Haber salido de la sala de control no fue tan difícil como Dylan lo había pensado. Hacer explotar la computadora, con un disparo de escopeta, provocaría que la bestia, o Cucarachín, como Owen la había llamado, se alejara unos metros. El grupo aprovechó su distracción para salir por la puerta, o sus restos, y perderse en el pasillo para intentar salir del aeropuerto lo más pronto posible.
Una vez afuera, el traslado fue mucho peor.
—¡Parece que Cucarachín invitó a su familia! ¡Ese de allá debe ser su hermano! —bramó Owen, esquivando a una larva gigante que pretendía aplastarlo.
—¿En qué demonios pensaba Bill cuando creó todo esto? —exclamó Max, siguiendo sus pasos de cerca.
—¡En matarme, sólo eso!
Dylan, a unos cuántos metros de distancia, corría al lado de Miranda, tratando de evadir a algunas arañas de gran tamaño que emergían de los suelos. Unos poco más y llegarían a la zona habitacional, donde estaba el edificio en el que Dylan y los demás habían descansado dos días atrás.
Si lograban llegar a él, ¿cómo se defenderían de las bestias?
—¡ATENTOS! —bramó Owen.
Más y más criaturas de gran tamaño aparecían entre las arenas negras. Los rodearían en cuestión de minutos. Segundos, si no se cuidaban. Necesitaban llegar rápido a alguna zona poblada por edificios y muros.
Dylan se detuvo a tiempo, antes de caer por uno de los conductos por donde un escorpión gigante intentaba emerger. Por suerte, sujetó a Miranda del brazo antes de que ella cayera. Estaban totalmente atrapados.
—¿Alguien tiene un plan b? —preguntó Dylan.
—Quisiera saber si tenemos alguno que llegue hasta la z —dijo Max.
Una explosión de aire quebrantó el silencio. A unos metros por encima de Owen y los demás, apareció una mujer. La misma que un día atrás se había llevado a Bill. Se había materializado de la nada, y a su lado también se encontraba él. En cuanto aterrizaron al suelo, Aurora soltó un grito demasiado agudo, que soltó algunas ráfagas de energía.
La mayoría de los insectos gigantes chillaron, y regresaron a sus agujeros, huyendo de la situación.
—Eso fue cool —dijo Bill.
—¿Cool? —graznó Max, emocionado—. ¡ESO FUE INCREÍBLE! ¿Puedes hacerlo otra vez?
Pero antes de que alguien pudiera responder, Owen se abalanzó sobre su hermano, con un puño cerrado, y listo para atacar. Por fortuna, Aurora lo detuvo en seco.
—Basta.
—¡Tú no te metas! —le espetó Owen.
Detrás de él, tanto Dylan como Miranda apuntaban a Aurora con sus armas. Ya la habían enfrentado antes, cuando Pandora se había adueñado de su cuerpo.
—¿Intentas lastimar a mi hermano? —respondió Aurora, aún con el puño de Owen en su mano—. Puedo hacerte desaparecer si lo quiero.
Ante sus palabras, la frente de Owen se suavizó y dio un paso hacia atrás.
—Sabes la verdad, entonces —murmuró.
—Claro que la sé —dijo ella—. Ahora, todos queremos detener a Ben. Si dejaras, o intentaran dejar de matarse el uno al otro, tal vez podríamos...
—Owen, ¿de qué demonios está hablando? —preguntó Dylan.
—Aurora es mi hermana —explicó Bill, mirando primero al muchacho, luego a su hermano, y finalmente a la mujer—. Somos los hijos que Pandora perdió. Me lo reveló ella.
Por un instante, todo se quedó quieto y en silencio. Dylan recordó el momento en el que descubrió que Owen y él eran la misma persona, dejando por resuelto también el hecho de que Bill era su hermano.
—¿Lo sabías? —le preguntó Bill a Owen directamente.
—Así es —indicó él, con la voz un poco suave—, pero lo ignoraba. Ya no era importante. Pandora había muerto, y tú... bueno... pensé que también.
—¿Por qué demonios no hablaste entonces? —le espetó Bill—. ¿Pandora? ¿Nuestra madre? ¿Mi madre?
—Ya no es así —indicó Miranda, aún sorprendida por aquellos acontecimientos extraños—. Basándonos en lo que nos contó Dylan, tanto tú —señaló a Bill—, como tú —señaló a Owen—¸no pertenecen a ninguna línea temporal. No existen, por así decirlo. En su lugar están Dylan y... ¿cómo se llama tu...?
—Bradley —terció Dylan.
—Él. Tanto Dylan como Bradley son hermanos. Hijos de Pandora.
—Eso significa que... —soltó Bill.
—Tú ya no eres su hijo. Somos atemporales, ¿recuerdas? —le interrumpió Owen, con el semblante endurecido—. Nacimos en la Isla, hace bastante tiempo ya; después de que la Ciudadela se destruyó, Robert Lewinsky nos sacó de los escombros y salió al mundo real. Crecimos, bueno... conmigo desde pequeños. Tal y como hizo Bradley con él.
Owen apuntaba directamente a Dylan.
Él asintió. Lo sabía.
—Sin embargo, al volvernos atemporales —dijo Bill— eso deja a Bradley como el verdadero hermano de Aurora.
—¿Y yo como su hermano también? —se rió Dylan, arqueando un poco las cejas.
—¿Tengo dos hermanos Bills? —Aurora no estaba molesta, sino confundida—. ¿Cómo...?
—Prácticamente, sólo tienes a Bradley —le interrumpió Owen—. Bill ya no figura en ninguna dimensión. O tiempo.
—¡Alguien explíqueme qué demonios está pasando! —gritó Max, llamando la atención de todos—. ¡A ver! Esto es de lo más genial, e irreal, que he vivido en toda mi vida, pero no entiendo absolutamente nada. ¿Quieren dejar de discutir de quién es hermano de quien, y decirme qué rayos está pasando?
—Sí, Owen —corroboró Dylan, cruzándose de brazos, un tanto conmocionado—. ¿Podrías decirme qué demonios?
Owen suspiró, asintiendo con la cabeza.
—En cuanto eres líder de la Isla, tiendes a descubrir ciertos secretos sobre tu linaje. Dylan es heredero de la Isla por su padre, y su padre por su padre. Es como un reino.
—Eso todos lo tenemos entendido —le espetó Bill.
—Mi madre quiso el trono, por así decirlo, para conveniencia propia —intervino Aurora—, era lo que le decía a Bill hace unas horas. Me encerró, bajo un estado de coma, en una pirámide. La de Keops, hace bastantes años. Sin embargo, para no levantar sospechas, tuvo a otro niño. Owen. Y luego a Bill.
—¿Cómo sabes eso si estabas de excursión bajo la tierra? —preguntó Max.
—Porque tuvo a mi hermano antes de exiliarme —terció Aurora—. No iba a dejar cabos sueltos. Primero ampliaría su familia, y luego me exiliaría. Como Bill era muy niño todavía, no presentaban amenaza alguna como para heredar el liderazgo de la Isla.
—¿Amenaza para...?
—Éramos unos niños —indicó Bill.
—El líder de la Isla tiene como obligación liderar el Triángulo, y al mismo tiempo, entrenar al siguiente líder, por así decirlo —dijo Owen.
—Así es —corroboró Dylan—; ningún ministerio dura para siempre.
—¿Eso qué tiene que ver con...?
—Siendo un niño, Pandora tendría el mandato del Triángulo muchos años más. Ya no tenía que preocuparse por mí —indicó Aurora.
—Sin embargo —le atajó Owen—, todo cambió en cuanto Bill y yo llegamos a la Ciudadela, junto con Dylan. Nosotros provocamos el desastre. Hicimos que Pandora perdiera la cordura y el control interno que tenía.
—Sus propios hijos —se bufó Bill—, sólo que de otro tiempo.
—Destruimos la ciudad —murmuró Dylan, recordando aquellos acontecimientos que ya tenían algunos años—; Owen y yo contra Bill. Terminamos destruyéndolo todo.
—Dejando a Pandora en un estado caótico —corroboró Owen—. Perdió a sus hijos. A Bill de pequeño. A mi de pequeño, y hermoso.
—¡Pero no me perdió! —le atajó Bill.
—No, no lo hizo —asintió Owen—. Entre los escombros, un hombre que estaba por ahí, llamado Robert Lewinsky, nos encontró. Llevaba poco tiempo en el Triángulo. No quiso tomar su herencia en la Isla. No quería tomar la verdadera...
—Esa historia es para otro momento, Owen —dijo Dylan—. No tiene que ver con nada de esto. Literalmente... todo a nuestro alrededor es responsabilidad tuya y de Bill.
—¿Ustedes fueron responsables de todo esto? —preguntó Aurora, mirando a sus alrededores.
—El Triángulo borró todo rastro nuestro dentro de la Isla a partir de que regresamos a ella —prosiguió Owen—. Todos mis errores... tanto Bill como yo fuimos sacados del tiempo mismo. Nuestra vida es como una capa de humo. Neblina.
—Tu verdadero hermano es Bradley —dijo Bill—. Y dado hecho que el Robert Lewinsky los crió a Dylan y a Bradley, eso hace que Dylan sea tu hermano también. —Añadió eso último en tono de burla.
Aurora lo miró. Estaban a pocos metros uno del otro.
Dylan había vivido tantos momentos tan extraños, pero ninguno se comparaba con ese exactamente. Tenía una hermana adoptiva. Mayor que él, por lo visto, y su madre adoptiva, si lo quería ver así, resultaba ser la misma mujer que había jurado vengarse de él.
—Qué familia más rara —musitó.
—Ni que lo digas —comentó Aurora—. No entiendo absolutamente nada.
—Creo que yo ya lo capté —dijo Max, sonriendo—. Owen, Aurora y Bill son hermanos, Pandora es su madre. Pandora exilió a Aurora para así seguir siendo la líder del Triángulo. Owen y Bill, de bebé, a, fueron llevados al mundo real para salvarlo de la cruel mujer de uñas largas que todos odiamos. ¿Correcto? Correcto. Aurora pasó años... siglos bajo la Pirámide de Keops, aunque... el tiempo...
—...el tiempo marcha diferente tanto en la Isla como en las otras dimensiones, cabe recordar —dijo Aurora.
—¡Exacto! —dijo Max—. Por lo que... al salir, ella no sabía que Owen y Bill ya no tienen línea dimensional, y que Dylan junto con Barry son sus verdaderos hermanos.
—Bradley —lo corrigió Dylan—. Debe estar en Canadá estudiando.
—Es bueno saber que sigo siendo la hermana mayor —terció Aurora, sonriendo un poco—. Aunque cuando vivíamos en la Isla era más grande por unos quince años. Ahora sólo parecen cuatro o cinco. Y de ti... —miró a Dylan—. ¿Hermano menor?
—Así como veo a este inútil —dijo Owen señalando a Bill— como mi hermano, creo que tú comenzarás a ver a Dylan como tu hermano pequeño. Algo así.
—No exactamente... —musitó Aurora, hincándose de hombros—. ¿No crees que el Triángulo haga algo similar?
—¿Con respecto a qué?
—Podría llamarte a ti —Aurora miró a Owen— como mi hermano, al igual que a Bill. ¿Qué si Dylan y Bradley tienen a una Aurora de hermana? Una Aurora que... no han encontrado.
—No comiences a decir incoherencias —se bufó Bill.
—El Triángulo no dejaría de lado eso —murmuró Owen—. Estamos Bill y yo, así como Bradley y Dylan, ¿quieres decir que...?
—¿...quizás haya una Aurora de mi dimensión? —Dylan ahora sí estaba totalmente atónito. Sin habla. Sin palabras. ¿Qué quería decir eso?
—Bueno... —dijo Aurora—. Es una posibilidad. Siempre hay un desconocido en la familia.
—No sé si sea un desconocido, pero Owen siempre fue lo bastante llorón —alegó Bill.
—Demonios, esto es rarísimo —murmuró Miranda—. Es como una extraña parodia de Volver al Futuro, sólo que...
Max la interrumpió. No podía evitarlo. Aquello era, quizás, lo más increíble que había sucedido en todo el viaje, en todo el trayecto comenzado desde aquel 21 de enero...
—¡Hiciste una referencia! —exclamó—. ¡HICISTE UNA REFERENCIA!
Miranda rió por lo bajo.
—No podía no hacerla, es... bueno, el momento lo ameritaba.
—¡ESO ES EXTRAORDINARIO! —Max ya no pudo controlarse, y era tanta su felicidad, y asombro, que terminó gritando—. ¡MIRANDA HIZO UNA REFERENCIA A LA MEJOR PELÍCULA DE VIAJES EN EL TIEMPO DE LA HISTORIA! ¡TE AMO STEVEN SPIELBERG!
Nadie pudo agregar nada, ya que todo pasó tan rápido que nadie lo pudo prever.
Un casquillo de bala se soltó. Alguien disparó a algunos metros de distancia de ellos.
Miranda soltó un quejido lo bastante sordo, y alzó el pecho, con la boca abierta. Cayó de rodillas, pocos segundos después, y un hilillo de sangre salió de su boca. Alguien le había disparado a Miranda, quien aún tenía la sonrisa en su rostro.
Por detrás de ella apareció alguien que fue de gran sorpresa para el grupo. Alguien que cojeaba conforme caminaba, y sonreía de oreja a oreja.
—Vaya, perdedores —dijo Johnson, alzando la pistola ahora hacia Max—. Se acabó la fiesta.