Not Chat Noir [Chat Noir y tú]

By AnaviLlanas

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____, recién llegada de un viaje familiar a París, desconocida a todo, se pone en peligro por uno de lo secua... More

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*Nota*
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¡¡FELIZ NAVIDAD!!
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¡AÑO NUEVO AMIKOS!
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By AnaviLlanas

Color de ojos: (c/o)
Color de pelo: (c/p)
Dónde vives: (d/v)
(Los recuerdos tendrán esta letra)

Disfraz de Ladybug para fiestas. Presiona el mouse. Heroína de París salva la ciudad. Presiona el mouse. Ladybug y su compañero Chat Noir vuelven a salvar la ciudad. Presiona el mouse.

En cada imagen, Ladybug se encuentra posando heroicamente de diferentes maneras, a veces sola, otras veces con el chico gatuno. Con su traje rojo con puntos negros, su máscara que cubre la mitad de su rostro, el yo-yo colgando en su cadera. Sus ojos azules son tan deslumbrantes en contraste del rojo y negro, puedes ver su personalidad tan protectora cuando se trata de pelear a través de ellos.

Adrien suspira con su mejilla recargada en su mano y vuelve a presionar el mouse para cambiar de imagen. Ladybug se ha vuelto tan importante para la ciudad... Y para él también.

— Llevas todas la mañana viendo lo mismo — Plagg revienta la burbuja que rodea al joven con palabras escupidas. Esta aburrido, hambriento, y ya logró dormir pero sigue estando harto de quedarse viendo al chico teniendo problemas adolescentes—. ¿No quieres ver algo distinto? Algo así como: comer Camembert con acompañamientos.

El otro no habla, solo niega con la cabeza y vuelve a cambiar de imagen. Sus ojos verdes reflejan a Ladybug como dos espejos claros, y muy cansados, teniendo las ojeras disminuidas. Se ha esforzado mucho por dormir, pero simplemente no funciona muy bien.

— ¿No te cansas de ver esto? Juega a algo de tu habitación enorme, tienes juegos cerca de las escaleras, puedes jugar con atinarle a ese aro en la pared ¡puedes escalar la pared!

— Silencio, Plagg — su voz al hablar suena molesta. Es verdad, hay muchas cosas que podría hacer, pero sigue pensando sobre cómo a pesar de que Ladybug se había enfadado con él, él seguía enamorado de ella.

Se siente seguro, está seguro.

Vuelve a cambiar la imagen y aparece Ladybug, lanzando su yo-yo hacia el akumatizado, y a un lado, no muy a la distancia, con su cabello (c/p) siendo soplado suavemente por el viento frío de la ciudad del amor, se encuentra ____. Tiene el traje negro apretado sobre su cuerpo, sosteniendo el bastón entre sus manos y la mascara en su rostro.

Su mano estaba por presionar para cambiar la imagen, pero la quita del mouse y se cruza de brazos, recargando su espalda en el respaldo de su silla y mordiendo su labio inferior, reteniendo la frustración. Su pierna rebota con ansiedad inconscientemente.

— ¡____! — Plagg exclama con un tono más contento y provoca que Adrien de un ligero brinco en su lugar, volviendo a suspirar apesadumbrado a la vez que deja su cabeza descansar en el mismo respaldo cerrando sus ojos—. ¿Ya estás aceptando tus sentimientos, eh?

— ¿D-De qué hablas?

— Nada — el kwami empuja el tema lejos. El humor de su compañero a sido no tan entretenido, no busca queso, no duerme, no hace bien su trabajo, al menos si durmiera sería más agradable que escucharlo quejarse sin parar.

Hace varios días, simplemente Adrien ha hecho múltiples viajes hacia el espacio, y de repente, al llegar a la realidad, comienza a murmurar cosillas que no se logran entender y a darse palmadas en el rostro completamente rojo.

Nadie dice nada, pero dentro de la mente del rubio había mucho ruido, demasiados pensamientos, opiniones, recuerdos.

"No debería estar complicándome en este tipo de situaciones, soy demasiado joven" piensa sonriendo para sí mismo "¿cuántos días llevo sin dormir? No tengo idea".

Abre los ojos lentamente, su mirada recupera vida conforme vuelve a tener su conciencia tranquila unos segundos. Desde que ha conocido a ____ las cosas han cambiado de manera increíble. Está apegado, debe ser eso, nadie más sabe sobre su identidad; su padre no lo sabe aunque sea su familia, Nathalie tampoco aunque pase mucho tiempo con ella en casa, sus amigos de la escuela ni siquiera podrían imaginarlo, y Ladybug...

Ladybug no lo quiere saber, aunque para él sea la chica de sus sueños.

Pero no le importa, nunca le ha importado no saber su identidad con tal de poder verla cada vez que hay que pelear, con tal de tener unos cuantos momentos con ella a pesar de estar distanciado por máscaras y ocupaciones importantes. Siempre se esfuerza por comprender a la heroína con tal de que, tal vez algún día por fin pueda ser igual de significante para ella como ella lo es para él.

"¿Está mal? ¿Está mal querer a alguien así?" Se pregunta al sentir un remordimiento llenando su pecho, como si algo estuviese mal y no entiende por qué.

Su cuerpo vuelve a dar un brinco y endereza todo su cuerpo las escuchar una notificación en su celular que se encontraba guardado en su bolsillo del pantalón trasero. Inclinó su cuerpo e introdujo su mano con poco esfuerzo hasta alcanzar el aparato y lo sacó conjunto a un gemido común al volverse a una posición más cómoda. Frunció el ceño acostumbrando su vista a la pantalla y el brillo le cala los ojos como la computadora frente a él. Un mensaje de Nino se encontraba ahí:

Para: Adrien.

¡Hey! ¡Estamos esperándote en el parque! >:0 apúrateee...

De: Nino.

Sus cejas se relajaron al leer el mensaje y sonrío más tranquilo al ser jalado fuera de sus pensamientos. Es verdad, falta poco para salir.

Algo en sí mismo le dijo que debía revisar la hora. Inmediatamente toda la tranquilidad volvió a ser golpeada fuera de su cuerpo y se levantó de la silla con tanta brusquedad para que las llantas de esta la impulsen hacia atrás, empujando a Plagg que seguía flotando por detrás.

— ¡Oye!

— ¡V-V-Voy muy tarde! — es todo lo que puede decir mientras corre hacia su armario a cambiarse de ropa, al entrar sus calcetas lo hacen estar a punto de resbalarse y se sostiene al lavabo. Da una vuelta y comienza a preparase con lo que ha utilizado últimamente para el frío, soltando quejas por rasguñarse por accidente o buscando desesperadamente la camisa correcta.

Mientras, afuera, Plagg se queda acostado sobre la almohada de la cama, contando quesos, por qué no tiene nada mejor que hacer por el momento. Logra oír desde afuera del baño al rubio arreglándose torpemente hasta que sale con sus tenis a la mano, y el saco puesto solo de un brazo.

— Eso es rapidez — se burla la criatura de bigotes y Adrien solo se sienta en la cama para ponerse sus zapatos y amarrarlos.

— Vamos Plagg, no es momento.

— Siempre es moment-- ¡Oye me estás! — no logra terminar de hablar cuando siente la mano del chico apretarlo mientras corre fuera de la habitación—. ¡Me estás sofocando! — su voz se opaca al ser introducido dentro del saco y ambos se dirigen a la salida de la puerta principal de la casa.

****

— ¿Te contestó? — la morena de lentes negros gira su cabeza sosteniendo su celular cerca de su oído. A su lado, el mejor amigo de Adrien se encuentra con una mirada decepcionada mientras se queda mirando a su celular.

Antes de contestar, deja caer sus brazos a sus lados y suspira:

— Me dejó en leído — murmura, ahora cruzando sus brazos frente a su pecho—. ¿Marinette?

— ¡No me contesta! Dios...ellos son tal para cual — ríe metiendo sus manos a los bolsillos de su chamarra naranja. Nino sonríe en respuesta a su comentario, y vuelven a mirar al rededor en caso de que alguno de sus amigos aparezca.

Hay bastantes chicos de su edad caminando juntos para pasear por la hermosa ciudad, con la nieve brillante decorando las calles; sobre los techos, sobre los árboles. El cielo estaba cubierto por las nubes blancas y el sol a pesar de estar presente, no era completamente visible, era un día gris y acogedor. No hacía demasiado viento, así que el clima era frío pero soportable para los parisinos y los turistas.

Alya subió sus manos a su cabello café y pasó sus dedos por sus mechones, un gorro gris con un pompón adornaba su cabeza sin ser demasiadas prendar para el frío.

— ¡N-Nino! ¡Alya! — una voz chilla a lo lejos, suena femenina y delgada, bastante lejana pero alcanza a los oídos de los mencionados, quienes voltean con curiosidad hacia ella. Ambos sonríen por ver a otro de sus amigos.

Las coletas de la pelinegra a rebotaban al correr hacia sus amigos, saludando con su mano al aire y sosteniendo una bolsa decorada con flores con su otra mano.

— ¡P-Perdona po-por llegar tan tarde! ¡AHH!

Su pie tropieza con su otro pie y está por caer al suelo pero logra conseguir mantener la postura. Alya coloca sus dedos índice y pulgar sobre el puente de su nariz y niega. Este tipo de accidentes son típicos de Marinette...debe estar muy nerviosa.

La pelinegra camina con la espalda encorvada del cansancio, al perecer lleva todo el camino corriendo desde su casa y el frío del clima ha congelado todo su cuerpo, su voz suena ronca de tanto respirar por la boca.

— ¿Todo está bien? — pregunta con el poco aliento que le queda, recarga sus manos en sus rodillas y acomoda su bufanda roja sobre su cuello.

Nino y Alya simplemente se ponen a reír de su amiga tan graciosa.

— No te preocupes, solo estábamos esperado — Alya es la primera en hablar y el chico de los audífonos cree escuchar una voz a su izquierda, y entrecierra los ojos para ver al rubio en la misma situación que Marinette.

Corriendo con todas sus fuerzas, disculpándose entre la gente con una cara de preocupación demasiado notable.

— ¡D-Disculpa!

A pesar de verse tan incomodo, no podía borrarse ese algo que siempre tiene, aún tenía un brillo en su mirada, su cabello desordenado le daba una vibra distinta al chico serio y pacifico de siempre. Marinette observaba de pies a cabeza. Había algo...

¿Pero qué era?

— Ya estoy aquí — sus pies se arrastran en el pavimento húmedo por la poca nieve derretida y se detiene frente a sus tres compañeros de escuela. Mira a cada uno con una sonrisa amigable hasta detenerse en Marinette.

Ella se queda quieta, completamente callada. Adrien es tan deslumbrante de cerca, incluso en casos apurados como en los que se encontraban ahora; sus mejillas, y nariz enrojecidas, sus labios que lucen suaves y fríos, los cabellos rubios de su pelo cerca de acariciar sus pestañas al estar tan desordenado, y sus ojos profundos.

Siempre que lo ve, una melodía resuena en su cabeza, una melodía suave, pesada, una melodía que hace que le lata el corazón tan fuerte que es capas de sentirlo en sus oídos y en su garganta.

— Hola Marinette — el joven agreste le entrega una sonrisa abierta, y en cuestión de segundos, la mencionada sintió que perdió el suelo. Su voz era tan suave a pesar de haber respirado el aire frío también.

— ¡A-Adrien! ¡Y-Yo t-tu, eh yo! ¡Q-Quiero decir...! — sus manos cambiaban de lugar con cada tartamudeo: a sus caderas, detrás de su espalda, sobre sus propios hombros, jugando con su pelo, sobre su cabeza, en cada una de sus mejillas ardiendo de nervios—. ¡Hola! — logra formular con la voz temblorosa y eleva ambas manos frente a ella, agitándolas frenéticamente.

Para él, verla actuar de esa manera le parece extraño y se escucha una risita desde el fondo de su garganta sin salir por su boca. Ahí, la pelinegra termina de derretirse y sus ojos expresan puro amor.

— Psst, todo saldrá bien — Alya la anima dándole un codazo en el brazo derecho y le da la vuelta a ella y a, rubio para caminar hacia Nino y llevárselo con pasos más adelantados—. ¡Por fin estamos todos juntos!

Mientras, los dos héroes encubiertos se miraban en silencio, una atenta, él otro peleando contra sus pensamientos más profundos.

La mira pensativo sin borrar la sonrisa que utiliza al trabajar como modelo. Marinette lleva el mismo peinado de siempre, un poco alborotado y no deja de respirar con dificultad... Todo luce bien en ella, no hay ningún problema, todo eso hasta que...

— Tienes una bufanda roja — sus palabras suenan mecánicas, no cambian su volumen, no expresan nada.

Ella eleva las cejas en el acto de entender lo que dijo y baja la mirada a su cuello.

— A-Ah, sí... L-La tenía guardada p-por ahí — contesta sintiéndose diminuta. Puede jurar que lo que los rodea no es oxígeno. El tiempo se ha detenido para ella—. ¿T-Te gusta...?

Él sólo parpadea sin quitarle los ojos de encima a esa bufanda. Acaba de recordar algo, en lo que estaba tan apurado.

Ha dejado la bufanda de ____ en su habitación.

Sus dedos se tensan hasta formar puños y su mirada se desvía al suelo vacilante. Todo el encanto se convierte en pura vulnerabilidad, su rostro termina de pintarse de rojo, la temperatura aumenta demasiado y muerde el interior de su mejilla.

— S-Si...e-es l-linda... — habla casi en un susurro, y siente como su voz lo amenaza con desaparecer. Sube sus manos a sus mejillas buscando que logren volverse a su color natural y dejar de sentir que le quema el rostro a la vez que frunce las cejas.

¿Qué es esto? Marinette abre los ojos en sorpresa.

"¿E-Está nervioso...?"

Su corazón baila de felicidad con solo tener esa idea. Él accede con la cabeza y sube sus manos de sus mejillas hacia su cabello, y terminan sobre su nuca mientras respira profundo por la nariz y exhala el aire caliente.

— B-Bueno...¿vamos con Alya y Nino? — recupera su compostura e introduce sus manos a los bolsillos de su saco. Su mirada se va hacia la bufanda de vez en cuando y vuelve a subir hacia el rostro de la pelinegra, su sonrisa más bien parece una mueca.

Ella accede con una sonrisa cariñosa y comienza a avanzar.

— V-Vamos...

Ella se adelanta varios pasos y después de una pausa, logra escuchar una risa burlona de Plagg.

— Ya lo vez — canturrea, Adrien solo responde aclarándose la garganta y caminando decidido hacia los otros sin nada que decir.

****

— Ya casi llegamos.

— No quiero Elliot, no me siento mal... — su voz es ahogada, realmente suena ronca y completamente cansada—. Quiero seguir afuera...

— No entiendo, nunca te gusta salir — bromea el otro—. Ahora pareces gatita, saliendo sola sin permiso y todo ¿qué tal si te pierdes?

_____ ríe secamente en respuesta. No se siente de muy buen humor desde toda la mañana.

Por otro lado, Elliot ya no rodea sus hombros con su brazo, le había dolido la espalda por mantenerse encorvado a la altura de la chica. Ella puso mala cara, pero al final se resignó a quejarse. No había temas nuevos, solo preguntaba de vez en cuando si su prima que intenta lucir no tan indefensa se siente bien, o si está dispuesta a recibir regaños en una camilla como había dicho con tanta seguridad.

— Entonces... Nathanël — las palabras suenan claras a pesar del ruido de la ciudad, y aunque ella no lo voltea a ver, esta poniendo atención lo más que puede—. ¿No te gustó en nada...? — pregunta, pero casi suena como un hecho.

Ella niega ligeramente su cabeza en respuesta.

— ¿Sus ojos?

— Son lindos.

— ¿Es por ser tan callado? ¿O porque no es muy alto?

A pesar de sentir frío, a ella le empieza a hervir la sangre.

— No, no es por eso.

— ¿Por qué?

— No entiendo tu pregunta, querido primo — habla con su voz arrastrada y él resopla.

— ¿Cómo sabes que estás tan enamorada o no? ¿Qué tiene de especial Adrien?

Sus pisadas se detienen de golpe, y las palabras viajan hasta sus memorias, que seguían estables e intactas. Sus ojos comienzan a picar, un nudo aparece en su garganta.

Hay demasiado silencio, tanto que él se desespera, se asusta y si pudiera, se iría corriendo.

Ella intenta calmarse cerrando los ojos y respira el fresco del clima para enfriar su enfado.

"¿Qué tiene de especial Adrien?" Repitió. Cuando habían preguntado eso sobre Marinette, no sabía qué decir, pero ahora.

— ¿Te parece muy atractivo?

— No es eso, Elliot — dice entre dientes y todo su cuerpo se endurece en tanto dolor—. Quisiera creer que es eso... Pero siento que va más allá, algo que me atrapó. Siento que cada vez que lo miro simplemente quiero comprenderlo, cuando veo sus ojos quiero conocer cómo se ve vivir a través de ellos... El trabajo, la gente, la monotonía...la...

La primera vez que Adrien se transformó frente a ella se dibujó como una imagen lúcida, peleando contra el mal al lado de Ladybug.

— Miau, purr-in-cess — dijo separándolo por sílabas.

Ella se giró sintiendo un escalofrío, estando por levantar la vista, para toparse con él, caminando hacia atrás y chocando contra el árbol que estaba escondiendo la identidad del gato hace unos minutos.

— Seré su caballero el día de hoy, prometo mantenerla a salvo — dio una reverencia frente a ella, con sus manos en su espalda.

— La responsabilidad, el dolor...

— ¿Te... Lastimaste en la pelea?

Él sonrió débilmente y con la voz rota habló:

— Créeme, me he lastimado tantas veces en una pelea... Todo para defender a lo que más quiero — el dejó caer sus hombros—. Pero lo que más he amado hasta ahora, parece ahora estar en contra de mi, y no hay nada que me haya lastimado más en una pelea... Una pelea con lo que siempre he tratado de defender.

Elliot estaba completamente callado, ni el más mínimo sonido venia de él. ____ al inicio se avergonzó, sentía su corazón retorcerse entre las emociones que había guardado durante las vacaciones.

— Cuando lo conocí, era tan...bromista, aunque se enfermara, aunque estuviera triste...aunque se sintiera completamente solo seguía manteniéndose con la mente ocupada para no enfocarse mucho en ello — explica mirando hacia el suelo, como si pudiese leer lo que quiere decir—. A veces era torpe, pero... Luego me di cuenta que él simplemente...necesita saber ser él. Quiere tener amigos, y quiere sentirse en paz, quiere pasar el tiempo con su padre aunque esté ocupado durante mucho tiempo y quiere sentirse vivo...

La ciudad de París se encontraba iluminada, y la gente se veía diminuta a la altura en la que estaban, al inicio, ella sintió el cambio de altura, y no se atrevió a acercarse a la orilla, pero se sentía encantada de lo que lograba ver desde donde estaba parada.

— Ya... Voy a intentar acercarme, pero no me empujes, gato — habló, mirando hacia la distancia de nuevo, dando pasos lentos hacia la verdadera orilla, y recargando sus manos en el barandal con precaución.

Admiró la vista, y debía admitir que no importa cuánto miedo tenga, valía la pena, completamente.

— Es verdad, esta vista es increíble — sonrió, el viento voló su pelo suavemente.

— Si... — contestó—. Es lo mejor que he visto en toda mi vida.

— Adrien es...cuidadoso y al mismo tiempo es temerario, si pudiera, sería igual que él — la inspiración se corto de golpe y la realidad le arrebató el momento que sentía que le pertenecía. Elliot la veía como si ella realmente alucinará, sonriendo incrédulo—. Yo...

"Se lo diría, si me atreviera...se lo diría"

— No lo sé... — terminó, presionando los labios con tal de sostener el llanto y volvió a respirar con esfuerzo.

¿No sabe? Elliot se sintió irritado. Si era tan real lo que sentía, sería más fuerte que el muro que pone frente a sus sentimientos, estaría desesperada por gritarlo al mundo como si se ahogara en un mar profundo, se lo diría hasta quedar sin aliento, como si él fuese el maldito oxígeno que necesita para respirar.

Niega con la cabeza. No lo puede creer.

— Lo siento ____, te quiero, pero creo que no estás bien ahorita...tienes fiebre, casi te desmayas...estas...cansada.

— Es verdad lo que digo... — susurra acurrucándose contra la chaqueta—. Suena tonto, p-pero es verdad — ríe sarcástica. Se siente ridícula después de todo lo que dijo, debería ser más amable con sus emociones.

— Es que, lo guardas ____... puedes decirme todo lo que sientas, pero si nunca te atreves a dar completamente por hecho las cosas, estás solo habrán existido en vano. Si de verdad estar fan enamorada de él, solo dilo de una vez antes de que alguien más haga que se te escape la oportunidad.

— N-No, no puedo — agita su cabeza como si no quisiera escuchar—. Ya sé lo que me pasa, pero no me atrevo ¿entiendes? No siente nada por mí.

El la mira como un padre enojado, frunciendo las cejas, cruzando los brazos, pensativo, buscando una respuesta correcta, pero simplemente lo suelta todo, deja su mano sobre su cabeza y acaricia su cabello (c/p) con cuidado, como si pudiera romperse.

— No puedo creerlo... — susurra—. Es que ¿que te pasó para que seas una persona que tenga tanto miedo a algo tan bueno?

Ella subió la mirada hacia el color avellana, y se sorprende de verla con una expresión suave, con lágrimas en sus mejillas.

— ¿Qué te pasó para que seas así, si te duele tanto?

Esta vez, ya no pudo contestar. Ella no solía decir lo que sentía a nadie, no había profundidad en sus palabras ni en sus acciones, siempre era detenida por su propio miedo... el único momento que podía dejarlo todo salir, era cuando quería llorar. Pero ella lo sabía, sabía que estando con Adrien se había vuelto más abierta, se había dado cuenta de todas las veces que estuvo dispuesta a apoyarlo de la manera más honesta posible y le había entregado todo su corazón sin que él le hiciera daño. Le gustaba demostrar amor cuando se trataba de él.

____ sonríe débilmente  y pasa sus manos por sus lágrimas calientes.

— Me duele la cabeza... — dice para cambiar el tema. Él resiste las ganas de insistir en que piense más en sí misma pero simplemente la vuelve a rodear de los hombros para mantenerla en un ambiente más cálido.

— Ya, ya vamos a casa...estamos cerc--.

— ¿¡Ladybug!? ¿¡Chat Noir!? ¿¡Dónde están!?

Muchos se giran bruscamente hacia los alaridos, la gente a sus alrededores empiezan a huir y el pelirrojo ya está suficientemente confundido como para comprender que pasa ahora.

— ¡CORRAN!

— O-Oye... — los ojos (c/o) barren el lugar con la poca energía que le queda y se separa de su familiar mirando a sus lados—. Algo está pasando...

— Lo sé...d-debemos irnos a esconder en algún lado.

Empujando a varias personas, una figura flota hacia el chico de ojos avellana que ahora demuestra su miedo. No podía descifrar de quién se trataba, pero parecía buscarlo a él exactamente.

Unas botas verdes rodeadas de cadenas que se arrastran en cierto largo, collares y accesorios sobre sus hombros, un cinturón grueso lleno de piedras enormes de distintos colores: azules, rosados pastel, lilas. Tiene los ojos rosados y todo su cuerpo tiene un traje extravagante de color turquesa, su cabello recogido queda en punta hacia abajo.

— Aquí estás — su voz al hablar suena mucho más delicada de lo que luce transformada en enemigo.

— Genial — habla sarcástica la de pelo (c/p) —. ¿Tenías que ser tu, verdad?

El otro traga con dificultad, el cuerpo le tiembla de miedo y no le sale las palabras de la boca. La akumatizada le lanza una de las piedras de su cinturón, que termina estirándose hasta convertirse en una de esas cadenas, rodeando el cuerpo del pelirrojo y jalándolo hacia ella.

— ¡NO!

Suelta una risa maligna mientras flota lejos, llevándose al pobre chico que muere de miedo, y ____ ve a ambos volverse diminutos según la lejanía.

— Hubiera sido más fácil si me llevaba con él— opina—. Ahora tengo que seguirlo — pisotea con fuerza el suelo y se pone a caminar con decisión—. Nunca fuimos a casa, por cierto — habla acostumbrada a ese tipo de situaciones caóticas.

****

— ¿Y ustedes que piensan hacer para Navidad? He conseguido unos nuevos discos de música para poder escuchar algo mucho más animado que lo de los años pasados — Nino relata sus experiencias con emoción por la fecha cercana—. Será genial, y realmente espero conseguir algo distinto a ropa...tal vez unos audífonos nuevos.

— Probablemente todos vamos a hacer algo parecido con nuestra familia, cenar, intercambiar regalos...

— El año anterior fue muy divertido pasar la Navidad todos juntos en casa de Adrien ¿no es verdad? — Marinette comenta con una sonrisa de mejillas sonrosadas mientras voltea hacia su amiga—. Estuvo muy deliciosa toda la comida.

— Claro que fue un susto enorme el que nos dio aquí nuestro compañero — el moreno, que camina a un lado del joven Agreste, le da un codazo en las costillas y este se retuerce unos instantes—. Casi nos da un infarto.

— Y-Yo... sigo sintiéndome mal por ello, perdona — Adrien sube su mano para acariciar el área recibió el pequeño golpe y sonríe avergonzado—. Pero estoy muy contento de que todos se hayan preocupado por mi — sus palabras están llenas de sinceridad y se aclara la garganta—. Este año, voy a pasar la cena con mi padre supongo...tal vez esté ocupado un rato, pero--.

— ¡SUÉLTAME! — un grito a lo lejos resuena hasta llegar a los oídos del rubio, provocando que corte sus palabras y eleve la vista a dónde provino la voz. Diminutamente logra divisar al cabello pelirrojo, después el rostro de un chico que asegura haber visto días atrás—. ¡A-AYUDA!

Sin que los demás lo noten, la pelinegra también responde con el mismo gesto, sus ojos alcanzan a ver hacia la akumatizada y su pulso se acelera unos instantes antes de pensar cómo actuar,

Ella busca su celular por sus bolsillos, hasta encontrarlo y ponerlo cerca de su oído.

— ¿H-H-Hola...? — tartamudea al sentirse apresurada—. ¿Q-Qué? ¡Oh, voy enseguida! — presiona la pantalla para fingir colgar una llamada y vuelve a guardar el teléfono. Alya es la primera en darse cuenta de que ella ha llamado por teléfono—. ¡M-Me tengo que ir, pasó algo imprevisto pero regreso luego! ¡Adiós! — y con eso termina, corriendo lejos. Nino y Alya observan a la chica alejarse conforme da cada paso con velocidad y para cuando se dan la vuelta, han visto que Adrien ya no está con ellos y ha desaparecido de repente.

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