El arte de amar.

By Luz_Ka

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|Borrador, contiene errores ortográficos | Isabella Gibson, es la típica adolescente presumida, odiosa, orgul... More

Sinopsis.
I
Introducción.
Capítulo Uno.
II
Capítulo Dos.
III
Capítulo Tres.
IV
Capítulo Cuatro.
V
Capítulo Cinco.
VI
Capítulo Seis.
VII
Capítulo Siete.
VIII
IX
Capítulo Nueve.
X
Capítulo Diez.
XI
Capítulo Once.
XII
Capítulo Doce.
XIII
Capítulo Trece.
XIV
Capítulo Catorce.
XV
Capítulo Quince.
XVI
Capítulo Dieciséis
VXII
Capítulo Diecisiete
XVIII
Capítulo Dieciocho
XIX
Capítulo Diecinueve
XX
Capítulo Veinte.
XXI
Capítulo Veintiuno.
XXII
Capítulo Veintidós.
XXIII
Capítulo Veintitrés.
Vacío.
LA CARTA.
XXIV
Capítulo Veinticuatro.
XXV
Capítulo Veinticinco.
XXVI
Capítulo Veintiséis.
XXVII
Capítulo Veintisiete.
XVIII
Capítulo veintiocho.
XXIX
Capítulo Veintinueve.
XXX
Capítulo Treinta.
Epílogo
Extra | 1 (Borrador)
Extra | 2 (Borrador)
Extra | 3 (Borrador)
Extra | 4 (Borrador)
ESPECIAL NAVIDEÑO. (Borrador)

Capítulo Ocho.

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By Luz_Ka

Estaba tratando por todos los Dioses no comenzar a gritar vulgaridades por todo el lugar, mi sangre hervía llena de cólera retenida mientras Blake me arrastraba de la mano por todo el bar, la cosa y el momento era de locos, pero entonces también debía admitir que estaba un poco recelosa por su actitud, muy pocas veces había visto enojado a Blake, normalmente era un maldito bloque de hielo que no le mostraba nada a nadie, pero cuando se ponía en actitud "agresiva" daba más miedo que la mierda.

—Que me sueltes. —Le gruñí enfadada zafándome de su agarre. —¿Estás estúpido o qué? —Le pregunté mirándolo mal.

Su mirada colérica se posó en mí y supe que estaba en verdaderos problemas, apenas él entró a la cabina de música, pasó por encima de Diego y sin importarle mis insultos, me había sacado volando del lugar sin más.

—Cierra la boca. —Me ordenó enojada, y me miró mal. —Acabaste totalmente con mi paciencia, Isabella.

—¿Y? —Pregunté enojada—, que asco. —Comencé a limpiar la mano en donde él me tocó. —estoy segura de que tomaré alguna clase de enfermedad grave por estar en contacto contigo.

—No estoy para tus juegos e insultos. —Se acercó a mí y yo retrocedí rápidamente.

Odiaba cuando me intimidaba con su maldita altura.

—No puedo creer que me hubiese obligado volver a este sitio. —Continuó hablando con enojo. —No voy a perder mas mi tiempo aquí, nos vamos a ir ahora.

Miré de reojo hacia la entrada del bar, no quería que Ian aparecía por esa puerta, siendo sincera, lo último que quería es que hubiese un enfrentamiento.

—Ya te lo dije la ultima vez, Blake. —Mis ojos se centraron en los suyos. —No volveré a esa casa, ¿tanto te cuesta entenderlo?

—Isabella.

—Oh claro, no puedo entenderlo porque careces de suficientes neuronas.

La mirada que él me envió me hizo sonreír a pesar de todo.

—Mira que no es tu culpa, lo que pasa es que cuando estabas pequeño, en vez de leche te daban petróleo, y aquello te arruinó. —Mi voz estaba llena de humor, aun así, yo solo estaba tratando de esconder mi miedo.

—¿Podrías madurar, Isabella Gibson?

—Oye, no digas ese apellido. —Solté de repente en forma de advertencia.

No quería que nadie se diera cuenta realmente quien era, lo último que necesitaba justo ahora era a personas acercándose a mí por interés a la fortuna de mis padres, además estaba el hecho de que por primera vez en mi vida quería ser apreciada por ser yo misma.

—Es tu apellido. —Soltó mi hermano sin más.

—Te dije que te calles. —Gruñí. —Quiero que te vayas.

Traté de girarme para volver al bar, pero él me tomó de la mano y me impidió llegar más lejos.

—Isabella estoy intentando ser paciente contigo, quiero ayudarte. —El aire salió de mis pulmones. —Déjame ayudarte, cochinita.

Mi cuerpo se tensó inmediatamente al escuchar esa palabra, aquel apodo desencadenó varios recuerdos dentro de mí, recuerdos oscuros.

Cochinita.

—No me llames así, Blake. —Mi voz tembló.

—Isa...

—No, no me llames de manera agradable, no actúes como si fueses un simpático hermano mayor, de hecho, no deberías ni siquiera estar hablándome. ¿Qué haces? —Pregunté enojada—, quiero que te vayas.

—Tienes que volver a casa. No dejaré que tires tu vida por la borda.

—No, ya te dije que no. —Mis manos comenzaron a temblar fuertemente, aun así, traté de esconder mi terror. —¿Por qué simplemente no desapareces de mi vida? ¿Por qué no puedes ver que no quiero volver allá?

Él guardó silencio.

—Te odio Blake, así como los odio a ellos e incluso más. —Sus ojos se nublaron con un poco de dolor, pero lo ignoré. —Te odio.

Él no entendía que yo no podía volver a ese lugar lleno de dolor y menos ahora que había conocido tan solo un poco de felicidad al lado de Ian, yo no podía estar cerca de ninguno de ellos nunca más, estar con ellos era como clavar una y otra vez dagas en mi corazón ya muerto.

—No me odias. —Dijo él con suavidad, sin embargo, supe que aquellas palabras eran más para él que para mí. —Yo no dejaré que nadie te haga daño, Isabella. Nada malo sucederá de nuevo, lo prometo.

—No prometas cosas que no puedes cumplir. —Le gruñí. —Vete.

Me pregunté por un momento si era posible en algún punto morir envenenada por tanto odio, porque si en algún punto ese era el caso... Mi muerte estaba muy cerca.

—Largo. —Mi voz subió un tono más arriba, yo en ese punto ya no podía controlar mi creciente histeria.

Mi pecho en ese punto subía y bajaba justo como el de Blake, el aire parecía haberse escapado de nuestro alrededor, incluso mis pulmones parecían querer estallar.

—Solo te pido que seas consiente, Isabella. Este lugar no es para ti y...

—¡Vete! —Grité sin más.

Intenté empujar a mi hermano y él me detuvo, claramente no quería forcejear conmigo, aun así, tampoco me dejaría golpearlo.

—Ya es suficiente. —Una firme y masculina voz sonó detrás de mí. —Ella te dijo que te marcharas. ¿La escuchaste?

Otra mano se posó en mi brazo y fui obligada a dar un paso atrás, Ian me acercó a su cuerpo y yo solo pude temblar sin más.

—Yo creo que no estoy hablando contigo. —La mirada de Blake se plasmó en la mano de Ian, y lo vi tensarse.

—Dijo que te fueras, y tú te irás. —La voz de Ian era tranquila. —Sí ella tiene que volver a decírtelo, yo no seré muy cordial contigo.

—¿En serio? —Mi hermano sonrió.

Ian se tensó y la sonrisa de mi hermano creció aun más, enredé la mano en la camisa del pelinegro de manera rápida, temiendo que pudiese tirarse sobre mi hermano.

No quería una pelea, no quería que Ian se metiera en problemas por golpear a Blake, sabía que el pelinegro podría ser letal, en su mirada peligrosa se veía que podía hacerle daño si quería a mi hermano. Pero, por otra parte, también sabía que Blake no se quedaría quieto, y no me perdonaría nunca si le hacía daño a Ian.

—Blake. —Traté de hablar fríamente, pero mi voz se quebró.

—No me voy a ir, tampoco dejaré que él siga aprovechándote de ti. —La voz de mi hermano era helada.

Una de las cejas oscuras del pelinegro se enarcó con cinismo.

—No me estoy aprovechando de ella, bueno, no más que tus padres. Claramente.

Me estremecí ante sus palabras.

—No hables de cosas que no sabes. ¿Por qué no vuelves a tu sitio?

La mirada de Blake se situó en la entrada del bar, y miró el establecimiento como si fuese la cosa más asquerosa del mundo.

—Él no se está aprovechando de mí, Blake. —Intercedí.

Tenía que hacer algo para que Blake se fuera, no conocía del todo a Ian, pero sabía que cuando estaba molesto las personas le temían y por más que detestaba pensar en aquello, lo último que quería era que Blake muriera... Todavía no.

—Volverás a casa, vas a terminar de estudiar. —Habló el rubio, sin jamás dejar de ver a Ian—. Iras a la universidad y serás alguien en la vida, no una simple mesera en un maldito bar.

—Si ella desea hacer algo, como terminar sus estudios y meterse a la universidad, debería de ser su decisión, no la tuya

—Es menor de edad.

—Eso no la hace menos responsable de si misma.

—Sigue siendo menor. —Altercó Blake. —¿Te harás responsable tú? ¿Tienes los miedos?

Sabía hacia donde se estaba dirigiendo mi hermano, estaba claro que quería humillar a Ian con cuestiones de dinero, así era como siempre nuestra familia se relacionaba con otras personas.

—Basta, Blake. Por favor. —La mirada de mi hermano voló conmigo deprisa.

Yo jamás rogaba, nunca, es nunca, aun así, en ese momento sentí el cansancio adueñándose de mi cuerpo y rompiéndome. Esto no era justo para Ian, pero ahí estaba, aguantando toda mi mierda con fuerza, haciendo responsable de algo que no era suyo... Yo no podía hacerlo aquello.

—Dame una semana. —Le dije de repente a mi hermano. —Una semana más y volveré a casa.

Blake no habló, pero tampoco se movió de su lugar.

—Lo prometo, lo haré. —Susurré.

Yo jamás rompía una promesa, y no iba a hacerlo en ese momento.

El cuerpo de Ian se encontraba más tenso que ante, sin embargo, no dijo ni una sola palabra, y yo realmente lo agradecí.

—Bien, una semana. —Accedió el rubio. —Ni un día más, ni un día menos.

Con aquellas palabras, él se giró y se movió hacia su carísima camioneta, no sin antes regalarle una fría mirada a .

Cuando Blake finalmente se alejó lo suficiente, fui capaz de levantar la mirada y centrarla en el pelinegro, un nudo se hizo en mi garganta y no supe si sería capaz de hablar.

—¿Te encuentras bien? —Preguntó cortésmente él.

—Sí. —Sus ojos se arrastraron por toda mi cara, y quise llorar.

—Isabella...

—¿Puedo irme? —Pregunté con voz temblorosa. —Sé que estoy trabajando, lo sé, pero yo...

—Está bien, déjame llevarte a casa.

Casa... ¿Yo tenía casa?

—No, puedo irme sola, yo puedo. —Alejé la mirada y traté de controlar mis temblores.

Necesitaba estar solo en ese momento, quería darme un baño de agua helada, incluso tomar algunos tragos de alcohol y perderme en su sabor.

—Te llamaré un taxi. ¿Estarás bien con eso?

—Sí, estaré bien con todo.

Traté de sonreír en ese momento, pero la verdad es que el alma se me cayó a los pies.

¿Qué haría ahora? ¿Qué haría...?

________________ 🦋 __________________

—Dash... —Llamé como estúpida desde la puerta del apartamento, al diabólico gato de Ian. —Dash...

Siendo sincera, lo último que quería en ese momento era entrar sola al apartamento, estaba aterrada de que la bola de pelos negra saltara sobre mí y me atacara.

Esperé por dos minutos y la bestia jamás apareció, así que por ende me atreví a entrar al lugar sin más. El apartamento estaba totalmente a oscuras, así que caminé con lentitud y mucho cuidado. Necesitaba quitarme la ropa e ir directamente a la ducha, necesitaba algo de espacio, necesitaba ahogar mis recuerdos...

Cochinita.

¿Cómo se atrevía a decirme aquella palabra? ¿Cómo era posible? ¿Cómo trataba de actuar como un buen hermano? ¿Qué le pasaba?

Blake era el primer chico que había roto mi corazón, de verdad que sí, él debió haber estado más conmigo, debió actuar más como mi hermana y al final, no lo hizo, ni de cerca. ¿Cómo podría confiar en él después de aquello? ¿Cómo era posible?

Estaba ya llegando a los pasillos del lugar, cuando de repente quise prender la luz, sin embargo, no llegué muy lejos, ni de cerca, porque justo cuando me acerqué al interruptor para encenderlo, pisé algo peludo y seguido a ello, se escuchó un fuerte chillido que me hizo jadear. Traté de moverme y dar un paso atrás, pero no llegué muy lejos, algo afilado se clavó en mi pierna haciéndome gritar.

—Ay. —Lloriqueé agachándome para sobar mi pierna herida. —¿Qué mierda?

El maldito gato acababa de clavar sus colmillos en mi pierna, lo había hecho con tanta furia, que incluso sacó sangre.

—¡Maldito animal de mierda! —Le grité furiosa a Dash. —¡Le diré a Ian cuando venga! —Mis ojos se llenaron de lagrimas y me odié por ser tan débil. —Te odio a ti, odio a todo mundo.

Corrí hacia mi habitación rápidamente antes de que el condenado animal se viniera detrás de mí. El dolor que estaba sintiendo era insoportable, sin embargo, no era comparado al que yo sentía en mi corazón, ni de cerca...

Mi cuerpo en ese momento estaba temblando, y sabía que mi histeria no era realmente por culpa del gato, era algo más, algo que estaba amenazando con destruirme de nuevo.

Quité mi ropa, mis zapatos y salí desnuda de mi habitación sin más. Llegué a la cocina, tomé una botella de licor y corrí al baño. —Por suerte Dash ya no estaba cerca—. En el baño me dispuse a preparar la tina y mientras hacía eso, destapé la botella de tequila y comencé a tomar directamente del envase.

El agua estaba helada cuando entré a la tina, abrí también la ducha y me empapé totalmente mientras volvía a tomar más del licor sin miedo alguno.

Iba a volver a casa con mis padres. —Tomé tequila por ello—, tendría que ver a mi papá una vez más. —Me ahogué dentro de la tina—. Volvería a estar sola. —Tomé tequila—, Parke me encontraría una vez más—. Me sumergí de nuevo entre frías aguas...

Repetí aquellas acciones por mucho tiempo, lo hice una y otra vez, y jamás dejé de beber, no pude, mi mente comenzó a nublarse y agradecí poder dejar atrás el dolor y la ansiedad que me creaba el pensar volver a aquella casa.

—Parker... Él volverá, lo hará. —Susurré y bebí más. —Papá dejará que lo haga de nuevo, dejará que me use y me rompa.

¿Qué haría? ¿Cómo sobreviviría a aquél calvario?

No sabía qué hacer, no sabía cómo diferenciar a la verdadera Isabella de la falsa. Había pasado tanto tiempo siendo una farsa que ya me era imposible saber cuándo era la una o la otra, si volvía aquella casa estaría perdida de nuevo, volvería a ser una marioneta en el enorme teatro de mis padres.

Por primera vez en mi vida quería estar vacía, quería no sentir nada, aun así, en ese momento lo estaba sintiendo todo. Odio, temor, rabia, miedo, asco... Todo estaba al mismo tiempo dentro de mí y lo único que podía hacer era beber y beber tequila hasta que mi garganta estuviera en llamas y mi corazón en trozos.

No soy yo.

Soy otra.

Soy libre.

Tengo autoestima.

Soy inteligente.

Soy magnifica.

Mi cabello es tan hermoso como la ardiente lava del volcán Krakatoa.

Cada peca de mi cara es como cada estrella en el cielo.

Mi dolor no me hace débil, me hace la más fuerte.

Repetí las mismas palabras por horas o quizás solo fueron minutos, lo hice hasta que la botella estaba llegando a su fin, y yo fui capaz de escuchar mi nombre desde el otro lado de la puerta.

—¿Isabella? —La voz de Ian se escuchaba seria. —¿Is?

—Pasa. —Grité alargando la "a" por varios segundos.

La puerta se abrió con suavidad, y tras un segundo, el castaño entró con inseguridad entrecerrando los ojos como si temiese ver algo que no debía.

—¿Qué haces? —Preguntó evitando mirar fijamente hacia la tina.

—Te extrañé. —Le dije sin más, evitando su pregunta.

—¿Estás bien?

—Que pregunta más estúpida.

—Lo siento.

Le sonreí y me sentí feliz de tenerlo ahí conmigo.

—Estoy bien. —Dije sin más. —O eso creo.

Ian se sentó en la tapa del inodoro, y fijó sus ojos en los míos. En todo momento fue extremadamente respetuoso y evitó totalmente ver mi cuerpo desnudo.

—¿Eso crees?

—Estaba bien, pero ya no... —Susurré y sollocé un poco. —Algo pasó.

Su cuerpo se tensó.

—¿Qué es, Is? —Preguntó sin más. —Solo dímelo.

—Me mordió. —Susurré y comencé a llorar sin poder evitarlo.

Ian se veía como si estuviera perdido, sin embargo, tuvo la gentileza de preguntar.

—¿Te mordió? ¿Qué te mordió, cielo?

—Tu bestia, tu jodido gato me mordió. ¡Lo hizo!

Lloré histéricamente, y siendo muy sincera en ese momento, no sabía si estaba llorando por la mordedura o por otra cosa.

—Cálmate, Is. — Él se acercó y tomó mi cara entre sus manos, obligándome a verlo fijamente. —No llores por favor. —Susurró—, muéstrame en donde te mordió.

—No... —Me alejé de tu tacto.

—Isabella...

—Estoy desnuda y sin embargo... ¿Solo quieres ver mi pie?

Ian se quedó estático en ese momento, su ceño se frunció y me observó con más atención, justo ahí fue cuando sus ojos detectaron la botella de tequila casi vacía.

—¿Estás borracha? —Preguntó lentamente.

—No, claro que no. —Sonreí y sorbí un poco mi nariz.

—Sí, claro que sí.

El pelinegro se acercó a las estanterías del baño, tomó una toalla seca y volvió a mí.

—Ven, déjame llevarte a la cama.

—¿A la cama? ¿Tú y yo?

Sus ojos azules se entrecerraron.

—A dormir.

—No, no tengo sueño. —Me reí suavemente.

Ian era un hombre paciente, o aquello era lo que demostraba normalmente, sin embargo, su paciencia llegó al final cuando yo decidí arrojarle un poco de agua a la cara.

—Isabella, por favor. —Pidió—. Estás borracha, lo mejor es que te vayas a dormir ahora, ya hablaremos mañana.

Otra pequeña risita salió de mí.

—No hay nada de qué hablar, Ian. —Arrastré las palabras—, me iré la otra semana de aquí, volveré a mi casa y serás libre, ya no seré tu estorbo. ¿Estás feliz?

—No digas idioteces, Isabella. —Gruñó, y en acto seguido se inclinó junto a mi y puso la toalla en mis hombros.

Continuaba evitando mirar mi cuerpo desnudo, su mirada estaba fija en mis ojos.

—Ven, vamos.

Sin protestar mucho, al final lo dejé sacarme de la tina para que me guiara a la habitación, ambos guardamos silencio y él fue quien lo rompió después de dejarme en la cama.

—Espera aquí, iré por el botiquín para limpiarte la herida.

Como una niña eficiente, me quedé ahí quieta esperando su regreso.

—Déjame ver en donde te mordió, cielo.

Él se sentó a mi lado en la cama, y estiró la mano para que yo le entregase mi pie herido, apreté fuertemente la toalla contra mi piel desnuda, y le sonreí con diversión.

—No...

—Isabella...

Negué de nuevo.

—No quiero que me cures.

—Tu herida podría infectarse, Is.

Eso era cierto, aun así, en ese momento no me importaba.

—¿Quieres curarme la herida?

—Sí.

—Bien, —sonreí—. Dejaré que me cures la herida, pero solo si primero me das un beso.

Los ojos de Ian se oscurecieron totalmente.

—No voy a besarte, Isabella.

Hice un pechero.

—¿Tan fea soy?

—No es cuestión de que seas fea, ya sabes que eres preciosa por no decir hermosa. —Aseguró.

—¿Crees que soy hermosa? —La sonrisa que se había plasmado en mis labios era una cosa de locos.

—Sí.

—¿Entonces que te cuesta besarme? —Pregunté, y me acerqué un poco a él.

—No voy a besarte, Isabella. —Aclaró—, y mucho menos cuando estás borracha.

Rodé los ojos ante sus palabras.

—Los chicos que conozco jamás se negaron cuando estuve borracha.

Su cuerpo se tensó.

—Seguro que no se negaron. —Apretó los dientes—, aun así, yo no soy como los chicos que conociste, Isabella.

Bobadas, todos los hombres eran iguales. Yo lo sabía más que nadie.

—Solo un beso, en la mejilla. —Susurré—. Después dejaré que me hagas lo que quieras.

Mis palabras habían sido con doble intensión, y aquello lo hizo bufar a él.

—En la mejilla... —Me advirtió.

—¿Eso es lo que quieres?

Se quedó callado y supe que no era aquello lo que quería, deseaba más como yo.

—No es cuestión de lo que yo quiera o no, Is. —Tocó mi cabello con suavidad. —No quiero hacer esto contigo, porque no quiero propasarme, estás ebria y...

—Shhhh... —Lo silencié sin más. —No pienses en ello.

Me acerqué mucho a Ian sin más espera, y lo sentí tensarse, aun así, sus ojos se posaron en mi rostro en general, y después se deslizaron hacia mis labios los cuales estaban deseosos por los suyos. Una de sus manos llegó de nuevo a mi cabello, y su boca se acercó a una de mis mejillas, para en acto seguido rozarla con reverencia y suavidad. Giré mi rostro de manera rápida cuando él estaba por alejarse, y choqué mis labios con los suyos en un suave y anhelado beso.

Sentí una descarga de corriente por todo el cuerpo cuando nuestros labios estuvieron juntos, por un momento pensé que él se iba a retirar, pero me sorprendió cuando posó sus manos en mi cintura y un segundo más tarde me sentó en su regazo, mientras él continuaba besándome hambrientamente, un suave gemido salió de mí cuando su suave lengua se enroscó alrededor de la mía creando diablos en mi ser. Él me estaba besando como si fuese suya, como si estuviera muerto de sed y yo fuese su fuente de agua, nunca había sido besada de aquella manera, era algo nuevo y realmente increíble, mis manos fueron a su cabello estúpidamente sedoso mientras él profundizaba aún más el beso.

El beso de mi vida.

Si así besaba cuando no quería, estaba claro que no quería saber cómo era de la otra manera... Me dejaría sin vida, estaba segura.

Él gruñó cuando mordí su labio inferior, sus manos eran posesivas en mis caderas ahora, y yo deseé que me tocara por todas partes sin contenerse, estuve segura de que lo iba a hacer realmente, pero todo se detuvo abruptamente, dejándome sin aire y con mas ganas.

—No, no puedo hacer esto. —Susurró y se alejó rápidamente de mí.

—Eso fue realmente caliente. —Dije sin más, y una pequeña sonrisa se posó en sus labios.

—Eres terrible, Isabella. —Me tomó de las mejillas y suspiró. —No podemos hacer esto, Is. Estás borracha, además soy mucho mayor que tú y...

—Me gustan los hombres mayores. —Ronroneé y un suspiro salió de él.

—Tu pierna, déjame ver.

Suspirando me alejé de él de nuevo, y tuve mucho cuidado de mantener la toalla en su sitio, en ese momento comenzaba a sentirme un poco mareada gracias al tequila...

Ian revisó mi pierna y lo escuché maldecir enojado cuando notó la herida que me causó su gato, el pelinegro fue muy cuidadoso a la hora de limpiarla y su atención me conmovió demasiado. —¿Por qué era tan perfecto? ¿Por qué? —

—A Diego no le importa que yo sea mayor. —Dije de repente. —Él no tendría problema con besarme.

Ian se detuvo de repente en su labor de curarme, levantó la mirada y la fijó en mí.

—Lo mataré si llega a besarte. —Dijo sin más—, es mi amigo, pero lo haré. —Declaró y una sonrisa creció en mis labios.

—¿Celoso?

—No quiero que te beses con mis amigos, con ninguno de ellos. ¿Bien?

—¿Y que pasa si lo hago?

—Me enojaré contigo, y lo mataré a él.

Me reí ante sus palabras, estaba segura de que el alcohol ya había hecho totalmente su efecto.

—Bien, como sea. Quiero besarte a ti, no a ellos.

Un suspiro salió de Ian.

—Me iré, trata de descansar. ¿Bien?

—Ajá.

El pelinegro comenzó a dirigirse la puerta del lugar, sin embargo, se detuvo y me llamó.

—¿Is?

—¿Uhm?

—Gracias por el beso.

Él apagó la luz de la habitación, y a pesar de saber que en ese momento no podía verlo con nitidez, supe que estaba sonriendo.

—Descansa, Is. —Susurró— Descansa, Cielo.

A pesar de todo lo que me estaba sucediendo, fui muy capaz de sonreír gracias a sus palabras, y, sobre todo, gracias a su beso.

***

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Siempre esto dando adelantos por mis redes, los espero por allá <3

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