El arte de amar.

Luz_Ka

3.9M 382K 110K

|Borrador, contiene errores ortográficos | Isabella Gibson, es la típica adolescente presumida, odiosa, orgul... Еще

Sinopsis.
I
Introducción.
Capítulo Uno.
II
Capítulo Dos.
III
Capítulo Tres.
IV
Capítulo Cuatro.
V
Capítulo Cinco.
VI
Capítulo Seis.
VII
Capítulo Siete.
VIII
Capítulo Ocho.
IX
Capítulo Nueve.
X
Capítulo Diez.
XI
Capítulo Once.
XII
Capítulo Doce.
XIII
Capítulo Trece.
XIV
Capítulo Catorce.
XV
Capítulo Quince.
XVI
Capítulo Dieciséis
VXII
Capítulo Diecisiete
XVIII
Capítulo Dieciocho
XIX
Capítulo Diecinueve
XX
Capítulo Veinte.
XXI
Capítulo Veintiuno.
XXII
Capítulo Veintidós.
XXIII
Capítulo Veintitrés.
Vacío.
LA CARTA.
XXIV
Capítulo Veinticuatro.
XXV
Capítulo Veinticinco.
XXVI
XXVII
Capítulo Veintisiete.
XVIII
Capítulo veintiocho.
XXIX
Capítulo Veintinueve.
XXX
Capítulo Treinta.
Epílogo
Extra | 1 (Borrador)
Extra | 2 (Borrador)
Extra | 3 (Borrador)
Extra | 4 (Borrador)
ESPECIAL NAVIDEÑO. (Borrador)

Capítulo Veintiséis.

46.2K 4.5K 1.3K
Luz_Ka

Los días pasaron de nuevo, días nublados y estresantes, días en los cuales no podía dejar de pensar en todo lo que había dicho Ian, días en los cuales no lograba olvidar todo lo que sentí cuando lo vi a él por primera vez después de un mes...

Si cerraba los ojos, podía escuchar de nuevo su voz diciéndole a mí hermano ahí en medio de la tormenta, que supuestamente él me amaba y quería estar ahí, sin embargo, si eso era verdad... ¿Por qué no podía creerle?

Tampoco me sentía muy feliz por lo que hice con Davy, no debí besarlo, no quería volver con él ni con nadie, era mejor si seguía sola, entendía que ya no necesitaba el amor de nadie, solo mí amor propio, solo eso...

—Voy a enviarte unos exámenes para ver cómo va todo —Dijo el doctor, mientras miraba fijamente mí historial médico. —Quiero asegurarme de que todo está bien con tu cabeza.

Traté de no hacer una mueca de fastidio, estaba estresada con tantos exámenes y demás cosas, Blake tenía un trauma con mí estado de salud, era por ello por lo que me llevaba con cada doctor reconocido que le recomendaban.

¿Por qué simplemente no podía superar que ya había recuperado mi memoria y estaba bien? ¿Por qué no entendía que deseaba seguir con mí vida sin más?

Blake no lograba tranquilizarse del todo y mucho menos debido al pronóstico que le habían dado, pues según el doctor Israel, no era normal recuperar la memoria de un momento a otro como si nada, y mucho menos después de aquel choque que yo había tenido, tampoco era muy normal perder la memoria de manera selectiva.

—Su memoria es inestable, si no encontramos un punto clave que nos diga porque sus traumas son olvidados o algo así, no llegaremos a ningún lado —me había informado el doctor— en sus análisis no sale nada relacionado con tumores en la cabeza o algo por el estilo, lo tuyo es más que todo algo psicológico.

Después de eso, esa misma mañana había tenido una ronda de exámenes más, incluso Blake me obligó a ver un psiquiatra de nuevo y no pude negarme, no si al final del día eso lo hacía feliz a él.

Una semana había pasado desde el encuentro con Ian, una semana desde que yo había vuelto a hablar, una semana desde que Davy no paraba de llamarme y mensajearme, y como dije antes, todo era mí culpa por haberlo besado con tantas ganas, por haberle insinuado algo que yo ya no podía darle.

—Todo estará bien, Isabella —me aseguró Blake, mientras salíamos del hospital aquella mañana— No debes preocuparte, yo pagaré todo y te cuidaré, lo haré porque eres mí hermana.

Lo miré con fijeza y sonreí.

—Si, soy tu hermana.

Él decidió llevarme a desayunar y estuve de acuerdo por más que quise llamar a Davy para hablar con él. —Realmente necesitábamos hablar—.

—¿Donde quieres ir a comer explícitamente? —me preguntó con calma.

—Cualquier parte, aún así, debe de ser en un lugar en donde haya comida muy grasosa

Blake me miró como si acabara de confesar algún delito.

—Debes cuidar tu forma de comer Isabella, esa comida grasosa solo te hará sentir embuchada y poco energética —declaró él—, además estás haciendo poco ejercicio y no es bueno consumir tantas calorías y...

—Blake no seas un anciano. Trata de divertirte un poco, come cosas deliciosas.

—Consumo cosas deliciosas, pero sanas, he ahí la diferencia.

—¿Qué tal si te comes una hamburguesa hoy? Verás que te ayudará con ese extraño mal humor que te cargas.

—Esa comida es dañina, además esa grasa es tan mala para el cuerpo, que no me atrevo a consumirla.

—Que aburrido.

—Si como una hamburguesa, perderé una semana de ejercicio, así que no, no lo haré.

Sonreí y negué sin más.

—Has estado muy enojado últimamente. ¿Por qué eso?

Él no respondió y siguió conduciendo si más.

—Aparte de grosero, también has sido muy duro últimamente, no me gustó la manera como le hablaste ayer a Tanía—le dejé saber.

—Tú no me digas nada sobre «hablar», no cuando duraste un mes entero sin dirigirle la palabra a nadie, no cuando mágicamente te dio por hablar explícitamente con el estúpido de Davy.

La mención del otro me hizo suspirar estresada.

—¿Por qué hablaste con él y no conmigo? —Cuestionó.

Abrí la boca para responder, aún así, no fui capaz de decir nada, siendo sincera, ni yo misma entendía porque si fui capaz de hablar con él y no con nadie más.

—No me digas que vas a volver con ese idiota, no lo permitiré. —Me dejó saber.

—No voy a hablar contigo sobre Davy.

—¿Entonces de que quieres hablar?

—Sobre Tanía— lo miré con una ceja enarcada— ¿Por qué eres tan cretino con ella? ¿Por qué la tratas mal?

—En ningún momento la trate mal —me corrigió sin más—solo le dejé saber cuán irresponsable me parece que es, y al final del día, quería que supiera que tan mal me cae.

—¿Te cae mal? —me atreví a preguntar— ¿Besas a todas las mujeres que te desagradan o es solo con ella?

La mirada verde de Blake se llenó de sorpresa al escuchar mis palabras, al parecer él creía que yo no sabía acerca de los besos clandestinos que se había dado con la rubia.

—¿No vas a hablar? ¿Ahora el mudo eres tú?

—Simplemente métete en tus asuntos, Isabella. No me estreses.

Decidí no decir nada más, incluso continúe guardando silencio cuando llegamos a un sencillo, pero lindo restaurante. Yo me encargué de pedir un plato súper cargado de calorías, mientras que Blake se pedía alguna clase de mierda vegana que ayudaba a su digestión. Él se comió su cosa como si fuese la comida más deliciosa del mundo, y decidí no decirle nada más, después de todo él era como lo habían criado, si cerraba los ojos, podía recordar perfectamente a mí madre enseñándole a porcionar, distinguir y desechar los tipos de comidas no aptas para un cuerpo «perfecto».

A su corta edad, mi hermano ya era todo un éxito en el mundo de las compañías, mí padre realmente lo había logrado convertir en un sujeto de negocios que sabía que quería y como conseguirlo, sin embargo, en ese proceso forjó a un sujeto que era incapaz de ser amable y educado con sus inferiores, un Gibson despiadado y odioso, un jodido Gibson desde la médula hasta los huesos... Y, mientras estaba ahí sentada devorando mí comida, no puede evitar preguntarme si realmente yo era una Gibson, porque al final del día, no me sentía como uno de ellos.

Ni ahora, ni jodidamente nunca...

Pasado un tiempo, escuché que mí teléfono comenzó a sonar y sin atreverme a mirar quien era, yo supe que era Davy, él no me dejaría ir, no después de aquel beso.

—¿Quién es? —me preguntó el rubio, mientras tomaba un poco de su jugo verde. —¿Es ese bastardo del Ian?

Me tensé un poco.

—No lo llames bastardo —dije en voz baja— simplemente no hables nada sobre él.

—¿Por qué? ¿No que lo odias? —enarcó una ceja.

—Lo odio —me atreví a decir y mí voz se rompió— ¿Tú lo odias?

Blake se encogió de hombros.

—Sí, supongo.

Dejé caer mí tenedor sobre el plato.

—¿Supones? ¿Cómo que supones? —lo miré enojada—, tienes que odiar a ese bastardo, debes hacerlo.

—¿Tú puedes llamarlo bastardo y yo no?

—No, tú no.

Una risa sarcástica llegó a los labios del rubio.

—¿Y por qué no?

—Por qué es mío, no tuyo —gruñí y maldije internamente al ser capaz de reconocer lo que acababa de decir.

No era mío, no era mío, no lo era...

—Bien, entonces que sea tuyo, que suerte que no es mío —soltó sarcásticamente.

Suspiré en voz baja.

—No, no es mío —perdí mí apetito— es de Ágatha.

—¿Y eso te afecta?

Iba a negarlo, iba a hacerlo, pero no fui capaz, no cuando mi corazón dolió fuertemente.

—Sí, me afecta —confesé— creí que cuando lo viera lo odiaría con mí vida entera, sin embargo, no fue así, no puede. ¿Por qué?

Mí hermano por un momento se vio incómodo e incluso tardó varios minutos en responder, sin embargo, cuando habló, me dejó de nuevo anonadada.

—Te afecta y todas esas mierdas, porque aún amas a ese bastardo. Yo lo sé, él lo sabe y medio mundo lo hace.

Si, todo mundo lo sabía y yo me odiaba aún más por eso.

—Basta, por favor no hablemos más sobre Ian, no puedo hacerlo porque...

Porque aún lo amo. ¿Cómo podía ser eso posible?

—Recuerda que gracias a él duraste un mes sin hablar, recuerda que te hizo llorar y cada que pienses que lo amas, recuerda que es un bastardo que solo tiene tres letras en su nombre y eso lo hace menos confiable.

Sonreí y no dije nada más, no cuando mí teléfono volvió a sonar y vi que era un mensaje de Davy.

—«¿Podemos hablar? ¿Podemos vernos?»

Leí el mensaje y no quise negarme, yo realmente necesitaba hablar con Davy, era necesario...

Le escribí un mensaje dejándole saber que nos veríamos en quince minutos, y él no tardó mucho en confirmarme.

—¿Qué harás hoy en la tarde? —me preguntó Blake de repente, mirando mi teléfono con sospecha.

—Iré a ver a Tanía, de hecho, me gustaría hacer el recorrido a su casa caminando, necesito tomar aire y pensar un poco las cosas.

—¿Qué cosas?

—¿Cosas mías? —enarqué una ceja.

Blake no pareció muy feliz con mí respuesta, sin embargo, no me hizo más preguntas y eso lo agradecí también.

Finalmente, cuando salí del restaurante y logré deshacerme de mí hermano, caminé por las calles de la ciudad sin pausa alguna, se suponía que debía ir a la residencia de Tanía o algo así, sin embargo, me desvié hacia el parque central de la zona dispuesta a encontrarme con Davy.

Mientras seguía mí camino, a mí mente llegó la imagen de los ojos azules de Ian, unos ojos que me habían observado con desespero o incluso amor una semana atrás, una mirada que necesitaba olvidar y aún así, no era capaz de hacerlo, porque sin importar que tan traicionero él pudiera ser, una parte de mí siempre iba a amar a Ian Hank.

¿Cómo no hacerlo? ¿Cómo no?

Me ahorré el responder mis propias preguntas cuando divisé a Davy de pie junto a un gran árbol, lo observé con fijeza y supe que era el momento de hacer aquello rápido y sin pausa, aún así, no pude ignorar el fuerte aleteo que embargó mí cuerpo cuando noté que la mirada de él se encendió ante mí presencia.

¡Joder!

Davy jamás había sido muy expresivo conmigo, ni verbal o emocionalmente, así que una parte muy masoquista mía se emocionó un poco al ver la reacción de él.

—Hola —Saludé, mientras me acercaba más a él.

Cómo siempre, él se veía muy, pero muy guapo.

—Isabella —me saludó él en voz baja— pensé que no vendrías, yo uhm... Creí que me estabas evitando.

Lo estaba haciendo.

—Tardé un poco porque Blake estaba conmigo.

Él hizo una mueca de desagrado, y supe que era por el hecho de que detestaba a mí hermano y la cuestión era recíproca.

Guardé un momento de silencio y Davy lo rompió:

—Isabella el beso que sucedió hace una semana me ha dejado pensando mucho, no he podido dejar de...

—No fue correcto —lo interrumpí— no debí besarte

—Yo no me arrepiento de ello.

Miré mis manos y traté de calmar mí respiración.

—¿Qué estamos haciendo, Davy? —le pregunté— ¿Crees que esto está bien?

—¿Qué cosa?

—Tú y yo. —Respondí— Después de todo lo que ha pasado... ¿Crees que un beso podrá solucionar esto?

Él se veía confundido.

—Defíneme que es «eso». —Se cruzó de brazos.

—Desastre, esto que hubo y hay entre nosotros dos siempre ha sido un desastre —admití— en el pasado nos hicimos mucho daño, y no quiero que eso pase de nuevo, yo...

—Sé que arruiné muchas cosas, te hice daño y fui un imbécil, sin embargo, desde hace un tiempo yo no he podido dejar de pensar en ti, no puedo.

Alejé la mirada sintiéndome nerviosa.

—Tienes a Lía, recuerda que estás con ella y...

—Terminamos, ya te lo dije —murmuró— las cosas no estaban funcionando, no cuando volviste por primera vez a la preparatoria.

—No quería arruinar las cosas entre ustedes dos, intenté alejarme Davy, lo hice por ti y por mí —lamí mis labios—, quería estar lejos porque yo estaba con Ian y deseaba darle toda mí atención y amor...

Mí voz se rompió y me odié de nuevo.

—No hiciste nada malo, yo con solo verte supe que te quería de regreso, intenté de evitarlo, pero no pude —confesó— recordé como era tenerte y como dije antes, te quise de regreso.

—Davy no puedo volver contigo, lamento haberte besado, lo hago —susurré—, yo simplemente no puedo hacer esto de nuevo.

Al parecer Davy no se esperaba aquellas palabras, porque sus ojos se alumbraron con sorpresa.

—Hace mucho te quise, no voy a decirte que no y la verdad es que lamento no haberlo expresado en su momento —hablé rápidamente—. Eres una excelente persona sin importar todo el daño que hiciste, quiero que sepas que yo no te culpo por nada y sé que quizás no nos conocimos en el mejor momento de nuestras vidas y es por ello por lo que ninguno de los dos es el culpable, no lo somos Davy, ya no.

Tomé aire y seguí:

—Sé que quieres intentarlo de nuevo, sin embargo, ya es muy tarde. No necesariamente para el amor, sino para nosotros y lo que pretendemos ser.

—¿Entonces por qué me besaste?

Negué con suavidad y di un paso atrás.

—Estaba confundida, llevaba un mes lleno de pesado silencio y... Me confundí.

Davy se vio afectado por mis palabras.

—¿Esto es por él no? —preguntó en voz baja— Es por ese tal Ian, no vas a darnos una oportunidad.

La mención del pelinegro me hizo estremecer.

—No quiero hablar de él, ya no.

—Te hizo daño Isabella, ¿Lo olvidaste?

—No, no lo hice —aclaré—, pero yo creo que...

—¿Qué? ¿Qué lo amas? ¿A él?

Su enojo era más que palpable.

—Davy, no viene aquí para hacerte daño, no fue mí intención.

—¿Lo amas?

—Lo amo —mis labios temblaron—, se supone que debo odiarlo, mí corazón duele cada que recuerdo todo antes del choque, sin embargo, soy incapaz de aborrecerlo, no cuando entiendo que lo amo como a nadie.

—Me dijiste que te hizo daño. ¿Lo vas a perdonar?

—Sí, así como te perdoné a ti.

Davy se pasó ambas manos por el rostro y me dio la espalda con enojo, su pecho subía y bajaba sin más, y supe que estaba a punto de tener un ataque de ira.

—Me amabas, yo sé que arruiné muchas cosas, lo entiendo, pero, así como tú has cambiado, yo también lo he hecho.

—¿Qué pasa con Lía? —incliné la cabeza.

—La quiero, es una excelente chica, de hecho, una de las mejores que he conocido, aún así, ella no eres tú, jamás lo será...

—Davy...

—Nunca amé a Laura, nunca amé a nadie, solo sé que estaba encerrado en mi ira y no fui capaz de respetar y adorarte como era merecido, sé que nadie nunca te ha...

—Ian lo ha hecho —lo interrumpí—él me ha adorado, amado y respetado.

—Te hizo daño.

—Sí, lo hizo.

Al parecer él no estaba dispuesto a entender lo que le estaba diciendo, aún así, no podía obligarlo a entender lo que yo sentía o quería hacer. Él no entendía que yo ya no podía controlar lo que estaba sintiendo por Ian, sin importar lo que me esforzara por odiarlo.

Ian me había enseñado a amar con tanta locura, que al final mi cordura perdió el juicio por él.

Lo había hecho porque realmente no podía creer que estaba a punto de perdonar a Ian, lo había decidido mientras me dirigía hasta ese lugar a hablar con Davy, lo había decidido porque ya no aguantaba un día más sin él...

¿Qué me pasaba?

—Amo a Ian —le dejé saber a David —. Lo amo como nunca he amado a nadie y como nunca amaré a nadie más. —Confesé— ni yo sé que haré ahora mismo, no tengo planeado llamarlo y decirle que lo quiero de regreso, aún así, tampoco busco estar con otra persona, no sería justo.

Por un momento Davy se veía estupefacto, como si yo estuviera haciendo algo malo, como si amar fuera algo incorrecto que él no lograba entender.

—Así que no volverás conmigo.

Sonreí suavemente.

—Tú y yo no estamos destinado a ser —Davy me miró sin parpadear—. Sé que cometí muchos errores, ambos lo hicimos, pero no importa, ya te perdoné y ya me perdonaste.

—¿Me perdonaste todo, Isabella?

—Si, ya dejé todo eso atrás, te perdono y me perdonas, todo está bien —sonreí tristemente—, pero no te amo, no puedo hacerlo y sé que tú tampoco me amas a mí.

Él siguió guardando silencio.

—Amas a Lía, la mirabas a ella como nunca te atreviste a mirarme a mí, la respetaste como jamás me respetarás a mí, y es por ello por lo que debes buscarla y reconquistarla, nunca es tarde para amar de nuevo —dije sinceramente— espero que puedas hacerlo de nuevo.

Davy no respondió nada más y supe que era mí momento para marcharme sin más, lo hice con pausa y suavidad, lo hice con respeto sabiendo que debía tomar una decisión y aquello debía de ser más pronto que tarde... Porque los amores verdaderos no se olvidan, simplemente se superan y se perdonan.

¿Yo podría hacer eso...?

________________ 🦋 __________________

Tardé una semana en poder responder aquella pregunta que me hice después de dejar a Davy en el parque, tardé mucho en poder comprender que era lo que debía hacer con toda aquella rabia y amor que existían dentro de mí. Una rabia que era explícitamente hacia Ian, un amor que también era solo suyo.

Cada que pensaba en llamarlo y tratar de arreglar las cosas entre nosotros, recordaba lo de Ágatha y el dolor volvía con más fuerza, ahí era cuando comprendía que no podía perdonarlo, sin embargo, justo cuando notaba la mariposa en mí hombro y lograba recordar todo lo que había vivido con el pelinegro, las ganas de llamarlo y decirle que ya había superado todo estaba en la punta de mí lengua, aún así, nada de aquello era posible todavía...

Aquella noche estaba sentada en la sala de la gran casa mirando por la ventana, una suave lluvia estaba bañando toda la ciudad y realmente me sentí melancólica y ansiosa, los días continuaban pasando y ya no sabía que hacer, realmente no... En ese momento Blake no se encontraba en casa, él había tenido que irse de viaje por un día y volvería en la mañana, eso quería decir que estaba más sola que nunca y eso era una gran mierda.

—¿Qué harás, Isabella? ¿Qué harás? —me pregunté, mientras me ponía de pie y caminaba por la sala del lugar. —¿Lo quieres de regreso? ¿Lo quieres?

Sí, jodidamente lo quería de regreso.

De hecho, había adquirido la penosa manía de cada noche leer la carta que Ian me había enviado, de hecho, en ese momento el trozo de papel estaba en mis manos y no me cansé ni por un segundo de leer cientos de veces su perfecta y cuidada caligrafía.

«Te amo. Así voy a iniciar esta carta, dicen que lo más importante se pone al final, pero yo decido ponerlo al comienzo para hacerte saber que mi amor por ti va de inicio a fin.»

Esa parte de la carta era una de mis favoritas, incluso me la tatuaría si fuese posible, y no lograba entender cómo podía tenerme totalmente a su disposición solo con algunas letras... ¿Cómo era posible?

—¿Qué vas a hacer? ¿Lo vas a odiar por siempre? —me auto pregunté.

Dash entró a la habitación ronroneando y tomé aquello como una jodida señal, aún así, primero debía asegurarme de que era lo correcto.

Tomé mí teléfono y llamé a Tanía sin dudarlo, ya era un poco tarde y el clima era muy denso, sin embargo, la rubia no tardó ni tres segundos en responder mí llamado.

—«Hola pelirroja» —respondió ella canturreando.

Sonreí suavemente.

—Hey, rubia —saludé—, espero que estés bien, solo quería llamarte para preguntarte algo, es una bobada sin importancia y...

—«Sí, hazlo» —me interrumpió— «las cosas más importantes están rodeadas de cosas que supuestamente no tienen importancia, así que si, ante la duda de algo, simplemente hazlo.»

Mordí mí labio inferior.

—No se si es buena idea ir a verlo, la última vez que nos vimos no fue todo muy bien, ambos gritamos y...

—«Ambos se aman» —indicó Tanía— «Lo hacen sin importar todo el daño que se han hecho.»

—Me engañó —susurré.

—«Y te pidió perdón, aún así, no es tu obligación el perdonarlo»

—¿Qué si quiero hacerlo?

Escuché una risita por parte de ella.

—«Hazlo, si te nace del corazón hablar con él y perdonarle todo, puedes hacerlo. Creo que ustedes dos ya se han perdonado unas cuántas cosas y está bien»

—¿Y si ya no me quiere de regreso después de lo de Davy?

—«Ian siempre querrá que regreses, ni siquiera sabe que te has ido, no cuando constantemente estás en su corazón.»

No supe que decir en ese momento, mí corazón estaba acelerado al igual que mí respiración.

—«Eres mí mejor amiga, Isabella y te amo tal cual, pero entonces... Ian también es mi amigo, los entiendo a los dos y al final, quiero lo mejor para ustedes, y si quizás solo quieres escucharlo, pero no volver con él, es muy aceptable, lo es» —su voz era amable— «Solo escúchalo y dale la oportunidad de escucharte, ambos se deben una conversación y dependiendo de aquello, decidirán si regresan o no, si lo amas o...»

—Lo amo, miserablemente lo hago —sollocé enojada y herida.

—«Entonces date la oportunidad, Isa. Hazlo por ti y después por él.»

No supe en que momento comencé a llorar sin más, aún así, no pude detenerme por un largo rato, y supe que aquello era porque necesitaba ver al pelinegro, necesitaba hablar con él y, sobre todo, necesitaba saber si había un futuro o no para nosotros.

No estuve pensando en muchas cosas cuando me puse un poco de ropa abrigada, tomé uno de los autos de Blake y salí de la casa sin más. —Esperaba no tener un accidente de auto una vez mas—, eso me jodería demasiado.

No tardé mucho en llegar al apartamento de Ian, me detuve a las afueras del lugar y traté de controlar mis manos temblorosas, miré el lugar con mucho miedo y cierta nostalgia. ¿Y si no estaba? ¿Y si estaba con alguien? ¿Y si estaba con Ágatha?

Estuve a punto de girarme para irme sin más, pero entonces traté de calmar mis nervios, yo jamás había sido muy insegura, no había motivos para seguir dudando.

Antes no había querido enamorarme de nadie, aún así, me fue totalmente imposible no ilusionarme con el jodido pelinegro, ya que yo sabía a ciencia cierta que el único que podía darme ese tipo de amor devastador y real era Ian, solo él, ya que se había encargado de enseñarme el arte de amar, el arte de sentir y el arte de vivir... Antes de él no había nada, solo oscuridad y dolor, y después de él; lo habría todo, eso quería, eso anhelaba.

Me bajé del auto cinco minutos más tarde, y corrí deprisa evitando la lluvia, subí los escalones del lugar y me estremecí con fuerza cuando hallé el valor para tocar a la puerta. Fue necesario que hiciera dos llamados para que finalmente me abrieran y cuando eso sucedió, temí por un momento encontrarme con alguna mujer o algo así, sin embargo, esa no fue la cuestión porque con quien me encontré fue con él.

Sus ojos azules se llenaron de sorpresa cuando me vio ahí en medio de la noche, su cabello negro estaba húmedo y deduje que acababa de tomar una ducha, su camisa se ajustaba perfectamente contra su tonificado torso y me sentí quedar de nuevo sin aire.

—Isabella —me saludó casualmente, mientras me observaba sin más.

—I—Ian —susurré su nombre con indecisión— Yo, uhm...

El pelinegro enarcó una ceja.

—Vine aquí a verte —murmuré.

—Si, eso supuse.

Él no se veía enojado, ni feliz, ni nada. Absolutamente nada.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó.

—Viene a hablar contigo. ¿No podía?

Ian se encogió de hombros sin más y yo cerré mí boca.

—¿Vas a pasar o algo así? —Preguntó elevando una de sus oscuras cejas hacia mí y aquello hizo que mi corazón se acelerara.

¿Por qué él era tan condenadamente guapo? ¿Por qué? ¿Alguien tenía alguna explicación? ¿Lo hacía?

—Yo, hmmm...

—¿Tú qué?

—¿Puedo pasar?

—Pues eso es lo que dije, pasa si quieres —abrió aún más la puerta.

No me moví del lugar porque sentí la tensión en el ambiente.

—Suenas como si no quisieras tenerme aquí, puedo irme, no pasa nada.

—Como quieras, quiero.

Lo miré anonadada al escuchar sus palabras, yo realmente no había esperado tanta frialdad por parte de él, no después de haber leído su carta, no después de tanto tiempo. Era cierto que yo había sido algo grosera la última vez, pero él también había roto mi corazón, lo había hecho sin dudarlo nunca.

—Leí tu carta, Ian.

—¿Antes o después de besarte con Davy?

Fruncí el ceño ante la mención y no pude evitar enojarme.

—¿Estás haciéndome un reclamo por haberme besado con Davy? —me reí—. No olvides que tú fuiste quien me engañó con Ágatha, no lo olvides como yo.

La mirada azul de él se llenó de culpa.

—Ya pedí perdón por eso, no estaba buscando realmente engañarte, no quería nada sexual con ella.

Lo miré con fijeza.

—Yo tampoco quería nada sexual con Davy.

—Bien. ¿Qué querías decirme?

Quería hablar, pero no supe que decir en ese momento, ya no.

—Cuando desees puedes empezar a hablar, soy todo oídos.

—¿Vas a dejarme pasar o qué?

Ian se hizo a un lado y me dejó entrar al lugar, mí pecho ardió fuertemente cuando vi la tan conocida sala del lugar, mis dedos acariciaron las telas de los muebles y respiré temblorosamente. Sentí la mirada de él sobre mí, y traté de no perder la calma cuando los recuerdos de la última vez en ese lugar llegaron a mí.

—Isabella inicia a hablar, me temo que no quieres demorarte mucho aquí, no puedes correr el riesgo de que Davy se entere de que estás con tu ex.

Sus palabras picaron fuertemente.

—Deja la ironía —advertí— estás colmando mi paciencia.

Cuando había ido a buscar a Ian, esperé todo de él, excepto su ironía y frialdad.

—No busco ser irónico, solo estoy diciendo la verdad —se sentó en una de sus sillas— no quiero quitarte mucho de tu valioso tiempo, no perdamos nuestro día aquí en algo que puede ser solucionado en segundos.

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas y parpadeé con rapidez alejando la vista.

Aquello había sido una muy mala idea, se suponía que yo era quien estaba enojada, no él.

—Deja de hablarme así —Dije suavemente tratando de controlarme.

Sabía que Ian era calmado, y que era probable que entre los dos yo fuese la del carácter fuerte, pero cuando Ian se enojaba me daba miedo, no porque creyera que iba a golpearme o algo así, sino porque su forma de hablar siempre encontraba la manera de romper mí corazón.

—¿Entonces cómo debo hablarte? —Preguntó seriamente.

¿Por qué cuando yo quería arreglar todo, él ya no quería? ¿Por qué estaba tan furioso y yo ya no?

En ese momento después de ver la frivolidad de su voz y sus ojos, fue inevitable para mí no sentirme llena de inseguridades y angustias.

—Vine hasta aquí porque quería hablar contigo, después de leer la carta y justo después de nuestro encuentro, pensé que podríamos darnos una oportunidad de hablar o algo así —mi voz se rompió— pensé que tú me querrías aquí.

Él no respondió y sentí como mi corazón se rompía.

—Olvídalo, me voy de aquí —comencé a girarme sin más— esto fue una mala idea...

No esperé respuesta de su parte, no hacía falta la verdad, y sin mirarlo y tratando de esconder mi cara avergonzada, intenté huir del apartamento, pero no llegué muy lejos.

—¿Qué haces?

—Me voy —susurré.

Una lágrima rodó por mí mejilla y me odié por ser una jodida débil.

—No, no te vayas —él me alcanzó con rapidez—lo lamento, jodidamente lo hago. ¿Qué estoy haciendo?

Sus manos se posaron sobre mí piel y me giraron para obligarme a verlo.

—Lo lamento nena, estoy siendo un estúpido celoso. Jodidamente lo estoy siendo. —me acercó más a él y no lo detuve—. No tengo derecho para reprocharme nada, yo no.

Mis ojos fueron rápidamente a los suyos y mi corazón se aceleró al ver que su fachada indiferente había desaparecido, y ahora me dejaba notar su dolor, su ausencia y su todo.

—No puedo hacer nada aquí, no si tú no quieres.

—Lamento estar comportándome así, perdóname Is.

Mi corazón se aceleró cuando lo escuché llamarme «Is».

—Ven, vamos a sentarnos —Ian tomó suavemente mi mano y me guio a través de la sala de nuevo. — Déjame escucharte, yo quiero hacerlo.

Nos quedamos un momento en silencio, yo por mi parte no sabía qué decir, si decía «lo siento» sabía que no sería suficiente para ninguno de lo dos, no para todo el daño causado, no para todo el tiempo que habíamos estado separados...

—Así que leíste mí carta...

—Sí.

Cientos de veces.

—Sé que me he comportado como un imbécil celoso, aún así, todo lo que escribí ahí es cierto, Isabella.

Lo miré fijamente.

—¿Me amas de inicio a fin?

Una sonrisa se plasmó en los labios de él.

—De inicio a fin, Isabella.

Traté de tomar aire y miré mis manos temblorosas.

—Tanía me dijo que podría darte una oportunidad al escucharte, pero entonces, también dijo que no era mí obligación el perdonarte si no la deseo.

—¿No deseas perdonarme?

—¿Me pediste perdón?

—De todas las maneras posible, Isabella —miró mis ojos con intensidad— necesito que me perdones, realmente deseo que entiendas que todo lo que te escribí es cierto, y, sobre todo, que ese beso con Ágatha no significó nada, fue una idiotez y detesto que aquello casi te hizo morir.

—Me dijiste que lo de ustedes era hermandad.

—Por mí parte lo es, Isabella. Lo juro.

—¿Entonces por qué me trataste así ese día? ¿Por qué la besaste?

—Por bastardo.

Asentí y traté de controlar todos mis sentimientos.

—No hay una justificación exacta para todo lo que hice y mucho menos para la manera como te traté, tampoco hay un verdadero «por qué» a la hora de besarla, lo hice para demostrar un punto, no porque la amara o deseara.

Entendí sus palabras.

—Yo besé a Davy porque en ese momento lo deseé —admití— siempre ha sido un gran besador, siempre fue así, sin embargo, él no eres tú, jamás lo será porque yo...

—¿Por qué tú...?

—Por qué yo te amo con todo, sin importar nada.

Ian levantó una de mis manos y la llevó a sus labios, mí cuerpo se estremeció ante aquel inocente roce.

—¿Isabella vas a perdonarme?

—¿Quieres que lo haga?

—Con mí vida entera.

Una parte muy profunda de mí lo quería alejar, aún así, la parte más importante de mí, —mi corazón— lo deseaba con una fuerza que me dejaba sin aliento.

—Cuando te olvidé después del accidente, yo realmente no te olvidé del todo —mi voz se rompió—. Había algo dentro de mí que me impedía olvidar esa mirada azul tuya, siempre a mí mente llegaba reflejos de mariposas azules, no lograba recordar de dónde venía el animal, pero si sabía que estaba ligada a ti —toqué su mano—. Por eso la tatué sobre mí piel, supongo que uno de mis terrores más grandes era olvidarte para siempre, y es por ello por lo que me aferré a la imagen de la mariposa, lo hice por ti y por lo que significa para mí.

Sus ojos azules brillaron con más fuerza.

—¿Qué significa para ti? —preguntó.

—El amor que me enseñaste a sentir por mí misma —respondí. —El amor eterno que siento por ti.

Ian se quedó estático por algunos segundos, y después de ahí, sin evitar lo que estaba destinado a suceder, él enredó una mano en mí muñeca y me obligó a acercarme más a él.

—Se supone que debo tomarme esto con calma, debería escucharte y todo lo demás, sin embargo... Que se joda todo, a la mierda todo mundo —gruñó, levantó una mano y la enredó en mí cabello para después acercar nuestros rostros — dime qué pare ahora mismo, dime qué viniste hasta aquí solo para hablar conmigo y que no quieres más, dímelo o no podré controlarme.

Yo no respondí y él volvió a maldecir en voz baja.

—Llevo esperando esto por mucho tiempo.

Mis ojos descendieron a sus labios y el deseo se disparó por toda mí piel.

—¿Qué cosa?

—Esto—murmuró y después de ahí, apretó aún más su mano contra mí cabello y me acercó bruscamente a su boca para así poder besarme.

No dudé ni un segundo en corresponderle el beso a Ian, mi boca se abrió desesperadamente contra la suya y me sentí arder cuando sus manos se apretaron más fuerte contra mí piel. Los besos de Davy eran buenos, los besos de Ian eran ardientemente perfectos

y abrazadores. —Inolvidables—, justo como él.

No sé en qué momento terminé casi encima del pelinegro y tampoco me importó, no cuando nuestro beso era tan excitante y especial. —yo también había esperado demasiado para aquello—... No sé cuánto tiempo estuvimos devorando sin más, pero yo quería quedarme toda la vida ahí, realmente lo hacía.

Ian se alejó de mí con suavidad, sus manos se deslizaron por mí cabello rojo y me observó con hambre tenaz. Los minutos continuaron transcurriendo y al parecer ninguno de los dos sabía qué decir, así que, por ello, la única manera de demostrarnos cuánto nos queríamos y nos extrañábamos, era besándonos ¡Y que beso!

—Isa...

—Cállate.

Me incliné para besarlo de nuevo sin importarme nada, sus manos fuera a mis caderas posesivamente, y las apretaron de una forma que me hizo arder por todas partes, pero aquello no era el inicio de aquel fuego, nada que ver, ardió aún más cuando su boca me mostró el ritmo que él deseaba y se encargó de demostrarme que todo estaría bien en ese instante, porque lo dos estábamos juntos y aquella vez, por ese momento; lo quería conmigo de nuevo y para siempre.

—Is... ¿Me perdonas? —

—Sí, te perdono.

Desear a Ian me dejaba sin oxígeno, lo deseaba tanto, incluso más de lo que alguna vez había deseado algo en toda mi vida, y él debió notarlo porque rio roncamente antes de rozar sus labios con los míos una vez más, el mero roce casi me mató ahí mismo de nuevo y no fue suficiente. Yo quería más, lo necesitaba más cerca y él lo notó porque me besó con más ferocidad, y aquella vez no había nada suave ni tierno en el beso, era más bien pura hambre, deseo, necesidad y perdón. Y con un solo beso juro que le perdoné todo, y sé que él hizo lo mismo conmigo, porque cuando nuestras lenguas se unieron y yo terminé bajo de él en el sofá, no tenía dudas que el único hombre en mi vida seria él, lo necesitaba y aquella necesidad no era la mejor, pero si era para siempre.

En algún momento cuando nuestras manos se pusieron inquietas y yo sentí la dureza de él contra mí, jadeé entre excitada y desesperada por poder hallar un poco de sensatez que me ayudara a parar aquello tan caliente que se estaba creando ahí en medio de nosotros dos.

Ian lo era todo para mí, lo fue desde el primer momento que lo conocí y... ¿Cómo pude haber estado tanto tiempo alejada de él? ¿Siquiera como sobreviví? ¿Cómo lo hice?

Pensar en todo el tiempo que estuvimos lejos y lo evité —con justa razón, — me hizo sentir ansiosa e infeliz, ya no quería que nada más nos alejara, aquello ya no era una opción, no cuando estaba tan desesperada por tenerlo conmigo, no cuando lo amaba tanto. En ese momento no me di cuenta de que estaba temblando hasta que Ian me abrazó contra él y me acarició con calma.

—Estoy aquí, Is —susurró contra mí oído—. No más lejanía, no más daño, no más dolor... Yo de verdad te amo, y si me recibes de nuevo, prometo no volver a joderlo jamás, nadie nunca estará por encima de ti.

Sus palabras me hicieron llorar y detesté ser tan llorica, no quería ser una persona débil, pero tenerlo a mí lado me hacía sentir emocionalmente perfecta y alineada. Así de jodida me encontraba...

—Nena no llores, por favor —los ojos de él se veían dolidos— Perdóname por todo, por ser tan estúpido y no medir mis palabras, por ser tan cretino y no haberte dicho antes lo mucho que te amaba, por ser tan cruel y no haberte demostrado que doy todo e incluso un poquito más por ti. —susurró—, te amo más que a mi propia vida Isabella, y para algunas personas no será lo correcto, pero lo es para mí.

En ese momento terminé de llorar aún más entre sus brazos y si... Desde ese día podría ser llamada María Magdalena.

—Lamento demasiado todo lo que pasó, no siento nada por Davy, Ian... Ya no, no debí tratarte mal la otra noche.

—Está bien, me merezco todo eso, fui un imbécil, por mi culpa casi mueres.

Negué con la cabeza.

—No, aquello fue un accidente

—Yo soportaría vivir lejos de ti, así me odies, sería miserable, pero sobreviviría —, algo en su voz me hizo lloras más— pero si te hubiera pasado algo Is, yo no habría podido seguir ni conmigo mismo, me habría quedado a oscuras porque tu eres mi luz.

Ante eso nos volvimos a besar con la misma confianza y habitualidad, era como si jamás hubiéramos estado separados.

—Yo le dije a Davy que jamás podría amarlo —le murmuré unos segundos más tarde—. Le dije a él que era tarde, no para el amor, sino para nosotros dos, porque yo si podía amar, pero no a él, a ti sí.

Ian cerró los ojos por un momento, y tras una breve pausa, volvió a hablar:

—Pensé que volverías con él, pensé que me olvidarías, pensé que tendría que vivir sin ti mientras veía a ese imbécil estar cerca de ti— Sus palabras eran ahogadas y dolorosas. — Pensé que te perdería para siempre.

Lo besé, tratando de borrar las inseguridades de los dos, nuestros miedos y nuestros rencores.

—Dejé a Ágatha totalmente fuera de mi vida y esta vez es enserio. Créeme de verdad.

Le creí y no hubo necesidad de más, nuestras bocas y nuestras manos se encargaron de mostrarnos cuánto nos amábamos, cuanto nos necesitábamos y cuán especial éramos en la vida del otro.

—Me hice dos tatuajes —me informó de repente él.

—¿Qué? ¿Cuáles? —me alejé y miré con atención sus maravillosos ojos azules.

Una magnífica sonrisa se posó en sus labios.

—Me tatué una mariposa azul en el pecho —Dijo en voz baja— pensé que aquello era algo de nosotros dos, y yo también debería de tenerla.

Solté una suave risita llena de emoción.

—¿Te tatuaste una mariposa?

—Sí, aunque no es tan delicada y hermosa como la tuya —acarició mis mejillas—, es un poco más grande y...

—Muéstrame.

Una de sus oscuras cejas se enarcó.

—¿Estás intentando verme sin camisa?

Solté una risita llorona.

—Tal vez... —Mordí mí labio inferior.

—No cambias nunca.

—¿Deseas que cambie?

—Jamás.

Sin alejarse mucho de mí, lo vi quitarse la camisa sin más, mí corazón se aceleró cuando mis ojos se centraron en su perfecto y delicioso torso desnudo. Él se quedó en silencio y yo me quedé sin aire cuando mis ojos captaron la hermosa mariposa azul que estaba plasmada en la pálida piel de él, aquella se encontraba en medio de sus dos pectorales, era grande y magnífica, y a pesar de que admiraba muchísimo el hermoso animal por todo lo que significaba para nosotros dos, aquel no me quitó la respiración, no tanto como el otro tatuaje.

—¿Qué es eso? —pregunté, mientras rozaba suavemente el lugar en donde estaban las marcas.

—Un tatuaje.

—Ian... —Advertí y una ronca risa salió de él.

—La abreviación de tu nombre, lo es.

Debajo de la magnífica mariposa azul que existía en medio de los dos pectorales del pelinegro, había una pequeña y significativa palabra, una abreviatura de mí nombre, del mío... «Is» en su pecho se leía: Is.

—¿Te tatuaste mi nombre? —Pregunté sorprendida, mis mejillas se sonrojaron bruscamente. —Ian no te tatúas nombres de otras personas en el cuerpo, eso no se hace porqué...

—Tienes razón. Uno se tatúa sobre su cuerpo algo que quiere para siempre, algo inolvidable y extraordinario —sus ojos azules me observaron con fuerza. — Y tú eres justo lo único que quiero para siempre, Isabella Gibson.

—Te tatuaste mí nombre —susurré ahogadamente— ¿Qué pasa si no hubiera vuelto contigo? ¿Qué habrías hecho con el tatuaje?

—Seguiría ahí en mí piel —respondió pacientemente—. Podrías no haber venido hasta aquí, aun así, no mentí cuando te dije que siempre estarías en mi mente, mi corazón e incluso mí paciente y algo agrietada alma. Te pertenezco, Isabella.

Aquello era algo reciproco.

Продолжить чтение

Вам также понравится

84.3K 8.3K 23
Vivir en un mundo diferente no es nada fácil. Saber lo que depara el destino y no poder cambiarlo, es difícil de asimilar. Amar y ser amado, eso es m...
No caigas en su juego #NCESJ1 [PASADA A DREAME] Kitoha

Подростковая литература

192K 2.7K 6
- Aceptas la apuesta? - pregunta él con su ego por los cielos. - Por supuesto que acepto, vos no te vas a echar hacia atrás? - pregunto con una ceja...
46.4K 4.7K 17
Hija de fuego y dragón
Entre palabras te hallé (I y II) Katherine Flores

Подростковая литература

144K 18.9K 160
Segundo libro de Dos amores un solo corazón. DESTACADA EN NOVELA JUVENIL 2020. Primera parte y Segunda. Sinopsis: August es un niño sencillo...