El arte de amar.

By Luz_Ka

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|Borrador, contiene errores ortográficos | Isabella Gibson, es la típica adolescente presumida, odiosa, orgul... More

Sinopsis.
I
Introducción.
Capítulo Uno.
II
Capítulo Dos.
III
Capítulo Tres.
IV
Capítulo Cuatro.
V
Capítulo Cinco.
VI
Capítulo Seis.
VII
Capítulo Siete.
VIII
Capítulo Ocho.
IX
Capítulo Nueve.
X
Capítulo Diez.
XI
Capítulo Once.
XII
Capítulo Doce.
XIII
Capítulo Trece.
XIV
Capítulo Catorce.
XV
Capítulo Quince.
XVI
Capítulo Dieciséis
VXII
Capítulo Diecisiete
XVIII
Capítulo Dieciocho
XIX
Capítulo Diecinueve
XX
Capítulo Veinte.
XXI
Capítulo Veintiuno.
XXII
XXIII
Capítulo Veintitrés.
Vacío.
LA CARTA.
XXIV
Capítulo Veinticuatro.
XXV
Capítulo Veinticinco.
XXVI
Capítulo Veintiséis.
XXVII
Capítulo Veintisiete.
XVIII
Capítulo veintiocho.
XXIX
Capítulo Veintinueve.
XXX
Capítulo Treinta.
Epílogo
Extra | 1 (Borrador)
Extra | 2 (Borrador)
Extra | 3 (Borrador)
Extra | 4 (Borrador)
ESPECIAL NAVIDEÑO. (Borrador)

Capítulo Veintidós.

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By Luz_Ka

POV IAN

—Basta Ágatha, de verdad tengo mucho que hacer hoy —miré molesta a la morena y traté de concentrarme en la fila de números que tenía al frente, intenté entender el cálculo y las cuentas, aún así, me fue imposible seguir adelante, cuando no lograba sacar a Isabella de mi mente.

Las cosas últimamente no eran las mejores la verdad, la sensación de soledad estaba tan fuerte dentro de mi, que rápidamente me producía una sensación de agotamiento y malestar. Necesitaba a Isabella y a Dash devuelta en mi vida, me daba cuenta de que no era un hombre que pudiera vivir en soledad y la pregunta era ¿Cómo había hecho para sobrevivir antes de su llegada?

Cuando amas a alguien, cuando te das cuenta de que esa persona es tu mundo y que jamás podrías respirar sin ella, se te hace imposible no preguntarte cómo pudiste haber vivido todo ese tiempo sin la presencia de la persona que ahora le da vida a tu vida.

A pesar de que Blake y yo no éramos precisamente amigos, se había encargado de mantenerme al tanto de la salud mental de Isabella, de hecho, esa misma mañana me había comunica que el doctor que la había revisado no había hallado ningún cambio importante o de mayor importancia dentro de la amnesia de ella, no existían avances con el paso de los días y cabía una gran posibilidad de que Isabella jamás recuperara sus recuerdos.

Me dolía, saber aquello me mataba y no iba a negarlo, y aunque estaba tratando de mostrarme fuerte y como si nada ante ella, por dentro me estaba muriendo de agonía de solo pensar que ella no sería capaz de recordar sus verdaderos sentimientos por mí, sin embargo, era consciente de que, si lograba recordar todo, quizá al final del día ella no me perdonaría por lo que dije y por lo que vio.

Mi terror más grande era perderla para siempre, lo era.

—Tienes que superarlo —gruñó Ágatha quien seguía de pie frente a mí.

Retiré la mirada y traté de evitar suspirar cansinamente.

—Yo no tengo que superar nada, Ágatha —le hablé con pausa— tú necesitas darme un poco de espacio.

—¿Te estoy asfixiando? —cuestionó.

No respondí absolutamente nada.

—Solo te has centrado últimamente en ella y... ¿Que hay de mí? ¿Qué hay de nosotros?

—No hay ningún nosotros —le aclaré frívolamente— ya lo sabes, ¿por qué te cuesta tanto entenderlo?

Los ojos azules de ella brillaron con dolor.

—Yo te necesito Ian.

—Y yo la necesito a ella —me cansé de ser amable— si aquí estamos hablando de necesidad y demás cosas, tú no eres la mía, Ágatha.

—Pero...

—La amo —confesé— amo a Isabella con mi vida, lo hago.

—No te recuerda, ya no.

—Pero yo si la recuerdo, mi amor lo hace y es necesario de que lo entiendas. Voy a encontrar la manera de estar con Isabella, no contigo.

No quería ser malo con ella, yo siempre querría protegerla y estar ahí, sin embargo, no pospondría mi felicidad por la suya, no podía.

—Soy tu amigo, lo soy —hablé con amabilidad—sin embargo, no me pidas más de ahí, porque no tengo nada de aquello para ti.

Esas palabras al parecer la afectaron más de lo normal, porque ella retrocedió unos cuantos pasos y habló en voz dólidamente baja:

—Tú también acabas de hacerme daño después de todo lo que hemos pasado juntos, después de tanto dolor —su voz se rompió— y vas a arrepentirte por desecharme Ian, lo harás.

Ella limpió unas cuantas lágrimas de sus mejillas.

—Ágatha...

—Esto no sé queda así —gruñó orgullosamente, mientras se daba la vuelta y salía furiosa del lugar.

En ese momento no pensé realmente en las amenazas de ella, estaba herida y lo entendía, ya volvería a mi lado para que le hiciera compañía o algo así, Ágatha siempre había sido muy dependiente a mi persona o eso creí, aun así, cometí un gran error; subestimé el corazón roto de una mujer herida.

Quise intentar arreglar las cosas con la castaña, pero no llegué muy lejos porque recibí una llamada por parte de Blake, una llamada en donde me contaba sobre un incidente con su padre, Isabella y Dash.

No se me hizo raro que el rubio me llamara, como dije antes, él a pesar de tener cierto desagrado hacia mí, desde el incidente no dudo jamás en comunicarme cualquier cosa que estuviera ligada a la pelirroja, él sabía, notaba y entendía que yo si me preocupaba por su hermana y al final del día, haría cualquier cosa por su persona.

No tardé más de media hora en llegar a la casa campestre de Blake, él me comunicó rápidamente todo lo que había sucedido y me permitió ver a Isabella, cuando llegué a la habitación de ella y la encontré temblando y llorando... Todo el mundo se vino a mis pies.

No soportaba verla sufriendo, su dolor era el mío y siempre seria así.

Después de un tiempo Blake se fue y me dejó solo con ella, intenté hablarle porque su silencio me ponía nervioso, ella no dejó de llorar y fue por eso por lo que la senté y la obligué a acostarse contra mi pecho.

Ella lloró y se sintió muy culpable por lo de Dash, aseguró que odiaba a su papá y yo rectifiqué que iba a asesinar a aquel bastardo por pesado y abusador.

—No estoy enojado —le susurré besando la cima de su cabeza— no contigo, cielo.

Se apretó más contra mí y supe que estaba desesperada por tener más de mi calor.

—No te vayas de nuevo, Ian —pidió en voz baja y adormecida.

—Nunca me he ido realmente, aquí sigo.

—Pasan días y no vienes aquí conmigo, ¿por qué? ¿Hice algo mal?

Su pregunta me hizo doler el corazón.

—Solo quiero darte espacio —confesé.

—No te recuerdo, pero no quiero que me des espacio, no quiero que te alejes, yo, uhm... Te necesito.

«Necesidad» esa era una palabra muy grande que nos rodeaba a los dos, nuestro amor no debería ser comparado con algo como aquello, pero ahí estaba la cuestión, ambos teníamos una gran necesidad por el otro, una necesidad que no podía ser apaciguada con cualquier cosa, sino simplemente con amor.

—No me alejaré, no podría hacerlo.

Ella levantó su mirada marrón y la trabó en mí.

—Amé tu regalo —susurró.

—¿Cual de todos? —mis ojos descendieron a sus labios y deseé fuertemente besarla.

—todos —sonrió un poco y la amé un poco más— aún así, el anillo me mató.

Ella levantó una de sus manos, la que no estaba mallugada, y me mostró el hermoso anillo de oro que yo le había obsequiado.

—¿Te gustó?

—Me encantó —sonrió un poco más— ¿Por qué me encanta tanto las mariposas azules? —me preguntó.

—Porque son idénticas a ti —respondí sin dudarlo.

—¿En serio? —su voz era ronca debido al llanto anterior, además su hermoso rostro el cual estaba surcado de pecas, se veía más sonrojado que nunca. —cuéntame eso.

Le conté lo mismo que le había dicho a ella aquella tarde antes de que todo se jodiera por mi culpa, hablé de la belleza, poder y divinidad que supuestamente tenia la mariposa azul, la comparé a ella con el hermoso animal, y le aclaré el poder y fuerza tan bestial que tenía una criatura tan pequeña y divina.

Isabella me escuchó con atención y la sentí relajarse contra mi cuerpo cuando el temor y frialdad la abandonó.

—Creo que es mi animal favorito —me susurró con timidez— yo lo sentía antes de que me dieras el regalo, y es por eso por lo que me la tatué.

Fue mi momento para mirarla sorprendido.

—¿Te la tatuaste? ¿Donde?

Ella se alejó un poco de mí y tras una breve pausa, se sentó con suavidad en la cama y me miró con suavidad.

—Aquí —susurró, mientras se tocaba su hombro, el cual se encontraba cubierto con la tela de su pijama rosa.

Mi pulso se aceleró al darme cuenta lo cerca que estábamos, a mi nariz llegó la fragancia de su dulce y femenino olor, y sentí mi boca llenarse de agua al recordar como era tener su femenino y delicioso cuerpo debajo de mí.

—Muéstrame —le ordené y la vi estremecerse.

Los ojos marrones de Isabella descendieron a mis labios y la vi aspirar con fuerza, sin esperar más, se sacó la blusa por encima de la cabeza y quedó frente a mí en sujetador, su piel estaba erizada y supe que era por el frío que tenía desde hacía un rato.

—Aquí está —señaló ella su hombro desnudo, mis ojos se alejaron del monte de sus pechos y se centraron en la delicada piel del lugar que ella estaba señalando.

Me quedé en silencio cuando noté el delicado, perfecto y divino tatuaje que había sobre la pálida piel de ella, era uno de los tatuajes más hermosos que había visto en mi vida y no pude evitar estirar mi mano para tocar con la punta de mis dedos la imagen.

—Una mariposa azul —murmuré sin aliento— esta fenomenal.

El pequeño animal estaba posado sobre su piel, era de un azul suave y atrayente, el tatuaje resaltaba demasiado debido a lo clara que era la piel de Isabella, como dije antes, era algo digno de ver.

—¿Te gusta? —me preguntó.

—Me fascina —respondí.

Olvidándome totalmente en donde estaba y que era lo que había sucedido antes de mi llegada, me incliné hacia delante y besé suavemente el lugar exacto en donde estaba el tatuaje, fue un casto beso que la hizo temblar a ella.

—Ian... —susurró.

–Me alegra que hayas logrado recodar un poco de ti, de nosotros —hablé en voz baja—. Aquello es un comienzo Is, probablemente no sabes qué significaba la mariposa, pero recordaste que era importante y eso ya es algo para mí.

—¿Lo es?

—Definitivamente —besé de nuevo su hombro desnudo y la atraje hacia mí.

Isabella no habló más, ella sólo se dedicó a arroparse con mi cuerpo, acaricié con suavidad su cabello y la escuché suspirar, mientras yo la mimaba.

—Todo estará bien, cielo —le susurré sin dejar de tocarla— lo que le sucedió a Dash no es tu culpa, nada de lo que haga esa basura tiene algo que ver contigo, amor. Jamás lo olvides...

La pelirroja se aferró a mí con una fuerza abrazadora, se tranquilizó totalmente y tras un corto lapso de tiempo, ella logró quedarse dormida entre mis brazos...

________________ 🦋 __________________

—Mira bestia, quítate de encima mío o te sacaré a la calle —escuché a Blake gruñirle a Kelsy, la gata de Isabella. —Estos pantalones son carísimos, no sé en donde has tenido esas patas, por tal, aléjate.

Traté de esconder una sonrisa y me acerqué a la sala.

—No seas una quejica, Blake —lo miré con fijeza— deja a la pobre gata en paz.

—Estos animales a veces contagian enfermedades o algo así, por si no lo sabía.

—Ridículo.

—Cállate —me gruñó y sus ojos verdes me observaron con fijeza— ¿Dónde está Isabella?

—Dormida —suspiré y me apoyé contra la pared más cercana— estaba algo histérica, se sentía culpable y lloró un poco, aún así, logré calmarla.

—Maldito ese, te juro que iba a matarlo por tocarla, iba a hacerlo.

Mi cuerpo se tensó.

—Permitiste que la maltratara —murmuré con voz bajamente peligrosa.

—No pensé que él fuera a atacarla.

—¿Cuándo no lo ha hecho? —enarqué una ceja— desde que Isabella llegó a mi vida, solo he visto como tus padres la denigran y la agreden. ¿Como es eso que te tomaron por sorpresa?

Blake se puso de pie y me miró con frivolidad.

—He intentado protegerla desde siempre.

—Pues al parecer llevas mucho tiempo fallando, colega.

No buscaba desquitarme con el rubio, yo no era nadie para juzgar, aún así, cada que recordaba el llanto de Isabella me sentía brutalmente enojado y muy asesino.

—¿Tienes algo que decirme, Ian? —Blake Gibson me miró como si yo no fuera nada.

Sonreí con oscuridad.

—Sí, en realidad si —dije sin más— sino vas a ser capaz de cuidarla bien, entonces yo lo haré. Isabella no necesita nada a medias.

Ira brilló en sus ojos verdes.

—¿La vas a cuidar tú? ¿Como es eso? —se burló—después de todo no te recuerda.

—No me recuerda y confía más en mí que en ti. ¿Como la ves?

Al parecer nosotros dos podríamos pasarnos toda la noche intercambiando comentarios venenosos, sin embargo, decidí guardar silencio por respeto a Isabella.

—Dime algo, Ian —soltó de repente él— ¿realmente sientes algo por Isabella o, es un simple capricho?

Enarque una ceja.

—¿Un capricho?

—Mi hermana es joven y hermosa, siempre ha sido una chica que atrae miradas y demás cosas, ¿eso es lo que sucedió contigo? ¿Te atrae o realmente te gusta?

—¿De verdad vamos a hablar de esto? —me reí.

Blake no cedió ante mí.

—Tu hermana no me gusta, me encanta —dije sin más.

Él abrió la boca para discutirme, pero yo lo interrumpí.

—La amo —dije con sinceridad—. De verdad amo a Isabella, Blake.

No sé qué vio él en mis ojos, pero entonces, tras una breve pausa, él asintió y aceptó mis palabras.

Las horas transcurrieron y yo revisé a Isabella un par de veces, a mi teléfono llegó un correo por parte del veterinario, en donde me notificaron a tardes horas de la noche de que había sido necesario enyesar la pata herida de Dash, el gato estaría en casa al otro día con las indicaciones de sus respectivos cuidados. Pensar en que mi Dash estaba sufriendo me hizo sentir melancólico y furioso, tenía a la bestia negra desde hacía más de cinco años, lo había recogido en un callejón cercano de Cornely y desde entonces, era mi gran amigo.

Isabella y él eran todo lo que tenía, no quería perderlos.

Blake me invitó a quedarme aquella noche en su casa, eso si, se aseguró de ponerme en la habitación que quedaba más lejos a la de Is.

En toda esa madrugada me dediqué a pensar miles de cosas sin poder evitarlo, pensé en cuánto amaba a Isabella, en cuanto odiaba al maldito de Adam y, sobre todo, cuánto deseaba hacer sufrir a todo aquel que hería a mi pelirroja.

Justo antes de quedarme dormido en la costosa cama de la gran casa, busqué uno de mis contactos y le envié un mensaje pidiéndole que me llamara al otro día temprano en la mañana. Necesitaba una información urgente, necesitaba saber algo que estaba jodiendo mi cabeza desde hacía un tiempo y si lograba rectificar aquello, entendería muchas cosas.

Demasiadas.

La mañana no tardó mucho en llegar y fui despertado por una llamada telefónica, no supe realmente qué horas eran ni nada del estilo, yo solo me paré deprisa sintiéndome desubicado y respondí la llamada con voz ronca.

—Hola, Hall —saludé lentamente cuando supe quien me llamaba— ¿como vas?

—Bien viejo, lo normal, ya sabes como es esta vida —me respondió— apenas vi tu mensaje esta mañana, ¿que sucede? ¿Me necesitas?

Sucedía de todo, pero no quería entrar en detalle en ese momento.

—Necesito que investigues a fondo una persona persona por mi, necesito todo tipo de informe de quizás algunos veinte o dieciocho años atrás.

—Supongo que puedo hacer eso, ¿Busco algo en especial? —indagó.

Hall y yo nos conocimos en la cárcel, él era algún tipo de nerd que por amor al dinero hackeó un banco y robó miles de dólares, era el ser más inteligente que conocía, podía sacar datos de cualquier lugar sin importar el tiempo y el espacio, por tal, sabía que aquel trabajo era el mejor para él.

—Investiga alguna infidelidad o algo extraño ¿Puedes darme estos datos en corto tiempo? —Sabía que la impaciencia en mi voz era notable, pero necesitaba saber —No te preocupes por dinero, te haré llegar el pago.

—No quiero dinero Ian, ¿Desde cuando los amigos se cobran? —escuché una sonrisa en la voz de Hall— Solo mantente alejado de los problemas, recuerda que la cárcel no es agradable.

Sonreí ante eso.

—Al menos en la cárcel no teníamos que pagar una renta —bromeé— oye te haré llegar una carpeta con los datos de la persona que quiero que investigues, dame todo lo que consigas.

—Seguro.

Quedamos en que Hall me llamaría cuando hubiera recogido todos los datos necesarios, me aseguró que no tardaría mucho tiempo y se lo agradecí.

Después de cortar la llamada, fui al baño y lavé mi rostro y mi boca, traté de serenarme un poco antes de bajar al primer piso para ver si ya había alguien despierto, en ese momento iba con buen humor o algo así, pero de repente, todo quedó en nada cuando llegué al primer piso y me fijé en que la puerta principal estaba abierta y ahí había dos figuras.

Mi alma se cayó al piso cuando reconocí a la persona que estaba afuera.

Ágatha.

Joder... Era Ágatha.

¿Qué hacía ella en la entrada de la casa hablando con Isabella? ¿Qué le estaba diciendo? Y... ¿Por qué Is se veía como si quisiera vomitar en algún momento? ¿Qué le había dicho? ¿Qué hizo?

No tuve tiempo de preguntar nada, sólo me quedé ahí en total silencio, incluso cuando los ojos azules de Ágatha dieron con los míos y ella me sonrió con amarga suficiencia.

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