• LOBO NEGRO • 》Jeon JungKook...

By RamenDePollo

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Kim ________ desde pequeña tenía el sueño de toda niña: casarse con un principe azul, tener 5 bebés y una cas... More

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By RamenDePollo

Como habíamos acordado Taehyung y yo, llegué a su casa después del trabajo. Eran las 7:28 pm para cuando apagué el motor el auto y me dispuse a bajar del auto. No quería llegar a casa aún. Quiero comer algo y que la presencia linda de SangJun me relaje un poco, para después hacer lo que tengamos que hacer.

Toqué la puerta de la casa y cuando menos lo esperé, SangJun ya estaba abrazando mis piernas soltando algunas palabras.

Enserio TaeHyung tiene que tener cuidado de a quién le abra la puerta este niño.

—¡Hey, hola!— me agaché hasta abrazarlo y en seguida me tomó por sobre los hombros, levantandome con él en brazos.

—¡Noona, llegaste!— habló tiernamiente restregando su mejilla a la mía. Pasé cerrando la puerta detrás de mí y bajé a mi pequeño cielo quedando de su estatura.

—¿Y tu descuidado padre?— curiosee, a lo que él solo apuntó a la sala, desde donde nos miraba TaeHyung con mala cara. —No me mires así. No está bien que SangJun abra la puerta de esa manera. ¿Qué tal si no era yo?— me levanté de mi lugar caminando hacia él.

TaeHyung ahora vestía de lo más normal, a comparación de en las mañanas. Unos jeans oscuros con una sudadera holgada y unos converse negros, su cabello ya no estaba bien peinado, ahora solo estaba esparcido sobre su frente, mirándose mas jóven. Soltó un suspiro y caminó en dirección al marco de su cocina para entrar a esta, siendo seguido por mí. Esta era mi oportunidad de robar algo de su comida, ya que él sí tenía comida buena y no chatarra como la mía.

—Sabía que eras tú. Eres la única que toca la puerta más de cinco veces de esa forma rápida sin paciencia.— se burló él esta vez y me aventó un paquete de galletas.

Al parecer no había comida hecha ni para él. Eso solo significaba que Sara, la niñera, pudo renunciar ántes de que eso pasara.

Entonces noté la pared que sostenía el mesón de la cocina, y las puertas de los gabinetes de piso, junto con la puerta del refrigerador. Estában rallados chistosamente por unos muñequitos, con un sol y un jardín, algunos animles exóticos y rallones de punta a punta de la pared con lo que parecían plumones indelebles, por el intento de quitar los rallones.

Mis ojos se abrieron levemente más de lo que normalmente son y entonces TaeHyung pareció entender mi rostro.

—Demonios, ¿que rayos hacía la niñera mientras SangJun hacía todo esto?— me acerqué, agachandome para mirar los dibujos sobre el refrigerador con detalle, en los cuales adornaban lo que parecia ser personas.

—Quisiera saber lo mismo.— volteé a verlo, sobaba su cara con toda la mano y después se pasó esta por el cabello para recordarse respirar mejor.

—¿Te gustan, Noona? Esta eres tú,— apuntó a lo que parecía una mujer con cabello largo, cuerpo rosa y un vestido azul. —este es mi papi,— apuntó a un hombre naranja con lo que parecía un traje negro y su maletín. —este soy yo,— apuntó al dubujo más pequeño de color amarillo. —este es tío Channie,— creo que era un posible ChanYeol, es un amigo de TaeHyung y era muy alto de cuerpo morado con su bata de doctor y al final apuntó a lo que parecía ser su mascota. —y este es YeonTan.— sonrió orgulloso juntando sus manitas, causandome ternura.

Lo jalé a mis brazos y besé su cara repetidas veces hasta hacerlo reír y terminar abrazándome. Este niño no podría hacer enojar a TaeHyung de verdad después del hermoso dibujo que había creado de su familia.

—Pero si tú dibujas hermoso, mi niño.— Le regalé mas besitos en su cara y después me alejé de él para tomar mi bolso buscando las gomitas que había conseguido para él antes de llegar aquí.

—Sí, ahora explícale a Noona qué es esto.— habló TaeHyung no tan contento apuntando a la puerta de un gabinete detrás de él.

SangJun parecía avergonzado, y enseguida agachó su cabecita, a sabiendas de que por lo que hizo no estaba bien y al parecer había tenído un regaño de su padre.

—Es YeonTan.— habló jugando con sus manos sin levantar su mirada.

—¿Y que está haciendo YeonTan?— preguntó levemente molesto mi hermano.

—M-muerde a Sara.— se encogió en sus hombros y entónces noté au voz temblando, apunto de soltar un lloriqueo.

—Y eso no es nada.— habló TaeHyung esta vez para mí y yo fruncí mi ceño agachandome para abrazar a SangJun.

—Ya, no pasa nada bebé, Noona va a arreglar esto, pero no vuelvas a hacerlo, ¿sí?— hablé entregándole en sus manitas la bolsa de gomitas, a lo que enseguida su rostro se ilumino y asintió saliendo de ahí lo más rápido que pudo.

—No tienes que apoyarlo, ________, no está bien lo que hizo.— me regañó mi hermano cruzándose de brazos.

—Eso no funciona conmigo, soy su tía, no voy a regañarlo, estoy para consentirlo y mimarlo de su amargado padre.— me levanté de mi lugar y abrí las galletas para comenzar a deborarlas. —Deberíamos irnos, ese loco sigue en mi casa.— recordé.

—SangJun irá, lamentablemente la niñera renunció y no tengo donde dejarlo por el momento, pero podemos decirle a tu vecina que nos ayude unos momentos, ella adora a SangJun.— habló sintiendo como su voz sonaba estresada y asentí colgándome mi bolso.

—Solo no te enamores de ella.— me encogí de hombros caminando al recibidor.

TaeHyung rodó los ojos y desapareció por las escaleras mientras yo seguía consumiendo mis galletas. Definitivamente mirar el rostro de SangJun había calmado mi malestar mental. ¿Y a quién no? Quiero decir, es totalmente adorable, con su cabello negro semi largo, casi igual que TaeHyung, una sonrisa igual de cuadrada pero más hermosa, sus ojitos ambar hermosos y una risa y abrazos que podrían dejarte desmayado de ternura.

Los sonidos de los tenis de TaeHyung me hicieron mirar a las escaleras, y ahora bajaba con SangJun en brazos, solo que ahora tenía un pequeño sueter por el frío.

—Toma. Cierra.— apunto con la barbilla a las llaves colgadas a un lado de mí y asentí tomando estas.

Abrí la puerta y TaeHyung salió con SangJun para después hacerlo yo y cerrar la puerta de su casa con seguro. Caminamos al auto y después abrí este para que TaeHyung sentara a SangJun en la silla que había comprado hace tiempo para él, y en cuanto terminó, le entregué las llaves de su casa y las de mí auto.

TaeHyung pareció comprender enseguida y entonces caminé a la parte del coopiloto, sentándome cómodamente sin preocuparme de mirar el camino, ya que no iba a estar al volante.

El auto fue puesto en marcha y después de pocos minutos sentí a TaeHyung carraspear su garganta, a lo que volteé a verlo sin decir nada.

—Entonces, ¿el perro era un Gran Danés o algo por el estilo?— preguntó intentando saber a mayor detalle.

—Bueno, podría parecerse en tamaño, pero no, era peludo y su cara no era de Gran Danés, dijo que era un lobo, y ahora que lo pienso, podría ser uno.— me encogí de hombros pensando que esa podría ser la situación.

—¿Te refieres al chico?— arqueó su ceja sin despegar la vista parando en un semáforo.

—No, me refiero al animal, baboso. ¿Cómo una persona puede ser aquello?— rodé mis ojos y miré al frente.

—Sí, bueno... ¿Y el tipo? ¿parecía de por aquí? ¿lo habías mirado antes?— preguntó mirando al frente también.

Lo pensé un poco, tal vez era alguna persona que podía conocer, pero no. No habría olvidado a un hombre tan guapo –y probablemente con posibles problemas psicológicos de ese grado– en mi vida. Es decir, no es un rostro fácil de olvidar con esas facciones y ese cuerpo musculoso.

—La verdad es que no lo conozco hasta hace unas horas por la mañana.— admití y Tae asintió poniendo el auto en marcha de nuevo.

—Bien, entonces, solo déjamelo a mí— habló sonriéndome de lado a lo que yo sonreí agradecida. —No quiero que un loco se meta a la casa de mi hermana con su perro. Pueden dañarte.— y ahí estaba su tono preocupado.

—¿Noona tiene una mascota nueva?— escuché desde atras y volteé a verlo, tenía su bolsita de gomitas en su mano, comiendo lentamente de ellas, a lo que negué sonriendo.

—No, bebé. Un perro feo se metió a casa y su dueño fue a buscarlo, es todo.— expliqué y él hizo un puchero pequeño.

—Los perritos no son feos.— afirmó y asentí nuevamente sonriendo.

—Esta bien, SangJun, era un perro grande y bonito, pero daba miedo.— me encogí de hombros y él pareció asombrado.

Dejó sus gomitas sobre su regaso y después expandió sus brazos a los lados, haciendo un espacio demasiado grande entre ellos para estirarse.

—¿Así?— preguntó y después tomó de nuevo sus dulces.

—Sí. Así.— afirmé y luego volví a mirar al frente cuando sentí que el auto paró.

TaeHyung acababa de estacionar el auto, y enseguida estaba bajando de este para ir por su hijo. Yo por mi lado, tomé mi bolso, y al igual que los dos masculinos, salí de mi auto, yendo con Tae pars tomar a SangJun.

—Yo lo dejo con la vecina.— expliqué siendo abrazada por mi pequeño favorito.

Le dediqué una sonrisa y este sonrió de regreso. Totalmente adorable.

Tae asintió de acuerdo caminando a un lado de mí dentro del edifício, solo que esta vez, cuando mi turno de dejar de caminar, TaeHyung se mantuvo detrás de mí.

Toqué la puerta despacio y pocas veces esta vez, y después de algunos segundos largos, la puerta fue abierta, mostrando a una señora vieja y con su cabello canoso y una sonrisa amigable. Para tener 67 años, la señora Somi estaba en buen estado, siempre alegre y con una casa oliendo a galletas. Muy cliché, pero era la verdad pura.

—Hola, _______ y TaeHyung, oh, y el dulce SangJun.— sonrió acariciando la mejilla de la criatura.

—Señora Somi, me preguntaba si pudieramos dejar a SangJun un momento aquí, tengo un problema en mi departamento, y pues...— me quedé callada mirando al niño en mis brazos y luego ella sonrió gustosa.

—Oh, está bién, no hay problema, además, SangJun, tengo galletas y magdalenas.— dijo en cuanto bajé a mi sobrino y este sonrió encantado.

—Muchas gracias, señora Somi.— hice una pequeña reverencia y por lo que pude apreciar desde mi hombro, Tae también.

—Sin cuidado.— sonrió y SangJun tomó su mano.

Él adoraba a esta señora, sobre todo por los postres que le daba de vez en cuando.

—Portate bien SangJun, por favor.— indicó a su hijo agachándose a su altura sobando su cabello. —Y cuidala, ¿bien?— sonrió y SangJun asintió emocionado y furtivo.

—¡Sí, papi!— SangJun se paró derechito inflando su pecho como si fuera a preteger a Somi y después TaeHyung se levanto.

Tae agradeció en voz alta una vez más y después tomamos rumbo a dos departamentos más hasta llegar a mi puerta. Dentro del departamento se escuchaba el ruido de alguien hablando, talvez cantando, y yo pude distinguir esa voz. TaeHyung me miró con el ceño fruncido, y eso solo me dejaba en claro que no había creído del todo hasta este momento, por lo que le recriminé con la mirada.

Escuché el sonido de mis llaves abriendo la puerta y luego miré a TaeHyung entrando a mi departamento llevando su brazo a mí para dejarme detras de él.

—¡Oh! Llegaste, humana.— escuché desde mi cocina, y demonios, olía bastante bien.

TaeHyung volteó a verme extrañado y después se alejó por completo de mí para caminar a mi cocina, con el ceño fruncido notablemente molesto, hechando humo hasta por las orejas.

No tuve tiempo ni para cerrar la puerta cuando caminé detras de él, aunque en este momento no me importaba, TaeHyung estaba a punto de golpear a un tipo guapo allanador de moradas y este podría ser un hombre peligroso.

—¿¡Quién mierdas eres y qué carajos haces aquí!?— escuché el grito de mi molesto hermano, encarando al tipo.

Y en efecto, ahora podía apreciar a mi hermano a una distancia demaciado corta de su adverso, con una mirada mientras este solo lo miraba sin ninguna expresión, parado en su lugar sin inmutarse. Cuando el pelinegro me notó con mi cara de angustia, volteó su cabeza por de lado para apreciarme mejor, con un rostro duro y una mandíbula tensa.

—Vaya, no sabía que habría alguna visita. ¿Es tu novio?— formuló el pelinegro con una expresión tranquila, al igual que su rostro, pero algo me decía que moría de rabia por la forma de presentación de mi hermano.

—¿Qué? ¡No! ¿Qué carajos haces aquí y quién eres?— habló mi hermano sin elevar tanto la voz esta vez, pero sonando más al borde de la locura.

—TaeHyung...— le llamé intentando calmarlo.

El pelinegro miró a mi hermano detalladamente y después dió media vuelta para mover lo que parecia ser una casuela.

Espera, ¿está cocinando?

—Lo siento, mi nombre es JungKook, dime JK, todos lo hacen, y estoy aquí porque tu amiga es buena persona, ella me está ayudando.— sonrió, aunque no parecía sincero.

—¿Puedes explicarme por qué allanas el de...—

—¡Oh! ¡Ya sé quien eres!— habló esta vez emocionado el quien al parecer se llamaba JungKook.

TaeHyung se miraba ahora más confundido y molesto, este tipo estába haciendo que perdiera los estribos y eso no estaba bien.
Me acerqué poco hasta quedar detras de TaeHyung y tomar su mano para que se alejara de hacer una estupidez.

—Eres ese apuesto y exitoso abogado que sale en la tele, ¡eres Kim TaeHyung!— JungKook dejó la espátula sobre la casuela y luego volteó a verlo de nuevo. —¡Woah! Yo soy un gran admirador tuyo, enserio.— habló este con un rostro mucho más amigable y nada molesto. —Ganar tu caso sera tan fácil como contactar conmigo.— y no conforme, al parecer se sabía la frase final del anuncio de mi hermano.

—¿Qué?— mi hermano sonó extrañado y luego agitó su cabeza asintiendo. —Es decir, sí, ah, soy yo, gracias, supongo.—

Mis ojos se abrieron enorme y me moví rápidamente a un lado de JungKook para mirar el rostro de mi hermano, no estaba molesto, y hasta podía notar orgullo en su rostro.

¡QUÉ MIERDA, TAEHYUNG!

—Sí, bueno, lamento si tu amiga comento cosas raras de mí si es que lo hizo.— la sonrisa de JungKook era radiante y similar a la de un conejo, con un toque de vergüenza.

—¿Pero qué...?— iba a empezar a soltar maldiciones al chico lindo hasta que sentí la voz de mi preocupado hermano siendo ahora tranquilo.

—Demonios, ________, me dió un paro cardiaco cuando dijiste que podría ser un psicópata, y lo del perro, demonios, no juegues así conmigo, pequeña.— sonrió avergonzado. —lamento la broma que te hicimos SangJun y yo de que estaba asfixiándose, ya veo, era una venganza.—

Sentí un abrazo de parte de mi hermano restregandome contra su pecho y yo estaba en shock, mirando la cara de JungKook totalmente victoriosa.

—¿Qué demonios? ¡Claro que no es una puta broma, TaeHyung! No me conozco a éste tipo de nada.— hablé apuntando a JungKook, pero TaeHyung solo rió dejando su brazo sobre mi hombro.

—Ya, ya no lo intentes, funcionó.— sonrió TaeHyung con esa maldita sonrisa linda en su rostro y luego abrió sus ojos recordando algo. —Iré por SangJun, enseguida vuelvo.— habló haciendo una pequeña reverencia y saliendo de la cocina y el departamento, hasta escuchar la puerta de esta cerrar.

Solté aire de mis pulmones, sin poderme creer esto, y es que, maldita sea, TaeHyung confiaba más en un maldito desconocido.

—Te dije que era un maldito lobo, no un estupido perro.— la voz molesta de JungKook retumbó en mis oídos y enseguida volteé a verlo.

—¡Eres un maldito asco! ¡Quiero que te vayas de mi maldita casa, ahora!— lo empujé, sin embargo no se movió de lugar.

Estaba hechando humos, haciendo una rabieta, y maldiciendo las blafemias más horribles que podía en mi cabeza.

—Muy bien, estoy harto, pongamos reglas serias.— habló, y ahí estaba su mirada dura de nuevo, con esos ojos ambar brillantes mientras era empujada a la puerta del refrigerador con cierto cuidado. —Primero, y más importante; soy un maldito lobo, grabatelo en la cabeza. Y sí, es una maldita regla que tienes que memorizarte.— habló golpeando despacio mi cien, cerrando el espacio entre nosotros. —Dos; me quedaré aquí el tiempo que necesite, ¿entendiste?— el miedo salia de mis poros, y mi shock físico no me permitía mucho, pero logré asentir despacio cuando su aliento molesto se atravesó con furia en mi frente. —Bien.— sonrió satisfecho y luego volvió a su rostro duro. —Tercero, y última pero no menos importante; no soy un híbrido delante de otra persona que no seas tú. Esto no es verdad para otra persona que no seas tú. Nos conocemos de la universidad y soy tu compañero nuevo de piso, si no, engulliré todo tu pequeño ser hasta reventar y lo que sobre se lo daré a mis amigos, ¿claro?—

Me quedé callada, sabía que quería que mostrara algún signo de que había entendido, pero no podía moverme, una capa de sudor frío salía de mi frente y mi espalda, haciendome sentir enferma. Mis pies estaban clavados en el suelo y mis manos estaban enroscadas en mi falda. JungKook pudo notar eso y después de mirarme de arriba a abajo por completo, hizo distancia entre nosotros cuando la puerta se hizo sonar de nuevo, sabiendo que TaeHyung y SangJun habían llegado.

JungKook parecía que nunca había dejado de prestar atención a la rica comida que se miraba desde mi lugar y enseguida me pasó un trapo humedo, cuando TaeHyung y mi sobrino aparecieron por el humbral.

—Ya llega... ¿Estas bien?— preguntó mi hermano mirando mi cara y bajó a mi sobrino, el cual corrió a abrazar mis piernas.

—Y-yo... Aah, sí, sólo tuve un mareo, uhm, creo que no me siento bien.— articule, mirando la toalla que JungKook me ofrecía con una falsa cara de preocupación.

Me alejé por completo de ahí, separando a SangJun de mis piernas para caminar al baño de visitas y encerrarme ahí. Me recargué en la puerta sintiendo mi estomago revolverse sin nada de comida y mojé mi cara para calmarme un poco. Necesitaba tranquilizarme, ya que no estaba segura de que era capaz este tipo realmente y tampoco quería averiguarlo. Me senté en el suelo de mi baño, y tomé la toalla de manos para limpiar mi rostro a toques suaves.

Las voces alegres de mi hermano, sobrino y el desconocido de nombre JungKook sonaban del otro lado de la puerta, solo haciendome sentir peor, como si yo estuviera volviéndome loca.

Necesitaba una forma de sacar a este loco de mi casa, y tenía que hacerlo lo antes posible. Tal vez pueda aún llamar a la policía, o inclúso podía acudir a algún hospital mental donde atiendan a personas agrasivas.

Habían pasado algunos minutos cuando me quede enterrada en mi mente, hasta que sentí que alguien tocaba la puerta, lo cual hizo que me sobresaltada en mi lugar.

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