Celeste [#2]

By Kryoshka

218K 22.6K 21.4K

Segundo libro de la trilogía Celeste. *Maravillosa portada hecha por @Megan_Rhs* More

Sinopsis
Inicio
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Especial 14 de Febrero
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34

Especial de Año Nuevo

4K 569 280
By Kryoshka

A mis nueve años, era difícil distinguir entre el frasco del azúcar y la sal, o lo que estaba bien y lo que estaba mal. Sin embargo, ese no era un impedimento para que cocinara las mejores recetas que aparecían en el calendario de la cocina de mi casa.

Estábamos a 31 de diciembre. Eran las 11:30 am. Como diría en ese entonces, las uno, uno, tres y cero. En la mesa, frente a mí, había una sustancia líquida y blanca. El lugar estaba lleno de harina, polvos y sal, al igual que mi ropa, y no tenía ni idea de cómo iba a limpiar ese desastre.

Mi madre y mi padre, lo más probable, estarían aterrados. Para ellos, verme en la cocina era como verme en las vías de un tren: un horror. Y no los entendía. Lo peor que me había pasado en una cocina, era el accidente con el hervidor a mis ocho años, pero ni siquiera acabé muerta.

Realmente no los entendía y, por lo tanto, tampoco los obedecía.

Cuando supe que mis padres saldrían a comprar al supermercado, no dudé en correr a la cocina para preparar un pastel del recetario, aun sabiendo que lo tenía prohibido. Ellos eran ingenuos, y me habían dejado sola en casa, pensando que haría todo lo que me habían ordenado.

Es decir, nada.

«Se comportará bien —dijeron—. Estará mucho mejor aquí, sola, que rodeada de gente».

En ese entonces, lo creía: eran ingenuos. No obstante, ahora sé que no estaban equivocados. Ellos de verdad querían protegerme. Pero claro, la niña Celeste no quería ser protegida.

Después de preparar aquella masa mortal, y meterla en la extraña caja fosforescente de la cocina, me sacudí las manos y corrí a mi habitación. Allí, me quité el buzo que me obligaba a usar mi madre y me puse uno de mis antiguos vestidos. Era verde, delgado, y lleno de flores que escalaban por salvajes enredaderas. Sabía que tenía prohibido usarlos cuando saliera, pero ese día era especial, y merecía la pena.

Ordenándome la maraña de cabello negra y quitándome la harina del rostro, bajé a la cocina y saqué el pastel del horno. Arriba le eché crema, trozos de chocolate y todo lo que mi cabeza vio como posible tentación. Cuando terminé, puse el molde en un plato y salí de casa, con una sonrisa que iba desde una de mis orejas hasta la otra.

Bienvenida bendita libertad.

El exterior estaba fresco, agradable, lleno de vitalidad. Respiré profundo y llené mis pulmones de aquella energía vigorosa. Las personas iban de un lado a otro, corriendo o caminando, y apenas notaban la presencia de quienes los rodeaban. Cargaban bolsos, bebestibles y a sus hijos, como si fueran bultos. Era parecido a un viaje al centro de la ciudad, pero menos divertido.

Los observé a todos con curiosidad, rodeando el pastel con mis brazos, y luego caminé hacia la casa del dueño de aquella preparación. Scott Taylor, mi mejor amigo.

Él solía decirles a los demás que ya no éramos mejores amigos, pero yo me negaba a aceptarlo. Nos habíamos conocido desde antes de tener memoria, y era una de las maravillas que más amaba en el mundo. No podía concebir que él no sintiera lo mismo..., o que hubiera dejado de hacerlo. Él era parte de mi todo.

Pero algo parecía haber cambiado..., de un día para otro.

Suspirando profundo, subí las escaleras de cemento que había en la entrada de su casa y dejé el pastel en el piso para presionar el botón de llamada.

La puerta se abrió luego de veinte segundos. El causante estaba vestido con una camiseta negra y unos vaqueros grises. Su cabello estaba peinado hacia el lado, casi de forma perfecta, y unos diminutos rizos se formaban en la zona de su cuello. Sus ojos brillaban, cual esmeraldas, y su boca estaba entreabierta. Sus dientes eran blancos, como si nunca hubieran probado el azúcar.

Scotty.

—Celeste —murmuró; su rostro iluminado por el asombro—. ¿Qué haces aquí?

—Te traje un pastel —respondí, agachándome para recoger el plato—. Es para tu comida de noche vieja.

Él meneó la cabeza, cerrando unos centímetros la puerta.

—Tienes que irte.

—Sólo si aceptas mi regalo —propuse.

—No, vete ahora.

Entrecerré los ojos, molesta e indignada. Me negaba a creer que mi único amigo me detestaba.

—No me iré —repuse, y enseguida hice una pausa—. Me puse el vestido que te gusta. Mira, me queda un poco estrecho, pero igual funciona.

Scott se pasó la lengua por los dientes, cabreado.

—Necesito que te vayas. —Cerró los ojos—. No quiero verte.

Me puse una mano en la cintura. Con la otra, sostuve el pastel.

—¿Por qué no?

—Porque no eres normal, eres un fenómeno.

—Tú también eres extraño. Combinas tu pan de mermelada con las papas fritas —contesté—, pero aun así te amo. ¿Por qué no puedes hacer lo mismo?

Los ojos de Scott se agrandaron, y luego se achicaron otra vez.

—Yo no puedo amarte a ti, Te. Así que vete, y no vuelvas jamás. No eras nada más que un fenómeno. No eres nada para mí.

En ese instante, sentí que mi corazón se rompía en dos. Presentí que nunca podría volver a ser la misma. Intenté ocultarlo, fingir que no me importaba, pero de todos modos mis ojos se llenaron de lágrimas. Mi mandíbula se tensó, y en mi pecho se formó un nudo imposible de disolver.

Con una mano en mi cintura y la otra en el pastel, di un paso hacia atrás.

—¿Por qué me estás haciendo esto? —sollocé—. ¿Por qué?

—¡Vete! —gritó.

Desde el interior de la casa, otra voz se sumó a la discusión: su padre.

—Scott, ¿quién es?

—¡Es el Asplendor, padre! —vociferó Scott—. ¡No quiere irse!

—¡Maldito infeliz! —exclamó el padre de Scott, furioso—. ¡Te he dicho que no hables con esa escoria! ¡Ya verás lo que te pasará!

Unos pasos repercutieron en el interior, pero Scott me impidió averiguar más. Sin darme tiempo a decir algo, empujó el pastel que tenía en la mano y lo lanzó al piso. Luego, sin siquiera mirarme, cerró la puerta.

Y eso fue todo. Mi mente y mi alma dolieron igual de fuerte.

No sé cuánto tiempo permanecí allí, mirando el pastel destruido en el piso, ni cuántas lágrimas derramé antes de correr a refugiarme a otro lugar. Tampoco sé a dónde fui. Sólo sé que estaba oscuro, que había basura esparcida y que estaba rodeada de paredes grises.

Con los brazos alrededor de mis rodillas, sollocé mientras el recuerdo de las palabras de Scott consumía mi memoria. Tenía frío, hambre y miedo. Tres constantes que me estaban deshaciendo. La calle estaba vacía, y el camino que me guiaba hasta mi hogar se hacía cada vez más lejano. Una vez más en mi corta vida, deseé haber escuchado a mi madre.

Si sólo me hubiese quedado dentro de casa, no estaría tirada en medio de un asfalto húmedo y desconocido, llorando desconsolada.

No obstante, luego, tampoco habría visto aquella luz.

Me encontraba enrollada, tanteando mi cabello siempre sucio, cuando oí el pequeño chisporroteo proveniente de la entrada del callejón. Al principio, no le tomé importancia. Pensé que era parte de mi imaginación, u otro de los ruidos que llegaban desde la calle. Sin embargo, cuando se hizo constante, me vi obligada a alzar la cabeza y mirar más allá.

Entonces fue ahí cuando la vi..., la luz purpura danzando frente a mi rostro. Hermosa, brillante, perfecta. Única. Era como una lengua hecha de energía celestial. Se meneaba de un lado a otro, cual látigo confeccionado a partir de suavidad. Vivo, frágil y manejable. La luz se dobló sobre sí misma y tomó la forma de una enorme mariposa violeta.

Tragando saliva y poniéndome de pie, corrí detrás de ella. Pero la mariposa escapó de mi alcance, subió y me rodeó, aleteando alrededor de mi cuerpo. Con una sonrisa, olvidando el dolor que apresaba mi pecho, corrí en su búsqueda, estirando los brazos con anhelo.

La mariposa continuó moviendo sus alas, pasando del purpura al negro con sutiles parpadeos, y yo reí mientras ambas iniciamos un baile de persecución. Era como una danza somnífera y sanadora, de la que ambas éramos participes.

Ella revoloteaba con libertad, sin imaginar que nunca podría borrarla de mi cabeza. Y yo corría con seguridad, sin imaginar que la misma persona que acababa de romper todas las ventanas de la casa de Scott, estaba allí, agachado en el techo del edificio, manejando la luz que tanto me había enamorado.

*******

Espero que les haya gustado el especial. Es corto, pero está hecho con mucho amor, para que comencemos con muchas sonrisas este nuevo año. ¡Los adoro! Gracias por tanto. Nunca terminaré de agradecer toda la compañía que me han dado durante este tiempo. Espero que este nuevo año todas sus metas se cumplan, y que no sea sólo otro año más en nuestro calendario. Depende de nosotros convertirlo en algo especial. Nunca dejen de luchar, y nunca dejen de intentar. No es sólo otro año, es una oportunidad. ¡Los amodoro!


¡Feliz 2018!

Continue Reading

You'll Also Like

53.5K 1.4K 31
𝚂𝚑𝚒𝚙𝚜 𝚑𝚘𝚖𝚘𝚜𝚎𝚡𝚞𝚊𝚕𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚊𝚔𝚒𝚋𝚒𝚍𝚒 𝚝𝚘𝚒𝚕𝚎𝚝 O(≧∇≦)O ♡𝐀𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚♡ -𝙽𝚘 𝚜𝚘𝚢 𝚖𝚞𝚢 𝚋𝚞𝚎𝚗𝚊 𝚎𝚜𝚌𝚛𝚒𝚋𝚒𝚎...
10.1K 1.1K 55
[Postapocalíptico + Sin parejas románticas + Sistema demasiado poderoso + Gestión] Gu Wanyin nunca imaginó que no solo transmigraría, sino que termin...
359K 42.7K 52
«Mi futuro marido sabe todo de mí... yo solo sé que cuadruplica mi edad, y que pertenece a una especie que podría matarnos a todos» Libro de la saga...
295K 22.9K 91
Luego de la muerte de la madre de Lía, fue llevada con su padre, él cual no dudo en dejarla en un orfanato, hasta que Lía cumple los 11 años y le lle...