El arte de amar.

By Luz_Ka

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|Borrador, contiene errores ortográficos | Isabella Gibson, es la típica adolescente presumida, odiosa, orgul... More

Sinopsis.
I
Introducción.
Capítulo Uno.
II
Capítulo Dos.
III
Capítulo Tres.
IV
Capítulo Cuatro.
V
Capítulo Cinco.
VI
Capítulo Seis.
VII
Capítulo Siete.
VIII
Capítulo Ocho.
IX
Capítulo Nueve.
X
Capítulo Diez.
XI
Capítulo Once.
XII
XIII
Capítulo Trece.
XIV
Capítulo Catorce.
XV
Capítulo Quince.
XVI
Capítulo Dieciséis
VXII
Capítulo Diecisiete
XVIII
Capítulo Dieciocho
XIX
Capítulo Diecinueve
XX
Capítulo Veinte.
XXI
Capítulo Veintiuno.
XXII
Capítulo Veintidós.
XXIII
Capítulo Veintitrés.
Vacío.
LA CARTA.
XXIV
Capítulo Veinticuatro.
XXV
Capítulo Veinticinco.
XXVI
Capítulo Veintiséis.
XXVII
Capítulo Veintisiete.
XVIII
Capítulo veintiocho.
XXIX
Capítulo Veintinueve.
XXX
Capítulo Treinta.
Epílogo
Extra | 1 (Borrador)
Extra | 2 (Borrador)
Extra | 3 (Borrador)
Extra | 4 (Borrador)
ESPECIAL NAVIDEÑO. (Borrador)

Capítulo Doce.

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By Luz_Ka

En ese instante me encontraba tan furiosa que jodidamente me costaba demasiado el respirar y procesar todo lo que había pasado en menos de dos minutos.

Era una jodida idiota, jamás podía tener mi boca cerrada, nunca, y siempre tuve problemas por ello; recuerdo que cuando estaba pequeña un día frente a un socio de mi padre había comentado que papá tenía dos personalidades, una oscura y una clara, la oscura era la única que conocía yo y la clara era la que compartía con mi hermano y sus socios ¿Adivinen que pasó ese día? Sí, me gané una paliza después de que el socio de mi padre hubiera abandonado la casa.

A lo que quiero llegar es que siempre estoy diciendo las cosas sin pensar en las consecuencias, y sabía que Ian de todas las personas existente, jamás merecía mi mierda, y era totalmente su responsabilidad si quería compartir sus cosas conmigo o no, yo no tenía derecho a reprocharle nada.

Siempre había sido muy mala para pedir disculpas, pero con Ian no era así. Era como si necesitara que él supiera que de verdad me sentía mal por haber hablado de más sin permiso alguno, no estaba muy feliz por la frialdad como me había tratado, aun así, comprendía que había sido yo quien lo había llevado a aquel extremo.

Dentro del Jeep todo era tan tenso que el aire era difícil de respirar, Ian no miraba a otro parte que no fuese la carretera y me encontré queriendo suavizar el ceño fruncido de su frente con besos -Sí, con besos- pero dudaba que Ian en ese momento quisiera un beso mío, de hecho, estaba segura de que no quería nada de mi parte.

—Lo siento. —Dije rompiendo el silencio. —De verdad lo lamento, no debí haber dicho eso.

Mis manos se sentían frías y mi corazón también comenzaba a sentirse helado.

Esperé a que Ian hablara, pero no lo hizo, siguió mirando al frente y apretando el volante de manera brusca, decidí no insistirle, pero después de un momento algo agrio se pegó a mi boca cuando recordé la manera como defendió a Agatha, y no pude evitar preguntarme... ¿Y si sentía algo por ella? ¿Algo más que por mí? ¿Siquiera sentía algo por mí? ¿Lo hacía? Los pensamientos llegaban rápido, a mil por hora ahogándome sin piedad alguna... ¡Joder! Me daba miedo, me asusté al darme cuenta de que, si Ian realmente amaba a Ágatha, yo no tendría nada que hacer ahí, no con él.

—Detente, Isabella. —Ian puso una mano sobre mi rodilla y obligó a mi pierna a detener el rebote al que lo había sometido desde hacía rato.

Sí, estaba nerviosa, aterrada.

—Lo lamento, Ian. —Repetí—, no quise hablarte de aquella manera, tampoco me gustó que me hablarás así, sin embargo, yo lo lamento.

—Bien.

Aquello fue lo único que respondió y siguió conduciendo sin más. La tarde ya había comenzado a caer y descubrí con asombro después de varios minutos que no nos estábamos dirigiendo al apartamento. El pelinegro se desvió por una ruta que iba directo a las afueras del estado, y varios minutos más tarde llegamos a lugares desiertos en donde había pequeñas montañas alrededor. Me sentí igual de inquieta pero no dije nada, ni siquiera cuando entramos a una avenida que se encontraba escondida detrás de un denso y nublado bosque de arboles antiguos y algo desgastados.

Él se detuvo finalmente cuando llegamos al fondo del lugar y descubrimos algo de tierras desérticas, tierras que estaban acompañadas únicamente por una desastrosa chocha de tamaño promedio.

El lugar era de madera gruesa y en ese momento desde la distancia se notaba podrida, la choza lograba estar encubierta por toda la naturaleza de alrededor, sin embargo, el pedazo que estaba a la vista dejaba entrever que era un lugar muy empobrecido.

Raro.

Ian se bajó del auto sin llegar a decir nada y caminó directamente hacia la choza, yo me quedé en mi lugar por varios minutos sin saber realmente que hacer, aun así, después de un momento decidí seguirle sin más.

Él estaba en silencio, ya se había acercado lo suficiente al lugar y se encontraba mirando la puerta de la choza con aire pensativo y distante.

—¿Qué hacemos aquí? —Le pregunté en voz baja.

Su ansiedad era casi palpable en el aire.

—¿Ian?

Traté de acercarme a él para tocarlo, pero esquivó mis manos con rapidez y una gran picada llegó directamente a mi corazón.

Auch.

—No soy tan bueno como crees, Isabella. —Sus ojos azules eran mas oscuros que nunca—. Dios sabe que soy todo menos bueno.

Sus palabras debían inquietarme, pero raramente no lo hacían, Ian en ese momento lo era todo para mí, todo menos algo malo.

—Si estás diciendo eso por lo que dije en el restaurante, de verdad lo siento, no pretendía meterme en tu vida. —Lo miré fijamente—, a veces digo las cosas sin pensar y...

—No, eso no tiene nada que ver, Is. —Se encogió de hombros— Es verdad lo que dices que nunca he sido realmente sincero contigo, no lo soy. Tú me has abierto totalmente las puertas de tu mundo y yo sigo aquí escondido en sombras, no mereces eso.

No dije mucho porque nada vino a mi cabeza en ese momento, yo solo pude mirarlo fijamente sin más.

—Voy a ser sincero contigo, lo seré. —Murmuró, — te contaré mi historia.

—No debes hacerlo si no quieres, de verdad que no.

—Prométeme algo, Isabella. —En ese caso él fue quien se acercó a mí.

Asentí sin dudarlo nunca.

—Prométeme que cuando te cuente mi historia, cuando te diga todo sobre mi pasado —Sus manos se elevaron y tocaron mi cabello. —Prométeme que no te vas a alejar de mí, prométemelo Is, por favor dime que no te vas a ir...

Un temblor recorrió mi cuerpo de manera inmediata, él no me estaba diciendo en palabra contextuales "Te necesito" pero en su suplica se escuchaba aquellas palabras no dichas, y entonces me pregunté ¿Cómo podía creer Ian que yo podría alejarme de él? ¿Como sería eso posible? ¿No se daba cuenta de que era todo lo que tenía?

—No iré a ninguna parte Ian. —Posé mi mano en su pecho con suavidad—, estoy aquí contigo, no me iré.

Él aceptó mis palabras y sin más, comenzó a hablar:

"—Mi vida desde siempre no fue realmente muy bonita, ni de cerca. Nací y me críe aquí en esta cabaña, en medio de toda esta pobreza. Mi ejemplo para seguir desde siempre fue mi madre y debo decir que no fue muy buena conmigo y con mi hermano; ella era drogadicta, alcohólica, depresiva y abusiva, ella era todos los males juntos. —Él se veía ansioso y dolido—. Realmente fui criado por mi hermano Alex, él era mayor que yo por tres años y sin importar su poca edad, siempre se preocupó y trató de hacer todo por mí, lo hizo. Cuando yo tenía cinco y Alex ocho años, fue uno de los momentos más difíciles de nuestra vida, jamás teníamos comida o algo para coexistir, éramos más pobres que nunca porque nuestra madre jamás pensaba en nuestra economía por más mínima que fuese. Mi hermano salía del bosque e iba a las calles cercanas para conseguir un poco de comida rancia para nosotros, sobre todos para mí."

Mis ojos comenzaron a arder al escuchar las palabras de Ian, sus ojos se veían más distantes que nunca, y era como si él estuviera en el pasado totalmente, era como si yo no estuviera ahí con él.

"—Mamá nunca estaba con nosotros, y cuando si lo estaba, claramente se encontraba sumergía en la nubla de las drogas. No conocíamos a nuestro padre, solo la teníamos a aquella señora y bueno, eso no era nada... —Sonrió con frialdad—, yo tuve una vida dura, Isabella. Aun así, no era el responsable de nada, en cambio mi hermano cargaba con todo encima, era pequeño y debía enfrentarse a responsabilidades que claramente mi madre no quería con ella. Yo era un niño como todos, pero había algo que me diferenciaba de los chicos de mi edad, y era mi entendimiento. Con cinco años ya sabía que no tenía la mejor madre del mundo, ella era realmente mala Isabella, obligaba a Alex hacer cosas que ninguna madre en su sano juicioso haría. Las cosas siempre fueron malas, pero de la noche a la mañana empeoraron, realmente lo hicieron. Una noche de tantas, mamá llegó muy borracha a casa, pero esta vez no iba sola, ella llevaba a un amigo consigo, y siempre que llegaba así de mal o con visita, Alex me escondía en el pequeño y apestoso baño de la choza para que mamá no se desquitara conmigo como se desquitaba con él, sin embargo, aquél día no alcanzó a esconderme, así que ambos nos quedamos en medio de la puerta como estatuas mientras mamá se drogaba con aquel extraño y después se lo follaba de manera repugnante frente a sus dos hijos sin cohibición alguna."

Las nauseas vinieron a mi y traté de controlarlas.

—Recuerdo haber estado aterrado al ver a ese hombre tocar a mi madre de manera sucia y brusca, pero al parecer a ella le gustaba porque no paraba de reír, gritar y gemir. En algún punto él comenzó a decir cosas sucias hacia nosotros dos, y eso parecía excitarla más a ella, recuerdo que él nos decía cosas como: Miren niños, así se toca a una mujer, así de doma a una perra.

La ira me golpeó con fuerza al descubrir que su madre era la peor escoria existente.

—Tu madre es una perra loca. —Susurré enojada—, quiero matarla.

Una suave sonrisa se posó en sus labios, mientras estiraba una mano y me atraía hacia él.

—Eres tan peleona. —Susurró y me miró con fijes. —La cosa es que su amigo de aquella noche con el paso del tiempo se convirtió en su novio, él se convirtió el mundo entero de ella y por tal, se adueñó de nuestro entorno completamente. —Guardó silencio por un momento, suspiró y tras una pausa se atrevió a hablar—, si yo hubiera sabido lo que iba a hacer desde el principio, si a aquella edad hubiese entendido sus intenciones, te juro que lo habría matado sin miedo a nada, hubiera hecho cualquier cosa por ayudar a Alex...

Lo abracé sin poder contenerme, lo acerqué a mi cuerpo y traté de consolarlo, de verdad lo deseé.

Yo más que nadie sabía lo doloroso que podía llegar a ser cuando se vive con los recuerdo, es como tener constantemente una cuchilla contra tu cuello que día a día amenaza con deslizarse contra tu piel y dejarte sin vida.

—Alex siempre fue una guía para mi Isabella, él era todo lo que yo tenía, fue el padre y madre que nunca me criaron o me cuidaron. Desde pequeño siempre sacrificó su bienestar por el mío sin importarle nada, ni de cerca. —Suspiró—, pero con el pasar de los años cambió, mi hermano ya no era realmente el niño que me había ayudado a crecer, él se convirtió en un drogadicto, justo como mi madre. Yo tenía diez y Alex trece cuando todo realmente se fue a la mierda, mi hermano era peor que mi madre, ya no robaba para darme algo de comer, sino que robaba para comprar algo de marihuana, pasaba días en que Alex no iba a casa y yo me quedaba hasta altas horas de la noche escondido en el baño esperándolo mientras mamá y Jacob peleaban, mientras él la trataba de manera grosera y violenta, mientras yo lloraba aterrado por el destino que tenía que vivir. Fui tan cobarde.

—Solo eras un niño, Ian.

—Alex también lo era. —Me recordó con suavidad. —La cuestión es que, con el transcurso de los años, algo o mejor dicho alguien quebró a Alex de manera inexplicablemente, lo arruinó para siempre sin arreglo alguno. Cuando yo lo miraba a los ojos no veía vida en ellos, en absoluto. Por las noches cuando dormíamos debajo del mesón, podía escuchar sus gritos de angustia cuando las pesadillas llegaban y lo aterraban. —Ahora el cuerpo de Ian temblaba —Él estaba tan roto que hasta llegó a rasgarme a mí con sus pedazos deshechos, mi hermano había dejado de ser él, y ahora solo era una sombra castigada por recuerdos y pesadillas.

No me gustaba el lugar hacia donde se estaba dirigiendo aquella historia, no me agradaba porque me recordaba a mis traumas pasados.

—Siguieron pasando los años y jamás hice nada más que crecer y ver como mi hermano se volvía nada así mismo —Su voz era baja—, para cuando cumplí los quince, mi madre ya había terminado su relación con Jacob, Alex estaba más acabado que nunca y yo tenía amistades no muy recomendables. Un día volviendo a está maldita cabaña escuché a mi madre y Alex pelear, su discusión era tan salvaje y sus palabras tan crueles, que juro que jamás podré sacármelas de la mente. Entre tanto gritos y lloriqueos, escuché la verdad, por qué Alex ya no era mi hermano protector si no un drogadicto roto y sin esperanzas.

Tenía miedo de seguir escuchando, pero no lo detuve.

—Escuché como acabaron con la vida de mi hermano frente a mis ojos y jamás hice nada, ni siquiera entendí realmente el inicio de sus problemas, aun así, sin importar mucho, ese día decidí nunca más quedarme al margen, no sería más un cobarde. —Sus ojos eran de nuevo dos pozos oscuros—, decidí hacer algo por mi hermano, así como él hizo tanto por mí en el pasado. Yo fui a donde el hijo de puta que destruyó la vida de Alex, y destruí la suya sin pensarlo dos veces.

Me sacudí violentamente y no fue por sus palabras, sino por el rencor en ellas.

—Fui y busqué a Jacob por cielo y tierra sin detenerme nunca, y después, cuando lo hallé, lo maté de forma lenta, hice que se arrepintiera de haber nacido y haber respirado el mismo aire que mi hermano.

Sonrió con frialdad.

—Fui malo Isabella, realmente lo fui.

No supe que decir.

—Ahora lo sabes todo, Isabella — Me miró sobriamente —Soy un asesino y no me arrepiento de ello... ¿Tu promesa sigue en pie? ¿Te quedarás conmigo? ¿Con un asesino?

Estaba muda, no sabía que decir y mucho menos como actuar.

Ian acababa de admitir que había matado a un hombre, y sonrió fríamente como si no fuera nada, como si no le afectase ni de cerca.

Mis ojos seguían puestos en él, y su tranquila pero firme manera de caminar alrededor de la rústica cabaña, él no dijo nada mientras yo digería sus palabras. Y por más que trataba de decirme que Ian jamás sería capaz de matar a alguien, sabía plenamente que el pelinegro no estaba mintiendo sobre el tema... ¿Y saben que es lo peor? Que podía saber y entender que él era un asesino y, aun así, seguía sin temerle.

—Estabas herido, no es tu culpa...—Traté de justificar sus acciones, pero la mirada feroz de Ian me dejó muda.

—No trates de justificarme, Isabella —Sus manos fueron a su cabello y tiraron suavemente de aquel— Estaba roto al igual que mi hermano, pero eso no me daba derecho para matar al bastardo de Jacob, aun así, de igual manera lo hice y no me arrepiento de nada. —Sentenció finalmente.

Tenía razón, estaba tratando de justificarlo y no debería, no cuando él se estaba abriendo a mí de una manera espontánea, sin tapujos y sin mentiras.

—Lo siento —Fue lo único que me obligué a decir, no sabía realmente si lo sentía por mis palabras o por la vida de mierda que él había tenido que llevar. —Lo siento por todo, Ian.

—No te disculpes por nada, Isabella. —Suspiró—, no es como si fuese tu vida.

—Igual lo lamento.

A veces sin más nos creemos el centro del mundo, creemos que todo lo malo estaba destinado a sucedernos nada más a nosotros, y no es así, hay personas que sufren el noble, el triple y mucho más. Yo siempre quise que alguien comprendiera mi dolor, y, aun así, jamás había sido capaz de entender otros dolores, dolores como los de Ian, los de Alex o incluso los dolores de mi hermano. Siempre había creído que mi vida era una mierda, que en cuestión era la peor y miles de cosas más, sin embargo, claramente estaba equivocada, existían muchas personas que sufren y lo hacen incluso más.

—Ahora me siento idiota por hacer tantos dramas con mi vida. —Susurré.

—Dolor es dolor Isabella. —Comentó en voz baja—, hay personas que sufren más que otras, y, aún así, no significa que tu dolor no te afecta, no te duele.

Eso era verdad.

—Uhm... ¿Y tu hermano? ¿Dónde está? ¿Qué pasó?

Quise saber sobre Alex, no lo conocía, pero una parte de mi deseaba conocerlo con todas sus fuerzas, quería agradecerle de frente por haber estado ahí para Ian mientras crecía, sin importar que después simplemente se alejó por tanto dolor.

—Acabo de decirte que asesiné a un hombre y... ¿No vas a decir nada sobre ello? —Inquirió.

—No estoy aquí para juzgarte, Ian. No podría hacerlo. —Admití—, quizás sigo en shock por tus palabras, pero no hay una sola parte de mí que quiera ir lejos de ti.

El pelinegro cerró los ojos como si mis palabras le dolieran, y tras una breve pausa, inició a hablar de nuevo:

—Alex esta en un ataúd a varios metros bajo tierra pudriéndose.

—Ay. —Susurré ante la brusquedad de sus palabras.

—La primera vez que te conocí hubo muchas cosas que me llamaron la atención. Eras tan jodidamente hermosa que me costaba dejar de verte, aun así, tu belleza no lo fue todo, ni de cerca, incluso tu sarcasmo, ímpetu, grosería y cinismo lograron cautivarme Isabella. —Él se acercó a mí y yo aguanté la respiración—, eres preciosa por ti misma, aun así, lograste recordarme a Alex y a mí mismo y es por eso por lo que jamás pude dejarte atrás.

—¿Te recuerdo a tu hermano?

—No de la manera que crees, lo digo por esa fuerza interna que tienes sin importar los miles de obstáculos que te caen encima. Cada que te veo, no puedo evitar estar molesto y decepcionado de Alex, antes no lo veía, pero ahora lo hago Is, y si hay algo que he aprendido en la vida. Es que siempre hay opción, siempre. Tú decidiste seguir con tu vida a pesar de todo el dolor y él decidió acabar con ella.

Sus palabras eran ciertas, siempre teníamos opciones en nuestras vidas y no todas las veces tomábamos las opciones acertadas.

—A pesar de todo por lo que has pasado —Sus ojos azules buscaron deprisa los míos —Estas aquí Isabella, estás tratando de salir adelante, tratando de ser feliz a tu manera y eso lo admiro, no sabes cuánto, de verdad que no. Cuando te veo, lo único que quisiera es que Alex hubiera tenido tu fortaleza, si hubiera sido tan fuerte como lo eres tú, que a pesar de todo lo que te han hecho sigues aquí, aquí conmigo, todo sería diferente.

—Ian —Susurré acercándome y tocando su bello rostro que ahora tenía una barba de tres días.

—Eres tan fuerte que me dejas sin aliento, —Repitió —Y desearía que él lo hubiera sido igual. Pero sólo fue un cobarde, un cobarde que terminó con su vida y dejó la mía en plena oscuridad.

Jodida mierda... Alex se había suicidado, había acabado con su vida sin más.

Pobre joven...

Como si Ian hubiese escuchado lo que yo estaba pensando, tragó saliva con dificultad y volvió a hablar:

—Abusaron de él Isabella, de una y mil maneras diferentes —mi cuerpo se tensó rápidamente—. Abusaron de Alex de forma física, sentimental y mental, acabaron con él y a su paso solo dejaron a un drogadicto que solo deseaba morir, solo quería ser destruido. —Ian se detuvo un momento para tomar aire, porque parecía que las palabras lo estaban dejando sin aliento. — Ese maldito del Jacob era un desgraciado, un maldito enfermo que sentía placer a través del dolor, y mi madre una jodida zorra que sólo quería verle feliz sin importar el sufrimiento de su hijo, su primogénito.

Me sorprendió demasiado el ver las lagrimas en los ojos de Ian, estaba claro que aquello aún le afectaba y mierda, a mi también me dolió, yo más que nadie sabía lo que era ser abusada y maltratada sin escrúpulo alguno.

—Te duele y lo siento por ti y por tu hermano, Ian. —Susurré.

—Is...

—Sé que los recuerdos pueden matar, lo sé, y lo ultimo que quiero es que eso te suceda, necesitas dejar libre aquél recuerdo, necesitas superar a Alex, dejarlo descansar en paz.

Ian negó con suavidad.

—No, no puedo.

—¿Qué más pasó? —quise saber.

—Maté a Jacob, lo encontré y lo maté sin importarme nada, sólo quería verle revolcarse en su propia miseria, que sintiera lo que mi hermano sintió cuando estaba abusando de él —Sus ojos jamás abandonaron los míos —Me sentí tan bien cuando vi el terror de sus ojos mientras moría, que hasta llegué a sentirme enfermo, pero después de eso no había nada, estaba vacío y lo único que quería era hablar con Alex, hacerle saber que estaba ahí y que lo solucionaríamos todo, que yo lo ayudaría y que ya me había encargado de su demonio, pero cuando llegué a él, Alex ya no estaba o mejor dicho, si estaba, pero estaba muerto. Él se había suicidado.

Por un momento no dijimos nada, yo solo pude quedarme en silencio para tratar de respetar su dolor, en algún punto el pelinegro me pidió que nos fuéramos al bar y yo asentí, sin embargo, cuando seguimos desmovilizándonos hacia nuestro destino, le volví a hablar en voz baja.

—Sé lo que se siente ser abusada, Ian. Lo sé—, susurré y él se tensó—. Alex no se suicidó precisamente porque fuese un cobarde, lo hizo porque perdió o sintió perder todas las razones para vivir, lo hice. Y cuando uno en la vida no tiene más motivos para vivir, ¿para que sigue? ¿Qué sentido hay?

Los ojos de él se movieron deprisa hacia mí.

—Júrame que jamás vas a hacerlo, júralo. —Pidió con urgencia.

—¿Qué?

—Sin importar que tan sola te sientas o algo por el estilo, júrame que jamás de harás daño, Isabella —me pidió en voz baja—. Dime que no me harás aquello a mí.

Sus palabras me conmovieron.

—No, jamás lo haré, lo juro.

Él se tranquilizó y asintió creyendo totalmente mis palabras.

Mientras llegábamos al bar Ian continuó contándome literalmente toda su vida, no se detuvo en ningún momento, habló de lo traumático fue el encontrar el cuerpo sin vida de su hermano dentro de la cabaña, el cual se había asesinado intencionalmente con grandes dosis de heroína. Narró como lloró toda la noche sobre el cuerpo, para al otro día simplemente entregarse a la policía por el crimen que había cometido.

—Mientras yo era arrestado por asesinato y era enviado a un centro de menores, Alex fue enterrado por una de las únicas personas que lo amó realmente; Ágatha.

Ian continuó hablando de su amiga, me dijo que ella había amado a Alex como a nadie más, y que su vida terminó en caos después de la muerte de él, sufrió tanto, que incluso en el proceso del duelo perdió el bebé que había estado esperando.

El bebé que ella había perdido no era de Ian como yo lo supuse, era de su hermano fallecido, era el consuelo que Ágatha había tenido después de perder el amor de su vida, pero al final... También perdió su bebé accidentalmente y quedó sola sin más, por aquello Ian siempre estaba ahí para ella, se negaba a dejarla sola por miedo a que hiciera algo loco "Ella jamás superó la muerte de Alex y el bebé" "Ella es algo inestable" me había asegurado él mientras sonreía tristemente. "Soy todo lo que tiene"

Y entonces después de esas palabras, yo jodidamente entendí que Ágatha no estaba enamorada de Ian ni nada por el estilo, más bien ella estaba aferrada a la imagen que Ian le recordaba de su amor perdido; su Alex.

Por un momento no pude evitar sentir empatía y quizá un poco de lastima por Ágatha, estaba segura de que debía ser jodidamente muy duro perder el amor de tu vida de aquella manera, con aquellas circunstancias.

El alma de ella había sido marcada dolorosamente para siempre, y eso era algo que jamás se iría.

—¿Puedo preguntarte algo un poco imprudente? —solté de la nada.

—Seguro.

Pensé muy bien mis palabras antes de hablar.

—Dijiste que fuiste a la cárcel de menores de edad, también dijiste que eras muy pobre y... ¿Cómo es que ahora tienes dinero o mejor aún, como conseguiste los bares que tienes ahora?

Ian guardó silencio por rato, y después se atrevió a hablar.

—Eso también es una larga historia, sin embargo, para resumirla, mientras estaba pagando mi condenada por asesinato, un día llegó un abogado y me informó que a mi nombre existía una pequeña herencia que había sido cedida por un hombre, un hombre que había muerto hacía poco.

Lo miré con atención mientras él hablaba.

—Mi supuesto padre, el que nunca conocí, antes de morir delegó dos pequeños establecimientos a mi y mi hermano, pero como Alex ya no estaba, esos lugares cayeron a mis manos y ahora son lo que conoces, mi mundo y enfoque entero.

—Lo has hecho muy bien. —Le sonreí.

Me devolvió la sonrisa con suavidad.

—Estar dentro de los bares y manejarlos con carácter y responsabilidad es todo lo que sé hacer en la vida, Isabella. Yo no tuve educación ni nada por el estilo, solo tengo esto que me fue regalado y por tal, sin importar que odie al hombre que me dio todo esto, amo lo que he conseguido, ha sido lo único que me ha dado razones para vivir.

Sus palabras se adsorbieron por todo mi ser, y en ese momento no pude evitar admirarlo como a nadie en el mundo.

—Llegamos —me avisó cuando nos detuvimos a las afueras del bar—. Debo ir a solucionar algunas cosas, pero pasaré rápido por ti. ¿Bien?

—Bien — respondí, pero no me moví del lugar.

—Is sé que lo que te conté no es lo más normal del mundo, pero quiero que sepas que yo pagué mi condena, de hecho, salí muy rápido de prisión por buen comportamiento, y nada... Quiero que sepas que jamás te harías daño y...

Lo interrumpí porque entendí hacia donde se estaban dirigiendo sus palabras.

—Sé lo que hiciste y lo entiendo, no trato de excusarte, pero tampoco puedo juzgarte, yo no haría eso, Ian —aseguré—, además no te tengo miedo, no a ti.

—Gracias por escucharme, Isabella. Gracias.

Me incliné cerca a él, besé su mejilla y le sonríe de nuevo.

—Ve con cuidado, te estaré esperando.

—Volveré — aseguró y le creí.

La vida era difícil, estaba llena de circunstancias dolorosas que nos hacía ser lo que ya éramos, y por tal, no podíamos rendirnos ante nada, ni siquiera ente el dolor y la tristeza.

Cuando salí del bar un tiempo después de que Ian hubiese ido a recogerme, entendí que la madrugada ya había llegado y las calles estaban llenas de personas que se dirigían a sus casas o a otros lugares para seguir con sus fiestas, el frío aire o mejor dicho sereno de la madrugada chocó con mi cara dejando un rastro helado en ella; y mis pensamientos entendieron que se acercaba el invierno y por tal, presentí que se venía una helada larga y muy eterna.

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