Coffee Wind

By HalfBells

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Román Arellanos es un joven sencillo, estudiante de arte, adicto al cigarrillo y obsesionado con su pasado; s... More

Despertar
Recuerdos
Descontrol
Reencuentro
Cortesía
Cefalea
Disculpa
Regreso
Tranquilidad
Retrato
Cita
Espacio
Sensaciones
Otoño
Memoria 1
Afinidad
Capuchino

Persecución

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By HalfBells

    "Dónde cara... oh ya"  Me desperté con media resaca y un olor inhumano, tenía frío pero a la vez sudaba un poco, mi oído derecho tenía un mudo que sólo bostezando se alejó. Eran las doce del día, mi teléfono estaba muerto, mis ganas por levantarme, también... la luz entraba como si fuera el último sol del año, y mis ojos apenas alcanzaban a visualizar que estaba en mi habitación. 

  Salí del cuarto descalzo y con un simple pantalón de mezclilla dirigiéndome directamente hacia la cocina y puse un poco de agua en la cafetera. Recargué mis dos manos en la alacena y miré hacia abajo despabilando mi cuerpo; suspiré profundo y mientras me estiraba recordé vagamente algunas imágenes del día anterior, mi cara era una fusión entre desorientado y que olía un pedo; mis ojos apenas se adaptaban a la luz actual y después de volver a suspirar escuché un fuerte golpe que me hizo voltear bruscamente.
  — ¿Hay alguien ahí?— me enderecé y acerqué mi cabeza, pero eso no me hizo ver nada, luego giré y di un paso mientras escuchaba el roce de algo con mi alfombra—¿Martín?—
Un suspiro delicado y una falta de respuesta me comprobó que no era él... Llegué al sillón y por detrás asomé mi mirada "Lo que me faltaba, tengo que cuidar de mi resaca y de la de esta morra"
—He, Luna, despierta mujer— estaba literalmente tirada en el piso de mi departamento, con el pelo en la cara y en el quinto sueño, a juzgar por el ruido acababa de caerse del sillón "Tiene el sueño más pesado que conozco".
    Me di la vuelta y me puse en cuclillas para intentar despertarla, le susurré su nombre unas dos veces mientras la miraba de arriba a abajo, pero a juzgar por su caída, un susurro no la despertaría; su tranquilidad me provocó una sonrisa "Esta mujer está loca, que está haciendo aquí en primera" coloqué mi mano izquierda debajo de sus hombros jalando un poco su pelo y la mano derecha en sus piernas, por detrás de sus rodillas exactamente, la cargué intentando regresarla al sillón, un 'pujido' de esfuerzo y la frase "Si estás pesada mujer" me recordaron a Héctor cuando Joselina se desmayó en la primera semana de clases. Mi brazo aún me dolía del accidente, pero ya no tanto evidentemente.

    Después de terminar aquel duelo, volví a mi habitación a ponerme una playera azul claro y revisar que mi teléfono estuviera cargando. La verdad me daba flojera bañarme, tomé mi café y Luna seguía dormida, revisé mi agenda, el Lunes comenzaría Diciembre, luego las vacaciones, año nuevo, recuerdos culeros y en Enero regresaría a clases sin nada ingenioso que contar. Eran las doce cuarenta y yo estaba sentado en mi sillón, observando a Luna, preguntándome cómo cojones podía dormir tanto... Entonces sonó mi celular; corrí a responder pero llegué tarde, tenía una llamada perdida de un número desconocido. Desconecté el cargador, y me llevé mi teléfono al cuarto de arte, lo pegué otra vez a la conexión, y sincronicé algo de 'Brick + Mortar'... saqué un nuevo lienzo, destapé mis pinturas y después decidí que ocuparía acuarelas. Subí todo el volumen de las bocinas... "Es la hora de ser chingón"

    La hora del des-estrés que cada Sábado me daba a mi mismo, era la única rutina que no quería romper.

    Aún no sabía qué iba a pintar... mojé un poco mis pinceles... la música, la vida, los recuerdos y mi estados de ánimo eran los impulsores y motivadores para mis obras de arte; por que sí... Yo creaba arte, mi inspiración era tan grande que no podría llamarla de ninguna manera. Me hacía sentir vivo y en orden aunque nadie más la entendiera. 

    Comencé con el centro, es una manía que tengo... Recordé el 'Trending' el día de ayer, los colores cálidos que lo inundaban y cómo éstos resaltaban en la inminente obscuridad... La forma en que no reconocías un rostro pero sí los movimientos de un baile; así que pinté algo amarillo... no muy fuerte, algo vago como mis recuerdos... al remojar el pincel recordaba las gotas de sudor y cómo las iluminaciones las hacían lucir, los bailes, las botellas, aquella chica hermosa que estuvo conmigo. Tras cada pincelada venía a mi mente más que el antro de ayer, sino también todo el día, cada momento, la cabina de fotos, el super, la cafetería, a Luna, mi cita y posteriormente las paredes con tonos rústicos me inundaron... 

Me fui alargando a los lados,  de una forma difuminada y mientras lo hacía me recordé tomando una taza de Coffee Wind, sin esperar a que se secara continué arriba cambiando de color; pintando una delgada línea blanca que en mi mente no reflejaba nada más que la evolución de mi lienzo. Sí. Usé blanco en un espacio de lienzo limpio pero se notaba la diferencia; entre la pureza de uno y la experiencia del otro... "Experiencia" regresé al amarillo que extrañamente  me recordaba una casa, por lo rústico, por la leña, el calor, el color cálido, naranja, rojo... "Claro, llamas.." tomé el rojo y comencé a pincelar casi tan rápido y la vez lento como la música.

    Lo que en mi mente parecía una fogata, no tomaba forma, así que antes de seguir pintando, sin aviso alguno visualicé mi sala, mi "¿Hogar...?" Inesperadamente con Diciembre venían los recuerdos y las navidades, las fechas en que todo es posible, mi madre y un chocolate caliente junto al árbol, las esferas, la comida... "Esferas, luces, estrellas." —Noche— me susurré; noches estrelladas llenas de alegría que no regresarán. Tomé varios tonos azules, empecé a manchar arriba y abajo, con azul rey, marino, celeste, turquesa... Y luego algo verde, pequeño y delicado, como mi madre. Fue rápido, más de lo que mi mente trabajaba y al mojar el pincel y seguir iluminando algo que parecía un cielo me recordé las noches estrelladas en que salía al techo a vivir los fuegos artificiales, el anochecer, el brillo de la luna y éstos últimos me agonizaban, recordé a mi madre, a mi padre, la última navidad con ellos y algunas de las primeras también... La música aumentaba, los recuerdos me consumían, más caras de las que podía soportar, momentos felices que ahora sólo me daban melancolía... Escapar de casa era escapar de mis delitos. 

Terminaban las canciones mientras Julio llegaba a mis pensamientos, éste departamento, momentos infinitos de altibajos y una sombra que me consumía, cuando conocí a aquellas malas influencias, cuando me enteré que mi madre ya no estaba, cuando llegó la policía a mi puerta, cuando me di el valor de ir al cementerio, cuando me atropellaron, cuando volví a ver a mi padre...
Tanta obscuridad se reflejó en mi pintura...

Sombras negras y profundas salieron de mi mano y después de tener tantos tonos azules sólo imaginé un bosque; un bosque porque estaba perdido.

Y en un mundo lleno de caminos no sabía a donde ir. Estaba perdido en mis pensamientos, en mis siniestros, y fue ahí en medio de tanta ansiedad cuando me di cuenta de que tengo miedo de lo que soy, de lo que me he convertido, de mi pasado y del hecho que no dejaba de perseguirme. 
Casi terminada mi obra le añadí los detalles de los pinos, las estrellas, algo de iluminación y finalmente sin terminar de ser importante, el detalle de atardecer que no sabía había comenzado a pintar.

    Todo empezó por un atardecer, por una luz que siempre, hermosamente te advierte que regresará... Y terminó con una sombra, la sombra del olvido que no quiere llegar, con destellos luminosos de sonrisas que resultan ser lo único que colorea mi vida.

    Cansado y casi fastidiado suspiré, me limpié mi frente sin soltar el pincel... Me alejé de aquello que tan poco trabajo me había costado y en un mudo musical mi instinto me invitó a girar la cabeza.

Sentía una mirada profunda que me inquietaba.

Ahí estaba Luna, recargada en el marco de la puerta... Observándome a mí o a la pintura. Intentando esconder una sonrisa que yo todavía no aprendía a describir. Y me gustaba.

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