Capítulo 33

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¿Qué trataba de decirme aquel sujeto?

¿A quiénes habían matado en Ars?

—Princesa, te estábamos buscando —me informó una voz femenina, detrás de mi espalda.

Me volteé inquieta, confundida ante las palabras de Dan, y miré a la mujer de cabello plateado que se encontraba de pie junto a un chico que tenía el cabello del mismo color. Ambos poseían escamas a los costados de los ojos, escamas grises y brillantes que se extendían hasta la entrada de sus cabellos. Sus pupilas, dos líneas verticales, se movieron de un lado a otro entre los presentes y se posaron sobre mí.

—Mi nombre es Silvia, y él es mi hermano Silver —se presentó la chica—. Somos los líderes del equipo de espionaje. Ya que estuviste dentro de las tropas de los humanos y los murk, queremos hablar contigo. Cualquier información que tengas, por más insignificante que parezca, nos será de mucha utilidad. ¿Puedes venir con nosotros?

Betty, que seguía igual de incómoda que hace unos segundos, me agarró del brazo y me atrajo hacia sí misma.

—Está hablando conmigo, Silvia —replicó—. No ha tenido un buen día, creo que lo mejor será dejar el interrogatorio para otro día. ¿Verdad, Celeste?

Silver, el muchacho de cabello ceniza, se acercó a nosotras y puso la mano sobre el hombro de Betty para alejarla de mí. La enana soltó un gruñido de exasperación, pero Silver la ignoró y se posicionó entre ambas, como una gruesa pared de acero.

—No tienes permiso para agarrar a la princesa con tal brusquedad —dijo con seguridad.

—¡Es mi amiga! —chilló Betty—. Y soy tu enfermera, así que más respeto, pecezuelo.

Silver se mantuvo inmóvil. Betty, por el contrario, se lanzó sobre él y trató de traspasarlo con movimientos infantiles. Era como ver un perro Chihuahua intentando cruzar por una puerta resguardada por un perro Gran Danés. Silvia, haciendo caso omiso a la escena, se acercó a mí e hizo una leve inclinación de cabeza.

—Sólo ocuparemos unos minutos de tu tiempo, princesa —me explicó—. Necesitamos conocer los planes de nuestros enemigos para prepararnos para lo que viene. Si la Fuente no vuelve a nuestro planeta a tiempo, habrá una guerra, y sólo el más inteligente ganará.

Miré a Betty, luchando contra el glimmer con una sonrisa pícara en el rostro, miré a Dan, observándome con un atisbo de satisfacción, y luego miré a Silvia, de pie frente a mí con sus ojos cargados de sinceridad. Di un paso al frente, en dirección a la mansión, y alcé la barbilla.

—Vamos, te contaré todo lo que sé —dije.

[...]

El interrogatorio duró, en realidad, más de una hora. Cuando terminamos, Silvia me acompañó hasta la entrada de mi gran dormitorio y me envolvió en un abrazo afectuoso. Era extraño recibir cariño y compasión de personas que no conocía, pero tampoco tenía el valor para negarme.

Celeste [#2]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant