- Camille -me llamó mi padre mientras tocaba la puerta de mi habitación.
- Entra papi -le dije.
Entonces el ingresó. Me miró y sonrió levemente.
- Necesitamos hablar -dijo poniéndose serio y sentándose en el borde de mi cama.
¿Qué?, ¿Tan repentino?, ¿Qué pasó?.
- Ah... Claro papá -le dije sentándome de piernas cruzadas en mi cama, pues estaba acostada leyendo.
Así que deje un momento mi lectura.
- Verás, ya pronto cumplirás 14 años -dijo mirando hacia el frente seriamente- Y, aún no todos te conocen, ni tú conoces a nadie. Pronto serás considerada una joven de honor, por lo que, deberás hacer tu promesa frente a los líderes de las divisiones y sus ramas -suspiró- Luego, a tus quince años podrás presentarte como la heredera de los Galante -me explicó pacientemente, y con el rostro muy serio.
- Entiendo papi, no te preocupes, ¡Lo haré bien!, Y no te preocupes que no me estás obligando a nada, yo estoy feliz de pertenecer a tu mundo -dije sonriente.
El pareció sorprenderse un poco.
- ¿Y quién dijo que estaba preocupado? -dijo desarreglando mis cabellos- Conozco a mi hija, y se que saldrá todo bien -me dijo tranquilo.
- ¡Por supuesto!, Después de todo tu eres mi padre, por cierto, ¿Qué es "un joven de honor"? -dije orgullosamente.
El me miró sonriendo levemente.
- Joven de honor, se llama a aquellos jóvenes que realizan su rito, reconociendo que pertenecen a la mafia hasta el día en que mueran, para nosotros es un honor realizar el rito, y es la forma en que nos aseguramos que no morirá la mafia ni en las siguientes generaciones -me explicó.
Lo miré pensativa.
- Bueno, encargaré a Baron que te ayude con ello, lo haría yo mismo, pero si alguien se entera probablemente me maten, el capo no debe interferir en el rito de los jóvenes -entonces sonrió- Es broma, nadie puede con tu padre -dijo levantándose de la cama.
Pero cuando estaba por irse...
- Por cierto... -sentí un aura asesina y oscura salir repentinamente de él- La vez pasada, me han informado que un conejo travieso estuvo husmeando los alrededores, ¿Eider Ganci estuvo aquí y no me dijiste? -dijo con siniestra aura llena de celos y ganas de matar.
Volvió a acercarse a mí.
Sonreí nerviosamente.
- P-probablemente escuchaste mal papito -le dije sonriendo.
- Señorita Camille Galante, soy tu padre y exijo la verdad, porque de lo contrario... La descubriré por mí mismo y será peor -me amenazó el celoso de mi padre.
Casi pude sentir como el clavaba cuchillos en Eider lenta y dolorosamente, hasta me imaginé al pobre Eider siendo torturado hasta la muerte por mí padre...
Pero si le digo la verdad... Tal vez pueda persuadir a papá de que no le haga nada... Tal ves.
Entonces se lo conté.
Su cara de sorpresa, mezclada con el odio y la siniestra y rara aura que lo envolvía, era indescriptible, rara, única.
- ¿Me estás diciendo que una sabandija tuvo el CORAJE de colarse a tu habitación Y VERTE DESNUDA -dijo agarrando mi lámpara que estaba sobre mi mesa, y lanzándola por la ventana rompiéndola.
- ¡Papá cálmate!, No me vió desnuda... Solo... E-en ropa interior -dije desviando la mirada.
- ¿¡SÓLO!?, ¿¡ME DICES QUE SÓLO!? -el me tomó del cuello de mi remera, se notaba nervioso- ¿¡Y te atreviste a ocultármelo todo este tiempo!?, ¿¡Cómo crees que me siento!?, ¡Estoy en mis límites en lo que ser un buen padre significa!, ¡YO!, TE DESCUIDO UN SEGUNDO y ya hasta mirones se meten a tu cuarto -dijo soltándome.
Se sentó nuevamente en el borde de mi cama y posó su codo sobre su rodilla, llevando su mano sobre su frente. Apretaba fuertemente sus dientes y su mirada estaba llena de gran odio. Las tenía abierta a más no poder. Y una de sus piernas temblaban.
Nunca vi tan enojado a mi padre.
- No fue su intención, P-por favor padre, cálmate -le dije acercándome a él.
- Ese niño yo juro que lo... -y antes que termine lo abracé.
- No matarás a nadie papá, a nadie, porque sí se te ocurre matar a uno de mis amigos te odiaré de por vida -le dije y luego me separé de él y le sonreí.
El quedó atónito. Entonces chasqueó la lengua. Y desvió la mirada.
Sin decir nada salió de mi habitación.
Al menos había recobrado el juicio...
- Tranquilas manos mías, papá nunca me lastimará -dije mirando mis temblantes manos.
Si, temblaba de miedo. Nunca había visto a mi padre en tal estado.
Pero algo me sacó de mis pensamientos, y fue el ruido de objetos siendo lanzados y destruidos.
Salí corriendo a ver de dónde provenían, y apenas salí al pasillo ya podía notar objetos rotos y tirados en él.
El ruido no cesaba, y mientras más me acercaba más fuerte se hacía.
Y cuando por fin iba a llegar a papá, algo me jaló de las muñecas y me apegó a ella.
- Shss, déjalo soltar su furia -me dijo Marie sonriente- Es su forma de expresarla, su forma de controlarse -me dijo.
No dije nada. Solo seguí escuchando como los objetos eran lanzados de aquí para allá.
Si se pone así por algo tan pequeño... ¿Qué pasará si se entera... Del beso?.
Sacudí mi cabeza. No era momento de pensar en ello. El ruido de objetos rompiéndose, y espejos lanzados y golpeados, me hicieron pensar.
Luego de unos minutos se detuvo, los ruidos ya no estaban allí. Y él se encerró en su cuarto, supongo que se siente culpable por no protegerme de ser "vista".
Marie y yo pasamos en los pasillos, PARECÍA una escena de un lugar abandonado. Todas las cosas rotas lanzadas de un lado a otro, inclusive se veía sangre en algunos lugares de la pared.
Más tarde a la hora de la cena, papá no vino a acompañarnos. Así que, antes de acostarme a dormir, fui a visitar a Guido, donde curiosamente estaban reunidas también Alessandra y Kenya, bueno, no me extraña.
Cuando entré empezamos a hablar de cualquier tema, y de varios.
Pero hubo uno que me llamó bastante la atención, el tal Ray Rizzo.
- Su cicatriz es alrededor de todo su ojo derecho, por lo que no es de sorprender que use gafas o parches en el mismo, además escuché que no dura más de una semana con una chica, y que es experto hacie... -Alessandra hablaba muy emocionada de ese chico, casi se le caía la baba.
- Ejem -dijo Guido interrumpiendo lo que iba a decir- También escuché que se mete en constantes peleas, ¿Qué le ves a ese tipo? -dijo Guido con algo de molestia.
- ¿No estarás con hambre Guido?, Se te ve de malhumor desde que llegaste del colegio -dijo Kenya sonriendo dulcemente.
- Es por culpa de Ale -dijo cruzándose de brazos.
- ¿Y yo que hice ahora? -dijo sintiéndose ofendida.
- Nada -dijo Guido entrecerrando los ojos y cruzándose de brazos- Ya váyanse de mi cuarto, tengo sueño -dijo empujando a las tres fuera de su cuarto y cerrando fuertemente la puerta.
- Al parecer alguien no se llenó con la cena -dijo Kenya.
- ¡Uuuuurg!, Ya verá ese divo -dijo Alessandra inflando tiernamente sus mejillas- Le daré donde más le duele, maldito -dijo cruzándose de brazos.
Es raro que nos haya expulsado de su habitación, sin dudas...
Y yo espero, que papá ya esté mejor y se haya calmado. Creo que se habrá herido la mano.