El arte de amar.

By Luz_Ka

3.9M 382K 110K

|Borrador, contiene errores ortográficos | Isabella Gibson, es la típica adolescente presumida, odiosa, orgul... More

Sinopsis.
I
Introducción.
Capítulo Uno.
II
Capítulo Dos.
III
Capítulo Tres.
IV
Capítulo Cuatro.
V
Capítulo Cinco.
VI
Capítulo Seis.
VII
Capítulo Siete.
VIII
Capítulo Ocho.
IX
Capítulo Nueve.
X
Capítulo Diez.
XI
Capítulo Once.
XII
Capítulo Doce.
XIII
Capítulo Trece.
XIV
Capítulo Catorce.
XV
Capítulo Quince.
XVI
Capítulo Dieciséis
VXII
Capítulo Diecisiete
XVIII
Capítulo Dieciocho
XIX
Capítulo Diecinueve
XX
XXI
Capítulo Veintiuno.
XXII
Capítulo Veintidós.
XXIII
Capítulo Veintitrés.
Vacío.
LA CARTA.
XXIV
Capítulo Veinticuatro.
XXV
Capítulo Veinticinco.
XXVI
Capítulo Veintiséis.
XXVII
Capítulo Veintisiete.
XVIII
Capítulo veintiocho.
XXIX
Capítulo Veintinueve.
XXX
Capítulo Treinta.
Epílogo
Extra | 1 (Borrador)
Extra | 2 (Borrador)
Extra | 3 (Borrador)
Extra | 4 (Borrador)
ESPECIAL NAVIDEÑO. (Borrador)

Capítulo Veinte.

48.8K 5.2K 2.1K
By Luz_Ka

Iba a matar a Blake, de verdad iba a hacerlo sin duda alguna.

¿Como se atrevía a interrumpir mi beso con Ian? ¿¡Como se atrevía!?

Últimamente estaba teniendo una muy buena relación con mi hermano mayor, de verdad la cosa entre nosotros había cambiado de poco a poco y agradecía ya no tenerle tanto rencor como antes, sin embargo, de verdad quería asesinarlo en ese momento, él no podía interrumpirme en ese instante tan cadente... ¡Jodidamente no podía!

El beso que el pelinegro me había dado de cumpleaños, era el beso más caliente, inmemorable y perfecto de la vida, mi vida. No podía realmente explicar lo que Ian había creado dentro de mi, sólo podía decir que mi alma y mi mente le recordarían para siempre después de aquel contacto tan deliciosamente placentero.

Cuando le había pedido mi regalo de cumpleaños, había esperado algún comentario sarcástico de su parte, ya saben, las cosas entre nosotros no eran las mejores, iniciando por el punto de que no podía recordarlo, ni recordar mi supuesto amor por él, y para rematar con todo el caos, estaba su actitud que a veces era encantadora, divertida y la otras veces era tosca y muy distante.

¡El jodido era bipolar!

Con el paso de los días y sin importar mi amnesia, me había dado cuenta de que quería saber absolutamente todo sobre él, quería que me contara que había hecho para hacerme enamorar de su persona, deseaba saber como había logrado descongelar mi frío corazón y lo había hecho latir solo por su nombre... Porque aclarándome algo a mi misma sin llegar a ser una hipócrita y sabiendo que no era capaz de recordar cinco meses de mi vida, fui consiente de que dentro de mi algo latía rápidamente por él, —estaba segura de que lo hacía—y aquello no era normal, no porque un corazón jamás latía tan rápido por un desconocido y eso me hacía entender que mi mente podía olvidar cualquier cosa y aún así, mi corazón jamás lo haría.

Mi corazón no había olvidado a Ian...

—Pensé que no venías hasta más tarde —Le dijo Ian a mi hermano una vez éste terminó de entrar a casa.

La voz del pelinegro era ronca y yo sentí mis mejillas ponerse más rojas.

Ambos nos separamos y claramente nos pusimos de pie, yo evité mirar a Blake y me centré en mis manos.

—¿Así que ustedes no me esperaban? —indagó el rubio y yo mordí mi labio inferior.

—Dijiste que tardabas en tu viaje, así que no, no te esperábamos—Ian estaba siendo un condenado descarado.

Blake gruñó y yo lo miré rápidamente no queriendo que iniciara una pelea con el pelinegro.

Él miraba a Ian como si realmente quisiera saltar sobre él y darle una paliza, mientras ellos intercambiaban miradas llenas de odio y desagrado, yo estuve muy ocupada tratando de descifrar el cosquilleo mágico que existía en mis labios.

—¿Vas a volverte a ir? —Ian no dejaría en paz a Blake.

–Ya quisieras tú, abusivo.

—¿Abusivo yo? ¿Por qué?

—Te estabas aprovechando de mi hermana.

Hasta ahí llegó mi silencio.

—Basta, Blake —me quejé— Ian no estaba abusando de mí.

—No, no lo estaba haciendo —se burló Ian.

Blake parecía querer seguir peleando, aún así, no lo hizo porque se centró en mí y tras una breve y pequeña sonrisa, me habló:

—Feliz cumpleaños, Isabella —sus ojos verdes brillaron—. Ya tienes dieciocho y eres mayor de edad, aún así, sigues teniendo prohibido salir con abusivos mayores.

—Bastardo —tosió Ian y yo rodé los ojos.

Ellos dos eran totalmente imposibles.

—Gracias por las felicitaciones, Blake —le sonreí— gracias y...

Me quedé sorprendida cuando el rubio caminó hacia mí, se inclinó y besó mi mejilla. —Claramente era una sorpresa agradable—, una sensación de felicidad y paz se esparció por mi pecho de una manera única e inigualable.

—Ten —Blake me ofreció una pequeña caja de terciopelo rojo y lo miré con la boca abierta.

Él nunca me había dado abiertamente un regalo, y según lo que recordaba, yo tampoco le había recibido un regalo de manera grata.

—Espero que te guste —murmuró con neutralidad y yo recibí la hermosa cajita.

El rubio se sentó en la silla con impaciencia y sonreí porque era claro que estaba esperando que yo abriera la caja, así que dándole una rápida mirada a Ian quien se veía claramente aburrido y con la mirada trataba de molestar a Blake, abrí la caja y sonreí ante el hermoso contenido.

Una delgada cadena de oro se hallaba en el fondo, aquella era delgada y de pequeños aros dorados que brillaban y parecían diminutos diamantes, lo que más enterneció y encantó mi corazón, fue el ver el colgante de la cadena.

Era la imagen en oro de una pequeña niña de cabellos rojos y rostro pecoso, era la diminuta imagen mía...

—Esta muñeca es... —susurré ahogadamente mirándolo, y él sonrió.

—Eres tú —aseguró con falsa frivolidad —. La mandé a hacer guiándome en una foto tuya cuando eras pequeña, no es gran cosa, pero...

Lo interrumpí antes de que terminara de hablar.

—Para mi si es la gran cosa, Blake —le aseguré suavemente— muchas gracias.

La Isabella de antes tal vez se hubiera burlado del regalo solo por querer menospreciar y hacer enojar a Blake, sin embargo, en ese momento y con el sentimiento de una Isabella nueva—una que no recordaba del todo—, quise agradecerle por el detalle tan finamente hermoso.

—Me lo pondré ahora mismo —sonreí y el rubio asintió.

Ian claramente no aguantó más en silencio.

—Lindo regalo y todo eso, aunque siendo sincero, el mío estará mucho mejor.

—¿De cual regalo hablas? ¿Del que vi hace unos minutos? —Blake enarcó una ceja y si, ahí íbamos de nuevo.

—Quizá... Isabella se sintió a gusto, no la veo quejándose.

—Ian... —Lo miré en forma de advertencia.

—Te dije que la cuidarás, no que la toquetearás.

—No te pongas celoso, rubio —la sonrisa de él creció aún más—. Prometo que para tu cumpleaños tendré un regalo igual o mucho mejor que ese, te encantará.

Ian guiñó uno de sus ojos azules y no pude evitar sonreír disimuladamente.

—Ya quisieras besarme bastardo.

—¿Se me nota mucho?

A Ian le gustaba jugar con fuego.

—Lo que sea, no perderé más mi tiempo aquí —dijo Blake poniéndose de pie con elegancia—No tardes mucho a Isabella, despídete y vete, quiero que vaya rápido a la cama y descanse un poco, su mente lo necesita.

Traté de no bufar cuando me trató como una pequeña niña, Ian me miró con burla.

—Si, claramente te haremos caso, rubio —La burla en los ojos de Ian molestó a Blake— ve a dormir y sueña conmigo, te quiero grandote.

—Bastardo infeliz —murmuró mi hermano tratando de abandonar la sala, aún así, me sorprendí un poco cuando noté fugazmente una pizca de diversión en sus ojos.

Blake estaba ya por salir del lugar, cuando de repente se detuvo al notar a una Kelsy durmiendo sobre el sofá.

—Isabella —se quejó en voz alta —¿Qué es esta cosa? —sus cejas se levantaron en señal de confusión.

—Las personas normales los llaman gatos, es una clase de felino... ¿Como las llamas tú? —Ian era un condenado bocazas.

Interferí rápidamente en el intercambio de ambos antes de que comenzaran a discutir de nuevo.

—La encontré hoy, está algo herida y quiero cuidarla, creo que me la voy a quedar.

No sabía desde cuando me gustaban los gatos, sin embargo, raramente la quería a ella.

Mi hermano al parecer pensó lo mismo que yo, porque me miró con el ceño fruncido.

—¿Quedarte con ella? —me miró como si estuviera loca—, pero si a ti no te gustan los gatos... —él se interrumpió y miró a Ian— no importa, olvídalo, no tardes mucho en irte a dormir y tú —dijo señalando al peligro— mantén las jodidas manos quietas.

—Como usted mande, señor —Ian sonrió— Me portaré tan bien como usted se comporta con sus amigas.

Mi hermano como que utilizó toda su fuerza de voluntad para abandonar la habitación sin golpear al pelinegro y su lengua sarcástica.

Agradecí la cuestión.

—¿De verdad tienes que molestarlo tanto? —le pregunté a Ian cuando Blake finalmente se fue.

—Si, supongo que lo quiero ver explotar.

Rodé los ojos.

—Mejor me voy antes de que vuelva a bajar la fiera.

Asentí sintiendo como mi corazón se estrujaba al saber que él se volvería a ir, algo dentro de mí no quería que se fuera, estaba experimentando un apego anormal hacia él y me negaba a darle un significado a aquello.

—Oh si, ya te vas —susurré— uhm... Gracias por la compañía, gracias por todo —mis mejillas se sonrojaron y aparté la mirada.

Me sentí ansiosa al saber que se iría, porque no sabía cuándo lo volvería a ver, él se perdería quizás por otros días y yo no sabría que esperar porque no lograba recordar mucho.

—¿Por qué no me miras? —preguntó en voz baja y yo me fijé en su persona.

—Por nada, está bien...

Su mirada azul se oscureció.

—Te contaré todo, Is. Todo lo que quieras saber y con la absoluta verdad, solo dame un poco de tiempo para estar contigo, déjame demostrarte lo que siento —Él se acercó a mí y mi corazón se aceleró —No debería decirte esto ahora cuando estás tan confundida, aún así, quiero que sepas que yo verdaderamente te...

Sus palabras fueron interrumpidas bruscamente cuando su teléfono sonó de manera estridente, él maldijo en voz baja y suspirando sacó el aparato para responder, mientras hacía aquello por un momento alcancé a ver el nombre que salía en la pantalla y todo se detuvo para mí.

Ágatha.

Él estaba recibiendo la llamada de una tal «Ágatha»

Sentí algo en mi corazón y no logré entenderlo del todo, aún así, algo dentro de mí dolió al ver el nombre de esa mujer, y rápidamente mientras pensaba en aquello, la imagen de una chica de cabellos morenos y ojos azules llegó a mi mente de manera rápida, sin embargo... La bloqueé porque sentí algo terroríficamente doloroso y traumático dentro de mi...

Me dolía pensar, no quería recordar nada en ese momento y no sabía porque, quería tener mi mente cerrada y quitarme aquel gusto tan amargo de la boca.

Ian rechazó la llamada dos veces y se fijó en mí.

Me sentí un poco mareada y con nauseas.

—¿Por qué no respondes? ¿Quien es ella? —cuestioné y mis ojos ardían de manera sospechosa.

—Eso no importa ahora, Is.

—¿Quién es Ágatha? —insistí.

—¿Por qué? ¿La reconoces un poco?

Me sorprendí al ver la ansiedad en el pelinegro.

—No, no la recuerdo, ¿debería hacerlo?

—Supongo —alejó la mirada.

—¿Ella y tú...? —mi voz se rompió— ¿Ustedes están juntos? —Susurré y mis ojos se llenaron de lágrimas.

¿Que mierda me pasaba? ¿Por qué iba a llorar?

Si ella era su novia o alguien especial para él... aquello me haría daño, no sé porqué, pero lo haría.

—¿Tienen algo? —insistí.

—No nena, no. Entre ella y yo no hay absolutamente nada —aseguró tomando mis mejillas entre sus manos, mientras me obligaba a verlo. — En mi vida no hay nadie más especial que tú, lo juro –la vulnerabilidad en sus ojos era cosa de otro mundo —juro por Dios que lo eres todo.

Sus palabras me dejaron sin respiración y no supe hacer otra cosa que fuese acercarme más a él y besarlo sin más.

Lo besé con deseo y como supuse, él jamás dudó en corresponderme la caricia.

La misma sensación estaba ahí, las cosquillas mágicas en mis labios y después la breve chispa de fuego que corría por todo mi cuerpo cuando su lengua tocaba la mía y me devoraba totalmente, ese beso reclamó mi alma en un solo y delicioso roce.

—¿Por qué sigues aquí? —pregunté suavemente cuando nos separamos, —No te recuerdo y no sé si te amo, aún así... Sigues vienen aquí ¿Por qué?

Cuando alguien te hace una pregunta tan seria, esperas silencio, duda o incluso desconcierto, pero entonces, por parte de Ian solo recibí una suave sonrisa que estaba llena de secretos.

—No puedo irme, Is. No cuando te hice una promesa —sus ojos azules jamás se alejaron de mí—. Un día me dijiste que tenías miedo de olvidarme, de olvidar el amor que sientes por mi, de todo lo que vivimos —sus manos seguían en mis mejillas —Yo te prometí que, si tu mente me olvidaba, haría todo lo imposible para evitar que me sacaras de tu corazón y eso haré... Me amas, todavía lo haces sin importar que tu cabeza se niegue a recordarlo —una de sus manos bajó a mi pecho y me tocó por encima de la camisa, iba a darme un infarto en ese momento—. ¿Lo ves? un corazón solo late de esa manera cuando se tiene a la persona que se ama justo al frente y si no me crees, toca el mío y te darás cuenta de que no miento.

Me quedé sin aire y sin pensarlo, llevé mi mano a su pecho, específicamente al lugar en donde su corazón latía a una velocidad que me hizo temer que pudiera darle algo ahí mismo, y sin importar mucho mis nervios, sorpresa y ansiedad; supe que un corazón jamás mentía.

El suyo y el mío no lo estaban haciendo en ese momento.

—Ian no sé qué hacer contigo —susurré.

—No hagas nada ahora, sin embargo, prométeme algo.

Asentí con suavidad.

—Lo que quieras.

—Prométeme que en algún punto cuando esté listo para hablar contigo, me vas a escuchar y, sobre todo, por más difícil que parezca... Me vas a perdonar.

—Ian... —me sentí asustada por sus palabras.

—Por favor prométeme que no me vas a dejar, sé que es egoísta de mi parte pedirlo, pero por favor tenlo en cuenta.

No supe que decirle, no supe si podría perdonarlo porque al final de cuentas, no sabía que tan grande era su pecado.

—Todo estará bien —respondí después de unos minutos— ¿Por qué no lo estaría?

Él no respondió y yo sentí un poco de miedo.

________________ 🦋 __________________

En ese momento la ansiedad me estaba matando y no sabía cómo controlarla, además tampoco me agradaba demasiado el hecho de que Blake me estuviera mirando como si yo fuese una tonta niña que lo llenaba de impaciencia.

Normalmente yo andaba muy insegura y no sabía cómo controlar aquello.

—Quédate quieta —gruñó Blake, mientras me miraba molesto —además te dije que era una mala idea hacer esto.

Apreté los dientes e ignoré a mi hermano con intención, por un momento me permití el cerrar los ojos y recordar todo lo que había pasado en la madrugada con el pelinegro, podía recodar con exactitud cuando Ian me había dicho que tocara su corazón y que sintiera como aquel latía por mí. En ese momento experimenté alguna clase de sentimiento irreconocible hacia él, la verdad no podía decir que era, pero la cuestión era que ahí estaba, pero no todo era color de rosas, claro que no, dentro de mí también había otra cosa que no podía especificar, alguna clase de resentimiento hacia él que no entendía de donde venía y aún así, no estaba segura de que se fuese a ir a alguna parte.

Me daba miedo sentir cosas negativas por Ian, no quería hacerlo, deseaba quedarme solo con lo bueno y listo, no quería perderle, no podía...

Antes de que Ian se marchara sin más, me invitó a cenar horas más tarde para así poder celebrar mis cumpleaños, dejando atrás las cosas negativas que a veces llegaban a mí de manera sutil, acepté verlo ese mismo día en la noche y justo cuando él se fue, corrí a la habitación de Blake para contarle la cuestión.

Entré a la habitación del rubio sin llamar a la puerta debido a mi emoción, y me encontré con algo que me dejó totalmente la boca abierta —Blake estaba sin camisa—aún así, eso no fue lo que me dejó sorprendida, sino que más bien lo que me dejó en nada fue ver todos los tatuajes que estaban coloreando la pálida y perfecta piel de él.

La espalda, el pecho y hombros de Blake estaban llenos de tatuajes, todos ellos eran hermosos y brutales, verlos me dejó sin palabras porque nunca esperé a que mi hermano se hiciera cosas sobre su perfecto ser, jamás los había visto y entonces... Solo pude quedarme anonadada y maravillada...

—¿Que ves? —me había gruñido él.

—Tus tatuajes, son magníficos.

—No es la gran cosa.

Para Blake nunca nada era la gran cosa, sin embargo, después de ver aquella preciosidad, supe que quería obtener uno yo también, si él podía... ¿Por qué yo no?

Con el pasado de las horas había logrado convencer a Blake de que mi regalo de cumpleaños ideal sería un tatuaje, al inicio él se negó rotundamente, pero después cuando le advertí de que me lo haría a escondidas si él se ponía muy pesado, terminó accedido, mientras me aclaraba de que sería el primer y último tatuaje.

El amigo de Blake, Al, ya había llegado y estaba a punto de tatuarme, él se había tomado el tiempo de trazar con perfección los dos tatuajes que yo iba a hacerme.

Sí, dos.

—¿Segura con lo que escogiste? —me preguntó Al.

—Segura.

—Con tal de que no se te vaya a ocurrir tatuarte el nombre de ese tal Ian, todo estará bien.

Rodé los ojos ante eso y quise molestar un poco a mi hermano.

—Quiero tatuarme un miembro masculino —solté seriamente y escuché a Al reírse.

—¿Cómo? —preguntó Blake confundido.

Mi sonrisa se agrandó aún más.

—Ya sabes, dijiste que podía hacerme cualquier cosa y bueno, quiero un pen...

—¡Compórtate Isabella! —Blake me miró molesto y bebió de su copa.

Al y yo nos reímos fuertemente ante el desagrado de Blake, pasaron unos minutos y después de eso, pude ver el diseño de mis dos tatuajes, debo decir que quedé enamorada.

—Están divinos —susurré.

—Ok, retírate la blusa para que podamos comenzar —ordenó Al mientras organizaba la máquina.

Blake lo miró con frialdad.

—¿Por qué debe quitarse la blusa? —gruñó.

Santo Dios.

—¿Entonces como la tatúo? —Al miró a mi hermano esperando respuesta y Blake sólo volvió a gruñir.

Al parece Blake andaba en sus días.

Los dos tatuajes iban a estar en la parte superior de mi cuerpo, uno de ellos entre mis pechos y el otro en mi hombro izquierdo.

Estaba muerta de los nervios, aún así, Al fue súper amable conmigo y mi inexperiencia, tapé cada pecho con una clase de cinta adhesiva y me relajé cuando la aguja comenzó a perforar y manchar mi pálida piel.

Llevábamos casi quince minutos con el primer tatuaje, en todo ese tiempo evité quejarme porque Blake se veía como si quisiera atacar a su propio amigo, después de un momento mi hombro comenzó a ser tatuado también y traté de relajarme por encima del dolor.

La puerta de la casa fue abierta de repente y tras de aquella apareció Tanía, ella entró caminando felizmente como si el lugar fuera su casa, sus mechas azules habían desaparecido y ahora eran moradas, no sabía como hacía para cambiar tan rápido las mechas de su cabello, aún así, siempre conseguía verse hermosa.

Mi corazón saltó de felicidad con sólo verla, de verdad le creía cuando decía que antes había sido mi mejor amiga, era tan única y refrescante... simplemente no tenía palabras para describirla, aparte del hecho de que era jodidamente genial.

—¡Feliz cumpleaños! —Gritó ella súper contenta y sus ojos brillaron cuando notó lo que estaba sucediendo —¡Wow! ¿Un tatuaje?

Sonreí.

—En realidad son dos.

—Bien, me gusta —Dijo acercándose más a Al y admirando su trabajo desde cerca.

Yo cerré los ojos cuando una punzada de dolor invadió mi cuerpo gracias a lo rápido que iba la aguja.

—No entiendo porque tus amigos no saben tocar a la puerta, Isabella... ¿De donde sacaste a esta gente sin modales? —murmuró Blake mirando molesto a Tanía, pero ella simplemente lo ignoró.

—¿Te gustan los tatuajes? —Le preguntó Al a Tanía, quien se veía muy curiosa.

—Quizás... —respondió ella pensativa y después sonrió —aunque creo que prefiero las perforaciones.

Mi hermano rodó los ojos tras de ella y sonreí.

—Oh, genial. Por si te interesa, yo también perforo.

La sonrisa de Tanía creció aún más.

—Yo quiero perforar mis pezones, quizás me anime a hacerlo contigo.

Al tragó saliva y le sonrió a Tanía, yo me reí también y mi hermano se atragantó con su bebida.

—Ay, yo también quiero perforarme los pechos... —Comencé a decir, pero Blake no me dejó ir a ningún lado.

—No, no vas a perforar tu cuerpo Isabella, ni lo pienses, es peligroso —aseguró y miró a Tanía quien se veía divertida —Y tú deja de meterle cosas locas en la cabeza, al menos sé una buena influencia.

La rubia abrió la boca para decir algo, pero después se lo pensó mejor y tras sacarle la lengua a Blake, le dio la espalda groseramente.

La llegada de la rubia logró distraerme realmente, Al y yo nos reímos de todo lo que decía ella, mientras Blake seguía mirándola con enojo e irritación.

—Listo —Al miró su trabajo y sonrió— Te dejaré una lista de los cuidados y todo deberá estar bien.

Asentí mientras me ponía te pie y caminaba rápidamente hacia el espejo para poder comprobar los tatuajes.

El primer tatuaje era el que estaba entre mis pechos, me quedé sin aire al ver las delicadas, perfectas y pequeñas letras sobre mi piel, en ellas se leía: «La libertad llega con el arte de amar.»

No sabía realmente de donde había sacado esas palabras, la cuestión era, que aquellas estaban en mi mente desde hacía mucho tiempo y no podía dejarlas atrás, no cuando sentía que, a pesar de mi amnesia y dolor, yo en el pasado, en algún momento o situación, logré ser libre.

El segundo tatuaje, el que estaba en mi hombro izquierdo, era pequeño y también muy delicado, aquel había sido tatuado con acuarela, ya que su tintura era de un hermoso color azul.

—Esa mariposa está divina —murmuró Tanía observando el tatuaje de mi hombro. —¿Tiene algún significado?

Abrí la boca para responder, aún así, en mi mente no hallé casi nada que pudiera explicarme la fascinación por las mariposas azules, sólo sabia que me encantaban y listo, eso era todo.

—Son hermosas, no hay ningún significado, solo eso... —Respondí y sentí como si estuviera mintiendo.

¿Por que?

No lo sabía, no lo recordaba...

Horas más tardes, justo cuando terminé de organizarme perfectamente con mi ropa nueva para poder salir finalmente, fui en busca de mi hermano mayor para tratar de convencerlo una última vez de venir conmigo.

—Blake... —Lo llamé mientras entraba a su habitación— ¿Ya pensaste si...?

—No —respondió con firmeza, —tengo cosas que hacer.

Lo miré adolorida por su rápida y frívola respuesta.

—Pero hoy es mi cumpleaños, pensé que querrías...

—Ya te di mis regalos, Isabella —sus ojos verdes eran contundentes—. No iré a ninguna otra parte.

Mi corazón dolió.

—Oh vale, gracias —Susurré y salí rápidamente del lugar.

Tanía había venido para llevarme a la cena de mis cumpleaños con ella y los «chicos» por los chicos se refería a Ian y sus amigos. Para confirmar todo, el pelinegro me llamó y me indicó que me esperaría a las nueve con Tanía y si quería, con Blake.

Había invitado a Blake, porque claramente no quería estar sola, o sea, no iba a estar sola, iba a estar con Tanía, Ian y sus amigos... Pero quería a mi hermano ahí, lo necesitaba en ese momento para no sentirme tan perdida.

—¿Y bien? —preguntó Tanía cuando entré a mi habitación de nuevo.

Sonreí, pero ella claramente vio tristeza y enojo en mi rostro.

—Creo que ya tiene planes o algo así, pero está bien, no importa... —Toqué suavemente el vestido de seda rosa que llevaba puesto y traté de sonreír.

—¿Qué? ¿Como que tiene otros planes? —

Preguntó ella calmadamente.

—Eso creo...

—Ni hablar, él va a escucharme.

Traté de detenerla y decirle que lo dejara pasar, pero ella ya estaba abandonando mi habitación y entrando a la de Blake sin tocar, traté de no escuchar ¿Pero a quien quiero mentirle? Aquello sería sumamente interesante, Tanía jamás se enojaba y verla en ello era algo alucinante.

—¿Que está mal contigo? —Escuché que preguntaba ella.

—Conmigo nada —la voz de mi hermano era fría —Contigo si no sé, ¿Cual es tu problema con tocar las puertas?

Tanía murmuró algo intangible antes de subir la voz.

—No seas un imbécil grosero, Blake. Es un día especial para ella, así que actúa como un hermano mayor y acompañala. ¿Eso te cuesta mucho? —Tanía si estaba molesta.

—No me digas que hacer, niña — gruñó Blake.

—Entonces actúa como un hombre y deja de ser un mediocre.

—Cuida tu jodido vocabulario— Advirtió el.

—Oblígame —lo retó ella.

Esperé que comenzaran a llegar gritos o algo así, sin embargo, eso no fue lo que sucedió porque después de unos segundos, todo se quedó en total silencio.

Esperé por un momento antes de atreverme a salir de mi habitación, el chisme pudo conmigo y aún así, me arrepentí de ello cuando mis ojos se toparon con una escena que me dejó totalmente muda, histérica y asombrada.

Tanía estaba besando a Blake.

Blake estaba besando a Tanía.

Los dos se estaban comiendo la boca del otro ahí contra la pared de la habitación del rubio...

Iba a abrir la boca para interrumpirlo o algo así, sin embargo, cambié de opinión cuando recordé que no debía preocuparme porque aquello durara mucho, después de todo, Blake jamás se quedaba con una chica por más de una semana...

Esperaba que ella no se emocionara con él, no quería que el Gibson le rompiera su hermoso y compasivo corazón.

Yo ya sabía cómo era mi hermano mayor de macabro.

________________ 🦋 __________________

Me quedé sin aire cuando por fin fui capaz de llegar a mi destino, aún así, esa ansiedad quedó en nada cuando mis ojos se quedaron trabados con los suyos, los cuales eran de un perfecto y atractivo azul.

Ian en ese momento se veía genial, por no decir una vez más —perfecto—, sentí mi rostro sonrojarse cuando él me sonrió y recorrió mi rostro y cuerpo lentamente de arriba abajo.

Él no tuvo que abrir la boca para decirme que yo estaba hermosa, su mirada brillante me informó todo lo que yo debería saber, sin embargo, como dije antes, él no se quedaba atrás porque también estaba fantástico; su cuerpo se encontraba cubierto por una camisa blanca que se cerraba con delicia sobre su atlético cuerpo, sus pantalones eran negros y combinaban a la perfección con sus tenis del mismo color y en pocas palabras: Ian era atractivamente perfecto.

—Feliz cumpleaños, cielo —susurró él en mi oído mientras se acercaba más a mí y depositaba un suave beso en mi mejilla —Estás hermosa hoy, aunque siendo sincero, siempre lo estás —dijo admirando el vestido que yo había escogido al final.

Sonreí radiantemente.

—Puedes dejarla ir ya —Gruñó mi hermano cuando nos vio a ambos muy juntos.

Tanía, quien venía al lado del rubio malhumorado, soltó una risita divertida al ver los celos y sobreprotección de mi hermano.

—¡Oh, Blake! —exclamó el pelinegro burlonamente—. Yo también me alegro de verte, rubio. Estas divino.

Ian me guiñó un ojo y entrelazó una mano con la mía para poder conducirme dentro del restaurante, mi cuerpo entero se estremeció ante su contacto.

Sentí algo dentro de mi corazón al ver con fijeza el restaurante, una imagen familiar se movió dentro de mi mente, pero la verdad no logré ubicar el sitio, no cuando miré fijamente el lago que había afuera y la hermosa luna que brillaba desde arriba.

—Este lugar es hermoso —susurré— siento que lo conozco, pero...

—No lo recuerdas, pero si lo conoces —apretó mi mano con suavidad—, veníamos a comer aquí de vez en cuando.

Sentí mi corazón doler ante sus palabras.

Ambos seguimos caminando mientras los otros dos rubios nos seguían, tener a Ian a mi lado me tranquilizó y me llenó de una manera que me gustó y al mismo tiempo me asustó.

Una vez dentro del restaurante, Ian me llevó a una mesa familiar, la cual ya estaba ocupada por dos sujetos, estuve a punto de preguntar quiénes eran, cuando de repente uno de ellos me habló efusivamente:

—¡Isabella! ¡Feliz cumpleaños! —exclamó y me regaló una gran sonrisa, me quedé sin palabras cuando se acercó a mí y me abrazó con fuerza.

No sabía quién era, pero al igual que cuando estaba con Ian y Tanía, una sensación de calor se desplazó por mi pecho cuando sentí sus brazos alrededor mío y supe en ese instante que él debía ser el famoso Diego Loogh.

Ian me había hablado mucho sobre él, aseguró que éramos muy buenos amigos...

—Estás hermosa, pelirroja— sonrió dejándome ir— te traje un gran regalo y...

—Calma tu efusividad, la estás asustando —Ian miró mal a su amigo y yo solo pude sonreír ante su sobreprotección.

—Así que tú eres Diego —afirmé con suavidad.

—Ya sabía que no podrías olvidarme, soy tan sensual y perfecto, que tu mente te obliga a pensar siempre en mí y...

—Ian me contó sobre ti, realmente no te recuerdo —Dije callándolo porque se veía que era de esos listillos.

Ian tomó mi mano y me llevó a rodear la mesa para así darme mi respectivo puesto, en la mesa nos esperaba otro chico de cabellos claros quien me sonrió apenas me acerqué más a él.

—Es bueno volver a verte, Isa —me saludó aquel.

—Su nombre es Kenji —susurró el pelinegro a mi oído.

—Kenji —repetí el nombre y me estremecí.

Siempre pasaba lo mismo y no era algo positivo la verdad. Cada que me decían el nombre de alguien que quizás ya conocía, mi cerebro dolía con la idea y desespero de querer recordar, pero no podía, había algo dentro de mi que se negaba a pensar y por más que quisiera —o eso creía—, me era imposible el hacerlo, en mi cerebro había una sola palabra y no quería pensar tampoco en aquella.

«Dolor»

Nadie dijo nada más, Blake y Tanía finalmente llegaron a la mesa y todos nos sentamos sin más.

—Que alegría de que ya seas mayor, Isa —Diego se sentó frente a mí. —Ya podremos ir a otros bares.

—Ella no irá a bares contigo, ni con nadie. Ese ambiente no es suyo —Blake se veía como si quisiera asesinar a alguien.

—Claro que, si irá, a Isa le gustan las fiesta y las bebidas, no la pasaremos genial —Tanía estaba sentada al lado de Kenji el cual no paraba de mirarla con fijeza.

Como era obvio, no los recordaba, aún así, no llegué a sentirme incómoda con la presencia de ellos.

—¿Todo bien? —cuestionó Ian a mi oído, mientras besaba suavemente mi mejilla.

A él al parecer no le incomodaban las demostraciones públicas y mierda... Yo me estaba sonrojando como una jodida idiota porque la presencia de él me tenía afectada.

—Todo bien, gracias —le sonreí.

Evité mirarlo fijamente porque no quería que los otros vieran lo mucho que me afectaba tenerlo cerca. No quería que descubrieran cuánto me encantaba y me fascinaba.

Esperé algún comentario sarcástico por parte de Blake, aún así, aquel no llegó porque él estaba muy ocupado respondiéndole algo a Kenji, quien se veía menamente irritado, Tanía me miró y noté la diversión en sus ojos azules.

Al parecer su nuevo pasatiempo favorito era molestar y al mismo instante discutir con mi hermano...

—Isabella... —me llamó Diego—¿Quieres que te cuente un chiste?

—Ay no... —se quejaron Ian, Tanía y Kenji al mismo tiempo, mientras Blake y yo solo nos mirábamos.

El resto de la velada pasó de lo más placentera y fue algo súper casual. Salí a comer con amigos y mi hermano en mi cumpleaños, me regalaron un gran pastel de chocolate, tuve una deliciosa cena con camarones y me cantaron la canción de los cumpleaños más de dos veces, me reí divertida cuando me dieron algunos regalos y tomamos de alguna clase de vino tinto.

Incluso mi hermano se relajó un poco y entabló una suave conversación con Ian, en donde varias veces lo amenazó sutilmente si continuaba tocando mi espalda.

—Tengo un regalo para ti —me informó Ian una vez que terminamos el postre de tres leches.

Mi corazón se aceleró.

—A ver... ¡Quiero verlo! —Dije emocionándome sin poder evitarlo.

Antes no me gustaban los regalos realmente, pero ahora si, y más si eran sus experimentados y fogosos besos...

—Ven, déjame mostrarte —sonrió y tomó mi mano para ayudarme a poner de pie.

Mi hermano hizo caras de querer interferir, pero no dijo nada cuando le regalé una mirada suplicante.

Ian me guió hacia la salida del restaurante, aquello lo hicimos en total silencio, no pude evitar sonreír como boba a cada instante que estaba cerca de él.

—Te ves contenta —murmuró mientras me miraba con fijeza.

—Sí, ha sido una gran noche, la he pasado genial contigo —mis mejillas se enrojecieron—, bueno y con todos...

Él no respondió enseguida, se quedó en silencio y después sonrió brevemente.

La noche fría nos recibió y no pude evita mirar la hermosa luna que estaba a punto de ser tapada por las nubladas nubes. El lugar era el ideal, la compañía era perfecta.

—Gracias por la velada, me ha hecho sentir bien —le aseguré.

—Diría que no es nada, pero contigo siempre todo es mucho —respondió—. Haría cualquier cosa por ti, Is. De verdad lo haría.

Me tomé muy en serio sus palabras, sabía que lo haría, sé lo creí.

Finalmente llegamos al jeep de Ian, en donde supuestamente el pelinegro había dejado mi regalo, la ansiedad de ver que tenía para mí me tenía casi saltando en una pata.

—Te mentí —dijo de la nada él, mientras yo me apoyaba contra una de las puertas del auto.

—¿Y como es eso? —ladeé mi cabeza y lo observé con suavidad.

—No te tengo un regalo, tengo dos.

—Ah... —Sonreí.

—Quería darte algo especial, algo que signifique mucho para ti, sin importar que no lo recuerdes —sus ojos azules se trabaron con los míos.

Un beso, podría darme otro de esos maravillosos besos suyos y joder... Sería el mejor regalo del mundo.

En ese momento Ian terminó de acercarse a mí y me enjauló contra la puerta del jeep, al parecer él leyó mi mente porque sin palabra alguna, se inclinó hacia mi y ajuntó sus labios contra los míos de manera suave, pero al mismo tiempo firme y segura.

Todo era perfecto, labios expertos masajeando los míos y obligándome a abrir la boca para chocar mi lengua contra la suya la cual era dulce gracias al glaseado del pastel, sus manos se quedaron trabadas en mi cintura apretandolas de una forma que me hizo jadear y desear más, quería recordar la primera vez que habíamos estado juntos, la primera vez que besó mis labios y después mi cuerpo, deseaba ser capaz de recordar como era tenerlo firmemente dentro y después gritar por la magnitud de sus embestidas. —Yo quería recordarlo— ¿por qué me costaba tanto?

La pasión era tanta, que mis manos fueron a su cabello mientras él mordisqueaba juguetonamente mi labio inferior, necesitaba más, quería más y se lo dejé saber cuando lo acerqué más a mí y yo quedé apretada firmemente entre el auto y su delicioso cuerpo.

La noción del tiempo se evaporó totalmente a nuestro alrededor, nos toquetéamos y nos devoramos con los labios sin jamás cansarnos, su sabor era adictivamente delicioso.

—Mierda —susurró él rompiendo el beso— necesito parar ahora — su voz era ronca y sus ojos de un azul más oscuro.

Mi boca se sentía hinchada y húmeda, al igual que otras partes de mi cuerpo.

— Fue un buen regalo —Dije como si nada, mordiendo mi labio inferior.

—Oh, descuida, tengo otros más —besó castamente mis labios —Yo puedo trabajar mucho y puedo darte un diamante si deseas, puedo darte un coche nuevo si lo quieres e incluso mas. Trabajaría demasiado para darte lo que mereces, aún así, esta noche quiero regalarte una de las cosas más valiosas en mi vida, porque sé que estará en las mejores manos, o sea en las tuyas.

Me quedé sin aliento.

—Cuando te conocí sabía que eras diferente y especial, o almenos para mi lo eras y lo sigues siendo. Antes de conocerte no estaba interesado en estar con alguien, quería vivir libre y feliz, pero desde que llegaste a mi vida quiero todo lo que tenga que ver con estar a tu lado, no puedo y tampoco deseo otra cosa que no sea estar contigo.

Se quedó en silencio mientras cerraba los ojos y decidí no interrumpirlo.

—La cagué, te hice daño y quiero que me perdones, quiero que vuelvas conmigo, a nuestra vida, a nuestra casa, a nuestro amor...

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

—El primer regalo que quiero darte es especial en mi vida, fue mi primer amigo después de que pasé por una etapa oscura, ha sido mi compañero por tantos años que me da miedo perderle, pero sé que contigo estará bien, lo sé...

Estaba por preguntar a quién se refería, pero no llegué muy lejos porque el pelinegro se alejó de mí, abrió la puerta trasera de su jeep y me dejó entrever a una pequeña bestia de pelos negros.

Mi corazón se aceleró con fuerza cuando mis ojos vieron al gato negro, sentí mi pulso martillar a mil cuando el nombre de la bestia llegó a mi débil mente: Dash.

Joder, sabía que se llamaba Dash, lo sabía. ¡Lo recordaba!

–Al principio no lo soportabas, me decías que era una asquerosa bestia que odiabas, aún así, entendiste que era especial para mí y cada día te propusiste a ganarte su cariño y lo hiciste, incluso él aprendió a quererte... Últimamente Dash no come, ni duerme y sé que es porque te extraña, lo hace —Juro que sus ojos estaban brillosos — Quiero que Dash esté contigo hasta que seas capaz de volver a mí, de volver a nosotros.

Me acerqué despacio a la pequeña bola de pelos y puse mi mano en su pelaje suave y oscuro, Dash sintió mi tacto y hay mismo ronroneo y abrió sus grandes ojos verdes. Mi corazón dolió cuando el animal me notó y enderezándose se acercó a mí ronroneando sin pausa.

—Me reconoce —Susurré y el pelinegro sonrió suavemente.

—Te conoce, lo hace. ¿Lo quieres?

Asentí sin dudarlo, yo si quería a Dash, lo quería de verdad. Iba a llevarlo a casa con Kelsy, quien en ese momento se estaba recuperando de su patita herida.

—¿No lo extrañarás? —pregunté mirándolo con suavidad.

–Sí, así como te extraño a ti, pero voy a esperar hasta que vuelvas y cuando lo hagas... Volverás con Dash, volverán ambos conmigo.

Había palabras no dichas ahí que me estaban matando.

–¿Y si no vuelvo? —Tenía que preguntárselo y lo hice.

Ian no dejó de verme.

—Si no vuelves, estarás firmando mi sentencia.

—No puedes depender de mí, Ian...

—Lo sé, cielo, lo sé.

Él se veía tan triste que no quise ponerlo peor, solo me acerqué a su persona teniendo cuidado de que Dash no escapara, y besé la mejilla del pelinegro.

—Quisiera recordar todo, lo deseo —le aseguré— No quiero olvidarte para siempre, no a ti.

Ian no dijo nada, solo trató de sonreír.

—¿Y mi otro regalo? —bromeé descaradamente y él se rió.

—Por supuesto que no podrías olvidarte de aquello, esa es mi chica.

Me reí.

Ian volvió a la puerta trasera de su jeep, lo vi comenzar a buscar algo y tras una pausa, me enfrentó de nuevo con una pequeña caja de terciopelo azul.

—Ten —me ofreció la hermosa caja — también es tuyo.

La recibí con ilusión.

—¿Que es?

—Algo que espero que logres recordar al menos un poco y si no es así, podrás buscar su significado...

Iba a abrirlo, pero él me frenó deprisa.

—No, hazlo cuando estés sola —ordenó— ábrela en la intimidad de tu habitación y cuando lo veas, trata de pensar en el significado que tiene esto para ti, para nosotros. ¿Lo harás?

Sonreí.

—Lo haré...

—Esa es mi cielo.

—¿Soy tu cielo?

—Eres todo lo azul que existe.

—¿Que significa eso?

—Paz, armonía, pureza y belleza.

El resto de la noche pasó espléndidamente, comí hasta hastiarme y no me cansé de mirar y sonreírle al pelinegro, cuando ya llegó la hora de irnos, me sentí muy ansiosa de tener que dejar a Ian de nuevo.

¿Cuándo lo volvería a ver...?

—Gracias a todos por la noche y los regalos —le sonreí a todos cuando finalmente salimos del restaurante— la pasé de maravilla.

Todos me sonrieron y me sentí nostálgica.

—¿Te vas sola? —escuché que Kenji le preguntaba a Tanía— Puedo llevarte hasta la residencia de tu universidad si quieres, yo paso por ahí y...

—Yo la llevaré, ella vino conmigo, por tal... Se va conmigo —mi hermano interrumpió a Kenji sin más y Tanía y yo solo nos pudimos mirar en silencio.

En ese momento Diego me habló algo sobre salir después y reconocernos de nuevo, quedé en ello con él, aún así, no puede hablar más porque la paciencia de Blake ya había llegado a su límite.

—Vamos, Isabella. Tengo cosas que hacer —me gruño mi hermano antes de despedirse breve y frívolamente de todos, en su despedida ignoró a Kenji totalmente.

Maleducado.

—Adiós —murmuré, antes de mirar a Ian quien había metido a Dash en la jaula y lo llevaba a la camioneta de mi hermano.

—Te veré después —Ian se acercó a mí y besó suavemente mis labios, fue algo tan rápido que me dejó con ganas de más. —Cuidate y cuida a Dash.

—¿Te veré cuándo? —pregunté en voz baja.

—Pronto.

Asentí, mientras me alejaba de él pretendiendo que no me dolía alejarme una vez más.

La canasta de Dash estaba apretada contra mi pecho, cerré los ojos cuando la camioneta se alejó del lugar y me sentí dejar un gran trozo de mi atrás.

Estaba tratando de no llorar ante el gran vacío que sentía dentro de mí, cuando de repente un mensaje llegó a mi teléfono, era un mensaje de él...

«Mentí de nuevo, no eran dos regalos, en realidad eran tres. El tercero de aquellos es mi corazón, ya lo tienes solo para ti y dispuesto a todo lo que quieras hacer con él. recíbelo y apiádate de él, apiádate de mí, cielo» Ian

Continue Reading

You'll Also Like

192K 2.7K 6
- Aceptas la apuesta? - pregunta él con su ego por los cielos. - Por supuesto que acepto, vos no te vas a echar hacia atrás? - pregunto con una ceja...
11K 2.3K 16
Nacido en un planeta que los quiere muertos.. donde la fauna es la peor de toda la galaxia y donde el mismo aire puede llegar a querer matarlo alguna...
2.6K 166 5
Una firma, dos abogados y un puesto. Stiorra es una abogada que siempre está por su lado. Si no la desafías no sabrás lo que es perder contra ella, p...
105K 17.6K 44
¿Y si es muy tarde para empezar de cero? Cuando Gia Davies se muda a Nueva York, está huyendo. Se ha dado cuenta de que su carrera no le gusta, su re...