Heed ➳ h.s (español)

بواسطة harrysmug

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Su bolígrafo no podía moverse lo suficientemente rápido para ir a la par de su corazón al verla. © reganrile... المزيد

Heed | Harry Styles.
Uno: Fragmento.
Dos: Apple Jacks.
Tres: Oración.
Cuatro: Prueba.
Cinco: Mirada.
Seis: Este.
Siete: Mercado.
Ocho: Desayuno.
Nueve: Bien.
Diez: Negocios.
Once: Cita.
Doce: Windex.
Trece: Taxi.
Catorce: Sobre.
Quince: iPhone.
Dieciséis: Patito.
Diecisiete: Yankees.
Dieciocho: Ascensor.
Diecinueve: Fresas.
Veinte: Escandaloso.
Veintiuno: Tinta.
Veintidós: Servilleta.
Veintitrés: Auto.
Veinticuatro: Borrar.
Veinticinco: Azul.
Veintiséis: Salario.
Veintisiete: Problema.
Veintiocho: Crucigrama.
Veintinueve: Todopoderoso.
Treinta: Encaje.
Treintiuno: Ducha.
Treintidós: Ignorada.
Treintitrés: CEO.
Treinticuatro: Llamadas.
Treinticinco: Confianza.
Treintiseis: John
Treintisiete: Conquistar.
Treintiocho: Acusada.
Treintinueve: Vodka.
Cuarenta: Caja.
Cuarentiuno: Oficina.
Cuarentitrés: Momento.
Cuarenticuatro: Mensajes.
Cuarenticinco: Sexting.
Cuarentiseis: Historia.
Cuarentisiete: Relax

Cuarentidós: Tragos

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بواسطة harrysmug



El sobre se sentía frío en sus manos, y a la vez intimidante al no abrirse aún. Harry gruñó algo entre dientes y posó su dedo bajo el sello pegado. Deslizó los dedos a lo largo del papel para deshacer la envoltura y frunció las cejas al leer el mensaje considerablemente largo de Chase Bank. Escaneó las palabras con los ojos y en cuestión de segundos volvió a posar el sobre sobre el escritorio.


Tenía un viaje de negocios. La directiva del Chase Bank (encontrada en el propio patio de Harry), le había invitado a representar a corporaciones JKU en una conferencia en Ohio. Harry regresó a su asiento y arrugó los labios. Eran tres días fuera para asistir a una conferencia. Él debía ir.


Sus ojos escanearon el logo en la parte inferior del documento y se lamió los labios.


Hizo el documento a un lado para observar su calendario. Hoy era lunes, lo que le daba un día para decidirse y otro para empacar sus pertenencias y seguir el plan. Pero entonces pensó si podría llevar a Charlie con él. Se detuvo inmediatamente. No debía mezclar el trabajo con el placer, tenía que recordar. Su padre es dueño de la compañía, defendió. Ella tenía citas terapéuticas a las que asistir. Gimió y se levantó de su asiento.


Abrió rápidamente la puerta de su oficina y se encontró con varias mujeres reunidas alrededor del escritorio de Erica, chillando entre ellas como una bola de roedores. Sus rostros palidecieron al verlo y en menos de un parpadeo todas desaparecieron murmurando entre sí.


Harry se aclaró la garganta y se acercó su escritorio. Los ojos se Erica se abrieron con sorpresa al mirarlo. Se removió torpemente en su asiento, intentando no recordar los gemidos que había oído. Pero resultaba increíblemente difícil con él frente a ella. Fingió ocuparse abriendo un bloc de notas y tomó un bolígrafo.


—Llama a Chase... Diles que acepto la reunión —Harry dijo severamente—, tú tendrás que venir conmigo. Tomarás notas y me ayudarás con cualquier transacción.


Erica asintió obedientemente, anotando sus palabras para recordar—. ¿Cuándo, señor Styles?


Harry detuvo su paso hacia su oficina. Ladeó los labios, pensativo, posando los ojos sobre la puerta de la oficina de Charlie, donde se escuchaban sus risas. Logró verla dirigiéndose hacia el cuarto de copias con Mason pisándole los talones mientras le contaba alguna broma. Harry se tensó como reacción, sus ojos casi escapando de sus cuencas al presenciar tal escena.


—Uhm... —Erica murmuró ante el silencio. Harry salió de su ensoñación.


—Claro —se aclaró la garganta—, la conferencia inicia el viernes por la tarde. Nos iremos por la mañana. Serás pagada como si estuvieses aquí. Gracias.


Le tomo cada onza de poder regresar a su oficina calmadamente. Azotó la puerta a sus espaldas y se mordió los nudillos. Sus pies se sintieron pesados cuando caminó hacia la ventana tras su escritorio. Nunca había meditado la idea de Charlie compartiendo con otros hombres. Estúpidamente pensó en el chico universitario que no había dejado de mirarla durante el juego de los Yankees. Se estremeció. Ninguno de ellos había tomado su virginidad, ni serían capaces de tocarla. Era suya.


Harry apretó la mandíbula y observo los taxis y autos circulando en la ciudad cincuenta pisos bajo él. El sol disparaba directamente a su oficina con las persianas abiertas y sus pupilas contrastaban con los rayos proporcionados por este. Harry se rasgó las uñas distraídamente, ahora no estaba muy seguro de dejar a Charlie sola por tres días. ¿Estaba bromeando? Ella no era una cualquiera. Charlie no se aprovecharía de Harry.


Regresó a su escritorio y suspiró pesadamente. Apenas iban a ser las nueve y media, Charlie había dejado su oficina hace apenas media hora, cuando lo había montado y se había conectado con él íntimamente. Harry se mordió el labio al recordar. Nunca había celebrado tener su virginidad tanto hasta ese momento. Lo que ellos habían compartido esa noche era algo que Charlie recordaría constantemente cada vez que viera otro hombre.


Harry se sentía un poco engreído. Sonrió pomposamente para sí mismo. Ahora, todo lo que tenía que hacer era esperar el almuerzo para estar con ella de nuevo.


***


—Sin pedazos de queso —Charlie gimió al descubrir los ingredientes de su hamburguesa.


Charlie se inclinó sobre la mesa para ver qué le molestaba. Charlie miró su comida con asco y contuvo la respiración al sacar los pequeños pedazos circulares del queso. Harry rió roncamente de su acción y sorbió de su refresco. Charlie se ondeó el cabello sobre el hombro antes de morder su hamburguesa.


—Recibí una carta del Chase Bank —Harry depositó una papa frita descuidadamente en su boca. Charlie abrió los ojos mientras masticaba su hamburguesa, y esbozó una amplia sonrisa ante sus noticias.


—¿Y? —tarareó con la boca llena de comida.


—Harán una conferencia de tres días este fin de semana, e iré.


Charlie estaba en todo el derecho de alegrarse por él. Bajó su hamburguesa y usó una servilleta para limpiarse los dedos. Harry la observó incómodamente, esperando revelar las noticias que no le alegrarían tanto. Se llevó el refresco a la boca de nuevo, mordiendo la pajilla distraídamente. Charlie cruzó las piernas sobre su asiento y apoyó los codos en la mesa.


—¿A dónde iremos? —arqueó las cejas.


Harry tragó duro y negó con la cabeza—. Tú debes quedarte.


Charlie masticó lentamente mientras lo miraba. No estaba segura sobre si Harry hablaba en serio, o si solo lo hacía para cabrearla. Entornó los ojos y los dirigió a la distancia. Su servilleta se movió lentamente entre sus dedos y retornó la vista a Harry. Él la miró inseguro, sin disfrutar su silencio.


—No puedes ir solo.


—No estaré solo. Erica vendrá conmigo —Harry replicó tranquilamente.


Charlie frunció los labios y juntó las cejas, intentando asimilar lo que había escuchado salir de su boca. Harry hizo lo mismo, ampliando los ojos ante lo que había dicho.


—No quise decirlo de ese modo...


—¿Por qué coño ella irá contigo? Yo quiero ir contigo —Charlie exasperó furiosamente.


Ella no quería admitirlo, pero su mente había estado jugando con ella últimamente. Visiones de Erica y Harry estando juntos a sus espaldas la atormentaban. Charlie no tenía experiencia en el sexo, y solo sabía que Erica bien podía ser una prostituta adicta al sadomasoquismo detrás de sus desaliñados atuendos de trabajo. El rostro de Charlie se tornó rojo ante sus pensamientos, y el Harry por su elección de palabras.


—Tú no puedes venir conmigo —exhaló. Harry ojeó las personas que los miraban, y empezó a respirar pesadamente gracias a la atención—. Tienes sesiones de terapia obligatorias.


Charlie parpadeó ante su afirmación—. Ella planeó esto. ¡Esa perra planeó todo!


—Charl-


—No. No permitiré esto, Harry. ¿Cómo es que no puedes unir las piezas? ¿No te graduaste de la secundaria cuando tenías nueve o algo así? Ella está conspirando en mi contra para que no me creas. ¡Me hizo volver a terapia para hacerme parecer inestable!


Charlie estaba hablando rápidamente, su apetito había desaparecido cuando se percató de la clase de mujer trabajando en su oficina. Harry simplemente la miró mudo. No quería escuchar todo eso, demonios, Harry ni siquiera quería pensar que podía ser verdad. Erica se había desenvuelto excepcionalmente toda la semana. Ninguna de sus reuniones había sido reprogramada, así como ninguno de sus mensajes se había desviado antes de llegar a él.


¿Podía estar cegado por su apariencia inofensiva? Nunca había conocido a nadie tan maligna y convincente antes. ¿Esas personas no aparecían solo en novelas de ficción? Harry se halló creyéndole a Charlie antes de desviarse de su idea. No había pruebas contra Erica. Harry quería permanecer neutral en todo el asunto.


—¿Qué planeó, Charlie? —igualó su tono.


—Estar sola contigo y a un avión lejos de mí.


Harry se sorprendió cuando rodó los ojos—. ¿Piensas tan poco de mí para creer que te engañaría con ella?


—Engañar a las personas para obtener lo que quieren. Pasé cinco años viviendo así y sé cómo funciona —Charlie siseó.


Harry observó a la mujer alterada frente a él. Nunca había presenciado este lado de Charlie hasta ahora. Estaba obsesionada. Pensó en porqué no había tenido muchos novios antes de él. (ninguno, en realidad). Se detuvo. Charlie era una mujer inteligente. Ella solo estaba teniendo un momento. Harry había actuado igual.


¿Qué pasó con eso de que eran polos opuestos?


—Nunca te engañaría —Harry habló quedito.


Se acercó a ella y tomó su mano sobre la mesa. Ella permaneció callada. No quería sonrojarse, pero era inútil ante su gesto romántico. ¿Cómo es que Harry podía hacer un almuerzo tan romántico? No lo sabía, pero lo había hecho.


—¿Y tú? —Harry arqueó una ceja.


—Por supuesto que no —escupió. Le tomó un momento entender su pregunta—. Mason —adivinó.


Harry se mordió el labio—. No te estoy dejando simplemente sola por tres días. Estoy dejándote con él y todos los hombres de Nueva York. Creo que tú llevas ventaja en esto, nena.


Charlie puso los ojos en blanco y alejó su mano. Tomó su hamburguesa y la mordió obstinadamente. Harry se relajó en la silla cuando ambos pudieron dejar el tema. Estaba dispuesto a considerar las palabras de Charlie. Tendría cuidado con Erica esos días, y se aseguraría que solo estuvieran juntos en lugares públicos.


—No lo pensé —Charlie confesó—, lo siento.


Harry suspiró con alivio—. Bien. Dame tus sobras.


Charlie recogió la servilleta con las sobras y se la pasó. Para ser un lunes por la mediodía, su día había transcurrido rápido. Charlie no tenía que trabajar mañana, así que había planeado una salida con Mason. Necesitaba convertirlo en su amigo antes de asistir a la oficina de John. Era una mujer competitiva y necesitaba cumplir su tarea.


—Entonces.... Sobre lo de hoy —ambos hablaron al unitono.


—Tú primero —Harry sonrió.


—Mason y yo saldremos... como amigos, solo amigos! —Charlie habló rápido—, Es una salida amistosa —repitió.


El corazón de Harry cayó desbocado ante su noticia. Iba a a decirle que fuera a su apartamento para intentar hacer lasaña por segunda vez. Se mordió el labio y forzó una sonrisa. Si Charlie iba a tolerar que él se fuera con una mujer que detestaba por tres días, Harry podía dejar pasar una noche con un hombre atractivo que no significaba gran riesgo para él.


—¿Existe alguna razón por la que lo hayas escogido como amigo? —Harry inquirió, cambiando el tono de voz a pesar de no quererlo hacer.


—¿Qué? —Charlie rió—. Estamos juntos en la misma oficina ocho horas al día.


Harry se tensó. El mismo hecho había hecho surgir su relación. Ahora se sentía inseguro. ¿Cómo pudo dejar que un hombre trabajara con Charlie? Nunca creyó ser celoso, pero esta conversación estaba liberando a la bestia (y no era hulk)


Se llevó la última papita frita a la boca antes de meditar una respuesta observando su reloj. Aún tenían 15 minutos para volver al trabajo.


—Sí tú confías en mí... Yo también.


**


Charlie


Charlie fue saludada por la amplia sonrisa de Mason desde una silla del bar. Le había enviado a Harry un mensaje de consuelo diciéndole a dónde iría, pero sabía que probablemente estuviera volviéndose loco en su casa. La iluminación era un poco tenue y había un ligero olor a cigarro circulando por el aire. Acomodó su ajustado vestido negro al dirigirse hacia él, y le devolvió la sonrisa. Besó su mejilla de manera amigable antes de sentarse en el taburete a su lado. Comprobó su apariencia, juntando sus labios al observar su camisa planchada y pantalones.


Harry se vería muy caliente en uno de esos.


—Hola —Mason saludó.


—Jesús. Tú sí que sabes hacer a una chica feliz —Charlie bromeó, ampliando los ojos al ver el gran servicio de nachos cerca de su brazo. Mason se encogió de hombros y tomó uno, metiéndoselo a la boca para detener que el queso derretido llegara hasta su ropa.


Ella cruzó las piernas y apoyó un codo sobre la barra, encarando a su cita antes de tomar un nacho. La música estaba un poco alta, y había muchos adolescentes bailando cerca de la esquina donde las luces de colores alumbraban. Charlie se sentía un poco fuera de lugar, el alcohol la llamaba, pero su mente le impedía acudir a su llamado.


—Te ves hermosa —Mason cortejó.


Charlie frunció los labios hacia arriba—. Gracias. Tú no te ves tan mal.


Mason rodó los ojos con diversión. Buscó al bartender y extendió la mano para llamar su atención. El hombre de más o menos cuarenta y con el pelo recogido en una cola de caballo. Charlie fingió tener arcadas mentalmente ante su atuendo. ¿Qué hombre de cuarenta años se atreve a usar una camiseta hípster? Mason se inclinó sobre la barra para que el hombre lo escuchara.


—Cuatro chupitos de tequila y un limón.


Charlie abrió los ojos como platos—. Oh, no, no, no. No tomo. No puedo.


El bartender no escuchó a Charlie mientras tiraba de la camiseta de Mason. Él la miró con inseguridad antes de acercársele para decir algo. Ella comenzó a respirar pesadamente y su corazón martilleó sin razón.


—Relájate, Char. Luces como alguien que sabe pasarla bien.


—No me digas Char —escupió—, y lo sé, es solo qu-


—¡Somos amigos ahora! Dame algo de crédito —se defendió, mientras en bartender servía el líquido en un vaso.


La respiración de Charlie se cortó ante la escena, y sus ojos observaron cautelosamente como servía los tragos. Mason tomó dos y los deslizó hacia ella con un asentimiento de cabeza. Charlie se mordió el labio en contemplación. Estaba en un bar. Charlie se regañó. Tal vez sí necesito relajarme, pensó.


—A la mierda —resopló.


Tomó el vaso y lo deslizó por su garganta rápidamente. Sus labios se fruncieron ante el sabor. La sensación encendió algo en su interior, y una sonrisa diabólica se asentó en sus labios cuando le dio paso al licor para asentarse en su estómago. Mason pareció impresionado y tomó sus chupitos luego.


—No es tu primera vez, ¿o sí? —siseó.


Charlie negó con la cabeza—. Sé cuáles son mis chupitos, Mason. Ten cuidado.


Mason se rió de sus palabras—. Te creo. Digo, tengo un montón de dinero para gastar esta noche. Escojamos tragos mutuamente y adivinemos qué son y cómo saben.


Los labios de Charlie se curvaron involuntariamente ante su propuesta. El tequila todavía la quemaba como una hermosa llama en su garganta, y sus ojos escanearon la variedad de tragos tras el mostrador. Mason era un tonto, pensó. Charlie podría mencionar cada una de las bebidas y sus componentes en un pestañeo.


—¿Tú pagas? —cuestionó.


—Sí Charlie. Yo pago todo.


—Tienes trabajo mañana, idiota —Charlie le recordó. Mason rió ante su preocupación con una sacudida de cabeza.


—Siempre puedo llamar enfermo.


Charlie no pudo evitar sonreír ante su actitud para con el trabajo. Hace solo dos años, Charlie pensaba igual que Mason. Charlie quería rememorar como solía ser, solo por hoy. Eso no se sentiría tan horrible.


—Estoy dentro.


Justo en ese momento, su teléfono timbró, pero la música estaba demasiado alta como para que Charlie escuchase. Diez minutos después, volvió a sonar, y varios mensajes empezaron a apilarse en menos de una hora. Pasaron otros treinta minutos, y los tragos eran tomados como si fuesen agua.


Charlie apenas empezaba. Su teléfono permaneció inatendido dentro de su bolso mientras continuó. Dos horas enteras pasaron hasta que Charlie buscó su teléfono para comprobar la hora. Un grupo de universitarios se habían unido a su charada de tragos y Charlie conocía cada uno de los retos. Parpadeó varias veces para enfocarse en los mensajes. Su cerebro apenas podía procesar lo que leía. Demonios, Charlie apenas podía mantener la cabeza en algo por más de dos segundos.


No leyó los mensajes, pero posó su pulgar sobre el botón para responder en un acto milagroso.


En respuesta a: Patito.


Mensaje: es viernes, calma, papá.


**


Harry


-


Para: Charlie // 10:50 de la noche.


Mensaje: ¿estás en un bar? ¿estás segura de lo que haces?


--


Para: Charlie // 11:16 pm.


Mnesaje: Me gustaría recibir una respuesta. No me siento cómodo con su elección de lugares para pasar el rato. Especialmente contigo.


--


Para: Charlie // 11:37pm


Mensaje: Contéstame.


--


Para: Charlie // 11:49pm


Mensaje: Estoy empezando a preocuparme. Por favor, contéstame.


--


Para: Charlie // 12:19pm


Mensaje: Si no estás en cada para esta hora, iré a buscarte.


--


Harry tenía la mandíbula tensa al enviar el último mensaje. No aceptaría el título como sobreprotector. Pero, si alguien tenía historia con la bebida como Charlie, a Harry le gustaría pensar que su estilo de protección estaba justificado. Su pie tamborileó cada minuto que pasó sin respuesta y su televisión solo permanecía encendida sin ser visa.


Todo lo que podía pensar era en lo preocupado que estaba. Ninguno de los dos sabía mucho sobre Mason. Por todo lo que él sabía, Mason hasta podría ser un violador. Su piel picó ante el pensamiento y cerró los ojos para calmarse. Los abrió cuando su teléfono vibró sobre su mesa de café. No vaciló en tomarlo y leer el mensaje.


De: Charlie.


Sin asunto.


Mensaje:


Es viernes, calma, papá.


Harry se levantó del sofá y corrió para ponerse los zapatos. Eran las doce y cuarenta, y Harry se apresuró hacia el ascensor. Charlie tomando era algo que no debería pasar, pero ahora ella estaba haciéndolo sin él acompañándola. Harry presionó los botones del elevador impacientemente.


Los empleados del lobby se sorprendieron al verlo salir del ascensor. Ni siquiera los miró como solía hacer, pues su mente estaba solamente concentrada en llegar al bar lo más rápido posible. Empujó las puertas apresuradamente, y trotó los tres bloques hasta el bar. La música retumbaba y Harry estuvo ligeramente sorprendido. Era inusual tanto alboroto un lunes por la noche (o martes). No pensó dos veces antes de adentrarse en el lugar. Sus ojos lucían un poco salvajes cuando intentó encontrarla.

Tiró de alguien, pero la mujer no era quién esperó. Gruñó para sus adentros y caminó de un lado a otro. Cuerpos ebrios danzaban cerca de las luces brillantes, y sus ojos se enarcaron para ver si Charlie estaba allí. Empezaba a entrar en pánico al no encontrarla. Se dio la vuelta, decidiendo buscar a Mason. 

Solo podían a ver tantos idiotas castaños en el bar esa noche que se parecieran a él. Al no tener suerte, Harry volvió a enfadarse. Tiró de todo el mundo para ver sus rostros, hirviendo de rabia cuando ninguna era la mujer que amaba. No fue hasta que escuchó un gritó alrededor de un grupo de personas. 

—Basta —ella gritó—. No te quiero. 

Charlie. Harry se apresuró entre los cuerpos danzantes para llegar a la esquina. Casi vomitó al ver. Charlie luchaba por soltarse del agarre de alguien , se notaba su ebriedad en sus movimientos torpes. Lo que sorprendió a Harry, sin embargo, fue lo que vio antes de poder intervenir. 

—¡Dije que saques tus malditas manos de mí! —Charlie arrastró las palabras con fuerza, golpeando al hombre en la cara. 

Su cuerpo se desplomó en el suelo y todas las personas se quedaron calladas. Mason apareció de repente, abriendo los ojos como platos. El grupo de gente empezó a vitorear abruptamente, pero cuando los ojos de Harry se posaron en Charlie, la rubia claramente apenas podía mantenerse en pie. Lágrimas se deslizaban por sus mejillas mientras se sostenía de la mesa. Harry caminó al centro del grupo, sosteniendo a su novia suavemente. Ella gimió con disconformidad, probablemente sin reconocerlo hasta que se relajó en su agarre. 

—¿Señor Styles? —Mason dijo, boquiabierto. 

—Sí —dijo bruscamente—, ve a tu maldita casa y deja a mi novia en paz. 

Harry no esperó por su respuesta y guió a Charlie hasta la salida principal. La rubia jadeaba por aire, reteniendo su vómito entre hipos mientras se formaba en su garganta. Sus ojos se posaron sobre la persona que la sostenía. Creyó que su mente estaba engañándola al ver a Harry. Comenzó a llorar en su pecho en cuánto llegaron al pavimento. 

Harry la tomó con fuerza antes que pudiese colapsar sobre la acera. Charlie gimoteó un par de veces, empujándolo con esfuerzo hasta que lograron llegar hasta la esquina de la calle. Tambaleo hasta el callejón antes de que sus tragos abandonaran su cuerpo en forma de vómito. Harry suspiró, apartandole el pelo de la cara e intentando mantenerla fuera de la vista de los peatones. Era ilegal en Nueva York comportarse de ese modo en las calles. La ebriedad no contribuiría demasiado en el caso de Charlie. 

—¿Estás bien, nena? —Harry arrulló, frotando su palma sobre su espalda.

—Lo lamento —masculló entre lágrimas —, sigo arruinándolo todo.

Harry miró alrededor, no había demasiada gente de camino a su apartamento. Exhaló profundamente antes de cargarla estilo matrimonial. Sus débiles manos tomaron su camisa para estabilizarse y Harry besó su frente mientras caminó. Charlie apenas podía registrar lo que sucedía. El lapso de tiempo en su cabeza era inestable, casi había olvidado que estaba siendo cargada cuando se acercaron al lobby.

—No me dejes aquí —Charlie suplicó en su pecho. Tenía los ojos cerrados para evitar las brillantes luces de la recepción. Harry llamó el elevador, sin atreverse a mirar al recepcionista ni el guardia.

—Estamos en mi casa —Harry le dijo suavemente.

Harry la cargó hasta que llegaron a su apartamento. La bajó delicadamente para buscar sus llaves y la miró cuando gimió de dolor con la espalda apoyada contra la pared, mientras esperaba que Harry abriese la puerta. Él tomó su mano y la guió dentro, teniendo cuidado con cada zancada que dio. La dejó caer en su cama, quitarse los zapatos y tomar un cepillo de dientes y un vaso de agua del baño.

Charlie se obligó a sentarse y tanteó nauseabundamente la cremallera de su vestido, pero estaba demasiado débil para encontrarlo. Harry regresó, posando el vaso en la mesa de noche y extendiendo su mano.

—Por favor, quítame el vestido —pidió ella.

Harry soltó un profundo suspiro y posó el cepillo de dientes sobre el vaso. Charlie se sostuvo de él mientras los dedos de Harry rozaron su espalda al bajar la cremallera. Charlie sonrió contenta y Harry le ayudó a salir del ajustado atuendo.

Él actuó rápido y se quitó su camiseta negra para posarla sobre su cabeza. La prenda negra se ajustaba orgullosamente sobre sus senos, y caía libremente sobre sus muslos. Charlie sonrió perezosamente y volvió a desplomarse en la cama. Tarareó y se lavó los dientes, limpiando su boca con el vaso de agua. Harry se acuclilló y la observó cerca.

—Necesitas una siesta muy larga.

—Entonces no será una siesta —Charlie replicó.

Harry rió como respuesta —. Supongo que no. Ve a dormir.

Charlie se enterró entre las almohadas y cerró los ojos mientras tarareaba contra el colchón. Harry caminó hasta el otro lado, apagando la luz y quitando las sábanas. Entró en la cama y apartó el cobertor de su lado para dárselo a Charlie. La rubia no pareció notarlo por su respiración calmada y ojos cerrados. Harry supuso que estaba dormida hasta que habló.

—Siempre estás ahí para mí, Harry. Te amo muchísimo —bostezó.

Harry se congeló ante sus palabras, sonriendo como nunca lo había hecho. Podía ver su figura a través de la oscuridad y se inclinó para dejar un pequeño beso sobre su hombro bronceado. Charlie tarareó dulcemente ante el gesto.

—Yo también te amo.

*

ÉL LE ACABA DE DECIR TE AMOOO

AAAAAAA AAAAAAHHHHH


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