¿QUÉ ERES PARA MI?

By 2minsoul

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~*~... Dentro de mis ojos yace la respuesta... algo que no puedo ver... ~*~ ~*~ 2min ~*~ *menció... More

TUS ENCANTOS
LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO
EN EL OJO DE LA TORMENTA
DECISIONES
UNA NUEVA VIDA... CAMBIOS
EXISTO SÓLO POR TI Y SÓLO PARA TI
CRECIENDO DEMASIADO RÁPIDO
SENTIMIENTOS SECRETOS, LA CIGÜEÑA... EXTRAÑAS PREMONICIONES
BELLEZA E INTELIGENCIA... FRUSTRACIONES
ENGAÑOS, DECEPCIÓN Y PÉRDIDAS
ME ENAMORE DE ÉL SABIENDO QUE NO SENTÍA LO MISMO
UN DESEO QUE SE HIZO REALIDAD, UNA TRAGEDIA
NO ES UN CUENTO DE HADAS
SUEÑOS Y UNA NUEVA VIDA, UNA ILUSIÓN
EMPEZANDO DE CERO
REENCUENTROS
UN ENGAÑO CAÍDO DEL CIELO
GRATITUD, AMOR Y DUDAS
CAMBIOS, AMOR Y PERDÓN
OBJETO DE MANDATOS SUPERIORES
UNA LOCURA QUE NO TERMINA
ES MI PECADO, NO EL TUYO
POR TU PROPIO BIEN
MINHO
DE LA PEOR MANERA
LO MEJOR PARA ÉL... UN DULCE AMOR
DE VERDAD ME ARREPIENTO
¿FUISTE TÚ?
UNA SOLA VEZ EN LA VIDA
CERCA DEL FIN DE ESA HISTORIA Y EL COMIENZO
UN MOMENTO INESPERADO
PERDÍ UNA PARTE DE MI ALMA
TRATANDO DE ALCANZAR ALGO QUE NUNCA TUVO
SIEMPRE VOLVERÍA A SUS BRAZOS
EL SIGNIFICADO DE UNA PROMESA
Y COMO EL RÍO LLEGARÁS A MÍ
~*~ EPILOGO ~*~ LO ERES TODO PARA MI ~*~

SÓLO ES HORA DE DECIR ADIÓS

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By 2minsoul


~*~

—Lo sabes ¿cierto? —Taemin baja la mirada y ve esa ropa que jamás vio, era nueva. Minho respira hondo—. Sabes que esto... nunca debió ser.

Palabras que le duelen demasiado, palabras que rompen promesas dichas con esos mismos labios, palabras que le juraban la felicidad eterna.

Y ahora no le quedaba nada.

No me dejes. Piensa sintiéndose perdido, sintiendo que sin él no podría seguir viviendo, que sin él sus esperanzas de una vida feliz simplemente terminarían por extinguirse en cualquier segundo.

—¿Qué hice mal? —mira sus ojos y no puede verse en ellos, entendiendo que Minho ya no sentía nada por él. Esa intensidad de la que se enamoró ya no estaba ahí.

—Todo siempre estuvo mal —responde sin dejarse esperar demasiado, sin siquiera pensarlo dos veces—. El amor se acabó, ya no siento nada por ti — palabras ciertas, palabras sinceras—. Debemos separarnos.

Sus ojos se llenan de lágrimas sin poder siquiera evitarlo, esas palabras se las imaginaba, por eso las escuchaba como con eco, repitiéndose miles de veces en su mente que estaba demasiado cansada de tanto darle vueltas al asunto.

Un llanto silencioso y sin expresiones es lo que Minho ve, tan diferente a cuando lloraba cuando algo le dolía o cuando se lastimaba, demasiado diferente. Ve caer sus lágrimas al piso y mierda que el estómago entero se le revuelve, pero aun así se contiene de ir a abrazarle, porque no quería darle más esperanzas.

No debía, porque sería más difícil.

Más de lo que alguna vez pudo imaginar.

No tenía preguntas que hacer, aunque estuviera pensando tanto en que decir o cómo reaccionar ante lo que fuera que escucharía.

Ahora la realidad era demasiado real, demasiado clara y como nunca antes en su vida sabía que no podía hacer nada para cambiarla.

Tonta realidad.

No podía hacer nada para salvar esa relación.

No podía porque Minho no quería.

Porque ya tenía a alguien más que hiciera todo por él y seguramente lo haría muchísimo mejor. Aunque la verdad no siempre todo le salía bien y quizás hasta lo envenenó sin querer por cocinar tan mal.

Debe ser feliz.

Piensa mientras limpia sus lágrimas y se ponía de pie. No rogaría ni nada, no tenía derecho, no tenía nada que ofrecerle para pedirle que se quedase un poco más a su lado.

Nada.

Tan solo ese corazón enamorado, ese amor que llegó a sentir en cada célula de su ser, esas ganas inmensas de querer hacer mejor las cosas para agradarle y tenerle feliz y sonriente. Sólo eso.

Algo que con seguridad no significaba nada para él. Sabía que no era suficiente para él.

—Cogeré algunas cosas.

Es lo único que dice mientras entra en aquel cuarto que lo tortura con cientos de recuerdos cuando empezaban a hacer el amor en cualquier lugar, esa cama donde se veía abrazado a él sintiéndose demasiado feliz al sentir su mano tallando su cintura con cariño y delicadeza, esa almohada que sólo utilizaba Minho porque su torso era su almohada personal, esa rosa seca plastificada en la pared le recuerda a un San Valentín que de la nada apareció con rosas y chocolates, teniendo una velada realmente rosa y cursi, pero que le había gustado tanto.

Coge su mochila, esa misma con la que llegó a Seúl y con la misma que abandonó su hogar. Mete algunas prendas sin importancia hasta que parece que va a reventar.

Recuerda cómo en la terminal de trenes le tomó de la mano y le sonrió para que no se sintiera perdido. Dios, por donde lo viera estaba completamente perdido en ese mundo donde Minho lo era todo para él y sin él se sentía sin un rumbo, sentirá que su vida ya no significaba nada.

Vuelve a sentir algo extraño en su vientre y entra al baño a refrescar su rostro. Se mira en el espejo y no había ni rastro de lo que fue en el pasado, ese Taemin triste, pálido, delgado, demacrado y lloroso era lo único que quedaba, porque ese Taemin coqueto, alegre y feliz estaba muriéndose lentamente, escondido en algún lugar recóndito de su alma.

Abre el botiquín y coge algunas aspirinas para el dolor de cabeza.

Sale y en la sala se encuentra a ese Minho pensativo y serio, ese que pocas veces vio mientras vivían juntos. Porque era siempre alguien risueño que con sus tontas bromas siempre animaba el ambiente. Siempre.

Minho.

—¿Puedo despedirme de Yoogeun? —pregunta con miedo, casi en un susurro—. Por favor.

Lo ve asentir y entra a esa habitación. Respira hondo un par de veces para calmar ese llanto amargo que corría imparable por sus mejillas.

Debía despedirse de su hijo, porque no quería llevarlo consigo, no cuando no tenía nada que ofrecerle.

Lo remueve un poquito y este despierta estirándose.

—Cariño —Yoogeun se pone triste al ver la cara lacrimógena de su papá que siempre estaba risueño.

—Appa ¿por qué estas llorando? —pregunta inocente abrazándole, sintiendo su pena.

—Porque te amo mi bebé —solloza y ya no puede contener ese llanto.

Ya no podía contenerse porque esa era la peor parte, porque desde que lo vio supo que sería alguien especial en su vida. Y ahora tenía que dejarlo y no lo soportaba.

Se abraza con fuerza a ese cuerpecito que empezaba temblar y a sacudirse por los sollozos.

—Lo lastimaras —comenta Minho inconsciente de lo que pudiera causar en el alma tan dolida de Taemin. Tan sólo lo dice por ese abrazo que parece demasiado fuerte.

Palabras que hieren su alma, porque siempre hizo todo para que sólo fuera feliz, para verlo sonreír, para protegerlo, siempre dio lo mejor de sí mismo para que su hijo crezca con una hermosa sonrisa pintada en sus labios.

¿Y ahora lo estaba latimando?

—Cariño —le mira y limpia sus lagrimitas que caían dolorosamente—. Prométeme que no serás demasiado exigente, promete que te comerás todas tus verduras para crecer sano y fuerte, promete que estudiaras, promete que siempre sonreirás ¿sí?

—¡Appa! —se abraza a su cuello aferrándose con todas sus fuerzas.

—Cuida mucho a tu papá —respira hondo y acaricia sus cabellos—. No hagas que reniegue demasiado, cuídalo mucho ¿sí? —Yoogeun asiente lloroso y Taemin sabe que la hora de dejarlo ha llegado, aunque daría su vida por tener algo más de tiempo para recomendarle y verlo crecer, pero no era posible – debo irme cariño. Te amo, no lo olvides.

Minho no puede creer que aun en esa circunstancia Taemin no piense sólo en él y le dolía que fuera así, porque era más difícil el tener que echarlo, el tener que decirle cosas dolorosas para que no volviese jamás.

—¡No! —chilla Yoogeun aferrándose sin saber por qué – ¡dejare de decirte Umma! ¡pero no te vayas appaaaa! —. Ruega rompiéndole el corazón a Taemin, haciéndole sentirse demasiado inútil.

—¡Te amo hijo! ¡Te amo! Recuerda que tu único deber en la vida es ser feliz, sólo recuerda eso y ten por seguro que siempre estaré a tu lado.

Ser feliz.

Palabras que conmueven su corazón, que destruyen y dejan polvo los escombros que quedaban de esos dos terremotos que tuvo que soportar al pelear con Jonghyun y al ser desconocido por su propio padre.

Ve la cara llena de dolor de su hijo, que lloraba como si en realidad supiera lo que estaba ocurriendo, cómo si supiera que jamás volvería a ver a su padre, como si le estuvieran arrancando el corazón.

Lo siento.

Sabe que no es suficiente, pero se lo dice. Porque no había vuelta atrás, porque estaba completamente decidido a vivir una vida que se merecía, que esa mujer tan hermosa e inteligente le hacía alucinar. Y aunque ahora no entendería, algún día se daría cuenta de que realmente la necesitaba para volar realmente alto, para superar eso que creía insuperable.

Taemin suelta a su bebé y al darse la vuelta se encuentra con el rostro triste de Minho o quizás sólo era una alucinación suya. Debía dejar de ser tan idiota, porque el único que estaba triste era él y su pequeño bebé que lloraba sin saber realmente porqué. Porque Minho era seguramente el hombre más feliz sobre la faz de la tierra, porque con seguridad encontró su otra parte, por eso estaba dejándolo todo, todo aquello que para él significaba su vida entera, pero que para él significaba sólo un estorbo.

No está triste.

Escucha los sollozos de su hijo que lo vuelven a la realidad y daría si vida porque esos triste sollozos y esa carita bañada en lágrimas, con una expresión que se clavaba en su corazón no sea lo último que recordará de él.

Pero su vida no valía nada, por eso seguía llorando inconsolable, por eso impotente sólo le daba la espalda para salir y nunca más volver.

Al salir de esa habitación que decoró con todo su amor y con tanta ilusión, siente que su vida ya no tiene sentido. Porque lo estaba dejando ahí llorando tristemente y ¿él? Sin poder hacer nada para calmar ese llanto tan amargo.

Y camina hacia la puerta con las manos vacías, sin ningún sentido en su vida, tan vacío, ese vacío que se llenaba de desesperación y tristeza, que era lo único que le quedaba. Más tristeza.

No puede creer que este abandonando esa casa en la que creyó que envejecería, en la que creyó que vería crecer a su hijo, en la que creyó que se quedaría para siempre al lado de su ser más amado, tan adorado. Tan Minho. Aun no podía creer que dejaría esa casita donde algún día la cigüeña llegaría y después de tocar su timbre se marcharía dejándolos más que felices.

—Me dijiste que me harías feliz —le mira al fin sin importarle tanto su horrible estado, tan penoso—. Y así fue —sorbe la nariz—. Y te lo agradezco, gracias por no dejar que alguien como yo se quedara abandonado y solo —siente un horrible dolor en el pecho y era su corazón quejándose, rogándole porque no se alejara de ese ser que era su razón de vida—. Gracias por todo, yo... te amo —desvía la mirada—. Existo sólo por ti y sólo para ti.

Llora desesperado, queriendo aferrarse a una tonta ilusión de que en algún momento Minho le pediría que se quede, que lo perdone, que hará lo que sea para enmendar su error... pero nunca sucede.

No me dejes ir.

Ya no volveré a ser una molestia para ti, pero no me dejes solo.

Ruega silenciosamente, mientras ve cómo sus ilusiones caían al frio concreto y le mostraban una realidad donde Minho jamás le pediría que se quedase a su lado, no cuando había alguien mejor que él esperándole.

Minho escucha esa frase que se le ocurrió cuando no pensaba, cuando sólo sentía, cuando cerraba los ojos y veía su hermoso rostro sonriente, cuando lo recordaba fumando y creyendo que para alguien tan hermoso como él debería ser algo prohibido por verse tan sensual, cuando escuchaba sus suspiros y sus gemidos en aquella cabaña, cuando en sus manos podía sentir su piel sin que fuera necesario tocarlo, cuando se estrellaba en esos labios tan sensuales que le besaban con locura, con dulzura y con pasión, cuando veía sus ojos y podía verse en ellos.

Existo sólo por ti y sólo para ti.

Una frase que encerraba todo lo que sentía, todo lo que significó, pero era algo que se desvanecía lentamente, destinado a su extinción.

No me odies.

—Es la promesa que no cumpliste.

—El amor se terminó —Taemin le escucha y ríe entre llanto, porque, dios, no podía entender cómo algo tan hermoso e infinito podía tener un fin—. Y no puedes hacer nada por él —palabras que hacen que se sienta demasiado inútil. Por su vida, por sus sentimientos, por todo. Porque realmente no podía hacer nada por ese amor que era su razón de existencia, porque no podía hacer nada mientras veía cómo su amado pisoteaba su corazón si piedad.

—Perdón por todo —le mira dolido—. Perdón por haberme aparecido en tu vida y ser una carga —respira hondo intentando dispersar esos pensamientos que se clavaban lentamente en su corazón, diciéndole que sólo fue un error en su vida—. Perdón por ser tan inútil, perdón por que nunca pude darte el hijo que tanto deseabas —palabras que le dolían en lo más profundo de su alma, porque incluso continuaba pensando que era por esa razón que terminó siendo abandonado.

Taemin.

Palabras que hacen que su corazón duela por la culpabilidad, por haberle llenado de ilusiones que al final del día terminarían pisoteadas, pero nunca se imaginó que junto a ellas se llevaría un pedazo de su corazón.

—¡Se acabó! ¡Entiéndelo! ¡Ahora vete! —grita Minho todo dolido y molesto porque esas palabras simplemente perforaban sus corazón—. Y si te sientes tan inútil, ¡Pues si! ¡Lo fuiste! —descarga su furia—. Tuve que soportarte tanto tiempo, tuve que defenderte siempre, tuve que tener charlas estúpidas contigo sólo para no lastimarte, estoy realmente cansado de ti y ahora solo quiero que me dejes solo —respira hondo—.Déjame hacer mi vida, mi amor por ti se terminó... ya no te amo más —pronuncia palabras con las que corta el hilo que mantenía unidos sus sueños. Palabras que Taemin recibe como cuchillas clavándose en lo más profundo de su ser, matándole lentamente y con tanto dolor. No me digas eso.

—Para ti se terminó —le mira por última vez—. Pero espero que lo que encontraste sea para siempre.

Esas palabras resuenan como eco en su cabeza, entre esas paredes de su casa y todo empeoraba al escuchar el llanto desesperado de su hijo en su habitación.

Taemin cierra esa puerta y camina por esas calles que sólo le ofrecían una brisa fresca, el olor de los humos de los autos, y algo de luz en esas farolas antiguas.

De repente esas lagrimas se calman y dejan de caer aunque el dolor era demasiado, era como si el dolor preferiría mantenerse dentro de él para lastimarle un poco más.

Y sin pensarlo demasiado coge su billetera y en la primera farmacia que encuentra a su paso compra medicamentos para que ese dolor de cabeza pudiera calmarse, cuando el dolor se asentaba tranquilamente en su pecho, en su corazón que parecía latir lentamente, como intentando no meter tanta bulla y para que nadie supiera que estaba vivo.

Camina perdido, deambulando por todas partes sin tener a donde ir. De repente se da cuenta de que está parado en la puerta del edificio donde vivía Key y Jonghyun.

Key.

Suspira mientras se pasa de largo y sigue su camino. No quería llegar a su puerta y darle más problemas, no quería mostrarse derrotado y con su vida a la deriva. No quería la pena de nadie. Porque él había decidido vivir esa vida de esa forma.

Porque ingenuamente creyó que esas promesas se harían realidad, por eso se entregó sin tapujos, dando todo ese amor que parecía infinito, entregándose en un beso, estrellándose de frente a la fría realidad que no lo esperaba con los brazos abiertos, que a la hora de los problemas decidió darle la espalda.

Pero no quería la pena de nadie.

Su vida no tenía sentido, porque acababa de perder de una sola vez a sus dos motivos en la vida. Ya no le quedaba nada más que esa mochila y su tristeza que se hacía cada vez más densa y oscura.

Respira hondo y siente como si no fuera merecedor de ese aire que llenaba sus pulmones, se sentía un parasito que no hacía más que darle problemas al mundo entero, gastándose ese aire que muchos se merecían, por el que muchos vivían.

Llega a la puerta de ese hotel donde hicieron el amor por primera vez, ese hotel en el que le dijo esas hermosas palabras regalándole una hermosa alianza que ahora brillaba orgullosa en su mano.

Entra y pregunta por esa habitación y le dicen que está libre, pregunta el precio y revisa su billetera. Aun le quedaba algo de dinero del que pidió prestado a Jonghyun y con eso paga la noche que era para lo único que alcanzaba.

Abre la puerta de aquella habitación en la que entregó su corazón y se veía tan normal, porque no había pétalos de rosas por ningún lado, porque no había velas aromáticas que Minho estaría encendiendo, porque sobre todo no estaba Minho.

Deja su mochila sobre la cama y entra a darse una ducha a ver si así lograba olvidar por un instante ese dolor, por ser tan inútil y perder todo lo que era importante para él, sin poder absolutamente nada para aferrarse.

Se tiende en un lado de la cama, en el lado izquierdo para ser más exactos, imaginándose que a su lado estaba Minho intentando besarle, intentando escabullir sus manos debajo de su pijama, intentando hacerle el amor, buscando una oportunidad para llevarle a volar al cielo, a ese paraíso que parecía infinito y lo conocía y mientras se sujetaba de su espalda no necesitaba alas para volar y recorrer todos esos lugares, para poder ver el planeta tierra desde el espacio.

No puede evitar rememorar esa mano que siempre se posaba en su cintura y le regalaba caricias sin cansarse, esos labios que le sonreían y siempre le robaban besos, esos ojos que le miraban con tanta intensidad, ese brillo que lo volvía loco, por el que se entregó, por el que decidió que nada más importaba que vivirlo, que disfrutarlo, que conocerlo. Nada podía superarlo.

Eres tan hermoso... tan bonito.

Su corazón salta alegre de repente al recordar esas palabras que Minho siempre le decía con cara de enamorado y él acariciaba su mejilla con adoración.

Recuerda sus ataques de hipo y esa risa estruendosa que siempre escuchaba y le gustaba tanto, era tan idiota que le gustaba que Minho se riera de él y en su cara. Le gustaba demasiado.

Quizás funcione.

Esas palabras que siempre le decía para volver a hacer el amor, eran la perfecta excusa para volver a tocar el cielo, para volar sin alas. Esas palabras que siempre decían los dos a ver si la cigüeña les dejaba un bebé por pura pena. Aun así serían tan felices al recibirle.

Siempre decía que era feliz con todo lo que tenía, aunque en realidad no tenía nada, pero lo decía porque tener a Minho a su lado lo era absolutamente todo y no necesitaba nada más.

Su mano baja automáticamente a ese bulto en su vientre y termina llorando porque sabe que en cualquier momento volverá a vomitar, a tener mareos y dolores de cabeza. Perdido en ese mar de tristeza interminable se queda dormido.

Un horrible dolor en las caderas le hace despertar a su realidad llena de tristeza y sin esperanzas de que pueda mejorar. Ese sueño con la cigüeña volvía a repetirse, dejándole aún más triste al recordar que eso jamás sucederá.

Aun así, a diferencia del día anterior no sentía ganas de llorar, tan solo sentía dolor en su pecho y ese otro tipo de dolor en su cadera que le hacía ver estrellas.

Se levanta la camiseta y ve ese bulto que parecía un poco más grande. No sabía lo que le ocurría a su cuerpo pero parecía algo realmente peligroso. Asustado piensa en llamar a Key, sujeta su celular y al buscar el número se arrepiente y lo deja a un lado. No quería darle más problemas de los que ya le había dado, desde niños siempre fue demasiado problemático y su Umma siempre se veía metido en medio de sus líos.

Otro horrible dolor en su cadera hace que decepcionado de la vida, de su vida y su patético destino busque algún medicamento que pudiera hacer calmar ese dolor horrible en las caderas.

De repente, en su desesperación se pregunta si existirán pastillas que pudieran hacer calmar ese dolor punzante en su corazón.

Una estúpida idea de terminar con todo se queda en su cabeza.

El sol salía imponente iluminando toda esa gran ciudad y él en medio de los rayos de luz se enfrentaba al final, a ese que parecía inevitable, era demasiada luz como para poder ver el mañana.

Sale del hotel y camina preguntando por donde había una farmacia. Justo al entrar otra punzada en la columna le hace chillar del dolor y agradece que estén atendiendo.

—¿Joven está usted bien? —pregunta la dependienta y Taemin niega rápidamente. Tenía miedo de que su enfermedad pronto acabaría con su vida y no quería sufrir por el dolor—. Llamarée una ambulancia —propone preocupada al verlo sujetarse con fuerza del mostrador.

—¡No! En vano iré al hospital —le mira sufriendo—. No tengo seguro y tampoco tengo dinero para pagar mi curación, no lo hagas —ruega al borde del llanto—. Sólo deme algo que pueda relajarme y calmar mi dolor.

—Pero esos medicamentos sólo se venden bajo receta médica —le mira ella asustada y Taemin deja caer un par de lágrimas que eran suficientes para convencerla.

—Por favor... me duele demasiado y ya no lo soporto —ruega—. Ya no lo soporto —llora demostrando un poco de ese sufrimiento que no sólo era físico.

—Está bien —resopla rendida al ver a aquel muchacho tan delgado llorando desconsolado—. Pero será la única vez —Taemin asiente agradecido y limpiando sus lágrimas—. Estás son para relajarte y estas son para quitarte el dolor —recibe varias pastillas de cada una y temeroso le sonríe—. Tómalas sólo cuando te duela.

—Gracias.

Después de pagar vuelve al hotel y al pisar ese piso se siente como volando, como si estuviera fuera de si se ve caminando por esos pasillos, se ve entrar a aquella habitación que le traía demasiados recuerdos dulces que hacían doler un poco más su corazón que ya parecía cansado de tanto latir sin motivo alguno.

El mundo le había arrebatado el corazón, con aquellas situaciones que parecían cotidianas y que pasaban en demasiada relaciones, algo que jamás se imaginó había ocurrido y no pudo hacer nada, tan sólo desear que ese sueño que vivió fuera eterno. Pero al final no sirvió de nada desearlo tanto.

Desearlo nunca fue suficiente.

Coge un vaso de agua y se sienta temeroso al borde de la cama. Sin pensar en nada coge también las píldoras que compró en la noche junto a las que tomó en su casa para el dolor de cabeza.

Tenía miedo de lo que estaba a punto de hacer, pero más miedo le daba tener que seguir sintiendo ese dolor en su espalda, tener que ver cómo su cuerpo se deformaba con ese horrible bulto en su vientre bajo. Sentía miedo como nunca antes en su vida.

Algo le dice que por suerte no volvió a hacer el amor con Minho, porque seguro se asustaría de verlo en tan horribles condiciones.

Suspira y ve la hora en su celular.

7:10 am.

Abre las cortinas de esa habitación y deja entrar los rayos del sol que le deslumbraban, sentía como si esa luz alguna vez hubiese brillado en él.

Sólo es hora de decir adiós.

Qué más daba, no tenía a nadie, su vida no tenía sentido, no tenía como sustentarse, no sabía hacer nada más que cuidar a su hijo y a Minho, no sabía hacer nada más y con seguridad terminaría peor que un vagabundo en un par de días, porque si no era el hambre seguro esa enfermedad le quitaría la vida. ¿Entonces qué más daba? ¿Para qué seguir viviendo sin sentido? ¿Para qué seguir alargando más ese sufrimiento?

Se sentía inmerecedor de alguien como Minho, de tener un hijo como Yoogeun, porque no podía alcanzar el cielo, no podía volar porque nunca quiso aprender y ahora estaba destinado a estar atado a la tierra por siempre.

Y si, jamás tuvo sueños, pues el vivir con Minho y Yoogeun se volvió su sueño. Y lo había perdido. Estaba cayendo desde hacía tiempo atrás y ahora se daba cuenta que había perdido las alas, había perdido a su amor, había perdido la luz y que a pesar de todo ese amor todo estaba destrozado.

Esas pastillas serian su salvación, al menos no permitirían que se despidiera de forma penosa.

Se toma su primer par de pastillas y se recuesta mientras marca el número de Key. Al menos quería despedirse de él, quería agradecerle que estuviera a su lado sin importar nada, sin pedirle nada a cambio.

Otro par de pastillas y escucha el tono de espera...

¡¡¡Hola bebé!!!

Si, seguía siendo su bebé. Una especie de calor llena su pecho con un sentimiento de felicidad y de sentirse un niño otra vez y se toma otro par más. Esa voz algo chillona le hace sentir que de niño está corriendo descalzo tomado de la mano de su primo que siempre lo secuestraba de su casa para ir a jugar a la suya, y él, siempre decía que iría sin sus zapatillas, porque le gustaba sentir el tacto de las hierbas bajo sus pies, esa dulce sensación que jamás volvió a sentir desde que abandonó ese pueblo que un día lo fue todo para él...

—¡Umma! —saluda sin poder contener el sollozo al imaginarse a su primo peleando con las sabanas. Era él tan importante, tanto que en ese mismo momento es que se da cuenta de ello, extrañándolo ya demasiado.

Me hiciste despertaaaaaaaar —escucha su bostezo y se toma cuatro pastillas de golpe—. ¡Gracias porque hoy iré a hacer la presentación de mi diseño! —le escucha tan feliz y una lagrima corre por sus ojos, porque al menos él sí podría ser alguien, a diferencia de él que era tonto y no le gustaba estudiar. Y Minho se lo había echado en cara. Y al recordarlo, al recordar esas palabras vuelve a sentir que cometió demasiados errores, que fue demasiado ingenuo.

—¡Felicidades Umma! —Key escucha su sollozo y se incorpora rápidamente.

¿Pasó algo? ¿Ese salvaje te hizo algo? —pregunta temiéndose lo peor y Taemin ríe entre lágrimas.

—No, cómo crees —miente—. Todavía duerme, yo estoy en la cocina —miente una vez más mientras se toma otras píldoras más que no sabía para que rayos eran.

¿Entonces por qué lloras? —pregunta Key sintiéndose impotente al escucharle sollozar, siempre se sentía así cuando se trataba de él.

—Porque no se... estoy sentimental —Key se parte de la risa y Taemin se contagia un poco de su alegría—. Y porque te extraño.

Yo también —confiesa Key al no verle tan seguido, y por ser su último año estaba tan ocupado que apenas y lograban enviarse mensajes por el celular.

—Umma —se toma otro montoncito de píldoras, el penúltimo—. Gracias por todo, por soportarme desde que éramos niños —respira hondo intentando calmar ese llanto copioso que caía mientras recordaba como loco todas esas travesuras que hacia junto a su primo—. Gracias por decirme que te quedarías a mi lado y así lo hiciste—Key recuerda aquella lejana vez cuando el padre de Taemin los abandono, aquel día en que le dijo que se quedaría él, que no hacía falta nada ni nadie más, haciendo así que sus lágrimas dejaran de caer y sonriera alegre de no tener que quedarse solo—. Gracias por todo aunque no tengo como agradecerte, quisiera poder darte algún regalo que te hiciera muy feliz.

Sabes que no necesito nada de eso —palabras que tranquilizan su corazón, sólo un poco.

Porque todas esas heridas que tenía en el corazón, por cada palabra que Minho le dijo simplemente parecían estar envenenadas y seguían lastimándole más, como si quisieran que su corazón deje de latir y él no las iba a detener.

Él sólo estaba ayudando a que fuera rápido y menos doloroso. Mira las píldoras y les agradece que lo liberen de todo ese dolor y les ruega que sea rápido.

—Perdón por todo, por no haberte escuchado ese día, por meterte en problemas con tu mamá, por tener que seguirme hasta aquí, por todo perdóname —solloza y siente algo extraño, como si su cuerpo estuviera adormeciéndose. Las píldoras estaban haciendo efecto, debía despedirse rápido—. Y por favor cuida de Yoogeun que te adora, cuídalo mucho y... — respira hondo—. Se muy feliz.

Tae deja de decir esas cosas —Key siente que hay algo más, esas palabras que le saben a despedida le causan escalofríos—. Tú estarás siempre cuidando de tu amor y de tu hijo que es a ti a quien adora como loco.

Palabras que arrancan por última vez una sonrisa en sus labios mientras su otra mano se dirige a su vientre.

—Tienes razón, gracias por escucharme Umma.

Cuelga y como si su mano pesara toneladas a duras penas la dirige a su vientre y lo acaricia con miedo. Pestañea, vuelve a abrir los ojos y lo último que ve es a su amor sentado al borde de la cama, con un cigarro entre sus dedos, ese rostro de Minho, su amor, esa hermosa expresión que siempre tenía cuando hablaba de tener un hijo y él lo amaba.

Siempre estaré a tu lado, aunque pasen los años, siempre seré tuyo. Soy sólo tuyo... ...Tae... mi Tae... solo mío y de nadie más... te protegeré con todas mis fuerzas, a ti y a mi hijo...te adoro... te amo...

Le escucha con claridad antes de cerrar los ojos y derramar una lagrima de felicidad, esa que sintió aquella vez cuando borracho le escuchó decir eso, el día en que por fin Yoogeun llegó a su casa.

Yo también te amo... Minho... sólo dios sabe cuánto te amo...


~*~

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