❛White Night❜ 🠔 {YoonJin}ܟ

Par ew_dams

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Fanfic ganadora en el concurso #yoursawards2022 ❝Kim Seok Jin es un omega que acaba de ser trasladado luego d... Plus

00. Prólogo; ❝Primera noche❞
01. ❛Va te faire foutre❜
02. ❛ Malos días❜
03. ❛Las parejas discuten❜
04. ❛Il y a deux sortes d'amour❜
05. ❛ l'amour insatisfait, qui vous rend odieux❜
06. ❛Et l'amour satisfait, qui vous rend idiot❜
07. ❛Los omegas callan por respeto❜
08. ❛Le bien que l'on fait parfume l'âme❜
09. ❛Respira y descansa❜
10. ❛Surprise❜
11. ❛Waiwai break it on down❜
12. ❛Aimer, c'est savoir dire je t'aime sans parler ❜
13. ❛Le couple heureux qui se reconnaît dans l'amour❜
14. ❛Game over❜
15. ❛Breathe❜
16. ❛Useojwo lie❜
17. ❛Good enough❜
18. ❛Un pétalo; me quieres❜
19. ❛Otro pétalo; no me quieres❜
20. ❛Sin pétalos, ¿qué sucede?❜
21. ❛Me acaricia la espalda con los dientes❜
22. ❛Ton sourire m'attire❜
23. ❛Efímero❜
24. ❛Cometas❜
25. ❛Cet amour tout entier❜
26. ❛Chogi chogi chogi wa❜
27. ❛Love Story❜
28. ❛Fragen sie mich nicht zu vergessen❜
29. ❛Éramos como imanes❜
30. ❛Éramos como amantes❜
31. ❛Love is not over❜
32. ❛Jasmine❜
33. ❛Necesito una conexión contigo❜
34. ❛Open your eyes❜
36. ❛True or false❜
37. ❛Wer nicht mehr liebt❜
38. ❛Dass diese nie enden❜
39. ❛I don't wanna live forever❜
40. ❛Earned it❜
41. ❛Or nah❜
42. ❛U r my only one❜
43. ❛Arco final❜
44. ❛Tú eres mi fin❜
45. ❛Eres mi droga, no lo arruines❜
46. ❛Príncipe de cartón❜
47. ❛¿Mientes?❜
46. ❛Príncipe de cartón❜ (Resubido)
47. ❛¿Mientes?❜ (Resubido P.2)
48. ❛My way❜
49. ❛No seas como yo❜
50. ❛Love me again❜
51. ❛Cold as ice❜
52. ❛I'm your toy❜
53. ❛El porqué de la vida❜
54. ❛Me haces fuerte❜
55. ❛En otra vida, cantaré por ti❜
56. ❛Go let me know❜
57. ❛Extráñame❜
58. ❛That's my girl❜
59. ❛Don't forget me❜
60. ❛Búsqueda 1.0❜
61. ❛Stay with me❜
62. ❛Estar sin ti❜
63. ❛Éxtasis❜
64. ❛Ich bin verrückt nach dir❜
65. ❛Du gibst meinem Leben einen Sinn❜
66. ❛Lost❜
Epílogo (1/2); ❝La mejor etapa de mi vida❞
Epílogo (2/2); ❝Siempre sacar lo mejor de ti❞

35. ❛In the veins❜

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Par ew_dams



Había renunciado al papel de protagonista en la obra teatral. Es que..., simplemente no. Después de todos los percances recientemente acontecidos me negaba a seguir en un sendero lleno de cuchillas filosas. ¡Yoongi no quería ser mi amigo, fin del asunto! ¿Por qué me esforzaba a mí mismo en demostrar lo contrario?



No fue fácil para mí, claro está decir. Tuve que engañar un poquitín a Ken con ello, diciéndole que se inscribiera nuevamente porque Yoongi había rechazado compartir el reparto conmigo. Gran mentira. Sólo eso bastó para que corriera la vida en ello y se viera conmocionado en la idea de participar por aquello que le causaba merecida fascinación. Sin embargo, todo se fue a la reverenda mierda cuando notó que no era yo su pareja sino el mismísimo rubio platinado que tanto aborrecía. Pero lo hecho, hecho estaba, ¿verdad?



Me maldijo la existencia durante muchos días. Todavía me sorprende el que no haya ocurrido nada durante ese total de horas. Y es que, no soy precisamente supersticioso, pero Ken sobrepasó cualquier límite aceptable con esa sartenera de garabatos, insultos y hasta rituales satánicos nunca concluidos.



—¡¿Por qué me metiste en esta mierda, Kim Seok Jin!? ¡Yo quería participar contigo, maldición, sólo contigo!



Sin saber por qué, me apené ante su confesión. Quizá mis mejillas se incendiaron un poco. Sólo un poco.



—Lo lamento, en serio... —En realidad no—. Yo..., de verdad me sentía más seguro al saber que serías tú quien me suplantara en vez de otra persona. Sabes que te apoyaré en todos los ensayos y seré el primero en verte durante la salida oficial... —hice un puchero, recargándome en su pecho y buscando un poco de su contacto— No seas gilipollas, ¿quieres? —interrogué, sólo recibiendo un tirón de pelo. Chillé. De acuerdo, yo no servía para convencer a la gente.



—Tú eres el gilipollas al cometer tremendo acto de sacrificio. —Caímos en un desagradable silencio que finalizó con un puchero y arrodillamiento de mi parte—: Sin embargo..., te perdonaré por esta vez..., sólo y sólo si cumples cualquier capricho que tenga en mente—sonrió cruelmente. Y no me gustó para nada cómo sonó eso, pero peor era nada.



—¡Gracias, fighting! —grité, colosalmente eufórico.




Cabía recalcar, que Ken no era el único furioso con ese cambio de personajes. Yoongi no me lo perdonó tampoco. Sólo tuvimos una discusión tras otra, que casi nos lleva a matarnos. Bueno, la misma mierda de siempre. Hasta comenzaba a creer que sin un golpe de su parte no podría vivir tranquilamente. Es decir..., ¿se imaginan a un león feroz al acecho, que gruñe y no muerde? Joder. Yo prefería mil veces tener el regordete trasero de Yoongi hinchándome las pelotas antes que sus ñoñerías suaves y desconfiables.



—¿Por qué hiciste eso?



Seco, continué con mi arreglo de ropa. Camiseta blanca, un suéter y unos casuales pantalones de mezclilla. Tarareaba el coro de una canción de Justin Bieber. Y no, no era Baby.



Contéstame, ¿por qué mierda ahora tengo que actuar con el alfa idiota que tienes por amigo? —corroboró, alzando la voz una escala mayor. Temblé, sintiendo mis ojos aguarse y mi panorama volverse oscuro. Apenas me agarré del respaldo de la cama, preparándome para cualquier posible convulsión y asustándome ante la idea de verme agitado por sus palabras. ¿Qué coño estaba pasando?, ¿acaso me iba a desmayar?



—No es idiota, Yoongi. Madura por un momento —fundamenté, quitándome el líquido ineludible de los pómulos. Todo ello con sorpresa evidente y al borde de un ataque cardiaco. Mi presión arterial, los latidos en mi mente..., todo me estaba haciendo caer en seco. Yoongi cada vez se apoderaba más de mis emociones y mi omega no ayudaba mucho en eso. Mas bien..., parecía apoyar la noción. Parecía como si mi metabolismo se acostumbrara al llamado de Yoongi y su fragancia, su presencia. Como el feto que se acostumbra a las caricias y habladurías de su portadora. ¿Quizá su regaño consiguió hacerme sentir lo suficientemente mal para estar a punto de desplomarme?, ¿qué con esa estúpida sensación? ¿En qué mundo ocurre eso?



—No sé qué te pasa pero no estoy dispuesto a soportar tus berrinches fuera de contexto, Jin. También tengo mi temperamento.



Reí dolido, tratando de entender sus palabras a medida que apoyaba mis manos contra la pared. Había algo. Algo estaba mal conmigo. Esto no era la primera vez. Apenas podía concientizarme del problema y sólo repetía una y otra vez en mi mente que todo estaría bien. Porque lo estaría; sólo era una laguna mental de muchas—. ¿Qué dices, idiota? Si has sido tú el que no ha dudado en cagarla todo este tiempo. Estoy así sólo por lo que tú has causado —gemí, arrodillándome de la nada y notando las venas marcadas en cada uno de mis brazos. Una puntada me atacó hasta lo más profundo de las entrañas, sacándome un jadeo repentino.



De soslayo lo vi apreciarme inquisitivo. Al parecer teníamos esa maldita manía de quedarnos callados en momentos de furia incontrolable o cuando yo me encontraba a nada de entrar en crisis.



—¿Qué quieres que te diga, Jin? —preguntó tranquilamente, aproximándose para verificar aquello que también me tenía inquieto. Decepcionado por su respuesta y también asustado, negué. Me levanté a la velocidad del rayo y correteé al colchón, ignorándolo. ¿Qué le importaba mi salud? Que dieran por culo.



—No espero nada de ti, no te preocupes —mentí, acomodándome en mi cama como si su existencia me fuera indiferente. Pero él no se detuvo. Sólo lo obligué mentalmente a que se aproximara más frente a mí, tajándome con fríos ojos.



—¿Estás bien? Luces pálido —una bocanada de aire bastó antes de continuar—: Te duele algo.



—Wow, qué bonita conclusión, Min —musité, colocando la respectiva contraseña a mi computadora. Lo vi suspirar, cansino.



—Jin-



—Permiso.



Y arranqué. Porque no me gustaba depender de sus brazos cuando yo me encontraba mal. No me gustaba caer cuando se suponía que mi furia iba por sobre todas las cosas. No me gustaba. No me gustaba olvidar mi enojo y arrastrarme.




—¿Vendrás a verme participar? —dijo Jungkook. Sus ojos sobresalían emocionados, dichosos de una respuesta todavía oculta. Todos me observaron, temerosos. Conocían mejor que nadie mi relación con el menor. Medio mundo conocía los cuernos de Kim Seok Jin y yo no hacía nada por ocultarlos. Ni siquiera me molestaba lo suficiente para arrancarle una sola hebra. ¿Era demasiado buen amigo o un idiota total, incapaz de conocer su propio valor y luchar por ello?



—Intentaré —musité cansado, levantándome y dejando la charola de comida vegetariana a un lado. Tomé mi mochila y me fui a alguna clase, sólo encerrándome así en una desgraciada tristeza. Oí los llamados de Moonbin y JinJin, que últimamente lucían más que preocupados por mi salud, sobre todo por lo demacrado que acostumbraba a verme en las últimas ocasiones. Sanha no se quedaba atrás; siempre tocaba alguna serenata para mí con la amable intención de sacarme una sonrisa. Y lo agradecía. Dios sabía cuánto agradecía la afabilidad de todos. Pero ni yo era capaz de comprender la tristeza que me aunaba y no podía pretender que explicarle al resto arreglaría las cosas.



Todo se había tornado tan complicado, tan carente de sentido y doloroso para mí. Parecía como si mi cuerpo hubiera tomado por sí la decisión de hacerme desvanecer. Después de aquel acontecimiento en el cuarto de Min y yo..., sólo había lavado mi rostro con agua fría antes de dormir con una migraña del demonio taladrándome la cabeza. El dolor siguió, y honestamente, todavía temí para después el que siguiera ahí. Pero lo mejor era esperar que cruzara en solitario, abandonando mi figura por decisión propia. No tenía nada, yo jamás me enfermaba de la nada y mi sistema inmunológico era bueno.



...Sólo era un resfrío del montón.




Continuo a eso y al contrario de lo que pensé, terminé yendo con Kookie y los demás. Todos aplaudían, chiflaban y felicitaban al menor. Yo no hice nada más que pensar; serio y tajante. Lo admitiré, Jungkook lo hizo muy bien. Al menos eso parecía; en realidad no lo observé en lo absoluto. Todo me rondaba. La cabeza me picaba frenéticamente y tenía una sensación de angustia posándose en mi vientre. Mi omega apenas se quejaba, apena aullaba y ello comenzaba a preocuparme. No me gustaba el sentimentalismo del lobo que habitaba en mí..., ¡pero seguía siendo una parte de mí que debía proteger cuidadosamente! Así que su ausencia era dolorosa en cierto punto.



—Ese idiota no se detiene nunca, ¿verdad? ¿¡Cómo puede seguir luchando por un tonto omega que no lo quiere?! Maldición —masculló la voz chillona de Jimin, tan reconocible. Suspiré, tratando de pasar de él y haciéndole conocer mi presencia. Me miró anonadado y calló repentinamente, alejándose del camerino cuando vio que iba en busca de Jungkook.



—De verdad has venido, hyung —susurró este, sonriéndome dulcemente. Le correspondí más por cortesía que por gusto, acariciando mi estómago con cuidado y sintiendo un mareo leve asentarse.



—Tengo una duda, Jeon. —Sí. Había una duda que me carcomía hace mucho tiempo. Quizá era momento de superar y olvidar. Tal vez de perdonar también, mas no terminaba de comprender en su totalidad el asunto que me cohibía. ¿Seguiría enamorado de Namjoon?, ¿seguiría frecuentándose con él?, ¿hasta qué nivel habían llegado y desde qué escalón había dejado que todo comenzara? Conocía muy bien su mutua comprensión en la cama..., pero aquello no se adecuaba al pozo de materia negra en el que me desprendía continuamente. No era suficiente para terminar de romperme el corazón. Nada era suficiente para romperme el corazón y empezaba a temer a la idea de verme envuelto innumerables veces en huecos de angustia, huecos que no hicieran otra cosa que desquebrajarme más y más.



Por lo demás, yo era un curioso de nacimiento. Si Jungkook entendía esto y me ayudaba, se lo agradecería toda la vida.



Mirándome incómodo, como si sospechara que el tema a tratarse fuera tenso, asintió—. ¿Sí?



—¿Te acostaste con él mientras estaba conmigo? —pregunté, dulce, suave, casi acaramelado. Mucha gente no lo entendería. Probablemente no sea momento para cuestionar esta clase de cosas en momentos tan sustanciales para él. La obra le era importante, ¿verdad? Y yo sólo venía a atascarlo en culpabilidad. Pero, y a pesar de mi egoísmo prefijo, él estaba tan inmiscuido en esto como yo. Jungkook también me había despedazado el alma. Él también había contribuido al hoyo cerciorándose en cada escama de mi piel.



Supe la respuesta con sólo verlo.



—Estábamos ebrios —se justificó, veloz.



Asentí, tranquilamente. Deposité un beso en su coronilla y me marché de ahí, desequilibrado en emociones recientemente encontradas. Otra vez me tiritó la quijada, la mente me explotó en millones de pedazos y sentí como si mi corazón se fracturara en pujes llenos de intensa fiereza.




Lo entendía.



Y no, después de tantos años envuelto en una blanca mentira de terciopelo..., yo lo entendía.



Yo jamás sería suficiente para alguien.





Los últimos días, sin lugar a duda, fueron los peores. Si no tuve suficiente con estar sintiéndome terrible, todo empeoró y terminó por destrozarme cuando la noticia me azotó como cascabeles de Navidad o granizos de malas temporadas.



—¿Woozi?, ¡bebé! —grité, alzándolo conmocionado. Me correspondió totalmente sonrojado— ¿¡Dónde estuviste todo este tiempo?! ¡Te extrañé mucho! Regresé de mi fase y no te encontré —mostré un puchero, genuinamente acompañado de nuevas facetas. Me sentí tan vivo de verlo, tan apremiado, tan comprendido. Era como si el mundo uniera todas sus fichas para hacerme feliz de nueva cuenta. ¡Como si el día iniciara su apogeo en la felicidad competente de la criatura que tanto añoraba frente a mí!



—¡Oppa, lo extrañé! Perdone mi desaparición, tuve que regresar a mis clases veraniegas. Ya salí, ¡así que nuevamente soy libre de poder molestarlos cuando quiera! Bueno, eso hasta la próxima semana —Parlanchín—. Me iré en cuanto mamá venga a buscarme.



Extrañado, le pregunté con los ojos a qué se refería con su último comentario.



—Me voy el día de los muertos, oppa. Tengo muchas cosas que hacer.



Y sentí cómo mi mundo caía poco a poco más en picado.



La única criatura capaz de entenderme a comparación del resto..., y ya no estaría más para mí.






Me he de haber hundido en trabajo tras trabajo, supondrán. Agradecí a todos los Dioses cuando nuestro guía tuvo la apaciguadora idea de juntar tres facultades para un inaplazable trabajo en equipo. ¿Lo mejor? Me había tocado con Ken y Kidoh. Como estaba al tope de actividades, acompañé a Ken de aquí para allá, iniciando el día en las duchas universitarias y terminando con somníferos durante las noches. Lo perseguía dueño de mis impulsos y cual mísero cachorro sin otras cosas más importantes que hacer. Incluso Exterminador tendría cosas más significativas que hacer a comparación de mí.



Regresando al dilema principal, aproveché todas esas ocasiones el verlo actuar junto a Yoongi; varias veces terminando de actuar en mi habitación y ayudándolo con las modulaciones. Los gestos, las exageraciones y los tonos de voz que bajaban y subían continuamente, en un vaivén de secuencias envidiables para cualquier actor principiante. ¡Estaba más que seguro acerca de qué tan bien le saldría! Ken tenía el potencial suficiente y el descaro más que sobrante para esta labor. No sólo eso, sino que los bosquejos de nuestra arquitectura iba más allá de lo profesional; tanto así que varias veces nos desviábamos en sueños prolíferos, él diciendo lo mucho que le gustaría construir el edifico de sus sueños y yo un hogar propio para mi personalidad..., y para la de mis futuros cachorros. Cada día que pasábamos en compañía del otro nos sentíamos en plena confianza, acariciándonos casi por instinto y riendo a carcajadas incontenibles que iban más allá de una amistad limitada.



Si me preguntaran seriamente la exactitud de mis pensamientos y lo que la última frase vendría a significar para el público: no, no me gustaba Ken. Y estoy bastante seguro de no gustarle también. Exudaba amabilidad y un atractivo petulante..., pero precisamente la gracia de su persona era lo que no me atraía. Porque no era Yoongi. Ni un poco.



Ni siquiera regalándome un Yoongi desnudo y con una cinta alrededor de sí, a modo de ofrenda, podría tomarlo por él. Porque Yoongi no permitiría eso ni en sus cero sentidos. Min golpearía a todos y mordería al que se atreviese a tocarlo más allá de lo normal si estuviera en una circunstancia así. Yoongi es la clase de chico que gritaría a los cuatro vientos que lo suelten o llamará a la policía. O el mismo cometería asesinato con tal de no ser expuesto y humillado de tal manera.



¿Cuál es mi conclusión al llegar por encima de todas esas habladurías sin sentido? Precisamente que, incluso Yoongi siendo Yoongi, no podría amarlo más que al mismísimo Yoongi porque sólo él tenía mi corazón en el extenso discernimiento de la palabra.



Y que Yoongi, ni muerto, se dejaría desnudar antes de ser entregado como obsequio de cumpleaños.



Primero moriría rojo de la furia y vergüenza antes que eso.



¿Cómo lo sé?





Conozco a mi alfa.





El fin de semana, antes de que empezara la semana del terror, hubo una fiesta de disfraces. En ese evento fue que recibí un mensaje por parte de Namjoon. Y flores. Preciosas dalias rojas luciéndose frente a la puerta de mi cuarto. Un papel rosado adornaba la canasta. Lo leí paulatinamente, cuidadoso a medida que acariciaba el ramo. Debía buscar agua y tierra o se resecarían y la dichosa moriría. Amaba las plantas e incluso tenía una huerta en casa, pero mi viaje me había impedido poder disfrutarlas como lo era usualmente. Mi nana debería estar haciéndose cargo de ellas, o al menos eso prometió a principios de año. Confiaba plenamente en ella..., sin embargo no podía evitar extrañar a los pequeños seres vivos que hacían mi día.



''Tengo que hablar algo contigo, ven a la terraza.''




Ni Woozi ni Yoongi se encontraban para ese atardecer. Habían salido por igual a la celebración. Sonreí taciturno. Nada iba a cambiar, aparentemente.



Tal vez fue mi resentimiento al pensar en Yoongi tomar o besuqueándose con otras personas lo que me incitó a subir al recatado lugar de encuentro. O quizá el imaginar a Jungkook montando desastrosamente al que creí mi pareja... Fuese como fuese, subí más pronto que tarde y cuando sus ojos marchitos se cruzaron con los opacos míos, entendí que esa sería una larga y sombría conversación.




—¿Qué quieres? —fue lo primero que pregunté al llegar a la azotea, sintiendo el viento golpear rudamente mi rostro. La luz de la luna ceñía todo con pasión, devolviéndome una sensación reconfortante. Me acerqué a la barandilla, donde descansaba mi ex pareja mirando un punto fijo del horizonte. Todo era naturaleza y casonas pequeñas arremolinándose alrededor de los condominios universitarios. Rejillas, guardias, autos y árboles acariciando el dióxido de carbono a la par de nuestras respiraciones.



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