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Allori fue la encargada de solicitar un medio de transporte que pudiera llevarlos desde el Hospital Infanta Sofía hasta el Aeropuerto de Madrid-Barajas Adolfo Suárez. Su trayecto fue rápido. A aquellas horas de la madrugada no había tránsito, y como aquella era una especie de emergencia, Chase pasó varios semáforos en rojo sin que le importase.

—¡Creo que esto es lo único ilegal que he hecho en mi vida! —exclamó.

Después de diez minutos, el novato estacionó la camioneta en la entrada del aeropuerto. El grupo conformado por James, Luna, Han, Allori y Chase fue directamente a la entrada de las instalaciones, y pidieron a algún oficial que los llevara a la zona de impacto, donde el avión había aterrizado, chocando con otros dos justo en el aire.

—Las comunicaciones habían fallado —el hombre se llamaba Denis, y se veía bastante preocupado—. Ya llevaron a los heridos al Hospital Infanta...

—Lo sabemos —dijo Allori.

—Venimos de allá —añadió Han.

—Estuvimos ayudando a algunos heridos —indicó Chase—. Sé primeros auxilios, suturar heridas, y más cosas que no es importante mencionar.

—Nos informaron del pasajero que sigue en el avión —dijo James.

Denis entendió que el hombre con poca barba era el líder de aquél grupo, por lo que se detuvo y los obligó a hacer un alto total.

—Escuchen, esto no es para voluntarios. Es un asunto serio. ¿No vieron las noticias? Hay algo extraño a gran escala en el Océano Pacífico, y luego en Egipto una Pirámide extraña salió de la tierra y... miren, mejor váyanse a casa, no dejaré que...

James miró a sus amigos, y luego en un movimiento rápido, tomó a Denis del cuello para empujarlo hasta la pared.

—Escúchame —le pidió amablemente—. Estuvimos en Nueva York durante el ataque. En Londres. Venimos de Egipto y presenciamos las Tinieblas. Sabemos qué está ocurriendo y estamos buscando un modo de detenerlo.

—Será mejor que lo escuches —Luna se cruzó de brazos detrás de su hermano con una mirada seria hacia Denis—. No querrás que te golpee.

—James "Golpes Locos" Adams —se bufó Han.

Denis tragó saliva y volvió a mirar a su atacante. James lo soltó, por un segundo, para abrir su camisa y mostrarle el tatuaje en forma de triángulo en su pectoral derecho.

—Esto no es de por aquí —murmuró.

—¿Camboya?

—En el Triángulo de las Bermudas hay una Isla que no debería existir —prosiguió James—. Esa Isla es el origen del mundo. El Origen de las Dimensiones. Si no actuamos rápido, toda la existencia perecerá. ¡Y no me digas que no vas a creer una palabra de lo que digo si has visto las noticias y leído los reportajes acerca del supuesto fin del mundo! ¿Nos llevas al avión?

Denis no dudó ni por un segundo asentir con la cabeza. Después de ser soltado por el Pasajero, llevó al grupo hasta el otro lado del aeropuerto. Había algunos turistas llegando de vuelos largos, que eran dirigidos por el personal de seguridad hacia las afueras del recinto. Todo por su protección. En cuanto llegaron a una de las pistas del mismo, Denis les mostró la zona de impacto.

Había tres aviones en el lugar. El más grande de ellos había perdido un ala y sus llantas, y tenía marcas de roces con las otras dos naves. Varios de sus cristales habían estallado por el golpe, y uno de sus motores aún seguía encendido. Los otros dos aviones se veían casi en el mismo estado; uno de ellos estaba de cabeza, y parte de su cabina de control había desaparecido, encontrándose a unos cientos de metros más atrás.

Paralelo [Pasajeros #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora