Somos tu familia.

By RenRenv

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[YOI/ AU] [Victuuri] [Familia/hijo Yurio] [Mpreg/Omegaverse] Si algo ha aprendido Yuri Katsuki al enamorarse... More

1• Eres nuestro.
2• Noticias.
3• Así es.
4• Patines
5• Iguales.
6• Katsudon.
7• Todo y Nada.
8• Amigo.
9• Yo decido.
10• Disculpa.
11• Regalo.
12• Gritos.
13• Ónix & Jade.
14• Lia.
15• One love: Ágape.
16• Appassionato.
17• Yuratchka.
18• Ilusión.
19• Destino.
Extras• 1&2
• El fin.
•Algo que nadie esperaba.
• Yuratchka & Yullian
• Un Beka para Yura.
•Vacaciones.

Extras• 3&4

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By RenRenv

Extra 3.
Primer día de clases.

[4 años]


¿Por qué tienen que hacer algo así? ¿No es muy pequeño aún? Debería tomar a su hijo en brazos y dar media vuelta. No tiene que ser ese año.

Los pensamientos de Yuri se amontonan en su mente al ver como los pequeños infantes se despiden de sus padres y se encaminan a la entrada de la escuela. Al menos los más grandes.

Unos cuantos niños -más pequeños y con clara confusión y miedo reflejada en sus facciones-, se aferran a las faldas de sus madres o a los cuellos de sus progenitores. Probablemente son de nuevo ingreso como su hijo.

Yuri baja la vista al rubio que se aferra a su mano. Yuratchka Nikiforov lleva puesto un trajesito marinero azul cielo con detalles blancos, una boina del mismo color junto con calcetines blancos y zapatos negros. Tan adorable con su ceño fruncido y el puchero en los labios.

El bebé de ojos verdes está tan feliz como él por su primer día de clases.

Para Yuri es lo más difícil que ha hecho en años. ¿Cómo pueden los padres hacer ésto cada día? Dejar a su tierno e indefenso bebé sólo, en el basto mundo que las paredes y límites geográficos que el preescolar ofrece, por horas.

Yurio es muy pequeño aún a sus ojos. Aunque debe admitir que sería igual de difícil aún si el niño tuviera diez años. Y debe pasar tarde o temprano.

Inhalando de manera profunda y lenta para que el aire viaje hasta el fondo de sus pulmones y exhalando con labios temblorosos por el repentino deseo de llorar, Yuri se agacha hasta quedar a la altura de su hijo y sonríe como si no fuera el día más triste del año.

Los enormes ojos verdes brillan inseguros en su carita sonrojada, el flequillo de cabello lacio y rubio cortado en línea recta sobre sus cejas ondea ligeramente gracias a la brisa de la mañana. Su niño está tan precioso como asustado.

Yurio no es como los demás niños que corren a hacer amigos en el parque o de los que sonríen a los desconocidos de su edad que dicen querer ser sus amigos. Yuratchka es huraño con gente que no conoce, independientemente si son niños como él, y tiende a ver mal a quienes se le acercan. 

El azabache piensa que, quizá, se deba a que realmente no ha convivido mucho con más niños. Víctor y él lo monopolizan todo el tiempo. Incluso en los parques o centros recreativos.

Quizás ésto sea bueno. Quizás su niño necesita un respiro de ellos. Quizás Yuri necesita soltar un poquito a su hijo.

Sólo serán cinco horas. Se repite mentalmente. Sólo cinco horas y podrás venir por él y salvarlo de las garras del mundo.

-Es hora de que entres, Yurio. -se obliga a decir Yuri señalando hacia el colorido portón.

Las orbes menta se agrandan, presas de repentino pánico e incertidumbre antes de ver hacia la dirección que señala el dedo de su madre y volver la mirada a los ojos chocolate.

-¿Yurio tiene que hacerlo, mami?

Si, tienen que hacerlo. Se dice. Después de todo es algo natural, obligatorio y bueno en la vida. Aunque eso no lo hace más fácil.

Sus brazos rodean el pequeño cuerpo del infante, atrayéndolo a un abrazo reconfortante para ambos.

Es vagamente consciente de las miradas que atraen de algunos padres. Para ellos, la escena debe ser nostálgica y completamente comprensible.

-Si, gatito. Debes entrar, yo vendré por tí en unas horas.

Yurio aplasta el rostro en el cuello de su madre y suspira con clara rendición.

-¿Cuánto es "unas horas"?

Mucho. Mucho.

-Pronto -dice e intenta sonreír -. Tal vez para ese entonces Papá ya esté de regreso. Entonces ambos vendremos por tí.

El bebé rubio parece relajarse entre sus brazos. Como él, su hijo ha extrañado al peli plateado durante los largos días que duró su viaje por las competencias nacionales de Rusia. Las cosas no serían más sencillas si Víctor estuviera ahí junto a ellos, pero al menos lo haría más ameno saber que no es el único padre dramático.

-¿Mamá va a llorar?

El japonés parpadea para borrar cualquier rastro de posibles lágrimas antes de negar de manera casi frenética.

-No. Porque sé que mi Yuratchka será muy valiente.

El niño tiene un extraño y tierno mal hábito; complacer a sus padres. Yuri está casi seguro de que probablemente ese gesto desaparezca cuando crezca, pero por ahora disfruta como las gemas esmeralda brillan y la sonrisa crece.

-¿Sí Yurio es valiente mamá será feliz?

-Mucho y estaré muy orgulloso de tí, gatito.

Eso es todo lo que necesita decir para que el rostro regordete del menor se ilumine en determinación.

-¡Yurio lo hará! -grita y se suelta de su mano para correr hacia la entrada.

Un metro antes de llegar a la entrada, Yurio se detiene en seco, casi tropezando por su repentina pausa y gira para ver a su madre con ojos llorosos antes de rehacer su camino directo a los brazos de Yuri.

El mayor no sabe si reír o llorar mientras el niño se cuelga de su cuello con ambos brazos y él devuelve el abrazo.

-Todo estará bien, mi amor. Mamá estará justo aquí cuando las clases terminen.

Con eso último el rubio se eleva en la punta de sus pies y besa su nariz un par de segundos antes de caminar con más calma hacia las clases. Esta vez sin girarse a verlo, como si quisiera demostrar su decisión y valia.

Una vez que la campana sonó y los padres se retiraron del lugar, Yuri hizo lo propio yendo al  estudio del que Minako y él son dueños.

El día fue el más largo que ha experimentado. O quizá se deba a que no dejaba de ver el reloj colgando en la pared cada vez que les mostraba un nuevo giro a sus alumnos.

En el primer cuarto de hora se la pasó lagrimeando por las emociones que no se permitió liberar frente a su hijo para no preocuparlo; En la segunda hora tenía clases con sus alumnos mayores, así que se dedicó a extenuarlos de cansancio para mantener la mente ocupada; Cerca de la cuarta hora pasada Minako lo llamó a recepción para encontrarse con un gran y bellísimo ramo de flores de colores pastel rodeando una sola rosa roja sobre el escritorio junto a su flamante y sonriente esposo.

La última hora fue más amena gracias a que Víctor lo llevó a una cafetería para atiborrarse de dulces con el propósito de sacar un poco de la ansiedad por ver a su bebé aún cuando el mismo Víctor deseaba aplastar a Yurio entre sus brazos y babearle las mejillas a besos.

Para cuando se vino a dar cuenta, ambos estaban parados en el mismo lugar donde se despidió de Yuratchka, tal y como prometió.

Al sonar la campana los niños salieron. Unos corriendo con grandes sonrisas en sus rostros y algunos más un tanto cohibidos. Lo que no se esperó para nada fue ver a su pequeño rubio caminando tranquilamente junto a un niño parlanchín y, contrario a lo esperado, Yurio escuchaba con total atención al niño sin rostro de hastío.

Entonces el rubio giró y en el instante que las orbes jade se toparon con las sepia las manecillas del reloj volvieron a avanzar con normalidad al tiempo que los pasos rápidos de su hijo lo precipitaban a sus brazos.

-¡Mami! ¡Papi, volviste!

-¡Gatito!

-¡Papá está aquí Yurio!

Horas más tarde. En medio de la comida y mientras los integrantes de la familia Katsuki acribillaban al niño con preguntas sobre su primer día de clases. Víctor preguntaría sobre su nuevo amigo.

Nadie olvidará como una mirada confusa cursaría la carita del rubio a la vez que respondía -: No es mi amigo. Sólo me le acerqué porque su mochila tenía un llavero de tigre que me gustó mucho.

Seguido de un puchero y el pedido de un llavero mejor y más lindo.


















Extra 4.
Zero y Fluff.

[13 años]

-¡Lo siento muchísimo, Zet! ¿Zero está bien?

El moreno lo ignora olímpicamente mientras gira el cuerpo de su hámster entre sus manos, húmedo por la saliva de gato.

Su tío Phichit y el tío Seung-Gil permitieron que su hijo acompañara a la familia Nikiforov en sus vacaciones a Rusia. Aunque según escuchó decir a Víctor cuando pasó a hurtadillas por el cuarto de sus padres: Phichit sólo quería un poco de amor sin interrupciones.

Así que ambos pubertos se encuentran en la habitación del rubio junto a un pequeño Yullian la noche antes de su partida a la tierra del invierno eterno.

-Katsudon, eso no es un juguete. -Regaña Yurio a Ian; quién aprieta entre sus manos una rata esponjosa que, según ve Yuratchka, parece una vaca miniatura con sus manchas negras.

La cama del hijo mayor de los Nikiforov parece una pista de ataque para las tres mascotas de su mejor amigo.

-Dejalo, no le está haciendo daño -dice Zet con una sonrisa en los labios al ver como Yullian intenta llevarse el hámster a la boca y se apresura a detenerlo -. No, Yulls.

El niño ríe y aplaude soltando a su rehén. La ratita no dudó en huir de su brusco verdugo.

Yura suspira -Si los lastimas ya no querrán acercarse a ti, Katsudon -amenaza mientras saca a la mini vaca de su refugio improvisado bajo su almohada.

Los grandes ojos azules del menor se llenaron de lágrimas antes de despegar su vista de Zet y buscar a su hermano.

-¿Ian lastimó 'amter?

-No. -Se apresuró a responder Chulanont.

-Sí. -Corrige el rubio. Cree fervientemente que su hermanito debe aprender lo que está bien y lo que no.

Yullian asiente con el labio inferior temblando, pero se acerca gateando hasta él y besa ligeramente a la bolita peluda con manchas negras que Yurio acaricia.

-Perdón. -Dice el menor y se baja de la cama, dispuesto a ir con sus padres y llorar por haber lastimado a una rata.

-¿A donde vas, Yullian? -llama el mayor mientras ve a su hermano alejándose por el pasillo con pasos tambaleantes -¡Vuelve, Katsudon, la rata ya te perdonó!

-Se llama Cowie -declara Zet, con falsa ofensa y se levanta cuando lo ve hacer lo mismo, dispuesto a perseguir a su sentido hermano -. Es tu culpa por decirle eso.

Yuratchka gruñe algo parecido a "Lo sé" sin detenerse hasta llegar a la cocina, donde su hermano gimotea en brazos de su padre. Suspira aliviado al escuchar como el mayor de ojos azules le da la razón y le dice a su hijo menor que no debe lastimar a las bolitas peludas porque son muy preciadas para Zet.

Minutos después, con Yullian dormido en la habitación de sus padres y con un beso de buenas noches fresco en sus frentes, los amigos regresan a la habitación sólo para sentir como la sangre se les helaba en las venas al encontrar la puerta abierta.

-Mierda, mierda, mierda...

Deteniéndose en el umbral, Yuratchka se siente desfallecer al ver a su Fluff arrinconando un hámster.

Zero es el favorito de Zet por su pelaje negro y la mancha blanca alrededor de un ojo.

La rata tiembla sin despegar la mirada del gato siamés agazapado frente a él.

-¡No, Fluff, no! -grita, pero es tarde.

Su gato atacá llevándose la presa a la boca de un solo mordisco.

Le toma dos zancadas llegar junto al minino para agarrarlo antes de que escape y abrirle el hocico con dedos temblorosos.

Saca la rata entera y aparentemente a salvo aunque mojada y prácticamente vibrando antes de tirar a Fluff del cuarto y cerrar la puerta.

Zet yace pálido en medio de la habitación con los ojos miel clavados en la mano de Yurio, quien le extiende al aterrado roedor.

Chulanont toma a Zero y lo acerca a su rostro, buscando alguna herida.

Yuratchka observa vagamente a Cowie y Lala asomándose bajo la almohada en su cama.

-¿Él está bien, Zet? -pregunta y se remueve incómodo ante el silencio de su mejor amigo -Lo siento muchísimo, Zet. Estoy realmente apenado, castigaré a Fluff, lo prometo.

-¿Cómo?

Yuratchka piensa en sus opiniones.

Ama a su gato. Su mamá se lo compró cuando apenas era un niño, ¿Podría hacerle algo malo a Fluff?

Los ojos serios de Zet lo observan con atención, a la espera de su respuesta.

-Lo degradaré a comer vísceras.

Una sonrisa quiebra la seriedad de Zet hasta que la risa musical del tailandés flota en el aire de su habitación.

-Eso no es necesario. Zero está perfectamente bien.

Aún si dice eso, la mirada preocupada que su amigo le lanza a su mascota es como una patada directa a su estómago.

-No. No es bueno lastimar a las ratas importantes de mi mejor amigo. Me escuchaste decirle eso a Yullian, ¿No? ¿Qué clase de hermano sería si regaño a Ian pero no a Fluff?

- No lo sé -reponde divertido el de ojos miel antes de suavizar su expresión -. Pero serías el mejor amigo del mundo.

Yurio recordaría ese suceso alrededor de sus dieciséis años, cuando Zero pasara a mejor vida y su mejor amigo llorara entre sus brazos después de una competencia con el celular en mano después de recibir la llamada de Phichit avisandole sobre el deceso de su preciada mascota.

Un año después de eso, Zerian llegaría a la vida de su mejor amigo. Como regalo de Yullian en el cumpleaños número 18 de Zet Lee Chulanont.

🍒🍒🍒🍒🍒🍒🍒

Sólo un extra más.

Gracias por sus comentarios hermosos, votos y apoyo.

ByeByeNya🐾

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