About The Unusual Suspects |...

By BreakinGalaxies

297K 25.8K 10.1K

EN EDICIÓN LENTA. [Libro #2 de la saga "About Werewolves and Witches"] NOTA: por favor, lee la primera secció... More

Epígrafe
I. Fue un muy buen verano.
II. Solo una pesadilla en el bosque.
III. El tatuaje
IV. Comportamiento que perturba.
V. El regreso de la mejor amiga rubia.
VI. ¿Pesadillas o locura?
VII. Los recuerdos de Isaac.
VIII. Hombres lobo en el banco abandonado
IX. Atrápame si puedes.
X. Sacrificios humanos.
XI. Los fantasmas de Meredith.
XII. Detención.
XIII. Druidas y darachs.
XIV. El viaje escolar.
XV. Ríete, casi me muero.
XVI. Motel California. Parte I
XVII. Motel California. Parte II
Capítulo 8: Currents
Capítulo 8: Currents. Parte II
Capítulo 9: Open Mind
Capítulo 9: Open Mind. Parte II
Capítulo 10: The Girl Who Knew Too Much
Capítulo 11: The Overlooked
Capítulo 12: Alpha Pact
Capítulo 13: Lunar Eclipse
Capítulo 13: Lunar Eclipse. Parte II
Capítulo 14: Lose Your Mind. Parte I
Capítulo 14: Lose Your Mind. Parte II
Capítulo 15: Anchors. Parte I
Capítulo 15: Anchors. Parte II
Capítulo 16: More Bad Than Good. Parte I
Capítulo 16: More Bad Than Good. Parte II
Capítulo 17: Galvanize. Parte I
Capítulo 17: Galvanize. Parte II
Capítulo 17: Galvanize. Parte III
Capítulo 17: Galvanize. Parte IV
Capítulo 18: Riddled. Parte I
Capítulo 18: Riddled. Parte II
Capítulo 18: Riddled. Parte III
Capítulo 19: Letharia Vulpina. Parte I
Capítulo 19: Letharia Vulpina. Parte III
Capítulo 20: Echo House. Parte I
Capítulo 20: Echo House. Parte II
Capítulo 20: Echo House. Parte III
Capítulo 21: The Feeling of a Memory. Parte I
Capítulo 21: The Feeling of a Memory. Parte II
Capítulo 21: The Feeling of a Memory. Parte III
Capítulo 22: De-Void. Parte I
Capítulo 22: De-Void. Parte II
Capítulo 22: De-Void. Parte III
Capítulo 23: Oak Creek. Parte I
Capítulo 23: Oak Creek. Parte II
Capítulo 24: The Divine Move.
Capítulo 25: Hurts Like Hell
Capítulo 26: Somewhere Over the Rainbow
Agradecimientos

Capítulo 19: Letharia Vulpina. Parte II

4.2K 396 105
By BreakinGalaxies

Maratón: 4/8

Run and Help Me!

— ¿Estás bien, hija? —mamá me pregunta al momento en que la anciana pareja que venía con nosotros en el ascensor se bajan de este en el segundo piso y las puertas se cierran para llevarnos a ella, Scott y a mí al tercero, donde está la unidad de cuidados intensivos. Dónde Isaac ha estado desde hace dos días, cuatro horas y veinte minutos, el mismo tiempo que Stiles lleva desaparecido.

—Sí. Yo solo... —titubeo, insegura sobre si debería explicarle a mamá sobre el mal presentimiento que tengo y cómo estoy segura de que no es un presentimiento mundano sino sobrenatural, igual al que tuve cuando Stiles desapareció por primera vez el jueves pasado.

— ¿Tú solo...? —me incita a continuar.

—Nada. No es nada —digo y sonrío tan genuinamente como me es posible. Por el rabillo del ojo veo como mi hermano frunce el ceño, lo que significa que sabe que le he mentido a mamá pero que no dirá nada hasta que estemos solos.

Las puertas del ascensor se abren y vemos a Allison en una de las acolchadas pero incómodas sillas del hospital. Nos acercamos a ella, pero es Scott quien la despierta con un breve toque en su hombro derecho.

— ¿Pasaste aquí toda la noche? —Allison asiente, acomodándose mejor sobre su asiento.

—Sí, pero no me dejan verlo porque no soy familiar. Les dije que no tenía familia.

—Nos tiene a nosotros —dice mamá, usando ese tono que indica que no está de acuerdo con la situación—. Y yo tengo una llave electrónica —Sonríe con orgullo y nos hace una seña para que la sigamos hasta la habitación en la que Isaac se encuentra—. Yo vigilaré el pasillo, en caso de que alguien pase por aquí.

— ¿No te meterás en problemas? —inquiero con nerviosismo, mirando a ambos lados del pasillo.

—Solo si se enteran —aclara y desliza la tarjeta electrónica por la máquina lectora. Las puertas se deslizan a los costados, dándonos una visión completa de la camilla en medio de la estéril sala, donde Isaac descansa—. Que sea rápido.

Scott mira a Allison y ambos dan un paso al frente, adentrándose a la habitación. La culpabilidad me embarga y decido que es mejor quedarme aquí y ayudar a mamá a vigilar el pasillo, pero la mano de Allison entrelazándose a la mía junto a la diminuta y sincera sonrisa que se forma en sus labios cuando se gira hacía mí me obligan a seguirles al interior.

Noto que mi hermano tiene la otra mano de la cazadora sujeta entre la suya, pero no digo nada al respecto y continúo mirando en todas direcciones, preocupada de estar contaminando la habitación de cuidados intensivos y provocarle alguna infección a Isaac, pero entonces me recuerdo a mí misma que de ser así mamá no nos habría dejado entrar sin más, por lo que me relajo un poco, y solo un poco puesto que el hecho de ver a mi amigo, al chico con el que tuve mi primera cita y mi primer intento de beso, en estas condiciones no me permite relajarme en lo más mínimo.

—Pensé que ya estaría sanando —expresa Allison, haciéndome notar que las quemaduras en el cuerpo de Isaac tienen el mismo aspecto que la noche en que todo esto ocurrió.

—Yo también —masculla Scott antes de posar su mano libre sobre el brazo gravemente herido de Isaac.

— ¿Le duele? —cuestiona Allison con preocupación. Scott asiente y a los dos segundos su mano se llena de hilos negros al estar absorbiendo el dolor de Isaac. Él está aquí porque yo no hice nada para evitar que se electrocutara y me parece injusto que tenga que ser mi hermano quien tome su dolor y no yo.

El agarre a mi mano de la chica a la que aún considero mi amiga se aprieta y a su vez un jadeo se escapa de sus labios. Abro la boca para preguntarle qué pasa, pero entonces siento un horrible y súbito dolor recorrerme el cuerpo entero. No tengo idea de por qué de pronto Allison y yo parecemos estar sufriendo tanto hasta que mis ojos caen sobre la unión de nuestras manos y veo que, al igual que la mano de Scott, están llenas de hilos negros.

Me doy cuenta de que mi hermano trata de soltar a Isaac pero por alguna razón no puede, y cuando veo que los hilos negros han comenzado a escalar hasta su cuello abro mi mano para soltar la de Allison, creyendo que no funcionará, pero lo hace. En cuanto he roto el agarre entre nosotras, ella para de mostrar profundo dolor y Scott es capaz de quitar su mano del brazo de Isaac.

El dolor que yo misma sentí deja de fluir a través de mi cuerpo y poco a poco va desapareciendo.

— ¿Qué demonios acaba de pasar? —Scott pregunta entre jadeos. Allison sacude la cabeza, respirando entrecortadamente y acto seguido tengo dos pares de ojos sobre mí.

— ¿Mer?

—No lo sé... —les digo agitada y aún más asustada—. Juro que no lo sé.

— ¿Fue eso un nuevo poder? —inquiere Allison preocupada.

—Yo... solo deseé poder tomar el dolor de Isaac —confieso, incrédula de que esa fuera la razón de lo que ha pasado.

—Pues funcionó —dice Scott con una leve sonrisa antes de mirar a Isaac—. Se ve más tranquilo.

Allison asiente, moviendo sus manos inquietud. Noto que en ella todavía quedan pequeños rastros de los hilos negros, y antes de que pueda decir algo al respecto ella habla—: ¿Stiles realmente hizo esto?

—No, él no... Stiles nunca... Él no...

—Lo que sea que lo controla lo hizo —interviene Scott, silenciando mis balbuceos—. Lo que sea que esté dentro de él.

—Bueno, ¿y cómo diablos sacamos lo que sea que está dentro de él? —Allison expresa la duda que, inexplicablemente, resultó ser la única que yo no había tomado en cuenta hasta ahora.

Scott tarda en contestar, pero al hacerlo su voz es firme y segura, dejándome saber que tiene un plan—: Estoy en eso.

(...)

Cuando mamá ya no estuvo cerca Scott no tardó en preguntarme sobre mi pequeña mentira del hospital, y tuve que contarle sobre el mal presentimiento que, hasta ahora, no había desaparecido. Luego me pidió que le avisara si en algún momento sentía que algo cambiaba, ya fuera para bien o para mal, y le prometí que lo haría.

Ahora me encuentro caminando por los pasillos de la escuela hacia mi siguiente clase, la sensación de que algo malo está por ocurrir no me ha abandonado, pero no siento que haya necesidad de alarmarme. Aún.

— ¡Hey, Eme! —Lucy aparece de la nada, pasando un brazo sobre mis hombros, caminando junto conmigo—. ¿Te importa si vamos juntas a clase?

—Tú no estás en la clase de arte —digo, frunciendo el ceño.

—Lo estoy desde hoy —Esboza una sonrisa de lado.

—Claro. Scott te pidió que me vigilaras —afirmo, sabiendo que es cierto.

—No —La miro mal—. Bueno, sí. Pero no puedes culpar al chico, está preocupado, no explicó exactamente por qué pero... —Me detengo, obligándola a ella a hacer lo mismo, cuando de pronto una extraña sensación me embarga al tiempo que un raro zumbido se instala en mis oídos—. ¿Eme, qué...? —se interrumpe a sí misma y arruga el entrecejo.

— ¿Sentiste eso? —cuestiono, esperando que diga que sí y sepa explicarme de qué se trata.

—No siento nada, pero si oigo algo.

— ¿Qué cosa?

—Es un emisor de los Argent. Creo que viene del sótano.

—Vamos —ordeno y comienzo a correr rumbo al pasillo donde se encuentra la puerta del sótano. Lucy no tarda en alcanzarme. Por algún motivo el zumbido retumba de forma intermitente en mis tímpanos, y aumenta con cada paso que doy, como si alguien estuviera subiéndole el volumen.

Lucy y yo tenemos que parar de forma abrupta para no estrellarnos contra mi hermano y los gemelos, que venían corriendo también pero desde el otro lado del pasillo.

—Supongo que también escuchaste el emisor.

—Sí —contesta Lucy a Scott.

—Pero, ¿por qué hay un emisor en la escuela? —inquiero, dándome cuenta de lo raro y sospechoso que eso es.

—Eso es lo que vamos a averiguar —avisa Scott, andando en dirección a la puerta que da al sótano, la cual se encuentra a mi izquierda—. Mer, quédate detrás de mí —Asiento y él abre la puerta.

Lucy me hace un gesto para que siga a mi hermano cuando este comienza a bajar los escalones.

El zumbido en mis oídos aumenta considerablemente conforme sigo a Scott al bajar las escaleras, y la sensación de hace rato crece en mi pecho, comenzando a serme familiar pero sin dejarme alcanzar a saber por qué.

Bajo el último escalón y camino hacia mi izquierda, parándome junto a Scott. Voy a preguntar por qué se ha detenido cuando mis ojos captan una figura al final del pasillo, sosteniendo en su mano el emisor, parpadeando al compás del zumbido que aún escucho. Entonces lo comprendo. No es solo un zumbido, es el emisor. Pero, ¿quién...?

— ¿Stiles? —La palabra se escapa de mis labios, anhelante, deseosa, esperanzada... Mi corazón se salta un latido cuando la figura deja de darnos la espalda y confirmo que se trata de él.

—Sé lo que están pensando, pero soy yo. Lo juro, soy yo.

Ethan, Aiden y Lucy rugen con ferocidad y en un segundo están corriendo hacia Stiles. La mochila cae mi hombro cuando extiendo mis brazos y tiro hacía mí. Solo cojo a uno de ellos, y lo lanzo contra unos viejos y oxidados casilleros. El otro gemelo y Lucy han hecho una estúpida maroma y consiguen esquivarme, alcanzando a llegar hasta mi humano.

— ¡Esperen! ¡Paren! —Scott grita y corre hacia ellos cuando cogen a Stiles del cuello y lo levantan del suelo, cogiendo a Lucy de los hombros y lanzándola lejos de Stiles—. ¡Dije que paren!

Aiden (sé que es él por su desobediencia y agresividad) se gira hacia Scott, con sus ojos iluminados en un frío azul, rugiéndole y, lo más importante, liberando su agarre en el cuello de mi ex novio. Mi hermano devuelve el rugido y por la manera en la que Aiden baja la mirada de forma casi instantánea sé que Scott ha mostrado la versión escarlata de sus ojos.

—Stiles —mascullo, echando a correr hacia él.

—No —gruñe Scott, utilizando su mano para detenerme y evitar que me acerque un centímetro más. Algo en su mirada escarlata me hace obedecer sin rechistar. Sus ojos vuelven al usual marrón antes de girarse hacia Stiles.

—Soy yo, Scott. Lo juro —repite, aún con la espalda pegada al casillero roto contra el que Lucy y Aiden lo tenían—. No sé en dónde estuve estos dos días, ni qué hice, pero soy yo. Lo juro —nos dice y quiero creerle, de verdad lo deseo, pero hay algo en mí que no me deja confirmar que es mí Stiles y no un espíritu japonés oscuro controlándolo como a una marioneta.

— ¿Sabes qué pasó en el hospital? —Ethan pregunta con agresividad, levantándose del suelo.

—Sé más que eso —Los ojos de Stiles se posan sobre mí, estremeciéndome de una rara manera, antes de rodearnos y caminar hacia una mochila que no había notado antes, de la cual saca un papel azul con líneas blancas doblado en mitades—. ¿Ven esto? Es un plano del cableado eléctrico del hospital —dice, extendiendo el papel sobre la mochila—. ¿Ven esas marcas en rojo? Es...

—Tu letra —murmuro, arrodillándome frente a él. Sus ojos vuelven a posarse sobre mí y un escalofrío me recorre la espina dorsal. Muevo mis hombros para ahuyentarlo.

—Sí. Sé que fui yo. Yo causé el accidente —Scott y Lucy se arrodillan a mi lado, esta última mirando a Stiles con recelo—. Y todo lo que hay en esta bolsa, podría ser parte de algo más grande.

— ¿Qué demonios has estado haciendo? —le cuestiona Ethan al sacar de la mochila un serrucho eléctrico.

—Creo que algo peor. Mucho peor.

Sin pensarlo dos veces me pongo de pie y cojo la mochila, con algo de esfuerzo debido a lo pesada que es, y la llevo hasta la mesa ubicada a unos cuantos pasos de nosotros.

— ¿Qué haces?

—La mochila está repleta de cosas, quizás hayas dejado una pista sobre ese "algo peor".

—Tiene razón —me apoya Scott, y mientras saco con sumo cuidado un mini serrucho oigo como todos se ponen de pie y caminan hacia mí.

Aiden me hace a un lado con un no tan sutil empujón y entre él, su hermano y Lucy sacan cables, sogas, pinzas y demás artículos de la mochila.

— ¿Qué diablos hacías? ¿Construir un Terminator? —cuestiona, alzando las cejas al sacar un montón de cables.

—Gracias por eso —dice Stiles con un ligero tono sarcástico, caminando de un lado a otro.

La mano de Scott se atraviesa frente a mí cuando la estira para sacar un papel de la mochila.

—Chicos, esto es un mapa —nos informa y extiende el mapa sobre la mesa.

— ¿No es el camino a campo traviesa? —inquiero, señalando la ruta marcada en rojo.

—Y ese es el auto de los Tate, en el que murió la familia de Malia Tate —indica Scott, su dedo índice posándose sobre un punto en el mapa, uno que forma parte de la ruta de campo traviesa.

Stiles se apoya en la mesa, con una expresión seria en su rostro, y cuando habla su voz denota preocupación.

—Quieres decir que ahí fue donde su padre puso las trampas dentadas.

—Esto definitivamente es malo. Muy, muy malo —expreso, sintiendo la capa de tensión caer sobre nosotros.

(...)

Stiles hace que el Jeep derrape al pisar el freno casi abruptamente y parar el vehículo a metro y medio del entrenador Finstock, quien se levanta de un salto de la roca en la que estaba sentado, al escuchar el rechinido de las llantas. Scott y Stiles abren sus puertas y bajan, corriendo a advertirle al entrenador sobre las trampas que el señor Tate colocó en el bosque tres semanas atrás, cuando su hija aún era un coyote.

Observo con suma atención a Stiles, mientras discute con Finstock para que le permita hablar, y aunque estoy segura de que los ademanes que hace son propios de él (al igual que su forma de hablar, caminar e incluso manejar), la manera en que me mira me hace hesitar. Sobre todo porque la manera en que me siento cuando sus ojos están sobre mí me hace sentir incómoda y nerviosa, cuando antes me hacía sentir una confortable sensación de calor en mi pecho, regocijo de ser yo a quién él estuviera mirando y una desmesurada cantidad de...

— ¿Vas a bajar? —Lucy me saca de mi ensimismamiento, mirándome con una ceja enarcada.

—Sí, lo siento —El asiento del copiloto ya estaba acomodado de tal forma que me era posible salir del asiento trasero. Cuando estoy fuera ella cierra la puerta.

—Anda, debemos darnos prisa. El entrenador, Stiles y Aiden no deben estar muy lejos —me indica antes de echarse a correr sin darme ninguna clase de aviso. Me apresuro a seguirle, mas no logro acercarme a ella tanto como me gustaría gracias a mis botines no-hechos-para-correr.

— ¿Dónde están Ethan y Scott?

—Fueron a buscar al grupo de campo traviesa para detenerlos.

Corremos por un buen rato, hasta que vemos al entrenador, Aiden y Stiles, pero solo la mujer lobo logra alcanzarles, yo voy varios metros por detrás de ellos.

— ¡Scott! ¡Paren, paren, paren! ¡Todos deténganse! —Stiles exclama alterado, me esfuerzo por hacer desaparecer los metros que quedan entre ellos y yo. Llego a tiempo para escuchar lo que el entrenador dice.

—Felicitaciones, Stilinski. Encontraste una cadena —Todos los chicos y chicas de campo traviesa miran curiosos a Stiles, quien se ve sumamente confundido—. Ahora, ¿alguien podría decirme que demonios está pasando?

— ¡Entrenador!

Lo siguiente pasa tan rápido y tan inesperadamente que nadie puede hacer algo para evitar que una flecha se clave en el estómago del entrenador. Todos nos quedamos pasmados ante la vista que tenemos frente a nuestros ojos.

—Oh, diablos —masculla el entrenador antes de caer de espaldas, desmayado.

Todos corremos hacia él. Incluso los de campo traviesa se acercan y crean un círculo a nuestro alrededor.

— ¡Llamen a una ambulancia!

— ¿De dónde salió la flecha? —inquiero en voz baja, arrodillada junto al cuerpo inconsciente del entrenador. Aiden está a mi derecha.

—Había un hilo, como una trampa —responde Scott en el mismo tono, arrodillado al otro lado del cuerpo del entrenador junto a Stiles está a mi derecha, quien tiene sus ojos abiertos de par en par y fijos en la flecha—. No pude ver de dónde vino, ni detenerla.

—No creo que nadie hubiera podido —agrega Aiden.

—Hay que sacar la flecha —dice una voz desconocida, alguien de los de campo traviesa.

—No podemos, no sabemos si tocó algún órgano. Podríamos matarlo —responde otra persona del círculo.

— ¿No está muerto ya?

—No, sigue respirando. ¿O no?

— ¡La ambulancia viene en camino!

Entonces el entrenador despierta, haciéndonos a todos dar un respingo cuando comienza a soltar alaridos y moverse de manera inquieta y sobresaltada. El círculo a nuestro alrededor se rompe y todos van a posicionarse en una especie de barrera detrás de Scott.

— ¡Sáquenmela! ¡Sáquenmela! ¡Sáquenmela! —grita, sacudiéndose con nerviosismo y mirándonos con los ojos bien abiertos. Scott y Aiden tratan de mantenerlo quieto, mientras que Stiles y yo nos ocupamos de que la flecha en su estómago se quede en su lugar. Nuestras manos comienzan a llenarse de sangre.

—Entrenador...

— ¡Oh Dios mío! ¡Voy a morir! ¡Sáquenmela! ¡Voy a morir!

—Entrenador, no se va a morir —le dice Stiles.

— ¡Me voy a morir!

—Dolerá menos si deja de moverse —le avisa Aiden, pero el entrenador hace caso omiso.

— ¡Sáquenmela!

—Quédese quieto. Ya viene la ambulancia.

— ¡Sáquenla! ¡Me voy a morir!

— ¡Atrás! ¡Denle espacio! ¡Retrocedan! —Aiden les grita a curiosos estudiantes, quienes afortunadamente obedecen al instante; Scott toma la mano del entrenador y cuando me doy cuenta de está tomando su dolor, sin pensármelo coloco mis manos sobre las suyas y los hilos negros no tardan en aparecer sobre mis manos. El dolor es horrible y me hace jadear, pero al menos estoy evitando que Scott se quede con todo—. Creo que se desmayó.

—Lo pude haber matado —Las manos de Stiles son temblorosas cuando deja de sostener la flecha—. Lo pude haber matado, ¿verdad? ¿Qué tal si hubiera sido su cabeza o su garganta?

—Pero no lo fue, y va a estar bien —le asegura Scott.

—Creo que oí una ambulancia.

—Y a mí papá.

En cuestión de minutos los paramédicos aparecen y se ocupan de revisar los signos vitales del entrenador antes de subirlo a la camilla, mientras que la policía interroga a todos los presentes sobre lo ocurrido. En cuanto el sheriff vio a Stiles no dudó en correr hacia él y envolverlo en un abrazo.

—Oí el emisor —suelto sin más a Scott cuando él y yo empezamos a caminar de regreso al Jeep, varios menos detrás del sheriff, Stiles, los gemelos y Lucy.

— ¿Cómo?

—No tengo idea —admito, realizando lo estúpido que eso suena solo hasta que las palabras han salido de mi boca.

—La conexión —profiere, encojo los hombros—. Eso explicaría que puedas tomar también el dolor.

—Puede ser.

Mi teléfono timbra y lo saco del bolsillo de mi pantalón. Es un mensaje.

Lydia | 02: 45 p.m.

Mer, te necesito. Estoy en la estación de policías.

— ¿Qué pasa?

—Es Lydia. Algo pasó, debo ir a la comisaría.

—Voy contigo.

—No, quédate. Asegúrate que Stiles no desaparezca de nuevo —le pido y corro en dirección contraria a la que íbamos antes de que reniegue al respecto.

Mi atajo a la carretera principal no es tan corto como recordaba, tal vez sea debido a la prisa que llevo, pero pido que no haya sucedido nada grave con Lydia mientras intentábamos (y fallábamos) evitar una desgracia en la mitad del bosque.


N/A: Pero... ¿En verdad fue Lydia la del mensaje?

Continue Reading

You'll Also Like

183K 15.3K 35
|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo...
44.2K 1.4K 6
"Un vaso medio vacío de vino es también uno medio lleno, pero una mentiras a medias, de ningún modo es una media verdad." - Jean Cocteau. ♢Si algo qu...
152K 21K 21
Viajar al Amazonas a pesar de su disgusto le abrió los ojos para darse cuenta que al final... Todavía no era verdaderamente libre. . . . No. 1 en #t...
23.2K 1.8K 31
Secuela de The Darkness Within Elizabeth intenta adaptarse a su nueva vida sin Voldemort. Pero a veces tu pasado se niega a permanecer en el pasado...