Todo estaba agitado ese día. Todos sonrientes y amables ordenaban y decoraban toda la casa, estaban preparando una gran fiesta al parecer.
- Waah, que envidia Cami, tendrás una fiesta muy grande -decía Baron sonriente mientras se sentaba al lado de mi corralito.
- Vamos Baron, este es un día especial para ella y su padre -sonrió Marie- además es un gran paso para toda la mafia, pues hoy Dave presenta oficialmente a su sucesora -dijo algo preocupada.
- Cielos, tendré que estar más pegado a Camille que nunca -suspiró Baron- podrían tratar de matarla los que no están de acuerdo con que una mujer sea después jefe de ellos -sonrió nervioso.
- Bueno, tienes algo de razón. Pero dudo que traten de hacer algo en el día de su cumpleaños, y menos con su padre cerca -dijo pensativa Marie.
- Yo que tú, no desconfiaría -dijo serio Baron- el mal puede atacar desde cualquier lado -y miró a Marie- así como cuando UNA persona se enamora -sonrió burlón.
- ¡H-hey! -dijo Marie poniendo su cara chistosa y bonita de siempre.
- Pero... ¿Por qué te enojas?, no dije nada sobre ti -Baron era definitivamente un especialista en molestar a los demás.
Yo sólo los observaba y escuchaba atentamente. Sin dudas hoy habría mucha gente. Y de todo tipo si menciono. Espero que no ocurra nada malo como ellos están diciendo. Siendo bebé soy blanco fácil, ni siquiera puedo caminar aún.
- Señora Marie con permiso -era la voz de un niño, y al fijarme de donde venía, era Anthony- vine a saludar a la señorita Cami... -y antes de terminar Marcus pasó corriendo tirándolo en el suelo.
- ¡Toma tu regalo pequeña sapito! -sonreía malévolo Marcus mientras me dejaba su regalo dentro del corralito- Y-y es un regalo por obligación, no e-es que haya pasado horas escogi-escogiéndolo para ti, no queria traer...traerte un regalo, ¡mi padre me obligó!-dijo cruzándose de brazos, su rostro parecía molesto, pero a la vez estaba con una expresión tierna.
- ¡Marcus! -dijo molesto Anthony y tomó del cuello de la camisa a Marcus- ¿No crees que me debes una disculpa?, maleducado -en verdad, Anthony parecía todo un adulto.
Y al parecer Marcus y Anthony no se llevan bien.
- ¿Quién eres tú? -dijo Owen quien tenía una cadena en su muñeca izquierda, esta se aprisionaba a su otra mano, mientras colgaba un peluche entre ellas.
- Soy Baron, estoy al cuidado de la Señorita Camille, por favor no la molesten con tanto ruido niños -Baron se paró y se acercó a Marcus y Anthony y los separó- no me obliguen a usar la fuerza -amenazó con una sonrisa maquiavélica.
- Aquí traigo el regalo de Camille -dijo Karla sonriente acercando su regalo a mi corralito también.
Enserio por Dios, necesito urgentemente que alguien me diga si es niño o niña. La vez pasada vestia como varón, pero se veía como niña, ésta vez viste de niña y luce como varón. ¿Es que acaso existen dos Karla?.
Aunque lo admito, se ve adorable en cualquier forma.
Y entonces Vin empezó a llorar cuando Owen se sentó a su lado. No lo culpo, Owen da... algo de miedo. Su sonrisa parece la de un asesino, es aterrador.
- Patéticos, parecen niños de 3 años y no de 5 años -dijo Claude con una sonrisa y se acercó a mi corralito- Hola señorita, le traigo un regalo muy especial -dijo trepando a mi corralito y entonces se acercó a mí y me dió un beso en la frente.
- ¡NO!, ¡Aléjate de ella! -decía molesto Baron quien tomo en brazos a Claude y lo alejó de mí- Mocoso insolente, ¡No puedes acercarte a ella! -le regañó Baron.
- ¿O qué? -sonrió Claude- No eres su padre para prohibir nada -y entonces le mostró su lengua.
Baron parecía molesto, y Claude parecía saber sacarlo de quicio.
Lo único que puedo afirmar ahora es que había un caos en mi cuarto. Vin no dejaba de llorar, Marcus y Anthony peleaban, Baron y Claude discutían y Owen... me miraba muy raro. Me asusta un poco en tan solo pensar que podría estar pasando por su desconocida mente.
- ¡Alto niños! -interrumpió Gricelda abriendo de la puerta repentinamente brusca- ¡Se han escapado de nuevo!, ¡No pienso tolerarlos! -pensé que al fin llegó un adulto responsable.
Pero me equivoqué. Ahora Gricelda era también parte del bullicio que se armaba.
- Que mierda sucede aquí -dijo mi padre con una sonrisa psicópata- Lárguense de aquí mocosos bulliciosos -dijo amenazante.
Todos llenos de miedo y temblando se pusieron detrás de Gricelda, incluído Baron.
- No basta un adulto para calmarlos -mi padre parecía decepcionado- Rayos, eres una incompetente Gricelda -suspiró profundamente y entonces dedicó una mirada llena de odio a todos- ¿QUÉ PARTE DE LÁRGUENSE, ¿No entienden? -y al terminar de decir eso todos salieron disparados de la habitación.
Mi padre parecía de buen humor, o eso creo. Al menos no dijo que los mataría. Es una buena señal, ¿Creo?.
- ¿Te estaban molestando? -preguntó mi padre mientras me tomaba en brazos.
Yo negué con la cabeza. Tal ves sí hacían mucho ruido, pero a mí no me molestaban.
- Estás más grande y pesada -me sonrió- Así que ya ha pasado un año... -dijo pensativo.
Bueno, sí, ha pasado un año, eso todos me lo dicen el día de hoy. En éste un año me di cuenta de muchas cosas.
- Ah, por cierto espero no te enojes conmigo -me dijo mirándome serio- Probablemente Samantha vendrá en unas semanas, no te preocupes. Si trata de hacerte algo no soy sólo yo quien la haré pedazos, y Leonor ya regresó junto a su familia, lo extraño es que tenía una cicatriz en su rostro, no recuerdo que le hayan hecho eso -sonrió malicioso.
Bueno, uno no puede deshacerse de sus mañas nunca. Al fin y al cabo éste era mi padre. Dave Galante, el jefe de una gran familia mafiosa. Un temido, respetado y cruel jefe. O eso dicen los demás de él.
Para mí es solo un padre cariñoso, atento, y protector. A quien aprendí a amar poco a poco.
Y mientras yo estaba perdida en mis pensamientos, mi padre había empezado a llorar. Pero no de tristeza, parecía de alegría y emoción.
Últimamente sólo lo veo llorar.
- Estoy feliz de que hayas nacido -me dijo abrazandome- Feliz Cumpleaños Hija Mía -me sonrió.
Yo cerré los ojos y felizmente disfruté de su cálido abrazo. Era la primera vez que me decía hija directamente. Usualmente solo usa la palabra hija frente a otras personas. Pero frente mío, dirigiéndose específicamente a mí, solo me llama Camille... O mosquito, o mocosa, o fea cosa...
Estoy feliz. De haber nacido para estar al lado de mi padre. Y sentir su abrazo, tan cálido, tan nostálgico, tan protector, me daba una calma inmensa.
Éste cumpleaños sin dudas, es el primero a su lado, de muchos que están por venir.
Te quiero, papá. Tal ves... No me parece más tan mala idea el haber nacido aquí.