Desde aquél incidente mi padre no ha dejado de venir todos los días, ni yo sé cuántos días han pasado; y se queda más tiempo de lo que antes se quedaba. Ya no es divertido, se pasa el tiempo tratándome de lo peor para que llore, y luego se hace el amable. Tiene dos caras. Es un egoísta. Ni yo aún lo comprendo del todo.
En estos momentos estoy sola en mi habitación, parece que Marie y Gricelda y los demás están en algún lugar por ahí. Me pregunto que estarán haciendo, casi siempre no están a estas horas. ¿Dónde van siempre a estas horas?.
De repente escucho el rechinar de la puerta, alguien parece abrirla con cuidado y cautela. ¿Quién será?
- ¡PERMIIIISOOO! -gritó con muchos ánimos el hombre. En verdad, no sé quién es ni que hace aquí- ¿Estás aquí hermano? -escuché que dijo mientras oía sus pasos recorriendo la habitación- ¿Juguetes?, esto parece un cuarto de un niño, una niña mejor dicho -continúo hablando solo. Luego se acercó a mí.
Esto era como ver a mi propio padre. Ese hombre era idéntico a mi padre; a excepción claro de su tono de voz y la forma en que se expresa.
- ¡Aaaah!, ¡Una bebé!, ¿Por qué te pareces a Dave? -me preguntó. La misma pregunta quisiera hacerlo yo, ¿Por qué ese sujeto se parece a mi padre?.
El me cargó en su brazos con cuidado, parecía que nunca alzó a un bebé por como me sostenía, pero al menos no me apretaba ni lastimaba.
- ¡Qué bonita eres!, ¿Por qué mi hermano no dijo que tenía una linda sobrina como tú? -me dijo con una fresca y encantadora sonrisa, parece quererme mucho, me abrazó a él con mucha alegría.
- Quita tus manos de ella AHORA, idiota -escuché la siniestra voz de mi padre entrar a toda prisa en la habitación.
- ¡Dave hermano!, ¿Por qué no me dijiste?, si supiera le traería tantos regalos, ¡Y es una niña! -dijo mientras me abrazaba.
- ¡Calla!, Te prohíbo rotundamente que te acerques a mi hija -decía mi padre mientras me tomaba en brazos.
Esto era chistoso, mi padre lo miraba mal, pero no como suele mirar a la gente, no con esas ganas de matar y odio.
- ¡Pero ella estaba feliz conmigo!, ¿Verdad nena? -me dijo mirándome sonriente.
A diferencia de mi padre él era muy amable, sonriente e inspiraba mucha confianza. ¿Cómo podría no sonreírle también?.
Así que eso hice, le sonreí. Mi Padre me miró inquieto, parecía angustiado.
- Aléjate de ella Pietro -dijo mientras se dirigía a la puerta conmigo.
- ¡Vamos Dave!, ¡Déjame cargarla!, ¡Ella es mi sobrina y me ama como yo a ella! -decía el hermano de mi padre mientras nos seguía.
- No -contestó secamente mi padre. Entró a otra habitación y cerró la puerta.
El fijó su seria mirada en mí, parecía estar calmado.
- No puedes sonreír a otras personas que no sea tu padre, Camille -me dijo serio.
Yo sólo lo miraba mientras el me recostaba en una cama.
- Oh, esta es mi habitación, quizá no te guste. No tiene los tonos rosas al que estás acostumbrada, ni tus juguetes o decorativos. Pero espero que te agrade -me dijo aún serio- Por cierto, estos días creo que será mejor que duermas aquí conmigo, después de todo ya tienes 3 meses dijo aún sereno y calmado- Iré a hablar con Marie, ya vuelvo -me dijo y se fue.
Me dejó sola en su habitación, estar sola es aburrido, y más aún en su habitación. No tiene nada llamativo, todo es el mismo tono oscuro, o que se yo, ni yo sé que color es. Aunque, a un lado de su pared hay un cuadro, es un niño pequeño, junto a otro niño parecido a él. ¿Serán mi padre y su hermano?, no sé. Me gustaría poder hablar de ello algún día.
Ya ha pasado un tiempo, y aún no vuelve. ¿Qué tanto estará hablando con Marie?, ya ví esta habitación de pies a cabeza, ya me la sé de memoria. Me aburro.
Entonces mejor haré algo. Trato de alcanzar mis pies con mis manos, pero estos apenas y se mueven. Son muy fuertes y pesados, no obedecen a lo que quiero. ¿Tal ves consiga girar a un costado?.
Finalmente escucho la puerta abrirse, escucho a mi padre y a Marie, y otras personas más, también escucho como algo pesado llega.
- Señor Dave, recuerde debe darle el biberón cuando quiere dormirla o si empieza a llorar de hambre. No se olvide de revisarla y cambiarla si se ha ensuciado, no se olvide de cambiarla así como le enseñé, porque podría irritarla o lastimarla. Ah, y debe revisarle cada vez que es posible. Ah y no olvide tener cuidado al dormir con ella, si usted llegase a aplastarla ella moriría asfixiada -escuché la voz de Marie.
- Sí entiendo, ahora lárguense -dijo frío como siempre.
Esto no me está gustando. Por lo que entendí no dormiré en mi cuna hoy, dormiré con este sádico. Y lo peor de todo, ¡El me cambiará!, ¡El me verá!, no quiero, no quiero.
- ¿Ah?, ¿Estás llorando?, ¿Tendrás hambre? -dijo acercándose a mí e inspeccionándome con la mirada- no, no debe ser eso, aún no es la hora que me dijo Marie -hablaba él.
Si, tengo una queja que presentar, ¡Quiero a Marie!.
- Hmmm, ¿Te habrás ensuciado? -dijo mirándome burlón.
No me agrada esa sonrisa burlona que tiene, ¡Lo odio!. ¡No te me acerques!, ¡Hey!, ¡Noo!.
- Hm, no está sucio -dijo después de revisarme.
Ésto es incómodo y vergonzoso.
- ¿Querrás que te cargue entonces? -dijo cargándome en sus brazos. Empezó a mecerme con mucho cuidado y la delicadeza que solo sus manos tenían curiosamente.
El me miraba muy atento, sonrió levemente.
- ¡Hermaaano! -interrumpió el grito de su hermano quien abrió de golpe la puerta.
- ¡Haa!, púdrete Pietro, sal de aquí -dijo molesto.
- Pero si la estás haciendo llorar, dámela -sonrió Pietro acercándose a nosotros.
- No, piérdete, no apareces en años, excepto cuando te conviene -dijo secamente mi padre.
- ¡Aaah!, vamos, ¡Sólo será un segundo! -decía enérgicamente él.
- Consíguete la tuya propia y déjame en paz -dijo irritado mi padre.
- ¡Vamos!, sabes bien que aún no quiero tener hijos, ¡Además para eso están las sobrinitas lindas como Cami! -sonreía el mirándole con cariño.
- Que no, ya lárgate, dijiste que te irías al anochecer -insistió mi padre.
- Si lo dije. Por eso vine a despedirme de mi hermano y mi querida Cami -sonrió mientras me tocó la nariz suavemente- Hasta la próxima Cami, vendré a visitarte más seguido -me sonrió.
- Ojalá y no vuelvas maldito idiota -dijo mi padre molesto aún.
- También te quiero hermanito -rió él y se fue.
Ya yo había dejado de llorar hace minutos atrás. Que bueno que el tío Pietro volverá a visitarme un día.
Luego de unas cuántas horas, y de haberme tomado ya mi biberón, mi padre me recostó a su lado, en su cama.
- Deberías dormir ya Camille -me dijo sonriendo dulcemente.
¿Ya dije que parece un ángel cuando sonríe de esa forma?, pero sólo en ese instante. El resto del día es Satanás en persona.
Escuché que empezó a tararear una canción, no sabía que siquiera conocía la música. Poco a poco empezaron a pesarme los ojos...