parte de nadie, jamás.

––bueno el...

––Yo lo arreglo, Alicia––su voz resonó en la habitación, nosotras miramos hacia la puerta donde él se encontraba con la mirada penetrante y los brazos cruzados, ella asintió en silencio y susurrándole algo cuando pasaba por su lado, salió de la habitación.

El silencio empezó a reinar entre nosotros y la tensión se hizo cada vez más grande, el llevaba unos pantalones negros que colgaban en su cintura con firmeza, una camisa blanca ––que al cruzarse de brazos–– se marcaban sus músculos, tenía el cuello desabotonado y pude creer ver una mancha de tinta en su pecho.

Y ahora que lo pensaba solo lo había visto usando camisas mangas largas, abrigos y color negro en cada una de ellas, ––sin duda este hombre era extraño––

––Tu padrastro me debía dinero––empezó a hablar el, aun con sus brazos cruzados empezó a caminar por la habitación, mis ojos seguían sus pasos lentos sin perderlo de vista, asegurándose que estuviera a la distancia prudente––mucho dinero.

––¿Cuánto?––me atreví a preguntar, pidiéndole a dios que no me gritara o se molestara porque haya hablado.

––58.900 euros––anuncio, abrí los labios un poco, pero decidí no sorprenderme porque ya había escuchado muchas sumas de dinero de la boca de este hombre––no tenía como pagarme y eso es una pena.

––pero yo no tengo nada que ver en esto, como bien dices él es mi padrastro, no tengo por qué estar aquí––insistí, el me miro alzando una ceja, como si lo que dije fue la excusa más estúpida del universo y en parte, sí que lo era.

––Yo necesitaba una acompañante, si quieres llamarlo así––hizo un ademan con sus manos––y él quería librarse de su deuda, ¡ce fait!––exclamo y por primera vez vi una sonrisa socarrona en su rostro, pero más que nada una sonrisa.

––¿Qué tengo que hacer para que me dejes ir?––el frunció el ceño, otra vez mirándome incrédulo.

––Y si pudieras irte, ¿A dónde harías?––me cuestiono y antes de que empezara a hablar se acercó, quedando enfrente mío con superioridad––¿iras con tu padrastro?, el cual sin duda seguirá apostando y dándote de regalo a cual millonario en los casinos le deba.

Hice una mueca.

¿Por qué tenía que tener la razón?, ¿acaso ese era su hobbie, tener la razón ante todo?, ––patán de mierda––.

––Tal vez eso pensé––hablo rodando los ojos.

––¿Qué tengo que hacer por ti, para que me dejes ir?––me atreví a preguntar y aunque fue una pregunta estúpida, necesitaba por igual una respuesta estúpida.

––Comportarte, sonreír y saludar––dicho esto se dirigió a la puerta y como si lo hubiera planeado todo, la abrió con lentitud y me volvió a mirar––entonces, puede ser que tal vez te vayas.


Narra Harry:

Mire mi reloj esta vez impaciente, no podía ser, era mi primera ''obra de caridad'', no podía llegar tarde, ¡pero me importaba mierda!, era dueño de un casino ––por así decirlo, robaba a las personas ingenuas que no sabían administrar su dinero, claro, en el casino–– no me gustaba ir a fiestas de beneficencias, esas personas también robaban la mitad de lo que se recaudaba allí, todos en este mundo quieren más, sin duda alguna.

_____ bajo por las escaleras tras los insistentes gritos que le dirigí a ella y a Alicia para que pudiéramos llegar al menos cinco minutos antes de que se acabara la celebración o como fuera que se llame.

Tenía que admitirlo, esta niña tenía lo suyo, aquel vestido que no había visto mientras buscaba con furia interna algo para ella dio en el blanco, ––la pelinegra de la tienda tenía razón, le quedaba bien el rojo–– pero había algo que no me permitía verla con ojos de superioridad, dieciséis.

Y aun no estaba tan aburrido para ir a la cárcel por pedófilo y sexópata.

Las pocas veces que la había mirado habían sido suficientes como para que me reprendiera internamente, pero yo era cuidadoso, los años me habían dado experiencia, yo sabía pensar con la cabeza fría.

Su cabello castaño estaba recogido en una especia de corona en forma de trenzas, peinado típico de Alicia, el vestido hacia resaltar su cintura ––la cual no estaba nada mal, en realidad, hermosamente perfecta–– los tiros de su vestido caían un poco más debajo de sus hombros, se veía un poco más alta, pero seguía siendo más baja que yo y Alicia, estaba maquillada a la perfección, sus labios, de un rojo carmesí, hicieron que perdiera la cabeza por unos largos segundos mientras observaba aquel detalle de su rostro.

El pequeño destello que interrumpió mis pensamientos hizo que bajara hasta su cuello del cual colgaba una fina cadera dorada con una pequeña gema negra.

Sus pechos estaban en el lugar donde yo los necesitaba ––entonces si se había puesto el sostén de encaje que compre–– debía hacerlo.

Debía admitirlo, aun me sorprendía que fuera talla treinta y tres, ¡es que solo tenía dieciséis años!, no recuerdo una chica con esa talla cuando tenía diecisiete y...

––¡Oye astronauta!––grito Alicia, salí de mis pensamientos y la mire––¿se te perdió algo en el vestido?

Soltó una risita mientras _____ solo se sonrojaba, ––tal vez si se me haya perdido algo––.

––Vámonos ya––gruñí sin hacerle caso.

Una de las cosas por las que aguantaba a Alicia era porque la quería lo suficiente para no estrangularla, éramos amigos desde la secundaria, tal vez por eso ella era la única que no me respetaba y la maldecía muchas veces por eso.

––Nos vemos allá––se despidió Alicia con una sonrisa y se subió a su auto, no apoyaba a John al haberle comprado aquel mercedes a Alicia, no hace días estaba por tener un accidente y el auto, no hace dos semanas que está en sus manos.

––adiós––se despidió bajito _____ con la mano, quite el seguro de mi amado Ferrari California negro, sin nada que decir _____ se levantó el vestido para bajar las pequeñas escaleras y se quedó allí en silencio, saque el auto de la misma manera y subiéndose con cuidado, observe las curvas de su cuerpo ––olvidala Styles, no seas estúpido–– me reprendí mentalmente y en cuanto estuvimos dentro, me adentre en las calles de Londres, en silencio.


Narra _____:

Comportarme, sonreír y saludar.

Era algo simple que sin duda podría sobrellevar, pero no sabía qué hacer, el simple detalle de que el señor Baker me intercambio para saldar su deuda no era bueno para mí, ¿Qué me garantizaba que no iba a volver a hacer aquello?, aunque después de todo, no sabía si esa versión del ojiverde era verdadera.

Cuando llegamos, era un hotel muy grande, el cual estaba un poco lejos de la casa del rizado, aparco el auto en el estacionamientos y ––juro que fue por las miradas de los demás–– me ayudo a salir del auto.

Entramos al lugar y un cartel nos dirigió al salón, cuando entramos me sorprendió las personas que había dentro, todos caminaban de aquí para acá, sonriendo, riendo y hablando, las voces de las personas se mesclaba con la música, haciendo un ambiente agradable.

––Sonreír y saludar––susurro el ojiverde en mi oreja, un escalofrió me recorrió el cuerpo al sentir su cálido aliento rosarme de la oreja hasta el cuello, mire al frente tratando de calmar el creciente latido desbocado de mi corazón––y te juro serás libre.

Sonreí y este mirando al frente de nuevo empezó a caminar, hizo que mi brazo descansara en el suyo y ensanchando mi sonrisa, empezamos la fiesta.

***

Las personas me lanzaban cumplidos ––que era hermosa, que era muy joven, que era muy modesta al casi no hablar, que tenía muy encantadora sonrisa y la más sorprendente de todas, que hacíamos buena pareja–– las acepte todas, porque no tenía de otra, las palabras sonreír y saludar era lo único que recordaba esta noche, y tenía mis razones.

Nos habíamos sentado, el rizado había pedido dos copas de champán, y que la mía estuviera muy por debajo de la mitad, no fruncí el ceño, porque jamás había bebido aquella cosa y no necesitaba experimentar.

Después de que trajeran las bebidas, di un sorbo y dándome cuenta de que aquella bebida no era para mí, la deje en la mesa con expresión asqueada, el ojiverde me miro y sin decir nada, miro hacia el frente con una diminuta expresión de tranquilidad, no pude evitar observarlo fijamente, en el poco tiempo que tenía con el ––el cual consistía en dos días–– era la primera vez que lo había visto tranquilo, sin gritar, sin dar órdenes, sin gruñir, sin lanzar miradas asesinas o mirarme con recelo y el hombre que tenía al lado mío en estos momentos, era tan agradable como aparentaba sentado en aquella silla despreocupado, con una copa de champan entre sus dedos y una expresión serena, con sus rizos castaños, esmoquin totalmente negro, camisa blanca y un moño en el cuello de su camisa, nariz perfilada, ojos verdes como gemas esmeraldas y labios rozados, ––labios ligeramente carnosos y rozados––.

¿Quién sería realmente este hombre, de donde había venido y por qué el destino me había dejado en sus manos?

¡Ce Fait!: ¡Esta hecho!


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