Zootopia: The New Wild City...

By Bassilix

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Una nueva y terrible droga ha aparecido. Nick y Judy se ven envueltos en un nuevo caso, pero esta vez las cos... More

El Nuevo Aliado
HISTERIA
La Tercera Regla
Por El Bien de Los Dos
Hay Algo Extraño
La Cita
Presagios
¿Donde Está Wilde?
Caiga Quien Caiga
Por Un Descuido
Secuestrada
Todos Somos Iguales
Permíteme Traicionar Tu Confianza
Presa y Depredador
Motivos
Te Puso en Mi Camino
Un Día Tranquilo
En Medio de Todo... Estás Tú
Bienvenidos a Wild City
El Kamikaze de WCPD
No Estaba Equivocado
Como Humanos
Ghost
Nota
Sentido del Olfato
Así es Wild City
Autopsia
Advertencia
Un Mal Presentimiento
Despair
Bestia
Sospecha
Malas Noticias
Información Clasificada
Ojos Rojos (1era Parte)
Ojos Rojos (2da Parte)
¿Enemigo?
Un Paseo por El Infierno
Aquel que Solías Ser
Un Valioso Consejo
Enfrentamiento (1era Parte)
Desaparecida. Nota de la autora
Aviso de una Gata desaparecida 😿😿😿
Enfrentamiento (2da Parte) (NO ESTABA MUERTA, ESTABA DE PARRANDA!)
Enfrentamiento (3ra Parte)
Enfrentamiento (4ta parte) (Lo prometo, ya casi termina :'v)
Enfrentamiento (Parte Final)
La Calma Tras La Tormenta
Epílogo
Capítulo Adicional

Ojos Rojos (3era Parte)

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By Bassilix

Lo prometido es deuda y Bass siempre paga sus deudas :v

Las mejores historias de amor siempre tienen un triste y trágico final...

Pasaron dos meses y la feliz pareja apenas estaban regresando de su luna de miel. Los dos gozaban de la compañía del otro, todo estaba bien, siempre los matrimonios empiezan así.

Roger se había convertido en alguien totalmente nuevo, nada que ver con el severo y amargado profesor universitario y todo se lo debía a esa pequeña y peculiar ex-alumna. Todas las mañana despertaba antes que ella sólo para poder contemplarla mientras dormía; aún así era preciosa, aún así era divina, parecía un ángel, durmiendo entre las blancas sábanas de su cama y justo cuando ella notaba su mirada abría sus bellísimos ojos para atraparlo en el acto, el chico se ruborizaba y esquivaba la mirada, sólo para que ella se riera.

Esa era su parte favorita de las mañanas.

Luego de asearse ambos se sentaban a desayunar, entre risas y conversaciones amenas para empezar el día.

Estando de vacaciones ambos habían decidido que sería un buen día para salir a pasear por la ciudad, el cielo estaba despejado y el sol brillaba con intensidad.

Los esposos pasaron un rato muy agradable, desde largas caminatas por el parque, hasta sólo sentarse a ver la vida pasar.

- Es un poco pronto, no crees?- esbozó nervioso el conejo, ella sonrió.

- Por que no? Sólo imagina lo hermosos que serían! Uno tendría tendría tu pelaje y mis ojos, la hembra tendría unos preciosos ojos azules y el pelaje blanco! Incluso uno de ellos podría tener manchitas blancas y cafés en su pelaje! Los llamaré Choco, Vanilla y Twin Jajaja. Todos serían tan hermosos.

- Ok. Luego decidiremos mejores nombres y yo... no dudo eso, querida, pero... primero deberíamos esperar a que termines la universidad y en el apartamento no podríamos... Bueno, es un poco pequeño. Y nuestros trabajos nos quitarían mucho tiempo y yo quisiera poder ver crecer a mis hijos todos los días no sólo navidades y cumpleaños! Además... esta ciudad no...- Thania hizo una mueca de desaprobación con la boca y se tocó el vientre con tristeza.

- Parece que papá no los quiere, pequeños. Qué vamos a hacer ahora?- Roger se atragantó con lo que estaba comiendo y miró con espanto a la chica.

- Thania!!! N-no me digas que t-tu...- ella lo miró apenada y luego soltó una carcajada sonora haciendo que el conejo lanzara un suspiro, amargado pero también de alivio.

- Jajaja! No, no, amor...- luego se calmó y bajó las orejas- todavía no...- dijo apoyando su cabeza sobre el hombro de su esposo- yo también quiero tener todo el tiempo del mundo para mis bebés...

- Dios! Me vas a matar de angustia, coneja idiota!!!- le dijo apretando a su esposa y haciéndola reír.

Pero pronto ella se quedó en silencio y alzó las orejas atenta al llanto de alguien.

- Thania?- la coneja ignoró a su esposo y se puso de pie sólo escuchando el llanto de la criatura- Thania, qué pasa?

Sin mediar palabra la coneja salió corriendo hacia un poco lejos para encontrarse con un pequeño osezno extraviado. La pareja se acercó a él.

- Hola, amiguito- le dijo ella con una sonrisa- qué tienes?

- No consigo a mi mami- dijo la cría todavía desconsolado.

- Aww y donde la perdiste?- el chiquillo negó con la cabeza.

- Thania, podemos dejarlo en la jefatura para que lo notifiquen.

- Está muy lejos. Su madre debe estar cerca- replicó ella mirando hacia todas partes. Después tomó al pequeño de la mano- no te preocupes, cielo. Te ayudaremos a encontrar a tu mami, bien?- el osito la miró más tranquilo y asintió- como te llamas, osito?

- Freddy... (XD no me juzguen!)

- Freddy! Que lindo nombre! Muy bien, osito Freddy, yo me llamo Thania y ese feo de allí se llama Roger.

- Oye!

- Te ayudaremos a encontrar a tu mamá, ok?- el niño asintió nuevamente, ella se acercó a su marido y le dio un beso suave en los labios- puedes comprarle un helado, mi feo hermoso?

- Eso es totalmente una contradicción- rió él sacando dinero de su cartera, ella encogió los hombros.

- Soy policía, no literata. Te amo.

- Yo a ti- esbozó el conejo y salió a hacer la diligencia que le había pedido su pareja.

Unos minutos después, él se acercó hacia ella con el helado del pequeño, cuando vio que este se despedía de ella tomado de la mano de una inmensa mujer osa, quien le sonreía amablemente agradeciéndole. Roger aproximó antes que ellos se alejaran y le entregó el regalo al niño.

- Muchísimas gracias- esbozó la mujer con lágrimas en los ojos- estaba un momento en la tienda y cuando me volví a ver, mi bebé se había alejado. Juro que no volveré a dejar de vigilarlo- dijo abrazando al osezno- esta no es una ciudad para que una criaturita esté sola por ahí. De verdad, muchas gracias, conejitos.

- No hay problema, señora. Como policías es un deber y ayudar es un placer. Ese es mi lema- respondió Thania con una cándida sonrisa, luego se dirigió al pequeño- y tú, osito Freddy, no debes alejarte de tu mamá, es muy peligroso- la chica le sonrió al niño chocando nos cincos con él y éste le dio un fuerte abrazo. Uno muy fuerte para una pequeña coneja.

- Gracias, señora coneja policía!

Después los dos depredadores se alejaron dejando solos a la pareja de conejos.

- Sí sabes que sólo con el olfato esa osa podría haber encontrado a su cría, verdad?- mencionó Roger, ella lo tomó de las manos y lo miró fijamente.

- Así es. Pero pudiste ver la sonrisa de ese bebé al encontrar a su madre? No es esa suficiente recompensa?- él sonrió.

- Supongo que lo es...- dijo y le dio un beso.

- Uno no ayuda porque tiene la oportunidad de ganar algo a cambio, amor. Uno desea poder hacer algo si está a su alcance hacerlo, incluso si ese favor no es retribuido o agradecido, lo que importa es saber que pudiste hacer algo...

- Dios, eres un ángel...

Después de eso ambos conejos se fueron hacia el bulevar para almorzar algo, ya casi eran las 3:00pm.

Roger estaba sentado en la mesa esperando a que su adorada esposa se acercara con las bebidas. Alzó la mirada y efectivamente ella caminaba hacia él. Lucía tan hermosa con su vestido de tarde rosado pálido y su largo y ondulado cabello blanco que bailaba con el viento, la sonrisa que desbordaba ternura y amabilidad y sus preciosos ojos rojos que parecían iluminar todo su rostro. La amaba, la amaba como nunca había amado a nadie, le hacía feliz y él quería tener la oportunidad para retribuirle todo lo que ella le había dado.

Pero...

Bastó sólo un segundo para cambiarlo todo. Un segundo y una fuerte explosión para destruirlo todo. Los ojos de Roger se llenaron de espanto al escuchar el silbido atroz de un proyectil lanzado a lo lejos.

Una enorme explosión arrasó con todo. Los animales aterrados empezaron a correr sin ningún sentido, sólo buscando resguardarse del ataque. Roger cayó al suelo y se sintió débil se miró el cuerpo manchado de sangre, con heridas leves pero numerosas de los vidrios de las vitrinas rotas, miró confundido hacia todas partes con un único pensamiento en su cabeza.

"¿Donde está Thania?"

Roger se levantó torpemente del suelo esquivando a los animales más grandes que él, quienes huían despavoridos del pánico. Mareado, adolorido, confundido angustiado, sus ojos lentamente se cerraban buscando desmayarse pero él tenía que sacar fuerzas de la nada, tenía que saber que su esposa estaba bien.

Finalmente la encontró. Un pequeño bulto blanco tirado en el suelo no muy lejos de allí. Roger gateó hasta donde estaba ella pero antes de acercarse vio como uno de los enormes depredadores pateó sin piedad el pequeño cuerpo de la coneja. Quitó al estorbo en su camino para seguir huyendo. El conejo esquivó a los que escapaban del peligro y se aproximó a ella pero otro más hizo lo mismo y otro y otro y otro, el cuerpo de Thania empezaba a hacerse pedazos por el barullo frenético de los animales, no les importaba nada, ella podría seguir viva, pero eso no interesaba, para ellos era sólo un bulto de carne muerta que les impedía el paso.

Luego de mucho intentarlo Roger logró llegar a su esposa, la tomó entre sus brazos y sonrió al tenerla de nuevo con él. Pero cuando finalmente pudo mirar sus hermosos ojos rojos su llanto se convirtió en un grito de terror.

La hermosa sonrisa de su esposa era ahora la peor expresión de miedo y desesperación que habría visto en su vida. El color carmesí de sus ojos bien abiertos estaban esparcidos en su cara con los labios entre abiertos y rotos, su cabello y orejas blancos y sedosos ahora eran una maraña tiesa y pegajosa de sangre, su cuerpo y sus órganos estaban destrozados.

Nunca imaginó que podría ver a su esposa convertido en eso, esa mirada de terror, de pánico... nunca pensó que podría verla de esa manera.

- AYUDA!!! POR FAVOR!!! ALGUIEN QUE NOS AYUDE!!!- empezó a gritar desesperado intentando salvar una causa perdida.

Thania estaba muerta, pero él se negaba a aceptarlo.

- POR FAVOR! TODAVÍA ESTÁ VIVA!!!! ELLA TODAVÍA RESPIRA!!!! ALGUIEN QUE LA SALVE!!!! SE LOS SUPLICO... por favor...

Pero... ¿Qué eran los gritos de ayuda de un pequeño conejo frente a los violentos rugidos de terror de los enormes depredadores? Nada. El sonido de un mosquito sonaría más fuerte dentro de una habitación vacía.

Roger no podía entenderlo.

Ellos eran grandes, eran enormes e imponentes, fácilmente los podrían haber cargado hasta un lugar seguro, entonces, ¿por qué sólo se les quedaban viendo como si fueran un espectáculo deprimente y seguían su camino? ¿por qué no escuchaban sus gritos aunque él se desgarrara la garganta suplicando ayuda? ¿por qué si de ser ella, se habría detenido a ayudar aunque fuera mucho más pequeña, los habría ayudado sin pensarlo dos veces...? ¿por qué eran tan egoístas?

Roger siguió gritando hasta quedarse sin voz, bañado en lágrimas sin importarle un comino sus propias heridas, sólo quería ser escuchado. ¿Pero quien podría escucharlo? De pronto sintió un trozo de concreto caer sobre su cabeza dejándolo completamente inconsciente.

Quizás pasaron días o sólo horas, pero sólo supo que al volver a abrir los ojos se encontraba en una habitación blanca e Iluminada; ya no habían gritos, ya no se escuchaba desesperación, sólo el sordo zumbido de las lámparas fluorescentes. Roger se miró vendado casi todo su cuerpo, estaba sedado por completo pero poco a poco recuperaba la consciencia.

- Está despertando...- escuchó decir a alguien cerca de él.

- Señor Bounce. Puede verme?- de pronto una luz se aproximó a su rostro- tiene deterioro en la retina pero responde al estímulo- esbozó el doctor al examinarlo. Tomó una de las orejas del chico y éste la sacudió- puede escucharme?- preguntó el tigre, él asintió.

- Sí...-respondió el paciente con voz ronca y tranquila, el doctor sonrió.

- Sabe como se llama?

- R-Roger... Ismael Bounce... tengo 26 años... Vivo en Wild City...

- Sabe qué día es hoy?- preguntó nuevamente el doctor, Roger no lo escuchó- señor Bounce- el conejo lo miró fijamente- sabe qué día y fecha es hoy?

- S-si no me equivoco... hoy es sábado 19 de julio del 2014.

- Ya es domingo, señor Bounce. Sábado fue ayer.

- Ah...

- Sabe donde está y por qué está aquí?

- Estaba en el bulevar c-con mi...- de pronto el conejo tuvo un flashback con todo lo que había pasado, la cara de su amada en ese momento lo hizo llenarse de espanto y empezó a gritar- Thania... THANIA!!! Donde está mi esposa?! Donde está Thania?! Está bien, verdad???- violentamente el conejo empezó a actuar de manera errática, saltó de la cama arrancándose la intravenosa y abriéndose una grave herida en su mano sólo gritando desesperado el nombre de su pareja.

- Está muerta!- exclamó el médico depredador intentando que se calmara- lo siento, señor Bounce. Cuando llegaron aquí ya había fallecido...

- Qué?- el conejo parecía en estado de shock.

- Luego del ataque en contra del WCPD, empezaron a llegar los paramédicos. Se levantaron muchísimos cadáveres y heridos pero cuando los encontramos a usted y a su pareja, ella tenía al menos tres horas muerta. No se pudo hacer nada- lentamente las fuerzas del conejo menguaron hasta desaparecer, tenía los ojos fijos en un punto, no podía creerlo. Todo, en pocos minutos, en cuestión de segundos, todo había desaparecido. Se había convertido en un maleable muñeco de trapo, no hablaba, no parpadeaba, sólo se mantuvo mirando al infinito con una expresión de asombro estoico, así se quedó. El tigre lo alzó con presteza para volverlo a su lugar y la enfermera se encargó de suturar y curar la herida en su mano.

Roger estaba totalmente enajenado, no se encontraba allí, ese era sólo un cuerpo sin vida, o al menos eso quería hacerse creer, ni siquiera podía mantenerse erguido, no podía hablar, ni cerrar los ojos, realmente se había convertido en un títere de carne; respiraba, su corazón seguía latiendo, pero su mente no estaba allí, tampoco su alma... Algo dentro de él se había roto... algo muy profundo en su cabeza...

El conejo estuvo en estado vegetal por al menos dos meses, no comía, no bebía, no dormía, estaba sentado sobre la cama siempre con la mirada extraviada. Todavía no podía creerlo.

Fue un tiempo de calidad entre él y su inconsciente, él sumergido en lo más oscuro y recóndito de sus pensamientos. Preguntándose por qué lo había perdido todo.

¿Por qué no fue él?
¿Por qué nadie pudo hacer nada, si ella lo hubiera hecho todo?
¿De quien era la culpa?
¿De ella por haberlo dado todo sin esperar nada a cambio?
¿Suya por no haberla protegido lo suficiente?

Quizás pudiera haber sobrevivido... si tan sólo esos desgraciados no hubieran jugado fútbol con su frágil cuerpo.

"Los depredadores no son malos... pero esta ciudad sí"

Depredadores...

"Su cuerpo es frágil..."

Tú lo sabías, ¿verdad, Roseline?

"¿Qué queda para dos pequeños conejos entonces?"

Depredadores...

"Esos... que han mancillado el nombre de esta hermosa ciudad..."

Ellos también son depredadores...

Los depredadores... son fuertes y ruidosos...

Los depredadores... son cobardes y egoístas...

Los depredadores...

Depredadores...

- De... predadores...- esbozó al fin luego de mucho tiempo el muñeco de trapo sobre su cama, con la mirada extraviada y siempre fija a un sólo punto, sin siquiera parpadear- depreda... dores...- volvió a articular con dificultad y movió los ojos a su alrededor, estaba saliendo de su shock post-traumático. De pronto escuchó la puerta abrirse, la enfermera de turno entró con una enorme sonrisa que dejaba ver sus pequeños y afilados colmillos.

- Qué alegría, señor Bounce!- esbozó la felina alegremente y se acercó a él- está reaccionando? Puede oírme?- ella le puso una mano en la frente y este la rechazó con un violento manotazo y volvió los ojos hacia ella desbordando un impresionante desprecio.

- Depredadores...- era lo único que repetía el conejo, la enfermera se echó hacia atrás un poco asustada.

- Se encuentra bien?- preguntó la mujer leona acercándose nuevamente pero esta vez con más cuidado. Roger volvió mecánicamente la cabeza hacia ella para mirarla, pero sus ojos había cambiado por completo. La leona decidió que sería mejor retirarse e informarle al internista la evolución del paciente, entonces se dio la media vuelta para marchar a la puerta.

Pero antes de salir de la habitación escuchó un cristal romperse detrás de ella y al volverse sólo pudo apreciar al interno abalanzándose sobre ella.

- DEPREDADORES!!!- chilló con furia y odio bestial clavándole el vidrio en su hombro.

La enfermera gritó buscando liberarse del desquiciado conejo quien la seguía apuñalando violentamente y sin piedad.

Él no recibió misericordia de ellos, ¿por qué habría que sentirla por ella ahora?

Los movimientos de la víctima se fueron haciendo más lentos y pesados, el conejo seguía embistiendo su espalda con un odio indescriptible. Cuando finalmente llegaron a socorrer a la depredadora gravemente herida, Roger estaba gruñendo y rugiendo fuera de sí, sus córneas inyectadas en sangre y sus ojos azules habían pasado a ser blancos, una expresión de verdadero odio brutal y mortal jamás visto había aparecido en él.

Un simple conejo se había convertido en el más monstruoso y sanguinario de los psicópatas. De repente todo para él había terminado cuando sintió el pinchazo del dardo tranquilizante entrando en contacto con su cuerpo, lentamente fue cayendo mareado en letargo... mientras que con sus últimos momentos de lucidez se fijó en como acercaban la camisa de fuerza hacia él.

Lo había perdido todo en un día, todo su mundo se había destruido en millones de pedazos y Roger sabía quienes eran los culpables.

Su certeza estaba clara, ya se había convencido que habían sido ellos, los despreciables depredadores... los que empezaron la disputa absurda y los que no les ayudaron cuando ella los necesitó.

Los depredadores eran los verdaderos culpables de sus desgracias... Todos debían morir...

- No se puede hacer nada por él?- preguntó la decana de la universidad mientras caminaba por los pasillos.

- Alucinaciones; conducta suicida; conducta homicida; esquizofrenia avanzada; estrés post-traumático; depresión severa; una increíble aberración a los depredadores. Quisiéramos poder ayudarle pero la fobia que tiene es crítica. Está segura que estará bien?

- Estaré bien- esbozó la zorra al doctor- lo conozco desde hace muchos años. No le haría daño a su querida Foxy- el doctor lanzó un suspiro y accedió a abrirle la puerta del aislamiento.

El paciente psiquiátrico se encontraba fuertemente amarrado sobre una superficie vertical pegada a la pared, su boca estaba siendo amordazada para que no mordiera el personal, tenía la mirada baja y perdida hasta que alzó las orejas al escuchar abrirse la puerta.

- Hola, Roguie- esbozó tranquilamente la zorra, él levantó la cara- me reconoces? Soy Foxy, tu amiga. Greg no pudo venir pero te manda saludos. Me alegra tanto poder volver a verte...- ella se acercó pero tan pronto estuvo frente a él, Roger empezó a zarandearse y a ponerse histérico, gritando y gruñendo de ira. Pero Foxy no se detuvo, lo miró fijamente y le sonrió, Roger se detuvo a verla- quítenle la mordaza- ordenó la zorra, el psiquiatra se removió nervioso.

- No podemos hacer eso, señora. No es recomendable y está en contra de las reglas.

- No me importa, quítensela. Quiero verle la cara- los guardias se acercaron algo desconfiados y dejaron libre el rostro del conejo, ahora tenía una ligera y descuidada barba, sus ojos azules bajo dos largas ojeras y su rostro lucía cansado y demacrado. La mujer acercó la mano a su rostro y le sonrió tranquila- te hace falta un corte de cabello, enano. Aún así sigues siendo muy apuesto- el conejo la miró durante un segundo cuando sintió la cálida mano en su rostro. Había reaccionado ante el estímulo de la vulpina, le entregó una sonrisa tranquila y confiada.

Pero de pronto esa sonrisa se convirtió en una mueca despiadada y sin ningún tipo de dificultad mordió violentamente los dedos de la mano de la zorra, arrancándolos de un tirón en el acto. Rose lanzó un desgarrador grito al ver su mano bañada en sangre y una macabra sonrisa en el conejo quien todavía tenía sus falanges ensangrentadas dentro de la boca, Roseline lo observó con espanto mientras él reía desquiciado.

- Te voy a matar, perra maldita... Te voy a matar y te haré pedazos... No quedará nada de ti... zorra puta y asquerosa... Maldita perra depredadora, te haré pedazos... Suéltenme imbéciles!!! Malditos! Malditos!!! Los voy a matar malditos!!! Los mataré a todos!!! Malditos depredadores!!! Malditos!!!- el conejo seguía riendo como maniático con sus ojos desorbitados e inyectados en rojo. Uno de los guardias alejó a la mujer de él mientras que se seguía sacudiendo y zarandeando, se reía como un loco, amarrado, saboreando el gusto de la sangre en su lengua, resoplaba y gruñía como una bestia.

La puerta se cerró y el conejo seguía lanzando improperios. Roseline lloraba desconsolada, no por el dolor de su mano, le dolía más haber perdido un amigo.

- Será mejor que no vuelva a acercarse a él... nunca- sugirió el psiquiatra. La mujer zorro bajó la cabeza y asintió resignada- no lo intente de nuevo- ordenó el médico- no se puede razonar con un loco...

Muchas veces se intentó hacerlo ver que estaba equivocado, sin éxito alguno, de todos modos, él jamás se equivocaba. Su corazón y su mente se habían cerrado para siempre, sólo podía verlos como sus enemigos, los repudiaba como a las bestias, los odiaba con toda el alma.

Mucho tiempo pasó el conejo recluido en la clínica blanca, dentro de una habitación de paredes almohadilladas. En más de un ocasión sufrió repentinos y severos ataques de histeria, intentó acabar con su miserable vida mil y un veces y dirigió incontables y violentas arremetidas al personal del sanatorio; enfermeras, doctores, guardias, cualquier depredador que se le atravesara era víctima de ataques de furia letal por parte de la pequeña presa.

Estuvo bajo vigilancia por horas, días, meses, años... sus ojos estaban extraviados, enloquecía hasta el punto de tener que atarlo y aislarlo de los demás por un muy largo tiempo, su recuperación fue lenta... muy lenta...

Pero lo consiguió.

Dos años más tarde logró volver a adaptarse a la sociedad aprendiendo a tragarse el rencor y sonreír con notable hipocresía.

El regreso a su hogar fue el más gris y triste de sus recuerdos. Ahora su apartamento parecía estar muerto, era oscuro, frío y solitario, igual que su vida. Todo se había desmoronado y quizás ya no tendría fuerzas para volver a empezar.

Una noche estaba sentado frente al televisor mientras levantaba las mancuernas para ejercitar sus brazos cuando de repente una noticia lo hizo alzar las orejas.

"La primera oficial conejo de la historia Judy Hopps ha resuelto con éxito un controversial caso en contra de los depredadores de la ciudad de Zootopia"

Roger quedó estoico sólo observando la pantalla cuando ella apareció, estaba allí, robando el título de Thania, robando el discurso de Thania, robándolo todo de Thania.

No la conocía, pero sin duda era una ladrona, ella le robó los sueños a su amada y difunta esposa. La odió... sólo la odió con todo su ser. La miró con tanto desprecio que no podía creerlo.

¿Thania tuvo que morir para que esta... cualquiera pudiera cumplir los sueños que eran de ella?

¿Esta... quien quiera que sea... le robó los sueños a mi Thania?

Mantuvo la mirada sobre el aparato frente a él y la detalló minuciosamente, cada rasgo de su rostro.

No era ella... no podía comparársele...

Su mirada, su voz, su pelo, su sonrisa... no era ella, pero estaba allí, pretendiendo ser ella, le había robado el lugar a ella.

De pronto un millón de nociones de ese momento volvieron. y se agolparon en su memoria una tras otra. Aquellos horribles fragmentos que se obligaba a olvidar sin ningún éxito, Roger cayó al suelo con una jaqueca atroz y fue como volver a vivir esa desesperación.

Destrozó su habitación, lo volvió todo añicos, se encargó de destruir cada recuerdo que pudiera traerle de vuelta la última imagen de su difunta esposa. Estaba enloqueciendo nuevamente. Tomó un arma y se apuntó en la cabeza para terminar con todo pero de pronto algo lo detuvo.

La mirada risueña de la foto en la cómoda, esos hermosos ojos rojos que le guiñaban con alegría, una alegría muerta que jamás volvería a ver. Alzó la vista hacia la usurpadora. Odiaba a esa maldita coneja, no era nada, no era nadie... no merecía el título por el que Thania había trabajado tanto... no lo merecía...

También pensó en los autores de aquel caos... fueron ellos los culpables de todo, los culpables de la lenta destrucción de su ciudad.

Roger pensó con cabeza fría, tenía tres objetivos que eliminar.
Los odiaba... los odiaba a todos.

Finalmente lo comprendió. Se dio cuenta que ese odio no podía ser callado y esperar a que simplemente desapareciera, no lo haría, eso jamás pasaría. Ahora tenía un nuevo propósito por el cual vivir...

Alzó la mirada de vuelta a la impostora y tomó el retrato entre sus manos. Clavó sus ojos en una; la joven chica de cabello plateado y ojos violeta y luego en la otra; mil veces más hermosa y rozagante, la preciosa coneja blanca de ojos intensamente rojos como la sangre.

Se levantó a buscar su teléfono sin despegar la vista de la coneja en la televisión.

- Departamento de Policías de Wild City...- Roger sonrió con maldad.

- Estoy enterado que están necesitando miembros con urgencia en la jefatura... permítame presentarme... Me llamo Roger Bounce. Investigador Privado...

Y ese fue el comienzo de una paciente y perfectamente calculada venganza.

Verga! Qué peligroso es un loco que finge estar cuerdo, oigan!

Bien, aquí terminamos la historia de Roger, espero que ahora entiendan un poco más sus razones. Si no lo hicieron pues con gusto se los resumo.

Roger está loco, loco demente, loco psicópata, loco no razona, loco que no entiende lo que hace porque no sabe lo que hace.

Muchos se preguntaron las verdaderas intenciones de Roger. Aquí tienen.

Espero que les haya gustado esta pequeña saga y que me dejen comentarios sobre lo que piensan ahora de mi adorado OC.

Si tienen alguna pregunta sobre mí o mis fanfics ya saben lo que tienen que hacer.

Es todo por ahora, en el siguiente capítulo retomamos la historia.

B-nyan ✌😸

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