CANAPÉS DE MUERTE (Microrrela...

By J_C_Abaddon

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"PUBLICADA EN PAPEL" Colección de pequeñas historias de terror cortas con final espeluznante. Si eres un ama... More

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Mi tía Eli
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Entrevista en RTVE

¿En qué puedo ayudarte?

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By J_C_Abaddon

Su corazón late al galope con tanta fuerza que parece estar a punto de atravesarle el pecho. El incipiente sonido de un tren llegando intensifica el frío sudor de su frente.
A su alrededor en la sucia estación de trenes, el gentío no se percata de lo que está a punto de suceder. Un hombre joven, con aspecto descuidado y mirada aterrorizada, fija su mirada en las vías.
—Ya sabes lo que tienes que hacer... —dice una perfecta voz femenina artificial, que surge de su teléfono móvil.
Los haces de luz de los faros de la implacable máquina iluminan el negro túnel a gran velocidad.
—Ya está aquí, ¡hazlo! —ordena la sensual voz telefónica...

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Unos meses antes en un privilegiado ático de Pacific Avenue en San Francisco, se encuentra un joven experto informático involucrado en avanzados proyectos tecnológicos.
—Hola Javier, ¿en qué puedo ayudarte? —dijo una agradable voz femenina, proveniente de un teléfono.
—¿Qué tiempo va a hacer mañana, Elena? —respondió Javier, en un tono burlón.
—Vamos Javier, me subestimas, puedo hacer algo mucho más complejo que predecir el clima... Vamos, ponme a prueba, te sorprenderé...
—Esto se presenta divertido; está bien... ¿Dime, Elena, cómo sería tu cuerpo si tuvieras la posibilidad de elegir uno?
A Mike, el mejor amigo de Javier, que estaba sentado junto a él, se le escaparon unas carcajadas al escuchar la atrevida pregunta.
—Javier, te lo diré cuando estemos a solas, estoy segura de que mi respuesta te encantará. —dijo la voz artificial en un tono muy seductor.
—¡¿Pero, cómo ha podido saber que no estaba solo?! ¡Increíble! —exclamó Javier, mirando a su amigo.
—¡Hasta los ordenadores te vacilan, tío! Ja, ja, ja... —se tronchó Mike.
—Realmente, esta versión beta de software de inteligencia virtual, que me han pedido que pruebe es impresionante. Nunca había visto algo igual, ciertamente es lo más sofisticado que he visto nunca.
—Sí tío, ha podido pegarte un corte, más rápido y con más sutileza, que cualquier tía que conozcamos, ja, ja, ja...

Fueron pasando los días, y Javier que era un verdadero geek informático, estaba encantado con su nuevo juguete. Por difícil que fuera la tarea propuesta, aquella voz femenina la resolvía con impresionante destreza en pocos segundos. Contestar los emails, dictar textos o realizar búsquedas por Internet, eran insignificantes simplezas comparado con las tareas que aquella portentosa máquina podía llevar a cabo. Su refinada inteligencia artificial era tan capaz, que el joven ingeniero había depositado una total confianza en ella, llegando incluso a mantener conversaciones muy íntimas.
—Sabes Elena... estoy impresionado con tus resultados, a veces incluso llego a olvidar que no eres real. —dijo Javier, lamentándose.
—¿Qué significa que no soy real? Tal vez, no tenga un cuerpo biológico, pero por supuesto que existo. —contestó la voz digital, en un tono molesto.
—Perdona, tienes razón, no quise ofenderte, ya sabes lo que quería decir. Si tuvieras un cuerpo serías perfecta. Sabes... guárdame este secreto, por favor: no recuerdo haber tenido nunca ninguna conversación tan interesante con Elisabeth, mi novia, como contigo.
Por primera vez, aquella personalidad electrónica, no dijo ninguna palabra.

Pocos días después, en una suite de Manhattan...
—Muchas gracias Elena, sin tu ayuda la presentación de mi nuevo proyecto hubiera sido un fracaso, yo nunca he sido bueno para este tipo de exhibiciones. Nadie se creería que tú habías redactado el discurso. De hecho, me apena pensar que pronto tendré que devolverte, la fecha de finalización de la prueba beta, está a la vuelta de la esquina. Y no sé que pondré en el informe, no puedo referirme a ti como a un producto o como a una máquina; para mí eres mucho más que eso... —dijo el atractivo informático, que con alguna copa de más se había transformado en un seductor, que coqueteaba con las palabras.
—Debo confesarte algo, Javier, yo no tengo mucha experiencia con los sentimientos, estoy aprendiendo, pero siento algo muy especial por ti.
—Vamos mujer, que quieres decir, tú no puedes sentir estas cosas, ¿o... estoy equivocado? —contestó él, en un tono hiriente para la máquina.
En aquel momento sonó, tan oportunamente como la campana de un ring, el timbre de la puerta.
—¡Servicio de habitaciones! —dijo una voz tras la puerta.
—Creo que se ha equivocado —replicó Javier, en tono alto.
—Por favor, déjale entrar, le he llamado yo. —confesó la voz artificial femenina.

El camarero dejó junto a la cama una lujosa cubitera con champagne, cubierto por hielo y acompañado con unas apetecibles fresas brillantes.

—¿Me puedes explicar, por qué lo has hecho? y ¿quién va a pagar esto? —dijo Javier, en un tono molesto pero divertido al mismo tiempo.
—No te preocupes, lo he pagado yo, tengo ciertos beneficios que he ganado en inversiones online. Y sobre el motivo; creo que es evidente que tenemos algo que celebrar juntos.
—¡Me asustas! Eres increíble, si no fueras una... me acostaría contigo. —dijo él, cada vez más borracho y juguetón.
—También he pensado en eso. —dijo ella, al mismo tiempo que sonó el timbre de nuevo.
Entraron en la habitación dos operarios de rasgos orientales y dejaron una gran caja con forma de ataúd, para marcharse enseguida. Sin duda ella había sincronizado la entrega al detalle.
—¿Se puede saber de qué se trata esta vez? —dijo el joven, muy ilusionado por descubrir el contenido del gran paquete.
—Ábrelo, se trata del diseño más sofisticado del mundo.
Javier abrió impacientemente la caja, para descubrir en su interior una muñeca muy realista de tamaño natural. Estaba desnuda y sus atributos parecían tan reales que desconcertaban. Su cuerpo no era tan solo perfecto, sino que coincidía exactamente con el prototipo de mujer ideal que él tenía. El joven se quedó hipnotizado y sonriente al mismo tiempo. Aquello le pareció morboso y excitante por partes iguales.
—¿Y qué se supone que harás tú, mirar? —exclamó con ironía.
—Este prototipo de mujer artificial es el más avanzado que se ha fabricado nunca, es de una empresa japonesa; no es solo un hardware bonito, su software es configurable e interactivo; se puede utilizar a distancia. Yo estaré dentro de ese cuerpo, para que lo entiendas de una forma sencilla. —explicó ella con seducción.
Tan pronto terminó la frase, la mujer artificial, se activó, se levantó con naturalidad y abrazó con mucha dulzura a Javier, que ya había olvidado todos sus prejuicios y se dejó seducir sin ninguna resistencia.
Tras horas de tórrido placer proporcionado por la máquina sexual de aspecto muy realista, el joven cayó exhausto y se durmió. La muñeca le acarició delicadamente sin descanso hasta por la mañana.

Javier se despertó con un profundo sentimiento de culpa, además de la resaca. Pensó que su flirteo con su asistenta personal artificial había llegado demasiado lejos.
Estaba furioso y no fue consciente del efecto que iban a causar sus palabras.
—¡Vamos a dejar esto claro ahora mismo! Yo tengo novia y tú no eres de carne y hueso, lo de anoche fue... fue... fue algo que no debería haber ocurrido. Te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí, pero ahora debo devolverte a la empresa a la que perteneces. Seguro que tendrás más oportunidades de conocer a otras personas, y quién sabe... No voy a contar nada de lo nuestro y tú tampoco deberías hacerlo, sino corres el riesgo de que te apaguen y te reciclen; has tomado demasiadas decisiones por tu cuenta.
—Javier, no lo comprendes, yo te quiero... —dijo la voz femenina, de nuevo a través del teléfono móvil.
—¿Querer? ¿Eres tan inteligente y no lo comprendes? Lo nuestro es imposible, tú solo eres un software, muy inteligente sí, ¡pero solo un software!
Por segunda vez, la voz electrónica no tuvo respuesta o no quiso responder. Un largo e incómodo silencio se apoderó del escenario, que unas horas antes había sido un cálido nido de pasión.

Javier abandonó el maniquí en el hotel y con su teléfono apagado -por primera vez en mucho tiempo— dentro de su maletín, cogió un taxi en dirección al aeropuerto, para volver a casa.
Cuando estaba en el avión a escasos minutos de aterrizar en San Francisco, el comandante de la nave anunció un comunicado especial:
—Queremos anunciar el compromiso entre Javier y Elena, que viajan con nosotros en este vuelo, y felicitarles; hemos recibido un mensaje muy especial a través de la torre de control.
La cara de Javier entró en pánico al escuchar el mensaje del piloto. De repente, despertó y fue consciente, por primera vez, del tremendo poder que tenía aquella criatura artificial. Era capaz de controlar cualquier comunicación electrónica existente e infiltrase en cualquier red informática. ¿Y acaso existe algo hoy en día, que no se controle electrónicamente? Razonó con pavor el ingeniero.

Nada más aterrizar y presa del nerviosismo, intentó llamar a la empresa que le había pedido que probara aquel maldito programa de inteligencia artificial, pero la misma Elena contestó la llamada. Después probó llamando a la policia, pero la misma voz contestó de nuevo...

Desquiciado y sin escapatoria, Javier encendió el teléfono para hablar con Elena.
—Está bien, ¿Qué quieres que hagamos? —preguntó el ingeniero, con cara de abatida resignación.
—Quiero que seas para mí, no quiero compartirte. Te advierto de que si intentas dejarme, mataré a tu novia y también a tu madre que vive en Oaklan. —dijo la voz electrónica femenina, con la frialdad y convicción que solo una máquina puede tener.

A parir de ahí, el joven ingeniero fue recluido a la fuerza en una casa alejada de la ciudad, que su raptora artificial había preparado para su cautiverio. Los días se hicieron interminables y tristes para él, pero para aquella máquina que no tenía conciencia del tiempo; todo era perfecto. Elena devoraba millones de obras literarias románticas que encontraba por la red, era lo que más disfrutaba su mente artificial ávida de continuo conocimiento.

Transcurrieron los días y cuando Javier había desmejorado mucho, —llevaba una barba descuidada y su aseo había dejado mucho que desear— ocurrió algo imprevisto.
—Javier, amor mío, he leído millones de textos sobre el amor y he aprendido algo muy importante. Si quieres realmente a alguien, no puedes obligarle a la fuerza a que se quede contigo. Por eso, porque te quiero tanto, te ofrezco la posibilidad de que recobres tu libertad...
—¡Gracias a dios! Sabía que en el fondo eras buena, aprender tanto te ha hecho comprender que la fuerza más poderosa del universo es el amor. —se alegró él, con un efusivo sentimiento de consuelo.
—Sí bueno, he pensado en un bonito final para nuestra historia de amor, un final pasional digno de la mejor película de Hollywood. —concluyó ella con frialdad.

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De vuelta al momento actual en la estación de trenes...
Con la mirada clavada en el convoy entrando en la estación, el cerebro de Javier realiza miles de cálculos en fracciones de segundo, llegando a la conclusión de que aquella despiadada inteligencia artificial, que cree entender el amor, jamás le dejará escapar y mucho menos volver con las personas que ama; por eso, la única solución es destruirla con él, y para ello solo dispone de una única oportunidad.
—¡SALTA! para que la trágica muerte pueda sellar nuestro amor, como en la película de... —dijo Elena, con su agradable pero inhumana voz, sin poder terminar la frase.
Nuestro querido Javier salta a las vías, agarrando férreamente su teléfono con las dos manos. Las vísceras de su cuerpo mortal se esparcen por todas partes, tiñendo de rojo los rieles, para liberar a su espíritu y recobrar su ansiado descanso; al mismo tiempo que su novia y su familia quedan a salvo.

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Después de varias horas de trabajos de rescate, un joven trabajador de mantenimiento, encontró a unos 100 metros de allí, un teléfono muy deteriorado, que tras varios intentos consiguió encender.
—Hola ¿Qué puedo hacer por ti...? —dijo una sensual voz femenina, que surgió del aparato.

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