Un beso bajo la lluvia

By vhaldai

33.9M 3.5M 4.2M

Lluvia y sol. Chocolate y menta. Multicolor y monocromía. Así son Floyd y Felix; dos amigos de la infancia qu... More

Antes de leer
C e r o
R e p a r t o
U n o
D o s
T r e s
C u a t r o
C i n c o
S e i s
S i e t e
O c h o
N u e v e
D i e z
O n c e
D o c e
T r e c e
C a t o r c e
Q u i n c e
El rincón de los globitos rojos #1
E s p e c i a l
D i e c i s é i s
D i e c i s i e t e
D i e c i o c h o
D i e c i n u e v e
V e i n t e
V e i n t i u n o
V e i n t i d o s
E s p e c i a l 2
V e i n t i t r é s
V e i n t i c u a t r o
V e i n t i c i n c o
V e i n t i s é i s
V e i n t i s i e t e
V e i n t i o c h o
V e i n t i n u e v e
T r e i n t a
El rincón de los globitos rojos #2
T r e i n t a y u n o
T r e i n t a y t r e s
T r e i n t a y c u a t r o
T r e i n t a y c i n c o
T r e i n t a y s e i s
T r e i n t a y s i e t e
T r e i n t a y o c h o
T r e i n t a y n u e v e
C u a r e n t a
E s p e c i a l 3
E s p e c i a l 4
E s p e c i a l 5
C u a r e n t a y u n o
C u a r e n t a y d o s
C u a r e n t a y t r e s
C u a r e n t a y c u a t r o
C u a r e n t a y c i n c o
C u a r e n t a y s e i s
C u a r e n t a y s i e t e
C u a r e n t a y o c h o
C u a r e n t a y n u e v e
C i n c u e n t a
C i n c u e n t a y u n o
C i n c u e n t a y d o s
C i n c u e n t a y t r e s
C i n c u e n t a y c u a t r o
C i n c u e n t a y c i n c o
Ella (capítulo especial)
Especial Navideño 🎄
Capítulo Extra
FELIX
La antología de un destino

T r e i n t a y d o s

399K 46.3K 46K
By vhaldai

Abrazar a Felix se siente como casa, una sensación familiar que converge para que la tranquilidad se apodere de mí. Mi corazón latía con fuerza, pero era una muestra más de estar con vida y que sentía. Quería transmitirle con mi abrazo taaantas cosas, así como que podía contar conmigo y que estaba allí, para apoyarlo y consolarlo.

Lo mantuve aferrado a mí por unos minutos más, siendo la brisa de primavera la que hablaba por ambos. Felix no dijo nada, siempre se mantuvo estático en su sitio, aunque por dentro, la realidad era otra. Sí, realmente era otra. Lo supe cuando todo su cuerpo sufrió un remezón que indicó una cosa. Por un momento levanté mi cabeza con el fin de mirar su rostro y comprobar si mis sospechas eran ciertas. Al no dar con su rostro, sino que con su tatuaje, volví a apoyar mi cabeza sobre su espalda cerrando mis ojos con fuerza.

—Ya puedes soltarme —dijo por lo bajo, pero no quise hacerle caso—. Oye...

Se sacudió de lado a lado con el único fin de rechazar mi consuelo. Y yo que tan buena persona me creía haciéndolo.

—No quiero —objeté, inflando mis mejillas como niña malcriada.

Los puntos suspensivos serían un dialogo compatible con la inexistente respuesta que el Poste me brindó. Comenzó a caminar conmigo pegada detrás como una garrapata. Mi devolución consistía en ser una humana, pasar a un hurón y ahora un arácnido chupa-sangre.

Genial.

Conté casi quince pasos hasta que el llamado de tía Ashley provocó que soltara a Felix. Fue un impacto inesperado que a los dos nos dejó mirando hacia el otro lado como si nada hubiese ocurrido.

—¿Dónde estaban, chicos? —nos preguntó al llegar a su lado.

Felix, claro, no se animó en responder a su pregunta, por lo que tuve que hacerlo yo. Floyd, la vocera personal del Poste inexpresivo que no deja ser abrazado.

—Mirábamos el terreno.

—Oh... —Una mirada indescifrable se mostró en la expresión de tía Ash, arrugando su puntiaguda nariz—. ¿Y tu bolso? —preguntó haciéndole un seguimiento al silencioso Poste que pasaba por su lado hacia Synapses. También seguí al chico con la mirada clavando mis ojos en su espalda manchada.

—¡Ay, no! —Sobreactué— Iré a buscarlo.

Regresé al pequeño cerro donde mi bolso yacía tirado mientras suplicaba que lo mojado de la espalda de Felix fueran lágrimas y no mocos.

Eugh.

Cuando volví con tía Ash, Syna —ya más sobrepuesta— se nos acercó en compañía de Felix. Me fijé con mucho detalle que caminaba agarrándolo del gacho y él ni señal de despreciar aquel acercamiento. Ajá, sí... Si la que lo agarraba era yo, seguro que me habría dado una patada para que lo soltara.

Chisté focalizándome esta vez en la divina imagen casi celestial de Syna, que con cada paso cautivaba mi existencia así como sus historias. El creer durante tanto tiempo que Synapses se trataba de un chico todavía no me dejaba aceptar que en realidad siempre fue una chica. Y eso no era todo, que por fin llegase a conocer a mi inspiración sonaba alucinante, cualquiera pensaría que estaba soñando.

«Estúpida bipolaridad», pensé tras volver a clavar mis ojos en sus brazos unidos.

—Le propuse a Felix que vinieran a comer con nosotros —habló Syna. Una sonrisa que decía «no estoy bien» se vislumbró en su rostro. Me sentí pésima por especular y crear una película por unos meros celos cuando entre ella y Felix compartían en mismo dolor. Me avergoncé hasta la mollera—. Tenemos muchos asientos extra, por si aceptan.

—Si nos dicen dónde queda tal vez podamos ir —accedió tía Ashley, girándose en mi dirección—. ¿Qué dices, sobrinita?

—Bueno, si no es molestia...

—¡Para nada! —se apresuró a decir Synapses— Mientras más personas, mejor. Además, servirá para ponernos al día —agregó codeando a Felix—. Nosotros los llevamos, papá tiene una furgoneta.

Achiqué mis ojos mirando ese descarado gesto patentado por mí.

—Entonces mejor. —Tía Ashley pasó su mano sobre mi cabeza para acariciarla y la bajó hasta mi cuello para guiarme siguiendo los pasos de Syna.

No sabía por qué todo estaba saliendo tan extraño. La aglomeración de emociones iba a hacerme estallar, sobre todo al caer en cuenta que iría a comer de Synapses. No, qué comería en la misma mesa que ella. ¿Acaso algo muy malo ocurriría luego? Porque no hay explicación razonable para justificar el hecho que estaría comiendo gratis en la misma mesa que la persona que tanta devoción le tenía.

Pero mientras a mí se me apretujaba el pecho, del otro lado de la furgoneta, junto a la ventana, Felix todavía asimilaba la muerte de su amigo. Veía una divergencia gigante entre ambos hemisferios que me hizo cuestionar si debía moderarme en cuanto a mi lado fangirl. Alinearme con Felix sonaba lo más razonable en este caso y, quizás compartir su dolor era lo justo y necesario. Sin embargo, ese ápice de felicidad que me embargaba no podía derribarse, así que decidí moderarme y actuar como una chica normal, comiendo con personas normales.

Llegamos a una casona de dos pisos de aspecto antiguo. Una parte de la casa estaba cubierta por enredaderas que rodeaban una ventana de madera. La puerta doble fue abierta por una mujer anciana en compañía de un anciano que portaba un bastón. El rostro del anciano llamó mi atención; algo se me hacía raramente familiar.

—Esos son mis abuelos —explicó Syna, girándose desde el asiento de adelante.

Me enfoqué otra vez en el anciano examinando cada una de sus difusas facciones. A tanto distancia no lograba discernirlas del todo, pero algo especial tenía ese hombre.

Bajamos de la furgoneta y una chica de mi edad salió para abrazar a los padres de Syna entre sollozos; luego abrazó a ella, quien reuniendo fuerza la levantó unos centímetros para dejarla luego en el suelo. Pude distinguir que su parecido con Brand era idéntico, por lo que la idea de que era su mellizo se volvió verídica.

La anciana en compañía del hombre con bastón saludó a los padres de Syna. Tía Ashley, Felix y yo nos quedamos de pie, viendo el cariño palpable que la familia se demostraba en forma de pésame por su reciente pérdida.

—Venimos con más personas —le informó Syna a la abuelo, entonces se acercó al anciano con bastón y le comentó algo en el oído que no lograría oír incluso haciendo mi mayor esfuerzo. Solo logré hallar una peculiar mirada hacia el inexpresivo chico que se encontraba al otro lado de tía Ashley.

—Entremos —nos incentivó la madre de Syna, alzando sus cejas y moviendo su cabeza.

Avanzamos hacia la casa. No sé en qué momento me hallé dentro de la casona, deleitándome con todos los objetos curiosos que colgaban de las paredes, de los cuadros y las fotografías. Caminamos por un pasillo que tenía una alargada mesa con un teléfono y un espejo. Me vi tentada a mirarme a través de éste, pero el miedo a encontrar algún fantasma detrás de mi reflejó me espantó. El pasillo acabó con la sala de estar, un enorme sofá de tres piezas se enfrentaba a una chimenea que tenía más fotografías sobre ella. Un calor hogareño disolvió la inquietud que la casona me dio al entrar. Dos sillones en cada costado del sofá tenían pequeñas mesitas de café con unas lamparillas coloniales. La sensación de sentirme un puerco se coló en mi cabeza cuando nos invitaron a tomar asiento. Creí que si ponía mi trasero en uno de los sillones lo contaminaría, pues todo parecía pulcro hasta el punto de relucir.

Después de las insistencias por tía Ashley, me senté a su lado del sofá, carraspeando y obligándome a enderezar la espalda. El anciano de bastón se sentó en diagonal a mí y su mirada vacía me inquietó. Sus ojos tenían una capa lechosa cubriendo su iris. El anciano no veía nada de nada. Con mi obvio descubrimiento, todavía me quedaba pendiente una duda, y es que sus expresiones, fisonomía y los gestos de su cuerpo ya los había visto antes.

—Abuelo —llamó Syna, acercándose al anciano. Él al oír su voz fue guiado por su audición hacia la dirección exacta de Synapses. Le respondió con una sonrisa cálida—, quiere presentarte a alguien muy especial.

De no ser porque Syna volteo hacia Felix y le hizo un gesto con la cabeza para que se acercara, habría jurado de estómago al suelo que se refería a mí.

—Buenas —le saludó Felix una vez que se posicionó junto a Synapses, quien sonreía con un dejo de mofa y vergüenza—, soy Felix Frederick.

El anciano hizo un gesto de no entender.

—Es el chico del que te hablábamos Brand y yo, abuelo —tuvo que aclarar Syna—. Felix realmente admira tu trabajo y tenía muchos deseos de conocerte.

Una «o» se formó en los labios del anciano. Extendió su mano para saludarlo formalmente. Felix no tardó en pasar su mano por la ropa y luego responder el saludo. Admiré con supremacía aquel gesto que limpiarse la mano antes de estrecharla con el anciano, pues lo hacían ver como alguien que estaba nervioso aunque no lo demostrase.

Syna hizo uso de mi estrategia y codeó al inexpresivo para que hablara.

—Señor Duhamel...

¿Duhamel?

Mis neuronas hicieron corto circuito incorporándome a unos años en lo que papá seguía permitiéndome entrar a su despacho sin escatimar en que mi curiosidad aflorara en aquel sitio lleno de escritos y libros. Recuerdo tararear canciones recorriendo con mi índice las solapas de libros. Papá siempre resguardó una colección de libros en una repisa especial escritos por el escritor Javier Duhamel, que en su tiempo llegó a ser reconocido por sus libros sobre espacios temporales, el espacio y los problemas de cambiar la realidad para salvar a una persona. Básicamente, según lo que me contó papá, Javier Duhamel era considerado un genio por su temática compleja y las consecuencias que un solo movimiento traerían como consecuencia en el futuro. El escritor era toda una proeza, hasta que quedó ciego y nunca más volvió a escribir.

Eso decía mucho. No, decía DEMASIADO. Por eso Syna escribía de maravilla, como si el mismísimo Dios le hubiera cedido sus manos.

Quise pegar un salto en el sofá y reaccionar como probablemente el Poste querría haberlo hecho, pero un «pst» retuvo mis impulsos para que mi atención se enfocara en Syna. Alcé mis ojos y despegué mis labios con sorpresa cuando, con su mano, me llamó.

La extensa conversación que tuvo Felix con el anciano quedó para después, aunque la curiosidad por saber de qué hablarían y cuánto podría hablar Felix me tentó.

Me levanté del sofá y seguí a Syna, contemplando con ojos estrellados y fascinados su espalda, su cabello perfectamente cortado y azabache y su todo. Tenerla ante mis ojos se sentía mucho mejor que mi primer beso y todas esas sensaciones vanas que había sentido, porque vamos, Syna me sacaba muchos suspiros, gritos, angustias y sonrisas que mis antiguos amores escolares. Seguir sus pasos era una meta que se veía taaaan lejana, así como que lograra notarme: pero ahora que lo hacía, todo cambiaba. Mi sentido de respeto ni siquiera permitió tutearla; me pareció muy maleducado.

—¿A dónde vamos?

Pregunté subiendo unas interminables escaleras.

No mentiré: tenía demasiadas preguntas como para regurgitar vómito verbal... otra vez, mas me contuve. Si Syna me incentivó para que la siguiera no podía permitirme espantarla. Tal vez me ganaría la misma expresión que Felix siempre me daba cuando se me soltaban los tornillos y hablaba demás.

—Quiero enseñarte algo —contestó una vez que llegamos arriba—. ¿Te dije que Felix nos habló mucho de ti, verdad?

Bajé mi cabeza encendiéndome a llama alta.

—Sí... ¿Realmente lo hacía? Cuando llegó a mi casa dijo que no me recordaba, incluso siendo una mentira todo este tiempo actuó como si me odiara... o no sé, como si lo fastidiara.

—Oh, lo haces —confesó. Fue como añadirle sal a una herida, ¿acaso no podía ser sutil?—. No de una mala forma, claro. Verás, él no habla mucho, pero observa mucho. Tú, hablas mucho, pero observas poco. Se complementan y... —Bajó su cabeza y se dio la vuelta— te necesita. Mucho, ahora mucho más.

—Lo sé... —musité siguiendo sus pasos.

Otro pasillo largo y lleno de puerta nos introdujo a una sala de estar; la del segundo piso. Esta sala tenía un aspecto más trivial y sin tanta decoración. Un televisor de pantalla plana colgaba de una pared y abajo, sobre un escritorio, un laptop estaba encendido mostrando la pantalla de inicio.

¿Sería posible?

Ahogué mis pensamientos cuando Syna se giró con una sonrisa que contrastaba con su rostro abatido y sus ojos tristes.

—También me dijo que eres mi más grande seguidora.

De la pura emoción di un gritito ahoga y me cubrí la boca con ambas manos. Mis ojos abiertos sin poder creer las palabras que acababa de escuchar. ¿Estaba soñando? Debía estar, eso no podía estar ocurriéndole a una niña tan desafortunada en un momento tan desafortunado, ¿verdad?

Apreté mis dientes para que mi hurón chillón interno se calmara.

Inspiré con fuerza, pero todo fue trágicamente tarde. Mi cordura viajó al hiperespacio mientras la tonada de Shooting Stars sonaba. Y mi otro yo se abría paso para enseñarme que la Floyd normal rebalsó su cien por ciento.

Tomé aire y comencé:

—Soy una super mega hiper ultra fan de tu historia, de tu cuenta... de todo lo que haces. No sé qué tienes para crear magia con un par de palabras, pero te juro que jamás conocí a alguien que pudiera transmitirme tanto con ellas. Te admiro demasiado, más que a mi padre y... Cielos, jamás creí que pudiera tener la oportunidad de conocerte. O conocer a la persona detrás de Synapses. Me abría encantado, fascinado haberte conocido en otra situación, y es que me encantas. Yo... —me quedé falta de aire— te amo. Amo tu forma de escribir y tu dedicación, siempre quise ser como tú. Eres... genial.

Silencio absoluto. Terminé con la respiración agitada. Un sudor osó a bajar por mi frente lo sequé de inmediato. La expresión confusa de Syna lo dijo todo. Quise desaparecer con un simple chasquido de dedos para evitar el ridículo que mi lado fangirl destapo.

Floyd no es Floyd sin su bocota.

Me cubrí el rostro, avergonzada.

—Lamento tanto decirte esas cosas en una situación así, pero no lo pude evitar —confesé al borde de los sollozos y negando con mi cabeza.

Al sentir su mano sobre mi pecho reaccioné cual perro maltratado que por fin recibe una muestra de caridad y amor. Bajé lentamente mis manos para observar a Syna; ella me sonreía con ternura.

—Entiendo ese sentimiento, yo también soy lectora —dijo—. Y aprecio mucho que gustes de mi historia. Lamento mucho no haberte prestado atención antes...

—No, no, no... —le interrumpí sacudiendo mis manos con entusiasmo— entiendo que tiene muchos lectores y debe recibir millones de mensajes. Descuide.

—Por favor, no me trates como alguien de sesenta años —pidió con un sonrisilla—. Pero, sí... —pronunció sentándose en la silla frente al escritorio— Ahora que ocurrió esto lamentaré no poder escribirles, pero... de verdad se me hará complicado. Con mi hermano éramos fanáticos de los hombres lobos. Él fue quien me influenció para escribir y... ya no está, se ha ido.

Las comisuras de sus labios se inclinaron, su barbilla comenzó a temblar. Los ojos verdes de Syna se inyectaron en sangre para colmarse de lágrimas que no pidieron permiso para salir.

—Lo siento mucho...

Secó sus lágrimas.

—No, yo lamento dar lástima llorando. Lo siento, no fue mi intención —murmuró, suspirando entrecortadamente—. No te traje hasta aquí para que vieras como lloro.

«Hagas lo que hagas para mí es un honor verte», concluí a prontas de escupirlo sin más. Suerte que mis pensamientos avanzaron en el tiempo para frustrarlo.

—Tampoco para agradecerte que seas mi fiel lectora.

Tragué salivo con dificultad ante su cambio de humor.

—¿Ah, no?

—No, Floyd —Estaba tan seria. Su mirada se transformó completa, a una casi irreconocible—. Los motivos por los que te traje aquí son muy diferentes. —Me agarró del brazo para retenerme—. Quiero que me prometas algo.

—¿Q-qué?

La retención que sentí me incomodó hasta el punto de querer salir corriendo al lado de tía Ashley.

—Prométeme que no vas a revelar mi identidad. Prométemelo.

Miré hacia ambos lados, no sé si en busca de ayuda o para que alguien, tal vez un ser divino me confirmara que estaba hablando en serio.

—Claro —dije por fin después unos segundos—. Lo prometo.

Forcejé para que me soltara y lo hizo. Su reacción incrédula, como si no se conociera, provocó que me soltara.

—Siento la rudeza. —Se mostró sofocada. Tuve que sobar mi brazo, justo en la parte de su agarre—. He recibido muchos mensajes de personas que me estiman como escritora, pero también mensajes de odio. Hay personas que me acosan y es... enfermizo. He tenido que lidiar con muchos dementes.

—Tranquila, yo no le diré a nadie sobre cómo eres, quién eres y dónde vives. Eso lo guardaré para mí.

Sonrió apacible, haciendo un movimiento con un cabeza.

—Gracias.

El poder conocer a alguien que admiro fue algo inesperado, pero no fui la única con ese peculiar privilegio. Si bien la muerte de Brand trajo consigo una tristeza que Felix llevaría en él, también trajo consigo la motivación de tachar una cosa más de su lista.

Siempre creí que Felix tenía una admiración peculiar hacia papá, pero estaba muy equivocada. Felix admiraba y siempre deseó conocer a Javier Duhamel. Una vez más, los hechos que nos embarcan trajeron consecuencias y, para Felix, fue una relativamente buena. Ese fue el inesperado regalo de Brand.

Y con ese sentimiento, regresamos a nuestra ciudad.


  

Continue Reading

You'll Also Like

23K 1.2K 36
Está historia nos sumerge en la vida de Izuku Midoya y sus amigos en un mundo donde existen un grupo denominado como los vengadores que llegó a salva...
804K 48.8K 41
Paris Smith siempre ha sido una chica soñadora, talentosa, amante de todo lo que tuviera que ver con la astronomía: las estrellas, los planetas, las...
1.6K 847 15
Gritos de un alma en pena. Suspiros de luchadores abatidos. Verdades a las que las sociedades hacen oídos sordos. Rayos de esperanza. Tiernas caricia...
33.3M 4.3M 46
[COMPLETADA] ¿Es posible enamorarse de alguien sin conocerlo? ¿Sin haberlo visto? ¿Es posible desarrollar sentimientos por una persona que solo has e...