STARTING TO FIND THE LASTING...

By NataliaTrujilloRodrg

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TRADUCCIÓN del fic portugues del mismo título escrito por Wounded Beast. Emma ha traído a Marian de vuelta y... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 28

Capítulo 27

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By NataliaTrujilloRodrg


La alcaldesa abrazó a Roland de una manera que denotaba añoranza. Para el recelo de Marian, el hijo demostró hacia Regina un cariño que nunca pensó que existiese por parte de la reina.

Regina se agachó para quedar a la altura del pequeño y lo miró a los ojos, tan oscuros como los suyos propios.

«Te he extrañado, cariño» dijo Regina, tiernamente

«Y yo a ti» respondió sonriendo el muchacho

«¿Ah sí?»

«Sí» movió afirmativamente la cabeza varias veces

«Roland siempre está preguntando por ti, Regina» dijo Robin

«¡Roland!» Marian dio un paso al frente, alarmada. El marido la agarró por la mano, impidiéndole que avanzase.

«Marian, no te preocupes. Regina ahora es otra persona. Confía» la esposa de Robin Hood miró a la reina, y a continuación al hijo que parecía a gusto en los brazos de la mujer a la que creía una víbora» ¿Lo ves?»

Marian aúna sí miraba con desconfianza

Regina se puso en pie para defenderse

«Él tiene razón. No tienes por qué preocuparte. Ya no soy la que arrancaba corazones o mandaba a las personas a la hoguera»

El arquero apretó la mano de su esposa, lo que la hizo retroceder

«Estás viendo. Ya te había dicho que había cambiado»

Él señaló al hijo, pero prestaba atención a Regina

«¿Estabais paseando?» preguntó la alcaldesa

«Sí, y después vamos a comer chocolate» Roland se adelantó a responder «¿Vienes con nosotros, Regina?»

Ella se quedó un poco incómoda ante la pregunta del niño

«Ahmmm...bueno....no, Roland» dijo mirándolo desde arriba

«¿Y tú? ¿También paseando?» preguntó Robin

«La verdad es que no. Soy la alcaldesa, tengo alguna que otra vez estar en otros lugares que no sea la alcaldía»

Marian estaba bastante confusa. Era difícil concebir la idea de que la mujer que un día la sentenció a "muerte" era ahora alguien arrepentido.

«Roland, ven, tenemos que regresar» pidió Marian, y el niño obedeció

No se quedó muy feliz por ser llamado por la madre. Miraba a Regina con mirada triste.

La alcaldesa se dio cuenta. Fue un esfuerzo para Regina mantenerse impasible; desde su retorno, Robin había hablado con su esposa sobre su relación con Mills, esclareciendo todo lo que había ocurrido en su ausencia. Regina no tenía nada en contra de la esposa de Robin desde hacía un mes, teniendo mucho que ver en ello lo que estaba viviendo con Emma. Ya no deseaba matarla, ni perjudicarla, estaba segura de que jamás podría haber privado o deseado que Hood cambiase a la madre de su hijo por ella, y ya no deseaba al arquero como su compañero. No pudo dejar de pensar en Emma, otra vez. Si ella estuviese allí, la incomodidad sería menor.

Robin la miraba con la cara sonrojada. Parecía obvio que ver a la reina lo conmovía.

Regina lo miro de reojo, después focalizó su atención en Marian.

«No les estropearé más el paseo» también miró a Roland «Y usted señor, cómase un chocolate por mí»

El niño sonrió y confirmó.

Al ver el recelo todavía en el rostro de su esposa, Robin quiso justificarse

«Regina...perdona a mi mujer, ella todavía no comprende...»

La alcaldesa lo interrumpió

«No, Robin. Todo está bien. Yo en su lugar no me acostumbraría tan fácilmente a la idea de que la peor persona del mundo hubiera cambiado de un día para otro» Regina quiso tranquilizarlo «Mis más sinceras disculpas, Marian. No necesito alargarlo más» por primera vez Regina bajó la cabeza ante alguien con humildad.

La esposa de Robin Hood permaneció callada

«¿Es verdad lo que pasó con Emma?»

Regina se quedó sorprendida ante la pregunta de Robin

«¿Emma? ¿El qué?»

«Supimos que la hirieron»

«Ah, sí...Emma fue herida, en el puerto. Un disparo en el hombro»

«¿Y cómo está?» Marian se mostró preocupada

«Está bien. Creo» respondió la alcaldesa, pellizcándose los labios.

Por un momento Regina pensó en si la pareja que tenía en frente sabía lo que había pasado entre ella y Emma. En aquel momento, desconcertada, prefería que ellos estuvieran ajenos a todo aquello.

«Espero que mejore» la señora Hood dejó escapar. A fin de cuentas, Emma había tomado la decisión de traerla para ese mundo y salvar su vida, le estaba agradecida a la Salvadora.

El clima no era propicio para seguir con la conversación. Roland ya tiraba de la falda de la madre pidiendo marcharse.

«Si la ves, dile que deseamos que se mejore, ¿sí?» dijo Robin y sonrió sin mostrar los dientes, cubriendo la evidente incomodidad de segundos antes. Miro a Marian, y le dio la mano «¿Vamos?» ella y Roland asintieron «Tú también, Regina, cuídate»

Regina Mills no respondió. Les dejó pasar a los tres, y estos siguieron su camino bajo la sombra de los árboles cuyas hojas caducas y secas formaban un camino en el suelo. Lo mismo que ella hizo con Emma Swan cuando, hacía algunos días, las dos buscaban a Henry. Otro recuerdo más que la desafiaba a asegurar sus emociones.

Mientras la familia desaparecía por el camino, Regina hizo lo mismo por el lado contrario. Se acordó de una cosa que tenía que enmendar y debía hacerlo pronto.

Ya de noche, en unos de los callejones de la ciudad, desde donde Killian Jones miraba hacia Granny's, el hombre que disparó a Emma estaba acechando el lugar, esperando el momento para entrar. Ya era casi la del cierre y pronto Ruby y su abuela apagarían las luces del establecimiento para irse a dormir.

Vistiendo ropas diferentes a las habituales, el capitán vio con su catalejo cómo el cartel de "abierto" era girado a "cerrado". Era el momento propicio para poner en práctica un plan estrafalario. El último antes de marcharse definitivamente de allí, ya que sabía que su cara estaba estampada en las farolas y los escaparates de la ciudad con la palabra: Forajido. Ahora era oficialmente un bandido. Dejarse ver le podría costar caro, ya había perdido mucho tiempo en Storybrooke, pero sus razones se resumían en una sola persona: Emma Swan.

Se puso los guantes de cuero, ya estaba listo para cruzar. Lo hizo con cautela, mirando hacia los dos lados de la calle. Su diana sería la frágil puerta de la entrada, que abriría con una sencilla horquilla.

Estaba metiendo la fina pieza de metal en el hueco de la cerradura cuando una voz de mujer, potente, resonó a su lado haciéndolo saltar del susto.

«¿Necesitas ayuda, querido?»

Hook dudó por un momento. Entonces, lenta y cuidadosamente se giró hacia la voz, encontrándose con su dueña.

«¡Tú!» dijo él entre dientes al ver a Regina sentada en una de las sillas libres a las afueras del restaurante. Se levantó elegantemente y caminó hacia el hombre, con una sonrisa desafiante en el rostro, como en los tiempo de la Reina Malvada «¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo me encontraste?»

«¿Y todavía lo preguntas? Fue muy fácil encontrarte, pirata de pacotilla. ¿O te olvidaste de esto?» Regina habló mostrando los dientes y la mano humeante. Su magia respondía a la cuestión de Hook. Hizo que bajara los escalones que antecedían a la puerta. Killian se paró a centímetros del rostro, intimidado «Fue muy fácil encontrarte. No solo te lancé esa bola de fuego en el embarcadero por rabia, querido»

Hook trago en seco y pestañeó. En tres segundos sintió cómo sus pies se elevaban del suelo y su garganta estrecharse en un apretón sofocante. Sus manos, brazos y piernas estaban bajo alguna especie de hechizo, no podía mover ninguna parte de su cuerpo.

Sus ojos azules estaban abiertos de par en par, clavados en Regina, que lo levantó hasta donde quiso, sin necesidad de tocar su cuerpo. La mano de la reina hizo el gesto de apretar y Hook perdió cualquier oportunidad de respirar.

«Re...Re...Regina...no puedo res-pi-rar...» dijo Hook ya casi sin voz.

Con agresividad, lo lanzó al suelo y lo puso boca arriba.

«Oh, disculpa, creo que me pesa mucho la mano» ironizó Regina

La morena se agachó, e introdujo, sin cuidado alguno, la mano en el pecho de Killian, apretando hasta verlo retorcerse de dolor.

«¡No!» gritó

«Esto es por lo que le hiciste a Emma, canalla» apretó con más fuerza «¿Estás oyendo?» su rostro se acercó al de él. Killian vio el odio en los ojos de la reina «Voy a coger esto para que aprendas a no jugar más con lo que no es tuyo. Ahora poseo tus dos debilidades, querido...Emma y tu corazón» Regina extrajo el órgano del hombre caído. Apretó.

«¡Ahhhhh!» era Hook chirriando los dientes y apretando los ojos

«Tenía que haberte hecho sentir el dolor de Emma cuando le alcanzó el disparo» ella se levantó con el corazón en la mano «Cobarde»

El pirara consiguió todavía ser irónico desde la posición en la que estaba, pero aun así le dolió hablar

«El disparo no era para Emma, era para ti»

«Sabía muy bien que era para mí, y ahora creo que te lo vas a pensar dos veces antes de intentar cualquier cosa en contra de ninguna de las dos»

Él se dio por vencido, sentía su vida deslizarse como el agua por los dedos de la reina.

«¡Mátame ya! Haz lo que tu madre debió haber hecho hace mucho tiempo»

Regina lo miró desde arriba, indicando negativamente con la cabeza

«Lo siento mucho, capitán. Pero no será tan fácil...»

Un remolino rojo los cubrió a los dos.

Aparecieron en una sala oscura y sofocante, donde las paredes estrechas y acolchadas dominaban todo el recinto.

Killian se vio tirado en el suelo y Regina de pie, agarrando todavía su corazón.

«¿Qué lugar es este?» preguntó, asombrado

«El lugar donde te vas a pudrir el resto de tu vida» Regina sonrió sarcásticamente. Hizo aparece en su mano libre una caja en la que guardó el órgano vital de Killian «Este es el único de mi colección que no devolveré a su dueño. Por eso, no lo intentes, porque nunca saldrás de aquí sin estar en mis manos, pirata. Este es el precio por casi haberle quitado la vida a tu querida Swan»

Regina dijo todo aquello con toda la rabia que tenía acumulada.

Se dirigió a la puerta del cuarto. Se giró para verlo una última vez antes de encerrar al hombre ahí dentro, haciendo que la oscuridad invadiera el recinto y aterrorizara al Capitán Garfio.

«¡No! ¡Solo puedes estar de broma...Regina!» corrió hacia la puerta, golpeando con desespero «¡Regina! ¡Regina! ¡Sácame de aquí! ¡No puedo quedarme aquí! ¡Regina!»

Gritó por mucho tiempo, pero no era una broma de la alcaldesa. Killian se quedaría preso en el ala psiquiátrica del hospital por el tiempo que ella desease. Nunca más sería una piedra en el zapato de la reina y de Emma Swan.

Siete días después de todo lo ocurrido, Emma recibió el alta del hospital. Salió recuperada, solo con una ligera incomodidad en el hombro herido, y con una venda que se podía ver bajo la camiseta que llevaba.

La madre era la única que estaba para acompañarla hasta el coche que la propia Mary Margaret iba a conducir. Ayudó a la hija a colocarse en el asiento del acompañante y en seguida se sentó frente al volante. Observó a Emma distante, no muy diferente a los últimos cinco días en que la rubia había esperado la visita de Regina, cosa que nunca sucedió.

Snow miró a la hija antes de arrancar

«¿Qué pasa, Emma? ¿Todavía pensando en ella?»

«Sí» respondió Emma, mirando fijamente al frente

«No te pongas así. Ella va a entenderte»

«¿Por qué no vino? ¿Por qué no ha querido verme?»

«Emma, puede haber miles de razones. Tal vez verte en el estado en que te vio fue algo muy fuerte. Ella está esperando a una Emma a la que conoce. Una Emma fuerte. Cuando sea el momento, os encontrareis»

Mary apartó los cabellos que caían por el rostro de la hija hacia atrás.

«Necesito que sea pronto, mamá»

Después de tomar camino, llegaron en pocos minutos frente a la fachada del restaurante más popular de la ciudad. Emma extrañó que se pararan en Granny's, ya no vivían en el apartamento de encima, y pensaba que irían para casa.

La Salvadora puso cara de no entender y preguntó

«¿No estábamos yendo para casa?»

«Iremos, después»

«Perdona mamá, pero no tengo hambre»

«No te traje solo para comer algo, ven» Mary desabrochó el cinturón de seguridad y salió del coche para hacer que Emma bajase y caminase con ella hasta el restaurante.

Algo desconfiada, Swan atravesó la calle con la madre tirándole de la mano.

Emma se detuvo antes de cruzar la puerta

«Emma, ¿qué pasa?» preguntó Mary girando para verla

«Soy yo la que pregunta eso, ¿por qué me has traído aquí?» Emma miraba hacia los lados, sospechando de algo

Mary Margaret sonrió a la hija, dándole dos palmaditas en su mejilla derecha

«Velo por ti misma...»

La madre abrió la puerta, dejando ver a la rubia. Todos sus amigos de Storybrooke estaban allí. Era una fiesta sorpresa.

«¡Sorpresa!» dijeron todas las voces a la vez.

Emma entró y vio a todo el mundo esperándola con una sonrisa en los labios, se dio cuenta de lo querida que era.

«¿Really?» dijo para acabar riéndose

Y vio una pancarta en la pared que decía "¡Bienvenida Emma!

No sabía cómo reaccionar. Henry y David se acercaron con el carrito del pequeño Neal, y la abrazaron. Luego, todos los presentes hicieron una fila para recibir con cumplidos y abrazos a la Salvadora recuperada.

Ruby le dio a su amiga un gorro de cumpleaños.

«¡Vamos, póntelo!»

«¿Para qué es esto?» preguntó ella

«Es un gorro de cumpleaños. Casi mueres, hoy es como si nacieses de nuevo. ¡Feliz nuevo cumpleaños, amiga!» dijo la muchacha.

Emma miró a su alrededor, y vio prácticamente a todo el mundo con su "gorrito" en la cabeza. Archie, los enanos (ahora no tan enanos), Granny, Belle, y más de media docena de conocidos por parte de la sheriff, incluso Robin, Marian y Roland estaban ahí.

La rubia ya comenzaba a mezclase con los amigos cuando la campana de la puerta sonó. Emma sintió un repentino pinchazo en el pecho. Se dio la vuelta hacia la puerta encontrándose con la razón de su aflicción, Regina.

Una sonrisa disfrazada de nerviosismo surgió en los labios de la alcaldesa. Emma, además del pecho, sintió todo su cuerpo aliviarse. Caminó hasta ella, respondiendo al gesto y se miraron, profundamente. Reflejaban tanta emoción en las miradas que no necesitaban mostrársela con palabras. 

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