Capítulo 1

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Nueva York, Octubre de 2342

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Nueva York, Octubre de 2342

Heavenly



El cuchillo salió disparado con fuerza, silbando en medio del aire, y se clavó de lleno en el pecho del hombre que estaba frente a mí.

La hoja traspasó la tela de cuero, la piel y los huesos, hundiéndose en toda su longitud, y se manchó de luz azulada cuando el cuerpo del guerrero estalló en miles de chispas refulgentes que desaparecieron al instante. El movimiento fue limpio, certero, y la explosión del guerrero sólo otra de tantas.

Salté hacia el costado, esquivando la flecha de metal que me envió una de las réplicas, y me deslicé por el piso resbaladizo mientras con mis ojos analizaba la situación.

Ahora que me había desecho de diez réplicas, sólo me quedaban ocho que derrotar. Todas tenían el mismo cabello rizado, los mismos ojos marrones y la misma nariz torcida; todas con el mismo cuerpo, ninguna portando el verdadero.

El verdadero, en realidad, estaba de pie al otro lado del cubículo de cristal que me encerraba y del que me era imposible salir. Con sus ojos rocosos, observaba mi desempeño desde la distancia, viendo con satisfacción como cada una de sus réplicas iba desapareciendo en mis manos. No podía asegurar que estaba feliz, pero era obvio que estaba satisfecho. Lo veía en su sonrisa, ampliándose con lentitud al cabo de cada minuto transcurrido. ¿Satisfecho con mi desempeño? Sí, ellos querían verme mejorar.

Día a día, uno tras otro, se paraban en aquella sala llena de máquinas a verme pelear. Me encerraban en cuartos transparentes pero impermeables, como un esclavizado tigre de circo, y echaban dentro sus más preparadas armas. Habían veces en las que perdía un dedo, o dos, algo de cabello, un poco de piel, pero siempre terminaba venciendo lo que fuera que pusieran en el interior. Yo era la mejor arma que tenían. La «invencible», según Dave.

Al otro día... era lo mismo. Regenerada por uno de sus médicos, me volvían a meter dentro de aquellas cabinas y esperaban ansiosos a que derrotara otra de sus tantas invenciones. Siempre los derrotaba, pero nunca los convencía. Siempre lograba neutralizar sus rebuscadas ideas, pero el método que usaba jamás los había dejado satisfechos. Ellos querían que utilizara mi habilidad, no que utilizara mi fuerza bruta. Así que no me dejarían tranquila hasta conseguirlo.

Era así desde hace tres meses atrás, cuando Amber le informó al gobierno sobre mi extraño poder al regreso de la misión en Ars. Sí, «esa» misión. La misión en la que tanto Reece como Ethan habían muerto producto de un devastador enfrentamiento que tuvimos con lo que todos creían «glimmer». Yo no estaba tan segura de que ese fuera el término que debíamos utilizar, pero prefería mantener el secreto.

Dave le había encargado a un grupo de científicos que me analizaran, tanto por dentro como por fuera. Los resultados, sin embargo, no habían sido concluyentes. Tenían claro que un Splendor estaba corriendo por mis venas, pero la habilidad no era parecida a ninguna que hubieran visto antes. Por lo tanto, ninguno de sus informes era exacto. Mi poder era nuevo, así que se podía esperar cualquier cosa de él.

Celeste [#2]Where stories live. Discover now