¡Ah!, me siento frustrada. Marie quedó dormida hace minutos mientras estábamos jugando con mis juguetes en el suelo.
Ésta era mi perfecta oportunidad de escapar si no fuera porque esa puerta está cerrada.
Y no alcanzo la perilla...
Y por ello no puedo salir...
Supongo que éste es uno de aquellos momentos donde uno tiende a rendirse al no tener una solución.
Pero yo, soy Camille, y soy hija de Dave. Así que no conozco lo es rendirse.
Tengo otro plan perfecto. Esperaré aquí frente a la puerta, en algún momento alguien tendrá que venir a comunicar algo a Marie. En algún momento.
Y yo, estaré aquí esperando ese glorioso momento.
Así que esperaré aquí sentada frente a la puerta. No puedo desperdiciar ésta oportunidad.
Entonces volteo a verificar que Marie siga dormida.
Y sí, está allí acostada en el suelo, con mi peluche de unicornio como almohada. Perfecto, espero continúe así.
Y entonces se abre la puerta. ¡Evan!, mi salvador.
Entonces salí gateando lo más rápido que pude.
- ¡S-Señorita espere! -dijo Evan al verme salir.
Así que me voltee, lo miré a los ojos y le mostré mi disgusto.
Lo siento Evan, eres un chico muy bueno, y es por eso que tenía que aprovecharte...
Evan quedó sorprendido y con una cara de miedo, parecía la cara que ponía cuando mi padre le decía que lo mataría. ¿Qué cosas no?. Yo igual a mi padre, pff, Evan exagera.
En fin, continúe sin más retrasos hacia adelante.
Ahora tenía un segundo problema. Conozco éste sector como la palma de mi mano. Así que es obvio que no está el cuarto destinado a esos niños.
Llegando a la escalera, me detengo a mirarlas.
¿O bajar o subir?, mejor dicho, ¿Podría yo bajar éstas peligrosas escaleras?, la última vez casi caigo y mi padre me sujeto... esta vez, es diferente. Estoy sola y no me queda tiempo porque ya varias personas me vieron mientras venía aquí.
Debo pensar algo rápido. Debo decidirme si me arriesgo o no.
Quería estar con mi papá, conociendo a sus amigos y a los niños tan especiales que el mencionó.
Bueno, Marie siempre dice que quien no arriesga no gana. Apostaré a sus palabras.
Con cuidado, escalón por escalón fuí bajando. Esto era más lento que estar gateando. Por Dios. Y éstos escalones parecen no tener fin.
Creo que ésto es mala idea. Una muy, muy mala idea. Ahora que lo pienso mi padre regañaría a Marie, Gricelda, Evan, a todos por culpa mía.
Y además, esta escalera está cansándome.
Y como si fuera el mejor día de mi suerte.
Marcus también venía a toda prisa hacia estos escalones. Cuando nuestras miradas se cruzaron.
- ¡Oye cosa fea! -me susurró- no hagas ruido o nos descubrirán, yo estoy escapando, ese cuarto es aburrido sólo nos vigilan. Supongo que también te hacen lo mismo, sino no estarías aquí, ¿Cierto? -me sonrió burlón.
Quisiera matarlo. Pero debo admitir que tiene toda la razón.
- ¡Allí está! -dijo Gricelda al verme- ¡Señorito Marcus no la deje escapar! -dijo Gricelda mientras bajaba a toda prisa esos escalones.
Rayos, esto no pintaba nada bien ni para mí ni para Marcus.
Debo pensar algo rápido.
¡Arg!, demasiada presión. ¿Qué hago?
- ¡Corre! -gritó Marcus y el muy mal amigo se fue corriendo escaleras abajo sin mí.
¡Traición!, maldito traicionero. De esta me recordaré Marcus.
- ¡Ajam!, te tengo Cami -dijo Gricelda levantándome en sus brazos- ¿Cómo osas escapar?, ¡Te aprovechas de la pobre Marie! -me regañó Gricelda.
Lo siento Gricel, es que enserio quería ver a mi papá y a esos niños.
- ¡Da...da! -quise decirle "papá" para ver si así entendía qué quería yo.
Pero claro, no me entendió. Así que de nuevo terminaba en mi cuarto. Y para colmo en mi corralito.
- Me decepcionas Camille -me regañó Marie de brazos cruzados- ¿Cómo puedes hacerme ésto? -Marie parecía molesta.
Ella suspiró profundamente. Y luego me sonrió.
- Dime, ¿Qué quieres?, no te escaparías así nada más con tanta urgencia como para llegar tan lejos -me miró sonriente.
- ¡Da da! -dije entre lágrimas.
En verdad quería ver a mi padre. Sé que está en una importante reunión ahora, pero solo lo vi muy temprano en la mañana. Y ahora ya casi anochece y no lo ví aún.
Marie me tomó en brazos y trató de calmarme.
- Ya, ya pequeña. Veré que puedo hacer por ti -me sonreía dulcemente.
Marie es un ángel, es muy amable.
Y entonces estando en sus brazos fuimos a parar frente al cuarto donde celebraban la reunión.
Frente a esas puertas habían muchos hombres con armas, mejor dicho, desde que bajamos a este lugar solo ví muchos de esos hombres.
- Con permiso Señores, debo hablar con el señor Galante -pidió amablemente Marie.
- Fuera mujer, nadie puede interrumpir -dijo antipáticamente el hombre.
- Pero es de suma urgencia señor guardaespaldas, ella es hija del Señor Galante -insistió Marie y el otro hombre la empujó hacia atrás.
- Vete, no puedes entrar aquí -volvió a decir el hombre.
¿Cómo osan a ser así de irrespetuosos?, ¿No saben que soy hija de Dave acaso?. Y peor, empujaron a Marie y caímos.
Bien, si ellos no nos dejan pasar, haré que mi padre venga a nosotros.
Y entonces empecé a llorar con todas mis fuerzas.
- ¡Calla a esa bebé!, ¡Interrumpirá la reunión! -dijo molesto el hombre.
- E-eso trato pero creo que tiene miedo de ustedes -dijo Marie fingiendo preocupación.
Oh Dios, adoro cuando Marie me sigue la corriente.
- ¡Que calles a esa niña o yo la haré callar para siem...! -y antes de que terminara de hablar el hombre mi padre abrió esas puertas y lo pateó en su espalda tirándolo en el suelo.
- ¿A quién callarás para siempre maldito?, ¿Osas amenazar a mi hija?, ¿Quién te has creído basura? -decía mi padre con su psicópata mirada, mientras el hombre lo miraba con molestia- ¿Decías que la callarias para siempre?, perfecto, primero tendrás que matarme entonces, si puedes -dijo sonriendo macabramente mientras se acercó al hombre que trataba de pararse y le dió otra patada en el rostro.
El hombre cayó al suelo nuevamente, y de su boca salía sangre.
- Vamos, repite lo que estabas diciendo -sonreía malicioso mi padre mientras alzaba su pie derecho sobre la cabeza del hombre manteniéndolo en el suelo- Repítelo en mi frente si te crees tan grande como para dirigirte autoritario a mi preciada hija -mi padre lo miraba lleno de odio y con su mirada sedienta de sangre.
- ¡L-lo siento Señor!, n-no tenía idea que era su hija -temblaba al hablar el hombre y tartamudeaba de miedo- ¡Po-por favor no me mate!, tengo un hi-hijo de 8 años q-que me necesita -suplicaba el hombre.
Yo había dejado de llorar al ver tal escena. Los demás hombres que allí estaban presentes se alejaron del lugar considerablemente y observaban con miedo desde lejos.
- Oh, ¿Así que no sabías que era mi hija? -le pateó en el estómago- ¡Hay que ser un inútil para no ver que esa bebé es idéntica a mí pedazo de mierda hablante! -y le volvió a patear unas cuántas veces, luego lo levantó del cuello y lo empujó contra la pared sin soltarlo- ¿Dices que tu hijo te necesita?, MI HIJA me necesita urgentemente sino su niñera no se habría tomado las molestias de traerla cuando le dije estrictamente a que no vinieran sino es por urgencia. Y TÚ, ibas a CALLAR PARA SIEMPRE a mi HIJA -le gritaba mi padre mientras le golpeaba en el rostro.
Mi padre estaba eufórico, lleno de ira y enojo, sin dejar de mencionar su sed de sangre obvia.
Había mucha sangre, por todos lados, mi padre Lucía muy terrorífico. Así que no pude evitar sollozar.
- Llévenselo, no quiero verlo jamás en mi vida, ¿Entienden? -amenazó mi padre a dos guardias que estaban algo lejos. Éstos dos asintieron y se llevaron al otro hombre que estaba casi muerto de tantos golpes que le había dado mi padre.
Mi padre tenía bastante de la sangre del hombre en sus nudillos y ropa. Había hasta en el suelo y paredes.
Y aún así se acercó a mí, suspiró, me limpió las mejillas.
- Perdóname Camille por tener que presenciar todo ésto -me sonrió mi padre y me tomó en sus brazos- ¿Extrañabas a papá?, yo también ya te extrañaba -dicho esto ingresamos a ese cuarto.
Ese misterioso cuarto. Había mucha gente allí. Mis ojos estaban bastante curiosos de ver y oír quiénes eran.