Zootopia: The New Wild City...

By Bassilix

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Una nueva y terrible droga ha aparecido. Nick y Judy se ven envueltos en un nuevo caso, pero esta vez las cos... More

El Nuevo Aliado
HISTERIA
La Tercera Regla
Por El Bien de Los Dos
Hay Algo Extraño
La Cita
Presagios
¿Donde Está Wilde?
Caiga Quien Caiga
Por Un Descuido
Secuestrada
Todos Somos Iguales
Permíteme Traicionar Tu Confianza
Presa y Depredador
Motivos
Te Puso en Mi Camino
Un Día Tranquilo
En Medio de Todo... Estás Tú
Bienvenidos a Wild City
El Kamikaze de WCPD
No Estaba Equivocado
Como Humanos
Ghost
Nota
Sentido del Olfato
Así es Wild City
Autopsia
Advertencia
Un Mal Presentimiento
Despair
Bestia
Sospecha
Malas Noticias
Información Clasificada
Ojos Rojos (1era Parte)
Ojos Rojos (2da Parte)
Ojos Rojos (3era Parte)
¿Enemigo?
Un Paseo por El Infierno
Aquel que Solías Ser
Un Valioso Consejo
Enfrentamiento (1era Parte)
Desaparecida. Nota de la autora
Aviso de una Gata desaparecida 😿😿😿
Enfrentamiento (3ra Parte)
Enfrentamiento (4ta parte) (Lo prometo, ya casi termina :'v)
Enfrentamiento (Parte Final)
La Calma Tras La Tormenta
Epílogo
Capítulo Adicional

Enfrentamiento (2da Parte) (NO ESTABA MUERTA, ESTABA DE PARRANDA!)

205 25 26
By Bassilix

Nah, mentira :'v a mí nadie me invita a ninguna parte v':

Tal y como lo prometí, he regresado del mundo de los muertos para traerles el FINAL FINALÍSIMO de esta maravillosa historia. 

Sí. Yo sé que me tardé un montón y me disculpo por eso, pero ¿cómo hacía? Sin teléfono y sin computadora propia donde escribir me fue imposible hacerlo antes, además que este capítulo tuvo que pasar por un riguroso proceso de edición, re-edición, agregamiento y quitamiento  de cosas (esas palabras no existen :v), un bautizo de la fe cristiana, un exorcismo de la fe cristiana, un ritual satánico, una ceremonia santera, un cántico del más allá, salchichas, tomate, emparedado, tengo hambre, hashtag sin filtro, hashtag que pedo, hashtag, siguen leyendo como idiotas, hashtag los sigo jodiendo, hasathg escribí mal hashtag, hashtag acabas de ver si escribí mal hashtag, sha bueno... :v 

Como sea, ya regresé y con ustedes, damas y cabrones...

Le finale

Un dato más, "los eventos que ocurran en la narración de la historia, están pasando todos al mismo tiempo. Es decir, mientras en un lugar está ocurriendo algo, en otro está pasando otra cosa. Tengan eso en consideración para que la narración no les resulte pesada.

Ahora sí, vamos allá

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Cojeando con dificultad, jadeando de cansancio, su vista se nublaba con cada paso que avanzaba, su cuerpo estaba completamente en su límite. Judy cayó sobre su rodilla buscando recuperar el aire, alzó la vista y se volvió hacia atrás. Se sentía totalmente extraviada en los pasillos de aquella inmensa mansión, la cual para ella parecía aún más grande. La oficial se puso de pie nuevamente, apoyándose pesadamente sobre la pared.

- Nick...- susurró buscando fuerzas para avanzar por el corredor. Miró a los lados y se encontró con una pesada puerta de madera maciza, empujó lentamente y se metió en ella, si bien para ocultarse de los enemigos, también para tomar un respiro.

Encendió la luz y se topó con una sofisticada pieza con decoraciones exquisitas y lujosos muebles de acabados excelsos. Judy caminó hasta la gran cama y dio un salto para lanzarse en el colchón. Un mullido jergón con finas sábanas blancas de seda china. La coneja se retorció estirándose y colocando todos sus huesos en su lugar.

- Hubiera agradecido quedar rehén en una habitación como esta - esbozó cerrando los ojos con pesar, todo su cuerpo estaba exhausto y sólo quería dormir un poco. Pero no era tiempo para eso.

Se sentía terrible al saber que había dejado atrás a su compañero, aún estando consciente que se enfrentaba a un peligroso asesino. Se sintió peor al recordar que otro loco estaba aproximándose, quien sabe con qué intenciones; sin mencionar que un joven inocente también estaba en peligro.

De un salto la coneja se alzó repentinamente sobre el colchón completamente espabilada y recuperada. Tomó con ambas manos la sábana, empezó a rasgarla y hacer varios jirones de tela usándolos como vendajes sobre las heridas en sus brazos, manos y piernas. Luego de haber terminado, se paró de la cama y se puso a inspeccionar el cuarto.

La coneja buscó entre los cajones de la habitación, en cada uno esperando dar con algo que le sirviera como arma, pero lamentablemente no encontró nada. Ya a punto de darse por vencida decidió buscar en los armarios. Unos inmensos closets que parecían una segunda habitación, repletos de trajes y sacos de la más alta costura. La chica se quedó unos segundos meditando y de repente sintió un extraño escalofrío al presentir que tal vez... estuviera dentro de la habitación del joven lince.

Judy sacudió su cabeza tratando de enfocarse nuevamente en su búsqueda. Debía apresurarse. Siguió rebuscando entre las cosas cuando finalmente se topó con algo peculiar, un bate de béisbol bien guardado y conservado en una esquina, la coneja lo tomó entre sus manos, parecía nuevo.

- Esto servirá - repuso sonriente y bateando al aire. Buen balance, buen tamaño, buen peso. El arma perfecto para la oficial.

Sin perder más el tiempo ella se encimó el bate sobre su hombro y salió nuevamente al pasillo. Debía encontrar y asegurarse de mantener a salvo al lince. Estaba segura que Nick podría cuidarse solo, más que eso, más temprano que tarde la encontraría. Judy soltó un último suspiró y se puso en marcha. De repente alzó sus orejas al ponerse alerta de un estruendo inmenso que retumbó por todo el pasillo. Algo se había hecho pedazos.

- Nick...

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En ese mismo instante, en otro lugar.

- Mire, señor Big. Realmente no quisiera verme en la obligación de pedirle que se marchara pero estoy en medio de un asunto delicado y me preocupo por el bienestar de mi equipo y también, como amigo íntimo de la familia... - de repente el lince quedó en silencio y empezó a mover las orejas escuchando su entorno - ¿qué fue eso? - susurró volviéndose hacia los demás. Dirigió la mirada hacia su mano derecha, quien también parecía haberse percatado del sonido.

Nigel pasó revista hacia todos los presentes y se dio cuenta que un miembro importante estaba faltando.

- ¿Donde está ese conejo?- replicó inquieto.

Dutch salió de entre los presentes con el arma en su mano.

- Encuentra a ese psicópata, no lo quiero deambulando por mi casa y ¡llénale los sesos de plomo! Si se acerca a... - se quedó en silencio recordando que tenía una visita indeseada que no debía enterarse de la rehén en el interior de la casa, aunque Big ya lo supiera. Nigel tomó algo de aire y se relajó recuperando su compostura- si se acerca a ella, te sacaré los ojos yo mismo...

El lince de nieves asintió y se puso en marcha dentro de la gran edificación. El otro felino lo miró hasta el momento en el que este se perdió de vista y se volvió nuevamente hacia su huesped.

- Señor Big, le pido que se vaya por las buenas o... - alzó dos dedos haciendo que el resto de los mamíferos subieran las armas apuntando al grupo de Big, la musaraña miró con sus ojos grandes y cristalinos de anciano al chico quien lo observaba de arriba con una severa expresión - me veré en forzado a echarlo por las malas...

La pequeña musaraña miró fijamente a los ojos del lince. No estaba bromeando, y casi podría afirmar que no había ni rastro del niño el cual él tuvo el honor de conocer y apadrinar, pero había algo más importante en qué pensar en aquel momento, era el enemigo y no dudaría arremeter en su contra. Parecía decidido a hacer lo necesario.

Repentinamente, interrumpiendo aquel desafío de miradas escucharon un nuevo golpe, está vez algo tan claro que hizo que todos se volvieran a ver. El mafioso alzó la vista para encontrarse con los furiosos ojos del felino.

- Hay algo demasiado extraño aquí... - repuso sin dejar de ver al anciano. 

Big no tuvo ni que hacer ni un movimiento, ni una palabra, absolutamente nada cuando de pronto se había provocado una inmensa cortina de humo, Koslov y los demás osos empezaron a disparar a diestra y siniestra.

- ¡Protejan al Líder! - exclamó alguno de ellos y empezaron a contraatacar del mismo modo. 

No podían ver con claridad lo que ocurría frente a sus narices pero sólo tenían un objetivo en común, cada banda se esmeraba por proteger a sus señores.

El inmenso oso polar logró colarse entre la conmoción y poner a salvo a la anciana musaraña dentro del helicóptero, dio una orden contundente. Sacar al equipo a toda costa. Entre los disparos a mansalva y los gritos frenéticos de cientos de mamíferos enfrentados sobresalieron las hélices del helicóptero que empezó a elevarse por encima de aquella espesa niebla. Los osos seguían disparando, pero ya la distancia fue la suficiente para lograr escapar. Los disparos por su parte se detuvieron, ya no tenían necesidad de lastimar aquellos mamíferos.

Nigel levantó la cara y miró algo iracundo el inmenso vehículo sobre ellos. Big no estaba de acuerdo con el plan de deserción pero era algo que había prometido al zorro.

"En caso que las cosas se compliquen, déjame atrás. Yo sabré como salir por mi cuenta."

La musaraña apretó fuertemente los puños al sentirse impotente ante la idea de no poder hacer nada. Mal por dejar al zorro oficial, peor por abandonar a la coneja. No había nada más que hacer, ahora sólo restaba tener fe en ellos...

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Nigel miró el helicóptero dándose a la fuga todavía con una extraña sensación entre pecho y espalda, algo no andaba bien, no sabía qué pero seguramente tenía que ver con él, la coneja y el chacal. De repente el lince se alteró cuando escuchó un temible estruendo viniendo de la planta baja de su casa, fijó sus ojos en la distancia y se dio cuenta que la mitad de sus hombres estaban todos frente a la puerta de entrada, protegiéndola, algún intruso había irrumpido... justo como esa vez.

El chico rechistó con los dientes apretados y tomó su arma listo para comandar a su ejército, volvió la vista hacia atrás para ver el resto de su equipo; detalló cada uno de sus rostros, sintiendo que esa podría ser la última vez que los viera. Las manos de Nigel estaban temblando de miedo, pero también de impotencia y rabia, no estaba seguro de querer morir allí, menos de dejar que sus aliados lo hicieran, todo por él, tenía un nudo en su garganta, sólo pudo observarlos a todos, y como si él hubiera dado una orden con la mirada, el escuadrón entero empezó a movilizarse y esparcirse por toda la casa, el lince bajó la mirada con resentimiento hacia él mismo...

- Soy un cobarde... – luego de hablar se dirigió junto a los demás decidido a enfrentarse a su enemigo.

Jack agudizó la vista logrando divisar en la distancia la figura del lince entrando nuevamente a la mansión. El chacal dejó escapar una sonrisa malévola alistándose para atacar. 

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Y hablando del zorro...  

Dentro de la mansión, el zorro deambulaba por el amplio pasillo, jadeando exhausto y dejando un rastro invisible en la alfombra color bermellón, así como su sangre. Éste apretaba con fuerza la herida bajo su camisa blanca, si bien para él no habían sido suficientes las heridas provocadas tras el enfrentamiento con la mangosta, no iba a flaquear al volverse a arriesgar, todo fuera por su pareja.

Nick buscaba casi con desesperación, dudoso de lo que podría pasar, angustiado porque pasara. Una infinidad de escenarios se presentaron en su mente, todos con finales catastróficos y desgraciados; lo atormentaban esas ideas, aunque sabía que debía mantener la calma, pensar con cabeza fría, tener la certeza de que tanto él como su compañera saldrían de tan alarmante situación.

El oficial pegó la espalda de la pared con la esperanza de descansar un poco, miró la herida, larga y profunda, una hendidura bastante grave, producto de su pelea con el detective lunático. Nick se sentía cada vez peor y más ahora que sabía que sólo contaba consigo mismo, ya no tenía un escuadrón de mafiosos detrás de él para respaldarle, ahora lo que pasara, lo que le ocurriera a él y a la coneja corría por su cuenta.

- Bien, Wilde... estás solo – se dijo a sí mismo volviendo a retomar su camino, cuando al olfatear un poco sintió un aroma a pólvora que se aproximaba a él, Nick se escondió dentro de un armario en el corredor y aguardó allí.

Un lince de pelaje blanco, ojos café de mirada seria y distante, elegantemente vestido, joven, incluso más que el boreal y fuertemente armado, venía por el pasillo, todavía buscando con la mirada y oído atento a cualquier ruido o movimiento dando rápidas y silenciosas pisadas sobre la alfombra. Dutch se detuvo de repente al creer haber oído algo, un sonido bastante claro, el de una puerta cerrándose; alzó las orejas para diferenciar y ubicar mejor de dónde provenía, pero con tanto escándalo era difícil concentrarse.

El zorro husmeó un poco el ambiente, ese olor le era familiar, entre mezclado con todos los hedores de la casa, en especial el importante vaho a sangre que predominaba el ambiente, él pudo notar ligeramente a la rehén, aunque fuera un poco, esa esencia era clara. Sin embargo, él no fue el único en darse cuenta de la presencia de la chica. Tal vez el olfato de Dutch no era exacto, pero su oído sí; el lince de las nieves guardó el arma en el cinto bajo su camisa, no planeaba ser una amenaza para la coneja, su único objetivo era cumplir con las órdenes de su superior. El zorro observó el extraño comportamiento del felino y le inquietó el no conocer sus intenciones, entonces decidió que tal vez ya era un buen momento para emboscarle, salió lentamente del escondite y se puso detrás de él para atacarlo por la espalda, noquearlo con un golpe certero.

Pero sus planes repentinamente se vinieron abajo cuando un golpe ajeno alertó al lince y al volver se hacia atrás vio al oficial. Dutch no reaccionó de inmediato.

- ¿Qué está...?

Nick, nervioso de lo que este le pudiera hacer, saltó sobre él y se puso en guardia, aplicándole una llave en sus brazos imposibilitándole el movimiento. El policía apresó fuertemente al mafioso y empezó a gruñirle en el cuello, con una mirada amenazante y ojos pequeños y brillantes.

- ¿Quién... eres? – preguntó inquieto el felino.

- Eso depende de ti. Si me ayudas, podríamos ser compañeros, si te pones en mi contra... seré lo último que veas...

Dutch alzó la mirada hacia el frente y meditó un poco.

- ¿El intruso...?

- Prefiero el término "invitado sin invitación"

El lince rió.

- Vienes por la coneja, ¿no es así? Tranquilo, oficial. No soy su enemigo.

Nick apretó su brazo contra la garganta del chico al escucharlo.

- ¿Intentas engañar a un zorro, mocoso?

Dutch miró por encima de su hombro y negó con la cabeza.

- Póngame a prueba... – replicó soltando suavemente su mano libre y tomando la escopeta.

El zorro lo tenía sujeto para que en cualquier movimiento brusco fuera capaz de romperle el cuello sin ninguna dificultad. Dutch no planeaba morir tan ridículamente. El felino sacó el arma de su funda y la dejó caer al suelo pateándola lejos de su alcance

- No soy su enemigo, oficial Wilde. Tengo órdenes de poner en un lugar seguro a la rehén, a menos que...

Repentinamente el lince se calló al alzar las orejas escuchando un sonido extraño, Wilde también se percató, pero ninguno de los dos fue capaz de actuar a tiempo cuando el impacto llegó, una gran sacudida hizo temblar los cimientos de la casa, haciendo que ambos cayeran al suelo desorientados. Una onda expansiva hizo que los oídos del lince pitaran hasta reventar sus tímpanos, se los cubrió con fuerza al no poder soportar el dolor y se horrorizó aún más al ver que sus manos empezaban a gotear sangre. Nick se levantó rápidamente a socorrerle luego de escuchar la queja del joven felino.

- Eso no se ve bien... – dijo el zorro algo angustiado.

El pitido en las orejas de Dutch no le permitía escuchar lo que este le decía.

- Es inútil. No puedo oírlo. Escuche, encuentre a su compañera y salgan de aquí. Este lugar es peligroso y no tardará para ponerse peor. Huyan mientras puedan. Esa explosión... él está cerca – repuso levantándose para darle la espalda y tomar su arma – Ahora si me disculpa, tengo un fantasma que matar...

Nick lo dejó irse, ya estaba convencido que el lince estaba de su lado.

Después de esa inesperada advertencia por parte de quien suponía ser su enemigo, el zorro decidió no perder más tiempo y continuar su búsqueda. 

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En otra parte de la mansión, un piso más abajo, Judy apenas y pudo ponerse de pie luego de la caída al sentir el impacto repentino en las paredes y el suelo de la casa, sacudió la cabeza algo mareada, su audición no estaban del todo clara, pero no era un problema. Agotada y adolorida, la oficial se alzó tomando el bate a modo de bastón y lo usó para sostenerse.

- Tengo que encontrarlos... – susurró angustiada, con sus piernas temblorosas de cansancio y a punto de tropezar y caer nuevamente.

De pronto, la coneja alzó las orejas cuando escuchó un extraño sonido, en los conductos de ventilación, alguien se estaba escabullendo dentro de ellos, los pasos eran apresurados y ligeros, pero ella logró escucharlos con claridad; tomó fuerzas que ya no tenía y con dificultad empezó a seguir aquel sonido, ¿hacia dónde le llevaría?, corriendo de un lado al otro concentrada cuando...

- ¡Hey!

La hembra miró hacia el fondo de aquel pasillo y al haberse entretenido perdió el rastro, pero encontró algo mucho peor. Tres felinos con trajes iguales se aproximaban hacia ella, ¿subordinados del lince? ¿Del chacal? Eso no lo sabía, pero en cualquiera de los dos casos, era mejor no arriesgarse. Judy cambió el sentido de la persecución, ahora la fugitiva era ella.

Los depredadores no tardaron mucho en alcanzarla, cansada y malherida, era cuestión de tiempo. Pero, aún totalmente vulnerable, no se dejaría vencer sólo por unas cuantas heridas, no sin haber peleado. Acorralada en el fondo del pasillo, Judy miró a sus perseguidores a los ojos, ¿alguna idea? Su mente estaba bloqueada, pero en un impulso puramente instintivo la coneja puso el pie sobre la pared y brincó hacia ellos blandiendo el bate en sus manos, propinando un violento golpe a uno de ellos en la cabeza, empujándolo contra la pared y que cayera inconsciente al suelo bajo un largo hilo de sangre en el muro.

Judy cayó de rodillas en el suelo sin soltar su arma, miró hacia atrás para ver a su inmenso atacante herido y tendido en el suelo, luego miró su bate, también teñido de rojo. Lo que logra hacer la desesperación. Los otros dos, atónitos y aterrados con la escena se volvieron hacia ella con furia, la coneja tomó un nuevo impulso y empezó a correr con todas sus fuerzas, tan rápido como pudo, como su cuerpo y sus heridas se lo permitieran. Escuchó las grandes zancadas tras ella, su respiración se hizo pesada, estaba aterrada, cuando, inesperadamente una nueva sacudida hizo temblar el suelo bajo sus pies, y tanto ella como sus cazadores cayeron al suelo, pero esto le dio una oportunidad a la chica para escapar de ellos de una vez por todas. Se paró rápidamente y siguió corriendo hasta perderlos.

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La planta baja de la mansión se había convertido en un verdadero campo de guerra. Mamíferos de todas las especies se mataban unos con otros con tal de respaldar a sus respectivos líderes. Nigel estaba cada vez más angustiado, disparando a diestra y siniestra con desesperación, gastando y gastando cartuchos enteros de balas, un arsenal infinito de armas, tanto él como su equipo sabía que si ellos lograban pasar la reja, era cuestión de segundos para que todo se convirtiera en un infierno.

Sin embargo, no terminó de medir del todo los alcances del canino...

Nigel bajó las orejas cuando observó una estela ardiente y silbante aproximándose con gran velocidad e impactar justo en medio de su residencia; cubrió sus oídos y alertó a los demás para que hicieran lo mismo; pero muchos de ellos no se salvaron, los francotiradores que atacaban desde en los balcones, el lince sólo pudo ser testigo de ver como ocho de sus mejores elementos volaban en pedazos por la colisión, ardiendo en llamas y mientras caían de siete metros hasta el suelo. No sólo él sino muchos de sus compañeros quedaron traumatizados con la aterradora escena, este sólo pudo volverse a ver a su equipo, pero ninguno de ellos estaba dispuesto a rendirse. Era un pensamiento necio y, de cierta forma, admirable. Las tropas se fueron esparciendo por el lugar, mezclándose entre los árboles de los alrededores, el chacal estaba en la entrada principal, pero ellos no permitirían que pasara de allí, al menos no mientras vivieran.

- Señor, estamos esperando indicaciones – esbozó un lobo pardo armado con una metralleta.

- ¿Tengo que repetirlo? ¡Maten a ese desgraciado! – esbozó visiblemente nervioso el joven felino. Tenía miedo y el comandar a un equipo de más de cien depredadores no era fácil.

- Señor Lynx, tenemos una baja de veintisiete mamíferos – dijo un oso pequeño.

- ¿Cuántos calculan que hay allí adelante? – preguntó el lince tratando de pensar en una nueva estrategia.

- Aproximadamente unos cuarenta y siete, exceptuando a las bajas de su parte.

- Somos mayoría. Eso debería bastar.

- Ellos tienen... – no terminó de decir la frase cuando una bala perdida impactó en su cráneo.

El lince se echó hacia atrás todavía con la impávida mirada en su rostro, aunque dentro de él había una revolución armada.

- Esto se está saliendo de control – susurró retrocediendo hacia la casa. Debía buscar más refuerzos – Crow. Hamson. – llamó a dos de sus subordinados – ustedes vendrán conmigo. El resto sigan defendiendo la casa – comandó el líder buscando la forma de escabullirse para encontrar más de los guardianes que se encontraran desplegados en la mansión custodiándola, tenía que llamar a sus refuerzos a pura voz, ya que los intercomunicadores habían quedado inservibles tras el ataque del chacal.

Una pantera macho y un cerdo se acercaron de entre todos con pequeñas heridas no graves de anteriores enfrentamientos y se dieron a la tarea de obedecer las exigencias de su cabecilla

- Iremos a buscar a los que faltan. Necesito a todos aquí. Debemos defender la entrada.

Ambos subordinados dieron la vuelta y se pegaron a seguir al chico, cuando éste alzó la oreja al escuchar algo que lo perturbó.

- El lince está buscando una excusa para escapar él solo y dejarnos morir aquí como imbéciles...

Nigel se volvió con violencia para ver al impertinente. Una comadreja muy malhumorada que lo observó desafiante hasta que la bala de un revólver se le metió entre ceja y ceja para hacerlo caer al piso con su rostro de bravucón reventado por el impacto. Los demás observaron al lince, todavía con una fría expresión en sus ojos y su arma humeante por el proyectil lanzado hace poco.

- ¿Algún otro payaso? – preguntó retador.

Ninguno de los otros se atrevió a decir nada más. Antes que él y sus ayudantes volvieran a su camino, todo el ambiente se estremeció cuando escucharon algo alarmante. Las sirenas de una patrulla; la policía había llegado para unirse a la fiesta.

- Con un demonio, lo que me faltaba... – Nigel rechistó con enojo y se apresuró a buscar al resto de su equipo.

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En la entrada de la elegante mansión se encontraba una revolución armada, que ahora era más grande por haberse unido a ella la policía, buscando de alguna forma, respaldar a las fuerzas del lince, ya que ambos tenían un claro enemigo en común.

Jack se fue abriendo camino sin importarle nada la vida de los oficiales, de la banda enemiga ni la de sus propios subordinados; fue expeliendo a diestra y siniestra largas llamaradas de fuego incandescente con un lanzallamas al que él mismo apodaba "su juguete". Este reía mientras escuchaba los impetuosos y desesperados gritos de terror y dolor, viendo caer uno a uno a los animales a su paso, y detrás de él, el resto de su equipo se abría camino armados de proyectiles y bombas caseras las cuales lanzaban hacia la entrada esperando con esto hacer ceder las rejas de acero reforzado y despejar su paso hacia la gran mansión.

Los oficiales estaban, algunos entregados a la lucha, otros resguardados planeando una nueva estrategia. Bullock y su escuadrón veían con cierta preocupación y enojo que uno a uno sus oficiales caían en el campo por heridas graves, de balas, quemados hasta morir, acuchillados brutalmente, pero las bajas eran interminables.

El plan de acción inmediata había fallado y contra Owen no debía haber ninguna clase de apertura, ningún detalle, nada que pudiera significar su victoria. El toro estaba desesperado, sin saber ya más que hacer. El tigre blanco y la loba se encontraban en la misma situación, buscando de alguna forma el ayudar a su jefe a rescatar a la coneja.

- ¿Infiltrarse? – preguntó el tigre leyendo los planos – ¿siquiera es posible?

- ¿Está seguro de esto, jefe? – inquirió ahora la loba.

El toro negó con la cabeza.

- La única prioridad de esta misión es rescatar a la oficial Hopps de ese sitio antes que la maten. Después de haberla recuperado, me importa un carajo lo que pase con esos malditos.

Daniel y Luna se miraron.

- Eso no servirá – replicó la loba bajando las orejas avergonzada – aún si lográramos entrar, todavía no tenemos idea de cuantos hay allí dentro.

- Nos matarán antes de que nos demos cuenta – añadió el tigre respaldando a su compañera.

- A ver, ustedes dos, par de genios – gruñó el toro – ¿tienen algún brillante plan para sacar el culo de aquí?

Ambos oficiales cerraron la boca. Bullock bajó la cabeza

- He intentando contactar con las fuerzas especiales de la ciudad, pero fueron emboscados en el camino.

- ¡¿Cómo?! – gritó el tigre. La loba lo mandó a callar. Bullock frunció el ceño.

- Owen nos tiene donde nos quería – replicó entre dientes el inmenso comandante.

Daniel se mordió los labios; esa era su oportunidad para de verdad ayudar a los que se habían preocupado tanto por su ciudad como para llegar a esa circunstancia, ahora se sentía responsable por lo que pasara con ellos. Luna también conocía ese sentimiento y lo compartía, tal vez no hubieran tenido muchas oportunidades para conversar, pero aún así sentía que si ellos les estaban haciendo un favor, era importante corresponder la cortesía de la misma manera.

- Badger. Panther. Informes de la situación – esbozó el toro dirigiendo la mirada hacia la patrulla de los forenses, pero no hubo respuesta – ¡Badger, Panther! ¡Les estoy hablando! – el toro se lanzó enojado hacia la puerta del vehículo pero al abrirla ninguno de los dos estaba allí, no había más que un tablero vacío y dos auriculares sin uso.

El toro lanzó en un furioso bramido los nombres de ambos forenses al aire, los cuales ya estaban bastante lejos del escuadrón. Badger sintió un escalofrío subir por su espalda al escuchar su nombre en la lejanía, Reyna rió entre dientes al escuchar el suyo.

- Si el lince no nos mata, el toro lo hará – esbozó Dominic nervioso mirando hacia atrás.

- Es parte de la aventura, ¿no? – replicó Reyna todavía con una sonrisa juguetona en sus labios.

- ¡No debí dejarte que me convencieras de esto!

- ¿Y esperabas que alguien más además de nosotros fuera a rescatar a nuestros amigos?

El tejón reflexionó un poco y bajó la cabeza apenado. Ella tenía razón.

- Ok. ¿Cuál es el plan? – preguntó el chico mirando hacia todas partes.

- Encontrar a Nick dentro de la casa, con suerte también hallaremos a Judy.

- ¿Y cómo haremos eso?

- Todos están demasiado concentrados en defender la entrada de ese lunático así que los flancos y la parte trasera están desprotegidos.

- Ya. Y así como nosotros pensamos en esto, ¿no crees que Nigel o el chacal también lo hayan anticipado?

Reyna se detuvo en seco y se volvió a verlo como una fiera.

- ¿De verdad dudas de mi intuición, Badger?

El tejón bajó las orejas al ver la sonrisa malévola de la mujer.

- Bien, bien. Ya me callé.

Reyna rodó los ojos y siguió el camino, todavía agachada en los matorrales para que no los vieran. Dominic cargó su revólver con la esperanza de no tener que gastar ninguna bala.

- Por suerte nos trajimos estas...

- No serán necesarias – replicó la felina apartando algunos arbustos para dar con la reja de atrás. Desierta – ¿lo ves? Vamos – esbozó la gata a su compañero sacando una de sus garras e introduciéndola en el ojal del candado a modo de llave. Reyna sonrió victoriosa al escuchar el clic del cerrojo abriéndose – Jaja, todo el dinero del mundo pero no se molestó en comprar una cerradura decente para su patio trasero.

Los dos forenses se aproximaron hacia la puerta del patio, cruzando las jardineras y la alberca iluminada. La pantera se movía instintivamente como el depredador que acecha, el tejón la seguía a una distancia prudente. Badger estaba concentrado solamente viendo la ondeante cola negra y robusta que guindaba de su vestido; intentaba no pensar mucho en ello, pero estaba angustiado. Dominic estaba asustado de no volver a verla, de no volver a regañarla o consolarla, de no volver a verla sonreír; le aterraba la idea de perderla; él sabía que no podía hacer mucho, tal vez nada, pero estaba dispuesto a poner su vida a cambio de la de ella si llegara a ser necesario.

- Reyna...

Sin darse cuenta, el chico tejón extendió su brazo y le tomó la mano, cálida y suave como siempre. Reyna se volvió a atisbarlo con sus enigmáticos ojos verdes, brillantes y curiosos, ella le miró con tranquilidad y ladeó su cabeza algo enternecida. Dominic la soltó de repente y esquivó la mirada nervioso. Luego tomó aire, aclaró su garganta y la miró fijamente a los ojos con resolución.

- Sin importar cómo, voy a protegerte.

Esa única sentencia de parte del doctor hizo que las piernas de Reyna flaquearan un poco, una punzada le dolió en el pecho haciendo que su corazón latiera de prisa. Ella sonrió ruborizada y asintió mostrando sus blancos y afilados colmillos.

- No dudo que lo harás...

Sin volver a mencionar palabra, ambos oficiales buscaron la forma de forzar la cerradura de la puerta para entrar en la mansión y empezar con su búsqueda. Ya se habían convencido de que no tendrían más inconvenientes para escabullirse, no mientras los demás guardianes estuvieran ocupados defendiendo la puerta.

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Dentro de la mansión en algún lugar del sótano, parte de los vigilantes que custodiaban la entrada trasera se habían dirigido a los arsenales subterráneos en busca de nuevo armamento para resolverse a luchar con los demás para proteger la mansión.

Los repentinos temblores en la parte de enfrente los había puesto en alerta para alistarse a la batalla contra el chacal; no sabían nada sobre el resto del equipo, puesto que había una fuerte interferencia entre las comunicaciones, y en ese lugar, en lo más apartado del sótano no había señal de nada. Los mamíferos, depredadores en su mayoría, sin perder el tiempo se armaron para salir directamente hacia la entrada principal, cuando de repente escucharon con claridad algo que les puso los pelos de punta. Se aproximaron a los conductos de ventilación alzando las orejas, atentos ante cualquier movimiento.

- Alguien está jugando a ser espía – esbozó un jaguar acercándose a la rejilla pero luego retrocedió alarmado cuando el sonido de alguien corriendo los hizo reaccionar.

El guardia subió el arma con intenciones de abrir fuego, pero los demás lo detuvieron; era un espacio cerrado, las calderas y sistemas de gas y electricidad estaban muy cerca de ellos...

- Si una bala llega a darle a alguna de las cisternas, ¡todos volaremos en pedazos! – replicó uno de sus compañeros calmando al otro.

El guardia simplemente volvió a acercarse, no estando seguro de si quien quiera que fuera se había escapado y de ser así, inmediatamente ellos tendrían que darle caza.

El hombre aproximó su ojo derecho en las rejas y lo único que pudo diferenciar de las sombras fueron unos terribles y brillantes ojos rojos. Antes de siquiera reaccionar, un desagradable vaho cayó en su cara encegueciéndole durante unos segundos, el jaguar se tiró al suelo gritando de dolor, apretando con fuerza su nariz y boca, sintiendo como si se derritieran; los demás corrieron de inmediato a ayudarle, pero retrocedieron espantados al ver sus ojos dilatados e inyectados en sangre; el depredador no podía verlos, no eran más que siluetas confusas frente a él, que lo llenaban de terror y espanto; no ahogaron un grito al ver el segundo en el que este se apartó las manos de la cara y efectivamente estaba destrozada, quemada, derretida; los jirones de carne colgaban de su pellejo y su expresión era terror puro y genuino.

Se incorporó lentamente y echó un vistazo a su alrededor, estaba reaccionando de manera errática; algo en su mirada había cambiado, no estaba bien, se estaba ahogando en una angustia tan profunda y terrible, una desesperación fatal, un miedo irracional, una... HISTERIA. Su expresión aún no cambiaba, preso de un pánico sin sentido, viéndose amenazado por fantasmas inexistentes, sus gritos no hacían más que ir en aumento, su desesperación crecía y ya no reconocía a sus compañeros; nadie podía controlarlo, ni siquiera sabían lo que estaba pasando.

Repentinamente el aroma se había materializado de nuevo, en aquel espacio cerrado, donde los gritos jamás se escucharían, ahogados debajo de la balacera de la superficie. La droga se fue calando en ellos con discreción hasta apoderarse de sus cinco sentidos. Los guardias asimilaron rápidamente la sustancia de la misma manera que el jaguar; una sensación de terror irreal se les fue subiendo por la espalda hasta cegarlos en una locura infundada.

Sin juicio, sin control, los guardias empezaron a atacarse entre ellos con garras y colmillos; despedazándose por medio de impetuosos zarpazos y violentas mordidas, una masacre que duró no más de cinco minutos, sólo un breve instante y los que antes eran guardianes encargados de proteger el norte de la mansión, ahora yacían en el suelo reducidos a una masa viscosa e irreconocible de sangre y entrañas.

Roger esperó unos segundos y al no volver a escuchar ningún gruñido, pateó la escotilla de la ventilación para caer de pie en el pasillo. Notó bajo sus pies la sensación de aquel líquido derramado, rojo y pegajoso, todavía caliente, se asqueó al sentir el olor de la sangre y retirándose la máscara de gas observó su entorno y sonrió satisfecho.

- Gracias por servir como sujetos de prueba – esbozó riendo y tomando su maletín para confirmar su contenido. Más de aquella sustancia verdosa en variados tubos de ensayo. El conejo siguió su camino hacia el cuarto de ventilación, pasando por encima de los cadáveres, todavía con su sonrisa en el rostro.

________________________________________________________________________________

El lince se paseaba de lado a lado con sus dos guardianes custodiando el camino. No había sido necesario decirle a los que estaban dentro que fueran a la entrada a pelear por su banda. Una tercera sacudida hizo temblar el suelo bajo los pies del chico de pelo plateado. Nigel se volvió hacia atrás preocupado.

- ¿Qué ha sido eso? – se preguntó a sí mismo mientras intentaba dar una olfateada a su entorno, pero era casi imposible diferenciar nada. Apretó los puños clavando sus garras en su palma y se puso en marcha; su objetivo había cambiado, era hora de buscar y asegurar a su rehén. Todavía había trabajo pendiente y no iba a permitir que el can se le adelantara, si no, todo habría sido en vano.

Los dos subordinados se aproximaron rápidamente hacia el fondo del pasillo para asegurar la zona.

El lince se quedó observando con recelo el desorden en su mansión; las ostentosas decoraciones de su residencia que habían sido reducidas a nada por los constantes ataques de su enemigo. Las reliquias familiares que habían sido resguardadas durante tantos años, que habían permanecido en su legado, herencias y recuerdos de sus antecesores convertidos en simples escombros. El joven no se había dado cuenta de en qué momento su mente había sido abordada en curiosos pensamientos; a su memoria regresaron las palabras de su prisionera, lo habían molestando durante mucho rato

- Aún hay tiempo... – se susurró a sí mismo lentamente, sintiendo un sabor metálico en sus labios. El lince miró un espejo roto, todavía colgado en la pared, con unas cuantas manchas de sangre y se observó detenidamente.

Él nunca había dudado al momento de llenarse las manos de sangre, pero, ahora era diferente, estaba cuestionándose cualquiera de sus acciones ¿Por qué? ¿Qué lo obligó a ir tan lejos? ¿Por qué si ya había escuchado mil veces el mismo discurso, era justo ahora que empezaba a afectarle tanto? ¿La coneja? Posiblemente. Tal vez porque ya había vivido una experiencia parecida, con alguien más.

Nigel se dejó de pensamientos absurdos al momento de ver regresando a los dos guardianes volviendo por las escaleras esperándolo para poder seguir su marcha.

El lince se había sumido tanto en sus abstracciones que no había notado esto, hasta que uno de los dos guardianes lo llamó.

- Señor, ¿se encuentra bien? – preguntó la pantera tomándolo del hombro.

Nigel sólo respondió con una manotada apartando la mano de su subordinado y subiendo las escaleras al segundo piso.

- Estoy bien. Encuentren a Hopps. No permitan que ese chacal llegue a ella primero.

Crow y Hamson asintieron sin ningún ánimo de cuestionar sus órdenes, pero uno de ellos estaba indeciso.

- ¿Qué hay de usted? – preguntó el cerdo algo angustiado.

Nigel bajó la mirada hacia él.

- ¿Crees que no me se defender por mi cuenta? ¿Acaso tengo que repetirlo? Hagan lo que les dije.

Ambos asintieron para proceder a cumplir las órdenes de su líder, pero antes de siquiera ponerse en marcha una nueva conmoción los puso en alerta a los tres. Una risotada maniática había empezado a oírse entre las paredes del edificio. Nigel rechistó furioso. El chacal había logrado entrar a su casa.

El chico sólo comandó a los otros dos para que lo siguieran, debía asegurar a la presa, de lo contrario, el chacal la encontraría primero.

- Pero no para esto... – replicó en voz baja para que los otros no le escucharan.

_______________________________________________________________________________

- ¿Qué está pasando allá afuera? – se preguntó la oficial blandiendo su arma, lista para atacar, atenta a cualquier movimiento, cualquier sonido, todo lo que para ella pudiera representar una amenaza.

Judy avanzaba por el pasillo con el paso ligero y rápido, evitando el más mínimo ruido. No estaba buscando una salida, aunque su vida dependiera de ello, para ella era más indispensable proteger las vidas que a su juicio eran inocentes. La coneja se iba desplazando por el corredor con toda la destreza que su cuerpo cansado y adolorido le permitía, cuando sintió repentinamente un tirón de orejas impulsivo y lleno de ira; ella lanzó un chillido intentando atacar a su agresor cuando este finalmente la había vuelto hacia él para verla a los ojos. Judy se llenó de espanto al reconocer ese rostro y esa terrible sonrisa; sus ojos desbordaban furia y maldad, notó las profundas heridas en sus orejas y sus dos dedos faltantes.

- Todo se fue a la mierda – esbozó la hiena riendo por lo bajo – esos imbéciles están cayendo como moscas. Todos están muertos... el chacal logró llegar al edificio – el lunático la miró con los ojos entrecerrados y la empujó contra la pared tomándola del cuello y apretando cruelmente – ¿Lo viste? – preguntó a la chica mostrándole los muñones en su mano – ¿viste lo que me hicieron por tu culpa, perra?

Judy cerró los ojos asqueada.

- Ese maldito lince es tan egoísta. No me dejó romper su pequeño juguete antes que él – esbozó pasando su mano cercenada sobre la piel de la hembra – pero no me dirá qué hacer – replicó entre dientes.

Judy se removió del asco mientras este reía.

- Tal vez me vaya al infierno – susurró lentamente disfrutando de la expresión atemorizada de la coneja – pero te llevaré conmigo entonces – sacó una navaja – no pienso darle gusto al gato, aunque tampoco me interesa hacerle un favor al perro – replicó con una macabra sonrisa.

La oficial intentó zafarse del agarre, pero las dolorosas garras de la hiena se clavaban sin clemencia en la delicada piel de su cuello. La hiena desquiciada colocó el filo de la cuchilla sobre su garganta presionando el frío metal contra ella. La nerviosa coneja no podía moverse porque sabía que un paso en falso y el carroñero le rebanaría la tráquea de punta a punta. La hiena disfrutaba cada segundo mientras la respiración de la oficial se volvía errática y pesada, luchando por librarse de su agarre, rasguñando sin éxito con sus uñas las garras del asesino.

- ¿Lista para conocer el infierno, oficial?

Ella apretó los párpados, enojada por no haber sido capaz de defenderse.

Repentinamente saltó como una fiera el lince de pelaje blanco tomando del cuello y con fuerza bruta a la hiena, apartándolo de Judy y haciéndola caer de bruces al suelo. Al recuperarse, la oficial observó el enfrentamiento. Dutch estaba en posición y listo para atacar.

- ¿Te atreves a desafiar una orden del jefe? – esbozó irónico hacia la hiena sacando su garras, este le respondió alguna sandez a la cual le hizo caso omiso y bufó con resignación – no sé que dijiste, pero seguramente fue una estupidez.

Judy se extrañó al escuchar esta frase venir del lince pero al fijarse mejor notó la sangre saliendo de las orejas del felino. Dutch estaba completamente sordo.

Sin pensarlo dos veces, la hiena arremetió violentamente contra el felino, con el cuchillo entre sus garras, pero Dutch no era la mano derecha del jefe sólo por ser su par, no vaciló al esquivar la estocada y con suma destreza logró apresar y golpear furiosamente el estómago del carroñero. La hiena sintió un buche subirle por la traquea como si estuviera a punto de devolver y cayó tendido sobre el puño de su adversario.

- Si pides perdón, tal vez sólo te deje ir con una advertencia – mintió el felino con marcado cinismo.

La hiena ardiendo en ira volvió a reanimarse lanzando una furiosa segunda cuchillada que esta vez logró alcanzarle, Dutch retrocedió al sentir su mejilla izquierda ardiendo de dolor, se cubrió la cara y evadió una nueva finta por parte del criminal, pero la hiena aprovechó su descuido y no dudó para clavar con rabia el cuchillo dentro de su abdomen.

Dutch gritó al sentir el filoso metal introducido en él, colándose en sus entrañas y buscando su alma. La hiena sonrió con sadismo al ver que el felino estaba perdiendo las fuerzas, pero la expresión en la cara del lince no le estaba diciendo lo que esperaba. Dutch alzó la mirada con suma seriedad, estoicismo sólo comparado con el del jefe y en su rápido movimiento, este sacó una escopeta recortada que tenía oculta en el cinto de su pantalón

- Basta de juegos – dijo apuntando en la cabeza de la hiena y jalando el gatillo.

El carroñero cayó al suelo muerto, con una bala metida en el cerebro y medio cráneo esparcido en la alfombra; seguido Dutch se resbaló lentamente por la pared hasta caer sentado, apretando débilmente su herida. Judy se lanzó aterrada hacia él y comenzó a hacerle la presión tratando de detener la hemorragia. El lince sonrió con dolor y negó con la cabeza para que se detuviera.

- Sólo quería pelear un poco antes de morir – esbozó tranquilo – pero creo que me confié demasiado...

- D-descuida, Dutch... – replicó la coneja temblando – l-los paramédicos ya deben estar aquí y yo... yo te llevaré a la entrada, p-para que atiendan esa herida – la coneja hablaba rápidamente, temblando angustiada.

El lince intentaba leer sus labios, pero era imposible descifrar esa retahíla de palabras atropelladas. Este rió de repente llamando la atención de la chica.

- Es inútil, oficial. No puedo entenderla... – echó la cabeza hacia atrás y suspiró tranquilamente – Hah, Nigel siempre dijo que yo era un buscapleitos – se volvió a verla – voy a morir y estoy bien con eso, así que no intente ayudarme, no se preocupe más.

Judy bajó las orejas al notar la resignación del felino, este le sonrió suavemente.

- Tiene un gran corazón, oficial. Hace rato me encontré con su compañero, el zorro. Él se encuentra bien, está desesperado buscándola. Le dije que la encontrara y salieran de aquí – bajó la cabeza – este lugar es un caos, y no tardará en empeorar, ese tipo está en la entrada y está buscándola. No permita que la encuentre. Huya – se detuvo para quejarse – sólo lamento... no haberle sido útil al jefe – corrigió – No... lamento no haber podido ayudar a mi mejor amigo – Dutch soltó un alarido horrible sintiendo como se escapaba su vida.

La oficial se alarmó al ver sufrir al lince blanco, le ofreció su mano y este la apretó fuertemente, aferrándose para decir una última cosa.

- Si... desea escuchar la última voluntad de un moribundo – Dutch la tomó del borde del vestido y la haló hacia él advirtiéndole – váyase de aquí, oficial. Encuentre a su compañero y lárguese, esto está destinado a terminar hoy. Y si... no es mucho pedir, llévense a Nigel con ustedes... él no tiene por qué pagar los errores de su padre – la miró a los ojos – usted ha sido la segunda persona que logró ver lo bueno de él... además de... – se quejó una última vez – por... favor... salve a mi herm... – el lince blanco no terminó su frase cuando sus fuerzas lo abandonaron y dio una última exhalación para dejar el mundo.

Judy se levantó del suelo limpiándose las lágrimas y los ojos rojos llenos de rabia.

- No necesitabas pedirlo, Dutch – replicó la coneja tomando su bate, el cuchillo de la hiena, la escopeta recortada, el cinto y las municiones del lince blanco. Armada y lista, la oficial se fue caminando por el pasillo, no sin antes darle un último atisbo al cuerpo apoyado contra la pared, con los ojos cerrados, como si estuviera durmiendo. Judy frunció el ceño con resentimiento y siguió su camino, dispuesta a sobrevivir.

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AAAAH, he ahí el detalle... 

Resulta y resalta que es el capítulo es demasiado largo y tuve que dividirlo en más partes, espero que no les moleste, ya que les dije que serían solo dos, pero... bueno, mejor que saliera más a que saliera menos, ¿no? no me odien :v 

O sea, "continúa" :v 

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