- Despierta -me dijo mi padre sacudiéndome levemente.
Entonces le contesté somnolienta mientras restregaba mis ojos.
- Buenos... días papi -le dije.
El me sonrió.
- Levántate que servirán el desayuno muy en breve -me dijo tranquilamente.
- Eres muy blando con ella -dijo mi tío Nill apareciendo detrás de mi padre.
- Es mi hija -dijo mi padre un poco molesto.
- Es mi sobrina -dijo él mirando desafiante a mi padre.
Ambos se miraban con odio. Casi podía sentir que lanzaban láser por sus ojos.
- Jajaja -reí sin poder contenerme.
Ambos me miraron.
- Ya levántate y aséate, rápido, iré a despertar a tus amigos ahora -dijo mi tío con una sonrisa burlona.
¿Qué estará pensando en hacer?, quisiera verlo.
Así que me preparé lo más rápido que me permití.
Y fui a donde estaban todos, pero llegué tarde. Solo alcancé a ver como Marcus estaba tendido en el suelo y todos reían de él.
- ¡Malditos!, ¡No se rían! -dijo avergonzado mientras se levantaba velozmente.
- Caíste de la cama, con sólo escuchar eso -se burlaba Maicon.
- Vamos pequeños monstruos, ¡Si no están en 5 minutos no desayunarán! -dijo mi tío firmemente.
- Oiga, no somos sus reclutas señor -dijo Owen quien abrazaba a su pato de peluche mientras volvía a dormirse.
- ¿Eh? -mi tío parecía furioso.
Se acercó a Owen, agarró su peluche y le arrancó la cabeza.
- Tal ves no sean mis reclutas, pero, vinieron aquí para ver como son las cosas dentro de una base militar, ¿Cierto? -dijo tirando la cabeza del pato al suelo- ¿Y qué esta basura?, ¿No crees que estás muy grande para jugar con ositos de peluche?, patético -dijo observando fijamente a Owen.
- Señor Lazuli -dijo mientras recogía la cabeza de su pato al borde de las lágrimas- El Señor Lazuli no tenía culpa de nada -dijo con ojos lagrimosos- mi venganza será terrible -dijo con su psicópata mirada.
Esto es malo. Yo no haría enojar a Owen. El conoce el cuerpo humano del derecho y del revés.
Creo que Owen enojado sería... horrible.
- O-Owen no te enojes con el señor -dije acercándome a él con una sonrisa- ¡Yo te regalaré un nuevo pato de peluche en su reemplazo! -dije tratando de apaciguar las cosas.
Todos me miraron de pies a cabeza. Y soltaron unas risas, incluida Sasha. Excepto Claude.
- Camille, ¿Te arreglaste sola? -me preguntó Claude acercándose a mí.
- ¡Sí!, ¿Quedé linda? -le pregunté sonriendo.
- Mmm... -dijo mirándome- Tu siempre estás linda arreglada o no, pero, déjame ayudarte, a estar mejor, con unos retoques -me dijo amablemente.
¿Tan mal me arreglé?.
- Mi hija está preciosa -dijo mi padre apareciendo- ¿No les gusta como está?, Pues quitense los ojos -amenazó molesto.
Papá, siempre es tan bueno. Aunque... Ahora que lo pienso estar en esta base es peligroso. Ahora entiendo porque mi padre dijo que tenía que venir a verificar que no sucedieran cosas imprevistas.
Somos niños, y los niños no saben controlar perfectamente sus emociones. Y digamos que no somos niños tan normales...
Cielos, esto será... cansativo.
- ¿Qué pasa Ca-mi-lle? -dijo Karla susurrando en mi oído.
Me aparté rápidamente mientras ví como el sonreía victorioso.
- Tienes cara de preocupada, ¿Por qué estás así? -me dijo.
El estaba vistiendo como niña. Supongo que debe querer que lo tratemos asi.
Ahora que me pregunto, ¿Cómo durmieron todos?.
- Bien, les queda 2 minutos -dijo mi tío largándose.
Todos se prepararon lo más veloz que podían. Y así todos fuimos al comedor. Que por cierto estaba lleno de más militares, o reclutas, o cabos, o que se yo como se llamaban. Aún no entiendo bien sus dialectos. Dicen que de acuerdo a que región perteneces tienes jergas no comunes.
- Coman sin reclamos, hoy cocinaron Travis, Mareen, y Filipo -dijo mi tío pasando al lado de nuestra mesa.
Así que observé una vez más el plato de comida delante mío. Parecía un desayuno normal, tostadas, huevos revueltos, un poco de mermelada o eso parecía y una cosa verde que no sé qué era. Bueno, parecía apetitoso.
Sin embargo nadie se atrevía a probar. Nos mirábamos los unos a los otros.
- Tsk, es sólo comida -dijo Claude probando un bocado.
Su expresión no era del todo buena. Aún así seguía comiendo.
Bueno... debemos comer para no desmayarnos. ¿Cierto?...
Y luego de unos minutos todos terminamos de desayunar. A excepción de Químera, ella no probó ningún solo bocado.
Y yo... bueno al menos lo intenté. No comí ni la mitad del plato, pero al menos comí un poco.
Entonces llegó mi padre dejando un delicioso plato de comida frente mío. Su plato se veía tan apetitoso que inclusive brillaba, o eso parecía para mí.
No sabía que mi padre podía cocinar.
- Buen apetito mi pequeña, no dejaré que comas algo con sabor a basura mientras esté aquí -dijo guiñándome un ojo.
Su desayuno se veía hermoso. En una taza había café con leche tibia, en otro pequeño recipiente habían pedazos de frutillas y pasas, y el plato principal eran unos hotcakes que formaban un osito. Con un poco de chantilly arriba.
- Aaah, que envidia, quiero un padre así -dijo Químera mirando por donde se había ido mi padre.
- ¿Quieres probar Químera? -le dije sonriente.
En verdad quería que comiese al menos un poco, no sabemos que nos esperará en todo el día y si son cosas donde nos esforzaremos, podría desmayarse. ¿Cierto?.
Ella se apenó un poco, pero luego de que la convenciera comimos ambas del desayuno de mi padre.
- Gracias por compartir tu delicioso desayuno conmigo Camille -dijo Químera sonriente- pero aún así ni creas que te debo algo -dijo cruzándose de brazos.
Yo sólo sonreí. Se que Químera es algo malvada aún en su pequeño corazón, pero al menos ahora no es la misma Químera hija de una bruja, que conocí a inicio de año.
- Bien pequeños cerdos -dijo un señor acercándose a nuestra mesa- en 1 minuto quiero verlos en el campo de entrenamiento, ¿Oyeron? -dijo el hombre que inspiraba mucho miedo.
- P-pero a-aca-acabamos de-de-de desayunar -dijo Vin agachando tímidamente su cabeza y medio tartamudeando.
- ¿¡Eh!? -dijo el hombre acercándose a Vin- habla más claro que no te entiendo mocoso inútil, ¿Te comieron la lengua acaso? -se burlaba el hombre.
- N-no S-señor -dijo casi susurrando.
- ¿QUÉ HAS DICHO?, ¡Habla más claro inútil! -dijo gritándole al oído al pobre Vin.
Vin estaba al borde de las lágrimas. Ese hombre no conocía a Vin, y aún asi se dirigía con tanto odio y con brusquedad a él. Vin es un buen chico, solo es muy tímido y carece de un poco de confianza en sí mismo pero es Vin, y Vin es amor.
No puedo quedarme aquí sin hacer nada. ¿Por qué nadie lo defiende?, ¿Dónde están los mayores?.
- ¡Señor! -dije tomando de su brazo con un poco de nerviosismo- por favor, no hable así con Vin -dije mirándolo.
- ¿Ah?, ¿Y quién te crees para darme órdenes estúpida niña? -dijo empujándome para soltarse de mi agarre, y casi caigo al suelo, pero Anthony me atrapó antes.
Entonces ví como Vin agarró su cuchillo y se trepó al hombre, dejando a escasos centímetros de su ojo derecho la punta del cuchillo.
- No te metas con las S-Señorita -dijo con una determinación que nunca antes había visto en él- ella siempre está ahí para mí, no permitiré que le grites -dijo.
El hombre parecía asustado.
Entonces Marcus agarró a Vin bajándolo del hombre.
- Por favor, no se meta con nosotros -dijo Marcus mientras bajaba a Vin.
- Usted no sabe sobre nosotros -dijo Claude acomodándose sus lentes.
- Es cierto. No sabe que tan peligroso podemos llegar a ser -dijo Sasha sonriente.
Repentinamente todos tenían una mirada y sonrisa psicópata. Y un aura tan sombría que ni para mí parecían los chicos de siempre.
Entonces miré a Anthony, el sonreía, pero con la misma oscuridad que los demás.
Y entonces recordé, que realmente todos aquí somos asesinos jóvenes, entrenados desde pequeños para sumir al mundo en desesperación, para así poder estar observando a todo el mundo desde la cima.
Tal y como mi padre lo hacía, el tenía literalmente el mundo bajo sus pies.
Y nosotros, no podíamos defraudarlo.