Sasha: Diario de un chico ado...

By Byfr4nk

1.2K 124 4

Sasha creía que su vida estaba vacía hasta que conoció a sus dos mejores amigos: Karla y Cori. Desde entonces... More

Frase introductoria
Dedicatoria.
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8.
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Sasha: Diario de un chico adolescente (Volumen II)
Extras.
Capítulo extra: Lluvia de Estrellas
Capítulo extra: Lluvia de estrellas (Copyright)
Capítulo extra: Lluvia de estrellas (Dedicatoria)
Lluvia de Estrellas

Capítulo 7

32 4 0
By Byfr4nk

"Otoño"

Finalmente ha llegado el otoño. Los árboles ya están tornándose naranjas y las hojas comienzan a caerse. El bosque que queda de camino al instituto está hecho todo un mosaico de colores cálidos. La llanura tras mi casa por su parte se mantiene igual, verde y sin muchos cambios. Seguro no tardará mucho en tornarse de color dorado.

Octubre.

Como me encanta este mes.

El viento sopla a veces de manera tenue y otras tantas impetuoso. Algunas veces se siente incluso frío al mediodía, cosa que me agrada. Aunque tengo mis serias dudas de que este otoño sea igual que los anteriores; con este clima tan extraño no me sorprendería que hiciera calor en vez de frío. Espero y no suceda.

Hoy se celebrará el festival de otoño acá en Longmont. No sé si les hablé alguna vez acerca de él, pero déjenme decirles que ese festival es una de mis tantas razones del por qué octubre es uno de mis meses preferidos. Hemos quedado de ir con los chicos al lugar. Nixon, Jennel y Khana nos acompañaran. Supongo que entre más vayamos mejor será; al final todos ellos son bien animados. Además Nixon me comentó que posiblemente sea hoy cuando le diga Karla sobre las cosas que siente respecto a ella. Karla por su parte, desde aquella vez que le comenté acerca de Nixon, no me ha mencionado nada, aunque he podido notarla algo extraña. Últimamente se la ha pasado hablando con Nixon, y no solo en los momentos en que estudian, sino todo el día. Él y Karla se sientan juntos, uno a la par del otro, y entre cada clase hemos notado con Cori como se la pasan cuchicheando y enviándose notas a cada minuto. También he visto como se la pasan enviándose mensajes de texto y llamándose por el móvil. Karla siempre sonríe cada vez que recibe un mensaje de texto y no lo piensa dos veces para responder.

Espero y Nixon tenga suerte.

Lo único que deseo es la felicidad de Karla. No pido ni más ni menos, y espero que quien vaya a ser la persona de la que Karla se enamore lo tenga en cuenta, o correrá sangre.

Ya hacen unas cuantas semanas que pasó el aniversario de la muerte de Emily, la hermana de Cori. Fuimos junto con él a la tumba y estuvimos por un largo rato ahí. Fue bastante emotivo la verdad. Ver a Cori llorar como lo hizo ese día es realmente algo que le partiría el alma a cualquiera. Son momentos como ese los que me hacen darme cuenta cuan frágil es él. Esa faceta de chico que sobrelleva muchas cosas sin darle importancia, esa quietud con la que deja pasar tantos problemas, esa habilidad tan nata para ser tan fuerte ante todo y para proteger lo que ama, es, en momentos como aquél, en los que se derrumba en su totalidad y se entrega a la tristeza y al llanto por haber perdido algo que realmente le importa.

Él posiblemente no es tan distinto a mí.

Ya son alrededor de las cuatro. Hemos quedado de ir recogiendo en el camino a los demás. André y Kathy vendrán también, y como la casa de Khana, Karla y Cori quedan de camino al festival, pasaremos por ellos. Jennel y Nixon nos esperaran en el instituto.

El festival de otoño se celebra en un gran predio mucho después del instituto. El lugar está pasando las vías férreas, justo después de un pequeño arrollo. El predio, por atrás, tiene un enorme bosque y a su lado izquierdo una llanura inmensa, como la que está tras mi casa. Es curioso, pero aquí en Longmont abunda la vegetación, al menos en las afueras.

—¡Sasha!—grita André—. Entraré al baño primero, ¿sí?

—¡Bien!—le contesto.

Son apenas las cuatro, pero conociendo a André y a Kathy, tardarán un buen rato en prepararse. No los culpo. Estar en la bañera, en agua tibia, escuchando música y pensando en tonterías es algo que vale la pena. Los exámenes en el instituto han estado de lo peor y el señor Donovan se ha puesto un poco ogro últimamente.

Creo que a ese señor lo que le falta es follar con alguien. No lo sé.

Por su parte, André, ha estado algo ocupado con sus tareas de vacaciones de semestre. Dice que el siguiente mes que regrese tendrá que entregarlas y se ha puesto manos a la obra. Hace unos días vi como leía un folleto del grosor de algunos dos dedos y me comentaba que de ahí lo más que le preguntarían eran algunas tres boberías.

La universidad puede ser algo cruel a veces.

—¿Qué crees que me quede mejor?—me pregunta Kathy, asomándose por la puerta de mi habitación.

¡Demonios! ¡Anda en ropa interior! Creo que estoy babeando.

Okey, Sasha, contrólate. Bofetada mental ¡Regresa en sí!

Sacudo mi cabeza y trato de actuar lo más normal posible. Esto es realmente tentador.

—¿Decías?—inquiero tratando de concentrarme.

—¿Que cuál crees que me quede mejor?—me dice mostrándome una camisa de color gris con rayas fucsia en una mano y una de color lila en la otra.

—Este... ¿ambas?

—¡Hombres!—exclama ella—. En fin, creo que el más indicado para esto es André. Ahora... ¿te gusta mi ropa interior?

—¿¡Qué!?

—¡Ajá! ¡Sucio pervertido!—me dice riéndose—. ¿Así que me mirabas deseoso?

—¡Espera... yo...!

—Niégalo.

Ella sabe jugar sucio.

—En mi defensa puedo decir que... no tengo con qué defenderme—exclamo sonrojado—. Sí... miraba. No me juzgues.

Kathy suelta una carcajada y mientras va riéndose de mí por el pasillo grita por André en busca de ayuda para escoger su ropa, pero tal parece que llega al mismo punto y él no puede ayudarle mucho.

Ella es bastante cruel—en el buen sentido—. Solo miren lo que ha hecho. No es justo. O bueno, sí tal vez, ella ha visto mi erección de la vez pasada. Supongo que es un pago... o eso creo.

—Por cierto—Dice Kathy, asomándose nuevamente—. Límpiate ahí, que babeas.

¡Me lleva!

Esperen. Un mensaje de texto. Es Cori.

Saben, hoy que menciono a Cori, últimamente hemos estado pasando bastante tiempo juntos. Hace unos días fuimos a la ciudad a comer crepas. Fue algo raro. Esto de tener una... ¿cita?, sí, puedo llamarlo cita, con mi mejor amigo es demasiado extraño. Fue tan espontaneo que ese día Cori apareció de la nada, me dijo "Zapatos, chaqueta, tus patines en una mochila y nos vamos". Me tomó del brazo y ¡puf!, en un abrir y cerrar de ojos estábamos en el puesto de crepas de la ciudad, comiendo, juntos y sin nadie más.

—¡Quiero seis crepas de chocolate y fresas, por favor!—Ordenó Cori—. ¿Tú cuantas quieres, Sasha?

—Eh... ¿dos?

—No entiendo cómo es que comes tan poco.

—Acababa de almorzar cuando apareciste—le refunfuñe.

—Yo también—se encogió de hombros—. Pero son crepas de las que estamos hablando.

—Eres un glotón.

Sacó su lengua y guiñó un ojo.

—Yo te amo—me dijo, sin pensarlo dos veces.

Me quedé perplejo por ello. Normalmente solo suelo sonrojarme y ya, pero esa vez me quede pasmado porque me lo había dicho tan repentinamente y sin pensarlo, aparte de ello ni se tomó la molestia de ver si la señora que nos atendía lo estaba escuchando. Simplemente lo hizo y ya. ¡Es que no comprendo cómo le hace!

Luego de eso tuve que recostarme en la mesa y esperar a que el efecto pasase.

—¿Te sientes mal?—me preguntó, mirándome con curiosidad.

—A veces te odio.

—¿Qué?

—En el buen sentido, Cori. Provocas que me altere... y simplemente haces que me enamore más de ti. Eres un salvaje.

El simplemente me sonrió y me pellizcó una costilla con su dedo, haciéndome cosquillas.

—¿Algo así como Tarzán?—interrogó entre risas.

Me quedé callado por un largo rato. Meditando aun las palabras que me había dicho hace poco.

Cori me ama.

Es decir, eso es tan obvio, pero ¿y yo?

¿Soy tan obvio en ese sentido?

¿Lo sabrá él realmente?

—También te amo—musité. Y me quedé inmóvil unos momentos mirando a la mesa. Luego alcé la mirada y me encontré con los ojos verdes de Cori pegados a los míos—. ¿Lo sabías?

Él parecía haberse quedado mudo.

¿Lo había dicho mal?

—Bestia salvaje y sin escrúpulos—sus palabras trastabillaron en sus labios—. ¿¡Lo ves!? Tú también puedes alterarme, y de la mejor manera posible.

Las crepas llegaron sin mucho espaviento ni tardanza y la señora que nos atendía nos miraba raro. Fue un poco incómodo y justo antes de irse soltó su inquietante duda.

—No es que sea mi problema—comenzó a decir mientras servía los platos en la mesa—. Pero ¿es que ustedes son...?

Aquí viene a soltarnos alguna babosada, pensé.

Cori frunció su entrecejo.

—¿Amigos?—indagó él.

Y la voz de Cori adquirió un tono bastante grave.

—Iba a decir pareja—advirtió ella haciendo una mueca que denotaba curiosidad.

—¿Lo somos, Sasha?—me preguntó él.

—¿Por qué importaría?— refunfuñe.

—¿Lo ve, señora?—le dijo Cori sonriendo—. Tal parece que no.

—Le dijiste que lo amabas—le recordó ella—. Y él ni siquiera se ha molestado en negarlo tampoco.

Tal parecía que la señora sí estaba bastante empecinada en saberlo. Quién sabe por qué, pero su curiosidad parecía incluso enferma. Igual, supongo que era de esperarse que lo preguntara.

—¿Y usted no le dice a sus amigas que las ama?

—Sí, suelo hacerlo.

—Pues este chico de acá es mi mejor amigo. También puedo decirle que lo amo. ¿O va contra las reglas?

—Eso no es algo de hombres.

—Tengo un enorme pene entre las piernas, dos testículos bien cargados que me cuelgan de él y me gustan las chicas y follar duro con ellas. Para mí es suficiente—le dijo Cori tomando una crepa y dándole una mordida—. ¿Y para usted?

—Eso no me dice mucho. Ustedes se miran raros, la verdad.

—Entonces el que usted se lo diga a sus amigas seria lésbico—le advierte Cori sin vacilar—, y sería igual de raro. Su vagina tampoco haría gran diferencia en ese sentido.

—Eres un mocoso insolente—espetó ella enfadada.

—Gracias—masculló Cori con un gran bocado de crepa entre sus dientes, sonriendo con tanto sarcasmo como le fue posible—. Y tenía razón desde un principio, por cierto, esto no era su problema.

Tuve que contener una carcajada, tanto por respeto a la señora como por la evidente situación que podía empeorar si me reía.

La mujer, poco satisfecha con la respuesta y lo sucedido, tuvo que aceptar que había perdido. La verdad es que fue de mala educación el que Cori se lo dijera, pero hasta cierto punto, la señora también fue maleducada por la manera en la que lo preguntó.

—¿Qué ha sido eso de hace poco?—le pregunté un poco sorprendido.

—Hoy me levante con grandes deseos de pasar tiempo contigo. Es más, todo el tiempo quiero pasar mi tiempo contigo, ¿sí?, pero casi no podemos. Y ahora que lo hacemos no voy a dejar que nadie me joda el rato.

—Pudiste haberle dicho, tú sabes... lo que realmente pasa con nosotros.

—¿E incomodarte más? No gracias. No quiero que nadie lastime lo que con tanto esfuerzo protejo. Si tú no estás cómodo, Cori tampoco está cómodo—dijo señalándose a sí mismo y dándole otro mordisco a su crepa.

Y es así como el tonto de Cori hace que me dé cuenta cuán importante soy para él. Aunque lo haga de la manera menos convencional posible, simplemente me provoca esa sensación tan agradable de paz y tranquilidad, de calidez y de despreocupación. No sé en qué estará el secreto del como lo logra, pero el efecto que causa simplemente me conforta.

Ese día nos la pasamos tonteando por toda la ciudad, yendo de un lado a otro, fuimos a ver una película e incluso fuimos a la plaza a patinar un poco. Ya hacia un buen tiempo que no iba a la plaza y además me dio la oportunidad de volver a utilizar los patines que mis padres me regalaron. Estuve pensado en algún momento irme con ellos al instituto pero si lo hacía se me desgastarían demasiado rápido, así que mejor opté por seguir yendo en bicicleta.

En fin, fue tal y como Cori lo definió: El día de Cori y Sasha.

Ese día regresamos caminando por sugerencia mía. A pesar de que es un tramo bastante largo, el venir con Cori hablando hizo que el camino ni se sintiera. Igual, quería mostrarle a Cori la vista de la montaña Longs Peak al atardecer.

Fue realmente hermoso.

Mientras regresábamos, que por cierto en todo el camino Cori no me soltó de la mano—ni tan siquiera cuando pasaban los malditos autobuses que por suerte iban casi vacíos—, Cori me comentaba que el asunto de sus padres estaba mejorando. El problema del divorcio ya no se escuchaba más y, pues, respecto a las peleas, nada había sucedido en los últimos días. Aun así, pude notar a Cori algo decaído mientras me lo contaba. Supongo que aun carga con ese peso encima, esa sensación de ser una carga para sus padres.

Sé que Cori se siente mal, sé que le dolió darse cuenta de la manera en la que fue concebido. Es tan atroz. De solo pensarlo me molesta el hecho de que sucediera de esa manera. Es decir, ¿violación? ¿Una maldita violación? No entiendo cómo pudo un ser, como Cori, tan perfecto a mis ojos, ser concebido porque su padre en un principio violara a su madre.

¿Es que acaso era necesario que lo supiera?

¿Es que era tan necesario cargarle con algo que pudiese lamentarse?

Conozco a Cori, sé que hay cosas que él no puede pasar por alto y están ahí, como una espina clavada en medio de toda esa dulzura que se carga haciéndolo sufrir. Es por eso, y por muchas cosas más, que trato en la mayor manera posible de aminorar sus cargas, tanto las de Karla como las de Cori, porque me importan, porque no quiero velos tristes ni con los ánimos por los suelos, y haré posible mi cometido así sea me toque dañar a alguien más, si es por ellos no me importa.

Soy alguien egoísta en ese punto, insensible tal vez para con los demás, pero lo que es importante en mi vida no pretendo dejar que lo lastimen.

—Será un lindo atardecer—expresó sonriente—. Y creo que será de los mejores.

—Supongo que sí. Igual, ha sido un día de lo mejor.

—¿Ah, sí?— preguntó con curiosidad.

—Bueno, nos la hemos pasado bien—le di un leve empujón con el hombro—. Además, hemos estado juntos todo el día.

Cori se puso nervioso y bajó su mirada.

—Por cierto—titubeó, desdibujando lentamente su sonrisa—, lo que dije antes, lo de las chicas. Eso de que me encante follar duro con ellas... yo... bueno... era mentira.

—¿Ah, sí? —dije yo con curiosidad.

—Sí. Bueno... lo que quiero decir es que, no he estado con alguna chica. Nunca.

—Oh.

—Sí.

Y seguimos un tiempo caminando en silencio por otro rato, bajo el atardecer.

—Yo tampoco—apreté su mano.

—¿No?

—No—respondí.

Cori volvió a sonreír. Y como siempre, fue una preciosa sonrisa.

—Qué en paz me siento ahora—dijo.

—No sé si eso debería de ofenderme o hacerme feliz—advertí, bromeando.

—No lo sé.

—¿No?

—La verdad es que te quiero solo para mí—él acomodó sus dedos entre los míos.

—Yo ya soy solo para ti.

Y el rostro de Cori se pintó de rojo.

Es raro ver que eso suceda.

Normalmente soy yo quien se pone de esa manera, pero en las pocas veces en las que logro esa reacción en él siento alivio. No lo sé, pero tal vez sea de ese alivio de saber que puedo hacerlo sentir cuán importante es para mí. Eso es lo que siento cuando Cori logra hacerme sonrojar y es algo que no quisiera cambiar nunca.

—Pensaba que te ibas a negar—me advirtió aun cabizbajo. Su nariz estaba un poco roja—. A esto de salir ahora conmigo, ya sabes.

—¿Por qué iba a hacerlo?

—Bueno, es una cita. ¿Con un chico?

—Buen punto—le contesté pensativo—. Aunque era contigo, y, pues considerándolo, tú eres tú. ¿Te basta la respuesta?—le dije un poco sonrojado.

—Supongo—me dijo con la misma cara de vergüenza que la mía.

—Además—agregué—. Hemos sido amigos desde hace un buen rato. ¿Por qué sería distinto ahora esto de salir?

—Tal vez tengas razón—se encogió de hombros.

—Con la única diferencia de que ahora puedes traerme tomado de la mano.

Cori se echó a reír y se acercó un poco más a mí hasta que su hombro tocó el mío.

—Te amo ¿sabes?

Cada vez que él decía era como escuchar poesía.

—Lo sé.

Y qué feliz me hace saber que esos poemas son míos.

Él me sonrió, apretó más mi mano y, sin soltarme, continuamos nuestro andar hacia casa. El camino restante fue en silencio, lentos en nuestro paso, y estoy seguro que ambos no queríamos que eso se terminara.

El mensaje de Cori de hace poco decía que alguien más nos acompañaría. Una prima de Cori, tal parece, que ha llegado de visita e irá con nosotros al festival.

«Tengo tanto que explicarte al respecto. Por favor, ten paciencia» decía el mensaje.

Bueno, supongo que Cori tal vez exagera en cuanto a su prima. En fin, nos acompañará. Espero y no le importe que vayamos tantos y toda nuestra cháchara. Juntos hacemos demasiado ruido.

Hoy, 12 de Octubre, es el cumpleaños de Cori. Luego del festival pensamos pasar por la casa de Nixon y Jennel a celebrárselo. Karla ha comprado el pastel y lo ha llevado hasta allá y por su parte nuestros amigos alemanes me han ayudado con la ambientación del lugar. Nixon es un excelente DJ. Me impresionó sinceramente cuando me mostró una de sus tantas mezclas de música, en especial cuando me dejó escuchar una de Florence Welch que tanto me gusta.

Khana dijo que ella también llevaría comida, y siendo así, comeremos delicioso. Supongo que duraremos despiertos hasta el día de mañana, y aunque no seremos muchos celebrando seremos más que suficiente, tomando en cuenta la clase de personas atolondradas que somos. A parte de ello el festival dura hasta altas horas de la madrugada, así que habrá mucho con qué tontear

Tomo una ducha rápida y me dispongo a cambiarme. Los chicos ya están listos y yo en menos de veinte minutos término de prepararme, pero antes de irme le doy de comer a Ave.

Así decidimos ponerle al pequeño canario que Carol me dio para que lo cuidara.

Hace días que puede volar pero Ave no ha querido irse, así que decidí comprarle una pequeña jaula en donde pudiera dormir. El resto del día se la pasa jodiendo por toda la casa. Espero y el gato que ronda por ahí no se lo coma o sino habrá puré de gato.

Hace unos días fui donde Darien a visitarla. Le comenté del festival y me dijo que ella siempre asistía. Tal parece que Darien hace jalea de frutas y las vende. Me comentó que su jalea de calabaza es sabrosa. Incluso me dio un poco para probar. Me casaré con esa mujer si me prepara todos los días de esa jalea con pan tostado.

Llevare dinero extra para comprarle tantas como me sean posibles. A veces me pongo a pensar seriamente en mi futuro y de vez en cuando me imagino que terminaré muriendo de diabetes. Como demasiada azúcar.

Termino de amarrarme mis zapatos Converse—a los cuales por cierto Karla les ha dibujado dos caras graciosas con plumón permanente en la punta—, y nos disponemos a pasar recogiendo a los chicos.

Ya son las seis así que es mejor que nos apresuremos.

En el camino nos la pasamos tonteando con André y Kathy. Caminar con ellos es bastante divertido. Nunca paras de reír. Unos minutos después llegamos finalmente donde Karla, quien nos espera sentada en el pórtico de su casa, con su móvil en la mano.

Seguramente habla con Nixon.

Ella sonríe.

—¿Nos vamos?—le dice Kathy.

Ella se pone de pie, y continuamos caminando.

En el camino puedo notar cómo el bosque ha dado un cambio radical en sus colores. El campo de girasoles del señor Hamilton no se encuentra produciendo por el momento, sin embargo su plantación de calabazas está dando frutos. Como siempre, su granja es bien productiva. Seguramente entrará al concurso de la calabaza más grande en el festival.

—¿Nos subiremos a la rueda de la fortuna?—pregunta Karla.

—A mí no me gustan esas cosas—espeta André—. Me mareo. Creo que me da vahído, o qué se yo, así que no me verán ahí.

Todos nos echamos a reír, menos André que hace un puchero.

Puedo ver a Cori, sentado como siempre en una banca a la orilla de la calle. En la misma posición en la que siempre suele esperarnos cuando vamos camino al instituto, con sus pies estirados, acomodados en sus talones y con sus manos en las bolsas delanteras de su suéter.

A su lado hay alguien más.

Su prima seguramente.

—Un día de estos me haré anciano esperándoles—nos dice cuando nos ve acercarnos.

—Culpa a André—le digo encogiéndome de hombros—. Se estuvo una eternidad en la bañera.

—¡Bah!—rezonga André—. Como si masturbarse bajo el agua fuera algo tan sencillo.

Punto para André.

Kathy le da un manotazo en el brazo y se hecha a reír junto con Karla.

—Les presento a mi prima—dice Cori poniéndole una mano en la espalda a la chica.

Parece ser alguien de nuestra edad.

—Casey, gusto de conocerlos—saluda ella.

Todos saludamos al unísono con un hola y con una sonrisa. De atrás de ella aparece otra pequeña niña, tímida, que se esconde tras Casey. Tiene unos ojos hermosos.

—¿Quién es esta lindura?—dice Karla agachándose a saludarla—. ¿Cómo te llamas?

—Andrea—le contesta un poco tímida.

—Se parece bastante a ti, Casey—le dice André.

—Es mi hija—afirma ella.

Me atraganto con mi propia saliva y toso descontroladamente.

Los chicos se han quedado con cara de estúpidos, mirando a Cori en busca de una respuesta de si es cierto o falso lo que ella dice.

Él solo se encoge de hombros y asiente.

—Sí, es hija de Casey.

Ella seguramente nota nuestra cara de perplejidad porque se apresura a decir:

—Sexo—y lo dice con desdén—. Deja de lado el condón y luego obtendrás un hermoso regalo de nueve meses.

—Vamos, si eres tan joven—le digo algo sorprendido.

—Dieciocho—dice Cori—, acaba de cumplirlos.

—Como dije—reitera ella—. He aquí mi hermoso regalo. Creo que debí haber salido en un reality show de esos de MTV.

—Amo ese programa—dice André.

—Ya somos dos—se añade Cori, chocando el puño con André.

—¿Andrea irá con nosotros?—pregunta Karla.

—No. Mamá la está esperando cerca del instituto para que vaya con ella al festival—le contesta Cori.

—Pero mira que lindos ojos—se le acerca André sonriéndole.

Andrea ha perdido algo de su timidez y sale un poco de la espalda de su madre.

—¿De quién crees que los sacó?—advierte Casey.

—¿Del papá?—pregunto.

Casey y Cori se dirigen una mirada entre sí y ambos suspiran. Puedo notar que Casey se mira algo preocupada, por su parte Cori se mira impaciente.

Mierda.

Creo que dije algo malo.

—Chicos...—dice Cori, tomando de la mano a la niña, haciendo una breve pausa. Voltea a ver a Casey y ésta asiente. Finalmente continúa hablando—, les presento a mi hija.

Y luego solo hay silencio.

Y silencio.

Y... ¿qué?

Cori dijo... ¿hija?

¿Qué?

Un segundo... los ojos de esta niña son de color verde.

¡Oh, por Dios!

Son como los de Cori.

Y, ¿¡dijo hija!?

Esto no puede estar pasando.

—¿Perdón?—inquiero ensimismado en mi sorpresa.

Pero, es que sí está pasando.

Ay, Dios.

Ay, Dios.

Ihg.

Cori voltea a verme y en su cara de preocupación puedo notar que también tiene miedo.

—Creo que hay algunas cosas que debería de habértelas dicho hace un tiempo—musita.

Continue Reading

You'll Also Like

853K 51.7K 43
Paris Smith siempre ha sido una chica soñadora, talentosa, amante de todo lo que tuviera que ver con la astronomía: las estrellas, los planetas, las...
437K 35K 58
La experiencia me enseñó que las vidas perfectas no existen, pero la mía con Laura me hacía feliz. Sin embargo, nuestra vida de ensueño se convirtió...
256K 12.6K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
78.8K 4.2K 150
Valentina una chica con una vida normal hasta que el divorcio de sus padres cambiaría su vida por completo volvería los próximos años en los peores d...