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—¿Acaso tienes miedo, Dylan? —soltó Ben nuevamente, titubeando en sus palabras, y con el arma apuntando hacia él.

El muchacho no se inmutó. De hecho, ni siquiera temblaba. Se encontraba más tranquilo de lo normal, como si la amenaza que tuviera en frente no se tratara del mismo anciano, o muchacho, que les había dado tantos dolores de cabeza durante los últimos días.

Todos los mercenarios aún seguían esparcidos por la playa, y ninguno de ellos intentó mover un solo músculo. Se encontraban fuera de combate; pero conociendo a Ben, eso no le importaría. Sus poderes serían suficientes para vencer a todo aquél que quisiera oponerse a él. ¿Por qué, entonces, utilizaba un arma como amenaza? Aquél era un impostor.

Detrás de Dylan, Selina y Liam apuntaban a su adversario del mismo modo que el muchacho, y Aurora se mantenía atenta, a unos metros de distancia de ellos. Todos preparados para lo que Ben estuviera planeando.

—Este no es Ben —soltó Dylan, bajando el rifle—. No sé quién rayos sea, pero no es Ben.

Los siguientes dos segundos fueron tan rápidos que Dylan no supo a ciencia cierta qué fue lo que ocurrió.

Ben, o el que era Ben, jaló el gatillo con una mueca de asco, obligando a Dylan a tirarse al suelo, esquivando la bala. Liam y Selina, a sus espaldas, hicieron lo mismo, y por suerte, Aurora abrió un portal por debajo de ellos para reaparecerlos del otro lado del ataque.

En cuanto Dylan volvió a reaparecer, escupiendo un poco de arena, pudo notar que Bill ya luchaba cuerpo a cuerpo con Ben. Su arma había desaparecido, e intentaba defenderse de los ataques rápidos de su contrincante. Ben sacó una navaja de su manga y la blandió contra Bill, quien la esquivó con facilidad, y acto seguido, golpeó la tráquea de Ben con su puño cerrado.

Ahí fue donde Ben soltó el arma, se llevó ambas manos al cuello, y comenzó a toser mientras caía de rodillas.

—¡Dylan, espera! —soltó Liam, intentando detener a su amigo.

El muchacho se había levantado de la arena y corrió hasta donde Ben se encontraba. Bill, bastante satisfecho por la situación, dio un par de pasos hacia atrás.

—¿Quién eres? —Dylan se inclinó hacia Ben y lo tomó del cuello de su camisa para alzarlo hacia sí y mirarlo directo a los ojos—. ¿Dónde está el verdadero Ben?

—Yo... soy... el verdade...ro —el golpe que le había dado Bill fue suficiente para dejar fuera de combate a aquél fraude. Su voz apenas y era audible, y sus manos aún sujetaban su propio cuello—. ¿Acaso no lo...?

—Permíteme —Bill ya estaba al lado de Dylan, y empujó un poco al muchacho para tomar a Ben del cuello, tal como lo había hecho Dylan unos segundos antes, y lo miró a los ojos—. ¿Quieres que atraviese tu pecho con esto?

Dylan supo qué estaba haciendo Bill. Había alzado una de sus manos lo suficiente para que Ben pudiera verla. Si hubiera sido el verdadero Ben, no se hubiera inmutado; pero como cualquier otra persona, hizo una mueca al ver el hueso negro de su atacante, rodeado del poco músculo que quedaba y sus venas, rodeando el tejido. Bill usaba esa técnica, o la había usado bastante en tiempos de antaño, para intimidar, preocupar y llenar de pavor a su enemigo.

—No es Ben —dijo Bill.

—Se los dije —jadeó Dylan—. Pero, ¿quién...?

—Vamos a averiguarlo —Aurora apareció detrás de Ben, y con un movimiento rápido, su mano atravesó el cuerpo del hombre.

No fue como si hubiera traspasado piel, músculo, tejido y hueso, sino como si el cuerpo entero de Ben se transformara en una capa de neblina, con forma humana. Aurora tiró de su interior hasta que otro cuerpo apareció dentro del humo, tirándolo al suelo, desapareciendo por completo la neblina en forma de Ben que minutos antes había amenazado al grupo.

Paralelo [Pasajeros #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora