Vientre de Alquiler

By LaurenceSinApellidos

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Vientre de Alquiler. Perdió a sus padres desde joven, la única familia que le quedaba era su pequeño y enfe... More

Capítulo 1: Propuesta
Capítulo 2: Esta extraña propuesta, sus rígidas clausulas.
Capítulo 3: ¿Cómo he llegado a esto?
Capítulo 5: Donceles, un deseo concedido.
Capítulo 6: Recuerdos y mentiras.
Capítulo 7: En el camino.
Capítulo 8: Cavaras tu propia tumba.
Capítulo 9: Arthur Owen, señor cupido.
Capítulo 10: La historia de un resentimiento y una respuesta.
Capítulo 11: En casa de Christopher Owen. Parte I
Capítulo 12: En casa de Christopher Owen. Parte II.
Capítulo 13: Primera clausula.
Capítulo 14: Estremecimientos.
Capítulo 15: Dulces de un amargo pasado.
Capítulo 16: Afortunados.
Capítulo 17: Protector.
Capítulo 18: Ella. A la vista de un profesional.
Capítulo 19: Clarissa Owen. "Dime cuñada".
Capítulo 20: Dando vueltas.
Capítulo 21: Solo hay dos victimas.
Capítulo 22: Rayito de Luz
Capítulo 23: Nada que no haya superado antes.
Capítulo 24: Soporte y unión.
Capítulo 25: Ponle a prueba y veras lo que ocurre.
Capítulo 26: Impactos de todo tipo.
Capítulo 27: Derrumbe.
Capítulo 28: Corazón partido.
Capítulo 29: La decisión correcta.
Capítulo 30: Una verdad, un perdón y un amor.
Capítulo 31: Name.
Capítulo 32: Pequeño hombrecito.
Capítulo 33: Como padres.
Capítulo 34: Como amantes.
Capítulo 35: ¿Un final o un comienzo?
Epílogo
Torre de Marfil

Capítulo 4: Una revelación importante.

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By LaurenceSinApellidos


Capítulo 4: Una revelación importante.

—¡Estoy en casa! —Exclamo desde la entrada.

Aun no podía creer todo lo que había pasado, si no tuviera esas galletas en la mano, pensaría que todo era una simple fantasía suya. El hombre más poderoso de todo el país, le había escogido a él, un simple don nadie para albergar a su hijo.

Volvió a tocar su vientre, en algún momento aquella zona llevaría un calor especial, una pequeña vida se formaría allí dentro y no podía dejar de estar emocionado con aquella idea.

—¡Llegaste temprano! —Exclamo Giulian, el muchachito seguía en su misma posición sobre la cama, apoyaba sus brazos de vez en cuando para acomodarse mejor en las almohadas —¡Que novedad es esa! —

—Hubo una fiesta en la empresa, yo me regrese, los empleados no están muy felices con mi presencia, pero el jefe me dio galletas, y me envió a casa, ¿quieres probarlas? — una hermosa sonrisa afloro en sus labios, mientras que internamente se odiaba por mentir con tal soltura, ya era un mal hábito suyo.

—¡Galletas! —Su amado hermanito, observo animoso la caja entre sus manos. El muchacho sonreía y estiraba las manos para recibir la flamante caja de dulces —Castiel, que caja más bonita. Nunca antes te habían dado galletas en el trabajo —Levanto el cartón entre sus manos observándolo con cierta curiosidad —Parecen caras —Susurro pasando su mano por encima de los diseños sobresalientes.

—Debe ser porque ya tengo un tiempo trabajando allí, quizás me aprecian un poco más. —

—¿No será que quiere seducirte? —Pregunto molesto —¡Ese hombre! Si yo pudiera le daría una paliza —Gruño enrabiado, cogió una de las galletas con gesto molesto y se la llevo a la boca, instantáneamente cambio de expresión.

—¿Qué es eso Giulian? ¿De dónde sacas esas cosas? —Castiel acomodaba algunas cosas desordenadas en la habitación, no pasaba desapercibido ese tono molesto de su hermano, y era raro pues Giulian nunca se comportaba de ese modo.

—No quiero que se aprovechen de ti Castiel, tu eres muy ingenuo —Soltó mordiendo otra galleta, su rostro parecía pacífico y alegre, pero sus palabras no dejaban de sonar secas, a refunfuñones.

—Deberías mejorarte pronto y darle una paliza entonces —Animo el hermano mayor, pero pronto se arrepintió de hacer dicha broma.

—si pudiera, lo haría —Observo la caja entre sus manos con resignación, cerro el contenedor y lo puso sobre un mueble junto a su catre, tenía la vista baja y apretaba sus manos en fuertes puños. —Desearía poder defenderte, —soltó entristecido y luego sus puños fortalecieron su agarre. —Odio verte golpeado y que la gente te discrimine, no me gusta hermano, me siento tan impotentes, detesto estar siempre enfermo. —

Giulian tendía a expresar su rabia contra la enfermedad con frecuencia, sin embargo, nunca antes lo había dicho de esa forma, nunca había expresado su impotencia ante todas las personas que abusaban de Castiel, el mismo se preguntó, como reaccionaria Giulian si supiera de su trabajo falso, de su verdadera forma de ganarse la vida. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, opto por no pensar más en eso, le daba repelús lo que su hermano pudiese pensar de su poco honorable empleo.

Dejo lo que estaba haciendo y camino lentamente hasta el catre, allí se sentó en un borde y extendió sus pequeños y delgados brazos, envolviendo a su hermanito en la calidez regocijante se un abrazo, musito una suave tonada en su oído y permitió que el menor llorara cuanto quisiera sobre su hombro.

—Algún día las cosas cambiaran Giulian, ya verás que todo saldrá bien, trabajaremos juntos para tener una vida bonita. —Acariciaba los cabellos caoba de su hermano con toque terso y suave. —Ten fe mi cielo. —El corazón del menor se estrujo al oír ese dulce apelativo, su "pa" les llamaba de esa forma por sus ojos celestes, tan claros y despejados como el cielo.

—No quiero esperar Castiel, —lloriqueo con tristeza. —Quiero ser fuerte ahora, quiero protegerte ahora, perdimos a pa, no podría perderte a ti también. —Externo arrugando la nariz.

—Estaré siempre junto a ti Giulian, siempre, siempre, no me vas a perder ¿Entendido? —Repitió aquella promesa mentalmente hasta quedarse dormido, Giulian se agotaba rápido y llorar era una cosa terriblemente cansadora.

Castiel tendió a su hermano en la cama, limpio sus lágrimas y beso suavemente las mejillas del menor para luego sonreír al verle de lejos. Aun postrado y enfermo, su hermano menor era más alto que el, seguro hasta más fuerte si pudiera usar sus propias energías, si tan solo Giulian estuviera sano las cosas serían muy diferentes.

Soltó un suspiro resignado, no estaba arrepentido de sus decisiones, incluso con aquel bebé que aún no engendraba, y por mucho que ya lo amasé como suyo, sabía bien que crecería mucho mejor con el cariño y las atenciones de Christopher, por eso tampoco se arrepentía de aquella decisión.

Camino a la cocina meditando sobre su vida, de la misma forma preparo el almuerzo, tenía algunas verduras que estaban prontas a estropearse, ya que su congelador era antiguo y no funcionaba muy bien, las cocino haciendo un pobre estofado de pollo junto al resto de arroz que quedaba en la alacena.

Observo su hogar, tan pequeño, tan húmedo, le faltaba claridad y desearía tener algunos adornos bonitos también, pintar las viajas paredes de algún color más vibrante, cambiar los muebles no estaría mal, sabía que era algo imposible y aun así se imaginó a sí mismo en su casa bonita invitando a su hijo a visitarle, tan solo por un fin de semana, luego, por supuesto, de aquella imaginación, volvió a suspirar con aun mas resignación. Todas esas fantasías se encontraban fuera de su alcance.

Sintió el cuerpo crispársele, corrió apresurado a la habitación de Giulian, desde la sala había oído aquella tos seca, rasposa, parecía que su hermano apenas respiraba y no se equivocó, al ingresar en el cuarto el muchacho se agarraba el pecho dolorido y dejaba escapar el aire con dificultad cada vez que tocia.

_Tranquilo, yo... —Sus manos temblorosas buscaron un vaso junto a la cama y volvió a correr a la cocina para llenarlo de agua, de regreso en la habitación cogió a su hermano por la espalda y le brindo su ayuda para facilitar los costosos sorbos —Giulian. —Sus manitas nerviosas daban palmadas en la espalda de su hermano, con lentitud exasperante volvía a respirar y pausaba un poco la tos.

—Estoy bien —Le dijo su hermano apenas pudo. Veía el rostro de Castiel contraído solo de miedo, y sentía estrujarse su corazón al pensar en el sufrimiento de su hermano mayor.

—Te vez agotado ¿Quieres comer? —Consulto con su voz quebrada —Hice estofado, como a ti te gusta —Una sonrisa se posó en sus labios y miro a su hermanito queriendo llorar.

—De tan solo oírlo se me haber el apetito. —Su voz parecía reseca, pero sonreía con el objetivo de calmar a su hermano. —Ya paso Castiel, tráeme un poco de comida ¿Sí? —El mayor asintió y salió con recelo de la habitación para traer un modesto plato de comida —¿Tu no almuerzas? — Pregunto el menor de inmediato.

—Tengo un poco en la cocina, lo traeré. —Se levantó de la silla junto al catre de su hermano y volvió a la cocina por su plato, tenía menos arroz, y no había nada de pollo en el, Giulian le miro molesto, pero no dijo absolutamente nada, ya habían tenido esa discusión cientos de veces y su hermano ya estaba muy alterado como para asustarlo más.

—Se te hizo tarde ¿No iras a trabajar hoy? —Pregunto Giulian, Castiel acostumbraba a salir de su casa cerca de las 14:00hrs, sin embargo, ese día se había pasado por bastante de su horario habitual.

—No iré, es probable que mañana tampoco vaya. —Contesto, por supuesto despertando aún más curiosidad en el menor quien levanto su rostro y le miro pidiendo explicaciones. —Creo que conseguí un nuevo trabajo, pero aún no estoy seguro.

—Si no estás seguro, ¿Cómo puedes abandonar tu trabajo actual? Estas arriesgando mucho. —Comento el menor, poniéndole en un aprieto, no sabía cómo responder a esa pregunta.

—Sí, es algo complicado, cuando se resuelva todo te lo explicare, ¿sí? —Sonrió nervioso y rogo porque su hermano no preguntara más.

Giulian le miro no muy convencido y asintió a la petición de su hermano, solo por ser incapaz de negarle algo a Castiel.

Los días siguientes le parecieron casi insoportables, no podía dejar de contar las medicinas de su hermano, apenas que alcanzaban para una semana más y no llegaba a poseer más de la mitad del dinero para comprar nuevas.

El jueves llego y tuvo que armarse de valor para hacer una importante petición luego de realizarse los exámenes. Se sentía como una hoja colgante en la copa de un árbol, a punto de ser arrasada por un horrible tornado. Temblaba de pies a cabeza mientras veía aquel deportivo acercase, era un modelo diferente al que Christopher había llevado la vez anterior, mas no por eso le parecía menos lujoso.

El vehículo se estaciono frente suyo, su joven conductor bajo el vidrio perteneciente al piloto y le miro de soslayo. Con un solo gesto le indico que subiese. Tan nervioso como estaba creyó que tropezaría al dar el primer paso, sin embargo, se sorprendió a si mismo realizando su gran hazaña con éxito y subiendo al automóvil sin percance alguno.

—Me haces parecer un violador o un abusivo, ¿qué te tiene tan alterado? —La voz grave de Christopher resonó en aquel pequeño espacio, rebotando en sus oídos produjo un potente estremecimiento en su frágil cuerpo, gozo unos segundos de la suave vibración que producía aquella viril voz aterciopelada y luego decidió responder.

—Tengo fe en que saldrán bien, pero me pone me da un poco de miedo si llego a estar equivocado —Confeso mordiendo su labio inferior.

Christopher puso el auto en marcha y le miro por breves segundo, luego estiro su mano y deshizo el agarre que el muchacho tenía entre sus labios.

—No te hagas daño, todo saldrá bien. —No sabía de donde saco eso, sin embargo, un calor se extendió desde el pecho del menor hacia su estómago produciendo un agradable cosquilleo, miro a Chris y sonrió, tal vez no era tan frio después de todo.

La clínica en la cual fueron recibidos tenía un mundo de diferencia con respecto al pequeño consultorio donde se atendía a su hermano, las pulcras cerámicas celeste claro se veían finas y muy limpias, las paredes tenían un blanco invierno hermoso, mientras que cada funcionario vestía de bastas bordadas, todas iguales. Sus ojitos se abrieron con sorpresa, luego sonrió imaginado la posibilidad de que su hermano fuera atendido en un lugar como ese.

—Un conocido te hará los exámenes. —Soltó cortante.

—¿Qué? —Castiel bajo de su nube repentinamente, no había escuchado mucho de lo que el mayor decía.

—¿Tengo que repetirte todo siempre? —Consulto un tanto hastiado. —Te digo que un conocido mío te realizara los exámenes, no quiero que nada de esto se filtre a la prensa, por lo menos hasta que yo anuncie el nacimiento de mi hijo, antes no. —Castiel asintió comprendiendo las palabras del mayor y se dejó guiar a la sala donde le practicarían todas las pruebas necesarias.

—¡Hola Chris! Tu hermano me platico sobre esto. Le haremos todos los exámenes pertinentes, no te preocupes por nada, lo dejas en buenas manos. —

—Gracias Robert, aprecio mucho tu ayuda, ten cuidado con Castiel, tiende a ponerse nervioso por todo, —susurro en su oído. El médico de inmediato giro sus ojos al cuerpo pequeñito que se escondía detrás de la espalda de Christopher.

—Hola Castiel, soy Robert, el medico que te hará los exámenes. —Saludo con voz tersa, intentando no asustar mucho al jovencito.

—Hola. —Musito este saliendo de su escondrijo, dejándose llevar por la mano del médico, hasta notar que Chris no les seguía. —

—¿Él no viene? —Pregunto nervioso.

—No, Chris esperara afuera a que tengamos todo listo, no te preocupes no tardare más de una hora. —

Resignado a pasar por todo eso solo, se dejó llevar a otra habitación. Le tomaron exámenes de sangre, orina, le hicieron diferentes exámenes que no conocía y otros que ya había visto por su hermano, no entendía bien, que tenía que ver todo eso con enfermedades sexuales, pero quiso creer que Christopher había pagado por una revisión completa, eso no le asustaba mucho, de todos modos, era bueno de vez en cuando saber cómo se encontraba de salud él mismo.

—Sé que esto debe ser un poco incómodo, pero te aseguro que no quiero abuzar de ti, nada de eso, solo quiero tomar una muestra de tu conducto vaginal. Con una paletita raspare un poco de la mucosa y se ira inmediatamente al laboratorio, no duele mucho, a veces ni siquiera duele. — Comento.

El muchacho asintió nervioso, sin decir nada, hacía rato que solo vestía una bata de hospital con broches por la espalda. Se montó en la camilla y abrió sus piernas, había hecho eso ya muchas veces, y por razones peores, el dichoso examen no sería nada, o al menos eso se repetía para hacer de la experiencia algo menos vergonzosa.

—¡Todo listo! Ese era el último. Ve a vestirte muchacho, lo has hecho muy bien. —El medico sonrió a su paciente, Castiel simplemente se sonrojo y dejo la sala para ir en busca de sus ropas.

Mientras que el menor se cambiaba, Robert avanzo hasta su amigo y se sentó junto a él.

—Qué me puedes decir? —Pregunto en susurro el empresario.

—A simple vista está todo en orden, sé que dijiste que ese joven trabaja como prostituto. —Musito intranquilo el médico. —Pero es virgen. —

—¿Qué? ¡No! —Exclamo incrédulo. —Yo vi con mis propios ojos como se lo cogían en la calle, eso no puede ser posible. —

—Sera analmente, el himen de ese niño está intacto, yo debía haberle hecho la primera fisura al introducir el especulo para tomar la muestra. —

—Debes estar de broma. —Soltó Chris aun sin creerlo.

—No amigo, jamás te habría dicho esto si no estuviera completamente seguro. —Asevero. —Ese joven jamás ha tenido relaciones sexuales, por lo menos en su conducto vaginal.

El conducto vaginal, una pequeña fisura existente en los donceles, apenas poseía unos pequeños labios menores y era el medio que une el útero masculino con el exterior, poseía internamente casi las mismas características femeninas.

—Se ve como alguien sano, solo los exámenes más minuciosos podrían demostrar lo contrario, no hay ladillas, tampoco herpes genital, no encontré signos de gonorrea, ni sífilis, no parece ser portador de sida, de hecho, no parece alguien que se prostituya. —

Todas esas palabras resbalaban por los oídos del empresario, quien solo repetía una cosa mentalmente "Castiel es virgen".

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