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—A veces me pregunto como es que sigues viva siendo tan idiota—Comento tu amiga a tu lado.
—Esas preguntas no me dejan dormir por las noches—Respondiste.
—¡¿Cómo es que quemaste el agua?!—Preguntó exaltada llamando la atención de algunos estudiantes a su alrededor, entre ellos tu amor platónico.
Yaku no pudo evitar ocultar su sonrisa a lo que desviaste la mirada. El chico se acercó a ustedes.
—Bueno eso es lo que te hace querer cuidarla—Sonrió dejando ver su perfecta dentadura y un muy leve sonrojo, casi invisible.
—Yaku a pesar de que es un enan—Fuiste interrumpida por un golpe en tu cabeza de parte de Yaku y su libro. Una vena saltaba en su frente, con una sonrisa tetrica. Sudaste frío.
Se alejo sin más, te quedaste confundida con lo que había pasado, tu amiga podía jurar que había ecuaciones a tu alrededor mientras pensabas, sonrió mientras negaba.
—Realmente eres idiota, una muy grande—Tomo asiento delante de ti, la miraste aún más confundida—Parecía que le ibas a decir...—Bajo la voz— Enano.
Golpeaste tu cara contra el pupitre. Captando la atención de todos otra vez.
—Quedare en la friedzone toda la vida—Murmuraste.
—A menos de que llegue alguien más y..
—Ya entendí, ya entendí—Interumpiste—Vendrás a almorzar conmigo o me seguirás recordando mi triste existencia—La miraste con ojos cansados.
—Almorzare, tengo hambre.
Llegaron a la cafetería, tu fuiste por tu lado buscando la fila de la comida que querías, acordaron verse en una mesa cerca de las ventanas.
Pagaste y te dirigirse a el lugar acordado donde te sentaste y comenzaste a comer, viendo el futuro regaño que te daría tu amiga por no esperarla.
Pasaron 5 minutos, luego 10 minutos y no aparecía hasta que te indignaste a mirar la ventana en la espera de la castaña, viéndola jugar fútbol en las canchas.
Suspiraste con un tic en el ojo, un día de estos la matarias.
Pronto sentiste a alguien sentarse delante de ti, observando al pequeño liberó de Nekoma el cual te veía con una hermosa sonrisa.
—¿Te dejo sola?—Preguntó
—No es la primera vez—Reiste nerviosa.
—Bueno pues de ahora en adelante yo te acompañare en los almuerzos—Desvío la mirada, tu realmente no entendias.
—¿Khe?— Pusiste lo ojos en blanco al no entender.
Suspiro para después mirarte directo a los ojos.
—Realmente no entiendes mis indirectas ¿verdad?—¿Lo eran? ¿Para qué serían? —Me gustas...—Dejaste de masticar y pronto sentiste unas gotas de sudor que bajaban por tu frente-
No era un sueño ¿verdad? Porque si lo era ibas a cortarte las venas con algodón.
—P-Pues a mi t-también—Hablaste con la boca llena, apenas entendible.
—Primero come—Sonrió divertido, viéndote comer mientras charlabán de diferentes cosas.
Mientras un pelinegro y una castaña veían la escena con lágrimas falsas correr por sus mejillas, con un teñido a su costado jugando en su consola, sintiendo pena ajena por sus acompañantes.
—Como crecen...—Hablo la castaña secando sus ojos de una inexistente lágrima.
—Les enseñamos bien—Sonrió orgulloso el pelinegro a su lado.
El pequeño Kenma solo pudo suspirar al ver a sus compañeros.
Fin.
Capítulo editado ➹