La noche volvía a despertar. Lentamente, los árboles comenzaban a parecer grandes sombras siniestras por sus puntiagudas ramas peladas. Así era el invierno, gélido y oscuro. Las hojas crujían por las pisadas del hada rubia, que caminaba de un lado al otro, observando los desnudos árboles y disfrutando la frágil brisa fría que acariciaba todo su cuerpo. Era su primer invierno, y le parecía fantástico absolutamente todo.
Se sentó sobre el colchón de hojas amarillas en el limite de la tierra y el agua, acomodó la manta que lo tapaba y observó el reflejo de su resplandor azulino . Esa sería la última vez que vería su laguna, su fuente de vida. Momentos como danzas y cantos en familia reflejándose en el agua vinieron a su mente. Su rostro se puso nostálgico y suspiró para que los recuerdos se vayan con el blanquecino vapor que se formó alrededor de sus labios. Trató de centrarse en su decisión, ahora tendría un hogar que estuviera poblado, con alguien que motivaba a que su vida sea ligera como un Diente de León.
Quiso acariciar el agua, pero se topó con algo sólido. Con extrañeza, sacó aquello y en su mano vio que sostenía un fino y grande pedazo de hielo que no tardó en romperse por no aguantar su propio peso, y se estrelló como un vidrio rompiéndose. El resto se partió luego. Yuri volvió a tomar un pedazo de ese gélido vidrio y miró los arboles a través de él hasta que se partiera.
Llegó el momento en el que su mano estaba tan fría que ni la sentía, y ese frío había pasado a todo su cuerpo, vio que era el momento de dejar de jugar. Ahora temblaba y la manta no ayudaba, por lo que hizo desaparecer su cuerpo, para quedarse inmaterial. Espero allí sentado sobre la manta, en una silenciosa despedida con su laguna. Abrazó sus piernas y se sumergió en las leves ondas del agua. Se sentía pesado, aunque lo ignoró pensando que era por el frío recibido cuando era humano.
—Yura —su nombre que era únicamente del humano lo sacó de esa meditación, y enseguida lo puso nervioso.
—Aquí estoy —llamó al soldado que estaba a su lado, buscándolo por los costados.
Otabek mir+o al suelo y ahí encontró al hada, con una corta túnica negra y una gruesa cinta magenta que envolvía su cuerpo desde el cuello hasta el pie izquierdo, al igual que en su brazo izquierdo pero con una cinta mas fina que acababa enrollada con un prolijo moño en su dedo medio. Y su cuello, estaba decorado con unas largas plumas despeinadas y pintadas con el pigmento de remolachas, que fueron pegadas con la resina* de pinos.
—Yura, ¡¿qué haces así vestido?! —con conmoción dijo, y de inmediato comenzó a sacarse las prendas para ponerlas sobre al casi desnudo cuerpo del hada. Como un niño caprichoso, el hada comenzó a poner resistencia a que lo tapen.
—No lo necesito —se quejaba mientras empujaba la ropa hacia Otabek.
Pero el humano tenia mas fuerza que él y rápidamente el hada perdía esa batalla y la ropa de humano que le desagradaba comenzó a estar sobre él, por lo que desapareció de la vista del soldado para luego aparecer lejos del él.
—Ya vmonos —ordenó el hada mientras le lanzaba el abrigo al humano, y luego se dio la vuelta hacia donde el pueblo se hallaba.
—Espera, Yur...
—No iré con el cuerpo físico, así que no sentiré frío —se dio la vuelta para ver al humano pero de inmediato se giró por lo pudoroso que estaba por la preocupación del humano —. Así que vístete. Te seguiré, vámonos —el hada paso por su costado con pasos rápidos y cuando el hombre se dio la vuelta, el hada ya no era visible para sus ojos.
Otabek se paró, arregló su abrigo y comenzó a caminar.
—Entonce vamos —Yuri escucho esas palabras mientras observaba por ultima vez la laguna, luego, le dio la espalda y jamas se volvió a voltear. Ya había decidido que abandonaría su vida como un hada con las alas atadas.
*
Ya habían salido del bosque, y Yuri estaba impaciente, ya deseaba ver su nuevo hogar. Daba vueltas alrededor del humano, se adelantaba y luego volvía al lado de Otabek.
—Apurateeeee —Yuri se quejó para luego dejarse caer sobre los hombros del humano, aunque este, claro, no pudo ni escucharlo ni sentirlo.
Apoyo sus brazos en la cabeza del soldado y comenzó a mover los pies por el aburrimiento. Jugar con la cinta de su brazo izquierdo era lo único que encontró para pasar el tiempo.
—Hemos llegado —anunció el humano después de un largo rato caminando en la oscuridad.
Yuri enseguida levantó la cabeza, abandonando la atención a la cinta que ya había reatado varias veces. En frente suyo tenia una cabaña de madera, solitaria en esa zona. Bajó de los hombros del humano y rodeó a vuelo la cabaña, ahí pudo darse cuenta que era una casa muy chica. Desde afuera pudo ver que tenía una chimenea, donde recordaba siempre salía agradables aromas, y dos ventanas, una al lado de la puerta y otra al costado izquierdo. También, en el suelo vio una puerta que le causo gran curiosidad. Iba a acercarse pero volvió rápidamente hacia el humano al escuchar que le llamaba por su apodo. Cuando su pie desnudo toco la fría madera se hizo visible para el soldado.
Pasó de la galería al umbral de la cabaña. Desde allí pudo ver que sólo había dos puertas y que el dormitorio, cocina y comedor compartían una sola habitación. La mayoría de los muebles eran de madera y barro. Era una humilde casa, con lo necesario, sin nada que llame la atención.
Otabek se apuró en cerrar la puerta ya que la habitación se enfriaba. Mientras que Yuri se dedicaba a inspeccionar más a fondo su nuevo hogar, el soldado hacía abrasar los troncos y la yesca bajo la chimenea. Enseguida el fuego comenzó a iluminar como el hada; las velas no hacían falta con el cálido resplandor de estos dos. Aunque, Otabek no notó que el fuego comenzó a ganarle a la gran luminosidad de Yuri, no se preocupó al ver que titilaba como una pequeña vela amenazada por el viento.
Un maullido interrumpió al hada con la inspección de la ropa de Otabek, posó su mirada en la puerta de madera. El soldado como era de costumbre abrió la puerta y dejó entrar al invitado. Yuri, con esfuerzo se acercó rápida y emocionadamente al visitante.
—¡Es un gato! —exclamó Yuri para sentarse frente al animal, y de inmediato acarició su abundante y largo pelaje —. Siempre quise conocerlos pero nunca pasó uno por el bosque —el gato blanco que tenía una gran mancha marrón que cubría todo su rostro se refregó en la rodilla del hada amistosamente.
En ese momento, el humano vio una nueva expresión del ser feérico, una que no mostraba con tanta facilidad. Se mantuvo un rato expectante del hada que totalmente maravillado seguía acariciando al animal mientras le halagaba, sin despegar ojo de su cola peluda que se movía con ternura, según Yuri.
El humano se dio la vuelta para encaminarse a la mesada de la cocina. El gato, al pensar que el humano iría por comida, fue tras él. Yuri se paró con lentitud, su cabeza se sentía pesada y luego, trató de dar un paso para seguir al ser peludo.
Otabek llenaba la pava de agua cuando escuchó el estruendo del hada que caía desfallecida al suelo, con un pobre resplandor que a penas llegaba a resaltar la madera.
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*resina: Sustancia sólida o viscosa, y pegajosa que fluye de ciertas plantas.
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Notas de la autora:
Ia iegaron los problemiiaas jeje (?
Si, si, le cambie la ropita a la gata a una inspirada en su vestuario del programa libre >/////<
Este capitulo se lo dedico a keylaSta1rs, porque el destino y la coincidencia nos unió xD <3
Días atrás tuve un sueño de este fanfic. Era sobre algo que pasaba cuando Otabek y Yuri viven juntos. Me gustó lo que pasó en el sueño, así que lo voy a introducir en el fic. Muchas gracias por la genial idea, inconsciente :D Eso si, pasaba algo sad en el sueño pero no lo voy a poner porque era muuuy sad :'v Y tipo que no tenia mucho sentido djkgd xD
Gracias por seguir leyendo, mis bebes <3 Nos vemos. Y nuevamente perdón por tardar, la escuela me está chupando la vida.