Mi mejor error.

By soy_vanessa

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Mi nombre es Maya, Maya Zurita. Mi novio no es el flamante Stephen James o Francisco Lachowski no, mi novio... More

Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capitulo 9
Capítulo 1O
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Adelantos.
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 3O.
Capítulo 31.
Capítulo 32
Capítulo 33
Nota 👀
Capítulo extra 1/3
2/3
3/3

Capítulo 16

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By soy_vanessa


Me remuevo entre las sábanas intentando encontrar una posición cómoda y menos fría.

Me levanto al instante.

Oh dios.

Me había dormido desnuda y la leche, por supuesto, salía.

Tomo un sostén y un par de algodones, acomodo los algodones dentro del sostén antes de colocarmelo. Me pongo de nuevo la gran camiseta de pijama.

Camino descalza hacia la cocina. Al parecer Aleixandre se había ido ya, pues en la mesa ha dejado un plato con huevo frito, un vaso de jugo de naranja y frente a estos, una hoja doblada a la mitad.

No planeo conquistarte pero tampoco está en mis planes parecer un patán. Disfruta el desayuno.

Pd. Pasaré por ti en la tarde, creo justa la idea de salir.

Dejo la carta sobre la mesa y me siento a comer. Cielos, moría de hambre.

Más tarde, luego de haber lavado los platos sucios me dispongo a darme un baño en agua fría. Justo lo que necesitaba para un día como hoy.

Cuando he terminado de bañarme, seco mi cuerpo y unto crema por todo éste. Me decido por vestir un short de mezclilla y una blusa de encaje con tirantes blanca. Cepillo mi cabello y después me dejo caer sobre la cama. Reviso mi celular.

Tenía cuatro llamadas perdidas de Caleb.

No sé si debería sentirme alarmada.

Bueno, si sé.

Devuelvo la llamada por varias veces hasta que finalmente responde.

- ¡Cielos! ¿por qué no contestas? Estoy preocupada, acabo de ver tus llamadas. ¿Ocurrió algo?

- Maya, Maya, tranquila. No ha ocurrido nada, sólo pensé que los bebés te extrañaban, no dejaban de llorar pero ahora están mejor.

- De acuerdo. ¿Cómo les esta yendo? ¿les ha gustado la leche de polvo? ¿no les hizo daño?

- Hey cariño -mi cuerpo hormiguea y por unos pocos segundos, me siento nerviosa -, perdón.

- No, no te preocupes. ¿Entonces?

- Les ha gustado, por suerte. Y no, no les ha hecho daño. Hasta ahora todo marcha bien -suelto un suspiro. La línea queda en silencio hasta que escucho la voz de Daniela.

- Amor, ¿qué haces aquí? Hunter te espera para ir a nadar -y sin más, cuelgo.

Rayos.

Tengo celos.

La detesto, la detesto bastante.

Pudrete Daniela.

Dejo el celular sobre el buró y decido acostarme a dormir un rato.

Los golpeteos incesantes en la puerta logran hacerme levantar de la cama.

Apenas que estaba tomando rico el sueño.

Al abrir me encuentro frente a mi a Aleixandre. Su rostro tiene una sonrisa coqueta.

- Iré a ponerme zapatos, pasa -abro la puerta y sin más regreso a la habitación donde me coloco unas zapatillas negras. Me pongo labial rojo antes de salir-, estoy lista.

- Espero que todavía no comieras.

- No, aún no como.

- Bueno, porque iremos a comer. ¿Qué te apetece?

- Cualquier cosa está bien.

- De acuerdo.

- ¿Qué te pareció la comida?

- La mejor que he probado en mi vida.

- Bueno, y espera a probar el postre -Aleixandre levantó la mano y enseguida uno de los meseros llegó-, quiero éste postre -señala en la carta, el postre que fuera. El mesero asiente y sin más se marcha.

- ¿Qué has pedido?

- Es una galleta gigante de chispas de chocolate, con helado de vainilla y chocolate derretido.

- Bueno, hasta ahora suena rico.

- Y, ¿cómo amaneciste? ¿te ha gustado el desayuno?

- Si, gracias. Aunque no era necesario, ni tampoco haberme invitado a comer.

- Lo es Maya. ¿Crees que realmente me iría sin más luego de que tú y yo pasáramos la noche?

- Si, pudiste hacerlo. Esperé que lo hicieras.

- Y hubieses pensado mal de mi.

- De todos modos estás haciendo algo por obligación y no, no me parece justo.

- No es obligación realmente quería salir contigo. Eres una chica interesante.

- ¿No te importa tú pareja?

- Oh no, ella y yo no estamos juntos.

- Pensé que por tu hija lo estarían.

- No. De hecho ni siquiera conozco a la chica, fue de esas chicas con las que te acuestas ebrio y bueno. Luego de nueve meses apareció y me dijo que tendríamos una hija.

- Wow.

- Y sé que es mi hija porque si, se parece a mi cuando era un bebé. Yo soy hombre libre, Maya.

- Entiendo. Realmente comprendo -suspiro.

- Aquí tienen su postre, provecho -el mesero deja sobre el centro de la pequeña mesa cuadrada un pequeño sartén dónde dentro de éste se encuentra la galleta del tamaño del sartén.

- Si que es grande -digo inconscientemente, Aleixandre ríe.

- Lo sé, esta bestia es mi orgullo.

- ¿De que hablas? -pregunto confundida. Luego analizo la situación y comprendo-, Ja ¿has pensado que hablaba de tú amigo?

- ¿Hablabas de la galleta? -asiento y no resisto la risa-, ya, realmente me haces sentir como un idiota.

Cada quién nos sentimos cómo queremos...

- Bueno, comamos esta delicia -digo y tomo una de las dos cucharas, tomo un trozo de la galleta, soplo antes de comerla-, uhmm realmente es buena.

- Te lo dije -guiña el ojo.

La 'cita' no había sido del todo lo que esperaba, aunque bueno, no pude haber pedido más.

Realmente esperaba no ver a Aleixandre de vuelta.

Y no, no me malentiendan, es sólo que, su gran ego y toda esa vanidad no iba conmigo.

Termino de cepillarme los dientes, me enjuago y apago la luz del baño. Mañana tendría que madrugar pues, junto a Dylan íbamos a correr cada mañana a las seis para luego ir a su casa y volver a la rutina.

Me acuesto en la cama y para mi suerte, a los minutos me gana el sueño.

Apago la molesta alarma de mi celular. Me levanto con pesadez y camino al armario en busca de ropa. Unas licras, un top deportivo y una chamarra de cierre de Dylan que me había regalado. Termino de amarrar mis tenis y salgo del departamento. Me aseguro de cerrar bien.

Guardo mi celular en el bolsillo de la chamarra. En la entrada del edificio me espera Dylan quién al verme sonríe.

- ¿Qué tal, desaparecido? -saludo.

- ¿Desaparecido? -pregunta, asiento. Agarro mi cabello en una coleta -Has sido tú quien junto al primo de Halsey han desaparecido, cuando volvimos ya no estaban -ambos comenzamos a trotar.

- Pensamos que estarían ocupados y bueno, tú no has sido quién tenía los pechos llenos de leche y el vestido mojado.

- Vaya y, ¿qué tal lo hace Aleixandre?

- Bien -respondo-, espera ¿qué tal lo hace Halsey?

- Bien -repite, reímos -¿te ha tratado bien?

- Si.

- Halsey me contó que Aleixandre le dijo que habían ido a comer ayer.

- Si pero, no fue nada interesante. Aleixandre demostró ser un hombre vanidoso y para nada interesante. Pero bueno, ¿qué hicieron ustedes?

- Nada interesante. Luego del antro fuimos a tener sexo en su casa y al día siguiente acompañé a Halsey a una de sus sesiones fotográficas. Totalmente aburrido.

- Estoy en desacuerdo, debió haber sido genial.

- Si genial es escuchar los quejidos de esas delgadas modelos por sus cuerpos gordos, entonces si, totalmente genial.

- Bueno, ya cambia la cosa.

- No sé cómo pueden acomplejarse tanto de sus cuerpos ¡dios! Yo me siento bien con mi cuerpo.

- Es que realmente tienes un buen cuerpo.

- Tú también lo tienes y aún así vienes a correr conmigo.

- No me quejo de mi cuerpo sólo necesito reafirmarlo, el embarazo no ha dejado más que flacidez y estrías.

- Deja que lo vea -Dylan se detiene de trotar y luego de algunos segundos vuelve alcanzarme- es pasable.

- Jaja veamos ahora el tuyo -desminuyo mi paso hasta que Dylan esta delante de mi, observo su redondo y grande trasero -es pasable -repito y vuelvo a trotar intentando alcanzar a Dylan y cuándo paso a su lado no dudo en darle una nalgada -bastante pasable.

- ¡Hey! -se queja y no evito reír.

- Tenía que hacerlo, tu trasero pedía a gritos ser tocado.

- Me debes un helado.

- ¿Un helado?

- Has tocado mi trasero, me debes un helado.

- De acuerdo.

- Bueno, es hora de correr -dice y sin más, ambos aceleramos el paso.


- Ya...no...puedo...más -mi voz sale entrecortada, detengo mis pasos.

- De acuerdo -suelto un suspiro, apoyo mis manos sobre mis piernas- ¿estás bien?

- Siento mis piernas temblar como nunca antes.

- Es normal -Dylan se aproxima a mi-, ¿quieres ayuda?

- No, estoy bien, vamos -ambos comenzamos a caminar de vuelta al edificio. En el camino desabrocho el cierre de la chamarra, claro, sólo cuándo me he asegurado de que dejó de hacer frío.

- Deberías volver abrochar la chamarra.

- Tengo calor.

- Te hará daño.

- Es sólo un poco, ademas estamos a un par de cuadras.

Mi celular comienza a sonar rompiendo el silencio que se había formado entre los dos. Contesto.

- ¿Qué sucede? -pregunto aún con la respiración agitada.

- ¿Dónde estas? -la voz de Caleb suena molesta. ¿por qué debería estarlo?

- ¿Por qué?

- Llevo más de media hora esperando afuera del edificio.

- Oh, voy para allá -cuelgo y me apresuro a correr hacia el edificio, por suerte llego en menos de cinco minutos.

- Finalmente se dignó aparecer -escucho la voz de la mamá de Caleb, ruedo los ojos.

- ¿Les has comprado los pañales? -pregunto volviendo mi atención a Caleb.

- Compraselos tú -me da el par de pañaleras que me cuelgo.

- Habíamos quedado que te tocaba a ti comprarlos.

- Si pero también me ha tocado comprarle leche a Hunter.

- Caleb...- otra voz me interrumpe.

- Descuida. Si él no puede yo se los compraré Maya, no necesitas estarle rogando -Dylan.

- No es necesario que lo hagas Dylan.

- Yo lo haré -afirma y sin más asiento. Me acerco a la camioneta y de los brazos de Cecile quito a la pequeña Elizabeth. Dylan me ayuda a cargar con Michael y Dylan -andando -junto a Dylan caminamos hacia el edificio.

- Es un maldito patán -no me guardo las palabras.

- Es un odioso.

- Un maldito idiota. Si no iba a responsabilizarse ¿¡entonces para que demonios me embarazó!? Es lo que más me molesta pero, está bien, puedo sola.

- Nunca vuelvas a decir eso, no te arrepientas de estos angelitos. No tienen la culpa.

- Lo sé, rayos, es sólo que estoy tan malditamente molesta.

- Vamos, date una ducha y vayamos a casa -abro la puerta del departamento, y con Dylan tras de mi, entramos.

- De acuerdo.

- Hoy yo invito el café.

- ¡Wuuu! -levanto mis brazos en una finjida emoción, Dylan ríe.

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