En Granny's, Mary Margaret e hija mantenían una conversación tranquila. Las tazas de café, encima de la mesa, estaban a mitad, y la rubia acompañaba con gestos lo que iba diciendo. Llevaban sentadas algún tiempo, Emma no se contuvo en compartir con su madre lo que había pasado en todo ese tiempo con Regina. Blancanieves estaba realmente sorprendida al escuchar lo que su hija le contaba, pero no la juzgó por eso, sus sospechas sobre lo que sentía Emma por Regina estaban más que probadas, y lo que más le sorprendió fue la manera en que su hija retrataba su pasión.
«Emma, ¿por qué me cuentas todo esto?»
«Fuiste la única que percibió lo que estaba pasando, no puedo contar con nadie más»
«Está bien, quédate tranquila» la madre tocó la mano de su hija por encima de la mesa «¿Y piensas que Regina no te va a corresponder después de todo lo ocurrido?»
«Tiene miedo, y es mi culpa, he forzado todo» Emma puso expresión de desilusión
«No es tu culpa. Actúa así porque en su vida nada ha salido bien. No esperes que te acepte tan deprisa»
«Lo sé, pero tengo un peso en el corazón, es como si ella fuese a desistir y yo no hubiese conseguido ayudarla»
«También tienes que pensar en ti, también has pasado lo tuyo»
«No es eso, mamá, tengo la impresión de que ella me necesita»
Snow miraba a su hija cariñosamente
«Estás enamorada, Emma»
«Lo sé y duele» dijo la rubia con la mirada perdida
«Dicen que solo es amor si duele»
La sheriff movió negativamente la cabeza
«No era necesario que doliera tanto o me causara ojeras como está pasando» dijo en broma
«No fue diferente cuando tu padre y yo nos conocimos»
«Ya, lo vi de cerca»
Mary Margaret miró para el carrito de Neal, a su lado, para después volver a poner su atención en su hija
«Si tienes la certeza de que eso es lo que quieres para ti, Emma, espera a que Regina te diga lo que piensa»
«Ya lo dijo, me ama» Emma alzó la cejas y frunció los labios, poniendo una carita infantil. Su madre sintió pena por ella.
Más tarde en el apartamento, Mary escuchó dos golpes a la puerta, fue a abrir y se encontró con Regina y Henry.
«¡Henry! ¡Regina!» dijo sorprendida, mirando especialmente al nieto.
«Me pidió que lo trajera» Regina apoyaba sus manos en los hombros de su hijo
«Claro, entren, no se queden ahí fuera» miró a la mujer y al nieto, y se acordó de las palabras de Emma sobre la alcaldesa «Siéntense, ¿acabo de hacer bizcochos, ¿quieren?»
«Ya comí, abuela, gracias, voy a subir» Henry subió por las escaleras de hierro que había en mitad del apartamento, desapareciendo de la vista de las dos.
Regina se quedó parada sin saber qué hacer
«Siéntate, Regina, él no quiere, pero tú tienes cara de hambre, ¿ehm?» preguntó Mary Margaret.
La alcaldesa obedeció, se sentó en la mesa mientras se quitaba los guantes, no pudo dejar de suspirar insatisfecha y retirar los cabellos hacia un lado con un movimiento de cabeza
«Perdona que te hayamos molestado, Mary Margaret, pero quiso venir, parece que tiene algunas cosas aquí que necesitaba buscar»
«¿Te ha dicho algo?» Snow llegó con una bandeja que dejó encima de la mesa. El olor de los bizcochos abrió el apetito de Regina que salivó inevitablemente.
«No ha querido decir nada, pero se disculpó por haber mentido, es algo que no entiendo, tal vez Emma tenga más suerte cuando hable con él»
«Coge uno» Mary ofreció y Regina sació sus ganas con un blando bizcocho «Emma y él se entienden muy bien, seguro que en poco tiempo se abrirá con ella. Está creciendo, a veces necesita estar solo»
Regina sonrió mientras masticaba el bizcocho con la boca cerrada, Snow no contuvo sus ganas de preguntar a Regina
«Regina, ¿puedo preguntarte una cosa?» bajó algo la voz
«Claro que sí» dijo Regina después de coger un segundo bizcocho
«Tú y Emma...¿qué está pasando?»
La Reina Malvada se asombró ante la pregunta, pero replicó
«No sé qué estás pensando, pero si quieres saber, algo ha pasado»
«Entonces es verdad lo que me contó, ¿todo, absolutamente todo?»
«Oh, sí» Regina se tragó otro bizcocho
La mujer frente a ella estaba boquiabierta
«¿Sientes algo por ella?»
«¿Que si siento?» Regina preguntó con la boca llena
«Sí, algo...porque no creo que haya sido tan fácil para ti entregarte así»
La alcaldesa terminó de masticar para hablar
«Tienes razón, no fue fácil, pero fue algo pasajero, no se volverá a repetir»
Mary se preocupó
«Regina, ¿tienes noción de cuánto le está afectando todo esto a mi hija? La estás eludiendo, ¿es esto una especie de venganza?»
«¡Claro que no!» respondió Regina inmediatamente
«¿No ha valido para nada todo lo que han vivido? Estás haciendo esto para perjudicarla»
«No es verdad, Mary Margaret. Tu hija y yo estuvimos juntas y confieso que me sorprendió escucharle decir todo lo que me dijo, pero ella sabe que yo soy muy obstinada, digerir todo eso requiere tiempo, no sé cómo responderle, me sofoca»
«Y a ti te gusta, por lo visto»
Regina se ruborizó
«¿Está sufriendo?»
«Mucho. Te entiendo, Regina, entiendo todo lo que has vivido, sí, lo comprendo, pero te pido que no juegues con Emma, puede no parecerlo, pero es muy sensible»
Regina bajó la cabeza avergonzada
«Ver para creer»
«Deberías decirle todo lo que piensas, si quieres esto o no, porque si no lo haces, te va a estar esperando toda la vida»
«¿Cómo puedes estar tan segura de eso?»
Snow le dio una sonrisa dulce a Regina
«Es mi hija, aunque no haya vivido mucho con ella, he podido ver lo que está pasando, no quiere desistir de ti, quiere salvarte»
La alcaldesa sintió cómo los ojos le ardían, cuando levantó la cabeza para mirar a Mary, estaban llorosos.
«Tengo miedo. No puedo sentir por ella lo que estoy sintiendo» murmuró
«¿Por qué no Regina? Mírate, es una nueva oportunidad»
«Porque no lo merezco. Cielos, yo...yo me siento otra cuando ella me toca, me pierdo fácilmente cuando me mira, todo es muy extraño, en el último momento siempre perdí, Emma apenas es algo que yo creé, me he dejado llevar. Ah...he hablado de más, no debía»
«No Regina, ella es más que eso, ella también sufrió por alguien, piensa en lo que ella puede traerte. Su discurso no fue en vano»
Regina se levantó perturbada, se quedó en silencio un minuto, el sabor salado de una lágrima invadió sus labios contrastando con el dulzor de los bizcochos.
«¡Pero qué mierda! Amo a tu hija» admitió mirando a Mary que solo se limitó a asentir.
«La necesitas tanto como ella te necesita» añadió la madre de Emma
Ya era de noche cuando Regina regresó a casa sin Henry, el muchacho se quedó en el apartamento con la abuela y a la alcaldesa solo le quedó aislarse en su enorme casa.
Después de un lento baño, la mujer caminaba por el salón con el albornoz y los cabellos húmedos, llevando en la mano su acostumbrada copa de sidra. En la radio una música lenta sonaba bajo, no era difícil saber en quién estaba pensando en ese preciso momento.
El timbre sonó, dejó la copa encima de un mueble y caminó hacia la puerta para mirar por la mirilla.
«¡No me lo creo!» dijo asustada, la mano que abrió la puerta temblaba
Emma estaba ahí, de pie, vistiendo sus famosas prendas, extremadamente encogida.
«Hola, Regina» hizo un esfuerzo para pronunciar su nombre
«¡Emma!»
«Yo...he venido porque mi madre me contó lo que conversaron antes» la rubia entró en el hall mientras Regina la miraba de arriba abajo cerrando la puerta sin desviar su mirada de ella «por favor, no la tomes con ella. Siempre pensará que soy una niña, cosas de madre» la rubia parecía tensa.
«No es para eso para lo que has venido, ¿eh?»
Regina la miraba desde la distancia en que se habían quedado. La rubia abrió desorbitadamente los ojos ante la pregunta
«Claro que sí, ¿para qué otra cosa vendría?»
«Para decirme muchas coas e intentar convencerme de esas mismas cosas»
Emma contuvo una sonrisa
«¿Y si así fuese?»
«Estaría preparada, como lo estoy ahora» afirmó la morena
Fue difícil para Emma creérselo, pero aun así sonrió para Regina y perdió el miedo a acercarse.
«¿Dijiste preparada? ¿Eso quiere decir...?»
«Quiere decir muchas cosas, Emma»
Las dos estaban cara a cara. La mano de Swan fue tocada por los dedos de Regina, que se aferraron a los de ella, la visitante percibió una inquietud.
«Estás fría y temblando» dijo la rubia, Regina asintió
«Emma...hay algo que quiero decirte»
«¿Qué?» dijo Emma preocupada
Regina se mordió el labio inferior antes de conseguir volver a hablar
«He entendido. He conseguido entender»
«¿El qué, Regina?»
El rostro de Regina se acercó al de Emma y la respuesta fue lenta, húmeda y suave, un beso. Se perdieron en el intercambio de salivas, los dedos y las manos ya vagaban por ambas nucas y cabellos, muy diferente al agarre de otras veces. Fue una invitación para quedarse ahí, y si de las dos dependiese, duraría la noche entera.