Vientre de Alquiler

By LaurenceSinApellidos

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Vientre de Alquiler. Perdió a sus padres desde joven, la única familia que le quedaba era su pequeño y enfe... More

Capítulo 1: Propuesta
Capítulo 2: Esta extraña propuesta, sus rígidas clausulas.
Capítulo 3: ¿Cómo he llegado a esto?
Capítulo 4: Una revelación importante.
Capítulo 5: Donceles, un deseo concedido.
Capítulo 6: Recuerdos y mentiras.
Capítulo 7: En el camino.
Capítulo 8: Cavaras tu propia tumba.
Capítulo 10: La historia de un resentimiento y una respuesta.
Capítulo 11: En casa de Christopher Owen. Parte I
Capítulo 12: En casa de Christopher Owen. Parte II.
Capítulo 13: Primera clausula.
Capítulo 14: Estremecimientos.
Capítulo 15: Dulces de un amargo pasado.
Capítulo 16: Afortunados.
Capítulo 17: Protector.
Capítulo 18: Ella. A la vista de un profesional.
Capítulo 19: Clarissa Owen. "Dime cuñada".
Capítulo 20: Dando vueltas.
Capítulo 21: Solo hay dos victimas.
Capítulo 22: Rayito de Luz
Capítulo 23: Nada que no haya superado antes.
Capítulo 24: Soporte y unión.
Capítulo 25: Ponle a prueba y veras lo que ocurre.
Capítulo 26: Impactos de todo tipo.
Capítulo 27: Derrumbe.
Capítulo 28: Corazón partido.
Capítulo 29: La decisión correcta.
Capítulo 30: Una verdad, un perdón y un amor.
Capítulo 31: Name.
Capítulo 32: Pequeño hombrecito.
Capítulo 33: Como padres.
Capítulo 34: Como amantes.
Capítulo 35: ¿Un final o un comienzo?
Epílogo
Torre de Marfil

Capítulo 9: Arthur Owen, señor cupido.

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By LaurenceSinApellidos


Capítulo 9: Arthur Owen, señor cupido.

—¿Te gusta tu nuevo hogar? —Castiel lucía una sonrisa radiante, sobre sus manos traía un maravilloso desayuno, sobre una pulcra y delicada bandeja.

Giulian aún se encontraba estupefacto, observaba la habitación sin poder creérselo, no era del todo grande, sino más bien refinada y moderna, tenía el cielo alto y las paredes estaban pintadas de un blanco perla lustroso y muy lindo, había un escritorio a un lado, la madera era de buena calidad y estaba barnizada, no dejaba ver una sola astilla, el velador junto a su cama se veia bastante parecido, tenía detalles tallados en cada una de sus esquinas y el lugar en donde reposaba su cuerpo era otra cosa, la cama desvencijada en la cual dormía no era nada, junto a ese hermoso catre de diseño clásico, pero con cobertores modernos en figuras monocromáticas y sobrias.

—¿Pasa algo Giulian? —Esta vez Castiel se encontraba sentado en un extremo de la cama, no había notado en que momento puso la bandeja sobre sus piernas, tampoco supo cuando fue que tomo lugar sobre el colchón.

—¿Esta es la casa de tu nuevo jefe? —Consulto, sabiendo muy bien cuál era la respuesta, después de todo recordaba el ajetreado día anterior, Castiel asintió con la cabeza ante su pregunta, pero su hermano no se veía muy animado, por eso evito hacer comentarios acerca del lugar —Es impresionante —Soltó sin más, comenzando lentamente a tomar su desayuno.

El primero bocado fue una real delicia, se notó en su rostro, cuando desesperado abrió la boca para echarse otro trozo de aquel queque esponjoso y fino llamado strudel. Recorrió la bandeja con la vista, notando que había té, jugo, pan y jamón, además del sobrio trozo de queque.

Una sonrisa cálida se posó en los labios del mayor, sus ojos observaron con cariño como su amado hermanito comía todo con vigor y entusiasmo.

—¡Es pan fresco! —Exclamo el muchacho al dar el primer mordisco, a ese le siguieron tres mas, Castiel se reía encantado de la actitud tierna e infantil, aunque a su vez sentia dolor al ver a su hermano tan emocionado solo por un trozo de pan.

—¿Te gusto? —Pregunto curioso, Giulian solo asentía, la comisura de sus labios estaban roedeadas de migajas y algo de mantequilla.

—¿Esta es la comida de los empleados? —La impresión se notaba en sus ojos, no podía creer que aquel festín fuera solo para las personas que trabajaban en aquella mansión, de seguro el jefe comería langostas y caviar, todas las mañanas.

—Hacen cosas diferentes. —Respondió el mayor con una sonrisa nerviosa, la verdad es que el desayuno de los empleados era bastante parecido al de Giulian, solo que el de su hermanito no tenía una pizca de azúcar, menú a cortesía del dueño de la casa, Don Christopher Owen.

—¡Sensacional! —Exclamo, para luego tomar un sorbo de té —¿Tú también has desayunado lo mismo? —El rostro de Castiel cambios de inmediato, pero fue casi imperceptible para Giulian, que tenía la vista puesta en lo que le quedaba de desayuno.

—Yo comí algo más nutritivo. —Respondió. No había visto a Christopher desde el día anterior, sin embargo al entrar en la cocina, una de las empleadas le esperaba con un potente desayuno, desde ese mismo día había comenzado con la dieta impuesta por el doctor Robert, paso dos horas sentado frente a la comida, apenas y con mucho esfuezo consiguio terminar con todo lo servido.

Giulian no dijo nada, solo se encogió de hombros, su hermano no parecía tan feliz con la idea, él en cambio estaba fascinado con su nueva rutina de alimentos.

—¿Te gustaría dar un paseo por la casa esta tarde? —Propuso Castiel cambiando de tema. —He oído que tiene un jardín maravilloso, pero no quise visitarlo yo solo, me gustaría ir contigo. —

—¿Enserio? —Castiel asintió —¡Claro que voy! ¿Podemos caminar? —Pregunto ilusionado, aunque presentía que la respuesta seria negativa.

—Yo puedo Caminar, tú iras en tu silla, que está en el piso de abajo. —Aclaro el mayor.

—¿La casa tiene dos pisos? —El doncel se limitó a asentir un tanto entristecido, su hermano parecía tan emocionado con aquel lugar, pero las palabras de Chris aun le carcomían la consciencia, ¿qué pasaría cuando Giulian se enterara de todo? nueve meses después, volverían a su casa, a comer pan añejo y dormir en un catre desvencijado y sucio, todo se le tornaba tan complicado, pero aún era incapaz de hablar con la verdad.

—Me alegra que te comieras todo, ire a dejar la bandeja abajo —Anuncio tranquilo y sonriente. —Descansa un poco, mientras yo, —hizo una pausa considerando sus próximas palabras, —trabajo. —Giulian asintió sonriendo y dejo a su hermano marchar, pero justo antes de que el mayor cruzara la puerta exclamo:

—¡Castiel! —El aludido se detuvo en el umbral, giro su rostro para observar a su hermanito, el menor tenía una mirada radiante y su tierna sonrisa —¡Felicidades por tu nuevo empleo. —Su corazón se vino abajo en ese preciso momento, había tanto de lo que su hermano no sabía y aun así tuvo que armarse de tripas corazón para formar una sonrisa y agradecer el tierno acto.

—Gracias. —Soltó escueto antes de dar media vuelta y marchar.

Nadie del servicio sabia aun que era lo que hacia ese doncel dentro de la mansión, la gran mayoría le observaba con desprecio y recelo, Castiel había llegado el día anterior, junto a un jovencillo enfermo y postrado, el muchacho no venía a trabajar, era lo único que le informo el señor Christopher a todos los empleados, aun así se adhirió a la mentira de Castiel e indico a cada uno de sus sirvientes que si alguien hablaba algo de Castiel con Giulian, seria despedido.

—Gracias por la comida. —Externo dejando la bandeja en el fregadero, había cogido la esponja y la estaba llenado de limpiador, cuando una de las empleadas le corrió de su puesto.

—No, no princesa, usted podría dañar sus finas manos con este trabajo, —sus palabras iban cargadas de rencor y veneno, Castiel acostumbrado a dicho trato solo se encogió de hombros y arrebujado salió del fregadero parándose a un lado de este.

—No le hagas caso, esa mujer es una amargada, —como todo en esta vida existen excepciones, Adelina era una de ellas, la joven de largos cabellos rizados y azabaches, era un encanto, el día anterior le había preparado su habitación con suma delicadeza. La muchacha no era sirvienta, ni mucama, de hecho era la jardinera del hogar, pero resulto ser que a esas horas, Paola, la antes mencionada, salía a hacer compras para la mansión.

—¡Adelina, me has asustado! —Exclamo el doncel, puesto que no la sintió entrar, Paola los miro a ambos con rabia mal contenida, no le agradaba en lo más mínimo el doncelito ese y mucho menos que tuviera tanta aceptación por su compañera de trabajo.

—¿Aun no te acercas a ver el jardín? He estado arreglando la flores todo el día para que tu vaya a conocerlas, —reprocho la muchacha, sin hacer mucho caso a las miradas de su compañera de trabajo, después de todo, poco le importaba la opinión de Paola, ellas nunca se habían llevado bien.

—¡Lo siento! Es que no quiero ir a verlo sin Giulian, —se disculpó haciendo sonreír a Adelina.

—Tu hermano, yo también quiero conocerlo, asegurate de que yo esté en el jardín cuando vayas a pasear. —Adelina beso la mejilla del doncel, luego se retiró con un gesto de manos, debía volver a su trabajo, solo se habia acercado a la cocina para servirse un vaso de jugo.

Castiel había esperado con emoción el momento de aquel paseo, sin embargo todo se vio truncado cuando a eso de las 4:00 pm Giulian comenzó a tener temperatura.

—Quiero ir al jardín, —se quejaba el menor, quien ya estaba ilusionado con la idea.

—Yo también quería ir, pero no estoy dispuesto a que te enfermes más, podemos pasear mañana. —Castiel paso su tersa mano sobre la frente de Giulian y luego beso aquel lugar con amor, no tenía termómetro, pero con su sola experiencia podría asegurar que su hermanito tenía unos 38°.

—Castiel. —Se intentó quejar el menor.

—Duerme un poco, no vale la pena bajar ahora, si mañana estas peor. —Interrumpió el reproche de su hermano, soltando esas palabras como su última decisión, antes de poner el paño frio sobre su frente y bajar a la sala del lugar.

A pesar de ser un lugar tan grande, no tenían muchos empleados, eran tres las sirvientes que se dedicaban a la comida y el aseo del lugar, dos choferes que trabajaban por turnos, Adelina que era la única jardinera, de aquel que parecía un inmenso palacio y luego estaban los guarda espaldas personales de Chris, quienes realmente no trabajaban en la mansión, sino que en todo lugar al que fuera el conocido empresario, aunque si que habian unos cuantos guradias rodeando el lugar.

Realmente la casa necesitaba algunas personas extras, pero Chris no era muy feliz de tener su hogar infestado de gente, de hecho, contrario a la mentira de Giulian, ninguno de los empleados dormía en esa casa, todos al terminar la jornada se marchaban a sus propios hogares, y la mansión no poseía cuartos de empleados, solo una habitación con casilleros para que guardaran sus pertenencias y nada más.

—¡Esta casa, tan grande como siempre! —La exclamación vino desde la entrada, Paola era quien recibía al visitante, mientras que este entraba desinhibido en el hogar, puesto que aquella también había sido su morada hacia años.

El medico ingreso en la sala dispuesto a ponerse cómodo, pero nunca espero encontrarse en ese mismísimo lugar con aquel dulce doncel, Castiel por el contario abrió sus ojos sorprendido, se levantó del sofá cediéndole el asintió, pero Arthur negó sin decir absolutamente nada.

—¿Doctor Arthur? —Consulto el menor, quien aún no podía creer lo que veían sus ojos.

No sabía mucho más de él, era uno de los médicos que atendían gratuitamente en el hospital de caridad de su barrio, Arthur y su esposa, asistían una o dos veces por semana y la mujer de este era enfermera en el área de cardiología, valga mencionar que varias veces había atendido a su hermano.

—Castiel, que gusto verte por aquí. —El medico se rasco los cabellos y avanzo con su mano extendida para saludar al muchacho, llevaba una sonrisa nerviosa, realmente nunca espero que su hermano lo trajera tan apresurado a su casa.

—Lo mismo, pero, —vacilo, al tiempo que estrechaba la mano del doctor, con un remolino de dudas rondándole la cabeza. Arthur se compadeció del pobre doncel y con delicadeza tomo sus manos y le volvió a sentar en el sofá.

—Yo soy hermano de Christopher —Aclaro comprensico y con mucho tacto. Observo como los orbes azul cielo del muchacho se abrieron impresionados y tuvo que afirmarse del sofá para no caer de la impresión.

—Usted, ¿de Christopher? —Balbuceo aun contrariado y con la mandíbula casi desencajada, el medico solo soltó una suave carcajada para relajar el ambiente.

—De Chris, si él es mi hermanito menor —Sonrió. Castiel recorrió a la persona con sus vista, después de todo el parecido era innegable, el mismo cabello oscuro y los penetrantes ojos verdes, la piel clara, la altura, todo en ellos era tan similar que podría apostar a que eran gemelos, aunque de hecho se llevaban por algunos años.

—No lo había imaginado, a pesar de que son muy parecidos, —confeso Castiel después de un tiempo, a lo que Arthur solo volvió a reír.

—Paola, prepara un poco de té para nosotros, —solicito el medico con entusiasmo, la mujer solo le miro y asintió con mala cara, para ella era un gusto atender al Señor Arthur, pero preparar té para un sucio doncel, era cosa aparte.

—¿Cómo esta Giulian? ¿Vino contigo también? —Pregunto con animos de cambiar el tema.

—Está arriba, en una habitación de huéspedes, tiene un poco de temperatura, pero ya le di su medicina y puse una compresa fría. —Contesto.

—Ya eres un experto con todo esto. —Fue el escueto comentario del médico, quien reconocía a Castiel como un excelente cuidador, después de todo para el padecimiento de Giulian y de no ser por los buenos cuidados de Castiel, el jovencillo ya habría muerto.

Se la pasaron parte de la tarde hablando de trivialidades, Castiel consulto por su esposa y le envió mucho saludos, ambos habían evitado hablar de su extraño encuentro en ese lugar, Castiel no quería decir que estaba haciendo allí, Arthur sabía perfectamente la razón.

—¿Vas a entregar al bebé? —La pregunta fue potente y termino por destrozar los nervios del doncel, quien tiro sobre su ropa un poco del té.

—¿Usted lo sabe? —Pregunto decolocado.

—Lo lamento mucho, yo fui quien propuso, ya sabes... —

De pronto todo para Castiel se volvió un enredo, su mente tardo minutos en conseguir resolver aquel rompecabezas, pero lo hizo, y ahora todo tomaba sentido, Castiel había terminado en manos de Chris gracias a Arthur, su hermano mayor y medico coluntario del consultorio alque Guilian asistia.

—¿Por qué lo hizo? —Pregunto contrariado.

—Porque quiero que mi hermano sepa que no todas las personas en este mundo lo ven como una jugosa cuenta bancaria, quiero que aprenda de tu humildad y quiero que mi hermano vuelva a sentir amor. —

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