El arte de amar.

By Luz_Ka

3.9M 382K 110K

|Borrador, contiene errores ortográficos | Isabella Gibson, es la típica adolescente presumida, odiosa, orgul... More

Sinopsis.
I
Introducción.
Capítulo Uno.
II
Capítulo Dos.
III
Capítulo Tres.
IV
Capítulo Cuatro.
V
Capítulo Cinco.
VI
Capítulo Seis.
VII
Capítulo Siete.
VIII
Capítulo Ocho.
IX
Capítulo Nueve.
X
Capítulo Diez.
XI
XII
Capítulo Doce.
XIII
Capítulo Trece.
XIV
Capítulo Catorce.
XV
Capítulo Quince.
XVI
Capítulo Dieciséis
VXII
Capítulo Diecisiete
XVIII
Capítulo Dieciocho
XIX
Capítulo Diecinueve
XX
Capítulo Veinte.
XXI
Capítulo Veintiuno.
XXII
Capítulo Veintidós.
XXIII
Capítulo Veintitrés.
Vacío.
LA CARTA.
XXIV
Capítulo Veinticuatro.
XXV
Capítulo Veinticinco.
XXVI
Capítulo Veintiséis.
XXVII
Capítulo Veintisiete.
XVIII
Capítulo veintiocho.
XXIX
Capítulo Veintinueve.
XXX
Capítulo Treinta.
Epílogo
Extra | 1 (Borrador)
Extra | 2 (Borrador)
Extra | 3 (Borrador)
Extra | 4 (Borrador)
ESPECIAL NAVIDEÑO. (Borrador)

Capítulo Once.

67.2K 6.4K 3.3K
By Luz_Ka


Sentí un roce suave contra la planta de pie, y sonreí tontamente ante la caricia, la verdad no era muy fan de las caricias, sin embargo, tener a Ian tocándome era lo mejor que me podía pasar, la verdad que sí. Por un momento planeé quedarme por siempre ahí sintiendo sus caricias, cuando de repente sentí una lengua rasposa rozar mi pie y hasta ahí me llegó el encanto.

—¡Ay! —Grité asustada sentándome bruscamente, mientras intentaba orientarme un poco.

Todo mi cabello estaba por toda parte, intenté ordenarlo y cuando logré controlar la densa cortina de cabello rojo, a través de él fui capaz de encontrarme con unos ojos verdes perlados que me observaban con curiosa atención.

—Oh, veo que Dash ya vino a saludarte. —Ian entró a la habitación con una gran sonrisa en sus labios.

—Sí, eso.

Traté de no dejar caer la boca abierta cuando vi que el pelinegro no llevaba camisa puesta, su marcado abdomen estaba al aire y tuve que hacer todo lo posible para no comenzar a babear ante la perfecta vista. Verlo así hizo que recordara los besos de la noche anterior y mierda... No podía creer que lo había tenía tan cerca.

Sentí la sangre subir a mis mejillas y traté de mantenerme al margen.

—Creo que me odia. —Dije alejando la vista de su perfecto cuerpo.

Ian bufó y se sentó en la cama al lado de su gato negro.

—No, no creo que te odie, Is. —Respondió sin más —, creo que te extrañó cuando te fuiste.

—Iba a morderme, que manera tan rara de extrañar. —Dije acusadoramente.

—No iba a morderte, te estaba saludando. —Se rio en voz baja—, además él demuestra su amor de manera rara, es como el dueño.

Levanté mi vista hacia la suya y me fijé en esos asombrosos ojos azules que parecían ser los más hermosos que yo había visto alguna vez.

Por un momento guardé silencio y de nuevo no puedo evitar pensar en todo lo que había pasado anteriormente, yo había besado a un sinfín de chicos y sin embargo, ninguno de ellos le hacía justicia a la boca y la lengua de Ian, en totalidad, no le hacía justicia a él.

—Anoche...

—Anoche fue algo especial. —Se adelantó y me silenció, — no lo arruines, Isabella.

—Estabas con ella, con Ágatha. ¿Ustedes están saliendo?

—Ya te había dicho que no. —Respondió con amabilidad.

—Ha pasado un tramo de tiempo desde que me dijiste eso, solo quiero saber que no me estoy metiendo en un lugar en donde no debo y...

—No hay nada entre ella y yo. ¿Puedes creerme?

Mis labios temblaron y me sentí nerviosa, sin embargo, asentí.

—Sí, igual no es como si fuese mi incumbencia, yo solo quiero saber porque...

No terminé de hablar porque no tenía razones para negar que, si estaba haciendo un reclamo, uno con muchos celos.

—No hay nada, eso es lo único que debes saber. ¿Bien?

—Bien.

El silencio volvió a asentarse sobre nosotros, por un momento me permití el pensar en Blake y suspiré. Sabía que el rubio se pondría furioso cuando fuese a mi habitación y no me encontrara, él era histérico con el orden y el mandato... Se pondría mal y siendo sincera, no quería estar cerca para escuchar su fría furia.

Ian debió percibir mi tensión, porque se alejó del gato y se acercó a mí.

—Is —Me llamó mientras me miraba suavemente —Estuve pensando toda la noche sobre lo que hablamos y estoy tratando de controlarme para no ir a la casa de tus padres y asesinarlos —Me estremecí con sus palabras —No entiendo cómo puede haber personas así en el mundo. Por parte mía no es que haya tenido mucho amor en mi hogar, y tampoco es como que mi madre haya sido un ejemplo para seguir —Comentó ahora fríamente —Pero, aun así, lo que tus padres han hecho es algo imperdonable, ¿Cómo pueden tratarte así? ¿Cómo pudieron hacer tanto daño en una criatura tan hermosa como tú? —Preguntó y no pude hacer más que mirarle maravillada.

Ian hablaba de una manera que lograba embelesar al mundo entero si eso era lo que quería, él podía ser amable y cálido, aun así, un segundo más tarde también era sobreprotector y posesivo conmigo.

Él no debería hacerme sentir mucho, pero eso era lo que hacía. Su ser me daba calidez y bienestar.

—Isabella después de todo lo que me has contado, no puedes pretender que te dejaré volver a tu casa como si nada. No puedo hacer aquello por más que quieras o te sientas obligada. —Afirmó—, tu padre, el jodido padre que debió protegerte desde pequeña, dejó que un enfermo abusara de ti, lo permitió. ¿Crees que debes volver allá? De nuevo... ¿Crees que lo permitiré?

Mis labios comenzaron a temblar y alejé la mirada apenada ante la mención del abuso.

—No, no te escondas de mí, Isabella. —Ordenó llevando su mirada a la mía. —Eres la chica más fuerte que he conocido alguna vez, también las más inteligente y, sobre todo, las mas hermosa. —Se acercó más a mi—, eres perfecta y eso es todo lo que puedo decir en este momento. Nada de lo que te ha sucedido es tu culpa, ni de cerca. No hay nada de que avergonzarse. ¿Lo captas?

Asentí sin ser capaz de hablar en ese momento.

—No necesitas a nadie que proteja porque desde el inicio me mostraste que puedes con todo, incluso contigo. Aun así, cuando te miro Isabella, cuando lo hago, no puedo hacer otra cosa que querer protegerte, incluso cuando no lo necesitas, cuando no me necesitas a mí.

—Ian... —Susurré sintiendo sus palabras en mi corazón.

—Soy la persona más desinteresada del mundo, cielo. Incluso a veces soy el ser más egoísta que existe, pero entonces, cuando estoy contigo, quiero hacerlo todo bien, quiero hacerlo desde el momento en que te conocí y no puedo controlar aquello. ¿Puedes culparme?

No respondí.

Estaba muda debido a todas sus palabras, nunca nadie me había hablado así.

—Déjame cuidar de ti, Is. Incluso si no lo necesitas. He visto como actúas alrededor de las otras personas, sé que siempre estás a la defensiva siendo sarcástica e incluso grosera. Sin embargo, siento que ya te conozco y sé que aquel comportamiento es para esconder realmente tus problemas y los dolores por los que has pasado. Aun así, por suerte, no debes fingir nada enfrente a mí, Cielo.

Iba a decir algo, pero bueno... El chico tenía otras cosas planeadas porque sin nada más por decir, él simplemente se inclinó y me besó, sí, ¡Me besó! Una vez y otra vez, hasta que los dos terminamos en la cama sin aliento y con muchas ganas. Ambos nos devorábamos de una forma tenebrosa y muy sedienta, sus labios eran exigentes sobre los míos, sus manos fueron a mi cintura y la apretaron de una forma que me hizo gemir suavemente, en cuestión de segundos yo estuve debajo de él, y fui complacida por su boca deslizándose por mi barbilla y mi cuello, incluso se atrevió a lamer mi frenético pulso para terminar de calentar todo mi cuerpo por igual.

Yo antes había tenido una vida sexual realmente activa, sin embargo, estaba segura de que aquellos encuentros sexuales ahora eran considerados un juego de niños en comparación de Ian y su gran fulgor.

—Mierda. —Suspiró sin aliento, mientras mordía mi labio inferior con suavidad—, debo detenerte.

—¿Quién lo dice? —Pregunté y clavé las uñas en sus hombros desnudos para que no se alejara.

Una sonrisa coqueta creció en sus ahora rojos e hinchados labios.

—Eres realmente traviesa. —Besó de nuevo suavemente mi labio inferior, para después alejarse.

—Nunca se han quejado por eso. —Respondí sin pensarlo, y no pude evitar sonrojarme al darme cuenta de lo que acababa de decir.

—Estoy seguro de que nadie podría quejarse de esa boquita tuya. —Rio en voz baja.

—¿De que va la cosa de los besos? —Quise saber sin más.

—¿Qué con ellos?

—Dijiste que soy una niña, ya sabes... Que eras mayor y muchas cosas más. ¿Qué pasó con ello?

Debería quedarme callada porque lo último que quería era que no me volviera a besar, pero a mí me gustaba todo claro como el agua, así que era mejor hablar todo el asunto desde ahora.

—Solo adelanté lo inevitable. —Su sonrisa era suave—, no pude controlarme y siendo sincero, por donde te miré tú no tienes pinta de niña, ya eres toda una mujer Isabella.

—Claramente. —Me burlé. —¿Así que ya no parezco una niña?

—Supongo que los dos ya sabemos aquella respuesta.

Una gran sonrisa se plasmó en mis labios.

—Venga, ya. Debemos ponernos en marcha.

Lo que estaba sintiendo dentro de mi era algo aterradoramente cálido y deslumbrante, así era como Ian me hacía sentir siempre.

—¿Me estás escuchando, Isabella? —Preguntó

—Ajá.

Aquello no era real, pero no importaba.

Estaba por decirle que simplemente volviéramos a nuestra sección de besos y listo, sin embargo, no llegué muy lejos porque de repente escuché mi teléfono sonar y sin mirarlo, yo ya sabía que era un mensaje de Blake.

—Es mi hermano. —Le susurré a Ian cuando leí el mensaje. —Me está preguntando en donde estoy, está furioso.

—Dile que vas para casa, dile que vas en camino. —Dijo él neutralmente, mientras se ponía de pie y tomaba su teléfono para llamar a quien sabe quién.

Lo miré fijamente y mi corazón se detuvo cuando escuché sus palabras. ¿Quería que volviera a casa? ¿Después de todo lo que me había dicho?

No sé que fue lo que Ian vio en mi cara, pero la cuestión es que maldijo en voz baja y se acercó a mi rápidamente.

—Nena, ¿de verdad crees que te voy a dejar sola en esto? —Sus manos fueron a mi mejilla y me obligaron a verlo—, no te dejaré sola, Is. Tú y yo iremos juntos, eso significa que afrontaremos a esos bastardos de tu familia los dos. Juntos.

En ese momento yo estaba por tener un ataque de pánico al escuchar sus palabras.

—¿Qué? No, no puedes ir allá. —Dije rápidamente— Mi padre...

—La que no entiende aquí eres tú. —Declaró—. Vamos a ir a casa de tus padres, y yo voy a hablar con ellos y les voy a dar una simple razón por la que deben dejarte en paz.

—¿Qué vas a hacer?

—Desde a noche vengo cuadrando algo con un conocido, tú familia no es tan pulcra y perfecta como dice, como te dije antes, ellos no querrán verme enojado. Déjame todo a mí. ¿Bien?

—No quiero que te metas en problemas.

Besó mi mejilla y se puso de pie de nuevo.

—Todos los problemas son merecidos si al final de ellos, estás tú.

________________ 🦋 __________________

Recuerdo que cuando estaba pequeña siempre me encontré soñando con que alguna persona viniera a casa y me salvara de la horrible vida a la que estaba sometida. También recuerdo que en un tiempo había creído en los súper héroes y había pedido que llegara uno de ellos y borrara del mundo la maldad –O sea mis padres- Pero mientras fui creciendo, me fui dando cuenta de lo estúpido que eran mis deseos y sueños, así que por ello los dejé a un lado, después de todo, la maldad siempre era la que predominaba en el mundo, y jamás habría algo o alguien que me salvará realmente de mi miseria.

Miré de reojo a Ian quien iba hablando por el teléfono, sentí todo mi cuerpo arder por los nervios y la anticipación, desde que habíamos salido del apartamento de Ian, éste solo se la había pasado hablando por teléfono, a través de mis nervios y miedo –Lo tenía que admitir- Las únicas palabras que recogí de la conversación del pelinegro por el teléfono fueron:

"Necesito más información, te la pedí desde la madrugada" "Me lo debes" "sabes que no me ando con juego" "El dinero no es problema"

después de varios minutos él terminó la llamada y se centró en mí, no sabía con quien estaba hablando y como era la cuestión de sus negocios y demás cosas, aun así, debía reconocer que mis nervios estaban a piel de flote.

—Estás asustada. —Afirmó Ian, y volvió a centrar su atención en la carretera.

Claro que estaba asustada, él no sabía lo sádico que podía llegar hacer mi padre cuando se sentía amenazado o peor aún, retado por otra persona; y me sorprendí al darme cuenta de que temía más por el bienestar de Ian que por el mío propio, lo último que quería era verle afectado por mi culpa.

—Is no debes preocuparte, lo tengo todo controlado —Me informó serenamente mientras giraba a la derecha —Deja de sentir miedo de tus padres, ellos te controlan porque saben que les temes, no les des más poder.

Mierda, eso era verdad. Mis padres siempre habían sabido manejarme porque tenían claro que les temía, mejor aún, ellos sabían que me aterrorizaban y usaban eso a su favor para siempre mantenerme pacífica y siguiendo sus oscuras órdenes.

—¿Qué se supone que vas a hacer cuando llegues a mi casa? —Me giré totalmente para mirarlo, mientras él seguía relajado —Vas a decirles porque tienen que dejarme en paz y ¿esperas que ellos simplemente capten tus ordenes? ¿Es eso? —Mi voz cada vez sonaba más irónica.

—Sí, eso es precisamente lo que voy a hacer —Se encogió de hombros sonriendo. Iba abrir mi boca para discutir ante su estúpida idea, pero entonces sus maravillosos ojos azules dieron con los míos —¿Puedes confiar en mí? —preguntó seriamente y siendo sincera, iba a decirle que no, que se jodiera y que dejara a un lado este plan loco que tenía en mente, pero como era Ian... Solo puede decir:

—Sí, confió en ti.

Su sonrisa volvió y mis nervios y miedo también.

Varios minutos de silencio después, por fin vimos la gran e imponente casa Gibson. Ver el lugar hizo que unas fuertes nauseas me golpearan de manera aterradora y muy brutal.

Esa casa era la reencarnación de todos mis miedos y males.

—No quiero entrar. —Le dije de repente a Ian cuando nos detuvimos a las afueras del gran lugar.

—Puedes quedar aquí. —Aclaró él mirándome. —No tienes que venir si no quieres, Cielo.

Aquello era estúpido, yo claramente no iba a dejar que él entrara solo a aquel lugar, ni de broma.

—Prométeme algo. —Le dije de repente poniendo una mano sobre la suya y evitando totalmente que se fuera. —Prométeme que, si las cosas se ponen pesadas y mi padre se vuelve un tirano, dime que tú de irás.

Se ceño se frunció.

—¿Quieres que te mientas? —Cuestionó seriamente. —¿Lo hago?

—Ian...

—Sabes que no me iré de aquí sin ti, Is. No perdamos más tiempo en esta conversación.

Suspirando y aceptando las palabras, simplemente comenzamos a salir del lugar sin más pausa, sin embargo, antes de llegar muy lejos, él enredó una mano en mi codo y en aquella ocasión, fue quien me detuvo.

—Me he olvidado de algo. —Él no me dio tiempo de hablar porque sin más, se inclinó hacia adelante y estampó sus labios con los míos en un fuerte y apasionado beso. Un beso que estaba destinado a convertirse en fuego puro, un beso que buscaba dejarme sin nada justo después de darme todo. —Listo, mucho mejor. —Me sonrió después de separase. —Vamos.

Lo seguí en total silencio mientras buscaba salir del estupor del beso y los nervios del enfrentamiento.

—¿Señorita Gibson? —Me preguntó el portero de la casa cuando el pelinegro y yo finalmente nos acercamos.

—No, la gemela. —Respondí con desdén. —Abre la puerta. —Ordené sin más.

—Enseguida, ¿Él va a entrar también?

Los ojos del sujeto tuvieron la osadía de registrar a Ian con recriminación, y sentí mi enojo crecer aún más.

—Abre la puerta ahora. —Advertí.

Al final el portero no tuvo más opción que dejarnos entrar, Ian le regaló una sonrisa que yo categorizaría como una "busca pleito", y después de un momento, me habló a mí.

—Ese humor del infierno que te mandas, Cielo.

—No has visto nada.

Su risa me siguió mientras nos adentrábamos al mundo Gibson.

Caminamos por varios minutos y llegamos a un estrecho camino de piedras blancas y arbustos llenos de rosas, a los lejos se extendida los altos mantos verdes y uno que otro árbol bien situado, al lado derecho casi llegando a la casa después de haber caminado unos cinco minutos, había una pequeña fuente de agua color verde que tenía en letras doradas el apellido –Gibson- Ian silbó bajamente cuando vio la fuente y yo solo gruñí.

—Magnifico. —Murmuró sonriendo. —Los lujos de tus padres son realmente ostentosos.

—Papá tiene una obsesión con el dinero, lo es todo para él.

—¿Lo gana de manera limpia?

Esa pregunta me hizo mirarlo.

—¿Cómo?

—No sé, pregunto si es correcto ganando su dinero, solo es una duda.

—Supongo que sí, no sé, jamás ha tenido problemas con la ley.

Él sonrió.

—Genial, esto se pondrá realmente interesante.

Sus palabras me dejaron totalmente muda, intercambiamos una que otro comentario mientras divisábamos finalmente la puerta de entrada, estábamos ya por llamar para que nos abrieran y nos invitaran al lugar, cuando de repente el pelinegro recibió un mensaje a su teléfono.

Lo leyó con prisa y sonrió.

—Sí, sin duda alguna esto se pone muy interesante. —Me miró—, ¿te conté alguna vez que tengo amigos que son muy buenos investigando?

Cada vez tenía más miedo, demasiado.

Tocamos a la puerta y esta fue abierta un segundo más tarde como si hubieran estado esperando aquél llamado.

Mis ojos se centraron en unos ojos verdes que miraron con indiferencia hacia afuera, traté de controlar el temblor tan tenaz que me sacudió cuando claramente identifiqué a la persona.

—Mamá. —Susurré roncamente.

Ella me registró con su mirada y seguido a ello, hizo lo mismo con Ian. Por un momento realmente deseé que en su lugar estuviera Blake y no ella, su mera precisamente me aterraba.

—¿Dónde has estado todo el día? —Quiso saber con falsa amabilidad.

—Yo... —Comencé a decir.

—¿Tú qué? —Me interrumpió.

Me estremecí y mierda, yo conocía esa voz más que nadie en el mundo, ella siempre la usaba cuando estaba a punto de insultarme o golpearme.

—Buen día, señora Gibson. —Habló de repente el pelinegro entrando al rescate. —Isabella ha estado conmigo toda la mañana, supongo que su demora en llegar en cierta parte es mi culpa.

Los ojos verdes de ella se trasladaron a él, y vi como lo reparaba de nuevo de pies a cabeza, de hecho, supe que le gustaba lo que estaba viendo porque una pequeña sonrisa se posó en sus labios, una sonrisa que me generó más nauseas.

—Un gusto. —Le sonrió con más amabilidad. —¿Cómo es tu nombre? —Quiso saber ella olvidándome totalmente.

Mi madre era una perra entera, de verdad que si merecía aquél adjetivo. En ese momento parecía como si quisiera comenzar a coquetearla a Ian.

—Ian, mi nombre es Ian. —Respondió él sin más. —Llámame solo Ian. —Supongo que él dijo aquello porque dedujo que mi madre iba a preguntarle el apellido. —¿Va a invitarnos a pasar? —Inquirió él.

Mi madre no respondió de manera rápida, y por tal la paciencia de Ian llegó a su final.

—Vamos, Is. —Él tomó mi mano, apartó a mi madre con suavidad y me obligó a entrar al lugar sin más.

Estábamos ya llegando a la sala principal de la gran casa, cuando de repente escuché mi nombre:

—¿Isabella? —Blake salió de alguna parte con una manzana verde en sus manos, sus ojos eran fríos y terminaron de helarse cuando se detuvieron en el pelinegro. —¿Qué está haciendo él aquí?

—¿Aquí donde? —Preguntó casualmente Ian. —¿Aquí en el mundo? O ¿Aquí en tu casa?

Sin poder evitarlo y sintiéndome totalmente invadida por mis nervios, me reí ante sus palabras.

—No eres ni la mitad de gracioso de lo que te crees. —Comentó Blake guardando la compostura y terminando de acercarse a mí.

—No trataba de ser gracioso, colega. —Ian se encogió de hombros. —Solo soy un hombre algo curioso.

—Que vulgaridad todo esto. —Comentó Blake con desagrado, acto seguido mordió su manzana y nos miró con aburrimiento.

Ian no perdió impulso, sin importarle la presencia de mi madre y de mi hermano, se giró hacia mi y me habló de nuevo.

—Is, cielo. ¿Por qué no subes por tus cosas? —Sonrió con frialdad—, te estaré esperando aquí.

Los ojos de Blake se entrecerraron con fastidio y con otra cosa más oscura y cautelosa.

Mi hermano era peligro cuando se molestaba, siempre era tranquilo, frío, y un maldito bastardo cuando quería, aun así, cuando Blake realmente se enojaba era otra cosa aparte. Recuerdo que un día se había peleado con uno de sus mejores amigos –No sé por qué- Pero lo único que recuerdo fue ver a mi hermano gritarle y después prácticamente molerlo a golpes, si no hubiera sido por otros dos amigos de él, probablemente hubiera ido a prisión por asesinato, como dije, jamás lo había visto tan molesto y violento.

Entonces estaba el hecho de que me aterraba ver a Ian provocarlo, porque también sabía que Ian no se quedaría quieto si Blake lo agredía, había visto en los bares que había muchas personas que temían ganarse la furia del pelinegro y en pocas palabras, no quería un enfrentamiento entre ellos dos.

—Isabella no va a ir a ninguna parte. —Blake se acercó a nosotros con firmeza. —Y mucho menos contigo.

Ian enarcó una ceja.

—¿Quién la va a detener? —Sus ojos eran oscuros—. ¿Tu mamá? ¿Tú...?

Blake intentó acercarse más y yo rápidamente me interpuso entre ambos.

—Blake basta, por favor. —Le susurré tratando de ver sus ojos verdes—, no hagas esto, ya sabes que quiero irme de aquí, lo sabes.

Los ojos de él llegaron a los míos y maldijo en voz baja.

—Lo tienes todo aquí, Isabella. Me tienes a mí.

—Eso es igual a nada. —Soltó Ian con frialdad y Blake parecía realmente que iba a matarlo.

—Blake, por favor... —Rogué.

—Siempre ha sido una desagradecida. —Mi madre habló de nuevo y caminó hasta donde estábamos nosotros—. Eres una cruz que todos debemos llevar encima. Realmente no entiendo tu padre y yo que estábamos pagando contigo. ¿Qué hicimos tan mal para merecerte?

Me estremecí ante sus palabras.

—Cierra lo boca, madre. —Espetó Blake mirándola mal.

Estaba por decir que todos se librarían de mi si me dejaban irme con Ian sin más, cuando escuché su voz, la voz que tanto me atormentaba por las noches, la voz que me había gritado, denigrado y humillado miles de veces hasta hacerme llorar por horas, la voz de quien me había golpeado tan fuerte en varias ocasiones, que había dejado moretones en mi piel por días o incluso semanas.

—No estoy muy a gusto con tu tono de voz, Blake. —Mi padre terminó de bajar las escaleras con una paciencia interminable. —Quiero que te disculpes con tu madre. —Ordenó.

Blake en ese momento se tensó tanto, que incluso pensé que en cualquier momento se quebraría ahí mismo.

—Lo siento. —Dijo sin más.

Mi madre sonrió tenuemente con cariño a mi hermano, y después de un momento se giró y se centró en mi padre.

—Adam querido, estamos teniendo un dilema aquí. —Dijo ella.

—Eso veo. —Mi padre llegó hasta donde estábamos todos. —Isabella. —Me tensé cuando me nombró—. ¿Quién es tu amigo? ¿Qué hace aquí?

Traté de no encogerme ante la pasibilidad de su voz.

Como si Ian ya no hubiese causado los suficientes problemas, pasó una mano por mi cintura y me acercó a él como si quisiera protegerme de las palabras de mi padre.

—Ian. —Respondió el pelinegro sin más—. Llámeme solo Ian, sin apellido.

Mi padre lo miró con claro desdén.

—Le estaba diciendo a su querida esposa y adorable hijo, que Isabella vendrá a vivir conmigo. —La ironía de Ian era terrible—, ¿Hay algún problema?

Los ojos de mi papá me miraron con oscura burla.

—¿En serio? ¿Te vas a ir a vivir con él? —Me preguntó. —¿Son novios o algo así?

En ese momento yo estaba en modo idiota, ni siquiera dije nada, no podía, estaba petrificada mirando a mi padre.

—A Isabella y a mí no nos gusta las etiquetas, simplemente estamos fluyendo. —Respondió de nuevo él.

Oh. Dios. Padre. Amado.

Iba a morirme ahí mismo, iba a hacerlo.

Mi padre elevó una ceja hacia mí, y sin abrir la boca todavía, supe que estaba por ofenderte y denigrarme.

—La ultima vez que te vi con un chico, Isabella. No todo fue muy bien ¿verdad? —Las palabras de papá eran arrastradas—, por un momento llegué a pesar de que eras del tipo que te gustaban los sujetos que te usan y después de desechan, ya sabes... Como el chico de cabello marrón— Sonrió y yo apreté las manos. —¿Cómo era su nombre? ¿Davy?

No podía creer que él me estuviera hablando de aquella manera.

—No le hables así, respétala. —Advirtió de repente Blake, mirando a mi padre furioso.

—Y tú ten cuidado como me hablas, Blake Gibson. —Gruñó con frialdad. —Recuerda que soy tu padre la próxima vez que pretendas hablarme de aquella manera.

Blake apartó la mirada y yo hice lo mismo.

—Y tú, Isabella. —Me miró con frialdad—, no puedo creer que me hagas perder tiempo con estas escenas tan empobrecidas. —Gruñó—Ve a tu habitación, tú y yo hablaremos más tarde.

—No, no lo creo. —Respondió Ian.

—Vete de mi casa, o tú y yo tendremos problemas.

Ian bufó ante las amenazas de mis padres.

—Isabella ve por tus cosas. —Ordenó Ian una vez más.

En ese momento no pensé en llevarle la contraria al pelinegro, yo simplemente traté de pasar por el lado de Blake para ir a tomar mis cosas, aun así, no llegué muy lejos porque mi hermano negó suavemente con la cabeza, sin embargo, el que me detuvo fue mi padre, él tomó mi muñeca de manera brusca y la apretó con malicia haciéndome jadear.

—No irás a ninguna parte. —Gruñó con más fuerza. —¿Tengo que repetírtelo de nuevo?

Traté de alejarme de mi padre, pero él apretó más mi mano y no me dejó ir.

Ian estuvo a mi lado en menos de un segundo, de hecho, actuó de manera agresiva y empujó fuertemente a mi padre para que me soltada.

—No vuelvas a tocarla, o te juro por mis muertos que te mato. —Advirtió, su voz era baja, oscura y casi siniestre.

Mi padre intentó tomarme de nuevo, pero Ian lo empujó una vez más, haciéndolo retroceder varios pasos debido a la fuerza del impulso.

Blake se había quedado estático en su lugar, su mirada estaba centrada en el lugar en donde mi padre me había apretado con fuerza.

—Yo no entiendo como en el mundo pueden existir personas tan bajas como ustedes. —El humor había desaparecido totalmente de las facciones del pelinegro. —Son peor que una escoria, y déjenme decir que conozco muchas mierdas en el mundo, y ninguna llega tan bajo como ustedes.

—Largo de mi casa. —Ordenó mi padre.

—No puedo creer que decidan tratar a su propia hija de aquella manera, no puedo creer que la maltraten por ser físicamente distinta a ustedes. ¿Qué clase en enfermos son?

—No sabes nada.

Mi padre intentó acercarse a Ian, aun así, Blake lo detuvo rápidamente logrando salir de su estupor.

—Sé muchas cosas, pedazo mierda. —Me estremecí ante las palabras de Ian. —Sé que tu hueca esposa y tú siempre han maltratado a Isabella, sé como la has humillado y golpeado hasta el cansancio. También sé que la querías obligar a casarse con un bastardo solo para conveniencia tuya. En pocas palabras, sí sé mucho. ¿Quieres que te diga más?

—¡Largo! —Gritó mi papá.

—También sé algunas cosas sobre tus empresas, sobre tu dinero. Ya verás que no hay secretos entre el mar y el cielo.

Mi padre se quedó estático al escuchar las palabras del pelinegro.

—Alguien me contó por ahí que usas bancos en Suiza para guardar gran parte de tu dinero. ¿A que se debe aquello? ¿No puedes justificar tanta caudal de efectivo?

Blake se giró para mirar a mi padre con intriga.

—También me contaron una historia fantástica sobre un socio tuyo que misteriosamente fue asesinado y después de eso, todo su dinero en la franquicia desapareció. ¿Sabes que pasó? —Ian sonrió—, eso me suena a algo raro. Ustedes los ricos tienes muchos secretitos. ¿No?

Nadie dijo nada por un largo rato, ni siquiera mi padre.

—Lo siento si hablo de más, es solo que a veces investigo y me encanta contar todo lo que sé.

—¿Estas insinuando algo? —Preguntó finalmente mi padre.

—No, claramente no estoy insinuando que tuviste algo que ver con la muerte de tu socio, tampoco digo que estás lavando dinero... Yo solo estoy dando datos aleatorios. ¿Alguno te afecta?

En pocas palabras y debido al sarcasmo de Ian, él claramente estaba acusando a mi padre de todo lo anterior.

Mierda... ¿Mi padre traficaba dinero? ¿Había asesinado a su socio? ¿Era un lardón?

Pensar en aquello no me perjudico o me afectó, porque sabía que Adam Gibson era un monstruo que hacía cualquier cosa para siempre salirse con la suya.

—Ya ve, señor Gibson —Ian se encogió de hombros y entrelazó sus dedos con los míos, mientras volvía a hablar, —Se muchas cosas con solo haber investigado un poco de usted, imagínese si indago aún más, yo realmente puedo hundirlo tan rápido que usted jamás se dará cuenta. Usted tiene dinero, pero yo tengo contactos, así que no juegue conmigo porque soy un buen jugador y usted solo saldrá perdiendo —Apretó mi mano y logró calmar un poco mis miedos—. No quiero verlos más nunca cerca de Isabella, si ella quiera reunirse con alguno de ustedes, eso ya es decisión suya, pero mientras eso sucede, no quiero verlos ni respirando su mismo aire —El pelinegro dirigió sus amenazadores ojos hacia mi padre —Y si tratas de hacerle daño, o incluso si solo la haces volver a llorar —Advirtió —Estaré gustoso de llamar a un viejo amigo mío para que te conozca y te enseñe como ser un verdadero hombre y, sobre todo, un real padre.

Yo había pensado que mi familia era los lobos que estaban destinados a devorar a Ian, sin embargo, aquello no era del todo cierto, mi familia era unos cachorros y en comparación, Ian era una maldita bestia.

—¿Alguien va a prohibir que Isabella se vaya de aquí? —Preguntó casualmente.

Mi padre estaba temblando de la furia, pero no dijo nada, mi madre solo tenía la boca abierta sin más, y, por último, mi hermano me miró, cerró los ojos unos segundos tratando de controlar su carácter, y después de eso abandonó la habitación con pasos lentos y erráticos.

—Pensándolo mejor, no tomes nada de aquí Isabella. Yo te compraré todo nuevo. —Me sonrió—, vamos, cielo.

Estaba demasiado aturdida como para decir algo. —De nuevo. — Yo solo asentí y me dediqué a seguirlo sin más, aun así, cuando estábamos ya saliendo de la casa, Ian volvió a hablar.

—Fue un placer conocerlos, ustedes los Gibson son todo un amor. —Soltó Ian y sí, después de eso, finalmente pudimos dejar la gran casa atrás.

—Ian...

—¿No te dije que podía controlarlo todo? —Me preguntó una vez llegamos a su auto.

Le sonreí suavemente y sí, él me había ayudado de nuevo.

—Oye. —Llamé su atención una vez estuvimos de nuevo en movimiento. —¿Quién te dijo todo eso sobre mi familia? ¿Quién es tu contacto?

Esperé realmente una respuesta del pelinegro, pero aquella no llegó certeramente, él solo apartó la mirada, se tensó y suspiró.

—Un viejo amigo, solo eso. Nada que deba preocuparte, Is.

________________ 🦋 __________________

Esa noche nos reunimos con Diego, Tanía y Kenji para cenar, todo el ambiente era realmente ligero y eso me agradó mucho, había pasado mucho tiempo estresada y sintiéndome sola, y justo en ese momento estar rodeada de gente cálida me hizo sentir bien.

Ian me había dejado algo intrigada con su falta de información sobre su amigo el que le había dado información sobre mi familia, aun así, no lo presioné, ni de cerca, me mantuve tranquila y como dije antes, traté de aprovechar el momento.

Estar con Diego era algo genial, realmente había extrañado totalmente su raro humor de mierda.

—Estaba tan mal por tu ausencia, —comenzó a decir Diego—. Que incluso dejé totalmente mi vida sexual, la dejé atrás porque solo podía pensar en ti y siendo sincero, no quiero pensar en ti mientras estoy en la acción. ¿Comprendes?

Me reí.

—Gracias por ser tan considerado. —Respondí.

—Llevo tantos días sin estar con alguien, que ya comienzo a sentir mis partes privadas un poco...

—No estoy seguro de como sentirme con el hecho de que estés hablándole de tus partes privadas a Isabella. —Soltó de repente Ian. —¿Debo golpearte o algo así?

Diego suspiró melodramáticamente.

—¿Ves porque te extrañaba, Is? —Preguntó mi amigo mientras tomaba un poco de su líquido. —Ian ha sido un dolor de culo desde que te fuiste, ya no sabíamos que hacer con él y con su carácter.

—Eso no es cierto. —Gruñó Ian.

—Lo es, nadie podía decirle nada. —Intervino Kenji,

Me giré para ver al pelinegro de ojos azules, y sentí mis mejillas sonrojarse un poco.

—¿Estabas enojado por mi ausencia? —Le pregunté en voz baja.

—Estar enojado se queda corto, Is. Eso ya deberías de saberlo.

Una sonrisa creció en mis labios, una sonrisa que no pude dejar atrás a pesar de todo.

Estuvimos hablando por mucho tiempo, riéndonos y simplemente pasándola bien, sin embargo, la noche ya estaba llegando y la mayoría del grupo debía irse a trabajar.

—Hoy es mía libre. —Comentó Tanía. —Podemos irnos a ver una película. ¿Te gustaría?

—Sí, seguro.

No había hablado con Ian acerca del trabajo, así que no sabía si podía volver al bar o no.

—Podrían ver una película en el apartamento, allá hay variedad de ellas. —Ofreció Ian con amabilidad, — yo debo ir a hacer algunas cosas al condado cercano, así que me gustaría que no estuvieras sola, Is.

Diego frunció el ceño cuando Ian habló acerca de ir al condado.

—¿Al condado? ¿No es muy tarde? —Preguntó Kenji.

—No tardaré. —Eso fue lo único que respondió Ian.

Quise preguntarle si tardaría mucho en llegar, sin embargo, no lo hice porque no quería pasar por intensa.

—Déjenme las llevo al apartamento. —Se ofreció Diego, —pasaré por ahí antes de ir al bar.

Tanía y yo nos pusimos de pie para ir con Diego, sentí la necesidad de decirle algo más a Ian, pero un así, no dije nada. De nuevo.

La temperatura había caído rápidamente, un helado frío golpeó mi rostro mientras salíamos a las calles de Vinencia, la noche ya había llegado y en aquel lado de la ciudad todo se veía apagado y solo, el jeep de Ian estaba parqueado en la acera y el carro de Diego dos casas más abajo. Mientras caminábamos Ian y yo nos fuimos quedando algunos pasos más atrás para poder hablar.

—No tardaré mucho en llegar. —Me aseguró Ian. —Mañana podremos ir a comprar tus cosas, mañana hablaremos todo bien.

No me agradaba demasiado la idea de que Ian me comprara todas mis cosas, pero tampoco era como si tuviese mucha opción, ya encontraría una forma de pagarle todo lo que estaba por darme.

—¿El condado no es un sitio peligroso? —Le pregunté por fin.

—Lo es, pero no pasa nada, todo estará bien. —Me sonrió—, no tardo.

Levantó mi mano y la besó con suavidad, y después se alejó sin más, dejándome cerca de Diego y Tanía.

¿A dónde iría? ¿Qué iba a hacer? ¿Estaría bien?

Estar con Diego y Tanía dentro del auto fue algo que me ayudó a distraerme realmente mucho.

—¿Podemos hacer una empijamada? —Preguntó casualmente Diego, cuando se detuvo a las afueras del apartamento de Ian. —Me dejaré maquillar por ustedes, solo si se comprometen a dormir en ropa interior.

Lo miré mal.

—Le comentaré tu grandiosa idea a Ian. —Comentó Tanía—, creo que a él le gustará la idea que veas a su chica en ropa inferior.

Las palabras de la rubia me hicieron sonrojar fuertemente.

—No soy su chica, él y yo no somos nada. —Aclaré.

Diego se rio en voz alta, y Tanía bufó.

—Que mentirosa eres, Isabella. —Se burló ella—, mírate, estas sonrojada.

Maldita rubia traidora.

—Nada de eso, mi piel es sensible contra el frío.

Las carcajadas de ellos dos me hicieron sonreír sin dar paso atrás, Diego me dijo de nuevo que estaba feliz con mi regreso y mierda, sabía que aquello era real y bueno... Casi nunca me había sentido bienvenida en ninguna parte.

Después de un rato Tanía y yo nos dispusimos a salir del auto y subir al apartamento de Ian, a penas abrí la puerta nos encontramos de frente con el condenado gato negro y temí un poco.

—Cuidado Tanía, esa bestia es agresiva.

La rubia miró el gato y tras una suave sonrisa, se acercó a él sin temor alguno.

—Tanía no, te digo que muerde duro y...

—Ven aquí amigo... —Susurró la rubia y ante mis ojos, vi como comenzaba a tocar al demonio negro de ojos verdes. —Es un amor.

Dash ronroneó feliz por la atención que le estaba dando la rubia, y yo solo pude entrecerrar los ojos.

—Lo odio, donde fuese yo quien lo toca así, me arranca la mano entera.

Para mi sorpresa, Tanía cargó el gato y caminó con él hacia uno de los sofás cercanos.

—Te extrañé mucho rubia. —Le dije de repente y me senté frente a ella, sin jamás dejar de ver a Dash.

—Cuando me di cuenta de que te fuiste, me sentí muy mal. —Soltó ella de repente. —Entiendo sobre tus problemas y está bien, pero al menos enserio esperé una despedida.

Suspiré.

—Lo sé y lo siento.

—Diego y yo no fuimos los únicos en extrañarte, ni de cerca, no te imaginas como estuvo Ian esas semanas que no estuviste aquí, su actitud me sorprendió totalmente, jamás esperé que se fuese a apegar a ti de aquella manera, pero lo hizo. —Me contó—, todo ese tiempo estuvo distante, malgenio, frío e irritable. Nunca lo vi así.

Miré mis manos.

—Fue tanta su frustración y demás cosas, que incluso me gritó cuando se me cayó una copa, debo decir que no logré enojarme con él porque sabía que estaba estresado por tu ausencia y no sabía cómo lidiar con ello.

—Así de mal lo dejé...

—Así de mal lo tienes.

Suspiré.

—Ian es tan distinto, nunca había conocido alguien como él, jamás.

—¿Ustedes tienen algo...?

Me reí nerviosa.

—Eres una chismosa. —Le tiré un cojín. —Ya sabía yo que querías sacarme información.

—Oh vamos, solo suelta la lengua.

—No es como que tengamos algo realmente, aun así, nos hemos besado un par de veces, él ya aceptó el hecho de que no soy una niña.

—Oh... —Se rio maravillada. —¿Besa bien?

—Besa como nadie. —Acepté.

Después de eso le conté todo lo que había pasado con Ian, cuando lo había ido a buscar y lo encontré con Ágatha, nuestra charla mas tarde, los besos, la ida a la casa de mis padres, la enfrentación... Todo, absolutamente todo se lo conté, y ella solo pudo mirarme con la boca muy abierta.

—Mierda, todo esto es de locos.

—Lo es. —Me reí—, lo es.

—Para que veas que no solo tú cuentas buenos chismes, te aviso que yo también te tengo uno.

Mi interés se encendió totalmente.

—A ver. —Enarqué una ceja y la miré con atención.

—No sé cómo decirlo sin solo decirlo.

—Suéltalo, Tanía. —Ordené.

—Bien... —Suspiró. —¿Sabías que Ágatha estuvo embarazada? O, peor aún, ¿sabías que perdió el bebé?

Esas palabras me dejaron totalmente estática y muda, miré a Tanía queriendo saber si estaba hablando en serio, y cuando vi que no bromeaba, supe que todo aquello era real.

¿Ella había tenido un bebé?

Esa pregunta me preocupó, sin embargo, hubo otra que me rompió.

¿Él bebé había sido de Ian?

________________ 🦋 __________________

Me quedé mirando la pared del frente justo después de que Tania se marchó y justo después de que Ian volvió a la madrugada. Diría que mi mente estaba ausente en todo, pero no era así, el pensamiento o mejor dicho la duda que andaba en mi cabeza me estaba comiendo viva, me estaba atacando sin más.

Sabía que el asunto no era del todo mi incumbencia, pero no podía evitar estar llena de sensaciones fuertes.

Agatha había perdido a su bebé.

¿Cuál era la posibilidad de que Ian fuera el padre de aquella criatura muerta? Podía tratar de decirme a mí misma que no era él, pero por donde miraba había muchas pruebas, demasiadas. Quizás si pensaba mejor todo lo que había visto antes, estaba claro que él y ella estaban unido fuertemente por algo.

¿Sería aquello un hijo?

—Isabella. —Escuché la voz divertida de Ian muy cerca de mí. —¿Me estás escuchando?

La noche anterior había decidido irme a dormir a mi habitación después de la llegada de Ian, no intercambiamos muchas palabras, él estaba cansado y yo seguía sorprendida y algo incomoda.

—Lo siento. —Le respondí mientras lo miraba con atención. —¿Qué decías?

—Te decía que si quieres te puedo llevar al instituto. —Se ofreció. —Sé que estabas estudiando y creo que no deberías dejarlo atrás, estaría bien que vuelvas, no importa si tus padres no van a terminar de pagar el lugar, yo me haré cargo.

—No me agrada que te hagas totalmente responsable de mí, Ian. Eso está mal.

—Bobadas. —Me sonrió, —déjeme acercarte a la preparatoria.

—Bien, como sea. —Accedí sin más, — allá tú.

Ian enarcó una ceja, pero en realidad no dijo nada más, solo me dio permiso para que fuese a arreglarme para ir a clases.

No tardé mucho en arreglarme porque siendo sincera, no había demasiado que pudiese ponerme, no cuando todo había quedado en casa de mis padres.

Diez minutos más tarde volví con el pelinegro, el cual seguía esperándome en la sala.

—Listo. —Susurré.

Él asintió mientras miraba su móvil y yo dejaba el lugar con pasos lentos; la noche anterior había sido un poco extraña para los dos, cada uno había dormido en su habitación, no hubo nada de besos o abrazos antes de dormir, y en cierta manera lo agradecí. No me sentía lista del todo para seguir lo que sea que estaba pasando entre nosotros dos. Era mejor mantener un poco de distancia entre nosotros, al menos mientras yo lograba salir de la nube de dilemas que tenía encima.

No hablamos mucho mientras Ian conducía a mi lugar de estudio, el silencio era tanto que incluso logré distraerme y olvidar por un tiempo el tema relacionado con Ágatha y un presunto bebé. A demás si pensaba en más cosas, estaba claro que si volvía a la preparatoria iba a volver a ver a Davy, Marlon y Laura. Ellos iban a estar ahí y estaba segura de que harían mi existencia oscuramente miserable.

—Estas muy pensativa hoy. —Comentó el pelinegro, y acto seguido encendió la radio. —¿En qué piensas?

En el instituto, en antiguos amigos, en la vida, en mi familia, en Ágatha, en aquel bebé, en todo...

—Nada en especial. —Respondí en vez que lo otro. —O tal vez estoy pensando un poco en mi hermano, él ayer se veía un poco mal. —Comenté recordando la mirada que él me había regalado.

Ian se quedó en silencio por un momento, y después volvió a hablar.

—Admito que no conozco mucho a tu hermano y aunque no me agrada ni un poco. Voy a darle algo de crédito porque ayer te defendió frente a tus padres. Se veía casi preocupado por ti.

—Blake es un poco extraño, a veces actuaba como si no aguantara mi existencia, y después de eso, más tarde, se comportar como si no soportara el hecho de que algo malo me sucediera. Él es así.

Tragué con dureza justo cuando vi los terrenos del instituto acercarse más y más.

—A veces hacemos y decimos cosas por el bien de otros, Is. —Dijo de la nada el pelinegro. —Quizás tu hermano no es tan idiota como demuestra ser.

—Uhm...

El jeep de Ian se parqueó al lado de la acera más cercana del instituto, y eso fue suficiente para cortar nuestra conversación.

Me fijé en ese momento que los estudiantes iban y venían de todas partes sin sincronización alguna, varios de ellos bajaban de extravagantes camionetas, mientras las faldas cortas se movían por todas partes reluciendo a las chicas

más lindas del lugar. Miré todo aquello en total silencio y no pude evitar recordarme como era antes, una Isabella con el cabello rubio, faldas cortas y blusas extravagantes, una Isabella sin fundamentos y principios, una Isabella que le encantaba humillar todo mundo sin razón alguna. Esa había sido yo.

—¿Quieres que te acompañe adentro? —Preguntó Ian con una gran y caliente sonrisa en sus labios.

—¿Qué dices? Claro que no. —Sentí mis mejillas sonrojarse. —No soy una adolescente que necesita que la vigilen. —Le avisé.

Sonrió de nuevo.

—No eres mayor de edad todavía.

—Solo es cuestión de meses. —Le avisé.

—Uhm... Eso suena bien para mí. —Bromeó—, volviendo al tema, de verdad podría ir contigo hasta adentro, ya sé cuanto te aterra este lugar y...

—Olvídalo y déjalo, Ian. —Le advertí.

Traté de salir del auto, sin embargo, no llegué muy lejos porque él enredó su mano en mi muñeca y me detuvo.

—¿A dónde vas tan rápido? —Una de sus cejas oscuras se enarcó con diversión, y sentí un terrible estrago por todo mi cuerpo, un estrago que me prendió por todas partes.

¿Por qué era tan atractivo?

—Llegaré tarde a clases. —Avisé sin más, mis ojos descendieron a sus labios y lo deseé fuertemente.

Cretino.

—¿No vas a despedirte?

Sonreí genuinamente.

—Espero que tengas un excelente día, Ian. —Hable con suavidad, —pásatela genial.

Sus ojos se entrecerraron un poco y yo sonreí aun más, era claro que él quería besarme, yo casi lo sentía.

—Pensé que te había dicho que no jugaras conmigo, Is. —Aquello lo dijo mientras quitaba su cinturón de seguridad—, ¿No fui claro con aquello?

—Uhm... —Mi cuerpo estaba ardiendo.

—Primera regla que aprenderás hoy: No juegues conmigo si no estás dispuesta a perder.

Vi lo que el pelinegro iba hacer incluso antes de que lo hiciera, traté de escapar del jeep, sin embargo, el condenado fue mucho más rápido que yo, y logró detenerme una vez más. Él tuvo la osadía de acercarme más contra su cuerpo mientras sus ojos brillaban con oscura diversión.

—¿Ibas a alguna parte, cielo? —Preguntó maliciosamente.

—Sí, pero si quieres que me quede... —Solté sin aliento.

—Uhm, eso suena tentador.

—Ian...

¡Oh, hijos de la santísima mierda! Juró que, si un chico tomaba la manía de estarme callando, iba a patearlo en sus grandes y preciadas pelotas, pero amaba la forma como Ian siempre me callaba, con su jodida boca y su gentil, pero traviesa lengua.

¡Si! ¡Él me estaba besando de nuevo! ¡Su boca estaba sobre la mía!

Mis dedos fueron a su sedoso cabello oscuro cuando mordió mi labio inferior y después pasó su lengua por el lugar, gemí y no pude evitar balancearme sobre él cuando el beso de profundizó aún más, era como si quisiéramos comernos ahí mismo y no importaba, si él me hubiese pedido más, yo se lo habría dado ahí sin miedo alguno.

Nos separamos cuando nuestros pulmones exigieron aire, sentía mi cara caliente y la sonrisa en la boca de Ian me confirmó que perecía una antorcha humana debido al calor que me estaba consumiendo por todas partes.

Podría morir besándolo y jamás me arrepentiría. Juro por Dios que no.

—Is, creo que llegas quince minutos tarde a tu primera clase ¿Vas a quedarte aquí? —Preguntó casualmente él y quise patearlo por cretino.

—No debiste besarme.

—No debiste corresponderme. —Continuó con su burla.

—¿Te vas ya?

Sin decir nada más, literalmente me tiré del jeep y caminé o mejor dicho corrí hacia las altas y elegantes puertas del instituto. No pasé por alto la mirada que me regalaron algunos compañeros, pero traté de ignorarles y seguir mi camino como si nada, estaba ya por entrar al lugar, cuando de repente escuché su voz por encima del ruido.

—Is, cielo, que tengas un excelente día, espero que todo vaya bien. — Su voz sonaba divertida, pero también era sincera y joder... Aquello me encantó.

Jodido pelinegro, iba a matarlo.

¿Por qué insistía tanto en meterse en mi corazón? ¿Por qué lo estaba logrando?

La primera clase fue una total mierda, aquello ya debía de ser algo que yo prevenía, sin embargo, traté de estar muy pendiente a todo los que los profesores decían.

—Es importante entender que en la filosofía de la vida hay más que palabras —Comentó la profesora Sarah mientras todos mirábamos hacia al frente, o por lo menos yo intentaba hacerlo. En ese momento sentí la mirada y escuché murmullos de las otras personas a mi alrededor, y para colmo, el asiento que me habían asignado era el primero de la fila—, Hay personas que van por la vida sin entender sus complementos, no se trata de vivir por vivir, se trata de vivir al máximo, tanto, que cuando vas a morir tienes conciencia que ya lo has hecho todo. —Finalizó la maestra—, ¿Tiene aquello sentido?

Las palabras de la profesora siguieron por un largo tiempo, mientras ella hablaba de la vida y sus principios, en ese momento yo solo podía pensar en Ian, y ya no era precisamente por el tema de Agatha. Más bien estaba pensando en un tema más complicado; en él y yo.

No sabía cómo íbamos los dos ciertamente, él no había hablado del tema, pero me asustaba demasiado. Siendo sincera, yo no lo amaba a él... Estaba segura de ello, después de todo no sabía cómo hacerlo, pero no podía negar que me preocupaba por su ser más de lo común, y temía fuertemente que lo nuestro no llegase a ninguna parte.

—Adelante, vamos. —Escuché a la profesora hablar por encima de mis pensamientos, y aquello me sacó de mi estupor. —¿Señorita Gibson?

Mierda.

—¿Sí? —Pregunté casualmente, y escuché varias risitas alrededor que me hicieron encogerme en mi silla.

—Pasa al frente, Isabella. –La profesora Sarah me sonrió con amabilidad, —Cuéntanos uno de los fundamentos de la vida, el que tú creas que es el más importantes.

Me quedé como estúpida sentada ahí sin decir nada, algunos rieron y otros comenzaron a hablar, y mierda, yo sabía que eso iba a pasar. No era como si siempre fuesen a mantener al margen de mí, era obvio que me harían la existencia miserable y bueno... ¿Qué más podía hacer? Nada. Así que, llenándome de valor y dignidad, me puse de pie y caminé hacia el frente.

Me moví hasta el centro de la estancia con la cabeza en alto, pero mis pasos eran tan rígidos como mi columna, y ahora entendía lo que estaba pasando, yo alguna vez había estado sentada en esas sillas y había disfrutado cuando alguien caminaba al centro del salón solo para después humillarlo y rebajarlo. Así era yo antes, daba asco.

—Adelante —Me motivó la profesora. —Háblanos linda.

Cuando levanté mi cabeza para finalmente hablar me quedé sin aire, lo hice de verdad. Ahí estaban todos los del grado inferior al mío, pero aparte de eso, entre ellos estaba Davy, Marlon y otros de sus compañeros; y de manera rápida deduje que estaban reforzando la materia. Sentí mi mundo colapsar cuando mis ojos dieron con los de Davy, se veía igual que antes, guapo, atlético y millonario, pero había algo diferente en él, se notaba feliz y su felicidad tenía nombre; Lía.

Davy me miró con oscuro desdén, y yo tuve un fuerte ataque de ansiedad que me golpeó con todo y me dejó sin nada. Quise huir, de verdad que quise hacer aquello, no quería estar ahí, no podía, no lo hacía...

—¿Isabella? —La profesora frunció el ceño cuando yo no hablé.

—Se le comieron la lengua los ratos. —Escuché que alguien gritó por ahí y más risas vinieron, pero la seriedad en los ojos de Davy me dejó paralizada, era como si no fuese esperado verme nunca, y el estarlo haciendo en ese momento lo enojó.

Dejé a un lado mi idiotez y obligué a las palabras salir de mi boca con precisión:

—Para mí uno de los fundamentos importantes de la vida es la aceptación de uno mismo, no podemos ir por la vida pretendiendo ser felices cuando no lo somos con nosotros, con nuestra casa, o sea nuestro cuerpo —Todos me miraban, algunos en forma de burla, otros con desdén o incluso con fastidio—. Somos felices cuando aprendemos a amarnos a nosotros mismos sin límites ni prejuicios. Sin miedo y sin pausa.

Me quedé en silencio, no sé qué estaba esperando, ¿algunos aplausos? ¿Sonrisas? Bueno, estaba esperando cualquier cosa menos más burlas.

—¿Es por eso por lo que tienes ese color de cabello tan espantoso? ¿Te estás aceptando a ti misma? —Comentó Marlon riendo fuertemente —¿Estas tratando de convencerte a ti misma? La verdad nada mal, el cabello no te queda tan feo. —Más risas llegaron y sentí mi corazón arder —Admito que las zorras con ese color de pelo son mis favoritas. ¿Te vas a volver una de ellas?

Sentí la furia encenderse dentro de mí, al mismo tiempo que la vergüenza me devoraba.

—¡Señor Still! —Espetó la profesora —, ¿qué le pasa a usted? ¿Qué es esa falta de respeto? —Gruñó—Directo a dirección.

—Solo estoy siendo sincero profesora, Isabella lo sabe, el resto también.

—¡Largo! ¡Ahora!

Traté de mantenerme firme mientras Marlon salía del salón, realmente quise estar firme por fuera, sin importar que me estaba deshaciendo por dentro.

Las horas fueron pasando una tras otras y yo continué queriendo seguir firme, de verdad lo deseé. En todo momento evité miradas, comentarios e incluso empujones. Yo me dediqué a huir y simplemente callar porque ya no sabía que hacer, en ese momento entendí que solo buscaba sobrevivir a esa manada de animales.

La campana finalmente sonó entrada la tarde, y entendí que era mi momento de escapar. Salí de los salones de clases y corrí hacia mi casillero para poder descargarme e ir directo al apartamento, pero aquel día no estaba a mi favor, porque de nuevo, no logré ir muy lejos sin que me detuvieran.

—Necesito hablar contigo. —Dijo una voz detrás de mí, — ahora.

Me giré y justo cuando me enfrenté a Davy, sentí el suelo abrirse a mis pies.

—¿Disculpa? —Pregunté con falsa paciencia. —No creo que tenga nada que hablar contigo. Así que desaparece de mi jodida vista.

Sin esperar respuesta suya, caminé deprisa tratando de evitar a Davy, jodidamente no quería hablar con él, no ahora, ni nunca. Estar cerca de él era como tener una maldita herida que siempre me ataba al pasado, y siendo sincera, ya no quería nada de antes.

—Detente ahora mismo, Isabella. —Su mano se envolvió alrededor de mi brazo, y cuando me giré para verlo de frente y enviarlo al demonio, me encontré con dos ojos negros que me miraban furiosos.

—Maldita sea —Gruñí liberándome de su agarre, todo mi cuerpo estaba en tensión —¿Qué mierda quieres? ¿Qué te pasa? —Pregunté mirándolo ferozmente.

En el pasado siempre había sido así, Davy y yo jamás nos tratamos con amor o algo parecido, siempre fuimos fríos y distantes, en los únicos momentos donde realmente coordinábamos eran en la cama, después de ahí, no había nada más. ¿Por qué me aferré tanto a él?

—¿Qué estás haciendo aquí? —Preguntó acorralándome contra una puerta de conserjería.

Enarqué una ceja.

—Oh vamos —Dije suavemente, la Isabella sarcástica estaba en modo activo —La última vez que te vi tenías algo de neuronas ¿Qué pasó con ellas? ¿Tu novia las deterioró con tanta cursilería?

Gruñó y yo solo pude sonreír a través de mi ira, sabía que odiaba cuando me ponía en modo perra insolente y me metía con su ridícula chica.

—¿Qué- estas- haciendo- aquí? —Dijo las palabras lentamente como si yo fuese alguna clase de retrasada, o, mejor dicho, como si yo tuviese el mismo problema mental que él.

—A-ti-que-mierda-te-importa —Escupí las palabras mientras sonreía.

Ya había tenido mucho por aquel día, no iba a aguantar más mierdas.

Escuché sonar mi teléfono y deduje que era Ian quien estaba llamando, él había quedado con irme a recoger a la salida, y sabía que no debía tardar mucho, no cuando entendía que el pelinegro odiaba la tardanza.

—Mira tengo que irme, simplemente déjame ir.

—Todo aquí ha estado muy bien Isabella, eres inteligente y creo que entiendes los que estoy tratando de decirte, todo ha marchado muy bien como para que tu vengas a arruinarlo todo. —Sus palabras pincharon mi corazón, pero no demostré nada—, no importa si viniste a estudiar o algo por el estilo, solo espero que no vengas con tus cizañas y tus trucos baratos. ¿Entendido?

Abrí la boca para decir algo sarcástico, aun así, me detuve y solo pude asentir ante él.

—Entendido —Le concedí.

—No quiero verte cerca de mí, ni cerca de Lía. —Advirtió—, No me interesa tenerte cerca de nuevo. ¿Bien?

Si antes creí saber que era lo que significaba estar humillada y deshecha, estaba muy equivocada, Davy acababa de enseñarme otro tipo de dolor.

—Lo entiendo Davy, yo no vine aquí a molestar a nadie. —Admití—, créeme que no tengo la intención de incomodar a tu dulce Lía.

Davy se vio dudoso por un momento, pero sin embargo no se veía como si estuviera a punto de llevarme la contraría.

—Creo que me voy. —Dije sin más—. Tú solo dedícate a dejarme tranquila.

Comencé a girarme para irme, cuando de repente me sentí chocar con otra persona más baja.

—Davy, amor, ¿Estás...?

Lía se quedó en silencio cuando me reconoció a mí, los ojos grises de ella se movieron a su novio y lo miraron con decepción.

Claramente yo no era la persona favorita de ella, no cuando antes le había hecho la vida imposible.

—Lo siento, no sabía que estabas ocupado... —Susurró ella y yo rodé los ojos ante su lloriqueo.

—No estábamos haciendo nada malo, no hagas drama. —Dije de repente cruzándome de brazos. —Ya me voy.

—No, me voy yo, ustedes sigan en lo suyo.

Lía se giró y se devolvió por donde había llegado, yo suspiré irritada ante su mierda dramática, y Davy solo pudo mirarme enojado.

¿Qué culpa tenía yo ahora?

—¿Ves lo que hiciste? —Me preguntó en voz baja muy molesto—, Apenas llegaste y ya estás arruinando todo, como siempre.

Él se alejó después de eso, y yo como estúpida lo vi irse sin más.

________________ 🦋 __________________

—Carne en término medio con ensalada verde estaría bien. —Le entregué el menú al mesero.

—Pollo con salsa agría para mí, gracias. —Ordenó Ian cortésmente.

Después de salir del instituto y haber ido a comprar alimento para gato –Sí, para el jodido Dash- Ian me convenció para ir a comer algo en un restaurante cercano, para después ir a buscar algo de ropa para mí, al principio traté de negarme sobre lo de la ropa, pero él rechazó mis palabras con prisa.

En ese momento estaba tratando de tener mi mente ocupada para no pensar en nada, pero se me estaba haciendo difícil... Primero estaba mi hermano, no podía dejar de pensar en él, después estaba Ian, me ponía nerviosa lo que éramos y lo que íbamos a ser de ahora en adelante, no quería perderlo. Seguido se encontraba Ágatha y el supuesto bebé que había perdido. ¿Por qué había ocurrido aquello?, y como si no tuviera suficientes cosas en mi cabeza, también pensé en Davy y todo lo que me había dicho, todo lo que me había hecho sentir.

Porque sí, sin importar cuanto odiaba a Davy y deseaba dejarlo atrás, él continuaba teniendo el poder de hacer mucho por decir muchísimo daño.

—¿En que piensas? —Quiso saber Ian, mientras me observaba fijamente con aquella mirada azul.

—Nada importante en realidad. —Mentí descaradamente y él sonrió.

—Todo lo que se pasa por esa cabecita color roja es importante, lo es para mí.

Me sonrojé de una manera surreal, lo juro, sentí la sangre correr por mis venas y quedarse estancada en mis mejillas.

La sonrisa de Ian creció aún más y yo me tragué un gemido de frustración.

—¿Vas a contarme sobre como te fue en el instituto? —Se inclinó contra la silla sin jamás dejar de verme.

—Ian basta, deja de hablarme así, no soy una niña. —Dije irritada—, recuerda que no eres mi papá.

—Claramente no soy tu papá, Is. —Sonrió—, Y no hagas aquellas comparaciones, es realmente desagradable si tenemos en cuenta de que mi lengua ha estado dentro de tu boca.

Dios...

—Como sea.

No hablamos más cuando el mesero regresó con nuestras comidas varios minutos más tarde, yo realmente intenté hacer el ambiente de los dos muy ameno, no quería que Ian en algún momento sospechara que había tenido un día pésimo en la preparatoria.

—¿Puedo preguntarte algo? —Cuestioné mientras comía con lentitud mi carne.

—Adelante. —Apoyó los codos en la mesa y me miró con atención. —No dejes que mi atractivo te intimide.

Sonreí suavemente.

—Imposible aquello, sin embargo... —Pensé muy bien las palabras antes de soltarlas. —¿Cómo... Como sabías que mi padre estaba en cosas ilegales?

Ian abrió la boca para responder, pero después de pensárselo mejor, la volvió a cerrar y guardó silencio por alguna segundo.

—¿Ian...?

—Tengo algunos contactos. —Dijo sin más.

—Eso no es una respuesta.

—Tengo personas a mi alrededor que me ayudan cuando es necesario, Isabella.

—Pero...

—Ya te di una respuesta. ¿No es suficiente?

Enarcó la ceja mientras comía un poco de su pollo.

—No me sirve esa respuesta. —Respondí.

—No tienes que saber más ni menos, confórmate con lo que digo. —Su voz ahora era neutra, y descubrí que acababa de tocar una fibra sensible.

—Estás siendo esquivo. —Afirmé. —No me agrada.

—A ti normalmente nada te agrada, Isabella. —Ahora estaba tenso—, Pero así es la vida.

Lo miré realmente dolida porque él jamás me había hablado así. Sus palabras sonaron más duras de lo que deberían y no pude quedarme callada ante aquello.

—Estamos hablando de mi familia, tengo derecho a saberlo todo. —Mi voz era cortante, y si él lo notó, no le importó. —¿Quién te dio esa información?

Ian dejó los cubiertos sobre la mesa y me miró con neutralidad.

—Cuando alguien no quiere contarte algo Isabella, tú simplemente no le obligas a hacerlo. —Murmuró con frialdad.

—Tengo derecho. —Insistí. —¿Por qué tantos secretos?

—Ya no tengo apetito, nos vamos.

Esas palabras frías eran la muestra de que él realmente estaba más molesto que nunca.

—Ya veo que así será nuestra relación siempre. —Comencé a decir sin nunca poder callarme—. Esto que hay entre los dos se va a tratar de miles de secretos, ¿no?

—No estoy omitiendo nada importante.

—¿No? —Me reí — Creo que eres un mentiroso.

Exhaló con fuerza.

—No soy un mentiroso Isabella, no me ofendas.

—¿No lo eres? Bien... —Yo también dejé mis cubiertos a un lado. —¿Entonces no me mentiste cuando me insinuaste que no tenías nada con tu amiga Ágatha? ¿No lo hiciste?

—Ahí vamos de nuevo. ¿Podrías controlar tus inmaduros celos?

Oh, oh, oh.

Eso fue lo peor que él pudo decirme en algún momento, aquello encendió la ira dentro de mí.

—¿Por qué no me dijiste que Ágatha perdió un bebé tuyo?

Apenas la pregunta salió de mi boca, y los ojos de Ian se llenaron de sorpresa y mucha oscuridad, entendí que acababa de cometer un gran error.

—No sabes nada, Isabella. —Después de varios minutos él respondió con voz helada y baja—. No traigas el tema de Ágatha aquí, y no te metas en su vida.

—Yo...

—No, tú nada. —Advirtió y se puso de pie con suma suavidad. —No te metas con Ágatha, porque a la hora de la verdad, la que saldrá perdiendo aquí eres tú, no ella.

Los corazones no deberían estar destinados a sufrir tantas cosas, de hecho, debían de estar determinados específicamente a solo bombear sangre. —Aunque aquello era lo que hacían de manera literaria—, aun sí, a lo que quiero llegar, es que mi corazón ya no hacía su tarea de llevar y traer mi sangre, porque desde ese momento e incluso desde antes, ya había sido fracturado y no servía para mucho ya no.

—Eres un idiota. —Le susurré sin aliento.

—Supongo que nuestras verdaderas personalidades están saliendo a la luz, Isabella. —Soltó—, porque si yo soy un idiota, tú eres una cínica irrespetuosa.

Continue Reading

You'll Also Like

468K 58.4K 82
EN EDICIÓN LENTA. ¿Alguna vez te has preguntado qué sucede cuando dos desastres surgen al mismo tiempo? Millie ha seguido las reglas de su madre dura...
8.6K 321 16
una historia hecha por diversión, en el cuál vives en el vecindario de la familia Heeler, en dónde pueden pasar varias cosas.
1.5K 188 5
Luego de una pelea con Odín, Loki decide viajar a Midgard, pero algo sale mal con su magia y termina en el patio trasero de Mobius.
2.6K 36 1
Segunda parte de El minuto que nos sobró. Sinopsis: Casi un siglo más tarde, Amanda Flamcourt, es heredera de toda una generación de trabajo. Embele...