Vientre de Alquiler

By LaurenceSinApellidos

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Vientre de Alquiler. Perdió a sus padres desde joven, la única familia que le quedaba era su pequeño y enfe... More

Capítulo 1: Propuesta
Capítulo 2: Esta extraña propuesta, sus rígidas clausulas.
Capítulo 3: ¿Cómo he llegado a esto?
Capítulo 4: Una revelación importante.
Capítulo 5: Donceles, un deseo concedido.
Capítulo 6: Recuerdos y mentiras.
Capítulo 7: En el camino.
Capítulo 8: Cavaras tu propia tumba.
Capítulo 9: Arthur Owen, señor cupido.
Capítulo 10: La historia de un resentimiento y una respuesta.
Capítulo 11: En casa de Christopher Owen. Parte I
Capítulo 12: En casa de Christopher Owen. Parte II.
Capítulo 13: Primera clausula.
Capítulo 14: Estremecimientos.
Capítulo 15: Dulces de un amargo pasado.
Capítulo 16: Afortunados.
Capítulo 17: Protector.
Capítulo 18: Ella. A la vista de un profesional.
Capítulo 19: Clarissa Owen. "Dime cuñada".
Capítulo 20: Dando vueltas.
Capítulo 21: Solo hay dos victimas.
Capítulo 22: Rayito de Luz
Capítulo 23: Nada que no haya superado antes.
Capítulo 24: Soporte y unión.
Capítulo 25: Ponle a prueba y veras lo que ocurre.
Capítulo 26: Impactos de todo tipo.
Capítulo 27: Derrumbe.
Capítulo 29: La decisión correcta.
Capítulo 30: Una verdad, un perdón y un amor.
Capítulo 31: Name.
Capítulo 32: Pequeño hombrecito.
Capítulo 33: Como padres.
Capítulo 34: Como amantes.
Capítulo 35: ¿Un final o un comienzo?
Epílogo
Torre de Marfil

Capítulo 28: Corazón partido.

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By LaurenceSinApellidos



Capítulo 28: Corazón partido.

—¡Debemos movernos! —Anuncio una voz exaltada desde el marco de la puerta. Era Arthur —Tenemos un donador. —

De pronto, toda discusión sostenida en esa pequeña habitación, fueron acalladas por el alterado anuncio de Arthur.

El ni siquiera tenía la responsabilidad de dar esa noticia. El médico tratante de Giulian le contó que había un corazón en camino, por el momento prepararían todo para dar la noticia a la familia y a la vez realizar todo el protocolo pertinente a un trasplante de dicha magnitud. Sin embargo Arthur no fue capaz de escuchar ni la mitad de ese discurso, cuando ya se hallaba corriendo rumbo a la habitación del menor, lugar donde sabía que encontraría a su hermano Christopher.

—Un corazón, —murmuro de pronto, retrocedió un paso tambaleante y luego las piernas cedieron a su peso.

—¡Castiel! —

El grito resono en la estancia, Chris y Giulian habían exclamado casi al mismo tiempo. El empresario, quien tenía mayor movilidad fue el primero en llegar hasta el menor, comprobando que todo estaba bien, y solo había caído al suelo de la impresión. Luego de esté, llego Giulian, quien aparto al pelinegro con sus manos débiles y pálidas, simplemente para comprobar el estado de aquella persona a la que había estado increpando hace apenas unos minutos.

Los orbes azules se encontraron. Eran como dos gotas de agua. A pesar de tener padres diferentes, Giulian y Castiel siempre habían compartido un impresionante parecido, sus ojos, sus cabellos, incluso el tono de piel, solo había una cosa en la que ellos se diferenciaban. La forma de pensar.

—Podrás mejorarte Giulian ¿No es maravilloso? —Consulto el mayor. Tenía una sonrisa radiante en su rostro. Una que sin duda jamás había presenciado ninguno de los presentes. Incluyendo a Giulian.

Luego de oír esas palabras se quedó congelado. Estaba allí, frente a sus ojos, tan cerca que hasta lo podría palpar. La oportunidad de mejorarse, de ser el quien se levante del catre y luche por sacar a su familia adelante, ser quien proteja a su hermano, quien estudie y trabaje para él, para darle lo mejor, pero, ¿a qué costo?

Su mano que hace unos segundos se había detenido en las mejillas tibias de su hermano, comenzaron a descender. Recorrió el camino por su cuello, lentamente por su pecho y parte de ese abdomen plano. Allí estaba, en la parte más baja de su vientre, esa curvatura, pequeña y sutil. Su sobrino.

—No me voy a operar, —soltó nuevamente furioso. Consiguiendo que todas las miradas se posaran sobre él.

—No, no, no, no, ¿de que estas hablando Giulian? ¿Cómo que no vas a operarte? —Las manos nerviosas de su hermano intentaron agarrarle. Pero el menor no permitió eso, se alejó tanto como pudo, dejando a Castiel destruido sobre las baldosas del suelo.

Aquella imagen era simplemente desgarradora. En especial porque sabía que el estado de su hermano era el siemple reflejo de lo mucho que le había insultado. "¿Te habrías prostituido tú, si fuera para salvar a Castiel?" Esa pregunta rompió su corazón, pues sabía que lo habría hecho, sin pensarlo más que una vez, él habría ofrecido todo lo que tuviese con tal de salvar a su hermano mayor. Todo, excepto la vida de su hijo.

—No puedes hacer esto Giulian. Debes operarte, —intento convencer, pero más que nada era una súplica desesperada por no ver sus planes derrumbados.

—¿Y entregarlo a él a cambio? —Pregunto el menor contrariado. —¿Estás loco Castiel? Es tu hijo, —afirmo, observando como el mayor sostenía su pecho y jadeaba dolido —¡Es tu hijo, Castiel! ¡¿Lo vas a entregar así nada más?! —

Los Owen simplemente observaban esa disputa, perplejos. Ninguno de ellos sabía cómo interceder, de qué manera podrían resolver ese horrible conflicto.

Ellos estaban exaltados. Por una parte Giulian parecía estar rabioso, a solo segundos de explotar y atacar con todo lo que pudiera a Castiel. El mayor en tanto parecía destrozado, los nervios le hacían temblar, e incluso había tartamudeado en más de una ocasión.

—No puedes rechazar esta oportunidad que te está dando la vida Giulian. —Castiel parecía ido, no dejaba de temblar y aun así, su voz fue profunda, sin dejar lugar a dudas.

—¿La vida de quien? ¡¿De mi sobrino?! —Exclamo.

—¡La vida de todos! —Estallo, golpeando la camilla.

—Castiel, no está bien que se exalten tanto. —Intento razonar el medico allí presente, Arthur, pero fue alejado por el mismísimo Castiel. Quien continuo avanzando hacia el menor 

—¿Crees que tu padre se fue al extranjero solo para ofrecernos una vida más cómoda? ¿Crees que mi pa' se prostituyo tantos años solo para llevar de comer a casa? ¿Crees que yo entregare lo más preciado que tengo solo porque se me ha antojado? ¡He hecho mucho por ti Giulian, y nunca pensé en cobrarte nada de eso! Pero hoy si. —Externo con voz firme. —Aun si es la última vez que lo hagas, me vas a obedecer. —

Nadie allí podía creer lo que estaban viendo ¿Ese era Castiel en verdad? Ya lo habían visto molesto, aquella vez que golpeo a Christopher había sido todo un espectáculo, pero ahora no estaba solo enojado, era algo más que eso, la fuerza que desprendía Castiel se volvió simplemente avasalladora. Aunque hubo alguien que quiso hacerle frente.

—No puedes hacer eso. Yo soy el paciente, tengo mis derechos, —reclamo molesto.

—Los tienes. —Externo una voz completamente diferente a las que se habían oído los últimos minutos. —Y los seguirás teniendo. Pero no puedes negarte a la operación si yo lo digo. —

—Tú no tienes nada que ver en esto, —encaro Giulian.

—Te equivocas. Yo soy quien te puso en este hospital, gracias a mi estas en lista de espera, y seré yo quien firme la autorización para que seas operado —Christopher comenzó a moverse por la habitación, lentamente hasta que llego a Castiel. Apoyo desde los hombros a ese cuerpecito menudo y delicado, desde esa postura ambos parecían dos padres coludidos, completamente invencibles.

—No me puedes hacer esto Castiel. Nunca te perdonaré. —Esa era su última opción, sabía que Castiel era sensible a ese tipo de amenazas, quizás, y solo quizás, lograría convencerle con ese ultimatum. Pero antes de que siquiera Castiel pudiera contestar, una quinta persona se presento en la habitación.

—Los pacientes de otras habitaciones se quejan sobre el ruido, creo que ustedes han causado un gran alboroto, —comento una enfermera de avanzada edad en el borde de la puerta. —Y usted señorito, no debería estar descalzo sobre la cerámica. Acomódese en la silla de ruedas por favor, tenemos que tomar unos exámenes antes de realizar la intervención. —

Todos estaban silenciosos. Giulian lanzo una última mirada a su hermano, esperando que se arrepintiera de la decisión que había tomado. Pero no consiguió nada, Castiel, ni siquiera fue capaz de enfrentar la vista.

—Entonces así será, —decreto el menor con molestia. Ya se había rendido, si su hermano quería ser un cabeza hueca, entonces que lo fuera, pero no contaría con su apoyo. Subió a la silla y se marchó lejos de todos. Quizás su corazón estuviese enfermo, pero jamás sufriría una herida tan desgarradora como la que estaba sintiendo Castiel.

—Vámonos de aquí. —

Christopher tenía intenciones de marcharse a casa por un par de horas, sabía que era imposible alejar mucho tiempo a Castiel del hospital, en especial si consideraba la situación por la que estaba pasando su preciado hermano. Solo quería sacarlo de allí un par de horas, lo suficiente como para que comiera y tomara una siesta rápida.

—Debes tener trabajo, —susurro casi en trance. —Déjame aquí, yo esperare a que finalice la operación. —

—Pero faltan horas para que comience, el preoperatorio es largo Castiel. —El empresario intentaba ser comprensivo, no quería poner mucha presión, ni obligarle a hacer algo que no quisiera. Pero necesitaba sacar a Castiel de allí, el menor no se veía en buenas condiciones.

—Quiero quedarme. —Externo seco.

—¿Solo? —Consulto Christopher contrariado. Castiel no dijo nada por respuesta.

Parecía tan vacío en ese momento. Su vista se mantenía clavada en un punto inexistente e invisible para el resto. Ya no tenía nervios, ni pena, tampoco estaba enojado y por supuesto no se le veía en lo más mínimo feliz. ¿Qué pasaría por la mente de ese doncel en esos momentos?

—No puedo dejarte solo así como estas, —insistió Christopher con preocupación. Sabía que Castiel no era ese tipo de persona, pero en esos momentos, temía que el menor fuera capaz de cometer alguna locura.

Esperaba obtener alguna reacción de parte de Castiel, pero nuevamente no ocurrió nada. El siguió quieto, mudo, inexpresivo.

—Castiel, por favor. —Ya no sabía cómo actuar, quería ser comprensivo y paciente con el menor, sabía que no estaba en condiciones de recibir órdenes, mucho menos de ser recriminado. En esos momentos solo tenía una opción. —Está bien. Quédate aquí por favor, solo hare una llamada. —

Situaciones desesperadas, requieren medidas desesperadas, sabía que en ese momento solo existía una persona en la tierra capaz de ayudarle.

—Clarissa, ven al hospital ahora. —No se molestó en explicarle mucho, apenas unos detalles poco contundentes, lo suficiente como para que su hermana no tardara dos horas escogiendo zapatos, y se encaminara directamente al hospital.

Ella llego cerca de veinte minutos después del llamado, traía ropa casual, cosa que impresiono a Christopher. Se saludaron y luego la mayor paso a ver con sus propios ojos la gravedad del asunto.

—Hola bonito, ¿cómo estás? —Se sentó junto a Castiel, retirando uno de los rebeldes cabellos que se colaban por el hermosísimo rostro. —No me gustan que me ignoren, en especial tú —Comenzó a rezongar luego de diez minutos sin respuestas, pero nuevamente no consiguió nada.

Castiel parecía haber salido de su shock, ya no estaba perdido en sus pensamientos, más bien parecía estarlos ignorando adrede, seguramente esa era la forma tímida y deprimida de Castiel para pedir un poco de espacio.

—Quédate aquí, iré por algo de comer para los dos. No es bueno que te saltes comidas en tu estado —Ella se levantó y camino directo a su hermano, con una palmada en el hombro susurro un suave: "Va a estar bien, cuídalo hasta que vuelva".

Los minutos transcurrieron tranquilos. Ellos apenas se dignaron a cruzar miradas, Castiel ya había comenzado a enredar sus dedos de forma natural, como lo hacía cada vez que estaba nervioso, Christopher en cambio se había debatido varios minutos entre si debía sentarse o no a un lado del doncel.

—Tú eres muy bipolar, ¿sabias? —Comento acercándose tímidamente, cosa extraña, pues él era el gran Christopher Owen.

—¿Estas bromeando? —Consulto medio molesto. No consideraba que ese fuera un buen momento para bromas.

—¡Claro que no! Lo digo en serio, —solto apresurado, decidiendo por fin sentarse a un lado de Castiel —Hace menos de una hora estabas todo enojado, incluso retaste a tu hermano. No dejas de sorprenderme. —Soltó un poco más cómodo.

—Yo, no... ¿Crees que es raro? —Pregunto después de una pausa.

—Creo que te reprimes mucho. ¿Quién eres Castiel? —

Esa pregunta le dejo descolocado. ¿Quién era? ¿Quién quería ser? Nunca antes se había planteado esas preguntas, siempre había sido el hermano mayor, el que debía sacrificarse, dar el ejemplo, quien siempre tenía que estar fuerte, pero a la vez ser tierno y permisivo. Nunca tuvo personalidad propia, todo lo que había sido, todo lo que había logrado, todo en lo que se había convertido. Todo eso fue a causa de Giulian. Y ahora que Giulian no estaba ¿Quién sería?

—No lo sé, —musito quedito.

—¿Por qué no eres el padre de mi hijo? —Sus manos se enredaron entre los pálidos y delgados dedos del menor, con su mirada verde olivo busco esos lagos azules que tanto cautivaban, y espero de todo corazón que Castiel respondiera un certero: si.

El menor estaba perplejo. ¿Había escuchado bien? Realmente no tuvo tiempo de descubrirlo, puesto que Christopher decidió continuar hablando.

—Tú podrías encargarte de él. —

—Pero, —interrumpió —¿Y el acuerdo? —

—¿Crees que en este momento me interesa el acuerdo? No puedo juzgarte como persona Castiel, ni si quiera tú sabes quién eres. Pero si puedo confirmar una cosa, has sido un excelente hermano, quizás un poco malcriador, pero creo que de la disciplina me encargare yo. Este bebé necesitara una madre, no creo que encuentre en este mundo a una persona tan indicada como tú para el papel.

Nuevamente se había quedado sin palabras, su mente se empeñaba en repetir una y otra vez "Esto no es pasando, no está pasando, no está pasando". ¿Hace cuánto tiempo que no le pasaba una cosa tan maravillosa como esa?

—¿Estás seguro de que no eres tú quien tiene una doble personalidad? —Pregunto sonreído.

—¿Quieres molestarme mocoso? —Afilo la mirada sobre el más pequeño.

—¡No soy un mocoso! —

—Eres casi ocho años menor que yo, eso te pone en la lista de mocosos, —riño con molestia. —No evadas la pregunta.

Castiel volvió a la realidad después de lo último dicho por Christopher. Bajo la mirada y con ambas manos cubrió la extensión de su vientre. Aun le costaba creerlo, sin embrago deseaba creer en que todo eso era realidad. No, aun asi fuera un sueño, queria disfrutarlo.

—Mi bebé, —respondió orgulloso aferrándose a su propio vientre. Esas palabras que durante tanto tiempo había reprimido, esas palabras que se le habían arrebatado desde mucho antes de darle refugio a esa nueva vida. —Mi bebé, —repitió una vez más. —Gracias Christopher. Muchas gracias, —extendió sus brazos para envolver al mayor entre ellos.

No podía entenderlo. Su hermano acababa de rechazarlo con todo lo que podía, entraría a pabellón en un par de horas. Las cosas deberían estar saliendo mal, pero él se encontraba feliz.

—¿Entonces tú y yo? —Consulto entre esperanzado y dudoso.

—No. —Respondió tajante el mayor. —Al menos no por el momento. Seremos los padres de este bebé, quiero conformarme tan solo con eso. Nuestro hijo. —Sintió que su mundo se detenía en ese preciso instante, quizás ya había oído esas palabras anteriormente, sabía que ese bebé era de ambos, sin embrago escuchar esa declaración luego de todo lo que habían dicho anteriormente era como si esas palabras confirmaran que todo era real.

Ambos conservaban muchos sentimientos encontrados. Castiel por su parte aun no lograba decidir con cual de todas sus emociones quedarse, por un lado estaba triste y desamparado, su hermano le odiaba y eso era algo que para él estaba muy lejos de cambiar, pero también se sentía feliz, regocijado, uno de sus sueños más grandes se había cumplido, Giulian tendría un trasplante y además de eso le acababan de ofrecer la grandiosa oportunidad de quedarse con su amado retoño, sin duda dos tipos de sentimientos completamente deferentes.

Christopher a su vez tambien tenia emociones contrariadas. Pero más que eso sentía como una bofetada mental, un balde de agua fría sobre su cabeza. Fue inmaduro, y no logro darse cuenta sino hasta esa mañana. Probablemente Castiel jamás sabría el efecto que habían tenido sus palabras sobre él. "Lo más preciado que tengo", había dicho, y con esas palabras se refería completamente a esa hermosa criatura que llevaba en el vientre. Ahí fue que lo noto, lo inmaduro y tonto que había sido, inconscientemente había pasado todo ese tiempo sintiendo celos de Giulian, pensando que Castiel realmente no sentía interés por nadie más que por ese molesto jovencillo, siempre pensando que su hijo había sido transado como un vil sacrificio, con el fin de conseguir un corazón, una cura para Giulian. Pero luego de esas palabras todo fue diferente, Castiel amaba a su bebé y no haberse dado cuenta de ello era un error que pagaría caro. Su consciencia ya comenzaba a martillarle, por hacer la vida de ese doncel imposible durante tantos meses.

No serian pareja, no por lo pronto, sin embargo ambos conocían sus propios sentimientos, y no faltaría mucho para que estos fueran correspondidos el uno por el otro. Quizás solo necesitaban espacio, tiempo para sanar sus heridas, para perdonarse ellos mismos y luego abrir su corazón para el contrario.

Clarissa llego después de Casi media hora, jamás espero encontrarse a los dos en tan buenos términos. Castiel incluso se veía maravillado con la presencia del Owen. Todos comieron entusiasmados de las absurdas golosinas que había traído Clarissa, aunque por supuesto no pensaban evadir el almuerzo, cosa que se presentó minutos después.

Pasaron todo el día en ese hospital, a la espera ansiosa de noticias, fue recién a eso de las cuatro de la tarde que se enteraron. Giulian había entrado a pabelló. No quiso recibir a nadie en su habitación durante el preoperatorio, y con esa declaración, los pobres ánimos de Castiel terminaron de romperse. Después de todo, sería muy difícil recuperar a su hermanito.

—Castiel, vas a hacer una zanja en el piso, —comento la pelinegra exasperada. Christopher se había marchado hace tan solo unos minutos, dejándole a cargo del doncel por supuesto.

El menor se detuvo. Clarissa tenía razón, le dolían los pies de tanto dar vueltas en el pasillo.

—Estoy nervioso, —confeso. Apenas había pasado una hora desde que habían dado inicio a la operación, y él sabía que habían mucho riesgos antes de que todo eso finalizara.

—Lo se cariño, te comprendo, pero debes intentar conservar la calma, tu hermano estaba bien por la mañana, le tomaron todos los exámenes pertinentes, ellos están haciendo todo lo que pueden. La suerte está echada, nosotros no podemos hacer nada más que esperar. —

Castiel se quedó en silencio, mudo así como estaba, avanzo hasta una de las sillas y allí se quedó, quieto, esperando noticias. Noticias que no llegaron en horas.

El medico avanzaba con expresión neutra, Castiel pudo percibirle cansado, incluso en ese momento seguía conservando algunas perlas de sudor frio en su frente. Se acomodó las gafas, sin impresionarse por tener a una hermosa modelo y un pequeño doncel en frente, rodeándole, restando valiosos centímetros a su espacio personal.

—La operación fue un éxito. —Suspiro rápidamente, para calmar a las dos personas que invadían su metro cuadrado. —En este momento será trasladado al área de cuidado intensivos, no recibiría visitas por las próximas 48 horas. Aun debemos estar atentos a como interactúa en cuerpo con respecto a nuevo órgano. —

—Gracias. —Dijo por única respuesta. —Muchas gracias por todo. —Tomo las manos del medico y expuso una gran sonrisa para él, su interlocutor correspondió el gesto, luego despeino los cabellos caoba del muchacho. Que nostalgia le traía ver a ese doncel, los años seguirían pasando, pero la memoria de su fallecido hijo, perduraría en su corazón durante toda la eternidad.

—no hay de qué, —externo después de unos largos segundos contemplando aquella mueca de alegría en el rostro de Castiel. Finalmente, y tras esas palabras, se marchó.

Castiel retrocedió un par de pasos, los suficiente para dejarse caer en una de las incomodas y blancas sillas de hospital.

—¿Puedes creerlo Clarissa? —Consulto emocionado. —Mi hermano estará bien, todo ¡Todo va a estar bien! —

Ella sonrió y luego acaricio el suave rostro de su "cuñado".

—¡Claro que va a estar bien cariño! Tú merecías esto, tú merecías que todo comenzara a salir de esta manera. —

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