Capítulo XI
LA VIDA ES COMO UN BAILE DE MASCARAS, SOLO SE SABE LA VERDAD AL CAER LA NOCHE
En cuanto ambos ingresos al salón de baile, algunas personas nos observaron y como no si ambos veníamos a juego incluso nuestras máscaras y atuendos, los había elegido con la temática romana, bueno el traje que usaba Draco era un traje normal solo que mande bordarle unos laureles pequeños en la solapa.
Por otro lado, mi vestido con corte romano era un poco más asemejado al que usaban las romanas o por lo menos las emperatrices romanas, tenía un escote pronunciado delante del vestido que me permitía lucir mis pechos un tanto grandes por la lactancia de mi pequeño dragón.
- ¿Bailamos señora de Malfoy? - me dice haciendo una reverencia.
- Sería un placer señor Malfoy – comenzamos a bailar, a la par de las demás parejas que también asistían.
Draco me toma de la cintura y me arrastra a la pista, Merlín, ya valí, este solo me pasa a mi como mierdas invito a Draco a un baile así ni siquiera yo se bailar, ja ja, esto solo me pasa a mí, ¡Ay Merlín, bueno a ver qué pasa!
- Draco.
- Dime mi amor- dice y meda un beso.
- No sé bailar – confesé.
- Eso lo eh notado, pero tiene solución - dice mientras me pega a su cuerpo y me menea suavemente de un lado a otro. – yo te guiare en la pista, tu tranquila.
De esta forma bailamos un tiempo hasta que se paró y me separa de él, me lleva hacia afuera del baile, por lo que lo miro con duda ya que no sé qué está pasando será que después de tantos pisotones se abra enfadado, na no creo.
- ¿Pasa algo? – le pregunto.
- Si pasa algo, ¿Dime que te pasa? – me pregunta, pegándome a él.
- ¿Cómo? - le pregunto y me besa.
- Estas incomoda.
- ¡Ah!, es la maldita cinturilla que me tuve que poner con el vestido. - le señalo la pequeña cinturilla que funge como cinto.
Draco se ríe como loco, eso me enfada mucho, él no sabe qué es esto él es hombre y yo soy mujer no sabe lo que es este sufrimiento. Por lo que, como toda reina del drama, me da la vuelta quedando detrás de mí, empieza a besar mi oreja hasta mi lóbulo donde muerde delicadamente, sus manos están en mi cintura y la acarician por encima de la cinturilla.
- ¿Sabes? – pregunta, mientras me besa.
- ¿Qué?
- Este –me besa- vestido –me vuelve a besar - no me deja tocar nada- me besa más a apasionado – y eso me frustra.
- Tal vez, solo tal vez esa es la idea – le contesto riendo.
- ¿Ah sí? - me toma de la cintura pegándome más a él. – al menos tengo una buena vista de tus hermosos pechos.
- Pero por lo pronto solo los podrás observar – le dije- vamos a regresar al baile.
- Yo creo que eso no se va a poder, mi amor me he puesto duro – comenta.
Desesperadamente comenzó a buscar lo que creo es su varita, aun no recuerda que la hemos dejado en la cabaña, pues la apuesta aún está vigente por lo menos lo estar las próximas 4 horas, hasta que sea la media noche.
- Como que se te olvido la apuesta cariño – le mencioné.
- ¡Al carajo la apuesta! – menciono.
- Pues si cariño, pero no traes tu varita para aparecernos en la cabaña – le recuerdo.
- ¡Demonios!, vamos buscaremos quien nos lleve de regreso – me dijo mientras tomaba mi mano y él nos guiaba.
Conseguimos un taxista que nos llevó enseguida hasta la cabaña, yo iba riendo cada que podía pues mi esposo estaba desesperado por llegar a la cabaña, y eso lo estaba consiguiendo hasta que nos vimos embotellados en el tráfico, pues nos encontramos con un festival.
- Tardaremos más tiempo en llegar a su destino – nos informó el taxista.
- ¡Demonios! – refunfuño Draco.
- ¿Cuánto tiempo? – le pregunte al señor.
- No lo sé señorita, de 30 minutos hasta la hora, en estos momentos se está llevando a cabo uno de los festivales más conmemorativos de las tierras altas, si ustedes gustan pueden bajar eh ir caminando no estamos muy lejos de su destino, así mismo pueden disfrutar del festival.
- ¡Ay si vamos!, ¿Qué opinas cariño? – cuestione a mi esposo.
- Está bien cariño, vallamos – resopla, pero me complace.
Pagamos el recorrido del taxi y bajamos del, nos adentramos en el festival disfrutando de los danzantes al ritmo de las gaitas, los hombres vestidos como antiguamente lo hacían en las Highlands era mágico, emocionante y divertido ver a todas las personas bailar al ritmo de las gaitas riendo felices.
- ¿No te parece hermoso? – le pregunte a mi esposo.
- Lo único hermoso que veo, es a ti mi amor – me dijo besando mi mejilla.
- Por eso te amo – le dije y lo besé.
- Anda sigamos viendo, para que me olvide lo doloroso que esta allá abajo.
Seguimos caminando por las calles en dirección a la cabaña, nos encontrábamos con personas que corrían de aquí para allá y de allá para acá, me recordaban a mis hermanos cuando hacíamos travesuras y nos intentábamos esconder del tío Aberforth quien era quien nos reprendía.
Pasamos por un local de flores y allí se encontraba un joven vestido con su Tartán y Kilts repartiendo flores, cuando pasamos por allí el joven me extendió una rosa roja.
- Una hermosa flor, para exaltar a tan altiva belleza – me dijo el joven.
- Muchas gracias – conteste y Draco por la reacción de joven le fulmino con la mirada o por lo menos lo trato de intimidar.
- Tranquilo señor, en escocia no robamos esposas de otro desde hace mucho tiempo – señalo el joven. – ande mejor tómese una copa de Whisky.
El muchacho le extendió un vaso con Whisky seco y mi esposo no dudo en aceptarlo, así mismo lo bebió de un solo trago, demonios eso debió arderle en la garganta.
- ¿Quiere probarlo? – pregunto otro joven pelirrojo detrás del primero – James no le diste a beber a la señorita. – le reprendió el nuevo chico a James.
- Alexander, apenas lo está probando su esposo espera a que lo deguste – menciono James a Alexander.
- ¿Qué le parece señor? – pregunto Alexander a mi esposo.
- Ah que nunca había probado algo tan bueno antes – le señalo James.
- ¿Qué tal cariño? – le pregunte a mi esposo.
- Debo admitir que es bastante bueno – respondió mi esposo con una sonrisa.
- Pues claro si es Whisky escoces, sin ofender – comento James.
- Ande señorita, pruebe – me extendió un vaso con Whisky Alexander.
- No me gusta seco, ¿Le podría agregar hielos? – pregunte la verdad prefería esta bebida en las rocas.
- Claro sin ninguna molestia, pero ¿Tal vez gustarían pasar? – pregunto Alexander.
- ¿Cómo? – pregunte yo ahora.
- Si no solo es una florería, sino que también contamos con una taberna en la parte de arriba donde además podrán ver el desfile del festival.
- ¿Te gustaría subir cariño? – me pregunto mi esposo.
- Si, anda vallamos – le pedí sonriendo, el solo sonrió, tomo mi mano y seguimos a Alexander.
Cuando ingresamos a la taberna estaba llena de escoceses por doquier supongo que eran solo familia, porque todos eran muy parecidos además de que había niños y eso era ilegal, tener menores de edad en un establecimiento donde se vendiera alcohol.
- ¡Familia, ellos son nuestros amigos los ¡- se queso callado para después acercarse a mi esposo y preguntar - ¿Perdone su apellido?
- Malfoy, Draco y _____ Malfoy.
- Perfecto, son nuestros amigos los Malfoy, ellos son nuestra familia anden tomen asiento en el balcón.
No sentamos en el balón donde podíamos ver el desfile pasar, además de que la familia de Alexander y James nos trataron de maravilla, degustamos los diferentes whiskies que tenían en la taberna, además de acompáñalo con pan casero echo por la esposa de James quien muy gentilmente también nos acercó queso de cabra, jamón ibérico y pato al carbón.
No me puedo quejar cenamos muy delicioso además de que nos embriagamos un poco, me contaron que su familia proviene del clan Urquhart y como costumbre tiene regalar rosas pues el emblema de su clan es una rosa con espinas. Nos explicaron demás cosas sobre escocia como sus bailes, la gaita y las costumbres antiguas que aún tenían arraigadas.
Entrada la media noche nos despedimos de la familia prometiendo que volveríamos antes de regresar a casa, ambos ya nos encontrábamos ebrios por lo que sería muy peligroso que tomáramos un taxi, tal vez nos podrían hacer algo, uno nunca sabe lo que puede pasar, mira que nos arriesgamos al entrar aun establecimiento y beber cosas que no sabíamos de donde habían provenido.
Como ya habíamos acabado la apuesta, con un hechizo no verbal nos aparecí en la cabaña, en cuanto estuvimos en la habitación mi esposo me empujo sobre la cama, me hace reír por la urgencia que tiene al poder encontrar mis piernas entre el vestido, su cara es un poema, muy divertido. Creo se rinde un poco y empieza a besar mi cuello, una de sus manos ahora sostenía uno de mis senos, esta sensación era muy placentera, aunque fuera por encima de la ropa, su mano restante sostenía el corcel.
- ¿sabes que es lo que quiero hacer? - dice con una voz ronca de la excitación.
- ¿Qué? -yo ya estaba demasiado excitada e hiperventilada.
- Quiero quitarte el vestido, pero no puedo – y ambos reímos no sé si por el alcohol.