Pronto Yūgi se descubrió leyendo en demasía acerca de Yami y Atem, se encontraba a sí mismo cada vez más ansioso por leer otra historia, una nueva leyenda, aun si las conocía todas.
Las letras eran su escape a la realidad.
Y conforme pasaban los tortuosos segundos se percataba cada vez más de que se había enamorado de personajes ficticios.
Comenzó a anhelar traspasar el papel y descubrir el profético mundo que mostraba, quería conocerlos a ellos.
Sólo a ellos.
Eran solo cuentos.
Aquello un libro, lleno de desgastadas hojas y tinta.
Era solo un anhelo.