La boda de Marie y de mi padre se acerca, he hecho de todo para evitarlo, pero no logro ningún avance, y empieza a desesperarme.
- ¡No!, No quiero vestido rosa -dije caprichosamente cruzándome de brazos y sentándome a una orilla de mi cama.
- Pero dijiste que querías el rosa...la semana pasada -dijo algo decepcionado Baron mientras tenía mi vestido rosa en sus brazos.
- No pedí rosa, ¡Quiero rojo! -le dije.
- Camille... Ya es el noveno vestido que mandamos a diseñar para ti... La costurera ya ni duerme -suspiró- deja de buscar excusas para retrasar la boda de tu padre -me dijo.
- ¿¡Haa!?, ¿Tú también te pondrás en mi contra Baron?, ¡Eras mi amigo! -le dije saliendo de la habitación no sin antes escuchar un "Pero eso hará feliz a tu padre... Que tu aceptes a Marie cómo su esposa..."
¡Definitivamente no!, No aceptaré a Marie. Además... ¡La felicidad de mi padre soy yo!, El siempre me lo dijo.
¡No puede cambiarme por Marie!, No, no, y no.
Mis mejillas empezaron a ser mojadas por mis cálidas lágrimas. Mi vista se nublaba por las lágrimas.
- Camille -la repentina voz de mi padre me sacó de mis pensamientos- Camille -volvió a llamarme.
Oh no, justo con quien no quería encontrarme en estos momentos. Debería aprovechar que no me vió llorar antes que sea tar...
- ¿Por qué estás llorando? -dijo al tomarme de mis hombros y voltearme.
No me preguntes papá. No me veas llorar, ¡No me veas!
- ¡Cálmate Camille! -me tomó de mis brazos, se agachó y me acercó a sus brazos- Escúchame Camille... -me susurró a mi oído- ¿Soy tu padre cierto? -asentí mientras me restregaba mis ojos aún llorando- Nadie cambiará eso Camille, nadie cambiará que yo sea tu padre y nadie jamás tomará tu lugar. Sé que te duele aún todo esto, pero Marie no tiene el porqué sufrir tu desprecio y tú odio. No logro comprender que es lo que a mí pequeña hija le aqueja, tú amabas mucho a Marie, no creí que llegarías a esto -me apegó más a su cuerpo.
Empezó a acariciar mis cabellos.
- No sé que diría Dalia en esta situación -me miró a los ojos.
¿La única no era yo?, ¡Tú dijiste que yo siempre sería la única mujer de tu vida papá!. ¿Y por qué menciona a madre de repente?.
- ¡M-mentiroso!, ¡E-eres un mentiroso!, ¡Dijiste que yo era la única mujer de tu vida!, ¡Me mientes!, ¡Me mentiste!, ¡Nos mentiste!, a mi madre y a mí -dije tratando de zafarme de sus abrazos.
- ¡Tú no entiendes el concepto del que hablo! -dijo mirándome dolido- Tu eres mi hija, mi pequeña mujercita que protegeré eternamente. Marie, es mi mujer, mi esposa, mi novia, mi amante, mi mejor amiga. Ella no puede darme la felicidad, el amor y el cariño que tú me das pequeña. Aún así, sabes que siempre te tendré más en cuenta que a ella, porque eres mi hija, en ti corre la misma sangre que en mi, ¡Maldita sea!, ¿Cómo eres tan despierta para entender de todo menos esto?, ¡Despierta Camille!, ¡Abre los ojos! -suspiró.
¡Cállate papá!, ¡Solo la estás defendiendo!.
- ¡Deja de concentrarte en forcejear contra mi y concéntrate en lo que digo!, Dios Camille, ¡Entiende que me duele verte así!, Me duele ver qué te dejas cegar por el enojo, dime Camille, ¿Quién te cuido desde que naciste?, ¿Quién se desveló noches por ti?, ¿Quién te enseño tus primeras palabras y tus primeros pasos?, ¡Fue ella!, Marie. Ella siempre te amó como a su propia hija. ¿No albergas ni un poco de amor o respeto hacia ella?, Eras muy apegada a ella, ¿Por qué la odias tanto ahora?, Ella no vino a quitarte tu lugar, ella no puede ser mi hija -dijo mi padre.
No sé cómo pero me zafé de su agarré, lo miré fríamente.
- Entonces no eres mi padre, si realmente fueras mi padre, comprenderias como me siento. Te odio, te odio, ¡Tal ves nunca debí haber nacido como tu hija!, ¡Dave eres un idiota!, ¡Mi madre no aceptaría esto! -le grité con toda mi alma mientras mis lágrimas seguían descendiendo.
Su rostro se volvió muy triste, agachó su cabeza y se levantó del suelo.
- No digas esas cosas, estás diciéndolo sin pensar, tú ni siquiera sabes la relación que tenía con tu madre -entonces le interrumpí.
- ¡Lo estoy diciendo muy concientemente!, ¡No me vuelvas a dirigir la palabra NUNCA!, ¡TE ODIO DAVE!, ¡Corre y llora con tu mujer entonces ahora!, ¿Qué sucedió con el papá de mis recuerdos?, ¡El hacía todo por mí!, ¡El si me amaba más que a otras cosas!, yo escuché que amabas a mi madre, ¡Qué eran muy bonitos juntos! -le dí la espalda y salí corriendo.
Papá es un estúpido. ¡El no entiende como me siento!. El solo trata de defender a Marie. ¡Claro que agradezco que ella me haya criado!, Pero jamás, jamás le perdonaré que se haya quedado con mi padre. ¡Mi padre es mío y de nadie más!.
Tal ves si realmente desapareciera verá que realmente le hago falta, que realmente soy yo la única mujer que necesita papá en su vida.
Caminé y camine por toda la casa. Llegué junto a Chester.
- Chester, ¿Tú no me cambiarás cierto? -dije acariciándolo.
El me ladró. Sonreí al ver su acción, hasta que salió corriendo junto a Tanya que le traía su comida.
Hasta el me cambia por su comida. Es igual a papá... Chester... Chester debería dejar de existir, así como el estúpido mentiroso de mi padre.
Mi padre siempre se deshace de lo que no le gusta.
Me senté al lado de un arbusto. Escuché a Chester y Tanya jugueteando. Hasta que Tanto se retiró.
Me acerqué a la casa de Chester. El notó mi presencia y vino feliz a mí.
- ¡Tú también eres un mentiroso y traidor!, yo era tu ama. ¡Te odio Chester! -le grité.
Agarré una piedra que estaba cerca, y luego me lancé a Chester. Lo golpee varias veces, ¡He intentó morderme!. ¡Todos me traicionan!, ¡Todos!.
Entonces escuché que todos empezaban a acercarse llamando por mí nombre.
¡Mierda!, Debo escapar antes que refuercen la seguridad. Cierto.
Salí corriendo como pude, empezaba a atardecer.
Escapé. Si, escapé. Nuevamente. Premio Nobel a la mejor escapista del mundo, ¡Gracias!....
No es hora de jugar Camille. Concéntrate.
Estaba caminando por las calles que llevaban a la ciudad.
Pero un auto a toda velocidad me traspasó y se puso en mi frente, deteniéndome el paso.
- Camille -mi padre bajó del auto, seguía teniendo su mirada triste y perdida- se que siempre tratas de huir cuando no sabes que hacer y te sientes sola -mierda- tus gestos te delatan aún más -dijo mirándome.
Yo desvíe la mirada.
- No puedo dejar que te alejes de mí, tú ganas -dijo mirándome.
¿Yo gano?, ¿A qué se refiere?. ¿Es lo que creo?.
- Marie y yo no nos casaremos -me sonrió levemente- Y dejará de estar en casa. No tendrás que volver a verla, ni yo. ¿Contenta?, Ahora volvamos a casa -extendió su mano a mi, me sonrió.
¿Realmente dice la verdad?, ¿Puedo creer en él?.
- Camille, no te miento. No dudes. Volvamos a ser solo padre e hija, sin nadie más -entonces salí del lado oscuro de la carretera.
Mi padre se sorprendió y tomó mi mano desesperado, jalándome a él.
- ¿¡Estás bien!?, ¿¡Qué es esa sangre!?, ¿¡Estás herida!? -me dijo desesperado mientras me cargaba en sus brazos y me metía al coche- ¡Al hospital más cercano! -ordenó mientras yo sentía sus manos temblar al sujetarme.
- ¡Papito!, Estoy bien. No es mi sangre -le sonreí.
El me miró preocupado.
- ¿¡Entonces que es!? -dijo mientras empezaba a inspeccionar mis brazos y piernas.
- ¡Chester me ha traicionado!, Entonces lo maté -le dije- es como haces tú con tus amigos, ¿Verdad papito? -le sonreí.
El suspiró.
- Chester es un perro. Nuestro perro. Un pobre animal sin inteligencia. ¡No está bien que mates a los animales Camille! -me dijo molesto.
- ¡Pero sólo hice lo que papi hace! -dijo empezando a sollozar.
- ¡No!, Es diferente. Diablos. No, ¡No está bien!. Camille, ¿No te dio pena?. ¡Apuesto que el movía su rabito mientras se acercaba a ti! -dijo mi padre preocupado.
- Sí, cuando agarré una piedra trató de morderme, ¡Me iba a morder papi! -le dije empezando a llorar.
- ¡Fue su instinto!, ¿Tú dejarías que te amenacen con una pistola en la cabeza sin tratar de hacer nada? -dijo él.
- No. No pasaría. ¡No lo dejarías! -dijo aún llorando.
Mi padre suspiró y frunció el ceño. El resto del viaje fue silencioso. Pero mi padre, tenía una mirada extraña.